SUBIÓ AL CIELO Y SE SENTÓ A LA DERECHA DE DIOS
COMENTARO
Cuando
intentamos imaginarnos a un hombre que nos deja elevándonos por las nubes,
matamos el misterio de la ascensión: hacemos de él una ausencia, siendo así que
es un misterio de presencia multiplicada. Marcos nos hace percibir muy bien
todo esto yuxtaponiendo con
toda claridad unas cosas contradictorias: “El Señor
Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a
pregonar el mensaje por todas las partes y el Señor cooperaba confirmándolo”.
Mateo habla solamente de presencia; es la última palabra de Jesús: “Yo estoy con ustedes cada día,
hasta el fin del mundo” Lucas acentúa
más bien la ausencia “Se separó de ellos y lo llevaron al cielo”. Lo subraya
más aún en los Hechos: “Lo vieron subir, hasta que una nuble lo ocultó a sus
ojos” (Hechos 1, 9). Pero en su evangelio hace esta observación sorprendente:
“Los discípulos se volvieron a Jerusalén llenos de alegría”. ¿Alegres porque se
habían llevado a Jesús?. Se trata de un guiño revelador: “¡Cuidado!”. Esta
ausencia se va a convertir en una presencia mayor”. Por eso, en los Hechos, dos
ángeles (hemos de entender a Dios) les dan una reprimenda a los discípulos:
“¡Que hacen ahí plantados mirando al cielo?” (Hch. 1, 11).
¿Ausencia, presencia?
¿Buscar a Jesús
en el cielo, trabajar con él en
la tierra?. El esfuerzo de fe que se nos pide consiste en que unifiquemos dos
relaciones con Jesús aparentemente muy distintas. Si, Jesús “está a la derecha
del Padre”. Esto quiere decir “en la gloria de Dios”, y podemos soñar, hemos de
soñar, con “levantar los ojos al cielo”. Jesús resucitado sigue siendo un hombre, uno de nosotros; por
consiguiente, ¡Un hombre ha entrado en la gloria de Dios?
Y nosotros con
él, si creemos en la unidad de todos los hombres en Jesucristo.
¿Cómo no va a
quedar ya imantada nuestra propia vida por esta vida de Jesús en el cielo, que
nos atrae día tras día “fijando nuestro deseo, como dice magníficamente san
León Magno, en donde la
mirada es incapaz
de llegar?”.
¡La fe sí que
llega!. Durante su vida terrena, la gente vio, escuchó tocó a Jesús. Pero ¿cómo?. ¿Y con qué
resultados?. Fueron muy pocos los que sospecharon su misterio y trabaron
relación con él. Cuando parece que “se marcha” en la ascensión se convierte por
el contrario en aquel que será la presencia para cualquier hombre que le abra
su vida. Por eso precisamente Lucas podía decir: “Se lo llevaron al cielo y los
discípulos volvieron llenos de alegría”. Fueron ellos los primeros en realizar
la experiencia de la nueva presencia.
Lejos de
perderlo, ganaban la facultad de vivir en adelante con él en una intimidad de
pensamiento y de acción que palpamos tan bien como leemos los Hechos: “Yo estoy
con ustedes”. La dificultad (¡tan grande!) es que fue necesario pasar del trato
familiar, del rostro y de la voz, a la aproximación de la fe. Cito una vez más
a san León: “La fe estaba llamada a tocar, no con una mano carnal, sino con una
inteligencia sobrenatural, al Hijo único igual al que lo engendra”. Nunca se le
pide tanto a nuestra fe como en este misterio de la ascensión en donde esa fe
tiene que aprender a vivir con Jesús en el cielo y en la tierra.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Hch 1, 11.
Galileos,
¿qué hacen ahí, mirando al cielo?. Volverá como lo han visto marcharse al
cielo. Aleluya.
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso, concédenos exultar
santamente de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias, porque la
ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y adonde ya se ha
adelantado gloriosamente nuestra Cabeza esperamos llegar también los miembros
de su Cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles 1, 1-11
En
mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y
enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había
escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó
después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y,
apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una
vez que comían juntos, les recomendó:
«No
se alejen de Jerusalén; aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre, de la
que yo les he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días ustedes serán
bautizados con Espíritu Santo.».
Ellos
lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de
Israel?».
Jesús
contestó: «No les toca a ustedes conocer los tiempos y las fechas que el Padre
ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre
ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y hasta los confines del mundo.».
Dicho
esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Mientras
miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos
de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al
cielo? El mismo Jesús que se ha dejado para subir al cielo volverá como le
habéis visto marcharse.».
SALMO RESPONSORIAL ( 46)
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batan palmas, aclamen a Dios con gritos de júbilo; porque
el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; toquen
para Dios, toquen, toquen para nuestro Rey, toquen. R.
Porque Dios es el rey del mundo; toquen con maestría. Dios reina sobre
las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23
Hermanos: Que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y
revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de su corazón, para que comprendan
cuál es la esperanza a la que les llama, cuál la riqueza de gloria que da en
herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros,
los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en
Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el
cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por
encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo poso bajo sus
pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo,
plenitud del que lo acaba todo en todos.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO Mt 28, 19-20.
Aleluya. Vayan y hagan discípulos en todos los pueblos – dice el Señor
-; yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
EVANGELIO
Conclusión del santo evangelio
según san Marcos 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan al
mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será
condenado.
A los que crean, les acampanarán estos signos: echarán demonios en mi
nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un
veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán
sanos.».
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la
derecha de Dios.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor
cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, oremos a Cristo que ha sido glorificado, para que desde el
seno de la Trinidad interceda por su Iglesia y por el mundo entero. Digamos
juntos:
R. Te rogamos, óyenos.
1.- Por la Iglesia: para que viva y exprese su fe en Cristo resucitado
y glorificado, siendo fuente de esperanza para los que más sufren. Oremos al Señor. R.
2.- Por las comunidades cristianas: para que sean dispensadoras
generosas de la gracia de Dios, a través de su vida y de sus obras. Oremos al Señor. R.
3.- Por la 55 Jornada Mundial de
las Comunicaciones sociales que estamos celebrando hoy, para que acojamos la
invitación del mensaje del Papa Francisco: “comunicar encontrando a las
personas donde están y como son”. Oremos
al Señor. R.
4.- Por los que sufren en el alma o en el cuerpo a raíz de esta
pandemia o por otras causas: para que sientan la mano amiga de Jesús y que él
les conceda su luz y su fortaleza. Oremos al Señor. R.
5.- Por nosotros y nuestra comunidad: para que, perseverando en oración
con María, la Madre de Jesús, aguademos
la manifestación del Espíritu. Oremos al
Señor. R.
Tú, que has sido glorificado por el Pare y ahora le ofreces las
primicias de nuestra naturaleza redimida, intercede por tu Iglesia y enriquécela
con el don de tu Espíritu consolador. Tú, que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amen.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos ahora, Señor, el sacrificio para celebrar la admirable
ascensión de tu Hijo; concédenos, por este sagrado intercambio, elevarnos hasta
las realidades del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE
COMUNION Mt 28, 20
Sepan que yo estoy con ustedes
todos los días, hasta el final de los tiempos. Aleluya.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Dios
todopoderoso y eterno, que, mientras vivimos aun en la tierra nos concedes
gustar los divinos misterios, te rogamos que el afecto de nuestra piedad
cristiana se dirija allí donde nuestra condición humana está contigo. Por
Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes
17: Hch 19, 1-8;
Sal 67; Jn 16, 29-33.
Martes
18: Hch 20, 17-27; Sal 67; Jn 17, 1-11ª.
Miércoles
19: Hch 20, 28-38; Sal
67; Jn 17, 11b-19.
Jueves
20: Hch 22, 30; 23, 6-11; Sal 15; Jn 17, 20-26.
Viernes
21: Hch 25, 13-21, Sal 102; Jn 21, 15-19.
Sábado
22: Hch 28, 16-20.30-31; Sal 10; Jn 21, 20-25.
Vigilia de Pentecostés: Gn
11, 1-9 (o bien: Ex 19, 3-8ª.16-20b); (o bien: Ez 37, 1-4); (o bien Jl 3, 1-5);
Sal 103; Rm 8, 22-27; Jn 7, 37-39.
Domingo 23: Hch 2, 1-11; Sal 103; 1Co 12, 3b-7.12-13; Jn
20, 19-23.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
1. En un momento en que no fue bien comprendida la teología del evangelio de
Marcos y se consideró inapropiado el final que presentaba, parece ser que
añadieron los versículos últimos (9 al 20) en los que se inscribe la presente
perícopa. (Se trata del llamado "final canónico de Marcos"). Este
final, pues, es un conjunto de noticias extraídas de los relatos pascuales de
los otros evangelios.
Pero con
la resurrección y ascensión de Jesús, la "historia" del evangelio no
ha llegado al final; al contrario: ahora se amplía el horizonte ("a todo
el mundo", "a todos los hombres", "a toda la
creación": Mc 13, 10; 14,9). Por todas partes tienen los discípulos que
anunciar la buena noticia.
La
ascensión en sí misma no es descrita; únicamente se afirma la
"acogida" de Jesús en el cielo, interpretada teológicamente en
relación al salmo 110: entronización del Mesías-Rey, que entra en su señorío.
La ascensión significó primeramente lo mismo que
"muerte-resurrección-glorificación". En cualquier caso, su
significado teológico es lo más importante a resaltar, habida cuenta, como se
ha dicho, que en ningún lugar se describe la ascensión en sí misma.
Sí es
importante, sin embargo, tener en cuenta lo que se recalca: que terminada la
misión de Jesús en el mundo, ha de comenzar la misión de sus discípulos. Estos
han de predicar y hacer lo mismo que su Maestro.
Aparece
aquí la fórmula "Señor Jesús", que constituye el núcleo más
originario del símbolo de la fe cristiana. En esta fórmula se confiesa que
Jesús, el hijo de María, que padeció bajo Poncio Pilato, es el Señor
resucitado. Ese Jesús es, pues, Dios, igual al Padre, pero también de un modo
diferente, porque todo lo recibe del que todo lo tiene. Por eso, también está
escrito que su nombre es el Hijo (Heb 1,4). Y cuando los creyentes nos
dirigimos al Padre en nombre de Jesús, esto es mucho más que ampararnos en sus
méritos (Heb 5,9) o valernos de su poderosa intercesión (Heb 7,25): en el
nombre de Jesús nos presentamos como hijos, sabiendo que Dios nos abraza en el
mismo amor paterno que tiene a su muy amado (Ef 1,6).
EUCARISTÍA
1988, 24
2. La
presente lectura pertenece al resumen de las apariciones de Jesús con el que
concluye el texto canónico de Marcos.
Posiblemente
se trata de un pasaje añadido al relato original. Terminada la misión de Jesús
en el mundo, va a comenzar la misión de los Apóstoles. Y si Jesús comenzó haciendo
y predicando en Galilea, sus discípulos comenzarán predicando el Evangelio de
Jesús y haciendo las mismas obras que el Maestro.
La
creación entera, es decir, todos los hombres, han de ser confrontados con el
evangelio. Viene así sobre los hombres la hora del juicio, en la que cada uno
elegirá la sentencia: los que crean se salvarán y los que no crean se
condenarán (cf. Jn 3,18). La predicación del evangelio compromete, pues,
nuestra existencia en su totalidad. Nadie puede escuchar en vano el evangelio.
El poder
de hacer milagros es una promesa hecha a la comunidad y no a cada uno de los
creyentes. El libro de los Hechos nos habla abundantemente de la existencia de
este don en la primitiva comunidad de Jesús; pero lo que importa no es tanto
echar demonios y hablar lenguas extrañas cuanto exorcizar con la palabra y con
los hechos la mentira y la opresión que padecen los hombres. Evangelizar es un
servicio de liberación, es redimir a los cautivos y desatar los lazos que
detienen la ascensión del hombre. Y en esto sí que podemos y debemos ayudar
todos los creyentes.
Esta
fórmula "Jesús es Señor" constituye el núcleo más originario del
símbolo de la fe cristiana. En esta fórmula se confiesa que Jesús, el hijo de
María, que padeció bajo Poncio Pilato, es el Señor resucitado. Se trata de una
expresión muy frecuente en los Hechos y en toda la literatura paulina, pero que
sólo aparece aquí en los textos evangélicos.
Todo el
N.T. se interesa más por el significado teológico de la ascensión del Señor que
por su facticidad histórica. Los textos más antiguos relacionan la ascensión
con la muerte y resurrección del Señor; en cambio, los más recientes (entre los
que hay que contar el presente) la relacionan con su entronización "a la
diestra del Padre". En cualquier caso, la ascensión del Señor significa la
culminación de la obra de Jesús y el triunfo sobre el pecado y la muerte.
Jesús, libre de toda necesidad, vive para siempre y es la garantía y la fuerza
de nuestra liberación.
EUCARISTÍA
1982, 25
3. El
texto de hoy cierra algo más que una obra literaria: cierra el tiempo de Jesús
y abre el tiempo del Señor Jesús. Una misma persona en condiciones diferentes.
La condición humana y la condición divina. De esta última habla el autor por
medio de un título (Señor) y de dos imágenes (subir al cielo, sentarse a la
derecha de Dios). Las imágenes son vehículos expositivos, modos de expresión,
símbolos. Al servicio de lo único que el autor quiere decir: Jesús es Dios.
"Subir al cielo" es símbolo espacial; "sentarse a la derecha
de" es símbolo de igualdad.
Ambos son
modos de decir algo de verdad importante y real: Jesús es Dios. A diferencia de
lo que pasaba en el tiempo de Jesús, en el tiempo del Señor Jesús el espacio no
es sólo Israel, ni los destinatarios de la Buena Noticia son sólo los judíos.
Ahora el espacio es el mundo y los destinatarios somos todos.
DABAR
1988, 29
4. El
Evangelio de Marcos enumera unas cuantas señales que acompañan esta misión. Son
unas señales que no causan la fe, sino que la siguen, y son unas señales que
nos pueden sorprender. Tal vez son el lenguaje de un tiempo determinado o la
expresión de un modo de ser cultural. Hay que entenderlas como manifestaciones
del poder y soberanía de Jesús y de la fe.
La fe en
Jesús expulsará los demonios, es decir, el mal del mundo. Hablará en lenguas
nuevas, surgirá un nuevo lenguaje con nuevos valores que fomentará la
fraternidad y comunicación del hombre. El creyente será capaz de expulsar de su
vida el miedo a las cosas más repugnantes y malignas, como son las serpientes,
y males como el "Sida" y otros. No habrá venenos capaces de dañarle,
porque a los que aman a Dios todo les sirve de bien. La Buena Noticia será
especialmente alivio para los pobres y enfermos. Jesús sube al cielo, pero a
sus discípulos les encarga que miren al mundo y al futuro.
MARTÍNEZ
DE VADILLO - DABAR 1988, 29
5. Por
eso el relato del Evangelio termina con dos frases que, al mismo tiempo que
narran una historia, marcan un estilo, una tarea:
-
"El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la
derecha de Dios". - «Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas
partes».
Son dos
mitades de una verdad. Quedarse en una mitad sola, es una verdad a medias; o
sea, una mentira. Y la Iglesia -humana, en camino- siempre sentirá el lastre de
esas dos tentaciones:
- La de
quedarse "mirando al cielo": vivir exclusivamente pendiente de la
otra vida. Un reino de los cielos desconectado de las luchas y de las miserias
de este lado de acá. Un cristianismo desencarnado, espiritualista, refugio y
huida...
- La de
mirar tanto a la tierra, que acabemos perdiendo el punto de referencia que
marca Cristo con su victoria. Un reino de Dios de tejas abajo, sin dimensión
alguna transcendente.
Una pura
lucha por un mundo mejor, sin el aliento de Alguien que nos ama, nos ayuda, nos
orienta y nos espera; sin la profundidad de un amor que nos haga ver a todos
como hermanos, que nos ayude a mantener el corazón a salvo de las embestidas
del odio, que nos mueva a dar la vida por quien haga falta...
Queda
claro. Ni quedarse mirando al cielo, ni olvidarse de mirar al cielo. Toda una
tarea.
J.
GUILLEN. Pág. 74 s.
6. ACI
DIGITAL 2003
16. Sobre
esta precedencia de la fe véase Hech. 2, 41: "Aquellos, pues, que
aceptaron sus palabras, fueron bautizados y se agregaron en aquel día cerca de
tres mil almas".
Aquellos
que aceptaron sus palabras: Porque sin tener fe no podían ser bautizados. Véase
8, 36 ss.; Marc. 16, 16; Col. 2, 12 y notas. "La primera función
ministerial es la de la palabra, que engendra la fe. A la profesión de fe sigue
el Bautismo, en nombre de la Santísima Trinidad, que es el rito de introducción
al reino de Jesucristo" (Card. Gomá).
19. Se
sentó a la diestra de Dios: Jesús, terminada así su misión de Maestro y su
epopeya de víctima redentora, inicia aquí la plenitud de su misión (v. 11 y
nota), esencialmente sacerdotal, intercediendo sin cesar por nosotros ante el
divino Padre, a quien presenta sus llagadas manos, desbordantes de sus méritos
infinitos (S. 109, 1 y 4; Hebr. 5, 6; 7, 25; Rom. 8, 34) hasta que llegue la
hora en que el Padre le cumpla la promesa de ponerle a sus enemigos por escabel
de sus pies (I Cor. 15, 25; Hebr. 1, 13; 10, 13; Ecli. 24, 14).
20. El
final de este Evangelio (vv. 20) falta en muchos códices antiguos. Su inspiración
fue definida en el Concilio Tridentino. Críticamente consta de su autenticidad.