CONTEMPLACIÓN TRINITARIA
COMENTARO
La
Santísima Trinidad es el núcleo esencial de la fe cristiana: confesamos a un
Dios Trino y Uno a la vez. Y toda nuestra vida espiritual gira en torno a la
Trinidad (cuando entramos a la Iglesia; al salir de casa; al concluir o iniciar
la Liturgia; cuando el futbolista sale al campo de fútbol; los sacramentos,
etc.). En ella gozamos con el secreto más guardado por Dios Padre, Hijo y
Espíritu: el amor.
Hay una
sugerente leyenda que nos narra, cómo un peregrino, camino de un santuario
llamó a una casa y preguntó por el dueño del hogar. Uno de los hijos, le
respondió, tranquilo; dígame lo que Ud. desee que, aquí, los tres decidimos.
Aquí, los tres, pensamos de igual manera.
La
Santísima Trinidad es el hogar donde habitan tres personas que, aún siendo
distintas, tienen un mismo fondo; los mismos pensamientos; los mismos ideales.
Una de ellas, Jesús, nos manifestó de una forma radical y nítida a la vez, el
auténtico rostro de Dios: el amor, con pasión y sin medida, por el hombre. Otra
de ellas, el Espíritu, es la permanencia viva, real y operativa de los deseos
de un Dios Padre que se nos sigue revelando, día a día, con toda la cercanía de
la que es capaz. Y que disfruta cuando ve a sus hijos continuar la misión que
Jesús nos encomendó. Dios siempre será un misterio. Se revela y, a la vez,
siempre guarda una carta “indescifrable” bajo su manga. Pero, cuando le
invocamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, sabemos que estamos
llamando a la misma puerta de una misma casa: el cielo.
Dios
siempre será un misterio de amor. Y es que, la Trinidad, nos invita a mirar
hacia lo alto. Y es que, el amor de Dios, es tan infinitamente gigantesco, tan
unitario, tan contemplativo que nos invita a alzar nuestros ojos y descubrir la
grandeza de un Dios que se desparrama en tres personas que –aun siendo
distintas- tienen un común denominador: el amor; el interés por la humanidad; la
comunión entre ellas.
Es un
enigma para disfrutarlo, para quedarnos embelesados cantando la gloria de la
Trinidad. La Trinidad es la gran familia que vive en el corazón de Dios. Ojala
que nosotros, llamándola tantas veces como lo hacemos: ¡EN EL NOMBRE DEL PADRE
Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO!, nos sintiésemos también tocados para vivir como “UNO” en el amor, en la caridad,
en la esperanza, en la fe, en el compromiso y en la fidelidad a la Iglesia.
Nuestro
mejor final, para estas palabras, tienen que ser en este día: ¡GLORIA A LA
TRINIDAD!.
Así profesamos nuestra fe:
Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así celebramos la liturgia: Por
Cristo, a ti Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo. Así vivimos:
empezamos a vivir en el bautismo. Hemos sido bautizados en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Así oramos: en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo
R.P.
Roland Vicente Castro Juarez
ANTIFONA DE ENTRADA
Bendito sea Dios
Padre y el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido
misericordia de nosotros.
ORACION COLECTA
Dios Padre, que, al
enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación, revelaste
a los hombres tu admirable misterio, concédenos, al profesar la fe verdadera,
reconocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar la Unidad en su poder y
grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta,
pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios
creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del
cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún
pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el
fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una
nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con
mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor,
su Dios, hizo con ustedes en Egipto, ante sus ojos?.
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el
Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no
hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que
seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que
el Señor, tu Dios, te da para siempre.».
SALMO
RESPONSORIAL (32 )
Dichoso el pueblo que el Señor se
escogió como heredad.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su
misericordia llena la tierra. R.
La palabra del Señor hizo el
cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él
lo mandó, y surgió. R.
Los ojos del Señor están puestos
en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de
la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él
es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,
14-17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por
el
Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis
recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un
espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).
Ese
Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de
Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Ap 1, 8.
Aleluya. Gloria al Padre, y al
Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once
discípulos se fueron a G alilea, al
monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron,
pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado
pleno poder en el cielo y en la tierra.
Vayan y hagan discípulos de todos
los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y saben que yo estoy con
ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo.».
PLEGARIA
UNIVERSAL
El Espíritu de Dios nos hace llamar a Dios Abba,
Padre; por eso podemos orar con
confianza y filial y decir: R.- Escucha, Señor, nuestra oración:
1.- Para que el Señor siga enviando discípulos
suyos que anuncien el Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Oremos. R.
2.- Para que Dios lleve al mundo
a la plenitud y todos los hombres vivamos en autentica fraternidad y
solidaridad. Oremos. R.
3.- Para que Jesús, nuestro
Salvador y Redentor, nos fascine y
atraiga y nos haga testigos creíbles de su Reino. Oremos. R.
4.- Para que el Espíritu Santo,
que se nos ha dado, sea la fortaleza de los pobres, el consuelo de los
desvalidos, la seguridad de los emigrantes y la vida de los hombres. Oremos. R.
5.- Para que la vida de la
Trinidad resplandezca en el corazón de quienes han consagrado su vida a la
alabanza divina y a la contemplación en el claustro. Oremos. R.
6.- Para que la celebración del Sacramento
del amor nos acerque a la intimidad del Dios uno y trino, que nos habita, y a la comunión con nuestros
hermanos. Oremos. R.
Padre,
tu que nos diste el Espíritu que nos hace hijos tuyos, y en Jesús nos mostraste
el camino que conduce a ti; escucha nuestras oraciones, fortalece nuestra fe y envíanos
a anunciar el Evangelio y a hacer discípulos tuyos. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Por la invocación de tu nombre, santifica, Señor y
Dios nuestro, estos dones de nuestra docilidad y transfórmanos, por ellos, en
ofrenda permanente. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA
DE COMUNION Gal
4, 6.
Como
son hijos, Dios envió a sus corazones el
Espíritu de su Hijo, que clama: “Abba, Padre”.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Señor y Dios nuestro, que la recepción de este sacramento y la profesión de fe en la santa y eterna Trinidad
y en su Unidad indivisible, nos aprovechen para la salvación del alma y del
cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 31: So 3, 14-18 (o bien: Rm 12, 9-16b) Sal: Is 12, 2-6;
Lc 1, 39-56.
Martes 01: Tb 2, 9-14; Sal 111; Mc 12, 13-17.
Miércoles 02: Tb 3, 1-11ª.16-17ª; Sal 24; Mc 12, 18-27.
Jueves 03: Tb 6, 10-11; 7, 1.9-17; Sal 127; Mc 12, 18b-34.
Viernes 04: Tb 11, 5-17; Sal 145; Mc 12, 35-37.
Sábado 05: Tb 12, 1.5-15.20; Sal; Tb 13, 2-8; Mc 12, 38-44.
Domingo 06: Ex 24, 3-8; Sal 115; Hb 9, 11-15; Mc 14,
12-16.22-26.
. COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 28, 16-2
1. Mateo habla aquí por primera y única vez de la
reacción de los discípulos de Jesús ante el hecho de la resurrección. En una
sola escena recoge la experiencia pascual que todos los evangelistas atestiguan
más detalladamente. Por lo tanto, es posible que esta duda de los discípulos o
vacilación ocurriera en un momento anterior (Cfr. Lc 24, 11.37, 41; Jn 20, 25).
Pero, en cualquier caso, lo importante es notar cómo los discípulos no creyeron
fácilmente y no se dejaron llevar por un entusiasmo precipitado que podría disminuir
después la credibilidad de su testimonio.
Mateo
concluye su evangelio con las siguientes palabras del Señor, que, terminada su
obra, envía a sus discípulos a todo el mundo para que "den fruto" (Jn
15, 16). Podemos distinguir tres partes en el discurso de Jesús: a) el titulo
de suprema autoridad en el que funda su mandato de ir a todas las naciones, b)
el encargo o misión que reciben los discípulos de enseñar y bautizar, c) la
promesa de su asistencia en esta tarea que ha de durar hasta el fin de los tiempos.
A partir
de su muerte y resurrección, Jesús ha sido constituido en Señor y ha recibido
el "Nombre-sobre-todo-nombre" (Fil 2, 9-11). Consciente de su
potestad, el Señor envía a sus apóstoles a proclamar el evangelio a todo el
mundo. La resurrección y ascensión del Señor significa la universalización de
su obra. Si él se limitó a las "ovejas de Israel", los que él ahora
envía no deben detenerse ante ninguna frontera.
El que ha
sido bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es de
Dios y a Dios ha de obedecer en todo. Pero la voluntad de Dios no es otra que
ésta: que seamos sus hijos y que vivamos como hermanos, cumpliendo lo que Jesús
nos ha mandado: que nos amemos los unos a los otros.
Mateo
cierra su evangelio abriendo los ojos al fin de los tiempos, cuando el Señor
vuelva. Mientras tanto, hay una promesa consoladora para los que creen en él y
cumplen en la tierra la misión que les ha encomendado: El Señor estará con sus
discípulos hasta el fin del mundo. La confesión pública de la fe (la ortodoxia)
y la práctica manifiesta del amor fraterno (la ortopraxis) son las señales de
esta presencia de Jesús en medio de sus discípulos. Ambas cosas son posibles
por la fuerza del Espíritu que nos ha sido dado y que alienta nuestra marcha hacia
el Padre.
EUCARISTÍA
1976, 36
2. v. 18:
La afirmación emplea la voz pasiva. Recurso típico judío por respeto a Dios. Se
me ha dado=Dios me ha dado. Cielo y tierra, expresión para designar el universo
creado. Toda la frase tiene un acusado colorido bíblico y es desde el trasfondo
bíblico desde el que hay que percibir su sentido. Se me ha dado todo poder
significa que Dios ha dado la razón a Jesús frente a otras razones. El sentido
del término poder no es el de mando, dominio o jurisdicción, sino el de razón y
autoridad o, si se prefiere, el de única referencia autorizada.
A.
BENITO- DABAR 1990, 30
3. PODER/AUTORIDAD:
El término poder puede entenderse en dos sentidos: como potestad (potestas) o
como autoridad (auctoritas). El poder como potestad es algo conferido a una
persona desde fuera de ella y puede no coincidir con unas cualidades o un peso
específico en esa persona. La potestad se ejerce. Como autoridad, en cambio, el
poder arranca de algo en la persona, algo intrínseco a ella, un peso específico
que le hace merecedora de un reconocimiento y una elección por los demás. La
autoridad no se ejerce, se vive. El poder que Dios ha dado a Jesús tiene que
ver con la autoridad y no con la potestad. En la perspectiva de Mateo la
resurrección de Jesús supone el reconocimiento por parte de Dios del valor
universal de Jesús. Consecuencia: cualquier persona puede ser su discípulo.
Antes no; sólo un judío podía serlo. El v. 19 no es una invitación al
proselitismo, sino la formulación de la intencionalidad de Dios. Dios es de y
para todos, y no de o para unos pocos.
A. BENITO
- DABAR 1987, 31
4. JERUSALEN/GALILEA: En Jerusalén, los dirigentes
dan curso entre el viejo pueblo a una mentira duradera. En Galilea, Jesús da
curso a la realidad duradera del nuevo pueblo. El sentido del texto funciona
una vez más en este evangelio por contraste entre Jerusalén y Galilea. Es la
misma disposición que encontrábamos el domingo de Ramos, donde veíamos que
ambas localizaciones tienen significado religioso. Para Mateo, en Jerusalén no
hay nada que hacer: es el ámbito religioso de la mentira (vv. 11-15). Por eso
el autor saca a los once de ese ámbito y los sitúa allí donde Jesús había
comenzado (cf Mt 4. 12); más en concreto aún: en el monte de la gran
programación de Jesús (cf. Mt 5. 1). Los once son el nuevo pueblo, en contraste
con el viejo.
Desde
Pascua, el lector sabe que es Jesús quien tiene razón. El Templo ha quedado
invalidado, con el velo roto de arriba a abajo. La autoridad, pues, ya no la
ejerce el Templo (como pretenden los guías religiosos), sino Jesús: a Él es a
quien Dios ha dado la razón. Este es el poder del que se habla en el v. 18).
DABAR
1981, 33
5. La
plena manifestación de Jesús tiene lugar en Galilea. Allí habían sido
encaminados repetidas veces los discípulos (26,32; 28, 7-10). ¿Por qué en
Galilea? Probablemente para significar que Jerusalén había dejado de ser el
centro del culto y de la religiosidad. Desde ahora el acceso a Dios, el
verdadero templo, no se hallaba circunscrito a un lugar -ni aquí ni en
Jerusalén (Jn 4, 21)- sino a una persona, a la persona de Cristo. La plena
revelación tiene lugar "en el monte que Jesús les había señalado".
Mateo no nos informa de este detalle en su evangelio.
No
sabemos de ningún monte que Jesús les hubiese indicado previamente. El monte (MONTE/REVELACION) es mencionado únicamente por
razón de su simbolismo. El monte es el lugar de la revelación. La revelación de
Dios en el Antiguo Testamento tuvo lugar en el monte Sinaí. La revelación de
Jesús (nuevo Moisés; aspecto de Jesús particularmente querido y destacado por
Mateo) tiene lugar también en el monte: en el de la transfiguración (donde
manifiesta su naturaleza), en el de las bienaventuranzas (donde manifiesta su
enseñanza y sus exigencias morales) y en el de Galilea (donde manifiesta su
autoridad y misión).
La
resurrección de Jesús es un misterio inasequible e increíble desde la lógica
humana. Afortunadamente el temor y la duda -no sólo la alegría- fueron vividos
en la carne misma de los que más cerca estuvieron de Jesús. Es maravillosa la
acotación de Mateo; "al verlo lo adoraron, aunque algunos aún
dudaron".
La
resurrección de Jesús introdujo un cambio radical en la relación de sus
discípulos con él. Durante su vida terrena tenían frente a él la deferencia que
el discípulo debe al Maestro. Ahora aparece la relación del creyente frente a
su Señor. La postración -gesto reservado para el encuentro con los grandes
monarcas divinizados o considerados con categoría divina- de los discípulos,
significa claramente que los discípulos habían descubierto la divinidad en él
(ver He 2, 36). La duda de algunos es explicable, y hasta plausible. Mientras
no llega la convicción profunda de la fe no resulta fácil, resulta imposible,
descubrir en Jesús a Dios. Este detalle de la duda de algunos resulta
particularmente significativo en la pluma de Mateo, que procura siempre que
puede, e incluso a veces forzando los textos, presentar a los discípulos como
modelos perfectos. Tal vez porque, cuando se constata la duda, el modelo
resulta más humano y atrayente. Aunque no es seguro que Mateo lo haya pensado
así.
La
autorrevelación de Jesús se centra en su autoridad y la misión que encomienda a
sus discípulos. Su autoridad es la misma que la del Hijo del hombre. Y, para
formularla, recurre a las mismas palabras de Daniel: "Se le dio imperio,
gloria y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su imperio
es un imperio eterno que nunca pasará, y su reino, un reino que no será
destruido jamás" (Dn 7, 14). El siervo de Yahveh, doliente y humillado es
el Hijo del hombre glorificado. Así se definía la verdadera categoría de Jesús
después de resucitado. Pero, a continuación, la naturaleza de su autoridad. Una
autoridad no impuesta sino aceptada libremente por la inserción en su misterio,
el misterio pascual, mediante la recepción del bautismo y manifestada en el
esfuerzo permanente por asimilar sus enseñanzas y cumplir sus exigencias.
Autoridad ejercida en el ámbito de un discipulado voluntario y comprometido.
Discipulado
adquirido de entre todos los pueblos de la tierra. Si durante su ministerio
terreno había estado limitado por el tiempo y el espacio -particularismo- ahora
caían todas las fronteras. Se inauguraba el universalismo total. De hecho,
cuando Mateo escribe su evangelio, se habían roto ya muchas fronteras.
La
actividad encomendada a sus discípulos se centra en introducir a los hombres en
el misterio de Cristo mediante el bautismo -actividad sacramental- y en la
enseñanza de cuanto el Señor dijo e hizo como norma vinculante del discípulo al
Maestro, del siervo a su Señor.
El
evangelio termina como comenzó. Al principio nos fue anunciado el nombre de
Emmanuel (ASC/EMMANUEL), Dios con nosotros, que
había sido anticipado por el profeta Isaías (Is/01/23). Ahora se nos asegura
que aquella profecía se ha hecho permanente realidad: "estaré con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo". En otras palabras, sigue siendo
Emmanuel, Dios con nosotros.
COMENTARIOS
A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID 1976. Pág. 1101
6. GALILEA/SIMBOLO
Contexto. Los relatos pascuales. En ellos Mateo no busca hacer crónica, sino
formular el significado de Jesús resucitado. Salvo Mt. 28, 11-15, el resto del
capítulo 28 está formulado en términos de anuncio de salvación.
Texto y
sentido. Un marco narrativo (vs. 16-17) introduce y destaca unas palabras de
Jesús (vs. 18-20).
1. Marco
narrativo. Se sitúa en Galilea. Este dato nos remite al comienzo de la
actividad de Jesús (Mt. 4, 12). Mateo hace, pues, coincidir el lugar de
comienzo de la actividad de la Iglesia con el de comienzo de la actividad de
Jesús. Este procedimiento está al servicio de una intencionalidad precisa:
unidad indisociable entre Jesús y su Iglesia. Pero hay todavía más: para Mateo,
Galilea es algo más que un dato geográfico. Galilea funciona en calidad de
símbolo de país desilusionado y sin horizontes, al que Jesús devuelve la
ilusión y la esperanza. Para Mateo, pues, la Iglesia devuelve la ilusión y la
esperanza a una tierra desilusionada y sin horizontes. La Iglesia es el nuevo
pueblo de Dios, que toma el relevo del viejo pueblo judío surgido del monte
Sinaí (cfr. La mención del monte en el v. 16). Los once funcionan en Mateo en
calidad de germen eclesial.
El v. 17
es un esbozo lacónico de toda la experiencia pascual de los discípulos . Estos
tuvieron el gozo de ver a Jesús, pasaron por la indecisión de dudar y
terminaron con la certeza de adorar.
2.
Palabras de Jesús (vs. 18-20). Síntesis lapidaria de lo más esencial del
pensamiento de Jesús acerca de sí mismo, de la Iglesia y del mundo. Su
vocabulario y redacción tiene el timbre peculiar e inconfundible de Mateo. Bajo
la aparente rigidez de un mosaico bizantino, en estas palabras se respira el
gozo profundo de una comunidad que vivía la experiencia de tener al Señor
Jesús, Vida, Luz y Fuerza de Dios.
Las
palabras están estructuradas formando un tríptico: panel central: vs. 19-20a
(en imperativo: mandato de misión); paneles laterales: vs. 18b y 20b (en
indicativo: fundamento y garantía del mandato, respectivamente). Nótese el
énfasis de totalidad, que se manifiesta en la reiteración del adjetivo
"todo".
Versículo
18b. El Padre ha comunicado al Hijo la plenitud de su soberanía sobre el
universo. El parecido de este poder con el poder humano se limite a la sola
fonética de la palabra "poder". El poder de Dios es creativo y
liberador.
Versículos
19-20a. En este mandato no hay ni sombra de los antiguos y modernos ensueños de
dominio y proselitismo políticos.
El Mesías
omnipotente no aspira a hacer de la universal comunidad humana su imperio. Ser
discípulo es entrar en una nueva relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu
de Dios. Esta relación relativiza y está muy por encima de todas las formas
humanas de convivencia, sean éstas fascistas o democráticas. Sólo quien haya
seguido a Mateo paso a paso desde sus comienzos podrá comprender lo que
significa ser discípulo y que el mandato de Jesús no tiene nada de propagandístico.
Versículo
20b. Los discípulos tendrán que llevar a término su misión universal en un
contexto de sufrimiento, crisis y persecución. Cuando, en la historia bíblica,
Dios encomienda a alguien una misión, asegura al hombre comprometido su
asistencia eficaz: No temas, yo estaré contigo. Esta asistencia es garantía de
eficacia y estímulo de audacia humilde.
DABAR
1978, 29
7. Las
primeras palabras de Jesús (v. 18b) son una revelación: "Me ha sido dado
todo poder en el cielo y en la tierra". Con esto declara Jesús que es el
cumplimiento de la profecía de Daniel (/Dn/07/13-14) respecto al Hijo del
hombre (a lo cual había hecho ya referencia Jesús durante el proceso): "En
las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; se dirigió hacia el
anciano y fue conducido a su presencia. Se le dio poder, gloria e imperio, y
todos los pueblos, naciones y lenguas le servían; su poder era un poder eterno,
que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás".
Este
"dominio universal" del Señor resucitado es la raíz de donde brota la
universalidad de la misión. Todo el breve discurso de Jesús está dominado por
la idea de plenitud y universalidad; el adjetivo "todo" aparece
cuatro veces (todo el poder, todas las gentes, todo lo que ha ordenado, todos
los días). La idea de la misión universal estaba también en el Antiguo
Testamento; pero allí en el orden de la espera (la misión universal era una
esperanza reservada para el tiempo mesiánico); aquí en el orden del
cumplimiento (la misión universal es un hecho).
Hacer
discípulos entre todas las gentes no significa necesariamente que todos hayan
de convertirse. Lo que importa es que el pueblo de Dios esté "entre todas
las gentes". CR/DISCIPULO: El fin de la
misión es "hacer discípulos" (19a). La expresión es interesante;
contiene todo el significado que posee en el evangelio "discípulo"
("machetes"). Es quizás la definición más sintética y correcta de la
existencia cristiana: el cristiano es un discípulo. No se trata de ofrecer un
mensaje, sino de establecer una estrecha relación con Cristo; una relación
personal y un seguimiento. Los discípulos de los rabinos no colocaban en el
primer puesto la relación personal con el maestro, sino la doctrina que el
maestro enseñaba. No ocurre así en el evangelio; el discípulo se liga a la
persona del Maestro y se compromete a compartir su proyecto de vida.
Dos son
las condiciones para hacer discípulos: el bautismo y la enseñanza. La segunda
reviste una importancia particular en el evangelio de Mateo. Jesús se define
Maestro en polémica con los malos maestros, tales como los escribas y los
fariseos (5,19; 15,9). Sólo en nuestro pasaje se dice que los discípulos deben,
a su vez, enseñar; pero no son maestros, sino que permanecen como discípulos.
Quizás parezca paradójico: discípulos y maestros simultáneamente. Pero es la
verdad. No enseñan algo propio, sino solamente "todo lo que les ha
mandado". Es una enseñanza con la fidelidad y la dependencia más
absolutas; nace de una escucha.
"Estoy
con vosotros hasta el fin del mundo", tal es la afirmación que cierra el
evangelio de Mateo. Es un final con sorpresa: el Señor resucitado no se ha ido,
sino que ha venido. Y la promesa que incluía el nombre de Jesús
("Emmanuel, Dios con nosotros") queda ahí mantenida.
BRUNO
MAGGIONI - EL RELATO DE MATEO - EDIC. PAULINAS/MADRID 1982. Pág. 302
8.
Palabras finales del evangelio de Mateo. Los discípulos van a "un
monte" de Galilea. En un monte Jesús sufrió la tentación del poder, en un
monte se transfiguró, en un monte proclamó su mensaje. Seguramente que hay que
tener en cuenta todas estas indicaciones del evangelio de Mateo para captar
toda la riqueza del "monte", que, además, es lugar de la presencia de
Dios.
Los
discípulos se prosternan. Se hallan ante una manifestación divina. Jesús, que
había rehusado todo tipo de poder, ha recibido todo el poder de Dios. Y, con
este poder, confía una misión a los discípulos. Los envía a todos los pueblos,
también al de Israel, para "hacer discípulos".
Este
"haced discípulos" se concreta en "bautizar" y
"enseñar".
Bautizar
en el nombre de alguien significa establecer con él una relación personal. Por
el bautismo entramos en relación personal con el Dios de Jesús, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. La enseñanza no es otra que la misma de Jesús. Quizá aquí hay
que recordar la enseñanza fundamental que Jesús hizo "en el monte"
(capítulos 5-7 de este evangelio).
Finalmente
Jesús promete su presencia continuada en sus discípulos hasta el fin del mundo.
Aquel
deseo del pueblo de Israel se ha cumplido. Dios es el Emmanuel,
Dios-con-nosotros. Así, el final del evangelio remite al comienzo, cuando el
ángel comunica a José que al niño "le pondrán Emmanuel".
J. M. GRANÉ
- MISA DOMINICAL 1993, 7
9. ACI
DIGITAL 2003
19. Véase
10, 6 y nota: "Sino id más bien a las ovejas perdidas de la casa de
Israel". Después de Pentecostés S. Pedro abrió la puerta a los gentiles
(Hech. 10) para ser "injertados" en el tronco de Israel (Rom. 11, 11
- 24) y manifestó que ello era a causa de la incredulidad de la Sinagoga (ibid.
30 s.) y así lo confirmó el Concilio de Jerusalén (Hech. 15). Más tarde el
pueblo judío de la Dispersión rechazó también la predicación apostólica y
entonces Pablo les anunció que la salvación pasaba a los gentiles (Hech. 28, 23
ss.) y desde la prisión escribió a los Efesios sobre el Misterio del Cuerpo
Místico (Ef. 1, 22), escondido desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26),
por el cual los gentiles son llamados a él (Ef. 3, 6), no habiendo ya
diferencia alguna entre judío y gentil.