EL GOZO DE AMAR
COMENTARIO
Este evangelio nos habla del gozo de amar: “Les dejo dicho esto para
que compartan mi gozo y así su gozo sea total”. Y pienso: Si hubiera aceptado
en su totalidad estas palabras y las hubiera vivido a plenitud mi vida hubiera
sido más entregada al amor. Si pudiéramos hacer comprender a nuestros hijos que
practicando la caridad fraterna se entra en un gozo que colma nuestro corazón,
que se sentirían mejor armados para la vida. Pero para traspasar ese secreto de la vida feliz al corazón de los
jóvenes es menester que circule por nuestras propias venas.
¿Estamos convencidos de que es posible sentirse lleno de gozo a fuerza
de amar?. Intentemos abrirnos plenamente a esta afirmación de Jesús. “Les digo
dicho esto para que compartan mi gozo”. “mi” gozo. El gozo de Jesús. Como
cuando dice: les doy “mi” paz. Si no llegamos a ello, hasta un gozo muy
especialmente etiquetado como “gozo de Jesús”, chocaremos con el escepticismo a
nuestro alrededor y quizás en nosotros mismos: “¿Es tan seguro que el esfuerzo
por ser buenos nos puede hacer felices?. ¡Resulta tan difícil y a veces tan
decepcionante!”. Esto es verdad cuando nos quedamos en nuestras pequeñas
parcelas de bondad. Jesús nos aparta de esa amabilidad prudente, bien
calculada, no muy comprometida; para llevarnos a una verdadera locura “Ama como
yo” y descubrimos un gozo del que no tenemos la menor idea. Podemos quedarnos mucho tiempo ante ese como
yo sin atrevernos a mirar lo que nos propone: se trata ciertamente de entrar en
la corriente de amor que une a Jesús
con su Padre.“. Como mi Padre me ama y yo amo a mi
padre, les he amado yo. Manténganse en ese amor que les tengo y para
mantenerlos en mi amor cumplan mis mandamientos; también yo he cumplido los
andamientos del Padre y me mantengo en su amor”. Habría que escribir como
mantenerse con letras enormes. Amaríamos como Jesús si no mantuviéramos en su
amor, en el amor mismo de Dios.
Algunos toman ese amor de una forma débil, soñadora como si se trataba
de un cuento de hadas. Pero si creemos que el evangelio es realmente un texto
inspirado y que hay que creer; ¿por qué no creer en esa extraordinaria
invitación de Jesús; “Si quieres, puedes amar como yo”?.. Dios es amor y me
ofrece entrar en ese amor. En su gozo de amar. ¿Es realmente demasiado hermoso
para ser verdadero?. Es hermoso
ciertamente pero hay que medir el cómo.
Cuando Jesús dice: “Ámense como yo les he amado”. Añade una precisión
que da miedo: “No hay amor más grande que dar la vida”. El gozo de amar es
locamente plenificante pero su precio también es loco; resulta fácil
comprender las vacilaciones.
Aquí más que nunca, hay que
pasar por encima de las palabras. Cuenta un sacerdote anciano lo siguiente:
“Acababa de decir yo que vivir el evangelio es practicar la caridad fraterna. Y
un niño preguntó: Y eso ¿dónde pasa?”.
Solamente donde “eso pasa” en el interior de una experiencia del don, es
en donde se realiza la experiencia del
gozo.
R.P. Roland Vicente Castro Juarez
ANTIFONA DE
ENTRADA Is 48, 20.
Anúncienlo con gritos
de júbilo, publíquenlo y proclámenlo hasta el confín de la tierra. Digan. “El
Señor ha rescatado a su pueblo”. Aleluya.
ORACION COLECTA
Dios
todopoderoso, concédenos continuar celebrando con fervor sincero estos días de
alegría en honor del Señor resucitado, para que manifestemos siempre en las
obras lo que repasamos en el recuerdo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 25-26.
34-35. 44-48
Cuando
iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo
de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como
tú.».
Pedro
tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al
que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.».
Todavía
estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que
escuchaban sus palabras.
Al
oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los
creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el
don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro
añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el
Espíritu Santo igual que nosotros?».
Y
mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.
Le
rogaron que se quedara unos días con ellos.
SALMO RESPONSORIAL (97 )
El Señor revela a las naciones su salvación.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su
diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan 4, 7-10
Queridos hermanos, amémonos
unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios.
Quien no ama no ha conocido
a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor
que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que
vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no
en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su
Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO Jn 14, 23.
Aleluya. El que me ama guardara
mi palabra- dice el Señor-, y mi Padre lo amara, y vendremos a él. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,
9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo
he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su
alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes
son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor:
a ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado
a conocer.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y
los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure.
De modo que lo que pida al Padre en mi nombre se lo dé.
Esto les mando: que se amen unos a otros.».
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, alegres por la resurrección de Jesús, oremos junto a toda la
Iglesia diciendo: R. Te rogamos, óyenos.
1.- Para que la Iglesia contribuya a la justicia y liberación evangélica
de los hombres y mujeres de nuestra sociedad. Oremos al Señor. R.
2.- Para que, con actitud de misericordia, el papa y nuestros obispos testifiquen
que Cristo venció el pecado y nos mereció la vida verdadera. Oremos al Señor. R.
3.-Para que el Espíritu Santo se derrame abundantemente con sus dones
en los que han sido incorporados a la Iglesia y los haga testigos del
evangelio. Oremos al Señor. R.
4.- Para que los que sufren pobreza, soledad y marginación experimenten
en la solidaridad de sus hermanos el amor gratuito y abundante de Dios. Oremos al Señor. R.
5.- Para que los misioneros, médicos, maestros y todos los que sirven a
los más necesitados experimenten que
Cristo es su fortaleza y sabiduría. Oremos
al Señor. R.
6.- Para que nuestro amor sea generoso y no pongamos nunca barreras a
sus exigencias, de modo especial en este tiempo de pandemia. Oremos al Señor. R.
Escucha, Señor, nuestras oraciones, enséñanos a amar y a permanecer
unidos a ti, para que un día podamos disfrutar de la gloria que Cristo nos mereció.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Suban hasta ti, Señor, nuestras suplicas con la ofrenda del sacrificio,
para que, purificados por tu bondad, nos preparemos para el sacramento de tu
inmenso amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE
COMUNION Jn 14, 15-16.
Si me aman, guardaran mis
mandamientos, dice el Señor. Y yo le pediré al Padre que les de otro Paráclito,
que este siempre con ustedes. Aleluya.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Dios
todopoderoso y eterno, que en la resurrección de Jesucristo nos has renovado
para la vida eterna, multiplica en nosotros los frutos del Misterio Pascual e infunde en nuestros
corazones la fortaleza del alimento de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 10:
Hch 16, 11-15; Sal 149; Jn 15, 26—16,
4ª.
Martes 11: Hch
16, 22-34; Sal 137; Jn 16, 5-11.
Miércoles 12: Hch
17, 15.22—18, 1; Sal 148; Jn 16, 12-15.
Jueves 13: Hch
18, 1-8; Sal 97; Jn 16, 16-20.
Viernes 14: Hch
1, 15-17.20-26; Sal 112; Jn 15, 9-17.
Sábado 15: Hch
18, 23-28; Sal 46; Jn 16, 23b-28.
Domingo 16: Hch
1, 1-11; Sal 46; Ef 1, 17-23; Mc 16, 15-20.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Jn 15, 9-17
1.- Juan, en las dos lecturas de este último
domingo de Pascua, destaca lo que es el toque definitivo de la vivencia de la
fe: el amor, el ágape. Interesa subrayar y meditar las notas más
características, según Juan, de este amor.
1. El amor cristiano nace y empieza en Dios. Originariamente es cosa de
Dios y no nuestra, la iniciativa es suya. Dios es amor, origen y motor del
amor. El Hijo, Jesús, se origina del Padre en un proceso de Amor, que es el
Espíritu. Este amor en Dios es comunidad, trinidad. Y este amor se va
manifestando en la creación, en la encarnación, en filiación, en la amistad, en
la alegría definitiva del encuentro final. Pero siempre el origen y el término
es Dios.
2. El signo más claro, la encarnación de ese amor, es Jesús. Tanto amó
Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo. Tanto nos amó Jesús que se
entregó a la muerte por nosotros. Jesús es la medida del amor de Dios y el
ejemplo a seguir. Todas las palabras de Jesús, todos los hechos de su vida
tienen este sentido. Jesús es el amor de Dios hecho rostro humano.
3. Este amor que nace en el Padre y pasa por Jesús termina
necesariamente en los hermanos. Esto, para Juan, está bien claro y lo repite
mil veces en su Evangelio y en sus cartas. El amor cristiano es ambivalente,
tiene dos polos: Dios y los hermanos (el hombre). Quien no ama al hermano no
conoce a Dios, no conoce a Jesús, no ha entendido lo que es la fe cristiana.
Sin amor a Dios y a los hermanos no hay fe cristiana. Y un amor que tiene que
concretarse en frutos, en obras.
4. Juan nos indica, también, algunos de los frutos del amor, como son la
amistad, la gracia, la oración, las obras y la alegría. En el ambiente pascual
en que estamos habría que destacar la alegría. "Que mi alegría esté en
vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud" (Jn 15, 13).
Con frecuencia apelamos a ciertas razones para no seguir este camino del
amor. "Si tratamos, decimos, con amor a los demás, si dialogamos con
todos, si nos abrimos sin prejuicios, los demás se aprovecharán y sacarán
ventaja, o serán unos desagradecidos, o nos harán perder inútilmente el
tiempo... Por eso, se sigue razonando, es mucho más práctico una buena
disciplina, una mano dura, una cierta dosis de castigos, una prudente
distancia, un cubrirse las espaldas, etc." (Santos Benetti). Estos
criterios los puede dictar la prudencia humana, pero no el amor cristiano.
DABAR
1979 nº 32
2.-
-"Esto os mando: que os améis". Con estas precisas y preciosas
palabras termina el evangelio de este domingo. Con esas mismas palabras se
despidió Jesús de sus discípulos durante la última cena, momentos antes de
subir a la cruz para resucitar. La solemnidad del momento en que nos dio Jesús
su mandamiento de amarnos, demuestra bien a las claras que es su última
voluntad, la misión que nos encomienda con urgencia y con todas las
prioridades. Por eso insiste una y otra vez, como para que no pase inadvertido
ni sea relegado a segundo plano.
Para
mayor abundamiento, el mismo evangelista, que nos ha transmitido ese
mandamiento de Jesús, hace suya la orden del Maestro y nos insta a que nos
amemos los unos a los otros, ya que el amor es de Dios.
-"Que
os améis unos a otros como yo os he amado". El amor que Jesús nos
encomienda no es una simple corriente de simpatía. No se trata sólo ni
precisamente de mirar a todo el mundo con una sonrisa en la boca o prodigando
buenas palabras a diestro y siniestro.
Tampoco
se trata de la caridad, con minúscula y caricaturesca, a que frecuentemente
reducimos el mandamiento de Jesús. El evangelio no da pie para que evaluemos el
amor en donativos de caridad, en limosnas, en desprendimiento de lo que nos sobra
y vamos a tirar.
El
amor que Jesús nos manda es simplemente el amor. Un amor afectivo y de amistad,
de compañerismo, fraternal. Pero un amor también efectivo y operativo. Es el
amor que arraiga en el corazón y produce sentimientos de aceptación, de respeto
y estima, al tiempo que da frutos de justicia, de solidaridad y de fraternidad
entre todos los hombres. Porque lo que Jesús nos propone es que nos amemos los
unos a los otros como él nos ha amado. ¿Que cómo nos ha amado Jesús?
-"Nadie
tiene mayor amor que el que da la vida". Ese es el límite del amor
cristiano, a él debemos tender y aspirar, no podemos conformarnos con un amor
menor, no seríamos buenos seguidores de Jesús. Jesús ha puesto tan alta la
cota, para que no caigamos en lo que tantas veces caemos, en las ridículas
prácticas de tantas caridades vergonzantes. Jesús pudo poner bien alta la mira,
porque él mismo estaba a punto de hacer lo que nos mandaba hacer.
Al
día siguiente de darnos el mandamiento del amor, moría en la cruz víctima del
amor a los hermanos. Así quedaba patente el modo del amor de Dios, manifestado
en su Hijo. Así quedaba meridianamente claro el modo del amor cristiano.
Y
si el récord del amor cristiano está en dar la vida, parece claro que no será
mucho exigirnos el dar todo lo que vale mucho menos que la vida, como es
nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestra dedicación, nuestras cosas, nuestro
dinero.
-"Si
guardáis mi mandamiento, permaneceréis en mi amor". Somos cristianos,
amamos a Cristo, si y sólo si amamos al prójimo como Dios nos ama en su Hijo
Jesucristo. Ahí podría estar, si la hay, la diferencia entre el amor cristiano
y todas las formas del altruismo, en ese "como Dios nos ama". Esa
medida, única capaz de acreditar nuestra fe, ha sido frecuentemente rebajada
por los seguidores de Jesús. La historia de la Iglesia está salpicada de luces
y sombras en este sentido. Pero hay luces suficientes para que pueda ser tenida
como maestra. Durante toda su larga historia ha estado siempre pendiente de las
necesidades y de los sufrimientos de los hombres: los pobres, las viudas, los
huérfanos, los enfermos, los abandonados, los moribundos, los perseguidos han
sido acogidos en la iglesia. El calendario de los santos es un inmenso listado
de hermosas obras del amor cristiano. Y ese listado aún no se ha cerrado.
Muchas de las miserias del hombre se van resolviendo en la creciente acción
social de los Estados. Pero ninguna política social puede alcanzar todas las
miserias de todos los hombres ni podrá dar respuesta a todos los sufrimientos humanos.
Por eso queda siempre un espacio abierto al amor de los creyentes y a la
solidaridad de todos.
-"Permaneced
en mi amor". Permanecer en el amor a Dios es permanecer en el mandamiento
de Jesús, o sea, en el amor al prójimo. Hoy precisamente la iglesia, haciéndose
eco del mandamiento de Jesús, nos insta a volcar nuestro amor en nuevas
situaciones de sufrimiento y de dolor de los hombres, como es el caso de
ciertos enfermos abandonados, desasistidos y rechazados a causa de su
enfermedad. "Si las comunidades cristianas quieren ser fieles a la persona
y al mensaje de Jesús, han de atender a los enfermos más desasistidos y
necesitados con la misma solicitud con que él lo hizo... Jesús no pasó de largo
ante los enfermos, el sector más desamparado y despreciado en la sociedad de su
tiempo. Se acercó a ellos, se conmovió ante su situación, les dedicó una
atención preferente, buscó el contacto humano con ellos, por encima, de las
normas que lo prohibían, y les libró de la soledad y abandono en que se
encontraban, reintegrándolos a la comunidad".
Así
como Jesús amó a los hombres, a los enfermos y necesitados, así es como debemos
amar. Recordemos su mandamiento. Practiquémoslo.
EUCARISTÍA
1988 nº 23
3.
ACI DIGITAL 2003
9.
No se puede pasar en silencio una declaración tan asombrosa como ésta. Jesús
vino a revelarnos ante todo el amor del Padre, haciéndonos saber que nos amó
hasta entregar por nosotros a su Hijo, Dios como El (3, 16). Y ahora, al
declararnos su propio amor, usa Jesús un término de comparación absolutamente
insuperable, y casi diríamos increíble, si no fuera dicho por El. Sabíamos que
nadie ama más que el que da su vida (v. 13), y que El la dio por nosotros (10,
11), y nos amó hasta el fin (13, 1), y la dio libremente (10, 18), y que el
Padre lo amó especialmente por haberla dado (10, 17); y he aquí que ahora nos
dice que el amor que El nos tiene es como el que el Padre le tiene a El, o sea
que El, el Verbo eterno, nos ama con todo su Ser divino, infinito, sin límites,
cuya esencia es el mismo amor (cf. 6, 57; 10, 14 s.). No podrá el hombre
escuchar jamás una noticia más alta que esta "buena nueva", ni
meditar en nada más santificante; pues, como lo hacía notar el Beato Eymard, lo
que nos hace amar a Dios es el creer en el amor que Él nos tiene. Permaneced en
mi amor significa, pues, una invitación a permanecer en esa privilegiada dicha
del que se siente amado, para enseñarnos a no apoyar nuestra vida espiritual
sobre la base deleznable del amor que pretendemos tenerle a El (véase como
ejemplo 13, 36 - 38), sino sobre la roca eterna de ese amor con que somos
amados por Él. Cf. I Juan 4, 16 y nota.
11. Porque no puede existir para el hombre mayor gozo que el de saberse amado
así. En 16, 24; 17, 13; I Juan 1, 4, etc., vemos que todo el Evangelio es un mensaje
de gozo fundado en el amor.
14. Si hacéis esto que os mando, es decir, si os amáis mutuamente como acaba de
decir en el v. 12 y repite en el v. 17, porque el mandamiento del amor es el
fundamento de todos los demás (Mat. 7, 12; 22, 40; Rom. 13, 10; Col. 3, 14).
15. Notemos esta preciosa revelación: lo que nos transforma de siervos en
amigos, elevándonos de la vía purgativa a la unión del amor, es el conocimiento
del mensaje que Jesús nos ha dejado de parte del Padre. Y El mismo nos agrega
cuán grande es la riqueza de este mensaje, que contiene todos los secretos que
Dios comunicó a su propio Hijo.
16. Hay en estas palabras de Jesús un inefable matiz de ternura. En ellas
descubrimos, no solamente que de El parte la iniciativa de nuestra elección;
descubrimos también que su Corazón nos elige aunque nosotros no lo hubiéramos
elegido a Él. Infinita suavidad de un Maestro que no repara en humillaciones
porque es "manso y humilde de corazón" (Mat. 11, 29). Infinita fuerza
de un amor que no repara en ingratitudes, porque no busca su propia
conveniencia (I Cor. 13, 5). Vuestro fruto permanezca: Es la característica de
los verdaderos discípulos; no el brillo exterior de su apostolado (Mat. 12, 19
y nota: "), pero sí la transformación interior de las almas. De igual modo
a los falsos profetas, dice Jesús, se les conoce por sus frutos (Mat. 7, 16),
que consisten, según S. Agustín, en la adhesión de las gentes a ellos mismos y
no a Jesucristo. Cf. 5, 43; 7, 18; 21, 15; Mat. 26, 56.