ENSÉÑANOS A ORAR
COMENTARIO
Aun los comentaristas más
críticos están de acuerdo con la autenticidad de la petición del discípulo a
Jesús: "Enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Lucas
recoge un modelo de oración con una interpelación inicial y cinco peticiones.
Es importante observar que en las dos primeras se pide para el propio Padre
interpelado.
Tres veces al día
rezaban los judíos. Sin duda, también Jesús así lo hacía, pero este tipo de
concreciones debieron parecerle a Lucas tan poco significantes que
prescindieron de ellas. Su interés no reside en el dónde ni en el cuándo de la
oración, sino en el modo, en su aspecto. "Cuando oren, digan". Ya la
primera palabra marca esa idea: "Padre". Al rezar nos movemos, pues,
en el mundo de la familiaridad y del cariño, no en el desconocimiento y el del
miedo. Empezamos pidiendo no para nosotros, sino para ese Padre a quien
acudimos. Sólo poetas y místicos son capaces de hacer las cosas de esta manera.
Indudablemente nos hallamos muy lejos de la intocable y prepotente imagen de la
divinidad que a menudo nos forjamos. "Santificado sea tu nombre, venga tu
reino". Estas dos peticiones formulan necesidades de Dios.
Son como
peticiones a la recíproca, peticiones al que pide. El Padre nos pide que le
reconozcamos, que aceptemos su presencia. ¿No es acaso maravilloso que el
modelo de oración no comience hablando de nuestra necesidad es, sino de las del
Padre? Las siguientes peticiones formulan necesidades nuestras: pan, perdón y
fortaleza en la dificultad. Me atrevería a sugerir para la primera de ellas un
matiz como de grito de urgencia: ¡Padre, que no nos falte el pan!, plantea la
dificultad de hacer uso de un término inexistente en toda la literatura griega.
¿Se trata de pan del mañana o del pan suficiente? Ambas alternativas son
filológicamente posibles. Un grito que sigue temiendo la misma urgencia. Y tras
el modelo de oración, la invitación a orar, basada en la certeza de ser oídos.
En realidad, es esta certeza la que Jesús quiere inculcar. Invita para ello a
sus oyentes a imaginarse que son amigos de uno que viene a pedirles algo a una
hora inoportuna. Más todavía: les invita a imaginar que un hijo suyo les pide
algo. Y de esta segunda situación saca la conclusión.
"¿Cuánto más
su Padre celestial dará Espíritu Santo a quienes le piden?" Hay que
reconocer que la expresión "Espíritu Santo" es sorprendente. En todo
caso, se corresponde a las cosas buenas que los padres dan a sus hijos. Debería
representar el conjunto de peticiones formuladas en el modelo de oración. Y en
todo caso tiene que ser una realidad nueva que surge en nosotros al contacto
con el Padre.
R.P. Roland
Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 67, 6-7.36.
Dios
vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar juntos en su casa, él mismo
dará fuerza y poder a su pueblo.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, protector de los que en ti esperan y
sin el que nada es fuerte ni santo, multiplica sobre nosotros tu misericordia,
para que, instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de los bienes
pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 18, 20-32.
En aquellos días,
el Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es
grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación
que contra ellas llega a mí; y si no es así, lo sabré». Partieron de allí
aquellos hombres y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía
de Abrahán.
Entonces, Abrahán
se acercó y dijo a Dios: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?.
Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás a la
ciudad por los cincuenta inocentes que hay en ella? ¡Lejos de ti hacer tal
cosa!, matar al inocente juntamente con el culpable, de modo que la suerte del
inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti!. El juez de todo el mundo, ¿no
hará justicia?».
El Señor contestó:
«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la
ciudad en atención a ellos». Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi
Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta
inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: «No la
destruiré si es que encuentro allí cuarenta y cinco». Abrahán insistió: «Quizá
no se encuentren más que cuarenta». Le respondió: «En atención a los cuarenta,
no lo haré». Abrahán siguió: «Que no se enoje mi Señor si sigo hablando. ¿Y si
se encuentran treinta?». Él respondió: «No lo haré si encuentro allí treinta».
Insistió Abrahán: «Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran solo
veinte?». Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré».
Abrahán continuó: «Que no se enoje mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se
encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la
destruiré».
SALMO
RESPONSORIAL (137)
Cuando te
invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy gracias,
Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tocaré para ti, me postraré
hacia tu santuario. R.
Daré gracias a tu
nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste,
aumentaste el valor en mi alma. R.
El Señor es
sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Cuando camino
entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi
enemigo y tu derecha me salva. R.
El Señor
completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones
la obra de tus manos. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Colosenses 2, 12-14 .
Hermanos: Por el
bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo, y han resucitado con él, porque
han creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes
estaban muertos por sus pecados, porque no estaban circuncidados; pero Dios les
dio vida en él, perdonándoles todos los pecados. Borró el documento que nos
condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio,
clavándolo en la cruz.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Rm 8, 15bc.
Aleluya. Ustedes
han recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abbá!,
Padre». Aleluya..
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13.
Una vez, estaba
Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo:
«Cuando oren digan: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos
cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también
nosotros perdonamos a todo el que nos ofende, y no nos dejes caer en la
tentación”». Y les dijo: «Si alguno de ustedes tiene un amigo, y viene durante
la medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos
ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. Y, desde dentro, el otro le
responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos
acostados; no puedo levantarme para dártelos”.
Si el otro insiste
llamando, yo les digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al
menos para que no siga molestando se levantará y le dará cuanto necesite. Por
eso yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les
abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llama se le
abre. ¿Qué padre entre ustedes, cuando su hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará
un escorpión?. Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus
hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan?».
PLEGARIA UNIVERSAL
Con la seguridad de que Dios
es nuestro Padre que siempre nos escucha, digámosle con fe:
R. Escucha, Señor, nuestra oración.
1.- Para que nuestras oraciones fortalezcan la fidelidad
y perseverancia de los pastores de nuestra Iglesia. Oremos. R.
2.- Para que la oración confiada de los cristianos
alcance de Dios la llegada de su reino a cada corazón y a la sociedad. Oremos. R.
3.- Para que nuestros abuelos y adultos mayores gocen de
nuestro cuidado y asistencia. Oremos. R.
4.- Para que el reino de justicia, amor y paz sea una
realidad en el mundo y nuestros gobernantes trabajen con honestidad para
llevarlo adelante. Oremos. R.
5.- Para que el amor que Dios nos ofrece nos permita
afrontar con solidaridad y colaboración los desafíos que presentan nuestros
países. Oremos. R.
6.- Para que, al llamar a Dios «Padre nuestro», su nombre
sea santificado en nuestras vidas. Oremos. R.
Gracias, Padre, porque
siempre nos escuchas y porque nos permites abrirte las puertas de nuestro
corazón. Haz que seamos santos como tú y que un día gocemos de la resurrección
y la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, las ofrendas que te presentamos gracias a tu generosidad, para que estos
santos misterios, donde tu poder actúa eficazmente, santifiquen los días de
nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mt 5, 7-8
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Hemos recibido, Señor, el santo sacramento,
memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo; concédenos que este don, que él
mismo nos entregó con amor inefable, sea provechoso para nuestra salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA;
Lunes 25: Hch 4, 33; 5, 12.27-33; 12, 2; Sal 66; Mt 20, 20-28.
Martes 26: Jr 14, 17-22; Sal 78; Mt 13, 36-43.
Miércoles
27: Jr
15, 10.16-21; Sal 58; Mt 13, 44-46.
Jueves
28: Is 9,
1-3.5-6; Jdt 13, 18-19; Lc 1, 39-47.
Viernes 29: Jn 4, 7-16; Sal 33; Jn 11, 19-27.
Sábado 30: Jr 26, 11-16.24; Sal 68;
Mt 14, 1-12
Domingo 31: Ecl 1, 2; 2, 21-23; Sal 89; Col 3,
1-5.9-11; Lc 12, 13-21.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Lc 11, 1-13
Par: Mt 6,
9-13 Mt 7, 7-11
1.- a) Al narrar esta parábola,
Cristo quiso hacer una catequesis sobre la confianza en la oración (vv. 5-8).
Encontraremos el texto original si presentamos los vv. 5-7 en forma
interrogativa: ¿Quién de vosotros (fórmula a la que va unida automáticamente la
respuesta :¡nadie!) si uno de sus amigos viene a buscarle a medianoche, le
dice...?" Jesús tomaría a su auditorio como testigo. Quién va a pensar que
un amigo no se levanta durante la noche, ya sea en nombre de la hospitalidad
(v. 6), o para que le dejen en paz (v. 8), o incluso para no aparecer como poco
cortés, y todo esto cualquiera que sean las molestias que le provoque el
levantarse a una hora fuera de costumbre en una casa con una sola habitación y
un lecho común (v. 7). ¡Tal actitud sería inimaginable! La conclusión cae por
su peso: ¡si esto es inimaginable en un amigo, a fortiori lo es en el caso de
Dios! No se trata, pues, como a menudo se dice, del amigo importuno, sino más
bien del amigo importunado: el personaje principal no es el que llama a la
puerta y pide pan, sino el que se encuentra en la casa. Los vv. 11-13 prolongan
perfectamente la enseñanza de la parábola: también se toma como testigo al
auditorio al hablar de lo impensable que resultaría tal actitud negativa. Si el
padre de familia no puede negar realmente el pan que le piden sus hijos, Dios
puede todavía menos hacer una cosa. Lucas modifica además uno de los miembros
de la frase y reemplaza los "bienes" dados por Dios a aquellos que se
los piden, por "el Espíritu". El evangelista refleja aquí, sin duda,
la mentalidad de las comunidades primitivas que estaban seguras de vivir en el
final de los tiempos y estaban intranquilas, por consiguiente, al no
beneficiarse de las bendiciones y de la felicidad prometida por los profetas.
b) ORA/PERSEVERANCIA: Lucas, sin embargo, no comprendió perfectamente
la parábola del Señor: ha transformado el primer miembro de tal manera (v. 7),
que la frase "quien de entre vosotros..." no designa ya al amigo que
está en la casa, sino al pedigüeño a quien, más o menos, se despide. Con este
procedimiento, Lucas hace casi como un doble de la parábola del juez inicuo (Lc
18, 1-8). De golpe, la atención pasa desde el amigo importunado al amigo
importuno.
Este necesitará mucha paciencia y perseverancia. Pero que no dude de
que, insistiendo en llamar a la puerta, al final le abrirán.
Los vv. 9-10, que constituyen el comentario primitivo a la parábola,
confirman este punto de vista: "pedid pan, al final os lo darán". El
mendigo es terco. No cesa de llamar mientras es rechazado y consigue siempre
que sus semejantes, por muy perversos que sean, atiendan su petición. A
fortiori, en el caso de Dios, que es bueno, vuestra perseverancia os hará
conseguir lo que pedís.
Lucas defiende, por tanto, un punto de vista optimista de la oración:
esta será oída por poco que se insista en pedir, pero, sobre todo, porque Dios
es bueno. Sin embargo, falta un elemento importante a esta doctrina sobre la
oración: la eficacia de esta no es solamente el fruto de una insistencia terca,
sino que es el resultado de la mediación de Cristo. Bajo este punto de vista,
la doctrina de Jn 16, 23-26, que se inspira con toda seguridad en el pasaje de
Lucas, va mucho más lejos y sitúa justamente en el centro de la oración
cristiana el papel que juega la intercesión única del Señor. Precisamente la
lectura del Antiguo Testamento en este ciclo (Gén 18, 20-33) insiste en esta
intercesión y completa así armoniosamente la enseñanza del Evangelio.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V - MAROVA
MADRID 1969.Pág. 210
2. PATER
Texto. En la perspectiva del camino Lucas prescinde una vez más de
intereses localistas para centrarse en el tema de la oración. La ocasión es la
oración del propio Jesús, una situación ya habitual (véase Lc. 3, 21; 6, 12; 9,
18.29), y el motivo, la petición de sus discípulos, deseosos de tener su propia
plegaria a semejanza de los seguidores del Bautista. Parece evidente que Lucas
quiere ofrecer el modelo de toda oración cristiana. Así lo confirman las
palabras introductorias de Jesús: cuando oréis, decid.
El modelo consta de los siguientes elementos: una invocación (¡Padre!),
dos deseos y tres peticiones. La invocación es típica de Jesús y carece de
paralelos en la tradición del judaísmo precristiano. Expresa intimidad,
cercanía, confianza. Por su sencillez y limpieza contrasta con las recargadas
formulaciones de muchas oraciones judías.
Los dos deseos se refieren al Padre. El primero de ellos, santificado
sea tu nombre, expresa el deseo de un reconocimiento, de que Dios sea conocido
por los hombres en cuanto Padre. El segundo, venga tu reino, expresa en el
fondo lo mismo que el anterior, esta vez bajo la perspectiva activa del Padre
que se revela y se manifiesta. El cristiano aspira y pide al Padre que esta
manifestación sea lo más plena y absoluta posible.
La primera petición, danos cada día nuestro pan del mañana, plantea un
problema en razón de que el texto original emplea un término al parecer
totalmente desconocido tanto en el resto de la literatura griega como en el
lenguaje corriente. La traducción litúrgica ha optado por una interpretación de
perspectiva escatológica, la cual, tal vez, no es la más acorde con las
preocupaciones de Lucas, interesado más bien en los avatares de la existencia
cotidiana. Por eso mismo son preferibles una de las dos siguientes
interpretaciones: danos cada día la ración de pan correspondiente a cada día
(Juan Crisóstomo); danos cada día el pan necesario para la existencia
(Orígenes). El cristiano pide al Padre que socorra sus necesidades diarias de
sustento.
En la segunda petición el cristiano implora el perdón del Padre, ya que
el pecado es una realidad esencialmente humana. A la petición se añade la frase
explicativa porque también nosotros perdonamos. No es una exigencia o una
condición, expresa sencillamente el convencimiento de que no se puede esperar
el perdón del padre si se rehúsa el perdón humano.
En la tercera petición el cristiano ruega al padre que no lo enfrente
con situaciones en las que pueda peligrar su actitud de entrega y de confianza
en El. La tentación de que aquí se habla no es tanto de naturaleza moral cuanto
de actitud en la vida. La tentación en cuanto posibilidad de vivir la vida sin
contar para nada con el Padre.
El modelo de la oración cristiana constituye la primera parte del texto
de hoy. La segunda es una composición de Lucas. Comienza con una parábola
tomada de las costumbres de Palestina. Un viajero que, para evitar el calor del
día, hace el viaje de noche y llega a casa de un amigo suyo, sin avisarle
previamente de su llegada. A esas horas tan intempestivas, el dueño de la casa
descubre que no tiene nada que ofrecerle; su despensa está vacía, las tiendas
cerradas y no habrá pan fresco hasta la mañana siguiente. Pero el deber de
hospitalidad es imperioso. ¿Qué hacer entonces? Acude a casa de un vecino suyo.
Este aduce la imposibilidad de atenderle, puesto que levantarse y descorrer los
cerrojos significaría molestar a todos los miembros de la familia que duermen
en la única habitación de que consta la casa. Pero el otro insiste e insiste
hasta que su insistencia logra el objetivo.
En la composición de Lucas esta parábola no se relaciona con lo
anterior (el modelo de oración cristiana), sino con lo siguiente, y sirve para
ejemplificar la insistencia con la que el cristiano tiene que dirigirse al
Padre pidiéndole espíritu santo, a sabiendas de que esa insistencia logrará su
objetivo. La composición de Lucas en la segunda parte del texto es, pues, la
siguiente: parábola de la petición insistente (vs. 5-8); aplicación de la
parábola al caso cristiano (vs. 9-13). Esta composición nos da el siguiente
desarrollo de pensamiento: así como el hombre, por su insistencia, obtuvo de su
amigo el pan que le pedía, así también el cristiano, por su insistencia,
obtendrá del Padre el espíritu que le pide. El hombre de la parábola necesitaba
pan; el cristiano necesita espíritu santo, en la línea de Ezequiel 36, 26:
"Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de
vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os infundiré
mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que pongáis por obra mis
mandamientos". A este espíritu se refiere Jesús cuando dice: "Pedid y
se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá".
Una vez más encontramos en los vs. 9-13 el lenguaje directo, incisivo,
gráfico, agresivo incluso. Todo ello al servicio de inculcar al cristiano la
enorme necesidad que tiene de estar poseído por el espíritu del Padre.
Comentario.
¡Padre!
Que los hermanos te reconozcamos como Padre nuestro.
Manifiéstate como Tú eres.
Que nadie pasemos hambre.
Perdónanos.
Que no caigamos en la tentación de vivir la vida sin contar contigo.
Y, sobre todo, infunde en nosotros el espíritu que tú tienes.
ALBERTO BENITO - DABAR 1989, 39
3.- Respondiendo a uno de sus discípulos, Jesús nos enseña cómo debemos
dirigirnos al Padre y qué es lo que tenemos que pedirle en nuestras oraciones.
Nosotros rezamos el "Padrenuestro" según la versión de Mateo
(/Mt/06/09-13), que es más originaria. Esta versión de Lucas difiere en algunos
puntos. Omite la tercera y la séptima petición, aunque pueden hallarse de modo
implícito en las peticiones segunda y sexta respectivamente. La invocación
inicial, "Padre", en Mateo aparece adjetivada "Padre nuestro que
estás en los cielos". Ambos evangelistas escriben "danos hoy el pan
de mañana", a diferencia de lo que pedimos nosotros: "el pan nuestro
de cada día dánosle hoy". Ahora bien, "el pan de mañana"
significa tanto como "pan del cielo" o "pan de vida", por
lo que esta petición se refiere también al reino de Dios.
Conviene advertir que Jesús no ora nunca diciendo "Padre
nuestro" sino simplemente "Padre" o "Padre mío". Jesús
no es hijo de Dios como podemos serlo nosotros, sino de un modo peculiarísimo e
incomunicable, porque es el Hijo. En segundo lugar, que Jesús nos enseña a orar
dirigiéndonos al Padre. Por eso la oración de la iglesia, la liturgia, se
dirige habitualmente al Padre, raras veces al Espíritu Santo o al Hijo y nunca
a los santos. Si el Hijo es el que nos congrega en torno a su persona y el
Espíritu la fuerza que anima esa comunión de vida en Jesucristo, el Padre es el
"Tú" de todos nosotros, ante quien comparecemos y a quien tenemos
acceso por Jesucristo. Nuestro Señor.
La parábola quiere mostrar únicamente la eficacia de la oración
dirigida al Padre. No debemos entenderla como si una petición repetida hasta la
saciedad doblegara, por ello mismo, la voluntad de Dios y lo pusiera a nuestra
disposición. Dios sigue siendo Dios por encima de la oración del hombre,
siempre soberanamente libre. pero la insistencia en la oración, la oración
continuada, es una señal de una buena oración, de una fe y de una esperanza que
son don de Dios. Y si Dios nos concede ese modo de orar, también nos dará lo
que le pidamos.
La oración es eficaz por la bondad del Padre, no por nuestra
insistencia o por nuestros méritos. Si ya los hombres, siendo malos como son,
no engañan a sus hijos y les dan lo que les piden, con mayor razón el Padre
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. La conclusión nos desconcierta un
poco, pues a partir del ejemplo cabía esperar que se dijera que también Dios
concede a sus hijos todo lo que éstos le piden y no acabar diciendo que nos
concede el Espíritu Santo. No obstante, el Espíritu es el don por antonomasia y
el principio de todos los dones, porque es prenda de vida eterna, y ¿qué otra
cosa pide el hombre, cuando pide cualquier cosa, que no sea la vida eterna?
Pedimos pan, pero lo que deseamos de verdad no es el pan de cada día sino
"el pan de vida", es decir, la vida en su plenitud. La oración
constante es ya una prueba de que el Padre nos concede el Espíritu Santo y con
él la vida eterna. Porque es el mismo Espíritu, que habita en nuestros
corazones, el que nos anima a decir confiadamente: "Padre nuestro"
(Rm 8, 15).
EUCARISTÍA 1986, 36
4.- La oración acude espontáneamente al corazón del hombre, y las
diferentes religiones la han organizado de forma que pueda tener la mayor
eficacia posible: disciplina y horario, contenido y actitud.
Pues bien: Jesús rompe con ese concepto de la oración. El hecho de que
sea un sentimiento válido del hombre no la justifica sin más delante de Dios
que sabe muy bien qué es lo que necesitamos (v.9) y no espera a que se lo
pidamos para concedérnoslo. El cristiano no ora tan sólo porque sienta
necesidad de hacerlo, sino porque Cristo le ha dicho que lo haga, porque está
en comunión con él y con su Padre. La condición esencial de la oración, es
pues, la obediencia y la fe que permiten estar unido al Padre (v. 6); no es ya
una cuestión de actitudes o de contenido sino de confianza íntima y
desinteresada que no depende, en última instancia, ni de la calle ni de la
habitación, ni de oraciones cortas o largas, ni del individuo ni de la
comunidad, sino tan sólo de la convicción de tener un Padre y de la obediencia
a Cristo que nos dice que le hablemos en su nombre.
"Padre nuestro". Santa Teresa escribe que le bastaban estas
dos palabras para hacer una larga oración... un Dios Padre... un Dios que nos
ama.
"Que estás en los cielos". No es un lugar. Quiere decir que
Dios está por encima de todas las cosas terrenas, más allá de nuestro mundo
visible. El mundo no es una parte de Dios. Dios es un ser completamente
distinto. La proximidad filial al Padre nunca pierde el profundo respeto. A
este Dios santo, que es el totalmente Otro, cuya grandeza no podemos imaginar,
le podemos llamar Padre.
"Santificado sea tu nombre". El nombre se identifica con la
persona. Este Dios inalcanzable se ha dado a conocer. Pedimos que se
manifieste, se dé a conocer cada vez más y cumpla sus promesas. Las dos
peticiones siguientes insisten en la misma idea.
5.- Lucas aborda en este texto una temática tan querida para él como es
la oración. El modelo escogido es ni más ni menos que el propio Jesús, cuyo
estar en oración es una invitación y un estímulo para sus seguidores.
Lucas transmite, además, un modelo de oración, que consta de una
invocación (¡Padre!), dos deseos y tres peticiones.
La invocación para dirigirse a Dios es exclusiva de Jesús dentro del
judaísmo precristiano. Una novedad que introduce al orante en una cercanía e
intimidad con Dios absolutamente insospechadas.
Los dos deseos, mutuamente complementarios, tienen al Padre como
beneficiario de los mismos. Ambos nacen de lo más íntimo del corazón. Los hijos
anhelan ardientemente el reconocimiento de su Padre; que sea conocido, amado y
honrado por todos (santificado sea tu nombre, en formulación típicamente
judía.). Anhelan también que este reconocimiento tenga su expresión en un nuevo
orden del mundo (venga tu reino, formulación también típicamente judía).
Las tres peticiones están formuladas en primera persona del plural y
sus beneficiarios son los propios peticionarios. El empleo del plural apunta a
un ambiente comunitario de oración, en el que al Padre se le pide pan, perdón y
fuerza para no sucumbir en las situaciones en las que pueda peligrar la actitud
de entrega y de confianza en El. Lucas completa el tratamiento del tema con una
exhortación de Jesús basada en la doble analogía de lo que sucede entre amigos
y entre padres e hijos. Los oyentes conocen ambas situaciones y Jesús les
invita a revivirlas y a trasladarlas a sus relaciones con el Padre. Como amigos
no tienen reparo alguno en acudir al amigo, sea la hora que sea; como padres dan
lo mejor a sus hijos.
En la primera analogía entre amigos hay un dato importante en la misma
que suele pasarse por alto y que, sin embargo, es central: el amigo acude a su
amigo en favor de un tercero. Este dato debe ser incorporado a la hora de
trasponer la analogía a las relaciones con el Padre y de interpretar una frase
como "pedid y Dios os dará" (la construcción sintáctica "se os
dará" evita pronunciar, por respeto, el nombre de Dios). La insistencia en
acudir al Padre deberá tener en cuenta el beneficio de los demás.
En la segunda analogía entre padres e hijos habla Jesús de
"espíritu santo" para expresar lo que el Padre da a quienes acuden a
El. La expresión, que en el original griego carece de artículo, remite al modo
de ser de Dios y designa algo así como el talante divino.
Comentario. Interesado como está Lucas en desglosar facetas del caminar
cristiano, no podía menos que abordar explícitamente una que impregna
silenciosamente todos y cada uno de los pasos del caminante cristiano: su
relación con el invisible ser querido. Una relación a la que tanto Lucas como
nosotros designamos con la palabra oración.
Hoy como ayer hay que seguir formulando al Maestro la misma petición:
enséñanos a orar. Porque hoy como ayer no sabemos probablemente hacerlo. Y no porque
desconozcamos el modelo de oración, siempre nuevo y fascinante, sino porque
somos indómitamente interesados en nuestra oración.
Se impone un cambio de talante y pedir al Padre que nos conceda
siquiera algo de su espíritu, a fin de ser unas personas nuevas, capaces de
algo más que de estar preocupados de nuestros propios problemas. Cuando el
espíritu del Padre entra en una persona, deja de ser problema en ella lo que
hasta entonces era un mundo que se le echaba encima.
A. BENITO - DABAR 1992, 39
6.- Lucas presenta a Jesús, una vez más, orando. Al terminar su
oración, un discípulo le pide que les enseñe a orar. La razón parece ser para
que puedan tener una plegaria que les identifique como grupo, tal como, por lo
que dice el discípulo, tenían los seguidores de Juan Bautista. La respuesta de
Jesús: "Cuando oréis, decid", o bien, "Siempre que oréis",
hace pensar que Lucas presenta el "Padrenuestro" como el modelo de
toda plegaria del cristiano.
"¡Padre!" Esta manera tan sencilla de dirigirse a Dios contrasta
con el barroquismo de títulos que se dan a Dios al inicio de muchas plegarias
judías. Detrás de la palabra griega hay, con toda seguridad, el arameo
"abba", que nos han conservado Marcos y Pablo. Tratar a Dios como
Padre implica una proximidad cordial y una conciencia de filiación, que
comporta la conciencia de fraternidad. De hecho, las tres peticiones de la
segunda parte son en primera personal del plural: el contexto comunitario,
pues, es evidente.
Siguen después dos deseos: "santificado sea tu nombre",
"venga tu reino". En el primero, resuena la profecía de Ezequiel,
según la cual Dios mismo mostrará la santidad de su nombre a todas las naciones
cuando establezca la nueva alianza con su pueblo, cuando les dé un corazón
nuevo y un espíritu nuevo. La consecuencia es que el pueblo también tiene que
ser santo. El segundo deseo hace referencia a las ganas de que cada día más
nuestro mundo y la humanidad sean lo que Dios quiere que sean.
La primera petición es sobre las necesidades cotidianas de subsistencia;
pero la referencia al pan también hace pensar en la eucaristía como alimento
necesario para la vida del cristiano. La segunda, sobre la necesidad del
perdón, va acompañada de una explicación: la comunidad cristiana también
perdona. La tercera muestra la conciencia de fragilidad: es posible perder la
actitud de confianza total hacia el Padre.
Jesús continúa con una parábola, que sólo encontramos en Lucas, y que
subraya sobre todo la insistencia en cómo hay que orar, un tema que Lucas
repite en la parábola del juez inicuo (Lc 18,1-8). Algunos opinan que el
personaje central de la parábola originalmente era el amigo que se levanta a
dar los panes, y se refiere a la manera de ser de Dios: es inconcebible que
Dios no atienda a las necesidades del que ora. Pero, tal como la narra Lucas,
el personaje central es el amigo que va a pedir y se refiere a la súplica
insistente. Todavía continúa Jesús con una especie de máximas de sabiduría
popular que insisten en la perseverancia en la oración: Dios no puede dejar de
escuchar. Dios es muchísimo más bueno que los padres buenos de la tierra. Por
eso, no sólo da "cosas buenas" a los que se las piden: les da lo
mejor, ¡les da el mismo Espíritu Santo!
J. M. GRANE - MISA DOMINICAL 1992, 10
PROPUESTA DE
CANTOSO DOMINGO XVII CICLO C
01.- PUEBLO SANTO Y
ELEGIDO (J. Pedro Martins)
1. Caminamos hacia ti,
oh ciudad de nuestro Dios,
construyendo en este mundo
la verdad y el amor.
PUEBLO SANTO Y ELEGIDO
CONGREGADO EN EL AMOR,
VAS BUSCANDO, PEREGRINO,
LA CIUDAD DE NUESTRO DIOS.
2. Avanzamos, peregrinos,
con Jesús, nuestra esperanza.
Él nos salva, Él nos guía,
con la luz de su palabra.
3. Quien tiene hambre de justicia,
quien anhela la verdad,
en la mesa del Señor
su Palabra encontrará.
4. Reunidos en la Iglesia
proclamamos su verdad:
Jesucristo es el que salva
dando al mundo su amistad.
5. Los caminos de este mundo
son caminos sin final:
sólo Cristo es el sendero
que conduce a la verdad.
6. Cuando llegue el momento
de nuestra hora final,
Jesucristo, nuestro hermano,
nos dará su eternidad.
02.- COMO EL CIERVO
AL AGUA VA (Alejandro Mejía)
Como el ciervo al agua va,
vamos hacia ti, Señor,
pues de Ti tenemos sed,
fuente del eterno amor.
CAMINAMOS HACIA TI
CON ALEGRES CÁNTICOS:
HOY VENIMOS A TU ALTAR
PARA AMARTE MÁS, SEÑOR.
Quien escucha mi gemir dice:
«¿Dónde está tu Dios?»;
el Señor se encuentra aquí
en la voz de júbilo.
Ya mi llanto ha de cesar,
el Señor es Salvador;
cuando tenga que sufrir,
en Ti pensaré, Señor.
Gloria al Padre eterno,
gloria al Hijo Redentor,
gloria al Espíritu
que nos une en el amor.
03.- TE PRESENTAMOS
EL VINO Y EL PAN
TE PRESENTAMOS EL VINO Y EL PAN
BENDITO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR
TE PRESENTAMOS EL VINO Y EL PAN
BENDITO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR
Bendito seas, Señor
Por este pan que nos diste
Fruto de la tierra y del trabajo
de los hombres.
Bendito seas, Señor
El vino tú nos lo diste
Fruto de la tierra y del trabajo
de los hombres.
04.- ESTE ES EL
MOMENTO
Este es el momento de alegrar la mesa
con el vino y con el pan
que consagraremos y que ofreceremos
y que hemos de comulgar.
Este es el momento de llegar confiados
a la Mesa del Altar,
porque tu Palabra vivificadora
nos acaba de llamar.
PADRE DE JESÚS BENDICE
LO QUE TE OFRECEMOS HOY
Y QUE AL PREPARAR TU MESA
SE RENUEVE EL GOZO
DE SABER TU AMOR. / (2)
Pan de nuestras vidas,
pan de nuestras manos,
pan de nuestra juventud,
pan que te entregamos,
juntos como hermanos,
en señal de gratitud.
Vino de la tierra,
buena y generosa,
vino te ofrecemos hoy,
lleva nuestras luchas,
lleva nuestras penas,
lleva nuestra sed de amor.
05.- ENSÉÑANOS A
ORAR (Kairoi)
SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR,
A HABLAR CON NUESTRO PADRE DIOS.
SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR,
A ABRIR LAS MANOS ANTE TI.
Orar con limpio corazón,
que sólo cante para Ti,
con la mirada puesta en Ti,
dejando que hables, Señor.
Orar buscando la verdad.
Cerrar los ojos para ver.
Dejarnos seducir, Señor,
andar por tus huellas de paz.
Orar hablándote de Ti,
de tu silencio y de tu voz,
de tu presencia que es calor,
dejarnos descubrir por Ti.
Orar también en sequedad,
las manos en tu hombro, Señor,
mirarte con sinceridad:
aquí nos tienes, háblanos.
06.- JESÚS, ¿QUIÉN
ERES TÚ?.
Jesús,
¿quién eres tú?, tan pobre al nacer que mueres en cruz.
Tú
das, paz al ladrón, inquietas al fiel, prodigas perdón.
Tú,
siendo creador, me quieres a mí, que soy pecador.
Tú,
dueño y señor, me pides a mí, salvar la creación.
Jesús,
ya sé de ti, algo de tu ser, que quieres de mí.
Más
yo quiero saber, que rumbo seguir, que debo de hacer.
Día,
que he de esperar, que senda elegir,
¿Por
qué he de luchar?
Tú,
ayúdame, pues no quiero más, dudar ni temer.
Jesús,
ya sé de ti, algo de tu ser, que quieres de mí.
Más
yo quiero saber, que rumbo seguir, que debo de hacer.
Dí,
que he de esperar, que senda elegir,
¿Porque
he de luchar?
Tú,
ayúdame, pues no quiero más, dudar ni temer.
Cristo
es, sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
Cristo
es, sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
Es
fe al dudar, espera al crecer, amor al vivir;
Es
paz al luchar, bondad al vencer y gozo al servir.
Cristo
es, sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
Cristo,
es sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
Es
fe al dudar, espera al crecer, amor al vivir;
Es
paz al luchar, bondad al vencer y gozo al servir.
Cristo
es trigo molido, uva pisada, ¡ese es Jesús!.
Cristo
es trigo molido, uva pisada, ¡ese es Jesús! (2v).
07.- AL ALZAR MIS
MANOS (Carmelo Erdozáin)
1. Al alzar mis manos en oración
ante Ti Señor siento el corazón
en paz, alegría y amor
ante Ti Señor siento el corazón
en paz, alegría y amor.
Dios es amor, mi amor, mi salvación
Dios es amor, mi amor y mi salvación.
2. Al abrir mis manos en comunión
viene mi Señor, Él es mi manjar
mi pan, mi camino y mi hogar
viene mi Señor, Él es mi manjar
mi pan, mi camino y mi hogar.
Dios es mi pan, mi pan y mi manjar
Dios es mi pan, mi pan, Él es mi manjar.
3. En la noche oscura, en soledad
siento que Él está, Él conmigo está
abriendo la ruta pascual
siento que Él está, Él conmigo está
abriendo la ruta pascual.
Dios es mi paz, mi paz, mi libertad
Dios es mi paz, mi paz y mi libertad.
08.- MADRE DE LOS
POBRES
MADRE DE LOS POBRES,
LOS HUMILDES Y SENCILLOS,
DE LOS TRISTES Y LOS NIÑOS
QUE CONFÍAN SIEMPRE EN DIOS.
Tú, la más
pobre porque nada ambicionaste.
Tú, perseguida vas huyendo de Belén.
Tú, que un pesebre ofreciste al Rey del Cielo,
toda tu riqueza fue tenerlo sólo a Él.
Tú, que en sus
manos sin temor te abandonaste.
Tú, que aceptaste, ser la esclava del Señor,
vas entonando un poema de alegría:
“Canta alma
mía, porque Dios te engrandeció”.
Tú, que has vivido el dolor y la pobreza.
Tú, que has sufrido en la noche sin hogar.
Tú, que eres Madre, de los pobres y olvidados,
eres el consuelo del que reza en su llorar.
09.- DANZA DE MI
PAÍS
1.- Vivo en un país maravilloso, lleno de riqueza y voluntad.
Dios pintó mi alma de blanco y rojo y por nada cambio este lugar.
Mi pueblo es valiente y generoso, pobre, pero rico en dignidad;
y ni el sufrimiento ni el enojo, le han hecho que deje de danzar.
Y ASÍ DANZA, DANZA, DANZA CON
SUS PENAS,
CON SUS ALEGRÍAS CON SU CAMINAR.
DANZA, DANZA, DANZA PORQUE
ESPERA
QUE EL DIOS DE LA VIDA LO
LIBERARÁ.
2.- Si vas a vivir en otras tierras, diles lo que pasa aquí en verdad;
cuéntales que el odio y la miseria no nos han podido doblegar.
Habla de toda la gente buena, que ha dado su vida por la paz,
y que tras su muerte los que quedan se han unido para continuar.
10.- ALELUYA POR
ESA GENTE
Los que tienen y
nunca se olvidan que a otros les falta,
Los que nunca usaron
la fuerza sino la razón.
Los que dan una mano
y ayudan a los que han caído,
Esa gente es feliz
porque vive muy cerca de Dios.
ALELUYA, ALELUYA, POR ESA GENTE QUE VIVE
Y QUE SIENTE, EN SU VIDA EL AMOR. (BIS).
Los que ponen en
todas las cosas amor y justicia,
Los que nunca
sembraron el odio tampoco el dolor,
Los que dan y no
piensan jamás en su recompensa.
Esa gente es feliz;
porque vive muy cerca de dios.
Los que son generosos
y dan de su pan un pedazo,
Los que siempre
trabajan pensando en un mundo mejor,
Los que están
liberados de todas sus ambiciones
Esa gente es feliz
porque vive muy cerca de dios