“¡TEN
PIEDAD!”
COMENTARIO
El fariseo y el publicano saben orar; comienza por “Dios mío”. Se ponen
en presencia de Dios. Es preciso que la presencia de Dios, evocada
intensamente, llene enseguida el espacio en donde vamos a orar: el lugar de
nuestra oración, nuestro pensamiento y nuestro corazón, todos los minutos de
nuestra cita con Dios. Sino, aunque quizás quisiéramos orar, nos habríamos
quedado con nosotros mismos.
Así, pues, esos dos hombres tienen un buen despegue. Entonces ¿por qué
la oración del fariseo se viene abajo, mientras que la del publicano se levanta
victoriosamente hacia Dios? “Les lo aseguro”. Dice Jesús, este bajó a su casa a
bien con Dios, y aquel no”. El fariseo había invocado a Dios, pero lo oculta
enseguida con su enorme YO. Yo hago estoy esto y no soy como éste ni como
aquel. ¿Acaso puede estar Dios ni un segundo con ese hombre lleno de sí mismo?
El publicano impresiona a Dios con su humilde súplica: “¡Ten piedad!”. Algunos
criticaron ese “ten piedad” cuando apareció en la liturgia en lengua vulgar. No
supieron ver hasta qué punto es una oración densa y exacta, en línea muy recta
con lo que Jesús nos reveló. Dios nos mira con misericordia, con una piedad
amorosa, con una comprensión que hace gemir su corazón cuando ve que también el
nuestro gime: “Un corazón quebrantado, Señor, tú no lo desprecias”. (Salmo
penitencial). Esta misericordia de Dios no es general, vaga, sino que ella
espera nuestra llamada y él entonces se apiada.
En esta presencia de Dios que supo mantener dentro de su pequeñez, el
publicano puede introducir un “yo” pero en el último lugar de su plegaria. Y
junto a ella se cuela otra palabra: “pecador”. ¡Ten compasión de mí, pecador!
La oración cristiana es una cita de amor y por tanto un tú y un yo, pero hay
que procurar sobre todo que el TU siga siendo grande e inmenso y que nuestro yo
sea pequeño, modesto, lúcido: “Yo pecador”.
Utilicemos a fondo esta parábola para desarraigar en nosotros la
convicción farisaica tan difícil de arrancar: crecer que basta con hacer cosas
buenas para ser un hombre bueno y agrandar a Dios: “Yo hago esto y aquello”. La
primera cristiana María, era de otra opinión: “Hágase en mí según tu palabra”.
¡Qué cambio tan radical!
En ése el cambio de esta parábola: empieza con un hombre que hace mucho,
que está seguro de sí y que se cree justo: termina con otro hombre seguro de
Dios y que se hace justo porque supo decir: “Ten piedad de mí, Señor”.
R.P. Roland
Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 104, 3-4.
Que se alegren los que buscan al Señor.
Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro.
ORACION COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad y para que
merezcamos conseguir lo que prometes, concédenos amar tus preceptos. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14. 16-18.
El Señor es un Dios justo, que no puede ser
parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no
desoye los gritos del huérfano o de la viuda
cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza
las nubes; los gritos del pobre
atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no desiste hasta que Dios le atiende, y el juez
justo le hace justicia.
SALMO
RESPONSORIAL ( 33)
Si el
afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor
en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo
escuchen y se alegren. R.
El Señor se
enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo
libra de sus angustias. R.
El Señor está
cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus
siervos, no será
castigado quien se acoge a él. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a
Timoteo 4, 6-8. 16-18.
Querido hermano: Yo estoy a punto de
ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido
hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida,
con la que el Señor, juez justo, me premiará
en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su
venida.
La primera vez que me defendí, todos
me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone.
Pero el Señor me ayudó y me dio
fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de
modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo
mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los
siglos de los siglos.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya. En Cristo
estaba Dios reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la
palabra de la reconciliación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían
seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno
era fariseo; el otro, un publicano. El
fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy
gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como
ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que
tengo.".
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar
los ojos al cielo; sólo se golpeaba el
pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten
compasión de este pecador.".
Les digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo
el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido.».
PLEGARIA UNIVERSAL
Reconociendo que somos pecadores,
presentemos con humildad nuestras oraciones a Dios, diciendo: R.-Padre,
óyenos.
1.- Para que en esta Jornada de las Misiones acojamos la invitación del
Papa a ser Iglesia misionera, a ser testigos de Cristo con la propia vida, más
que con las palabras. Oremos. R.
2.- Por nuestras familias: para
que el amor a Dios sea la fuente de unión entre los esposos, los padres e hijos
y los abuelos y nietos. Oremos. R.
3.- Por nuestros gobernantes: para que atiendan solícitamente a los más
pobres y excluidos de la sociedad. Oremos.
R.
4.- Por los pobres, enfermos y migrantes: para que, al tender su mano,
encuentren la nuestra siempre dispuesta a acoger y compartir. Oremos. R.
5.- Por todos los que entregan sus vidas al servicio del evangelio: para
que encuentren en Dios su fuerza y puedan anunciarlo proféticamente. Oremos. R.
6.- Para que el Señor nos conceda el don de la oración del publicano:
humilde, silenciosa y confiada. Oremos.
R.
Oye, Padre, las oraciones de tus
Hijos y ya que te agrada la humildad de corazón, enséñanos el arte de amar y
orar con sencillez y alegría. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, los
dones que ofrecemos a tu majestad, para que redunde en tu mayor gloria cuanto
se cumple con nuestro ministerio. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Ef 5, 2
Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación
de suave olor.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Que tus sacramentos, Señor, efectúen en nosotros lo que expresan, para
que obtengamos en la realidad lo que celebramos ahora sacramentalmente. Por
Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 24: Ef 4. 32—5, 8; Sal 1; Lc 13, 10-17.
Martes 25: Ef 5, 21-33; Sal 127; Lc 13, 18-21
Miércoles 26: Ef 6, 1-9; Sal 144; Lc 13, 22-30.
Jueves 27: Ef 6, 10-20; Sal 143; Lc 13, 31-35.
Viernes 28: Nm 21, 4b-9; Sal 83; Flp 2, 5-12; Jn 3, 11-16.
Sábado 29: Ef 2, 19-22; Sal 18; Lc 6, 12-19.
Domingo 30: Sb 11, 22—12, 2; Sal 144; 2Ts 1, 11-2, 2; Lc 19, 1-10.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Lc 18, 09-14
1.- PARA/FARISEO-PUBLICANO
Desde el primer versículo aparece claro que se
trata de una crítica a una determinada clase de personas: las autosuficientes.
Por la parábola aparece claro quiénes son
éstas en concreto: las personas religiosas dentro del pueblo de Dios. Estas
podían no sentirse incluidas en el grupo de los invitados a orar del domingo
anterior. Ellas ya lo hacen. A ellas dirige hoy Jesús su crítica, que en el
fondo corre paralela a la hecha hace dos domingos a los nueve leprosos judíos
que no se abrieron a la acción de Dios por considerarse merecedores de ella.
Indudablemente, la de Jesús es una crítica
frontal al pueblo de Dios allí donde este pueblo se siente más firme y seguro:
su relación con Dios. Es esta relación la que Jesús cuestiona y lo hace
decantándose por unas personas oficialmente no religiosas, pero que saben
sencillamente abrirse al Dios a quien nunca creen merecer, porque lo han
descubierto y experimentan maravillosamente grande. Este es el Dios de Jesús,
el mismo del Magnificat de María (cf. Lc 1. 48/52, donde aparece el mismo
vocabulario del v.14 de hoy).
DABAR 1980/54
2.- ORA/ACTITUDES.
En primer lugar, una observación de
traducción. Tanto el fariseo como el publicano oran de pie, aunque la
traducción litúrgica no lo diga del publicano. Era ésta la postura que
adoptaban los judíos para dirigirse a Dios. No es, pues, la postura lo que hace
cuestionable la actitud del fariseo. El adjetivo "erguido" de la
traducción litúrgica es inexacto. Por lo que respecta ya al texto, su sentido
es muy claro desde que el propio autor ha explicitado la finalidad de la
parábola. Se trata de una parábola crítica, dirigida a los que son buenos y se
lo creen. Se mueve dentro del terreno de la oración, cuya necesidad veíamos el
domingo pasado. De nuevo un fariseo y un publicano, es decir, un bueno y un
malo en la apreciación social. De nuevo un cambio de papeles en la apreciación
divina. "Hay últimos que son primeros y primeros que son últimos". Otra
cosa sorprendente en la historia que Jesús cuenta es que tanto el fariseo como
el publicano se sirven de los salmos a la hora de hacer su oración. Este hecho
hace más profunda y compleja la crítica.
Comentario. Desde hace varios domingos nos las
tenemos que ver con textos exclusivos de Lucas, es decir, que no existen en los
otros evangelistas. Un denominador común a muchos de ellos es la actuación
positiva de personas social y religiosamente descalificadas (ambos aspectos
estaban estrechamente relacionados). Son los marginados, los etiquetados, los
excluídos. Su presencia es una constante en el tercer evangelio y hay que
atribuirla a un interés y a una intencionalidad propios y exclusivos de Lucas.
Nosotros corremos el riesgo de echar por tierra el alcance de este hecho cuando
consideramos a fariseos y publicanos como personas de un pasado judío. Perdemos
fácilmente de vista que Lucas no escribía sólo mirando hacia atrás sino también
hacia adelante. Fariseo y publicano son también personajes, encarnan tipos de
religiosidad continuamente reeditables. El fariseo encarna al personaje
consciente de su buen comportamiento, que compara y enjuicia en base
precisamente a su cumplimiento. No es tanto un personaje orgulloso cuanto un
personaje que reza y se comporta desde sus derechos. Exige porque cumple. Los
mismos salmos, formas tradicionales de oración, parecen darle la razón: se
sirve de ellos para dirigirse a Dios.
Nada de lo que le dice a Dios es mentira. El
fariseo, en definitiva, es el personaje de los derechos, de la necesidad, de la
rigidez y cortedad de mente. El publicano encarna al personaje consciente de su
mal comportamiento. Por ello mismo ni compara ni enjuicia.
Sencillamente pide perdón sirviéndose también
de los salmos. El publicano es el personaje de las obligaciones, de la
casualidad y la espontaneidad, de la fluidez de mente. No es él el
problemático, como tampoco lo era el hijo menor o pródigo. El problemático y
difícil es el fariseo, el hijo mayor o cumplidor.
El texto de hoy nos descubre unas áreas de la
personalidad religiosa mucho más hondas que las de la simple soberbia o
humildad. Nos asoma el complejo e intrincado mundo de las motivaciones o
subconscientes, aquello que de verdad se esconde tras lo que pensamos o decimos
cuando oramos. La oración es ciertamente necesaria, pero ¡atención a la
oración! Una vez más hay que decir que el problema de la religión es un
problema entre religiosos.
ALBERTO BENITO - DABAR 1986/53
3.- En continuidad con la temática del domingo
pasado, Lucas añade una parábola sobre la oración de un fariseo y de un
recaudador. También en esta ocasión el centro de interés viene señalado al
comienzo: la parábola va dirigida a los que, teniéndose por justos, se sienten
seguros de sí mismos y desprecian a los demás. Suprimiendo toda referencia
personal concreta, Lucas abre expresamente el texto a todas las épocas y a
todas las personas con conciencia de justas.
-Subir al templo a orar. El templo de
Jerusalén estaba ubicado en un alto. Se podía orar a cualquier hora del día en
los diferentes patios de que constaba el templo. Las nueve de la mañana y las
tres de la tarde eran las horas de la oración pública. La postura para orar era
de pie. Así, en efecto, lo hacen los dos personajes de la parábola, aunque la
traducción litúrgica no lo ha recogido adecuadamente. El erguido del que en
ella se habla a propósito del fariseo es exagerado.
La parábola contrapone dos figuras
representativas del judaísmo de la época. El fariseo representa al judío
observante, el recaudador, al judío pecador. La bina no es nueva en el
Evangelio de Lucas (Lc.5,30;15,1-2). En la historia que Jesús cuenta, cada uno
de ellos ora desde su propio bagaje: el fariseo, desde su justicia; el
recaudador, desde su pecado. Lo que cada uno de ellos dice de sí mismo es
verdad. Tal vez por eso lo verdaderamente significativo en la historia sea sólo
el siguiente aspecto: el fariseo se compara con los demás; el recaudador ahonda
en sí mismo. La parábola empalma así con el centro de interés señalado al
comienzo del texto.
El comentario de Jesús a la parábola remite
también a ese comienzo, pero invirtiendo las situaciones: tenerse por justo no
siempre coincide con serlo a los ojos de Dios. Comentario. El trazado del
camino cristiano de Lucas aparece una vez más afectando a áreas profundas de la
estructura de la persona, tales como la autocomplacencia en las propias
prestaciones, los derechos adquiridos en razón de las mismas y la tendencia a
verse y entenderse uno a sí mismo en comparación con los demás. La parábola y
el posterior comentario de Jesús los entiende Lucas como una invitación a
revisar esas áreas, a las que tampoco escapa la personalidad religiosa, por más
que ésta se revista a menudo de simpatía y de humildad. Vemos una vez más que
la dificultad verdadera del camino cristiano consiste en cuestionar las
estructuras mismas de la persona y sus bases de comportamiento. Por eso se
explica que el cristiano sea una persona diferente.
En la conciencia cristiana existe una imagen
distorsionada de los fariseos; de ellos conocemos poco y mal. Olvidamos, por
ejemplo, que el texto de hoy no sirve para formarse una imagen del fariseísmo,
porque se trata de una parábola, es decir, de un texto de choque y de trazos
intencionadamente exagerados y caricaturescos. La parábola, sin embargo,
presupone en sí misma mucha valentía al no proponer como modelo de oración a
personas socialmente aceptadas por su piedad y sí, en cambio, hacerlo con
personas tildadas de pecadoras. De paso que Lucas concede preeminencia una vez
más a los socialmente marginados, consigue relativizar el valor de las
apariencias.
A. BENITO - DABAR 1989/52
4.- Jesús dirige esta parábola contra los
fariseos, unos personajes que se tenían por justos y despreciaban a los demás.
En ella nos muestra la diferencia que hay entre la verdadera y la falsa piedad.
El fariseo y el recaudador de impuestos, o
publicano, eran dos tipos bien conocidos en aquella sociedad y radicalmente
opuestos: el primero representaba la piedad oficial, y lo tenían por bueno; el
segundo era un "pecador público", y pertenecía al grupo de la
"mala gente".
Los judíos oraban siempre de pie, también el
publicano rezaría de pie, y no sólo el fariseo. Por tanto, esa postura corporal
no es indicio alguno de la actitud espiritual del fariseo.
El fariseo comienza, según costumbre judía,
dando gracias a Dios. Pero no le da gracias por lo que Dios hace, por las
maravillas de Dios (como hizo, por ejemplo, María en el Magnificat), sino por
lo que él mismo hace.
Nada de lo que dice el fariseo en su oración
es mentira: los fariseos eran fieles cumplidores de la ley; más aún, muchos
fariseos, como éste de la parábola, hacían obras de supererogación que no
estaban mandadas, como ayunar dos veces por semana y pagar diezmos de todo
cuanto tenían. Pero el fariseo se presenta delante de Dios como un
autosuficiente, y esa es la mentira de su vida y de su oración. Por eso, no da
gracias ni suplica en verdad, sino que pasa factura y exige. Además, desprecia
a los otros que no son como él. En cambio, el publicano sólo tiene ante sus
ojos los propios pecados, no se compara con nadie y no cuida de denunciar los
defectos ajenos. Pide perdón a Dios, y en eso muestra que es sincero y humilde.
Y Dios, que resiste la mentira de los
orgullosos y enaltece a los humildes, despide al fariseo sin favor y dispensa
el perdón al publicano.
EUCARISTÍA 1989/49
5.- Se han dado muchas interpretaciones
diferentes a la parábola del fariseo y del publicano; y, para no ser totalmente
falsas, no van necesariamente hasta el fondo de las cosas. En primer lugar, se
ha encontrado una nota escatológica sobre todo en razón del último versículo
(v. 14b). El juicio último pondría de manifiesto la elevación de los humildes y
la humillación de los orgullosos. Sin embargo, este versículo es puesto con
tanta frecuencia en labios de Cristo (Lc 14, 11; Mt 23, 12) que cabe
considerarlo como una especie de estribillo que viene a rimar regularmente las
principales enseñanzas del Señor.
Se ha querido ver igualmente en esta perícopa
una lección sobre la oración, que debe ser humilde y no apoyarse en los méritos
personales, sino sobre la iniciativa de Dios. Lucas habría relacionado así dos
perícopas sobre la oración (18, 1-8 y 18, 9-14), con el fin de organizar un
pequeño tratado eucológico. No es imposible que Lucas haya "releído"
estos textos en este sentido, pero no se comprende entonces que haya subrayado,
en el v. 9, el cambio de público como para diferenciar mejor los dos episodios.
De hecho, la parábola es primero y ante todo
una lección: un pecador penitente es más agradable a Dios que un orgulloso que
se cree justo (Lc 16, 15). Puede descubrirse, más allá de los dos personajes de
la parábola, la oposición entre dos tipos de justicia: la del hombre que se
concede a sí mismo un "satisfecit" personal cuando cree haber
cumplido perfectamente sus obras, y la que Dios otorga al pecador que se
convierte. El tema paulino de la justificación por la fe se encuentra ya
esbozado en este relato (Rom 1-9 y Ef 2, 8-10). La oración que Cristo pone en
labios del fariseo es un modelo que se vuelve a encontrar a veces en términos
equivalentes en los documentos rabínicos contemporáneos: el orante no formula
ninguna petición (¡lo que sería indigno!), sino solo palabras de gratitud por
la certeza que tiene de encontrarse en el camino de la felicidad eterna. Al
escuchar esta oración, los oyentes debían reconocer: ¿qué se puede criticar en
este texto? La oración del publicano se inspira en el Sal 50/51. Refleja una
profunda desesperación que los oyentes de Cristo debían comprender perfectamente,
porque, para ellos, la postración del publicano no tenía solución. ¿Cómo podría
realmente obtener su perdón sin cambiar de oficio y sin reembolsar a todas las
personas expoliadas por su actuación? Su caso es realmente desesperado; la
justicia se le niega definitivamente.
Pues bien: la conclusión de Jesús se pronuncia
contra la opinión de su auditorio: Dios es el Dios de los desesperados y el
hombre que recibe la justicia es precisamente quien no tiene ningún derecho a
ella (v. 14), puesto que ni siquiera ha reparado su falta.
Contraponiendo el "justo", que cree
poder justificarse por sí mismo, a quien no puede obtener su justificación sino
mediante el abandono en Dios (cf. Lc 16, 15; 14, 15-24; Mt 9,10-13), esta
parábola prepara la teología paulina de la justificación que Dios concede a
quienes no pueden justificarse a sí mismos (Rom 3, 23-25; 4, 4-8; 5, 9-21).
Esta justificación se obtiene por medio de la cruz de Cristo (Rom 5, 19; 3,
24-25; Gál 2, 21) y el bautismo es su instrumento (Tit 3, 5-7; Rom 6, 1-14; Ef
4, 22-24).
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA
CRISTIANA VII - MAROVA MADRID 1969.Pág. 210
6.- Esta parábola concluye la parte del viaje
de Jesús a Jerusalén, propia de Lucas. A partir de aquí sigue la común
narración sinóptica.
Aunque sea dicho de una manera indirecta,
queda claro que la parábola se dirige a los fariseos, sobre todo si tenemos en
cuenta que uno de los dos personajes es fariseo. Ahora bien, precisamente
porque se habla de actitudes ("a algunos que, teniéndose por justos, se
sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás") y no de
categoría social o religiosa, la parábola se dirige de hecho a todos los que
tienen estas mismas actitudes, tanto si son fariseos como si son discípulos de
Jesús. La figura de los dos personajes, representativos de la época, ya da pie
a la oposición que desarrolla la narración.
El fariseo se coloca en una postura típica de
oración: de pie, y, por referencia a lo que se dice del publicano, se coloca en
un lugar destacado del atrio de Israel. Su plegaria es de acción de gracias.
Pero no da gracias a Dios por los favores recibidos, sino por lo que él hace:
cumple el Decálogo, contrariamente a lo que hace la mayoría, no es como el
publicano que tiene a su espalda, y cumple las prescripciones del ayuno y de la
donación del diezmo. El publicano se muestra avergonzado por su actuación, su
gesto es de arrepentimiento y su plegaria, que es de súplica, recuerda el Salmo
50.
El fariseo ha subido al templo a dar gracias
por el hecho de ser "justo", es decir, porque cumple estrictamente y
con creces la Ley de Dios. El publicano ha subido para suplicar el perdón por
su pecado. Al volver a casa, el publicano ha sido "justificado" por
Dios, no así el fariseo.
La moraleja final amplía el horizonte de la
advertencia: el discípulo debe tener presente que es Dios quien justifica y
quien pone a cada uno en el lugar que realmente le corresponde.
JOSEP M. GRANÉ - MISA DOMINICAL 1992/13
PROPUESTA DE CANTOS DOMINGO XXX T.O. CICLO C
Oracion del publicano y el fariseo
01.- UNIDOS EN LA FIESTA (Joaquín
Madurga) (Entrada)
UNIDOS EN LA FIESTA,
LA ALEGRÍA SE HACE
CANCIÓN.
UNIDOS EN LA FE,
LA ALEGRÍA SE HACE
ORACIÓN.
Cantaremos al Señor
aleluyas con himnos y
salmos,
porque grande es el
amor
que en nosotros por
siempre mostró.
Cantad, (Cantad)
cantad, (Cantad)
cantad. (Cantad)
Cantaremos la bondad
del Señor que nos
sienta a su mesa,
y nos llama a
comulgar
como hermanos su vino
y su pan.
Nuestras voces
cantarán
el amor de su
misericordia,
porque sabe perdonar
y nos llena de eterna
bondad.
Cantaremos al Señor
aleluyas al son de
instrumentos
y será nuestra
canción
la alabanza que
ensalza su amor.
02.- PUEBLO QUE AVANZAS BUSCANDO
(Entrada)
1. Pueblo que avanzas
buscando
la tierra de
salvación. (Bis)
alza tus ojos al
cielo,
en él está tu Señor.
(Bis)
2. La tierra que te
prometo,
mana leche y mana
miel. (Bis)
Procura que la
injusticia
no siembre en ella su
hiel. (Bis)
3. Haz de la sed del
desierto
un manantial de
esperanza. (Bis)
deja maltrecho el
cansancio,
con cada paso que
avanzas. (Bis)
4. Pueblo que tienes
la herencia
de un Dios que
resucitó. (Bis)
rompe los muros del
miedo,
y alcanza la
salvación. (Bis)
5. Si se prolonga la
noche
y acosa la oscuridad.
(Bis)
será la fe de tus
pasos
la luz que te guiará.
(Bis)
03.- EL SEÑOR NOS LLAMA (Entrada)
EL SEÑOR NOS LLAMA Y
NOS REÚNE,
SOMOS SU PUEBLO,
SIGNO DE UNIDAD.
ÉL ESTÁ EN MEDIO DE
NOSOTROS,
SIRVE A LA MESA, NOS
REPARTE EL PAN.
1. Por todos los
caminos nos sales al encuentro,
por todos hemos visto
señales de tu amor.
Tu pueblo se reúne
Señor a bendecirte,
a celebrar con gozo
tu paso salvador.
2. Convocas a tus
fieles, nacidos de las aguas,
a festejar unidos la
nueva creación.
La sala del banquete
se llena de invitados;
estamos reunidos y en
medio está el Señor.
3. Revélanos al Padre
oh Cristo, nuestra fiesta,
aumenta la esperanza
de nuestro caminar.
Tu Espíritu divino
nos dé la fortaleza,
los bienes que
esperamos nos haga pregustar.
04.- ESTE PAN Y VINO (Dones)
ESTE PAN Y VINO SEÑOR SE TRANSFORMARÁN
EN TU CUERPO Y SANGRE SEÑOR
EN NUESTRO MANJAR.
Gracias al sol y al labrador
en el altar florecen hoy
las espigas, los racimos,
que presentamos a Dios.
Lo que sembré con mi dolor,
lo que pedí en mi oración,
hoy son fruto, son ofrendas
que presentamos a Dios.
05.- JUNTO AL VINO Y AL PAN (Dones)
JUNTO AL VINO Y AL
PAN,
YO TE TRAIGO MI VOZ,
VIDA EN UNA CANCIÓN,
PARA TI SERÁN.
TRAIGO RISA Y DOLOR,
TRAIGO EL MUNDO SIN
LUZ,
DE LOS HOMBRES LA
SED,
PARA QUE LA CALMES
TÚ.
El agua de la risa de
los niños,
el viento de las
madres al cantar.
Hoy para Ti serán, Oh
Señor.
El fuego de la fuerza
de los hombres,
la tierra de su débil
corazón.
Hoy para Ti serán, Oh
Señor.
06.- ACERQUEMONOS TODOS AL ALTAR (Comunión)
Acerquémonos todos al
altar
que es la mesa
fraterna del amor,
pues siempre que
comemos de este pan
recordamos la pascua
del Señor. (bis)
Los hebreos en medio
del desierto comieron el maná
nosotros peregrinos
de la vida comemos de este pan,
los primeros
cristianos ofrecieron su cuerpo como trigo
nosotros acosados por
la muerte bebemos este vino.
Como Cristo hecho pan
de cada día, se ofrece en el altar
nosotros entregados
al hermano comemos de este pan,
como el cuerpo de
cristo es uno solo por todos ofrecidos
nosotros olvidando
divisiones bebemos este vino.
Como ciegos en busca
de la aurora dolientes tras la paz
buscamos tierra nueva
y cielos nuevos comiendo de este pan,
acerquémonos todos
los cansados porque él es nuestro alivio
y siempre que el
desierto nos agobie bebamos este vino.
07.- EN SU MESA HAY AMOR
(Comunión)
EL SEÑOR NOS HA REUNIDO JUNTO A ÉL,
EL SEÑOR NOS HA INVITADO A ESTAR CON ÉL.
En su mesa hay amor, la promesa del perdón,
y en el vino y pan, su corazón.
En su mesa hay amor, la promesa del perdón,
y en el vino y pan, su corazón.
Cuando, Señor, tu voz, llega en silencio a mí,
y mis hermanos me hablan de Ti,
sé que a mi lado estás, te sientas junto a mí,
acoges mi vida y mi oración.
08.- HAMBRE DE DIOS (Comunión)
NO PODEMOS CAMINAR
CON HAMBRE BAJO EL SOL.
DANOS SIEMPRE EL MISMO PAN,
TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR. (2V).
Comamos todos de este pan,
el pan de la unidad.
En un cuerpo nos unió el Señor
por medio del amor.
Señor, yo tengo sed de ti,
sediento estoy de Dios,
pero pronto llegaré a ver
el rostro del Señor.
Por el desierto el pueblo va
cantando su dolor;
en la noche brillará tu luz,
nos guía la verdad.
09.- SANTA MARIA DEL AMEN (Salida)
MADRE DE TODOS LOS HOMBRES,
ENSÉÑANOS A DECIR AMÉN.
Cuando la noche se acerca
y se oscurece la fe.
Cuando el dolor nos oprime
y la ilusión ya no brilla.
Cuando aparece la luz
y nos sentimos felices.
Cuando nos llegue la muerte
y Tú nos lleves al cielo.
10.- SANTA MARIA DEL CAMINO (Salida)
Mientras recorres la vida, Tu nunca solo estás,
contigo por el camino, Santa María va.
VEN CON NOSOTROS A CAMINAR,
SANTA MARÍA VEN. (2)
Aunque te digan algunos que nada puede cambiar,
lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad.
Si por el mundo los hombres sin conocerse van,
no niegues nunca tu mano al que contigo está.
Aunque parezcan tus pasos, inútil caminar,
Tú vas haciendo caminos otros los seguirán.
11.- HIMNO AL SENOR DE LOS MILAGROS (Salida)
SEÑOR DE LOS MILAGROS,
A TÍ VENIMOS EN PROCESIÓN
TUS FIELES DEVOTOS,
A IMPLORAR TU BENDICIÓN. (BIS)
Faro que guía, da a nuestras almas
la fe, esperanza, la caridad,
tu amor divino nos ilumine,
nos haga dignos de tu bondad.
Señor de los Milagros,
a Ti venimos en procesión
tus fieles devotos,
a implorar tu bendición. (bis)
Con paso firme de buen cristiano
hagamos grande nuestro Perú,
y unidos todos como una fuerza
te suplicamos nos des tu luz.
12.- NECESITA NUESTRAS MANOS
Jesús no tiene manos, no tiene manos,
tiene solo nuestras manos para construir
tiene solo nuestro solo nuestras manos para compartir.
Necesita nuestras manos para bendecir (2v).
Jesús no tiene pies no tiene pies
tiene solo nuestros pies para caminar
tiene solo nuestros pies tiene solo nuestros pies para
caminar.
Necesita nuestros pies para caminar (2v).
Jesús no tiene labios no tiene labios
tiene solo nuestros labios para proclamar
tiene solo nuestros labios tiene solo nuestros labios
para proclamar
Necesita nuestros labios para proclamar (2v).
Jesús no tiene medios no tiene medios,
tiene solo nuestros medios para evangelizar,
tiene solo nuestros medios, tiene solo nuestros medios
para evangelizar
Necesita nuestros medios, para evangelizar (2v).