DOMINGO IV ADVIENTO
CICLO C – 19 DICIEMBRE
EL GOZO DE CREER
COMENTARIO
María, se pone en camino
“rápidamente”. Es el comienzo de las marchas en San Lucas, el evangelista de
los caminos. Su evangelio está siempre en movimiento, lo mismo que su segundo
libro, los Hechos de los apóstoles. De Nazareth la salvación irá a Jerusalén,
luego tras la resurrección comenzará la conquista del mundo (Hch. 1, 8).
Los testigos dicen Pedro,
son esos hombres “que nos acompañaron mientras vivía con nosotros el Señor
Jesús” (Hch. 1, 21). Y ésta es la primera marcha misionera: María que se pone
en camino rápidamente, vibrando todavía por su anunciación: “¡Hágase en mí
según tu palabra!”. Se apresura a ir a ver la primera maravilla anunciada:
“Isabel, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y la que decían que era
estéril está ya de seis meses”. María lo cree. Todo es inaudito, pero ella cree.
Le invade el gozo, el gozo de creer, el gozo de entrar en los tiempos
mesiánicos y de ser ella la que los abre. “Yo soy la esclava del Señor”. La
visitación irradia el gozo de creer. Isabel multiplica las palabras de gozo:
“La criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído! ¡Que
alegría que me visite la madre de mi Señor!”.
Y María responderá con el Magnificat, su cántico de alegría. Lucas nos
indica cuál es la fuente de ese gozo tan
especial: el Espíritu. El Espíritu vino sobre María, llenó a Isabel, en
Pentecostés llenará a los apóstoles. Y nos llena a nosotros cuando creemos y
proclamamos que Jesús es Señor, es decir el Mesías, el Salvador, pero un Mesías
tal como ningún judío se habría podido imaginar: Dios dándonos a su Hijo.
Nuestra fe y nuestro gozo dependen de la fuerza con que creemos en
esto. Nos perdemos en cosas secundarias, disputamos entre cristianos sobre
cuestión de detalles, en vez de vivir a fondo y de proclamar lo esencial, la
revelación fantástica: el niño que va a nacer de María es el Hijo de Dios. Otro
cántico viene después del Magnificat, el Benedictus: “¡Bendito sea Dios, que ha
visitado a su pueblo! ¡Dios mismo que nos viene a visitar!
Hay muchas cosas que creer: la resurrección de Jesús, su presencia en
la eucaristía, el perdón de nuestros pecados, el triunfo final de la vida sobre
el sufrimiento y la muerte. Pero para todas esas cosas nuestra fe será fácil y
sólida si estamos bien enraizados en lo más difícil: creer que Dios ha venido a
recorrer nuestros caminos: “Hemos visto los pasos de nuestro Dios cruzándose
con los pasos de los hombres”.
Y para que viniera a nosotros necesitaba a María. Nada puede darnos
mayor devoción a la Virgen que verla tan dichosa de creer y ofreciendo ya a su
Hijo para quien explotan los primeros gozos de la fe. Cuando quiere hablar de
María, el concilio tiene estas palabras magníficas: Ella presentó la vida.
R.P. Roland Vicente Castro
Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Is 45, 8.
Cielos, destilen desde lo alto; nubes, derramen
al justo; abrase la tierra y brote al Salvador.
ORACION COLECTA
Derrama Señor, tu gracia en nuestros corazones
para que, quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de
Cristo, tu Hijo, lleguemos por su pasión y su cruz, a la gloria de la
resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Miqueas 5, 1-4a
Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata,
pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel.
Su origen es desde lo antiguo, de tiempo
inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de
sus hermanos retornará a los hijos de Israel.
En pie, pastoreará con la fuerza del Señor,
por el nombre glorioso del Señor, su Dios.
Habitarán tranquilos, porque se mostrará
grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.».
SALMO
RESPONSORIAL (79)
Oh Dios,
restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de
Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu
poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los
ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la
cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano
proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10
Hermanos:
Cuando Cristo entró en el mundo
dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo;
no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está
escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."».
Primero dice: «No quieres ni aceptas
sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen
según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.».
Niega lo primero, para afirmar lo
segundo.
Y conforme a esa voluntad todos
quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para
siempre.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Lc 1, 38.
Aleluya. Aquí está la
esclava del Señor hágase en i según tu palabra. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45
En aquellos
días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá;
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de
María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y
dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu
vientre!.
¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque
lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.».
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, el Señor está cerca, salgamos a su encuentro, proclamemos su
grandeza y pidamos al Padre que nos ayude a esperar su venida con el corazón en
vela. Digamos con fe: Ven, Señor, no tardes más.
1.- Por el Papa Francisco: para
que, en este tiempo de Adviento, reciba la protección de la Madre peregrina. Oremos.
R.
2.- Por la Iglesia y todo el pueblo de Dios: que sus vidas sean una
alabanza al Señor que nos bendice con su cercanía. Oremos. R.
3.- Por los jóvenes: que contemplando
a Jesús que viene, se dispongan a seguirlo y servirlo con alegría en sus
hermanos. Oremos. R.
4.- Por los pueblos que sufren la guerra, el hambre, la migración
forzada o la injusticia: que Jesús que viene les traiga la paz el amor y una
vida digna. Oremos. R.
5.- Por los difuntos: que
contemplen cara a cara a Dios y desde el intercedan por los que aun
peregrinamos en la tierra. Oremos. R.
6.- Por nosotros y por todos los cristianos: que unidos en el nombre del
que viene a salvarnos, vivamos en el amor y seamos testigos de la fidelidad de
Dios a su pueblo. Oremos. R.
Aquí nos tienes, Señor, para hace tu voluntad. Bendice nuestras vidas,
acoge nuestras oraciones y ayúdanos a preparar el camino a tu Hijo que viene a
salvarnos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
El mismo espíritu, que colmo con su poder las
entrañas de santa María, santifique Señor estos dones que hemos colocado sobre
tu altar. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Is 7,
14
Miren: La Virgen esta encinta y dará a luz un hijo, y
le pondrá por nombre Emmanuel.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Dios
todopoderoso después de recibir la prenda de la redención eterna, te pedimos
que crezca en nosotros tanto el fervor para celebrar dignamente el misterio del
nacimiento de tu Hijo, cuanto más se acerca la gran fiesta de la salvación. Por
Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 20: Is 7,
10-14; Sal 23; Lc 1, 26-38.
Martes 21: Ct 2,
8-14; (o bien : Sof 3, 14-18ª) Sal 32; Lc 1, 39-45.
Miércoles 22: 1S 1, 24-28;
Sal: 1Sam 2, 1-8; Lc 1, 46-56.
Jueves 23: Ml 3,
1-4.23-24; Ssl 24; Lc 1, 57-66.
Viernes 24: 2S 7,
1-5.8b-12.14ª.16; Sal 88; Lc 1, 67-79.
Sábado 25: Misa de Medianoche Is 9, 1-3.5-6;
Sal 95; Tt 2, 11-14; Lc 2, 1-14.
Misa de la Aurora: Is 62,
11-12; Sal 96; Tt 3, 4-7; Lc 2, 15-20.
Misa del Dia: Is 52,
7-10; Sal 97; Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
Domingo 26: Eclo 3,
2-6. 12.14; Sal 127; Col 3, 12-21; Lc 2, 41-52.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 1, 39-45
1. M/VISITACION.
Texto:
La expresión inicial "en aquellos días" no es el habitual
encabezamiento litúrgico, sino que pertenece al texto y hace referencia a Lc.
1, 36-37, donde el mensajero celeste ha ofrecido a María la maternidad de
Isabel como señal de garantía de su propia maternidad. La expresión, pues,
enlaza el texto de hoy con ese ofrecimiento. Nótese que María ha aceptado como
suficiente y válida una garantía humanamente inviable. En Lc. 1,7, en efecto,
Lucas ha presentado a Isabel como una mujer estéril y en edad de no poder tener
hijos.
El
texto comienza con María yendo al encuentro de Isabel. El autor tiene prisa por
llegar. Nada es relevante hasta el salto de la criatura en el vientre de Isabel.
Lucas había preparado cuidadosamente este momento desde 1, 15: ya desde el
vientre de su madre estará lleno del Espíritu Santo. La situación es, en
efecto, una eclosión del Espíritu. El salto de la criatura y el grito exultante
de su madre son la expresión de esta eclosión. La razón es evidente: el Señor
está aquí.
María
y los lectores nos enteramos de ello de labios de Isabel. La atmósfera toda es
de alegría y de júbilo. Isabel es toda palabra, en contraste con su
ocultamiento anterior durante cinco meses (Lc. 1, 24) y con la mudez de su
marido (Lc. 1, 22). Isabel es todo buena noticia. Sus últimas palabras son
susceptibles de una doble interpretación, igualmente posible sintácticamente.
La traducción litúrgica ha optado por la interpretación causal: ¡Dichosa tú,
que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Particularmente
me inclino por la interpretación completiva: ¡Dichosa tú, que has creído que se
cumpliría lo que te ha dicho el Señor. Esta interpretación me parece más en
consonancia con el contexto. Lucas, en efecto, ha relacionado expresamente el
texto de hoy con la garantía ofrecida por el mensajero celeste a María. La
respuesta de María fue entonces de aceptación de la garantía ofrecida, a pesar
de la inviabilidad humana de la misma. Lucas resalta ahora, por medio de
Isabel, la aceptación de María: ha sido una aceptación de creyente.
Resumiendo:
Lucas nos da la increíble buena noticia de que Dios es realidad humana y, a la
vez, nos propone con vistas a su aceptación el modelo creyente de María.
Comentario. Se ha dicho muchas veces: creer es hacer posible lo imposible. Hoy,
una vez más, hay que seguir diciéndolo. Creer contra toda desesperanza, cuando
la evidencia invite incluso a no esperar nada.
¿La
evidencia? ¿No habremos confundido esta palabra con pragmatismo interesado?
Demasiado a menudo la evidencia es una simple cuestión de intereses egoístas.
Cuando hay capacidad utópica los límites de la evidencia se hacen menos férreos
y más fluidos e insospechados. ¿Y si la capacidad utópica humana tiene su
fuente en Dios? Isabel felicita a María por este tipo de capacidad utópica. Dos
mujeres, seres sin prestigio ni relevancia en la sociedad de entonces. Lucas
gusta de convertir a los marginados en protagonistas de la aventura creyente.
María, una marginada, es el modelo de creyente que Lucas nos propone imitar.
Gracias a una marginada el Señor es realidad humana. ¡Gracias, María por haber
creído!.
ALBERTO
BENITO - DABAR 1988, 4
2.-
Nota preliminar. La traducción litúrgica del último versículo es como sigue:
dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá.
Esta traducción es correcta con la sintaxis del original. Pero también lo es
esta otra: Dichosa tú que has creído que lo que dice el Señor se cumple. En igualdad
de posibilidades habrá que escoger la que responda mejor a la dinámica del
texto. Y creo que es la segunda. Puede quedar así: Dichosa tú por haber creído
en el cumplimiento de lo que Dios te ha dicho.
Comentario.
-En realidad el texto de hoy no debería separarse del que leíamos el día de la
Inmaculada. Veíamos entonces cómo María aceptaba que para Dios no hay nada
imposible. Y concluíamos con la siguiente pregunta: ¿Podemos siquiera sospechar
lo que Dios puede cuando encuentra un ser humano sencillo y abierto a El? Es
decir, el de hace dos domingos era un texto abierto, pendiente de respuesta.
Esta llega en el texto de hoy, cerrando lo que entonces quedaba abierto. Ambos
forman, pues, una unidad de sentido dentro de una estructura de apertura y cierre.
El
relato comienza de manera rápida, sin detenciones. En un momento el autor nos
traslada de Nazaret a la casa de Zacarías, al sur del país. Lo hacemos
acompañando a María, cuyo bagaje es su incondicional disponibilidad a Dios. He
aquí la esclava del Señor. Ya en la casa el relato se hace saludo entre María e
Isabel. El autor detiene en este punto el relato para decirnos que María es la
Madre de Dios. La forma de hacerlo es absolutamente deliciosa: la criatura que
lleva dentro Isabel salta de alegría. A partir de aquí todo es profusión,
apoteosis, exaltación. Es el homenaje a María por haber aceptado que para Dios
no hay nada imposible. ¡Dichosa tú por haber creído en el cumplimiento de lo
que Dios te ha dicho! ¿Por qué no pensar que este homenaje a María es a su vez
una invitación a nosotros los lectores? Una invitación a a ser seres humanos
sencillos y abiertos a Dios. ¿Quién puede sospechar lo que acontecería si
fuéramos así? De esta manera el texto adquiere nuevas e insospechadas aperturas
de sentido y, con ellas, la posibilidad de que lo imposible siga siendo siempre
realidad. ¡Qué bonita es la existencia cuando Dios es diáfano gracias a un ser
humano permeable a El.
ALBERTO
BENITO - DABAR 1985, 4
3.-
Con excepción de la franja marítima, toda Judea es una región montañosa. Así
que Lucas no facilita información precisa sobre el lugar adonde se dirigió
María. Tampoco nos dice que María no emprendería ese camino con el propósito de
comprobar lo que le había dicho el ángel y, por otra parte, tampoco parece
probable que lo hiciera con el ánimo de atender a su prima en el parto, ya que
el mismo Lucas sugiere que no estaba en casa de Isabel cuando nació su sobrino.
Podemos suponer piadosamente que María sintió la necesidad de comunicar su gozo
y compartir el de su prima.
Seguramente
María se uniría en el camino de alguna caravana, puesto que José no parece que
la acompañara (cf. Mt 1, 18). En todo caso, lo importante en este relato no es
lo que sucedió o pudo suceder, sino lo que en él se anuncia, el mensaje evangélico.
No olvidemos que los evangelistas no están interesados, en principio, en
escribir una biografía, sino en la proclamación del evangelio.
El
saludo de María provoca la respuesta maravillosa de Isabel que, entusiasmada,
prorrumpe en alabanza profética bajo la acción del Espíritu Santo. Isabel ha
reconocido en el hijo de María a "su Señor". Por eso llama a María la
más bendita entre todas las mujeres. Si cualquier hijo es una bendición de Dios
para su madre, mucho más lo será aquel hijo que es bendito delante de Dios y
por quien han sido bendecidos todos los hijos de mujer.
En
lenguaje bíblico se llama "visita" de Dios a su pueblo a la acción
salvadora de Dios, a la intervención de Dios en beneficio de su pueblo. Dios,
que ha visitado a su pueblo por medio de profetas, ahora lo visita
definitivamente por medio de su propio Hijo. La familia del bautista es la
primera que experimenta los efectos salvadores de esta visita: hasta el niño de
Isabel salta de gozo en el vientre de su madre; el que había de ser su
precursor nota ya la presencia del mesías tan deseado. Pero, como dice Juan
evangelista, no todos recibieron con agrado la visita del Señor, el cual
"vino a los suyos y los suyos no lo recibieron" (Jn 1,11; cf Lc 19,
42).
Isabel
llama dichosa a María porque ha creído y no solo porque es la madre del Señor.
Más tarde, Jesús, respondiendo a una mujer que bendice a su madre por haberlo
llevado en sus extrañas, dirá que la verdadera dicha consiste en creer en la
palabra de Dios y en practicarla (Lc 11, 27s). Y en otra ocasión afirmará que
su madre y sus hermanos son todos los que creen en el evangelio que predica (8,
19-21).
EUCARISTÍA
1988, 60
4. M/ARCA-ALIANZA.
Los
capítulos primero y segundo de Lucas tienen un fuerte sabor del AT, aunque no
se cite explícitamente. Lucas combina aquí datos históricos con una profunda
reflexión de la Escritura, actualizando los bíblicos del A.T. en función de una
nueva situación, descubriendo nuevos valores en esta Palabra y actualizando en
función del Señor Jesús lo que en el AT se refería al Señor Dios.
Así
la escena de la visitación, que es la lectura evangélica de hoy, tiene como
telón de fondo el traslado del arca a Jerusalén realizado por David (cf. 2 Sam
6,1-12). Ambos viajes -el del arca y el de María- tienen lugar en el territorio
de Judá y provocan las mismas reacciones: alegría en los lugares por donde pasa
el arca y alegría de Isabel, saltos de alegría de David y de Juan Bautista; el
arca que sube hacia Jerusalén entra en casa de Obededom, permanece tres meses en
ella y la llena de bendiciones, María entra en casa de Zacarías, permanece tres
meses en ella e Isabel se llena del Espíritu Santo. No es el arca del Señor la
que ahora sube hacia Jerusalén, sino "la madre de mi Señor" , la
nueva arca de la alianza que lleva al Señor Jesús. David se considera indigno
de recibir en su casa el arca, y por su parte Isabel exclama "¿Quién soy
yo para que me visite la madre de mi Señor?" (recuérdese que Señor es un
título mesiánico).
Esta
relación profunda de la escena de hoy con la subida del arca hacia Jerusalén y
la propia subida de María hacia la montaña de Judá, nos presentan ya la gran
"subida" de Jesús hacia Jerusalén, uno de los grandes temas del
evangelio lucano.
No
podemos dejar de notar el paralelismo entre las palabras que Isabel dirige a
María y las que se dirigieron a Judit (cf. Jdt 13, 18-19): "Bendita entre
todas las mujeres de la tierra... y bendito el Señor Dios"; Lucas cambia
"el Señor Dios" por "el fruto de tu vientre", estableciendo
así una estrechísima relación entre ambos.
El
encuentro entre las dos madres es, de hecho, el encuentro de Juan Bautista con
Jesús. Juan queda "lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su
madre" como se había anunciado a su padre Zacarías (cfr. Lc 1, 16) y por
boca de su madre inaugura su misión anunciando ya al Mesías.
Finalmente,
Isabel declara feliz a María porque -contrariamente a lo que hizo Zacarías-
ella ha creído que se realizaría lo que la Palabra de Dios dijo: del mismo modo
que la fe de Abraham inició la historia del pueblo de Israel, la fe de María
inicia la etapa definitiva de la historia de la salvación. Y esta bendición
queda situada en la línea de Lc 11,27: "Dichosos los que escuchan la
Palabra de Dios y la guardan". FE/M-ABRAHAN M/ABRAHAN.
JOSEP
ROCA - MISA DOMINICAL 1979, 23
5.-
La profecía se ha convertido en realidad. La anunciada madre del Mesías, la que
lo traería al mundo en Belén, según Miqueas, entra ya en escena: ella con su
hijo en las entrañas. El nacimiento del Mesías en Belén de Efrata nos lo describirá
Lucas en el capítulo siguiente (donde también hará una referencia a la
redención cuando se presente al Niño Jesús en el templo: 2,33-35). El Mesías y
su madre, anunciados en el Antiguo Testamento, ahora son bendecidos en el
Nuevo. (Algunos comentaristas creen ver en la escena de la visitación una
realidad de lo que no sería más que la figura en el A.T.: la entrada del arca
de la Alianza en Jerusalén (2 Sam 6). Pero quizás debamos decir que hay
excesivo simbolismo).
Los
tiempos nuevos han comenzado, la salvación y la paz anunciadas y tan deseadas
están ya al alcance de la mano, De ahí que junto a la alegría y al entusiasmo
se haga mención de la fe, la fe de María, heredera de la fe de Israel que ha
sabido confiar en la promesa de Dios: "¡Dichosa tú, que has creído!".
La fe ha visto el cumplimiento de las profecías, pero esta misma fe cree que va
a darse aún un nuevo y más amplio cumplimiento: "lo que te ha dicho el
Señor se cumplirá".
María,
madre del Mesías, mujer dichosa, junto con la gracia de Cristo que nos trae,
nos da un ejemplo de fe, de alegría, de disponibilidad, de servicio. Ella,
figura del Adviento, prepara el camino al Camino: empieza a preparar el camino
que un día va a hacer Jesús, camino de generosidad y de entrega total, venido
no a ser servido sino a servir.
JM.
VERNET - MISA DOMINICAL 1982, 24
6.-
"¡Dichosa tú, que has creído!": La alabanza hacia María es doble:
como madre del Señor y como creyente. Quedan reunidas aquí las dos bendiciones
que encontramos en Lc 11, 27-28: una en boca de una mujer sobre la maternidad y
la otra de Jesús sobre los que creen. Igualmente se acentúan en toda la escena
los aspectos de gozo y de felicidad como señales del nuevo tiempo mesiánico que
empieza.
JOAN
NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1988, 24
El
relato de la Visitación es presentado por San Lucas siguiendo el mismo
procedimiento midráshico que el Evangelio anterior (Lc 1, 26-38).
a)
La idea evocada en este relato es la del traslado del Arca de la Alianza a
Jerusalén (2 Sam 6, 2-11). En ambos casos, el viaje se realiza por el país de
Judá hacia Jerusalén (v. 39; cf. 2 Sam 6, 2), da lugar a las mismas
manifestaciones de alegría (vv. 42, 44 y 2 Sam 6, 2), e incluso a
"danzas" sagradas (v. 44, en el que el Niño "salta" en el
seno de su Madre: cf. 2 Sam 6, 12). La casa de Zacarías (v. 40) se convierte en
la réplica de la casa de Obed-Edom (e Sam 6, 10) y María es fuente de
bendiciones en ella como el Arca lo había sido antiguamente (v. 41; cf. 2 Sam
6, 11-12). El grito de Isabel al recibir a María (v.43) reproduce casi
textualmente el de David delante del Arca (2 Sam 6, 9). Finalmente, María, lo
mismo que el Arca, permanece tres meses en casa de su huéspedes (v. 56; cf. 2
Sam 6, 11).
Tras
este simbolismo un tanto rebuscado se oculta la idea directriz de San Lucas:
los hechos que rodean el nacimiento de Jesús dan cumplimiento al mismo tiempo a
la profecía de Mal 3 y a la de las setenta semanas de Daniel. Dios ha enviado
ya a su ángel al templo, bajo la figura de Gabriel, cerca de Zacarías (Mal 3, 1
y Lc 1, 5-25); ahora ya no queda más que el mismo Dios haga su aparición en su
Templo (Mal 3, 2). La salida de María hacia la casa de Isabel es ya una etapa
con la que María conduce a su Hijo hasta Judá; la segunda etapa será la subida
propiamente dicha a Jerusalén en Lc 2, 22-38, que se termina con la
presentación oficial del Niño en el Templo.
b)
Si la evocación del Arca de la Alianza es, ante todo, la de la presencia de
Dios en su Templo, no debe olvidarse del todo que el Arca conducía al pueblo al
combate y que su evocación nos sitúa, pues, dentro de un contexto de combate
que se hace más agudo todavía debido a la preocupación de Lucas por presentar a
María bajo los rasgos de la mujer victoriosa de los enemigos. En efecto, el v.
42, en el que Isabel bendice a María y a su Hijo es la réplica de las
aclamaciones dirigidas a Jael (Jue 5, 2-31) después de su victoria sobre el
enemigo, y a Judit (Jdt 13, 17-18; 15, 9-10) después de su victoria sobre
Holofernes. M/COMBATE M/VICTORIA.
Comparada
con el Arca de la Alianza y con las mujeres guerreras del Antiguo Testamento,
María aparece, pues, aquí, como la mujer que asegura a su pueblo la victoria
definitiva sobre el mal e inaugura la era mesiánica en la que el pecado y la
desgracia serán abolidos. María es la verdadera morada de Dios entre los
hombres. Lucas la ha presentado así comparándola con el Arca o con Sión.
Dios
no habita ya, pues, en un templo de piedras, sino en personas vivas. Al igual
que María, cada cristiano es en el mundo signo de la presencia de Dios. Son las
actitudes de su vida y sus compromisos, y no ya piedras sagradas, las que
edifican la habitación divina sobre la tierra. Por profana que sea, la vida de
un cristiano está ya ahora más cargada de presencia divina que un templo
consagrado y que un Arca de la Alianza. La Eucaristía carga nuestras vidas de
esa densidad.
MAERTENS-FRISQUE
- NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I - MAROVA MADRID 1969.Pág. 159
8.-Los
cc.1-2 del tercer evangelio están construidos en forma de díptico: dos figuras
paralelas se entrelazan, la del Bautista y la de Jesús. De ambos se nos anuncia
el nacimiento, se nos narra su nacimiento y circuncisión y se nos presenta su
crecimiento. El fragmento que enlaza las dos anunciaciones con los dos
nacimientos, es precisamente el de la Visitación de María a Isabel. Las dos
madres se encuentran.
Isabel
es símbolo del AT. Como las antiguas matriarcas de Israel se nos dice que es
estéril y anciana. Sin embargo, es capaz de ser fecunda por la acción de Dios.
El Espíritu Santo la llena de su presencia, como había llenado a Israel a lo
largo de su historia, para reconocer la presencia del Señor que llega en María.
María
es símbolo de la nueva Sión que es madre fecunda, que lleva al Señor en su seno
y lo presenta a los que quieran recibirlo. Es la nueva Arca de la Alianza que
contiene al que es la Palabra de Dios a los hombres. Ella se apresura en su
paso y comunica gozo mesiánico allí donde llega.
Aquí
resuena la primera Bienaventuranza de los evangelios: "Dichosa tú, que has
creído". Por la fe de Abrahán dio inicio al pueblo creyente, por la fe de
María inicia su etapa definitiva el pueblo de Dios. La fe de María está en el
origen de la fe de la iglesia. Recordemos que los Padres de la iglesia
afirmaban que María concibió no sólo físicamente a Jesús en su cuerpo, sino
también en su espíritu y en su corazón.
La
Creación y la Vocación de Abrahán contenían, en el AT, sendas bendiciones.
Isabel pronuncia una bendición sobre María y Jesús que marca el final del AT y
el comienzo del NT.
JORDI
LATORRE - MISA DOMINICAL 1991, 17
9. M/VISITADORA
La
Virgen es la primera en ser dignificada por el advenimiento divino; por eso se
convierte para el resto de la humanidad en la "Visitadora". Aun antes
de que Dios aparezca en el mundo en forma visible, lo trae la Virgen a los
hombres hecho ya hombre en su seno. Viene Dios a ella, y en ella visita a la
humanidad. Se procura un hogar entre los hombres a fin de facilitarles el vivir
ellos en la Divinidad. La puerta por donde entra sin necesidad de abrirla es la
Virgen. Así como se apareció a los discípulos en la noche de Pascua, de la
misma manera va hoy a casa de Isabel con las puertas cerradas. No quiere
mostrarse del todo ni aparecer ya en pleno día; se limita a asomarse a través
de la puerta cerrada: "Está ya detrás de nuestros muros, mirando por las
ventanas, atisbando por entre las celosías" (Ct/02/09). Sin embargo,
Isabel, inmediatamente lo reconoce: "¿De dónde a mí tanto bien, que llegue
a mí la Madre de mi Señor?, exclama Isabel.
Es
un verdadero Adviento; la Virgen viene, llevando a Dios en su seno; la Madre de
Dios viene, o sea, Dios mismo es quien viene.
Su
presencia origina a la par temor y alegría; alegre sobresalto y santo temor,
cosas ambas muy propias ante la aparición divina. Pero la alegría sobrepuja al
temor: "Daba saltos de júbilo el niño en mi seno", afirma Isabel. Sin
embargo, hay todavía otra señal que descubre la presencia de Dios: el espíritu
humano es impulsado por ella. El Espíritu (Pneuma) de profecía se apodera del
hombre, le abre los ojos interiores para descubrir el plan escondido de la
redención divina y le desata la lengua en alabanzas al amor eterno:
"Isabel se sintió llena del Espíritu Santo, y, exclamando en alta voz,
dijo: Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre". A lo que responde María: "Mi alma canta la grandeza del
Señor".
EMILIANA
LÖHR - EL AÑO DEL SEÑOR - EL MISTERIO DE CRISTO EN EL AÑO LITURGICO I -
EDIC.GUADARRAMA MADRID 1962.Pág. 64 s.
10.-
El Adviento cclebra la Venida mística del Señor a los corazones mediante la
gracia de Cristo, del cual nosotros somos instrumentos. Esto es lo que nos
recuerda la Visitación. A pesar del esfuerzo que representaba en aquel tiempo
para una futura madre aquel viaje de más de cien kilómetros, María no duda en
prestar sus servicios a su prima, de la cual supo que, a pesar de su edad
avanzada, iba a tener las alegrías, pero también los cuidados de la maternidad.
Un servicio fraternal es siempre para nosotros ocasión de llevar a Cristo. En
el caso de María, esto fue auténtico, incluso materialmente, podríamos decir.
Ella lleva a Cristo; ella santifica mediante la irradiación de Cristo, a quien
lleva dentro de sí. También a nosotros se nos pide que irradiemos a Cristo
mediante el ejercicio de la caridad fraterna. Esta irradiación puede ser real y
eficiente independientemente, e incluso con anterioridad a todo testimonio
hablado, a toda «predicación», a todo «sermón».
Para
nosotros aquí se trata, pues, de "ser": ser hijo de Dios, penetrado
de la vida divina; al «ser» Cristo, nosotros le irradiaremos. "To be or
not to be, that is the question» (Shakespeare, Hamlet, III, 1); «ser o no ser»,
esta es la cuestión, la primera y principal cuestión para un cristiano.
Puede
ser útil, e incluso necesario en ocasiones, dar testimonio expreso de nuestra
fe, estar orgullosos de ella, predicarla; mas esto es un aspecto secundario.
Anteriormente, por la simple presencia en el mundo de verdaderos cristianos,
Cristo está allí presente, y El no puede dejar de santificar, de la misma
manera que santificó a Juan Bautista en la Visitación.
Eligiendo
entre «ser» y «parecer», es mucho más importante ser; y es que «ser» es ya una
adquisición importante, una realidad apreciable; parecer sin ser, no es nada,
es mucho menos que nada: es falsedad, fariseísmo.
Oración:
Invitación a la plegaria silenciosa para que cada cual examine si su primera
preocupación es más bien la de ser y no la de parecer, la de no parecer sino
porque es y en la medida en que lo es. Recogimiento en silencio; oración del
celebrante, por ejemplo en estos términos: «Ayúdanos, Señor, a «ser» tus hijos,
a vivir en cristiano, a fin de que, por todo lo que somos, irradiemos a Cristo.
HEUSCHEN
- LA BIBLIA CADA SEMANA - EDIC. MAROVA/MADRID 1965.Pág 31 s.
11.-
María se puso en camino, y con buena marcha, al encuentro de Isabel, No iba a
verificar las señales anunciadas. Ni mucho menos para contar su experiencia
angélico-divina, movida por la vanidad. Iba para estas tres cosas: para
felicitar, para compartir y para servir. Iba, como se ve, movida solamente por
el amor. Por eso tiene prisas, porque el amor es fuerza quemante. La Virgen de
la Visitación es la Virgen de la Caridad.
CARITAS
- RIOS DEL CORAZON - ADVIENTO Y NAVIDAD 1992/91-2.Págs. 68
12.-
Una vez recibido el anuncio del ángel y sabiendo que su prima también espera un
hijo, María se dirige presurosa a su casa: los motivos serían ayudarla y
pedirle consejo, pero de hecho la escena se convierte en un momento de gran
celebración gozosa de la obra salvadora de Dios: la alegría rezuma en cada una
de las frases de la escena. También se puede ver un cierto deseo del
evangelista de señalar la primacía de Jesús respecto a Juan, cuestionada en
algunos ambientes cercanos al primer cristianismo.
El
viaje es sorprendente: una muchacha joven y embarazada atravesando sola
Palestina. Pero tanto da. Es un gran esfuerzo para ella, pero mayores son las
ganas de estar al lado de su prima y compartir la Buena Noticia. Y hay, sobre
todo, una gran fuerza simbólica: María, procedente de las regiones del Norte,
las tierras siempre en peligro de paganismo, se dirige a Judá, hacia el centro
religioso, llevando con ella al Señor; ahora, la Jerusalén que tiene en su
interior al Señor y de la que hablaba Sofonías el domingo pasado, ya no es una
ciudad de piedra sino que es aquella joven de Nazaret, del territorio de
Zabul6n y Neftalí (Is 8,23; Mt4,12-17).Realmente la manera de acercarse Dios a
los hombres ha cambiado radicalmente.
El
encuentro entre las dos mujeres muestra todo lo que comporta la llegada de Dios
a aquellos que tienen ganas de verlo. Es el Espíritu el que hace descubrir la
presencia del Señor a través de las sencillas realidades humanas que, por ellas
mismas, no muestran nada de especial. Y, cuando se descubre, se produce la explosión
de alegría: Juan Bautista en el vientre de Isabel representa aquí a todo el
pueblo que esperaba la llegada del Mesías.
Isabel
alaba a María por haber sido escogida por Dios, y alaba al Señor que está en
sus entrañas. Y al final la vuelve a alabar pero expresando entonces, en una
magnífica síntesis, la actitud básica del creyente que María representa: María
es la que ha creído, es decir, la que ha sido capaz de fiarse de Dios y aceptar
lo que ella entendía que Dios le proponía, por complicado que fuera; y por eso,
y por complicado que todo pueda ser en el futuro, en ella y por ella se
realizarán las promesas que Dios ha hecho (ella será la madre del salvador; por
ella el mundo recibirá la salvación): el Magnificat que María proclama a
continuación es la expresión de estos convencimientos.
J.-
LLIGADAS MISA DOMINICAL 1994, 16
CANTOS
PARA IV DOMINGO DE ADVIENTO
ENTRADA: LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS
La Virgen sueña
caminos, está a la espera;
la Virgen sabe que el
niño está muy cerca.
De Nazaret a Belén
hay una senda;
por ella van los que
creen en las promesas.
LOS QUE SOÑÁIS Y ESPERÁIS
LA BUENA NUEVA,
ABRID LAS PUERTAS AL NIÑO
QUE ESTÁ MUY CERCA,
EL SEÑOR CERCA ESTÁ
EL VIENE CON LA PAZ.
EL SEÑOR CERCA ESTÁ,
EL TRAE LA VERDAD.
En estos días del
año, el pueblo espera
que venga pronto el
Mesías a nuestra tierra.
En la ciudad de Belén
llama a las puertas,
pregunta en las
posadas, y… no hay respuesta.
La tarde ya lo
sospecha, está alerta.
El sol le dice a la
luna que no se duerma.
A la ciudad de Belén
vendrá una estrella,
vendrá con todo el que quiera cruzar fronteras.
COLECTA: VEN, SEÑOR NO TARDES
VEN SEÑOR NO TARDES MÁS
VEN SEÑOR JESÚS
VEN SEÑOR NO TARDES MÁS
VEN SEÑOR JESÚS (2V)
VEN SEÑOR NO TARDES MÁS
VEN SEÑOR JESÚS
Desde el fondo de los
siglos
va elevándose un
clamor
Como un grito de
esperanza
va ansiando un
redentor
Desde el fondo de los
siglos
busca el hombre un
Salvador.
Mira al cielo y a la
tierra
va buscando al Dios
Amor. (2)
Las promesas se han
cumplido
va a nacer el niño
Dios.
cielo y tierra ya se
abrazan
la esperanza
floreció. (2)
DONES: OFRENDA DE AMOR
1.- Por los niños que
empiezan la vida,
por los hombres sin
techo ni hogar;
por los pueblos que
sufren la guerra,
te ofrecemos el vino
y el pan.
PAN Y VINO SOBRE TU ALTAR,
SON OFRENDAS DE AMOR,
PAN Y VINO SERÁN DESPUÉS
TU CUERPO Y SANGRE SEÑOR. (2V.)
2.- Por los hombres
que viven unidos,
por los hombres que
buscan la paz;
por los pueblos que
no te conocen,
te ofrecemos el vino
y el pan.
3.- Por aquellos a
quienes queremos,
por nosotros y
nuestra amistad,
por los vivos y por
los difuntos,
te ofrecemos el vino
y el pan.
COMUNION: MARIA ES ESA MUJER
1. ¿Quién será la mujer que a tantos inspiró
poemas bellos de amor?
Le rinden honor la música y la luz,
el mármol, la palabra y el color.
¿Quién será la mujer que el rey y el labrador
invocan en su dolor?
El sabio, el ignorante, el pobre y el señor,
el santo al igual que el pecador.
MARÍA ES ESA MUJER QUE DESDE
SIEMPRE
EL SEÑOR SE PREPARÓ,
PARA NACER COMO UNA FLOR
EN EL JARDÍN QUE A DIOS ENAMORÓ.
2. ¿Quién será la mujer radiante como el sol,
vestida de resplandor?
La luna a sus pies, el cielo en derredor,
y ángeles cantándole su amor…
¿Quién será la mujer humilde que vivió
en un pequeño taller?
Amando sin milagros, viviendo de su fe,
la esposa siempre alegre de José.
SALIDA:
SANTA MARIA DE LA ESPERANZA
SANTA MARÍA DE LA ESPERANZA:
MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA ESPERA,
MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA
ESPERA,
Nos diste al esperado de los tiempos
mil veces prometido en los profetas,
y nosotros de nuevo deseamos que vuelva a repetirnos sus promesas.
Viviste con la cruz de la esperanza
tensando en el amor la larga espera;
y nosotros buscamos con los hombres
el nuevo amanecer de nuestra tierra.
Brillaste como aurora del gran día,
plantaba Dios tu tienda en nuestro suelo,
y nosotros soñamos con su vuelta
queremos la llegada de su Reino.
Esperaste cunado todos vacilaban,
el triunfo de Jesús sobre la muerte;
y nosotros esperamos que su vida
anime nuestro mundo para siempre.