DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO CICLO C
– 12 DICIEMBRE 2021
HECHOS DE CONVERSIÓN.
COMENTARIO
En los versículos que preceden al texto que vamos a meditar, y que son propios de sólo Lucas, Juan bautista lanza una dura llamada a la conversión, muy dentro del estilo profético del Antiguo Testamento: “¡Raza de víboras! ¡Den el fruto que corresponde al arrepentimiento!” (Lc 3, 7). La gente reaccionó enseguida diciendo: “¿Qué tenemos que hacer?”. Esta es la lección preciosa de este pasaje: no dejar nunca en el vacío el impulso de la conversión. No existe la conversión, existen hechos que demuestran que uno quiere convertirse y que concretan de forma inmediata el arrepentimiento del corazón: “¿Qué hay que hacer?”. Al meditar a Marcos, vimos lo mucho que hay de decepcionante en nuestras “conversiones”. Nos exalta el sentimiento de una transformación maravillosa: “Ahora, ya está, mi vida cambiará”. Creemos que es el momento de la gran marcha hacia el ideal, hacia la santidad. Pero casi siempre volvemos a caer en la trampa, nos quedamos unos días (¡muy pocos!) en el fervor del “sentimiento” sin explotar demasiado aprisa esa gracia de conversión y la exaltación se viene abajo y la vida sigue como antes.
Como tantas veces lo hemos experimentado hay allí una frontera difícil
de franquear: pasar del sentimiento a los hechos. Para ponernos así
inmediatamente en camino, la primera meditación sobre la conversión acentuaba
la importancia de la fe y de la oración. No presumir, no contar únicamente con nuestras fuerzas, pedir la
ayuda de Dios.
Esta vez ponemos el acento en nuestra audacia: ¡Tenemos que creer
también en nosotros!. Y por tanto movilizarnos enseguida en un “¿qué hacer?”.
Modesto pero decidido, fijándonos en lo más cotidiano de nuestra vida. Los
consejos de Juan Bautista pueden parecernos muy alejados de nuestros problemas
pero observemos que llama a la caridad, a la justicia y a la no-violencia.
Algunos impulsos de conversión nos llevarían más bien a una mayor oración, o al
culto, o a esforzarnos en cambiar de carácter (“seré más amable con X”....).
Bien, pero miremos un poco mejor a nuestro alrededor. ¿Cómo lograremos
compartir? “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene”.
Esto es más modesto.... y más eficaz que el sueño heroico de dar diez túnicas,
que seguirá siendo un sueño y que se añadirá a tantas conversiones abortadas,
que sólo dejan cierto sabor a cenizas.
“No exijan más de lo establecido” les dice Juan Bautista a los
recaudadores. ¡Qué examen tan concreto de nuestro comportamiento en el trabajo,
en el comercio, en los tratos! “No hagan violencia a nadie”. Aunque no seamos
soldados ni policías, quizás seamos duros con nuestros hijos, con los
empleados, con los miembros de una comunidad de la que somos responsables. Hay
muchas maneras de violentar, de jugar a ser tiranos. Cuando más nos esforcemos
en ser lúcidos en este terreno tan delicado, más pasará nuestra conversión del
sueño a la realidad.
Y lo que nos dijo Juan Bautista, nos toca a nosotros averiguarlo,
siguiendo en esta línea de realismo. ¿Qué hay que hacer? ¡Algo!.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Flp 4, 4-5.
Alégrense siempre en el Señor; se lo repito,
alégrense. El Señor está cerca.
ORACION COLECTA
Oh Dios que contemplas como tu pueblo espera
con fidelidad la fiesta de nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría
de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y
jubilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la
profecía de Sofonías 3, 14-18a
Regocíjate, hija de
Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón,
Jerusalén. El Señor
ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey
de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No
temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es
un guerrero que salva.
Él se goza y se
complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.».
SALMO
RESPONSORIAL ()
Griten
jubilosos: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.».
El Señor
es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el
Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la
salvación. R.
Den
gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es excelso. R.
Tañen
para el Señor, que hizo proezas, anúncienlas a toda la tierra; griten
jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de
Israel.» R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de
la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 4-7
Hermanos:
Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres.
Que su
mesura la conozca todo el mundo.
El Señor
está cerca. Nada les preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y
súplica acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará sus corazones y sus pensamientos en
Cristo Jesús.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Lc 4, 18
Aleluya. El Espíritu
del Señor esta sobre mí; me ha enviado para anunciar el evangelio a los pobres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3,
10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
«¿Entonces, ¿qué hacemos?».
Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las
reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.». Vinieron
también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos
nosotros?».
Él les contestó: «No exijan más de lo establecido.». Unos
militares le preguntaron: «¿Qué hacemos nosotros?».
Él les contestó: «No hagan extorsión ni se aprovechen
de nadie, sino conténtense con la paga.».
El pueblo estaba en expectación, y todos se
preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo
los bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco
desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y
fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el
granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.».
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le
anunciaba el Evangelio.
PLEGARIA UNIVERSAL
Demos gracias a Dios, que en Cristo ha cancelado la condena que pesaba
sobre nosotros y sobre la humanidad y digamos con alegría junto a todos los
hombres: Ven, Señor Jesús
1.- Para que la Iglesia proclame con su ida el gozo de saber ya cerca
al Emmanuel, Dios con nosotros, que viene a salvarnos. Oremos al Señor. R.
2.- Para que el Papa Francisco y todos los pastores y ministros de la
Iglesia, estimulen a los fieles a esperar a Jesús, el gran consolador y la paz
viviente; para que este encuentro con él nos colme de felicidad, y en su nombre
seamos constructores de la concordia y la fraternidad. Oremos al Señor. R.
3.- Para que los gobiernos de las naciones luchen por la superación de
todo tipo de injusticias y discriminación a causa de la raza, cultura, sexo o
credo y procuren eliminar el odio, el resentimiento y el espíritu de venganza,
promoviendo el dialogo y la reconciliación. Oremos al Señor. R.
4.- Para que en este tiempo de Adviento todos los hombres esperemos,
alegres ya activamente al Salvador; para que los pobres aguarden contra toda
desesperanza su próxima liberación; y para que el Emmanuel sostenga a quienes,
con su entrega, despiertan la ilusión y la alegría en el corazón de sus
hermanos. Oremos al Señor. R.
5.- Para que a todos los que sufren, a los enfermos y a los emigrantes;
a los desterrados y a los presos; a los que no tienen la experiencia del amor
cercano y desinteresado, el Espíritu de Jesús les manifieste la liberación
definitiva de cuanto ahora les angustia. Oremos al Señor. R.
6.- Para que la paz y la alegría sean el fruto madura de nuestra fe, de
nuestra esperanza y de nuestro amor sincero y con nuestras vidas comuniquemos
la felicidad de sabernos salvados. Oremos al Señor. R.
Dios de la vida y de la paz, mira con amor a
tu pueblo que con confianza eleva sus ojos hacia a ti y haz que cuando venga tu
hijo, nos encuentres unidos en el amor, fuertes en la fe y alegres en la
esperanza. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor que te ofrezcamos siempre este
sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que se realice el
santo sacramento que tu instituiste y se lleve a cabo en nosotros eficazmente
la obra de tu salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Os 35, 4
Digan a los cobardes de corazón; sean fuertes, no
teman. He aquí nuestro Dios que viene y nos salvara.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Imploramos tu misericordia, Señor, para que
este divino alimento que hemos recibido nos purifique del pecado y nos prepare
a las fiestas que se acercan. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 13: Nm 24,
2-7.15-17; Sal 24; Mt 21, 23-27.
Martes 14: So 3,
1-2.9-13; Sal 33; Mt 21, 28-32.
Miércoles 15: Is 45, 6-25;
Sal 84; Lc 7, 19-23.
Jueves 16: Is 54,
1-10; Sal 29; Lc 7, 24-30.
Viernes 17: Gn 49, 1-2.8-10; Sal 71, Mt 1, 1-17.
Sábado 18: Jr 23,
5-8; Sal 71; Mt 1, 18-24.
Domingo19: Mi 5,
1-4ª; Sal 79,, 2ac y 3b. 15—16.18-19; Hb 10, 5-10; Lc 1, 39-45.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 3, 10-18
1.-
* Texto. El domingo pasado Lucas nos situaba ante Juan, un profeta con
proyección universal. Caracterizaba su actividad como proclamación de un
bautismo de conversión para el perdón de los pecados. En la primera parte del
texto de hoy Lucas ejemplifica de una manera concreta la clase de reforma de
vida exigida por Juan. Lo hace sirviéndose de la pregunta "que tenemos que
hacer", que a modo de estribillo articula toda la primera parte. La
pregunta la formulan la multitud anónima, unos publicanos y unos militares.
Por publicanos se entiende los encargados de la
recaudación tributaria. Se trataba por lo general de judíos al servicio de
Roma, potencia ocupante. Como había que pagar por anticipado la cantidad
estipulada por Roma, eso llevaba a los recaudadores a resarcirse no sólo de la
cantidad ya depositada, sino también de los gastos causados en el desempeño de
la función, más los intereses. Todo esto hacía que el sistema de recaudación de
tributos estuviera abierto a toda clase de abusos. La profesión de recaudador
de tributos era generalmente considerada como una actividad más bien infamante
y poco escrupulosa. Por militares no se entiende miembros de las tropas romanas
de ocupación, sino judíos enrolados al servicio de Herodes Antipas.
A
la multitud anónima el profeta le pide la distribución compartida de los
recursos fundamentales para cubrir las necesidades primarias de la existencia,
alimento y vestido (v. 11). A los recaudadores les pide que cobren exactamente
los tributos establecidos y sus legítimas comisiones personales, sin caer en la
tentación de la avaricia o de la extorsión (v. 13). A los militares les pide la
abolición del chantaje y de cualquier medida intimidatoria (v. 14).
La
segunda parte del texto la forman los v. 15-17, completados con un pequeño
comentario del autor en el v. 18. En esta parte sintetiza Lucas la relación de
inferioridad de Juan respecto al Mesías. Esta inferioridad está formulada por
medio de tres tipos de imágenes: rituales, jurídicas y apocalípticas. El
conjunto de estas imágenes le sirve a Lucas para caracterizar al Mesías como el
más fuerte. La imagen jurídica es la expresión "desatar la correa de las sandalias".
En el Antiguo Testamento este acto simboliza la privación de un derecho en
beneficio del desatante. La imagen no proviene, pues, del mundo de los
esclavos. Frente al Mesías, Juan se declara sencillamente sin derechos.
Las
imágenes apocalípticas del fuego y de la horca de aventar sugieren la idea de
un tiempo último y definitivo por un lado, y de un personaje clave y decisivo
para los hombres por otro. No tienen nada que ver con el infierno. Resumiendo:
estamos ante un texto ético en su primera parte y cristológico en la segunda.
La ética, ejemplificando cambios de comporta- miento, facilita y prepara el
camino al portador del Espíritu. Los cambios de comportamiento o reforma de
vida, expresados y visualizados ritualmente en el bautismo de agua del profeta
Juan, hacen posible la dimensión del Espíritu que hará su aparición con Jesús
el Mesías.
*
Comentario. Conviene resaltar el dinamismo, la progresión interna del texto.
Este dinamismo pone de manifiesto que el comportamiento ético pertenece a los
presupuestos del hecho cristiano. Siendo como tenemos que ser, esto es,
comportándonos bien, hacemos posible que el Espíritu pueda actuar en nosotros.
El buen comportamiento pertenece a la fase previa de eliminación de obstáculos.
Supuesta esta eliminación, viene después el ser cristiano. Ya en esta fase
previa no hay particularismos ni exclusiones.
Lucas
está especialmente interesado en esta temática. Por eso introduce en su relato
grupos o colectivos marginados por el sentir religioso oficial judío. Hoy
introduce a recaudadores y militares.
El
programa ético del profeta Juan no es maximalista. Las exigencias que formula
no pretenden revolucionar las estructuras sociales del momento. A los
recaudadores no les dice que corten sus relaciones con el poder invasor; les
dice simplemente que huyan de la extorsión. A los militares no les dice que
abandonen su posición; les dice simplemente que no chantajeen ni intimiden.
¿Simplemente?
Observemos bien que la simplicidad del profeta habla de honestidad en los
negocios, de equidad en la aplicación de la justicia. Particularmente y como
persona privada me quedo con la simplicidad del profeta frente a los
maximalismos de reformas estructurales, aunque sólo sea en base al dicho de que
el ideal es enemigo de lo bueno. Desde la honestidad en los negocios y la
equidad en la aplicación de la justicia, es decir, desde lo bueno, a lo mejor
resulta que cambian las estructuras comerciales y jurídicas, es decir, se
consigue el ideal.
¿Y
qué decir de la simplicidad del profeta en lo que pide a la multitud anónima?
Compartir con los más desafortunados lo necesario para cubrir, al menos, las
necesidades primarias. ¿Y si a partir de este domingo nos entrenamos todos un
poco en este ejercicio del compartir? No es evidentemente un programa
económico, pero si compartiéramos muchos, a lo mejor hasta cambiaban las estructuras
económicas.
A.-
BENITO - DABAR 1988, 3
Juan
bautista predica la conversión primero al pueblo en general y, después, a
diferentes grupos o estamentos sociales. No exige a nadie que haga penitencia
vistiéndose de saco y cubriéndose la cabeza con ceniza, no exige a nadie que se
retire con él en el desierto. Juan bautista exige a todos que cumplan con el
precepto supremo del amor al prójimo y con los deberes de la justicia.
Juan
no pide una conversión hacia el pasado, no pide lamentos y lágrimas sobre el
pasado, lo que pide es un cambio hacia el futuro. La penitencia que predica ha
de acreditarse por sus frutos y no por sus lamentos, y es una penitencia con
una marcada dimensión.
En
el rito bautismal, la Iglesia supone siempre esta pregunta en los catecúmenos:
"¿Qué debemos hacer?", y responde diciendo: "Guardar los
mandamientos", sobre todo el mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
Porque fue así como respondió Jesús a cuantos le preguntaban lo mismo y se
interesaban por su salvación. También el precursor dio la misma respuesta.
El
bautista predicó la penitencia en un mundo en el que el hombre vivía
habitualmente en situaciones extremas y andaba preocupado por el vestir y el
comer (cf. 12, 22-31). En aquella situación, el bautista exigía nada menos que
la reducción del consumo al mínimo vital: una sola túnica y el pan de cada día,
en beneficio de los descamisados y los hambrientos. Hoy vivimos en la llamada
sociedad de la abundancia; pero, mientras haya hombres en el mundo que no
tengan lo necesario para vivir, nuestra sociedad estará condenada ante los ojos
de Dios.
El
amor al prójimo es una exigencia general, sin esa conversión de amor, no tiene
sentido la penitencia. El amor al prójimo supone que se ha cumplido antes con
la justicia. Por eso Juan se refiere al cumplimiento de la justicia cuando
dirige su palabra a los publicanos y a los soldados.
A
los publicanos, es decir, a los cobradores de impuestos, Juan les dice que
cobren según tarifa justa y que no recurran a los apremios y sobrecargas para
enriquecerse a costa de los pobres.
Evidentemente,
en nuestra sociedad los que más cotizan son los pobres. Por tanto, no se puede
hablar de una verdadera conversión cristiana si los cristianos no estamos
empeñados en una verdadera reforma fiscal.
A
los soldados, a la fuerza pública, el bautista exige que se contenten con la
soldada, que no denuncien falsamente y no utilicen la fuerza en provecho
propio. El negocio de los armamentos, la violencia establecida, los turbios
intereses de los "golpistas"... están pidiendo a gritos una
conversión pública.
Juan
conoce sus propios límites y sabe cuál es su papel. Juan sale al paso de los
rumores del pueblo y confiesa abiertamente que él no es el que ha de venir,
"el más fuerte", el Mesías.
Juan
piensa en un mesías justiciero, que va a venir a separar el trigo de la paja y
a purificar el mundo con el fuego. No olvidemos que es aún un hombre del A.T.
EL último de los profetas. Por eso anuncia la venida del Señor y el "día
del Señor" como un juicio inminente sobre los hombres. Pero Jesús dirá que
no ha venido a condenar a los hombres, sino a salvarlos.
EUCARISTÍA
1988, 59
3.-
Lucas interrumpe la serie de palabras de Juan el Bautista según la fuente común
de Mt y Lc e introduce una sección (vv. 10-14), de su fuente propia del tercer
evangelio. Estos cinco versículos contrastan, por su humanismo y moderación,
con la severidad de los que les preceden y les siguen. La pregunta de la gente:
"¿Qué hacemos?" es la clásica de los que han iniciado el proceso de
conversión y desean sinceramente salvarse. El propio Lucas la pone en boca de
los habitantes de Jerusalén después del discurso de Pedro el día de Pentecostés
(Hechos 2,37). Es también la pregunta del "joven rico" (Mt 19,16; Mc
10,16; Lc 18,18) y se encuentra asimismo en apocalipsis apócrifos. El Bautista
no remite a la Ley, ni a ritos sacrificiales, sino al terreno de las relaciones
cotidianas con el prójimo. No sólo se diferencia de los fariseos, que
presentaban como camino de salvación la práctica de complicadas observancias,
sino también de la secta de Qumran, que se alejaba del pueblo y tenía a todos
por condenados a excepción de ellos, y practicaba un rigorismo moral. Juan
"no predica al pueblo la pobreza, sino el compartir" (Schalatter). No
les pide nada heroico ni extraordinario, sino un mínimo de solidaridad con el
prójimo y de fidelidad a los deberes de estado o de profesión. Todo lo que les
dice que deben hacer, podemos suponer que la mayoría no lo hacían. De este
modo, podemos suponer que entre los que desde lejos habían acudido al desierto
de Judá a escuchar al Bautista y a ser bautizados por él, habría bastante gente
acomodada, que venían bien abrigados por el frío de la noche y bien provistos
de alimentos. La moral del Bautista debería empezarse a cumplir allí mismo,
entre los que le escuchan, antes de entrar en las aguas del Jordán para pedir
el perdón y la salvación.
La
predicación de Juan no es evasiva, sino muy concreta; antes de señalar con el
dedo al Mesías ha señalado inequívocamente a los egoístas, que por otra parte
no estarían en condiciones de reconocer al Mesías. No exige nada heroico, pero
a todos pincha allí donde les duele. Vienen unos publicanos (que no eran
simples recaudadores de impuestos, sino colaboradores de una "multinacional"
que saqueaba el Imperio romano con el pretexto de cobrar impuestos) y no los
rechaza, como sin duda habrían hecho los fariseos, ni les dice que deben
abandonar su profesión (cf. la cuestión de la licitud del tributo, Mc 12,44 y
pp.) sino sólo que no cobren más de lo mandado (¡señal de que cobraban más!).
Vienen
unos militares, probablemente de las tropas de Herodes Antipas, en las que se
mezclaban judíos con paganos, y que, por el sólo hecho de su profesión, eran
considerados "pecadores" por los fariseos. El Bautista les dice que
no abusen de su fuerza, que les ha sido dada al servicio del pueblo, para
oprimirlo con extorsiones y amenazas (también debía ser usual; un papiro del 37
d.C. habla de un "extorsionado por un soldado", utilizando la misma
palabra que Lc 3,14).
Los
vv. 15-18 vuelven a ser de la doble tradición Mt-Lc, con elementos propios de
Lucas que recuerdan también la insistencia de Jn al hacer hincapié en la
subordinación del Bautista a Jesús.
H.-
RAGUER - MISA DOMINICAL 1978, 22
4.-
El texto que comentamos se estructura en torno a dos centros principales: a)
por un lado se halla la figura de Juan, que retomando las palabras del antiguo
testamento anuncia el juicio que se acerca e interpela a todos exigiendo un
cambio de conducta; b)por el otro, se muestra el poder de Dios que viene como
fuerza transformante, como juicio de Espíritu y de fuego para el hombre.
Del
mensaje de Juan, hemos hablado en el comentario a 3,7-14. Sus notas
fundamentales eran las siguientes: a) la conversión es necesaria para todos
(aun para los fariseos); b) es posible para todos (aun para los publicanos y
soldados); c) implica un vivir para los otros (justicia interhumana). Como
signo distintivo de ese mensaje, Juan administraba a los hombres un bautismo.
Sobre el sentido de su gesto, situado en el plano de la espera apocalíptica de
Dios, nos habla 3, 16: "Yo bautizo con agua, pero viene el que puede más
que yo... el os bautizará con Espíritu Santo y fuego".
Originalmente,
ese que "puede más que yo" no se refiere a ningún tipo de mesías de
este mundo, sino a Dios, que en el final del tiempo triunfará sobre lo malo y
mostrará la salvación para los justos (juicio). Dios no se interpreta como el
ser supremo, aséptico e inmóvil, de la tradición ontológica del occidente cristiano.
Siendo trascendente, el Dios de la apocalíptica judía que se encuentra en el
fondo del mensaje del Bautista, ofrece rasgos muy cercanos: es la fuerza que
derrota el mal, el poder que sustenta la existencia de los hombres. Por eso, la
tradición cristiana, allí donde Juan habla de Dios y de su juicio, ha podido
situar la figura de Jesús y de su obra entre los hombres.
En
este contexto, cuando Juan afirma "Yo os bautizo en agua..." (3, 16)
está simbolizando toda la preparación del hombre que se dispone para la llegada
de su Dios. Y cuando añade "viene el que puede más que yo.." se
refiere de hecho (dentro de la tradición cristiana) a la revelación de Dios en
Jesucristo. Dios viene en Jesús con toda la fuerza de su juicio: bautiza con
fuego y destruye la paja inútil de los hombres injustos con una hoguera
inextinguible. Pero, a la vez, se acerca hasta nosotros con la fuerza
transformante del perdón y de la gracia: "bautiza en el Espíritu" (2,
16-17).
Teniendo
en cuenta todo esto debemos distinguir los dos momentos de la conversión
cristiana. El primero nos prepara a la venida de Jesús y tiene en Juan su
prototipo: es necesario que se cumpla la justicia, aunque se corra el riesgo de
la cárcel (Lc 3, 19-20). El segundo se contiene en la palabra de Jesús, que nos
ofrece la presencia transformante de su gracia.
Utilizando
su lenguaje más moderno, se pudiera precisar: la revolución social no es por mí
misma el contenido del reino de Jesús: es todavía antiguo testamento (Juan
Bautista). El reino de Jesús es más interno (en el amor), es más profundo (como
gracia de Dios en nuestra vida). Pero sin esa revolución, sin la justicia que
nos lleva hacia la igualdad y sin la ayuda a los pequeños es utópico pensar que
entenderemos algún día la palabra (y el bautismo en el Espíritu) del Cristo.
Por eso, lo que hoy llamamos de ordinario teología de la liberación se puede
identificar en gran medida con la exigencia precristiana del Bautista. La
palabra del reino de Jesús (su Espíritu y su amor) no ha destruido la exigencia
de renovación y de justicia de los viejos profetas de Israel, sino que la ha
llevado a su más hondo cumplimiento.
COMENTARIOS
A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1250 s.
5.-
Juan Bautista concreta hoy en qué ha de consistir la conversión y la
preparación del camino del Señor de que hablaba el evangelio del domingo
pasado. Se trata de tener unas determinadas actitudes ante la vida.
En
primer lugar, viene la gente en general, y la actitud es muy clara: ser
solidario con los que no tienen, compartir con los demás lo que uno tiene.
Después
vienen los publicanos y los guardias, que eran gente ya de por sí pecadora
porque estaban al servicio de los ocupantes. Estos son los únicos grupos
peculiares que Lucas menciona, y es que quiere destacar que nadie queda fuera
de la llamada a la salvación. A éstos, Juan no les pide que dejen su trabajo
(que es lo que todo judío les pediría, porque si no lo dejaban continuaban
siendo pecadores), sino que rompan con el estilo injusto con que era habitual realizarlo.
Juan, en definitiva, propugna que cada uno viva con la máxima solidaridad y
justicia posibles: eso es lo que cuenta, eso es prepararse para la venida del
Mesías.
La
segunda parte del texto es ya un anuncio de la persona de Jesús. Lucas muestra
que en aquel momento histórico había variados grupos de gente esperando alguna
acción de Dios en la historia, y por eso Juan tenía tanta popularidad. Juan, no
obstante, deja bien claro que él no es el enviado definitivo de Dios que la
gente esperaba, sino que viene a preparar esta acción de Dios. El enviado
definitivo vendrá, según Juan, con una gran fuerza: el Espíritu y el fuego son
los signos de la acción poderosa de Dios en los últimos tiempos, y el derecho a
separar el grano de la paja como juez último también es un signo del poder de
este enviado definitivo.
A
lo largo del Nuevo Testamento, este sentido que aquí tienen el Espíritu y el
fuego quedarán ampliados y pasarán a significar la vivencia, ya ahora, de los
últimos tiempos, mediante el bautismo que une a Jesucristo resucitado; aquella
vivencia que se manifestó de un modo visible en el acontecimiento fundacional
de Pentecostés.
JOSEP
LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1994, 16
6.
Orígenes (hacia 185-253) laico y teólogo
Homilías
sobre San Lucas,26,3-5. SC 87, 340-342)
“En
su mano tiene el bieldo para aventar...”
El
bautismo con que Jesús bautiza es por “el Espíritu y el fuego”. Si eres santo,
serás bautizado con Espíritu Santo; si eres pecador, serás echado al fuego. El
mismo bautismo se hará condena de fuego para los pecadores indignos. Pero los
santos, aquellos que se convierten al Señor con una fe perfecta, recibirán la
gracia del Espíritu Santo y la salvación.
Así,
pues, aquel que bautiza con Espíritu Santo y fuego “tiene en su mano el bieldo
para aventar su parva y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará
en un fuego que no se apaga.” (Lc 3,16-17) Quisiera revelar porqué el Señor
tiene en su mano el bieldo de aventar y de qué soplo se trata al aventar la
parva, mientras que el trigo, de más peso, se acumula en un solo lugar, porque,
si no sopla el viento no se puede separar la parva del trigo.
Creo
que el viento son las tentaciones, que en el conjunto de los fieles revela lo
que es parva y lo que es trigo. Porque, cuando vuestra alma ha sido dominada
por la tentación, no es que la tentación haya cambiado vuestra alma de trigo en
parva, sino porque ya erais parva, es decir, personas livianas y sin fe. La
tentación no ha hecho más que desvelar vuestra naturaleza escondida. En cambio,
si afrontáis la tentación con ánimo fuerte, no es ella la que os hace
constantes y fieles. La tentación únicamente revela las virtudes de la
constancia y del esfuerzo que estaban en vosotros, pero de forma escondida...
“Te ha humillado y te ha hecho sentir hambre... para que reconozcas en tu
corazón que el Señor tu Dios te corrige como un padre corrige a su hijo.” (cf
Dt 9,3-5)
CANTOS PARA TERCER
DOMINGO DE ADVIENTO
VAMOS A PREPARAR LOS CAMINOS
VAMOS A PREPARAR
EL CAMINO DEL SEÑOR.
VAMOS A CONSTRUIR
LA CIUDAD DE NUESTRO DIOS.
VENDRÁ EL SEÑOR CON LA AURORA,
EL BRILLARÁ EN LA MAÑANA,
PREGONARÁ LA VERDAD.
VENDRÁ EL SEÑOR CON SU FUERZA,
ÉL ROMPERA LAS CADENAS,
ÉL NOS DARÁ LA LIBERTAD.
El estará a nuestro
lado,
El guiará nuestros
pasos.
Él nos dará la
salvación.
Nos limpiará del
pecado,
ya no seremos
esclavos.
Él nos dará la
libertad.
Visitará nuestra
casa,
nos llenará de
esperanza.
Él nos dará la
salvación.
Compartirán nuestros
cantos,
todos seremos
hermanos.
Él nos dará la
libertad.
Caminará con
nosotros,
nunca estaremos ya
solos.
El nos dará la
salvación.
El cumplirá la
promesa
y llevará nuestras
penas.
El nos dará la
libertad.
ALEGRATE Y GOZA JERUSALEN (SALMO 97)
ALÉGRATE Y GOZA, JERUSALÉN,
MIRA QUE VIENE TU REY;
NO TEMAS SIÓN
QUE ESTÁ CERCA TU SALVACIÓN.
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
porque ha hecho
maravillas,
su diestra le ha dado
la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer
su victoria,
revela a las naciones
su justicia,
se acordó de su
misericordia y fidelidad
a favor de la casa de
Israel.
Los confines de la
tierra
han contemplado la
victoria de nuestro Dios,
con clarines y al son
de trompetas
aclamad a rey y Señor
ENTRE TUS MANOS
ENTRE TUS MANOS, ESTÁ MI VIDA SEÑOR,
ENTRE TUS MANOS PONGO MI EXISTIR.
HAY QUE MORIR PARA VIVIR,
ENTRE TUS MANOS CONFIO MI SER.
Y si el grano de
trigo no muere
y si no muere sólo
quedará.
Pero si muere, en
abundancia dará,
un gozo eterno que no
morirá.
VEN SALVADOR (Carmelo Erdozain)
VEN, SALVADOR, VEN SIN TARDAR:
DANOS TU GRACIA Y TU PAZ.
VEN, SALVADOR, VEN SIN TARDAR:
DANOS TU FUERZA Y VERDAD.
1. Nos diste tu
palabra,
es firme nuestra
espera,
iremos tras tus
huellas,
sabemos que vendrás.
VEN, VEN, SEÑOR
JESÚS.
2. Los hombres de mi
pueblo
esperan que Tú
vengas,
que se abran
horizontes
por donde caminar.
VEN, VEN, SEÑOR
JESÚS.
3. Vendrás con los
que luchan
por una tierra nueva,
vendrás con los que
cantan
justicia y hermandad.
VEN, VEN, SEÑOR
JESÚS.
EL PAN DE VIDA (vicente Morales)
TÚ ERES, SEÑOR, EL PAN DE VIDA,
MI VIDA SIN TI NO SERÁ VIDA.
1. El pan que yo os
daré
ha de ser mi propia
carne.
Contigo viviré
cuando coma de tu
pan.
2. Aquel que cree en
ti
tiene ya la vida
eterna.
Si como de tu pan,
de tu vida gozaré.
3. Mi Padre es quien
os da
verdadero pan del
cielo,
y a la tierra bajó
para el mundo
alimentar.
4. Quien come de tu
pan
no padecerá más
hambre.
Quien bebe de tu
sangre
ya no tendrá sed
jamás.
MADRE NUESTRA (Vicente Morales)
MADRE NUESTRA QUE EN MEDIO DE LA NOCHE
DISTE AL MUNDO LA LUZ DEL REDENTOR
DANOS HOY OTRA VEZ AL ESPERADO
QUE ANDAMOS COMO OVEJAS SIN PASTOR/
Aquel a quien adoran
el sol y las estrellas
el que viste las
flores y amansa el fiero mar
El Dios que a todos
ama con toda su grandeza
al seno de una virgen
bajó para habitar
María se llamaba
mujer era del pueblo
y cerrando los ojos
un SI rotundo dio
en esa hermana
nuestra el que hizo tierra y cielos
El Dios omnipotente
un día se encarnó