DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO CICLO B – 14
NOVIEMBRE 2021
ÉL VIENE Y VENDRÁ
COMENTARIO
“El sol se
hará tinieblas” dice Jesús, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán
del cielo”. Tanto el Génesis (Gen 1, 1 y 16) como Jesús evocan en final con el
estilo tradicional de los Apocalipsis, la misma trilogía: el sol, la luna, y las estrellas, es decir el mundo, el
universo. Al principio había surgido un mundo con su espacio y su evolución a
lo largo de los siglos. Al final surgirá otro mundo distinto, en otro espacio y
por toda la eternidad.
La Biblia no pretende hacer ciencia: es un libro
religioso, nos da a conocer los planes de Dios: lo mismo que hubo un comienzo, la creación, habrá
también un final y un volver a comenzar marcado por la llegada triunfal de
Jesús. “Entonces verán venir al hijo del hombre
sobre las nubes, con gran fuerza y majestad, y enviará a los ángeles
para reunir a sus elegidos”. Esto es lo esencial, el nuevo espacio, la nueva
historia: vivir todos, eternamente, con Jesús. Un Jesús que toma sus verdaderas
dimensiones: él es el final de nuestro mundo, él es el comienzo del nuevo, él
es la eternidad. Marcos escribió su evangelio para decirnos que Jesús es el
Hijo de Dios.
¿Y cómo podría decirlo mejor que con esta visión?
Jesús vendrá, lo organizará todo, y eso será la
vida eterna. Jesús será nuestra eternidad y “Lo veremos venir sobre las
nubes”. La creación ha sido hecha con vista a la llegada triunfal. La humanidad
ha nacido para este radiante amanecer. La historia de los hombres no es sino el
parto de su segundo y definitivo nacimiento al mundo, al mundo de Jesús al
mismo de Dios. Aguardando ese día, a pesar de sus lágrimas de su noche y de sus
gritos, los hombres viven su primavera por así decirlo: las ramas se van
poniendo tiernas y brotan las primeras hojas. A nosotros nos toca creer que
Jesús está “a la puerta” en el sentido
de que todo cuanto es vivido por los hombres y cuanto vivieron desde el
comienzo de los tiempos va avanzando hacia el día y la hora en que desaparecerá
el mundo antiguo y comenzará el mundo que nuestro Padre celestial ha soñado
para nosotros y organizado en torno a
Jesús.
Vamos caminando hacia el fin, hacia nuestro propio
fin, tanto si somos jóvenes como si hemos llegado a la vejez, Jesús está a
nuestra puerta, cada día anuncia el último día, cada día se van estrechando las fronteras entre
nuestro mundo de aquí y nuestro mundo de allá. No se trata de una amenaza, sino
de una visión tranquila en el que
pondremos el pie en el mundo de Jesús, cuando suenen las trompetas de la gran resurrección.
Pero, ¿cuál es mi primavera actual? “Estén
despiertos”, dice Jesús al final de su discurso. Esto quiere decir que hemos de
estar preparados para la vida eterna.
¿Van haciéndose más tiernas mis ramas de amor a mis hermanos? ¿Van
brotando las hojas de mis actos de justicia y de generosidad?.
Sólo tú,
Señor, eres capaz de convertir mis días en días llenos a la vez de vida
y de esperanza. ¡Ven, Jesús, ven cada
mañana hasta que llegue la gran mañana! ¡Maranata!. ¡Ven Señor!
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Jr 29, 11-12.14
Dice el Señor: “Tengo Designios de paz y no de
aflicción, me invocaran y yo los escuchare; los consagrare sacándolos de los
países y comarcas por donde los disperse”.
ORACION COLECTA
Concédenos, Señor, Dios nuestro alegrarnos
siempre en tu servicio, porque en dedicarnos a ti, autor de todos los bienes,
consiste la felicidad completa y verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la
profecía de Daniel 12, 1-3
Por aquel tiempo se
levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos
difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora.
Entonces se salvará
tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el
polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua.
Los sabios brillarán
como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como
las estrellas, por toda la eternidad.
SALMO
RESPONSORIAL (15)
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti.
El Señor
es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre
presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.
Por eso
se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la
corrupción. R.
Me
enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de
alegría perpetua a tu derecha. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de
la carta a los Hebreos 10, 11-14.18
Cualquier
otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los
mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo
ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a
la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean
puestos como estrado de sus pies.
Con una sola
ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
Donde hay
perdón, no hay ofrenda por los pecados.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Lc 21, 36
Aleluya. Estén siempre despiertos, pidiendo
fuerzas para mantenerse en pie ante el Hijo del hombre. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,
24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En
aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna
no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se
tambalearan.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las
nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus
elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprendan de esta parábola de la higuera: Cuando las
ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deduzcan que el verano está cerca;
pues cuando vean ustedes suceder esto, saben que él está cerca, a la puerta.
Les aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y
la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo
sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.».
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos Cristo se ofreció en sacrificio de
una vez para siempre, él es el sacerdote capaz de compadecerse de nosotros y de
interceder ante el Padre por cuanto necesitamos y deseamos. Por eso, oremos
diciendo: Jesús, intercede por nosotros.
1.- Para que
la Iglesia y quienes participan del sacerdocio de Cristo preparen al pueblo de
Dios para acoger su Palabra y su venida, que se da en la cotidianidad. Oremos.
R.
2.- Para que,
en esta Jornada Mundial de los Pobres, no dejemos evangelizar por ellos, que
nos muestran rasgos más genuinos del rostro del Padre. Oremos. R.
3.- Para que
como Jesús seamos hermanos de modo especial en este tiempo, ya que por la
pandemia los pobres han aumentado desproporcionadamente. Que él nos conceda la
solidaridad social y la generosidad con proyectos a largo plazo que mejoren la
calidad de vida de los que más sufren. Oremos. R.
4.- Para que
con sabiduría nuestros gobernantes promuevan la justicia, el desarrollo, la
igualdad de derechos y el bienestar en nuestra sociedad. Oremos. R.
5.- Para que
Dios sea la esperanza y el consuelo a través de sus hermanos, de los que viven
en la marginación, la pobreza y los que pasan necesidad a causa de la crisis
actual. Oremos. R.
6.- Para que
los que estamos presentes en esta Eucaristía nos dejemos convertir por la
Palabra de Dios. Oremos. R.
Jesús, intercede por tu iglesia, bendícela con
tu gracia y guárdala de todo mal hasta el día de tu retorno glorioso. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que estos dones, ofrecidos
ante la mirada de tu majestad, nos consigan la gracia de servirte y nos
obtengan el fruto de una eternidad dichosa. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mc 11, 23.24
En verdad les digo: todo cuanto pidan en la oración,
crean que se lo han concedido y lo obtendra, dice el Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Señor, después de recibir el don sagrado del
sacramento, te pedimos humildemente que nos haga crecer en el amor lo que tu
Hijo nos mandó realizar en memoria suya. El, que vive y reina pro los siglos de
los siglos.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 15: 1M 1,
10-15.41-43.54-57.62-64; Sal 118; Lcc 18, 35-43.
Martes 16: 2M 6,
18-31; Sal 3; Lc 19, 1-10.
Miércoles 17: 2M 7,
1.20-31; Sal 16; Lc 19, 11-18.
Jueves 18: 1M 2, 15-19; Sal 49; L 19, 41-44.
Viernes 19: 1M 4, 36-37.52-59;
Sal: 1Cro 29, 10-13, Lc 19, 45-48.
Sábado 20: 1M 6,
1-13; Sal 9; Lc 20, 27-40.
Domingo 21: Dn 7,
13-14; Sal 92; Ap 1, 5-8; Jn 18, 33b-37.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mc 13, 24-32
Par: Lc 21,
20-33 Mt 24, 15-36
Ante
este texto, fascinado por el futuro, ¿hay que sospechar una huida infantil
hacia el porvenir, cierto rechazo de la realidad imposible de soportar, una
evasión hacia lo imaginario, cuya necesidad febril apenas quedaría oculta bajo
el velo cristológico de que está revestida? Podría pensarse en esto, si los
ojos del lector evangélico se mantuvieran clavados por encima de la línea del
horizonte, indiferente a las realidades terrenas. Pero no hay nada de esto. La
mirada del creyente, animado por la fe evangélica, lejos de encerrarse en el
futuro divisa simultáneamente el presente y el porvenir. Lo exigen la segunda
parte de nuestro texto y, más aún los versículos omitidos (33-37). El futuro es
esperado en el presente. En él aparecen los discretos signos de un futuro cuya
fecha es de la competencia exclusiva del misterio de Dios. Estos signos
reclaman una atención animada por la fe, pero también una eficaz vigilancia
aplicada al trabajo de cada día. Sólo hay futuro... al final del presente. Sólo
hay porvenir substancial, al cabo de una actualidad cuidadosamente organizada.
Los
cristianos deben temer -así se les ha dicho con frecuencia- que su inclinación
al futuro les lleve a olvidar las tareas del presente; no se puede echar en
saco roto la amonestación. ¿Pero no deben temer, al menos en igual medida,
olvidar el futuro cuando tan absorbentes son las tareas del presente? Pues, al
fin, creer en el futuro es creer... a pesar de todo. Y creer no es tan fácil...
LOUIS
MONLOUBOU - LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MARCOS - EDIT. SAL TERRAE SANTANDER
1981Pág. 161
2. ESCA/SIGNIFICADO:
El
significado más obvio de "escatología" es el de un discurso sobre las
realidades últimas y definitivas. Se trata ciertamente -aun cuando esta
convicción haya ido madurando lentamente y con no pocas fatigas- de realidades
que están más allá de la historia, pero sin que esto signifique que no se van
preparando dentro de la historia. En efecto, la escatología bíblica es un
discurso sobre la historia, un modo de leerla y de asumirla.
Esta
es la sorprendente perspectiva bíblica interesante y concreta. La mirada hacia
el futuro (esto es, la revelación de lo que será el futuro) hace importante al
"presente" y ofrece un criterio de opción y de valorización. La
atención en el fondo se dirige al presente. El futuro ofrece un criterio de
orientación en el presente, pero es en el tiempo presente donde se está jugando
el futuro. Esta es la posición, por ejemplo, frente a Jesús: él es el Hijo del
Hombre que habrá de volver, pero lo decisivo es la actitud que hoy asumimos
frente a su anuncio.
HT/FIN HT/CICLICA: El
punto más original del mensaje bíblico en general y del profético en particular
es el concepto de que la historia va caminando hacia un último término bajo la
dirección de Dios. La concepción griega, por el contrario, es sustancialmente
cíclica. La convicción de que la historia es conducida por Dios hacia una
salvación indestructible está ya presente en los orígenes de la fe hebrea; en
esta convicción se arraigan los gérmenes de su desarrollo sucesivo, incluida la
exigencia de que esta salvación tiene que colocarse más allá de la historia, en
la comunión con Dios. Efectivamente, la esperanza que acompañó a Israel durante
toda su historia (y más tarde a la comunidad cristiana desde sus orígenes hasta
la actualidad) es el encuentro entre la promesa de Dios (siempre amplia) y la
situación actual (siempre llena de desilusiones) que continuamente parece
desmentir a la promesa y retrasarla.
Esta
experiencia ha obligado a colocar las realidades últimas cada vez más allá y
purificar las esperanzas: las realidades últimas son obra de Dios y no
simplemente fruto del hombre; además, son cualitativamente distintas de lo que
vivimos y soñamos.
Así
pues, podemos resumir de este modo las convicciones de Israel sobre la historia:
Dios, y no sólo el hombre, es protagonista de la historia; la historia es
conducida por Dios hacia una salvación definitiva; la historia está sometida a
un juicio (no todas las opciones conducen a la salvación, sino sólo aquellas
que se hacen dentro de la obediencia a los designios de Dios).
Todo
lo que hemos dicho corresponde sustancialmente a la visión escatológica de los
profetas. Es una visión grandiosa y sobria al mismo tiempo, sin intento alguno
de penetrar en los secretos de Dios y sin ceder a la curiosidad del
"cuándo" y del "cómo". Pero esta "sobriedad"
parece que fue fallando en el último período postexílico, cuando se desarrolló
en el judaísmo una vasta literatura que fue llamada "apocalíptica".
Son tiempos difíciles, de persecución, y parece inútil la fidelidad de los
buenos. Se necesita un consuelo, que se encuentra en la confianza
inquebrantable de que al final de los tiempos (unos tiempos que están ya
"cerca") se realizará el juicio de Dios y cambiará la situación
gracias a una intervención de Dios. El lenguaje de esta literatura es típico:
describe los últimos tiempos como tiempos de guerras y divisiones (pueblo
contra pueblo, reino contra reino), de terremotos y carestía, de catástrofes
cósmicas (el sol y la luna se oscurecerán y las estrellas caerán), todo ello
bajo el signo de una tremenda imprevisión por parte de los hombres (lo mismo
que se presentan de pronto los dolores de parto en la mujer). Este lenguaje
está también ampliamente presente en el discurso de Marcos: no se trata del mensaje,
sino simplemente del medio expresivo que utiliza para comunicárnoslo. De
ninguna forma se pueden entender estas expresiones al pie de la letra.
BRUNO
MAGGIONI - EL RELATO DE MARCOS - EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 181
Más
allá del lenguaje de las imágenes, son éstos los elementos que constituyen su
contenido: el triunfo del Hijo del Hombre, que parece ahora ser desmentido por
la historia, será visible a todos; será inesperado; el juicio; la reunión de
todos los elegidos en la gran familia de Dios (en efecto, el plan de Dios es un
plan de hermandad universal).
Queda
por aclarar todavía un punto: la vuelta del Hijo del hombre en poder y majestad
no significa, de ningún modo, que Dios, al final, abandona el camino del amor
para sustituirlo por el de la fuerza. Si así fuera, la cruz dejaría de ser el
centro del plan de la salvación y el mismo comportamiento de Dios acabaría
dándoles la razón a todos los que afirman que el amor es inútil, incapaz de
conseguir su finalidad; ¡sólo la fuerza es eficaz! Pero no es así, ni mucho
menos. La vuelta del Hijo del Hombre será el triunfo del Crucificado
(Mc/14/61-62), la demostración de que el amor es poderoso, victorioso.
BRUNO
MAGGIONI - EL RELATO DE MARCOS - EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 186
4.-
Texto. A continuación del texto del domingo pasado Marcos nos presenta a Jesús
abandonando el Templo y hablando de la futura destrucción de éste. Sentado
después en el monte de los olivos, teniendo precisamente ante su vista ese
Templo, Jesús responde a una pregunta formulada por Pedro, Santiago, Juan y
Andrés. Son los mismos cuatro con los que Marcos había iniciado la andadura
pública de Jesús. La pregunta ha sido la siguiente:
¿Cuándo
sucederá esa destrucción y cuál será la señal anunciadora? Jesús les pone en
guardia contra la curiosidad por saber tiempos y fechas, invitándoles más bien
a tomar conciencia del difícil futuro que como discípulos suyos les espera. Es
en este punto donde entronca el texto de hoy.
Este
comienza con una referencia a esa situación de dificultad de los discípulos. La
llama "gran tribulación". Sin embargo, y ésta es la peculiar
aportación del texto, esta situación de dificultad no va a durar
indefinidamente. Su final se articula en tres actos: fenómenos cósmicos,
llegada gloriosa del Hijo del Hombre, reunión de los elegidos dispersos por los
cuatro puntos cardinales. Esta reunión que pone fin a las penalidades de los
elegidos es el punto culminante y razón de ser de los fenómenos cósmicos y de
la llegada del Hijo del hombre.
A
continuación el lenguaje del texto deja de ser informativo para hacerse
interpelativo: empleo de la segunda persona del imperativo (aprended, sabed).
La interpelación está basada en el símil del despuntar de la higuera como señal
inconfundible de la proximidad de la estación buena. La formulación textual de
la trasposición del símil es como sigue: "Así también vosotros, cuando
veáis suceder esto, sabe que está cerca, a la puerta". Los problemas de
esta formulación son dos: a qué se refiere el pronombre "esto";
ausencia de sujeto en la frase "está cerca". La traducción litúrgica
supone precipitadamente que el sujeto es el Hijo del Hombre. Por exigencia
interna del símil el sentido de la trasposición parece que debe ser como sigue:
cuando por ser discípulos míos os veáis inmersos en la dificultad, sabed que el
final de ésta, está cerca. El pronombre "esto" se refiere a las
dificultades de los discípulos y no a los fenómenos cósmicos. La función del
símil es despertar en los discípulos la certeza de que sus sufrimientos tendrán
un desenlace feliz.
Incluso
se afirma después la proximidad de ese desenlace, aunque su delimitación exacta
no se pueda precisar.
Comentario.
En una obra literaria el espacio y el tiempo que cuentan son el espacio y el
tiempo creados por el autor. Una vez más hay que hacer hincapié en que también
este texto hay que verlo a la luz de la muerte-resurrección de Jesús. Ellas
representan para Marcos el final de un mundo y el comienzo de otro nuevo y
bueno.
En
la literatura judía anterior y contemporánea de Marcos la esperanza en un
futuro mejor había adquirido relevancia especial. Esa esperanza se revestía de
tintes apocalípticos, es decir, de imágenes sombrías y grandes cataclismos de
la naturaleza. Dichas imágenes y cataclismos pertenecían al lenguaje
metafórico, cuya verdad no está en lo que afirman sino en lo que traslucen: la
esperanza en un futuro mejor.
También
Marcos hace suyo este lenguaje metafórico, no para anunciar la crónica de un
futuro, sino para formular una esperanza de novedad y de bondad. Esta esperanza
tiene su realización en la resurrección de Jesús, que pone fin a la dificultad
y a la tribulación, representadas realísticamente por la muerte de Jesús. Con
este esquema, modelo o paradigma es con el que Marcos habla del fin del mundo y
de la llegada gloriosa del Hijo del Hombre. Y lo hace con una única finalidad:
inculcar en los discípulos la certeza de que la penalidad que tendrán que
padecer no serán la ultima palabra. La resurrección de Jesús es la garantía del
final de sus penalidades y de su dispersión. El metafórico "enviará a sus
ángeles para que reúnan a los elegidos" tiene su realización la mañana de
pascua en el encargo dado por el resplandeciente joven a las mujeres y que
ellas deben transmitir a los discípulos: "Os precede en Galilea. Allí le
veréis, como os lo tenía anunciado" (Mc. 16, 7).
Este
encargo pone fin a la dispersión de los discípulos provocada por la muerte del
maestro (ver Mc. 14, 27-28). A su vez la relación entre Mc. 13, 27; 14, 27-28 y
16, 6-7 permite dar al término "elegidos" su verdadero sentido. Es
sinónimo de discípulos, es decir, seguidores voluntarios del maestro en su
camino de muerte. Cansado por lo arriesgado del camino, el seguidor de Jesús
encuentra en el texto de hoy la fuerza y la razón de su esperanza.
Precisamente
cuando el invierno arrecia, él sabe que la buena estación está para llegar.
A.-
BENITO - DABAR 1988, 57
5.-
Contexto. Visión de la historia según Jesús.
Texto.
Descripción imaginativa del final del mundo no bueno en que vivimos (vs.
24-27). Jesús trata de inculcar en sus discípulos la certeza de este final.
Para ello se sirve de una comparación (vs. 28-29) y de dos aseveraciones (vs.
30-31). Sin embargo, certeza no es sinónimo de fecha: ésta permanece oculta (v.
32).
Pre-texto.
Ardiente espera de un final del orden presente, al que seguirá un orden o mundo
nuevo. La apocalíptica es la literatura que aborda esta temática. Para ello se
sirve de un lenguaje especial, el lenguaje que tiene su origen en la fantasía.
No es de naturaleza informativa, es decir, no es una guía en la que se nos
comunica el desarrollo de unos hechos. Es de naturaleza simbólica, plástica y
está al servicio de una idea, de una concepción. Por lo que respecta al final,
éste es expresado con imágenes tremendistas: cataclismos cósmicos, guerras,
fuego, derrumbamientos, personajes celestes, señales luminosas, trompetas
convocando a juicio. Es la imaginería que se recoge en el Evangelio de hoy. Su
valor no es literal, sino simbólico.
Sentido
del texto. ¿Es la vida una gran epopeya de una enorme insustancialidad? ¿Es
algo cerrado en sí mismo y carente de sentido? ¿Es un caminar constante hacia
una meta inalcanzable? ¿Un camino a lo largo del cual vivimos, sin más y sin
perspectiva, el amor y el odio, la voluptuosidad y la angustia, la esperanza,
el anhelo, la soledad y el desaliento?
¿Es
un vivir simplemente porque hay que vivir, sin otra razón de ser que el de
tener que hacerlo? La cruda experiencia así parece sancionarlo. Pero, por
encima de la voz de la experiencia, resuena este domingo la voz potente de
Jesús, para gritarnos que la vida es una tarea hermosa, cuyo alcance y
proporciones se verán un día, día que El no está en condiciones de precisar,
pero sí de asegurar, con la seguridad y certeza de quien está también cimentado
en la Roca (Dios).
DABAR
1982, 56
6.-
Como en otras ocasiones, Mc habla ayudado de imágenes tradicionales en su
cultura (cf. Is 13, 10; Jl 2, 10; 3, 4; Zac 2, 10). La caída del "mundo
viejo" con todos los poderes que lo rigen y determinan coincide con la
irrupción de una creación nueva. En el mismo momento en que todo sea oscuro
(confesión, caos), aparecerá a los ojos de los hombres el Hijo de Dios (del
hombre), o sea, Jesús = el salvador.
Pero
falta una detallada descripción del juicio. Y es que para Mc no es importante
el destino de "los otros", sino la afirmación a los elegidos: ¡No os
perderéis! Podéis permanecer hasta el final como discípulos de Jesús. Después
estaréis en comunión (comunidad) con vuestro Señor. Y como el mundo sólo encuentra
salud y redención en el Hijo del hombre, tampoco Dios puede llevarlo por otros
caminos que obvien esa profunda crisis que le sobreviene. En manos del mundo
está confiar o no confiarse al mensaje de Jesús. Por eso no tendría sentido que
los discípulos de Jesús pidieran a Dios sólo por el mundo en general.
Los
versos finales sobre el fin de los tiempos contienen a primera vista dos
expresiones contradictorias entre sí. De un lado, la reconocible proximidad del
fin; por otro, se acentúa que el momento sólo Dios lo sabe. Esto hace suponer
que el evangelio quiere expresar a sus oyentes esta tensión y hacerles tomar
conciencia de su situación.
EUCARISTÍA
1988, 54
7.-
Esta lectura recoge parte del llamado "apocalipsis sinóptico" según
la versión de Marcos.
En
las palabras de Jesús se mezclan dos motivos o temas, uno referente al fin de
Jerusalén y otro al fin de los tiempos. No es fácil distinguir entre ambos.
Siendo la destrucción de Jerusalén figura o tipo del fin del mundo, lo que se
dice del hecho ya acaecido quiere decir también algo de lo que está por venir.
De manera que el texto se parece a un cuadro con sus diferentes planos, sin que
sea posible establecer una línea divisoria entre el primer plano y el segundo.
Las
tres versiones del "apocalipsis sinóptico"
(cfr. Mc 13; Mt 24 y 25; Lc 21) coinciden en las siguientes características: a)
el discurso escatológico se presenta como respuesta de Jesús a la pregunta de
los discípulos sobre la destrucción del templo de Jerusalén; b) se trata de una
composición en la que se han reunido palabras del Señor, pronunciadas en
distintas ocasiones, y cuya redacción obedece también a las exigencias de la
catequesis y al deseo de interpretar la situación histórica en la que se
hallaba la iglesia primitiva; c) sobre todo en la redacción de Marcos y en la
de Mateo, se adivina la convicción de los cristianos de que la venida del Señor
era inminente; d) por eso el motivo dominante es una llamada a la vigilancia
ante la venida imprevisible del Señor y a estar atentos a los signos de los
tiempos; e) el estilo apocalíptico se presenta lleno de imágenes o símbolos de
difícil interpretación y que, desde luego, se resisten al que pretende tomarlos
al pie de la letra.
En
la descripción de este cataclismo, en la que se descubre la influencia del
libro de Isaías (34, 4), se presupone la visión mítica del universo. La
conmoción del "firmamento" y la "caída" de las estrellas es
la ruina de un orden viejo, el fin del cosmos que dará paso a un orden nuevo.
Los "ejércitos celestiales" son sencillamente los astros. Jesús, el
que habla, es el Hijo del Hombre que vendrá sobre las nubes, el Señor. Se alude
aquí a la misteriosa figura de la visión de Daniel (7, 13). La palabra
"venir" en los profetas significa frecuentemente "manifestarse",
y ése es aquí su sentido más apropiado. Por lo tanto, Jesús se manifestará como
Señor y en él aparecerá la misma gloria de Dios.
Por
eso vendrá con "poder" (esto es, acompañado de los ángeles o
ejecutores de la voluntad de Dios) y "majestad" (o
"gloria", que es el atributo exclusivo de Dios).
La
reunión de todos los elegidos constituye un rasgo esencial del Reino de Dios
que aparece ya en las expectativas mesiánicas de Israel. La asamblea
eucarística quiere ser también un signo de esperanza en el que se anticipa la
gran reunión de los elegidos cuando vuelva el Señor. Aunque Marcos no menciona
el juicio final, lo presupone: los que no sean reunidos quedarán excluidos del
Reino de Dios. Sólo entonces se reunirán los elegidos en una misma asamblea
como ahora se reúnen las espigas esparcidas por los montes para formar un mismo
pan eucarístico (como dice una hermosa oración de la Didajé). Entonces será el
tiempo de la cosecha, y por lo tanto, del juicio, de la separación del grano y
de la paja. Mientras tanto, en el mundo todo está mezclado, y en la iglesia
también.
Después
de referirse al fin del mundo y a su venida gloriosa, Jesús responde a la
pregunta que le hicieron sus discípulos sobre la ruina del templo (v. 4). De
este hecho serán testigos los hombres de su generación.
Hubiera
sido preferible traducir así: "Mas de aquel día y hora nadie sabrá
nada..." Pues Jesús se refiere ahora al fin del mundo y no a la
destrucción de Jerusalén; alude a su venida repentina y al día del juicio. Para
esto se utiliza en el género apocalíptico la expresión "aquel día".
En
los evangelios se presenta a Jesús con rasgos verdaderamente humanos, como hijo
de mujer, pero también con otros rasgos que lo elevan por encima de los
hombres. Como hijo de mujer, Jesús crece en edad y sabiduría, se somete a la
voluntad de Dios y nos dice que no conoce "aquel día ni la hora".
Pero, como Hijo de Dios, revela a los hombres la intimidad del Padre y somete a
su dominio las criaturas. Nosotros creemos que Jesús el hijo de María, es
también el Hijo de Dios; pero no sabemos cómo sea esto posible. Por eso tampoco
conocemos el misterio de su conciencia, el misterio que sólo Jesús conoce, su
misterio.
EUCARISTÍA
1982, 52
8.-
Hemos escuchado hoy unos textos escatológicos del Nuevo Testamento. Hablan
"escatológicamente" de la salvación que Dios nos dará el último día.
El evangelio habla de la venida de Jesús, acompañada de unos acontecimientos
cósmicos: vendrá como un ladrón en la noche, de manera imprevista... ¿Cómo se
ha de entender todo esto? Aquí hay un lenguaje con imágenes. No son
afirmaciones exactas, sino comparaciones alusivas. Del mismo modo que los
primeros capítulos del Génesis no son historia, sino una expresión literaria
libre de la verdad de la creación, del mismo modo los datos sobre la venida de
Jesús y la salvación escatológica no son más que imágenes sobre la verdad de
que Jesús, de algún modo, quiere conducir a la perfección al mundo y a los
hombres.
Este
evangelio no es, por supuesto, una guía de los últimos días; no hay un
reportaje sobre los últimos acontecimientos. Más bien es un balbuceo de la
nueva realidad -que no se puede expresar con nuestras palabras, con la que Dios
quiere llevar a su fin la creación. Dios supera nuestra imaginación y no
podemos comprender su acción. Pero en este futuro actuar de Dios hay un sí
absoluto al mundo que ha creado.
EUCARISTÍA
1988, 54
9.
ACI DIGITAL 2003
24.
Véase Is, 13, 10; Ez. 32, 7; Joel.. 2, 10.
27.
Entonces... congregará, es decir, que el arrebato que anuncia S. Pablo en I
Tes. 4, 15 ss. será al tiempo mismo de la Parusía, esto es cuando aparezca el
Señor (v. 26), como lo dice el Apóstol. Así Marcos explica aquí que seremos
llevados desde la extremidad de la tierra hasta el sumo cielo. Lo mismo dice
Mat. 24, 31. Se trata de los elegidos, ya vivos transformados, ya resucitados
de entre los muertos. Cf. I Cor. 15, 51 ss. texto griego.
30.
Véase Mat. 24, 34: "En verdad, os digo, que no pasará la generación ésta
hasta que todo esto suceda". Cf. Luc. 21, 32: "En verdad, os lo digo,
no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado".
32. Ni el Hijo, sino el Padre: Una de las más sorprendentes palabras del
Evangelio que nos podría hacer dudar de la divinidad de Jesucristo, si no
tuviésemos de su misma boca el testimonio de que El es igual al Padre. Cf. Juan
10, 30: "Mi Padre y Yo somos Uno", y muchos otros pasajes (Mat. 28,
18; Juan 5, 17; 6, 58; 14, 10; 16, 15; 17, 10, etc.). "La aparente
contradicción se explica y justifica con la alteza del misterio que es preciso
aceptar a menos que renunciemos a toda certeza. El Hijo todo lo recibe de su
Padre, y el Padre todo lo da... pero a manera de comunicación continua,
perpetua y constante, por la cual el Padre está en el Hijo, y en el Hijo
ejecuta El mismo sus obras, de modo que quienquiera que vea al Hijo y le
conozca, ve al Padre y conoce al Padre con un conocimiento que es la vida
eterna" (Breton, La Trinidad, pág. 33). Lo mismo expresan las clásicas
palabras de S. Hilario: "El Padre no es mayor que el Hijo, en poder,
eternidad y grandeza, sino en razón de que es principio del Hijo, a quien da la
vida". Cf. Mat. 24, 36; Juan 14, 28; Hech. 1, 7; I Cor. 15, 28 y notas.
Los teólogos suelen distinguir entre la ciencia de Cristo como Dios y como
Hombre.
PROPUESTA
DE CANTOS
ENTRADA: CRISTO NOS DA LA
LIBERTAD
CRISTO NOS DA LA LIBERTAD,
CRISTO NOS DA LA SALVACIÓN,
CRISTO NOS DA LA ESPERANZA,
CRISTO NOS DA EL AMOR.
1.- Cuando luche por la paz y la verdad, la encontraré,
cuando cargue con la cruz; de los demás me salvaré.
Dame, Señor, tu Palabra; oye, Señor, mi oración.
2.- Cuando sepa perdonar de corazón tendré perdón
cuando siga los caminos del amor veré al Señor.
Dame, Señor, tu Palabra; oye, Señor, mi oración.
3.- Cuando siembre la alegría y la amistad vendrá el amor,
cuando viva en comunión con los demás seré de Dios.
Dame, Señor, tu Palabra; Oye, Señor, mi oración.
COLECTA: AMAR ES ENTREGARSE
Amar es entregarse olvidándose de sí,
buscando lo que al otro, pueda hacerle feliz (2v).
QUE LINDO ES VIVIR PARA
AMAR,
QUE GRANDE ES TENER PARA DAR,
DAR ALEGRÍA Y FELICIDAD,
DARSE UNO MISMO ESO ES AMAR
(2V).
Si amas como a ti mismo y te entregas a los demás.
Veras que no hay egoísmos que no puedas superar.
DONES: ESTE PAN Y VINO
ESTE PAN Y VINO, SEÑOR, SE
TRANSFORMARÁN
EN TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR, EN
NUESTRO MANJAR.
Gracias al sol y al labrador,
en el altar florecen hoy
las espigas, los racimos,
que presentamos a Dios.
Lo que sembré con mi dolor,
lo que pedí en mi oración,
hoy son frutos, son ofrendas,
que presentamos a Dios..
COMUNION:
NO PODEMOS CAMINAR
NO PODEMOS CAMINAR
CON HAMBRE BAJO EL SOL.
DANOS SIEMPRE EL MISMO PAN,
TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR. (2V).
Comamos todos de este pan,
el pan de la unidad.
En un cuerpo nos unió el Señor
por medio del amor.
Señor, yo tengo sed de ti,
sediento estoy de Dios,
pero pronto llegaré a ver
el rostro del Señor.
Por el desierto el pueblo va
cantando su dolor;
en la noche brillará tu luz,
nos guía la verdad.
SALIDA: BUENA MADRE
Buena Madre estoy aquí,
quiero rezar, te quiero hablar.
Buena Madre has sido tú,
con sencillez, creyente fiel.
En tu regazo quiero estar, cerca de ti.
Como un pequeño te daré, todo mi ser, acéptalo.
BUENA
MADRE, NUESTRA BUENA MADRE. (2)
Buena Madre veo en ti, a la mujer llena de Dios.
Buena Madre por la fe, sabes vivir la oscuridad.
Mira a tus hijos caminar, buscando luz.
Mira la angustia y el dolor,
danos tu fe, acógenos.