lunes, 16 de enero de 2012

6. LA VERDAD EN LA SAGRADA ESCRITURA


6. LA VERDAD EN LA SAGRADA ESCRITURA

"Como todo lo que afirma los hagiógrafos, a autores inspirados, lo afirme el Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra.  Toda la Escritura, inspirada por Dios, es útil para enseñar, reprender, corregir, instruir en la justicia; para que el hombre de Dios, esté en forma equipado para toda abra buena" (2 Tim. 3,16-17)" ( D.V. 11B).

Habiendo tratado anteriormente el tema de la inspiración en la Sagrada Escritura, vamos ahora a descubrir el gran paso que ha dado el Vaticano II, al tratar el tema sobre la Verdad en la Sagrada Escritura.

            6.1. Posesión tranquila de una doctrina.

Durante los dieciséis primeros siglos, ningún cristianos puso en duda esta certeza: la verdad de la Biblia.

Justino, Jerónimo, Agustín y Santo Tomás de Aquino, afirman de una u otra forma lo siguiente: "Cuando está contenido es la Sagrada Escritura es verdadero"[1].

Agustín pone un principio que durante mucho tiempo va a ser tomado como la regla de la exégesis: "Creo firmemente que ningún autor ha cometido error alguno al escribir. Si en la Escritura hallo algo que me parece contrario a la verdad me hago el siguiente planteamiento: o bien se trata de un manuscrito defectuoso, o bien el autor no entiende lo que aquel dice o bien soy yo quien no lo entiendo[2].

P. Prat dice algo que podemos tomar a modo de conclusión : “Si el consentimiento unánime de los Padres no es una quimera, si la constancia, la perpetuidad y la universalidad de una doctrina es una regle de fe, no existe dogma más sólidamente establecido que la inerrancia de la Escritura[3]

            6.2. Discusiones en los siglos XVI-XVII.

El progreso de las ciencias viene a turbar esta tranquilidad. El caso Galileo no es más que una discusión sobre la inerrancia de la Escritura. Tuvo la  mala suerte de dar con una teología que ya no estaba a la búsqueda del dato revelado; por eso fue condenado, pero un problema del dato revelado[4]. Galileo escribía:

“De las cuales cosas descendiendo a nuestro particular, se sigue necesariamente que, no habiendo querido el Espíritu Santo enseñarnos si el cielo se mueve o está quieto, ni si su figura tiene la forma de esfera o de disco o es plano, ni si la tierra se halla en el centro de él o a un lado, no habrá tenido intención también de cerciorarnos, tampoco de otras conclusiones del mismo género y relacionadas con las mencionadas, que sin su determinación no se puede asegurar ésta o aquella parte, como son la de determinar el movimiento o quietud de la tierra y del sol. Y si el mismo Espíritu Santo no ha pretendido enseñarnos proposiciones semejantes, ya que quedan fuera de su intención, nuestra salvación , ¿cómo podrá afirmarse que el defender este extremo y no aquél, sea tan necesario que el uno sea de fe y el otro erróneo ? ¿Podrá, por tanto, ser herética una opinión que nada tiene que ver con la salvación de las almas? ¿ O acaso podrá decirse que el Espíritu Santo no ha querido enseñarnos verdades que se refieren a nuestra salvación?. Yo diré lo que oí decir a una persona eclesiástica en grado eminentísimo (El Cardenal Baronio), que el Espíritu Santo pretende enseñarnos como se va al cielo y no cómo va el cielo”[5]

A propósito del “Detente, oh Sol” de Jos 10, 12-14, Galileo escribe :

“...dado que sus palabras (de Josué) iban dirigidas a gente que tal vez no tenía otro conocimiento de los movimientos celestes que aquél generalísimo y ordinario de oriente a poniente, acomodándose a su capacidad y no tratando de enseñarles nada sobre la constitución de las esferas, sino de que comprendieran la grandeza del milagro de haberse alargado el día, habló conforme a su entendimiento...”[6]

El Siglo XIX, merced al progreso de las ciencias humanas, se vuelve a someter a discusión una noción de inerrancia que estaba mal comprendida. La crítica histórica comenzó a discutir los libros históricos de la Biblia. La apologética tradicional, razonando a partir de la oposición, situó en el mismo terreno que el racionalismo crítico.

Por eso, los intentos de solución propuestos por los exégetas estaban condenados por adelantados[7].

            6.3. Intentos de solución

Newman, dice que la verdad de la Escritura  o alcanza a las frases menudas, dichas por causalidad. D'Hulst, dice que la verdad de la Escritura queda reducida a las verdades de fe y de costumbres[8].

Estos intentos no tiene éxito, porque de una y otra forma limitaban el campo de aplicación de la inerrancia, distinguiendo arbitrariamente en la Biblia una parte profana y otra sagrada. Al no plantear de entrada que al Biblia es por entero de Dios y por entero del hombre, encontraban las dificultades que habían surgido ya a propósito de la Encarnación.

            6.4. Las encíclicas.   

Tras un periodo de posesión tranquila y los sobresaltos provocados por el progreso de las ciencias humanas, fueron las encíclicas de los Papas, los que permitieron a la exégesis escapar de aquel callejón sin salida.

León XIII en la Providentissimus, rechaza la limitación material  de la inspiración[9], pero en el plano de las ciencias naturales admite que los autores sagrados hablan según las apariencias[10]. El problema estaba planteado correctamente: ciancia y teología no parecía ya entrar en conflicto.

Spiritus Paraclitus, de Benedictus XV, aborda el problema de los libros históricos, negando que se trate de una historia según las apariencias.           

Pío XII en la Divina Afflante Spiritu, completa la obra de sus predecesores. Las investigaciones históricas han progresado notablemente[11] y el Papa podía con seguridad dar una normas directrices: el estudio de los géneros literarios se impone a los exégetas como una necesidad; el exégeta católico al exponer la Sagrada Escritura, al aprobar y defender su absoluta inerrancia, debe usar prudentemente de este recurso; la forma de hablar o el género literario empleado por el hagiógrafo pueden conducir a la verdadera y exacta interpretación[12].

            6.5. La exégesis después de la "Divino Afflante Spiritu".

A partir de la Divino Afflante, el recursos de los géneros literarios se vuelven como un medio para solucionar las dificultades.

A. Bea, Courtade, explican los diversos géneros literarios; Benoit insiste en la sicología del autor y J. Coppens hace una vigorosa síntesis de los estudios anteriores. Pero, todas estas tentativas como géneros literarios, sicología del autor... son métodos de investigación, pero no son ni pueden ser un principio teológico.

La exégesis debe progresar hasta llegar el Vaticano II.[13]

            6.6. La Constitución "Dei Verbum"

Recoge el fruto de todas las investigaciones anteriores. Es el punto de llegada o de términos, pues nos da un principio teológico claro y seguro de entender la doctrina tradicional sobre al verdad de las sagradas letras.
Es un texto con valor dogmático y por ello distinguimos de las opiniones privadas. No habla de inerrancia, sino de la verdad de la Escritura. La Escritura contiene la verdad que Dios ha querido incluir para nuestra salvación.

No se trata de verdades de fe, de verdades religiosas, sino de la verdad en relación con la salvación. En toda la constitución la palabra "veritas" que se emplea trece veces, no se encuentra nunca en plural.

Para entender la intención del autor, hay que tener en cuenta el modo de pensar, de hablar o narrar lo que era corriente en tiempos del escritor y las formas de expresión al uso en las relaciones humanas. Pero hay que tener en cuenta también el desarrollo de la historia de salvación y la unidad de toda la Escritura, puesto que la "Escritura se ha de leer con el mismo espíritu con que fue escrita, por tanto para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura y la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe" (D.V. 12).

Con estas líneas, el exégeta debe comprender mejor e interpretar mejor, la verdad que Dios; para nuestra salvación ha querido ver consignada en la Sagrada Escritura.

            6.7. El periodo postconciliar.
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Hay diversas posiciones respecto al texto conciliar y la gran mayoría se detiene en el inciso "la verdad que Dios quiso consignar en dichos libros para nuestra salvación". Enumeramos solo los nombres, pues más adelante en curso superiores de Sagrada Escritura están estudiados más detalladamente: Pierre Grelot, P. De la Poterie, Pierre Benoit; A. Grillmeier; N. Lohfink.

El Catecismo de la Iglesia retoma la enseñanza del Concilio Vaticano II
“Dios es el Autor de la Sagrada Escritura porque inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica” (CIU 136)

            6.8. Alcance de una fórmula.

Si se insiste en la fórmula del Concilio: "la verdad... para nuestra salvación", insistiendo en el sentido formal, sería restringir un poco al alcance. Hay que precisar su sentido. Los textos que dan la Constitución, no permiten ellos solos zanjar la cuestión.

Pablo habla de la "la palabra de la verdad", el evangelio de vuestra salvación (Ef. 1,13), indicando una relación entre la verdad y la salvación. 2Tim. 3,25, el texto es más preciso: "Las Sagradas Escrituras... pueden darte la sabiduría que conduce a nuestra salvación". Esta noción la retiene San Agustín, que nos dice que la Escritura no ha querido enseñar cosas que non son de utilidad para la salvación  de los hombres. Santo Tomás dice que no "quiso decir el Espíritu más verdad que lo que aprovecha para nuestra salvación.

Por el contexto, la constitución nos habla de la verdad que la revelación nos da "de Dios y de la salvación de los hombres", subraya que Cristo termina la obra de salvación, pero también este anuncio de salvación está orientado hacia un fin para que “escuchando el anuncio de salvación, el mundo entero crea el él, creyendo espere y esperando, ame" (D.V. 1).

El fin  de la revelación, es "para la salvación de todos los pueblos"(D.V.7). Esclarecido por el propio contexto de la constitución, el inciso "la verdad... para nuestra salvación" hay que comprenderla más ampliamente, en un sentido final.

En aspecto formal deriva del hecho que una cosa está orientada hacia un fin. El aspecto formal insiste en la intención que reside en el corazón de la cosa; el aspecto final es más amplio. Engloba el fin hacia el que esta intención está orientada. La verdad de la Escritura debe vivificarme actualmente sino, no serviría de nada. En la Escritura se encuentra la verdad que llama "ahora" y me impulsa hacia la parusía.

La salvación ya está totalmente realizada en Cristo. Es todo el misterio de Cristo siempre, ayer y hoy. Habiendo conocido la verdad, llegado al fin, retrocedemos tomando todo lo creado y a nosotros mismos para llevarlos a la verdad de la que vivimos ya.

Comentaristas como M. Zerwick, I. De la Poterie, insisten que el aspecto formal no ignora el aspecto final.

La fórmula final " por nuestra salvación" recuerda nuestros credos (Niceno, Dámaso...) La tradición, el contexto, todo parece indicar que se está a punto de tomar la expresión en un sentido final.

            6.9. Conclusión.

-          D.V. marca el fin de cuatro siglos de controversia.
-          La limitación de la inerrancia, concordismo, estaban destinados al fracaso.
-          Las encíclicas papeles trazaron el camino.
-          La concepción estrecha de la inerrancia, impedían encontrar el principio teológico de base.
-          Investigaciones antes del concilio, hicieron llegar a una concepción positiva de la verdad de la Sagrada Escritura.
-          Con el Concilio, volvemos a la Tradición, pues "los libros están hechos para enseñar la          salvación de las almas y no astronomía, nos dice como se va al cielo, no como va el              cielo".(A.M. Dubarle).
-          El Concilio, es un punto de llegada y un punto de parida. Los estudios profundos ya han          puesto en claro la noción de verdad.
-          No olvidemos que "las Palabras de Dios expresadas por medio de las lenguas humanas, han tomado apariencia del lenguaje de los hombres, de la misma forma que antaño el Verbo del Padre Eterno habiendo tomado la flaqueza de nuestra carne, se hizo semejante a los hombres". (D.V. 13).
-          Si no hacemos este paralelismo, será encontrar un monofisismo latente o un Nestorianismo larvado detrás de ésta o aquella desviación.[14]

Preguntas para el diálogo
1. ¿ Por qué en los primeros dieciséis siglos hubo una posesión tranquila de la doctrina?.
2. ¿ Qué es lo que motiva la discusión en los siglos XVI-XVIII?.
3. ¿ Qué es lo que permitió a la exégesis salir del callejón sin     salida?.
4. ¿ Por qué la D.V. habla de "verdad" y no de "inerrancia"?.
5. ¿ Qué conclusiones sacas de todo lo visto en este apartado?.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez

[1] Quodl. 12 q. 17 a. 7 ad 1
[2] SAN AGUSTÍN , Cartas 82, 1.3: PL 33/277 Cf. INSTITUTO INTERNACIONAL...pag 61. Será texto base en la presente reflexión.
[3] La Bible et l’Histoire, Paris 1904 p{ag. 15, citado en René JACOB, “La Verdad de la Sagrada Escritura”, en ALONSO SCHOKEL, Luis – ARTOLA, Antonio María (Dir.), La Palabra de Dios en la Historia de los hombres. Comentario temático a la Constitución “Dei Verbum”, Ediciones Mensajero, Bilbao 1991,  págs. 361ss.
[4] Al hacer  girar la tierra en torno al sol, Galileo, según sus jueces, atribuía un error a la Biblia que al parecer afirmaba lo contrario. En realidad la postura exegética de Galileo era extremadamente precisa (1615) y en la práctica se anticipaba a la adoptada por el papa León XIII en su Encíclica “Provindetissimus Deus” del año 1893.
[5]  G. GALILEI, “Lettera alla Serenissima Madama la Granduchesa Madre (Cristina di Lorena)”, en  Le opere de Galileo, De. Nazionale, G. Barbera, Firenze 1895, vol V, 319; citado en MANNUCI, V. La Biblia  como... o.c. 228.
[6]  G. GALILEI, ibid 344, en MANNUCI, V.; o.c. 228.
[7] Había pasajes oscuros que parecían ir contra la inerrancia absoluta. Cómo podían explicar lo siguiente: A.T.: las cronologías del diluvio (Y:101 días: P: 365 días); la muerte de Goliat: o por David (2Sam.17,48) o por uno de los valientes de David (2Sam.21,19); el cielo que se apoya sobre columnas (Jb.26,11); el firmamento como una bóveda sólida(Gn.1,6); la tierra sostenida sobre bases firmes(Sal.104,5); el alargamiento del día que supone la inmovilidad de la tierra ante el movimiento del sol (Jos.10,12-14). Podemos presentar otros datos interesantes : Gn 1, Dios creó primero a los animales y después al hombre y según Gn 2 fue al revés; apenas creado el mundo Abel es pastor y Caín agricultor (Gn 4,2) y cuando mata a su hermano se marcha a otro pueblo, cuando no había más personas sobre le tierra que ellos; Gn 6,19: Noé debía meter en el arca sólo una pareja de animales y según Gn 7,2-3 debía meter siete parejas; ¿por qué Dios le dice a Moisés en Ex 6,3 que no se ha dado a conocer antes como YHWH cuando a lo largo del Génesis aparece identificándose como YHWH una y otra vez; la liebre o conejo son rumiantes o roedores ? (Lv 11,6); Dios dice en Num 18,20.24 que la tribu de Leví no recibirán ninguna heredad y según Num 35 Dios les da “ciudades” como parte de la herencia.
[8] MONS D’HULST, La question biblique: Le correspondant (25 de Enero de 1893), pág 220, citado en René JACOB, o.c. pán 362.
[9] Enchiridium Biblicum 126 (A partir de ahora EB)
[10] EB 121, citando a San Agustín y también con referencia a Santo Tomás I q. 170 a. 1 ad 3
[11] EB 579; la Comisión Bíblica habla de los “resultados obtenidos durantes estos últimos cuarenta años”.
[12] EB 558
[13] En el N.T. la expulsión de los traficantes del templo o al principio o al fin del ministerio de Jesús (Jn.2,14-22; Mt.21,22); un ciego o dos en Jericó(Mt.20,29-34; Mc.10,46-52; Lc.18,35s); El proceso de Jesús ante el Sanedrín a medianoche o en la madrugada(Mt.26,57-68; Mc.14,53-65; Lc.22,54-71); Cf. CARRILLO ALDAY, S. o.p. pags 108-109; INSTITUTO INTERNACIONAL... o.c. pags. 61-64.
[14]JACOBO, René, "La Verdad sobre la Sagrada Escritura", en Comentarios a la Constitución Dei Verbum, dirigida por ALONSO SCHOKEL, Luis,S.J,  Madrid, BAC 1969 pags. 405-417.