6. LA VERDAD EN LA SAGRADA
ESCRITURA
"Como
todo lo que afirma los hagiógrafos, a autores inspirados, lo afirme el Espíritu
Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin
error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación
nuestra. Toda la Escritura, inspirada
por Dios, es útil para enseñar, reprender, corregir, instruir en la justicia;
para que el hombre de Dios, esté en forma equipado para toda abra buena"
(2 Tim. 3,16-17)" ( D.V. 11B).
Habiendo
tratado anteriormente el tema de la inspiración en la Sagrada Escritura, vamos
ahora a descubrir el gran paso que ha dado el Vaticano II, al tratar el tema
sobre la Verdad en la Sagrada Escritura.
6.1.
Posesión tranquila de una doctrina.
Durante
los dieciséis primeros siglos, ningún cristianos puso en duda esta certeza: la
verdad de la Biblia.
Justino,
Jerónimo, Agustín y Santo Tomás de Aquino, afirman de una u otra forma lo
siguiente: "Cuando está contenido es
la Sagrada Escritura es verdadero"[1].
Agustín
pone un principio que durante mucho tiempo va a ser tomado como la regla de la
exégesis: "Creo firmemente que
ningún autor ha cometido error alguno al escribir. Si en la Escritura hallo
algo que me parece contrario a la verdad me hago el siguiente planteamiento: o
bien se trata de un manuscrito defectuoso, o bien el autor no entiende lo que
aquel dice o bien soy yo quien no lo entiendo[2].
P. Prat
dice algo que podemos tomar a modo de conclusión : “Si el consentimiento unánime de los Padres no es una quimera, si la
constancia, la perpetuidad y la universalidad de una doctrina es una regle de
fe, no existe dogma más sólidamente establecido que la inerrancia de la
Escritura”[3]
6.2.
Discusiones en los siglos XVI-XVII.
El
progreso de las ciencias viene a turbar esta tranquilidad. El caso Galileo no
es más que una discusión sobre la inerrancia de la Escritura. Tuvo la mala suerte de dar con una teología que ya no
estaba a la búsqueda del dato revelado; por eso fue condenado, pero un problema
del dato revelado[4].
Galileo escribía:
“De las cuales cosas
descendiendo a nuestro particular, se sigue necesariamente que, no habiendo
querido el Espíritu Santo enseñarnos si el cielo se mueve o está quieto, ni si
su figura tiene la forma de esfera o de disco o es plano, ni si la tierra se
halla en el centro de él o a un lado, no habrá tenido intención también de
cerciorarnos, tampoco de otras conclusiones del mismo género y relacionadas con
las mencionadas, que sin su determinación no se puede asegurar ésta o aquella
parte, como son la de determinar el movimiento o quietud de la tierra y del
sol. Y si el mismo Espíritu Santo no ha pretendido enseñarnos proposiciones
semejantes, ya que quedan fuera de su intención, nuestra salvación , ¿cómo
podrá afirmarse que el defender este extremo y no aquél, sea tan necesario que
el uno sea de fe y el
otro erróneo ? ¿Podrá, por tanto, ser
herética una opinión que nada tiene que ver con la salvación de las almas? ¿ O
acaso podrá decirse que el Espíritu Santo no ha querido enseñarnos verdades que
se refieren a nuestra salvación?. Yo diré lo que oí decir a una persona
eclesiástica en grado eminentísimo (El Cardenal Baronio), que el Espíritu Santo
pretende enseñarnos como se va al cielo y no cómo va el cielo”[5]
A
propósito del “Detente, oh Sol” de Jos 10, 12-14, Galileo escribe :
“...dado que sus palabras (de
Josué) iban dirigidas a gente que tal vez no tenía otro conocimiento de los
movimientos celestes que aquél generalísimo y ordinario de oriente a poniente,
acomodándose a su capacidad y no tratando de enseñarles nada sobre la
constitución de las esferas, sino de que comprendieran la grandeza del milagro
de haberse alargado el día, habló conforme a su entendimiento...”[6]
El
Siglo XIX, merced al progreso de las ciencias humanas, se vuelve a someter a
discusión una noción de inerrancia que estaba mal comprendida. La crítica
histórica comenzó a discutir los libros históricos de la Biblia. La apologética
tradicional, razonando a partir de la oposición, situó en el mismo terreno que
el racionalismo crítico.
Por
eso, los intentos de solución propuestos por los exégetas estaban condenados
por adelantados[7].
6.3. Intentos de solución
Newman,
dice que la verdad de la Escritura o
alcanza a las frases menudas, dichas por causalidad. D'Hulst, dice que la
verdad de la Escritura queda reducida a las verdades de fe y de costumbres[8].
Estos
intentos no tiene éxito, porque de una y otra forma limitaban el campo de
aplicación de la inerrancia, distinguiendo arbitrariamente en la Biblia una
parte profana y otra sagrada. Al no plantear de entrada que al Biblia es por
entero de Dios y por entero del hombre, encontraban las dificultades que habían
surgido ya a propósito de la Encarnación.
6.4.
Las encíclicas.
Tras un
periodo de posesión tranquila y los sobresaltos provocados por el progreso de
las ciencias humanas, fueron las encíclicas de los Papas, los que permitieron a
la exégesis escapar de aquel callejón sin salida.
León
XIII en la Providentissimus, rechaza la limitación material de la inspiración[9], pero en el plano de las
ciencias naturales admite que los autores sagrados hablan según las apariencias[10]. El problema estaba
planteado correctamente: ciancia y teología no parecía ya entrar en conflicto.
Spiritus
Paraclitus, de Benedictus XV, aborda el problema de los
libros históricos, negando que se trate de una historia según las apariencias.
Pío XII
en la Divina Afflante Spiritu, completa la obra de sus predecesores. Las
investigaciones históricas han progresado notablemente[11] y el Papa podía con
seguridad dar una normas directrices: el estudio de los géneros literarios se
impone a los exégetas como una necesidad; el exégeta católico al exponer la
Sagrada Escritura, al aprobar y defender su absoluta inerrancia, debe usar
prudentemente de este recurso; la forma de hablar o el género literario
empleado por el hagiógrafo pueden conducir a la verdadera y exacta
interpretación[12].
6.5.
La exégesis después de la "Divino Afflante Spiritu".
A
partir de la Divino Afflante, el recursos de los géneros literarios se vuelven
como un medio para solucionar las dificultades.
A. Bea,
Courtade, explican los diversos géneros literarios; Benoit insiste en la
sicología del autor y J. Coppens hace una vigorosa síntesis de los estudios
anteriores. Pero, todas estas tentativas como géneros literarios, sicología del
autor... son métodos de investigación, pero no son ni pueden ser un principio
teológico.
6.6.
La Constitución "Dei Verbum"
Recoge
el fruto de todas las investigaciones anteriores. Es el punto de llegada o de
términos, pues nos da un principio teológico claro y seguro de entender la
doctrina tradicional sobre al verdad de las sagradas letras.
Es un
texto con valor dogmático y por ello distinguimos de las opiniones privadas. No
habla de inerrancia, sino de la verdad de la Escritura. La Escritura contiene
la verdad que Dios ha querido incluir para nuestra salvación.
No se
trata de verdades de fe, de verdades religiosas, sino de la verdad en relación
con la salvación. En toda la constitución la palabra "veritas" que se emplea trece veces, no se encuentra
nunca en plural.
Para
entender la intención del autor, hay que tener en cuenta el modo de pensar, de
hablar o narrar lo que era corriente en tiempos del escritor y las formas de
expresión al uso en las relaciones humanas. Pero hay que tener en cuenta
también el desarrollo de la historia de salvación y la unidad de toda la
Escritura, puesto que la "Escritura
se ha de leer con el mismo espíritu con que fue escrita, por tanto para
descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el
contenido y la unidad de toda la Escritura y la Tradición viva de toda la
Iglesia, la analogía de la fe" (D.V. 12).
Con
estas líneas, el exégeta debe comprender mejor e interpretar mejor, la verdad
que Dios; para nuestra salvación ha querido ver consignada en la Sagrada
Escritura.
6.7.
El periodo postconciliar.
|
Hay
diversas posiciones respecto al texto conciliar y la gran mayoría se detiene en
el inciso "la verdad que Dios quiso
consignar en dichos libros para nuestra salvación". Enumeramos solo
los nombres, pues más adelante en curso superiores de Sagrada Escritura están
estudiados más detalladamente: Pierre Grelot, P. De la Poterie, Pierre Benoit;
A. Grillmeier; N. Lohfink.
El
Catecismo de la Iglesia retoma la enseñanza del Concilio Vaticano II
“Dios es el Autor de la Sagrada Escritura
porque inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la
seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica” (CIU 136)
6.8.
Alcance de una fórmula.
Si se
insiste en la fórmula del Concilio: "la
verdad... para nuestra salvación", insistiendo en el sentido formal,
sería restringir un poco al alcance. Hay que precisar su sentido. Los textos
que dan la Constitución, no permiten ellos solos zanjar la cuestión.
Pablo
habla de la "la palabra de la verdad",
el evangelio de vuestra salvación (Ef. 1,13), indicando una relación entre la
verdad y la salvación. 2Tim. 3,25, el texto es más preciso: "Las Sagradas Escrituras... pueden darte la
sabiduría que conduce a nuestra salvación". Esta noción la retiene San
Agustín, que nos dice que la Escritura no ha querido enseñar cosas que non son
de utilidad para la salvación de los
hombres. Santo Tomás dice que no "quiso decir el Espíritu más verdad que
lo que aprovecha para nuestra salvación.
Por el
contexto, la constitución nos habla de la verdad que la revelación nos da "de Dios y de la salvación de los
hombres", subraya que Cristo termina la obra de salvación, pero
también este anuncio de salvación está orientado hacia un fin para que
“escuchando el anuncio de salvación, el mundo entero crea el él, creyendo
espere y esperando, ame" (D.V. 1).
El
fin de la revelación, es "para la salvación de todos los pueblos"(D.V.7).
Esclarecido por el propio contexto de la constitución, el inciso "la verdad... para nuestra
salvación" hay que comprenderla más ampliamente, en un sentido final.
En
aspecto formal deriva del hecho que una cosa está orientada hacia un fin. El
aspecto formal insiste en la intención que reside en el corazón de la cosa; el
aspecto final es más amplio. Engloba el fin hacia el que esta intención está
orientada. La verdad de la Escritura debe vivificarme actualmente sino, no
serviría de nada. En la Escritura se encuentra la verdad que llama "ahora"
y me impulsa hacia la parusía.
La
salvación ya está totalmente realizada en Cristo. Es todo el misterio de Cristo
siempre, ayer y hoy. Habiendo conocido la verdad, llegado al fin, retrocedemos
tomando todo lo creado y a nosotros mismos para llevarlos a la verdad de la que
vivimos ya.
Comentaristas
como M. Zerwick, I. De la Poterie, insisten que el aspecto formal no ignora el
aspecto final.
La
fórmula final " por nuestra
salvación" recuerda nuestros credos (Niceno, Dámaso...) La tradición,
el contexto, todo parece indicar que se está a punto de tomar la expresión en
un sentido final.
6.9.
Conclusión.
-
D.V. marca el fin de cuatro
siglos de controversia.
-
La limitación de la inerrancia,
concordismo, estaban destinados al fracaso.
-
Las encíclicas papeles trazaron
el camino.
-
La concepción estrecha de la
inerrancia, impedían encontrar el principio teológico de base.
-
Investigaciones antes del
concilio, hicieron llegar a una concepción positiva de la verdad de la Sagrada
Escritura.
-
Con el Concilio, volvemos a la Tradición,
pues "los libros están hechos para
enseñar la salvación de las
almas y no astronomía, nos dice como se va al cielo, no como va el cielo".(A.M. Dubarle).
-
El Concilio, es un punto de
llegada y un punto de parida. Los estudios profundos ya han puesto en claro la noción de verdad.
-
No olvidemos que "las Palabras de Dios expresadas por medio de
las lenguas humanas, han tomado apariencia del lenguaje de los hombres, de la
misma forma que antaño el Verbo del Padre Eterno habiendo tomado la flaqueza de
nuestra carne, se hizo semejante a los hombres". (D.V. 13).
-
Si no hacemos este paralelismo,
será encontrar un monofisismo latente o un Nestorianismo larvado detrás de ésta
o aquella desviación.[14]
Preguntas para el diálogo
1. ¿ Por
qué en los primeros dieciséis siglos hubo una posesión tranquila de la
doctrina?.
2. ¿
Qué es lo que motiva la discusión en los siglos XVI-XVIII?.
3. ¿
Qué es lo que permitió a la exégesis salir del callejón sin salida?.
4. ¿
Por qué la D.V. habla de "verdad"
y no de "inerrancia"?.
5. ¿
Qué conclusiones sacas de todo lo visto en este apartado?.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
[1]
Quodl. 12 q. 17 a. 7 ad 1
[2] SAN AGUSTÍN , Cartas 82, 1.3: PL 33/277
Cf. INSTITUTO INTERNACIONAL...pag
61. Será texto base en la presente reflexión.
[3] La Bible et
l’Histoire, Paris 1904 p{ag. 15, citado en René JACOB, “La Verdad de la Sagrada Escritura”,
en ALONSO SCHOKEL, Luis – ARTOLA, Antonio María (Dir.), La Palabra de Dios en la Historia de los hombres. Comentario temático a
la Constitución “Dei Verbum”, Ediciones Mensajero, Bilbao 1991, págs. 361ss.
[4] Al hacer girar la tierra en torno al sol, Galileo,
según sus jueces, atribuía un error a la Biblia que al parecer afirmaba lo
contrario. En realidad la postura exegética de Galileo era extremadamente
precisa (1615) y en la práctica se anticipaba a la adoptada por el papa León
XIII en su Encíclica “Provindetissimus
Deus” del año 1893.
[5] G. GALILEI, “Lettera alla Serenissima Madama
la Granduchesa Madre (Cristina di Lorena)”, en Le
opere de Galileo, De. Nazionale, G. Barbera, Firenze 1895, vol V, 319;
citado en MANNUCI, V. La Biblia como... o.c. 228.
[6] G. GALILEI, ibid 344, en MANNUCI, V.; o.c.
228.
[7] Había pasajes oscuros que parecían ir
contra la inerrancia absoluta. Cómo podían explicar lo siguiente: A.T.: las
cronologías del diluvio (Y:101 días: P: 365 días); la muerte de Goliat: o por
David (2Sam.17,48) o por uno de los valientes de David (2Sam.21,19); el cielo
que se apoya sobre columnas (Jb.26,11); el firmamento como una bóveda
sólida(Gn.1,6); la tierra sostenida sobre bases firmes(Sal.104,5); el
alargamiento del día que supone la inmovilidad de la tierra ante el movimiento
del sol (Jos.10,12-14). Podemos presentar otros datos interesantes : Gn 1, Dios
creó primero a los animales y después al hombre y según Gn 2 fue al revés;
apenas creado el mundo Abel es pastor y Caín agricultor (Gn 4,2) y cuando mata
a su hermano se marcha a otro pueblo, cuando no había más personas sobre le
tierra que ellos; Gn 6,19: Noé debía meter en el arca sólo una pareja de animales y según Gn 7,2-3 debía meter siete parejas; ¿por qué Dios le dice a
Moisés en Ex 6,3 que no se ha dado a conocer antes como YHWH cuando a lo largo
del Génesis aparece identificándose como YHWH una y otra vez; la liebre o
conejo son rumiantes o roedores ? (Lv 11,6); Dios dice en Num 18,20.24 que la
tribu de Leví no recibirán ninguna heredad y según Num 35 Dios les da
“ciudades” como parte de la herencia.
[8] MONS D’HULST, La question biblique: Le correspondant (25
de Enero de 1893), pág 220, citado en René JACOB, o.c. pán 362.
[9] Enchiridium
Biblicum 126 (A partir de ahora EB)
[10] EB 121, citando a
San Agustín y también con referencia a Santo Tomás I q. 170 a. 1 ad 3
[11] EB 579; la Comisión
Bíblica habla de los “resultados obtenidos durantes estos últimos cuarenta
años”.
[12] EB 558
[13] En el N.T. la expulsión de los
traficantes del templo o al principio o al fin del ministerio de Jesús
(Jn.2,14-22; Mt.21,22); un ciego o dos en Jericó(Mt.20,29-34; Mc.10,46-52;
Lc.18,35s); El proceso de Jesús ante el Sanedrín a medianoche o en la
madrugada(Mt.26,57-68; Mc.14,53-65; Lc.22,54-71); Cf. CARRILLO ALDAY, S. o.p. pags
108-109; INSTITUTO INTERNACIONAL...
o.c. pags. 61-64.
[14]JACOBO, René, "La Verdad sobre la Sagrada
Escritura", en Comentarios
a la Constitución Dei Verbum, dirigida por ALONSO SCHOKEL, Luis,S.J, Madrid, BAC 1969 pags. 405-417.