PONCIO PILATO
Gobernador de Judea
(26-37 d.C.)
Es difícil escribir sobre Pilato,
el gobernador romano que oficialmente condenó a muerte a Jesús. De él se ha
dicho todo. Se le ha aplicado toda clase de epítetos, desde deicida hasta
débil. Además aparece mencionado en el Credo: "Y padeció bajo Poncio
Pilato".
Es muy duro llamar a un hombre
deicida y echar todo el peso de la muerte de Jesús a un gobernador que tenía un
quinto puesto de responsabilidad dentro de la administración romana, por este
orden: el emperador Tiberio, el Senado, la Cancillería de Asuntos Exteriores,
el legado de Siria y, en quinto lugar, un modesto gobernador o prefecto que
vigilaba una pequeña región con apenas un millón de habitantes.
Los Evangelios lo presentan como
un hombre que, ante la inocencia de Jesús, no quiso condenarlo y trató una y
otra vez de salvarlo, valiéndose de todos los resortes a su alcance. Si es
cierto que el juicio de Jesús lo llevó al principio con ecuanimidad, al final
la ecuanimidad quedó empañada con la condena a muerte del Nazareno.
¿Cómo
ha juzgado la historia a Pilato?
Veamos la personalidad de quienes
hablaron mal de Pilato:
- El rey Herodes Antipas - citado
por Filón - decía de Pilato que era un hombre "venal, violento, rapaz,
extorsionador y tirano". Pero era fama y corría la voz entre la gente que
el propio rey ejercía el oficio de espía del emperador Tiberio. Esto lo sabía
el mismo Pilato. De ahí la enemistad entre los dos según señala el evangelista
Lucas (23,12). Esta enemistad se incrementó a causa de la muerte de unos
galileos, súbditos del rey Herodes Antipas, que habían venido a Jerusalén a
"ofrecer sacrificios" en el Templo. Pero es lógico pensar que harían
algo más que ofrecer sacrificios, pues todos los años, e incluso ese mismo año,
vinieron decenas de miles de galileos a celebrar la Pascua a Jerusalén y a
ofrecer sacrificios y no les sucedió nada. Esta enemistad alcanzó cotas máximas
al enterarse Pilato, por sus espías, que Herodes acumulaba gran cantidad de
armas en lugares ocultos de Galilea. ¿Para qué?
- El historiador Flavio Josefo
cita a Pilato para relatar ciertos hechos acontecidos en la región durante el
tiempo de sus mandato, sin recalcar tintas negras sobre su persona.
- Lo cita también el filósofo
Filón, que vivió en un tiempo en que habían abrazado la fe cristiana numerosos
intelectuales que emplearon la pluma en defensa del cristianismo. Los romanos
no intervinieron en estas luchas religiosas porque o no conocían la fe
cristiana o la tomaban como una de tantas creencias existentes en el imperio.
Los judíos sí intervinieron ante la acusación de los cristianos de ser los
responsables de la muerte de Jesús. Uno de estos judíos era Filón, quien para
aminorar el golpe de los cristianos, recalcó las tintas sobre Pilato,
haciéndole responsable de ella, por ser un gobernador de naturaleza implacable,
corrompido y cruel que no retrocedía ante nada, haciendo todo por orgullo y, a
su vez, corrompido.
- El historiador romano Tácito no
conoció a Pilato, pero lo describe como "arbitrario y despiadado". No
sabemos las fuentes que tuvo Tácito para afirmar esto. Lo que sí sabemos es que
la buena imagen que Pilato presenta en el juicio de Jesús, en el que quiere ser
recto, no corresponde a la de un hombre despiadado.
- Los apologistas cristianos de
los primeros siglos son inmisericordes con Pilato por su debilidad.
- Por su parte, los judios
atacaron duramente a Pilato como defensa ante las acusaciones de los cristianos
que cargaban sobre ellos el peso de la muerte de Jesús.
¿Qué
sabemos de Pilato?
La historia dice que fue enviado
como gobernador a Palestina por Tiberio en el año 26 de nuestra era. Sucedió en
el cargo a Valerio Grato y era el quinto gobernador de Roma en esta zona, que
lo puso al frente de una circunscripción de segunda categoría a la que
pertenecían tres pequeñas provincias: Judea, Samaria e Idumea. Esta última
tenía fronteras poco definidas, por lo que necesitaba vigilancia especial. Era
una región difícil y problemática. En ella había frecuentes revueltas. No era
procurador, como muchas veces hemos oído, sino un simple prefecto, como lo
demuestra la lápida encontrada en Cesarea Marítima el año 1961.
Su residencia oficial estaba en
Cesarea, ciudad construida por Herodes el Grande, a la que puso tal nombre para
congraciarse con el emperador César Augusto. El ambiente de la ciudad era
helenizado, por lo que podía llevar una vida regalada, sin oler constantemente
a carne asada de los sacrificios, como ocurría de residir en Jerusalén. Pero
durante las grandes festividades judías en las que se congregaba gran número de
peregrinos, se trasladaba a Jerusalén con el fin de evitar revueltas, ya que
las aglomeraciones eran caldo de cultivo para ellas. La guarnición militar de
Jerusalén no superaba los 4.500 soldados. No eran legionarios romanos, sino
tropas auxiliares, reclutadas entre sirios, griegos y samaritanos. Se dividían
en "cohortes" y "alas". En casos excepcionales el prefecto
podía recurrir al legado de Siria, su superior inmediato, para pedir refuerzos.
El cometido del prefecto era
advertir a las autoridades religiosas locales que no se entrometieran en
asuntos de la administración civil: el de recaudar los impuestos y el de evitar
y reprimir levantamientos secesionistas.
El cargo de prefecto se renovaba
cada tres años. Pilato estuvo diez, lo que dice mucho en su favor a pesar de
las criticas severas que le han hecho y de la acusación de que no se preocupaba
de los asuntos de la metrópolis. A este respecto no olvidemos que Tiberio tenía
costumbre de retener a algunos funcionarios más de tres años, porque decía que,
al pretender enriquecerse en tan poco tiempo, podían cometer desmanes. Y ponía
por ejemplo el de un hombre solo y abandonado al que acudían las moscas a
chuparle la sangre por estar lleno de llagas. Pasó por allí uno que se
compadeció del pobre y quiso espantar a las moscas. El llagado se opuso y
gritando dijo: "Déjalas, ya me han chupado bastante y están hartas. Si las
espantas vendrán otras hambrientas y me chuparán la poca sangre que me
queda".
Pilato,
¿antisemita?
La gestión de Pilato en Palestina
estuvo marcada por varios hechos de cierta importancia. Nada más llegar a esta
región, como reconocimiento al emperador Tiberio e influido por el ambiente
antijudío del que hablaremos, mandó instalar en Jerusalén las insignias de su
tropa con el estandarte del emperador, acompañado de las águilas imperiales. La
presencia de representaciones humanas en la Ciudad Santa exaltó a los judíos.
Fueron a protestar en masa a Cesarea, a la residencia de Pilato. Allí
estuvieron vociferando durante cinco días. Al final, Pilato, cansado de tanto
griterío, los amenazó con la tropa que ya tenía preparada. Ellos, lejos de
temer, hicieron el gesto de desnudar sus cuellos, demostrando que estaban
dispuestos a morir. Ante esta reacción inusitada, mandó quitar las imágenes y
estandartes de Jerusalén. Poco tiempo después hizo lo mismo. Parece que recibió
órdenes de Roma como se desprende de lo que vamos a decir.
Unos años antes, concretamente en
el año 19 de nuestra era, cuatro judíos representativos de la comunidad de Roma
engañaron a una tal Fulvia, esposa de un alto dignatario llamado Saturnino,
amigo de Tiberio. El emperador, instigado por su amigo, mandó expulsar a todos
los judíos de Roma y alrededores. El hecho de la expulsión tuvo graves
consecuencias no sólo en Roma, sino también en muchas provincias del imperio.
Se suscitó además, un clima antijudío con repercusiones en el mal trato que se
les daba y sobre todo el que los prefectos enviados a Palestina llevaban
órdenes concretas de reprimirlos. Se ha de tener en cuenta esta circunstancia
para comprender la actitud de Pilato en Palestina y no acusarlo de que no
atendía bien los intereses de Roma en la zona, y que, en vez de atraer a sus
subordinados, sentía hacia ellos vivo desprecio que repercutía en su proceder
con ellos, buscando ocasiones para humillarlos. Además, sabemos que Tiberio
sentía gran antipatía por los judíos y el todopoderoso Sejano, jefe de la
guardia imperial, era el prototipo del antisemitismo.
Tomó
dinero de las arcas del Templo
Otro de los casos sucedidos
durante su mandato fue con ocasión del acueducto que construyó para llevar agua
desde las cercanías de Belén a Jerusalén. Necesitaba dinero para costear la
obra y lo tomó de las arcas del Templo de Jerusalén. Herodes el Grande también
lo había hecho y, aunque fue criticado, el hecho no tuvo mayor repercusión.
Pero en este caso el que lo hacía era pagano y además invasor. El hecho suscitó
una rebelión. Para reprimirla, Pilato usó una táctica curiosa. Envió soldados a
Jerusalén, vestidos de paisano, sin espadas, como cualquier otro judío, pero
con un garrote camuflado entre la ropa. Llevaban órdenes de entremezclarse con
la gente alborotada y dar garrotazos a todo el que gritara. Como consecuencia
de los golpes murieron muchos judíos, otros perdieron la vida pisoteados por la
multitud que huía despavorida por las estrechas calles de la ciudad.
Pilato
y los samaritanos
El peor de los hechos sucedidos
durante su mandato fue el del año 35 de nuestra era. Un iluminado samaritano
convenció a muchos para que se alzasen contra los romanos ante la proximidad de
los tiempos mesiánicos. El pueblo tomó las armas y se dirigió a Tarante, Monte
Garizim. Pilato se anticipó y con sus tropas ocupó el camino que iba al monte
sagrado de los samaritanos. Murieron muchos. Otros fueron hechos prisioneros y
ejecutó a gran número de gente principal. Pilato esta vez tuvo mala suerte. La
operación de su ejército en las faldas del monte coincidió con el nombramiento
de un nuevo legado para Siria, del que dependía Palestina. Era Lucio Vitelio.
Este, siguiendo su costumbre, quiso informarse de todo lo que había sucedido en
la región revisando los archivos. A su vez, los samaritanos, repuestos del
susto, enviaron una comisión para quejarse de los sucedido con Pilato,
aduciendo que no se habían sublevado contra Roma.
Vitelio, mal compañero de Pilato,
lo relevó de su puesto y lo envió a Roma para dar explicaciones al emperador.
Tras 54 días de viaje, desembarcó en Italia días después de la muerte de su
protector Tiberio, acaecida el 17 de marzo del 37. No sabemos más de él. Lo que
sí sabemos es que todas las personas designadas por el emperador para un cargo,
perdían sus funciones y pasaban al estado civil, si el emperador no les
renovaba el nombramiento. Por eso, todo lo que después de su destitución se ha
dicho de Pilato pertenece al género de la leyenda. Los franceses, por ejemplo,
lo hicieron morir en Viena del Delfinado, como hicieron venir a Francia a otros
personajes evangélicos, como a Marta, María y Lázaro. Son leyendas que
aparecieron en los siglos X y XI.
Pilato y el proceso de
Jesús
Respecto al comportamiento de
Pilato en el proceso civil de Jesús, vemos que una y otra vez quiso salvar a
Jesús. Ante una multitud que presionaba, que amenazaba con acusarlo a Roma,
cedió. De haber sido Pilato plenamente contrario a Jesús, los evangelistas no
hubieran recalcado tanto y tanto su voluntad de querer salvar a Jesús de la
muerte en la cruz. Pilato se encontró entre la espada y la pared, por lo que
cansado y asqueado del caso y de los que lo promovieron, sin saber qué hacer,
lo remató con un procedimiento jurídico, valedero para las provincias del
imperio, que constaba en la "Lex lulia", llamado "Extraordinaria
cognitio". De todos modos, condenando a Jesús, fue moralmente culpable y
jurídicamente responsable: "El que me entregó a ti, tiene más culpa que
tú" (Jn 19,11).
Como nota curiosa anotemos que la
Iglesia de Etiopía celebra el 25 de junio su fiesta como mártir, y la Iglesia
griega ortodoxa, el 27 de octubre, celebra la de su esposa Prócula.
Constancio Cabezón, Tomado de la Revista TIERRA SANTA, Marzo-Abril, 743 (2000)69-73