viernes, 31 de mayo de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO ASCENSIÓN DEL SEÑOR CICLO C - 2 JUNIO 2019


MIENTRAS LOS BENDECÍA, IBA SUBIENDO AL CIELO


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso, concédenos exultar santamente de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo es ya nuestra victoria, y adonde ya se ha adelantado gloriosamente nuestra cabeza, esperamos llegar también los miembros de su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1—11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No se alejen de Jerusalén; aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo les he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días ustedes serán bautizados con Espíritu Santo.».
Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?».
Jesús contestó: «No les toca a ustedes conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.».
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al cielo?. El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le han visto marcharse.».

SALMO RESPONSORIAL (46)

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

Pueblos todos batan palmas, aclamen a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; toquen para Dios, toquen, toquen para nuestro Rey, toquen. R.

Porque Dios es el rey del mundo; toquen con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, los de espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de su o corazón, para que comprendan cual es la esperanza a la que les llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cual la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

EVANGELIO

Conclusión del santo evangelio según san Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Ustedes son testigos de esto. Yo les enviaré lo que mi Padre ha prometido; ustedes quédense en la ciudad, hasta que se revistan de la fuerza de lo alto.»
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

COMENTARIO

En el episodio de los discípulos de Emaús, la secuencia fue así: primero, la exposición y explicación de la palabra; después, la comprensión durante la "comida". Sin embargo, ahora, se cambia al orden: a la "comida" (versículos anteriores a los de nuestra perícopa) siguen las palabras (la palabra) del resucitado. "Palabra" y "comida" son, desde la revelación, elementos necesarios para la fe plena: "Les abrió el sentido para la comprensión de la Escritura". Es preciso tener en la memoria el camino de Jesús, que comenzó con la promesa y que, con la resurrección, aún no ha llegado a su fin definitivo, pues los mismos discípulos han de proseguir ese camino y llegar a esa meta con la "fuerza de lo alto". Porque en Jerusalén, que parece el final, es decir, donde todo se acaba, es precisamente donde irrumpe lo nuevo que se presenta por delante: el camino de Jesús con los suyos a los pueblos, "en su nombre".
La ascensión, la subida del Señor al cielo es el punto cardinal -así quiere entenderlo el evangelista- del que parte el camino de Jesús y a la vez el camino de la Iglesia (cf. Hch 1,8s).
En este final de Lucas cobra un tono relevante el término "mientras" (51). "Mientras los bendecía...". Lo que Zacarías no pudo terminar al comienzo del evangelio (bendecir al pueblo luego de salir del templo, pues había quedado mudo y la liturgia del AT es incompleta), lo hace Jesús al final del evangelio de Lucas. Esa bendición es un centrarse del Señor en sus discípulos: todos sus caminos están marcados por ese gesto. La bendición de Jesús marca el día del mundo. De ahí la alabanza de los discípulos a la hora de la despedida. Ellos se quedan parados, con las manos extendidas y, de momento, inmóviles, pero expectantes ante la llegada de la fuerza de lo alto y del retorno de su Señor.
Desde entonces, las manos del resucitado están abiertas sobre todos los caminos de los hombres y sobre el mundo, bendiciendo. Quien comprende esto, participa de la visión del evangelista, el mensajero de la alegría.

PLEGARIA UNIVERSAL
Unidos a Jesús, que estás a la derecha del Padre para interceder por nosotros, oremos con confianza diciendo: R. Tú, que estas a la derecha del Padre, atiende nuestras suplicas:

1.- Por el Papa Francisco, los Obispos, sacerdotes y diáconos: para que su testimonio de vida y su palabra alienten al Pueblo de Dios a descubrir la presencia de Cristo en las situaciones concretas de la vida. Roguemos al Señor. R.

2.- Por los gobiernos de todas las naciones, para que, por encima de sus intereses personales, busquen la concordia y la paz entre los pueblos. Roguemos al Señor. R.

3.- Por los emigrantes que dejan su patria a causa del hambre y la opresión: para que experimenten la compasión de Dios en los gestos de solidaridad de los pueblos que les brindan acogida. Roguemos al Señor. R.

4.- Para que la celebración de la Ascensión del señor grabe en nuestros corazones la certeza de que la meta de nuestra existencia no se halla en esta tierra, sino en el Reino del Padre, donde Jesús prepara un lugar para todos nosotros. Roguemos al Señor. R.

5.- Por nuestra comunidad parroquial: para que todos nos preparemos con alegría a recibir al Espíritu Santo y los dones espirituales que necesitamos a fin de dar testimonio de Jesús con alegría, en medio de las adversidades. Roguemos al Señor. R.

Señor Jesucristo al celebrar hoy tu Ascensión gloriosa, te suplicamos que escuches nuestras oraciones y nos des el Espíritu Santo prometido para que El vivifique con sus dones nuestra fe, e irradiemos su luz en medio del mundo, tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos ahora, Señor el sacrificio para celebra la admirable ascensión de tu Hijo, concédenos, por este sagrado intercambio, elevamos hasta las realidades del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Dios todopoderoso y eterno, que mientras vivimos aun en la tierra, nos concedes gustar los divinos misterios, te roamos que el afecto de nuestra piedad cristiana se dirija allí donde nuestra condijo humana está contigo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 03: Hch 19, 1-8; Sal 67; Jn. 16, 29-33.
Martes 04: Hch. 20, 17-27; Sal 67; Jn. 17, 1-11ª.
Miércoles 05: Hch. 20, 28-38; Sal 67; Jn. 17, 11b-19.
Jueves 06: Hch. 22, 30: 23, 6-11; Sal 15; Jn. 17, 20-26.
Viernes: 07: Hch. 25, 13b-21; Sal 102; Jn. 21, 15-19.
Sábado 08:  Hch 28, 16-20.30-31; Sal 10; Jn. 21, 20-25.
Domingo 09: Misa Vigilia: Gn 11, 1-9; Sal 103; Rom. 8, 22-27; Jn. 7, 37-39.
Misa del día: Hch 2, 1-11; Sal 103; 1Cor 12, 3b-7.12-13; Jn. 20, 19-23.
O bien: Hch 2, 1-11; Sal 103; Rom 8, 8-17; Jn 14, 15-16.23b-26.


COMENTARIOS AL EVANGELIO

1. CIELO: SUBIR AL CIELO: /Ef/04/09.
"Subiendo hacia el cielo". Hay un simbolismo casi idéntico, espacial también, pero de signo opuesto. Lo expresa el lenguaje bíblico diciendo que Cristo ha descendido a los infiernos. "El que sube es el que ha descendido", dice Pablo (Ef 4. 9) y ha descendido al hondón último del misterio humano, de la miseria humana. Así podemos entender la bajada a los infiernos. Jesús ha descendido a la soledad, al sufrimiento, a la angustia límite del hombre, y ha descendido para iluminarla, redimirla, conquistarla.


2.- Lc toma como marco de su evangelio pascual el "día del Señor", la celebración litúrgica del domingo: en un mismo día, Jesús se hace presente allí donde los discípulos se han reunido, les explica el sentido de las Escrituras, parte el pan con ellos, se deja reconocer por ellos y se va, bendiciéndolos, después de haberlos enviado a dar testimonio de él, fortalecidos por el Espíritu Santo que habrán recibido. Esta jornada pascual se renovará cada domingo. También el gran sacerdote Simón bendecía solemnemente, mientras el pueblo se prosternaba en adoración (Eclo 50). Lc había empezado en el Templo, con el sacerdote Zacarías, y concluye en el Templo, donde la comunidad del nuevo Israel alaba a Dios (v. 53).
Hilari Raguer- Misa Dominical 1977, 11



4. ASC/CUANDO-FUE
De entrada, sorprende que aquí la Ascensión se produce el mismo día de la resurrección, mientras que allá se sitúa cuarenta días más tarde. Una vez más, hay que recordar los peligros de una lectura "fundamentalista" de los textos bíblicos: la preocupación por el "cómo" nos puede llevar a no hacer caso del mensaje y de la vida que quieren transmitirnos.
Josep M. Grané - Misa Dominical 1992, 08


5.  ASC/PROGRESO-HUMANO:
La sociedad no es un corro de amigos, sino una pirámide de esclavos. Desde que venimos a este mundo y hasta que salgamos de él, seremos enteramente maleducados en la obsesión de ascender.
Se nos presenta la vida como una escalada brutal hacia los primeros puestos. Y se nos quiere justificar tal interpretación de la vida, alegando la necesidad del estímulo como condición sine qua non del progreso.
Dejando de lado la cuestionabilidad de un tal progreso que engaña a la mayoría (pues la mayoría no puede ascender), el equívoco radica en confundir el estímulo en el amor y en el servicio con la exacerbación del egoísmo y la idolatría por el poder. Se identifica torpemente la promoción del hombre, servidor de todos, con la dignificación de unos cuantos, que se servirán de todos.
PERSONAJE/PERSONA: Pero ocurre que, cuando la sociedad distribuye a los hombres en jerarquías de dignidad, generalmente la dignidad del hombre se queda en la base. Sube el personaje, el uniforme y el símbolo, suben los honorarios; pero el hombre, la persona, queda a ras de suelo. Peor aún, a veces la dignidad humana es sólo lastre del que conviene aligerarse para ascender más de prisa. Porque, como los que dispensan las dignidades son los de arriba, no los de abajo, se opta por halagar a los de arriba, en vez de servir todos al pueblo. Y así se subvierte el verdadero orden social: el pueblo no es servido, es sólo una rampa por la que subirán otros.
Y éstos, en la medida que se van desplazando hacia arriba, ensanchan el círculo de sus servidores. Si además, con un poco de suerte, no se salen del círculo de adulaciones, fácilmente se dejarán convencer de que todo el mundo les aprecia, cuando ese todo el mundo es sólo el pequeño círculo de sus incondicionales. Los que sirven a sus jefes, a costa del pueblo, viven como "señores", pero se arrastran como esclavos. El que sirve al pueblo, aunque sus jefes lo ejecuten en la cruz como a un esclavo, ascenderá como el Señor, que no vino a servirse de los hombres, sino a servir y dar su vida.
Eucaristía 1975, 29



6. ASC/QUE-ES
Ascensión del Señor. ¿Ascensión al cielo? ¿Qué dirección es ésa? ¿Dónde está el cielo? O mejor, ¿qué es el cielo? El cielo de las estrellas y satélites y el cielo al que según nuestra fe ascendió Cristo no son idénticos. Cuando celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor y cuando todos los domingos rezamos el Credo no estamos proclamando que Cristo, anticipándose a la ciencia moderna, emprendiera un viaje sideral. El cielo al que ascendió Jesús no es objeto de dirección espacial, ni de distancia, ni de traslación, ni de tiempo. La subida de Cristo al cielo no es como la de los cohetes. Estos se trasladan constantemente de un espacio a otro y se encuentran siempre dentro del tiempo y del espacio, sin poder nunca abandonar estas coordenadas, por más lejanos que viajen por los espacios infinitos. La ascensión de Cristo, más que una "subida" es un paso, pero del tiempo a la eternidad, de lo visible o lo invisible, de la inmanencia a la trascendencia, de la opacidad del mundo a la luz divina, de los hombres a Dios. La Ascensión de Cristo es "ascensión" sólo en ese sentido.
¿Es mentira, pues lo que nos cuenta Lucas en los Hechos de los Apóstoles? Hay que decir, para contestar la pregunta, que ni San Mateo, ni San Marcos, ni San Juan ni Pablo en sus cartas conocen la Ascensión de Cristo tal como Lucas la narra. Para ellos, la ascensión no es un acontecimiento visible, sino invisible y en conexión inmediata con la resurrección. Esta perspectiva que contemplaba conjuntamente resurrección y ascensión se mantuvo, a pesar del relato de Lucas, hasta el siglo IV atestiguan los escritos de Padres como Tertuliano, Hipólito, Eusebio, Atanasio, Ambrosio, Jerónimo y otros. Hasta el siglo V la liturgia celebraba conjuntamente la resurrección y la ascensión. Es decir, la desmembración entre resurrección y ascensión y el calendario aplicado (cuarenta días intermedios, y diez siguientes para pentecostés, durante bastantes siglos no ha sido tenido en la Iglesia como una verdad inapelable y como tal celebrada. Fue más bien considerada -quizá con una comprensión más cercana a la intención del mismo Lucas que la nuestra- como una manera de hablar y plastificar algo que por sí mismo rebasa toda plastificación.
Evidentemente, los problemas aquí encerrados y las implicaciones de una comprensión correcta desbordan las posibilidades de reflexión de estas líneas. Lo que en cualquier caso es preciso subrayar -creo- es la necesidad y la obligación que tenemos de estudiar el problema para no predicar ingenuamente sobre la ascensión. Si hoy ya sabemos todo esto y hemos desmitificado (en el sentido bultmanniano) tantas expresiones de fe, es hora de presentar la fe de una manera crítica y adulta, porque en la eucaristía les haríamos un flaco servicio si les presentáramos la ascensión como una hazaña espectacular o un milagro más a sumar a una apologética innecesaria. Es cuestión de pensarlo seriamente.
Dabar 1978, 29



7.- Las posibilidades de actualización eucarística de esta fiesta son múltiples. Habría que destacar, en primer lugar, el comentario de san León, precisamente en una homilía sobre la Ascensión: "Aquello que fue visible en nuestro Redentor, ha pasado ahora a los sacramentos". Y, centralmente, en la Eucaristía. Una vez más habrá que subrayar este elemento decisivo: la celebración eucarística no es la simple memoria histórica de unos acontecimientos, sino la actualización de comunión y presencia con el protagonista de los mismos, "que ha entrado en el cielo mismo para presentarse ahora en el acatamiento de Dios a favor nuestro" (/Hb/09/24). Por eso podemos decir "hoy", hablando de la ascensión, porque Jesucristo está "ante Dios" en el perenne "hoy" de su misterio.
EU/PRESENCIA-J:De aquí también se puede derivar una catequesis sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, que tenga en cuenta al mismo tiempo el hecho de la ausencia del Señor según la forma natural de ser, en la que está presente a la derecha del Padre, y la presencia sacramental, igualmente real -aunque no natural- en la que está entre nosotros, bajo la apariencia del pan y del vino de la Eucaristía (véase el Concilio de Trento, sesión XIII, capítulo 1, DS 1636).
Este pan y este cáliz, en efecto, por la Palabra de Cristo y la fuerza del Espíritu creador, han pasado a ser el Señor glorificado, dado a su Iglesia, quedando los mismos en su visibilidad terrena. También en ellos se ha producido un misterio de ausencia y presencia: la ausencia de su realidad profunda -la substancia- que se ha convertido en el Cuerpo y la Sangre del Señor, y la presencia de su manifestación visible, en el mundo de la experiencia humana. He aquí el sentido más fuerte del "sacramento", como elemento de presencia y mediación de comunión entre el misterio de Cristo y la Iglesia del tiempo presente. En la Eucaristía ¡se nos da y ofrecemos al Señor de la gloria! Hoy se podría destacar precisamente el gesto final de la plegaria eucarística, presentándolo como una especie de ascensión ritual y explicando las palabras que lo acompañan: "Por El", el Cristo que es el gran sacerdote que tenemos en el cielo; "con El", que es el gran Presente entre nosotros; "en El", en la comunión de vida que nos ha hecho participar; nosotros proclamamos la gloria del Padre, que es el misterio de la Palabra de Jesús, llevados por el Espíritu Santo.
Pere Tena - Misa Dominical 1986, 10



8. ASC/VICTORIA:
La ascensión de Jesús es ya nuestra victoria.- Así se declara en la Colecta. Esta afirmación, de profundas raíces teológicas, debe ser formulada claramente a los fieles. Por ser él el Mediador, todos nosotros, a través de él, hemos subido a los cielos y hemos pasado a la gloria del Padre. Aunque nuestra condición terrena e histórica nos obliga a poner los pies en tierra y tomar conciencia de que esa victoria es aún provisional, anticipada y vivida a nivel de misterio, y no compartida aún definitivamente.
Esto nos obliga a vivir en una esperanza activa y gozosa, encaminando nuestros pasos hacia la patria futura. Así se expresa el prefacio: "... para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino".
José Manuel Bernal - Misa Dominical 1985, 11





viernes, 24 de mayo de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO VI DOMINGO PASCUA - CICLO C - 26 MAYO 2019


EL ESPÍRITU SANTO LES IRÁ RECORDANDO TODO LO QUE LES HE DICHO.



ORACION COLECTA

Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con fervor sincero estos días de alegría en honor del Señor resucitado, para que manifestemos siempre en las obras lo que repasamos en el recuerdo. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 1-2. 22-29

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia.
Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo.
Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Harán bien en apartarse de todo esto. Salud.».

SALMO RESPONSORIAL (66)

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.
Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas.
La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero.
La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
 «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy a su lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien se lo enseñe todo y se vaya recordando todo lo que les he dicho.
La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: "Me voy y vuelvo a su lado." Si me aman, se alegraran de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigan creyendo.».

PLEGARIA UNIVERSAL

Sabiendo que somos hermanos y que Dios vive en nosotros, si guardamos su palabra, oremos con confianza diciendo. R. Señor, danos tu paz.

1.- Por el Papa Francisco, para que, guiado y sostenido con el poder del Espíritu Santo, continúe orientando a la humanidad por senderos de paz. Roguemos al Señor. R.

2.- Por todos los que formamos la comunidad cristiana, para que, acogiendo la paz que el Señor nos da, seamos constructores de paz en nuestro ambiente familiar, de estudio y de trabajo. Roguemos al Señor. R.

3.- Por los gobernantes de las naciones; para que luchen contra toda corrupción y trabajen incansablemente por la paz de los pueblos. Roguemos al Señor. R.

4.- Por los niños y jóvenes de nuestra comunidad que se preparan para recibir los sacramentos para que puedan abrir sus corazones a la acción del Espíritu de Jesús. Roguemos al Señor. R.

5.- Por los que sufren enfermedad, soledad o cualquier tipo de opresión, para que experimenten la paz que Jesús nos da y reciban el consuelo que a través de nosotros quiere darles. Roguemos al Señor. R.

6.- Por nosotros aquí presentes, para que, conscientes de sr habitados por Dios, vivamos conforme a eta inefable realidad. Roguemos al Señor. R.

Padre de bondad y de ternura, acoge las oraciones que confiados te dirigimos hoy, con el deseo de vivir como verdaderos hijos tuyos en tu Hijo amado, Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Suban hasta ti, Señor, nuestras suplicas con la ofrenda del sacrificio para que, purificados por tu bondad, nos preparemos para el sacramentos de tu inmenso amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Dios todopoderoso y eterno, que en la resurrección de Jesucristo nos has renovado para la vida eterna, multiplica en nosotros los frutos del Misterio Pascual e infunde en nuestros corazones la fortaleza del alimento de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

Como el texto del domingo pasado, también el de hoy forma parte de la conversación de Jesús con los suyos la víspera de su muerte. La situación determina absolutamente el contenido de las palabras del Maestro, no así su tono, lo más opuesto a la tristeza y la desesperanza. Su muerte va a ser un ir al encuentro del Padre. Este modo de ver la situación debe constituir para los discípulos motivos de alegría y no de desasosiego o de miedo. Jesús promete que se manifestará a sus amigos, es decir, a quienes le amen y guarden sus palabras (v. 21). Y Judas, el hermano de Santiago (Lc 6, 16; Hch. 1, 13), conocido también como Tadeo (Mt 10, 3; Mc 3, 18), le dice: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?" (v. 22).

Enredado en los prejuicios de un mesianismo nacionalista, Judas manifiesta su incomprensión y extrañeza al escuchar unas palabras que le parecen un cambio en el programa.

Jesús sale al paso diciendo que su anunciada venida o manifestación presupone la fe activa de sus discípulos y que se trata, en primer lugar, de una manifestación y venida en la fe y por la fe de cuantos crean en él.

Tal venida y presencia de Jesús en el corazón de los creyentes no tiene que ver nada con los triunfalismos mesiánicos que se imaginaban los judíos de aquel tiempo, pero no es tampoco la "parusía" (venida sobre las nubes con poder y majestad).

Quien no ama a Cristo y guarda sus palabras, tampoco ama al Padre y guarda la Palabra del Padre. Queda excluido de la íntima experiencia de Dios y de su enviado Jesucristo. El mundo incrédulo no sabe nada de esa venida íntima del Señor y de la visita de Dios. Por eso Jesús no se manifiesta a todo el mundo hoy por hoy, sin que esto suponga que deje de hacerlo al fin de los tiempos. Jesús es el mensaje y el mensajero de Dios, el profeta y la Palabra de Dios. En él y por él todo ha quedado dicho, todo lo que Dios tenía que decirnos. Pero no todo ha quedado comprendido. Cuando se vaya Jesús, el Padre enviará al Paráclito (el Consolador) y éste enseñará a los discípulos y les introducirá en la plenitud de la verdad. Jesús se despide con una fórmula usual, pero que en sus labios adquiere plenitud de sentido. Jesús no da la paz como la gente, ni tan siquiera la paz que la gente puede dar. Jesús da su paz, y él mismo es la verdadera paz. Se entrega a sí mismo cuando da la paz, y consigo entrega al mismo Dios, porque él y el Padre son uno (Jn 10,30).

La ausencia de Jesús es para inaugurar un nuevo modo de presencia en los que crean en él.

Por tanto, debemos ser animosos y no tener miedo: el Señor está con nosotros, a nuestro lado. Por la fe habita en nuestros corazones, y si le amamos y guardamos su palabra lo encontraremos también en el prójimo.


PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 27: Hch 16, 11-15; Sal 149; Jn 15, 26—16, 4ª.
Martes 28: Hch 16, 22-34; Sal 137; Jn. 16, 5-11.
Miércoles 29: Hch 17, 15.22—18, 1; Sal 148; Jn. 16, 12-15.
Jueves 30: Hch. 18, 1-8; Sal 97; Jn. 16, 16-20.
Viernes 31: Sof 3, 14-18ª; o bien Rom 12, 9-16b;Sal: Is 12, 2-6; Lc. 1, 39-56.
Sábado 01: Hch. 18, 23-28; Sal 46; Jn. 16, 23b-28.
Domingo 02: Hch 1, 1-11; Sal 46; Ef 1, 17-23 o bien Heb 9, 24-28; 10, 19-23; Lc 24, 46-53.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 14, 23-29

1.- Texto. Como el texto del domingo pasado, también el de hoy forma parte de la conversación de Jesús con los suyos la víspera de su muerte. La situación determina absolutamente el contenido de las palabras del Maestro, no así su tono, lo más opuesto a la tristeza y la desesperanza. Su muerte va a ser un ir al encuentro del Padre. Este modo de ver la situación debe constituir para los discípulos motivos de alegría y no de desasosiego o de miedo. El que Jesús esté con el Padre va a significar para los discípulos un mayor apoyo, ya que podrán contar con el Maestro y con el Padre. La presencia de éstos será real, debido a que en los discípulos anidará el mismo Espíritu del Padre que anidó en Jesús mientras estuvo con ellos. Este Espíritu significará también para los discípulos una mejor comprensión de las palabras del Maestro, una mayor profundización en ellas.
Por todo ello deben los discípulos sentirse en paz, sentir la paz. No hay ninguna razón para la intranquilidad o el miedo en quien opta por Jesús, es decir, ama a Jesús más que a la Ley de Dios. Las palabras que hoy escuchamos a Jesús arrancan, en efecto, de este presupuesto, sin el cual no es posible nada de lo que Jesús afirma en ellas.
Comentario. El texto nos ofrece una de las dos dimensiones fundamentales del modo de ser y de entenderse en cristiano, del modo de estar en la vida en cristiano. Es la dimensión interior.
Este calificativo de interior lo sugiere el propio texto en sus afirmaciones iniciales referidas al creyente: "vendremos a él y haremos morada en él". Condición fundamental para la existencia de esta dimensión interior es el amor a Jesús. Este amor constituye a una persona en discípulo de Jesús. Retengamos bien el planteamiento del cuarto evangelista: amar a Dios pasa necesariamente por amar a Jesús. El autor de este evangelio no confía mucho en un amor a Dios que no pase por la mediación del amor a Jesús. Hasta tal punto desconfía que en Jn 16, 2 podemos leer la siguiente afirmación: "Llegará un momento en que os quitarán la vida, convencidos de que con ello rinden culto a Dios".
Amar a Jesús, a su vez, funciona en el cuarto evangelio en oposición al celo por la Ley de Dios. Esta oposición evita que el amor a Jesús sufra un "enrarecimiento" similar al criticado por el evangelista a propósito del amor a Dios. En esta oposición se trata de una sutil pero capital cuestión de matiz. Algo que san Pablo ha dejado muy en claro.
Supuesta esta condición fundamental, los referentes interiores de un modo de ser y de entenderse en cristiano son el Padre y el Espíritu. El Padre como hontanar y abismo de amor; el Espíritu como fuerza impulsora, renovadora y creativa.
El texto de hoy es una invitación a atender a la dimensión interior, a ocuparnos en ella. No hacerlo sería cercenar uno de los dos apoyos del modo de estar en la vida en cristiano.
Alberto Benito - Dabar 1989, 25


2.- Texto. Judas, no el Iscariote, acaba de preguntar a Jesús lo siguiente: ¿A qué se debe que vayas a revelarte nada más que a nosotros y no al mundo? Los dos primeros versículos de hoy son la respuesta, cuyo esquema de fondo es éste: en el supuesto de que se verifique una condición, se seguirán unos resultados. La revelación de Jesús depende de que antes se le ame. A partir del v. 25 el centro de atención ya no es la anterior pregunta, sino la totalidad de lo que Jesús ha dicho a sus discípulos a lo largo del tiempo de convivencia. ¿Qué va a pasar con lo que les ha dicho, ahora que este tiempo está tocando a su fin? El Espíritu se lo irá enseñando y recordando. Mientras tanto les confiere el don de la paz y de la esperanza en el Padre.
RV/A: Comentario. ¿No es acaso verdad que las personas se nos desvelan, es decir, se revelan, en la medida que las amamos? Lo verdaderamente importante y significativo entre personas comienza con el amor y se da donde hay amor. ¿Qué tiene pues de extraño que el texto de hoy arranque de este presupuesto para responder a la pregunta sobre la revelación de Jesús? Si uno me ama. Es entonces cuando Jesús puede revelarse. Muchas veces nos quejamos de que a Dios no lo vemos ni lo sentimos. ¿Se nos ha ocurrido pensar que a lo mejor es porque no lo amamos? Si uno me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y viviremos con él. ¡Qué sencilla y a la vez fascinante enumeración! se trata, ni más ni menos, que de la dinámica de la existencia cristiana. Del amor a la ética, y de ésta a la experiencia y la convivencia con Dios. Es importante señalar que en esta dinámica, ética no quiere decir ley. Guardar la palabra de Jesús no es cumplir algo que está mandado, sino expresar un amor que se tiene a Jesús.
Sólo cuando se ama tiene cabida una ética humana y liberadora. A mayor abundamiento, la palabra de Jesús ni siquiera es una magnitud fijada o establecida una vez por todas. El Espíritu será quien os vaya enseñando y recordando todo lo que os he dicho. La existencia cristiana es continuamente interpretativa, creativa y, a mí, personalmente, un texto como el de hoy me haría dudar del sentido cristiano de un cristianismo que fuera reglamentado y reglado. Un cristianismo así es el propio del mundo. No olvidemos nunca que la palabra mundo tiene en el cuarto evangelio una connotación religiosa. Designa a las personas que han hecho de la Ley de Dios su recinto fortificado, tan fortificado que paradójicamente Dios ya no tiene cabida a El.
Se han quedado ellas solas, con su libro de registro del haber y del debe. Este mundo también tiene su paz, pero es muy triste y atormentada. Contrapuesta a ella está la paz de Jesús: Os dejo paz, os doy mi paz. Una existencia dinámica, creativa, donde las personas tenemos un rostro, donde Dios tiene un rostro. Un Dios con brazos fuertes y acogedores de Padre. Tan fuertes que el tiempo jamás los debilita ni la muerte los paraliza. El Padre es más que yo.
Federico Pastor - Dabar 1986, 27


3.- Sentido del texto. Para que una persona se manifieste a otra se requiere que ésta demuestre interés, apertura, disponibilidad por aquélla. Estas actitudes se dan en grado sumo en quien ama. Por eso, sólo quien ama está en condiciones de recibir y entender manifestaciones personales. Y, a su vez, sólo quien ama es capaz de respuesta efectiva, respuesta que nunca será fruto de la imposición, sino expresión del asombro y del agradecimiento a la persona amada. Este es el esquema antropológico que subyace en los vs. 23-24. Por eso Jesús no se manifiesta al mundo, porque el mundo en Juan es la noche, la cerrazón, todo aquél que no ama, todo aquél que odia, todo aquél cerrado en sí mismo y en sus intereses. Este tal no puede recibir en sí mismo todo el cúmulo de vida que Jesús ha ido verbalizando y objetivando a lo largo de sus días; no puede hacer la experiencia de Dios como Padre. Esta ha sido la exégesis de Jesús: cambiar el concepto antiguo de Dios y la relación del hombre con él. Se concebía, de hecho, a Dios como una realidad exterior al hombre y distante de él; la relación con Dios se establecía a través de mediaciones, de las cuales la primera era la Ley, de cuya observancia dependía su favor. Dios reclamaba al hombre para sí; éste aparecía ante él como siervo. Según la exégesis de Jesús, en cambio, el Padre no es ya un Dios lejano, sino el que se acerca al hombre y vive con él, formando comunidad con los hombres. Buscar a Dios no exige ir a encontrarlo fuera de uno mismo, sino dejarse encontrar por él, descubrir y aceptar su presencia por una relación, que ya no es de siervo-señor, sino la de Padre-hijo.
Esta presencia de Dios en el hombre no es estática; es la de su Espíritu, su dinamismo de amor y vida, que hace al hombre "espíritu" como él, haciéndolo participar de su propio amor.
¡Este es el Magisterio del Espíritu! Y el saludo de despedida de Jesús, que llena al hombre de la alegría de vivir en libertad. Cosa que el mundo (tal como Juan entiende el mundo) no puede hacer.
Dabar 1980, 29


4.- Jesús promete que se manifestará a sus amigos, es decir, a quienes le amen y guarden sus palabras (v. 21). Y Judas, el hermano de Santiago (Lc 6, 16; Hech 1, 13), conocido también como Tadeo (Mt 10, 3; Mc 3, 18), le dice: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?" (v. 22). Enredado en los prejuicios de un mesianismo nacionalista, Judas manifiesta su incomprensión y extrañeza al escuchar unas palabras que le parecen un cambio en el programa. Jesús sale al paso diciendo que su anunciada venida o manifestación presupone la fe activa de sus discípulos y que se trata, en primer lugar, de una manifestación y venida en la fe y por la fe de cuantos crean en él. Tal venida y presencia de Jesús en el corazón de los creyentes no tiene que ver nada con los triunfalismos mesiánicos que se imaginaban los judíos de aquel tiempo, pero no es tampoco la "parusía" o venida sobre las nubes con poder y majestad.
Quien no ama a Cristo y guarda sus palabras, tampoco ama al Padre y guarda la Palabra del Padre. Queda excluido de la íntima experiencia de Dios y de su enviado Jesucristo. El mundo incrédulo no sabe nada de esa venida íntima del Señor y de la visita de Dios. Por eso Jesús no se manifiesta a todo el mundo hoy por hoy, sin que esto suponga que deje de hacerlo al fin de los tiempos.
Jesús es el mensaje y el mensajero de Dios, el profeta y la Palabra de Dios. En él y por él todo ha quedado dicho, todo lo que Dios tenía que decirnos. Pero no todo ha quedado comprendido.
Cuando se vaya Jesús, el Padre enviará al Paráclito (el Consolador) y éste enseñará a los discípulos y les introducirá en la plenitud de la verdad. Jesús se despide con una fórmula usual, pero que en sus labios adquiere plenitud de sentido. Jesús no da la paz como la gente, ni tan siquiera la paz que la gente puede dar. Jesús da su paz, y él mismo es la verdadera paz. Se entrega a sí mismo cuando da la paz, y consigo entrega al mismo Dios, porque él y el Padre son uno (Jn 10,30).
La ausencia de Jesús es para inaugurar un nuevo modo de presencia en los que crean en él. Por tanto, debemos ser animosos y no tener miedo: el Señor está con nosotros, a nuestro lado. Por la fe habita en nuestros corazones, y si le amamos y guardamos su palabra lo encontraremos también en el prójimo.
Eucaristía 1986, 22


5. VISION/A 
Comentario. Como el del domingo anterior, el texto de hoy pertenece al amplio diálogo entre Jesús y los suyos. Estos acaban de formular a Jesús la siguiente pregunta: ¿Por qué te vas a dar a conocer sólo a nosotros y no a los demás? Es decir: ver a Jesús, conocer a Jesús, ¿es una cuestión de selectividad? ¿Jesús sólo se deja ver por los que él quiere, excluyendo a todos los demás? En la primera parte de la respuesta (vs. 23-24) se niega rotundamente que ver a Jesús sea fruto de una selección hecha por Jesús. Verá a JESÚS todo aquel que esté en condiciones de poder verlo. Y esto sólo se consigue amándole. Es una experiencia antropológica: el amor nos abre al otro, nos permite descubrirlo.
Sólo quien ama a otro está en condiciones de verlo realmente, de percibir quién es y lo que dice. (Palabra en cuanto expresión del ser; percibir mejor que guardar). Toda percepción-comprensión requiere necesariamente una pre-comprensión. Y en el ámbito interpersonal esta no es otra que el amor. Este amor a Jesús nos abre a un mundo insospechado de relaciones. Nos abre al fantástico mundo de Dios. Hace, a su vez, que Dios se nos abra, se nos acerque, entre en nosotros. ¡Qué delirio! Y de su mano iremos descubriendo la insondable persona de Jesús, sus palabras. Y sentiremos, al fin, paz, La paz. Arrobadora, inebriante, sedante, sublime. Y con ella, por fin, la felicidad.
¡Vete, sí! Pero espera: ¡Gracias! Porque sabemos que Dios es también amor.
Dabar 1983, 27


Según el versículo 27 Jesús deja a los suyos la paz como un regalo de despedida. El hecho en sí indica ya que la palabra ha de entenderse en un sentido pleno y singularmente importante, como don y como promesa que abarca cuanto Jesús reserva a la fe. En el lenguaje bíblico el concepto de paz (hebr: shalom; gr. eirene) comprende un campo tan amplio y vario, que no puede reducirse a una fórmula unitaria. El significado básico de la palabra hebrea shalom "es bienestar y, desde luego, con una clara preponderancia del lado físico" (G. von Rad). Se trata de un estado de cosas positivo, que no sólo incluye la ausencia de la guerra y de la enemistad personal -ésta es el requisito previo, para la shalom-, sino que comprende además la prosperidad, la alegría, el éxito en la vida, las circunstancias felices y la salud entendida en sentido religioso. En su palabra de salud los hombres de Israel y del próximo oriente siguen hasta el día de hoy deseándose la paz, shalom. En la aclamación al rey se dice: "Que los montes mantengan la paz (shalom; otros traducen: salud, bienestar) para el pueblo; las colinas, la justicia. Que él dé a los humildes sus derechos, libere a los hijos de los pobres, reprima al opresor. Viva tanto tiempo como duren el sol y la lluvia sobre el césped, como los chubascos que riegan las tierras. Que en sus días florezca la justicia y la plenitud de la paz (shalom) hasta que deje de brillar la luna" (/Sal/071/072/02-07).
La paz aparece aquí, como en la conocida poesía mesiánica de Is 11,1-11, casi como un estado cósmico de seguridad exterior, prosperidad, fecundidad y bienestar general, como una gran reconciliación de la sociedad humana y la naturaleza. No hay duda de que la era mesiánica, el tiempo futuro de salvación será una época de paz universal. También dentro en este sentido ha de entenderse el mensaje angélico al nacer el niño Mesías, según el evangelio de Lucas: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres, objeto de su amor" (Lc 2,14).
Con la aparición del Mesías empieza el verdadero tiempo de paz escatológica. La paz no se entiende, por tanto, sólo como una realidad interna, como paz del corazón, si bien este aspecto es importante según aquello que dice Pablo: "Y la paz de Dios, que está por encima de todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Flp. 4,7). La amplitud del concepto paz va, pues, desde el saludo cotidiano de "¡todo bien!" hasta la paz y salvación del hombre y del mundo entero. En el fondo late la idea de que en definitiva la paz es un don divino en todos los órdenes.
En el Nuevo Testamento, que también aquí recoge y desarrolla el pensamiento veterotestamentario, la paz va vinculada al mensaje cristiano de salvación, al evangelio. Sorprende, por los demás que Jesús personalmente haya empleado raras veces el vocablo "paz". Más aún, a él se debe esta palabra: "No creáis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada" (/Mt/10/34; /Lc/12/51); palabra que posiblemente se endereza contra un lenguaje superficial y falso acerca de la paz (cf. /Jr/06/14); "Curan a la ligera la herida de mi pueblo, diciendo: "¡Paz, paz!", pero ¿dónde está la paz?). Así pues, no se puede tomar el concepto de paz en una forma negligente o superficial. Sin embargo, los discípulos en su trabajo misionero deben ir al encuentro de la gente con su saludo de paz (Mt 10,13). Cuanto más fuerte es la conciencia de la Iglesia primitiva de que con Jesús de Nazaret ha irrumpido la salvación mesiánica, tanto más convencida se muestra de que la paz escatológica ha sido ya otorgada con la fe (cf. Rom 5,1ss). En la carta a los Efesios (/Ef/02/14), que está ya muy próxima a la concepción joánica, se encuentra la fórmula: "Pues él es nuestra paz" (se refiere a Jesucristo).
Formalmente la afirmación joánica enlaza con el saludo de paz habitual y cotidiano, pero va mucho más allá. Se piensa en la paz como don escatológico, como promesa de salvación y de vida. "La paz os dejo" entra aquí en un sentido definitivo; se trata del bien escatológico por excelencia, que Jesús no puede dar más a los suyos; pero quien entiende lo que en ese don se oculta, tampoco deseará nada más. Si todavía se añade: "Mi paz os doy", se subraya, una vez más, que esta paz, por su índole, adquiere contenido a través de Jesús. El don de la paz pertenece también al donante y no cabe separarlo de la persona de Jesús. En tal sentido, la paz es primariamente, y ante todo, un don del resucitado (cf. 20,19.21.26), donde claramente se indica que el perdón de los pecados queda implicado en esta paz). En este mismo contexto habla el resucitado. Finalmente, en la noción de paz se evoca la presencia del mundo nuevo, que es dado a la comunidad con el propio Jesús.
Esa paz de Jesús está en oposición con la paz "como el mundo la da". Descubrimos aquí de nuevo la distancia que separa a Jesús y sus discípulos, de un lado, y el mundo del otro. Ciertamente que también el mundo tiene su paz; tiene su propia manera de hacer la paz y de garantizarla, si es necesario con la fuerza de las armas, y hasta le incumbe la tarea constante de preocuparse por la paz y de implantarla. Mas esa paz es radicalmente distinta de la paz de Jesús, pertenece a un campo diferente. Pero es gracias a Jesús que la paz, que no es de este mundo, está presente en ese mundo. Y ciertamente que el lugar de esa nueva paz es sobre todo la comunidad cristiana, por cuanto que es el espacio de la presencia de Cristo; es decir, en la medida en que se deja definir por la palabra de Jesús. Al respecto se siente en oposición a un mundo que se le enfrenta hostilmente. Por lo mismo su paz nunca deja de ser combatida. Su exhortación a no dejarse turbar y a no acobardarse, es siempre necesaria, porque la paz, como Jesús la ha prometido, no conduce a la gran vivencia triunfalista frente al mundo. Ni la fe ni la comunión de los creyentes viven en una zona libre de tormentas; permanecen expuestas al conflicto con el mundo; y no desde luego aunque crean, sino precisamente porque creen. Pese a lo cual existe la posibilidad de que la promesa de paz de Jesús se realice y verifique justo en medio de esa permanente agitación, en medio de todos los asaltos y peligros. (...)
La partida de Jesús no era sólo su retirada del escenario del mundo y de la historia, sino su regreso a Dios. Y ese su retorno ha empezado ya con la pascua; tiene además como consecuencia la constante venida de Jesús a su comunidad. Dicho en forma general: para la comunidad postpascual Jesús ocupa en cierto modo un doble lugar: está presente en la comunidad por medio del Espíritu Paráclito y por su palabra, y está también junto al Padre, junto a Dios. Ambas cosas no se excluyen, sino que son elementos complementarios; más aún, la ida de Jesús al Padre es justamente la condición para su presencia permanente en la comunidad.
El NT y su Mensaje - El Evang. Segun S. Juan - Herder Barcelona 1979.Pág. 128s.


"Si alguien me ama...". Cuando los sondeos tratan de reflejar la realidad de la Iglesia, emplean el lenguaje de las cifras, y las estadísticas cuentan el número de "practicantes", de quienes creen en la doctrina "tradicional", de quienes aceptan los comportamientos auspiciados por la autoridad... Pero nosotros, los creyentes, sabemos que la Iglesia es algo muy distinto. Y es que nadie podrá encerrar en fórmulas la originalidad de nuestra fe. La fe no es una práctica, un comportamiento o una doctrina.
"Si alguien me ama...". ¿Quién, sino el poeta, podrá expresar el sentido de la fe? "Si alguien me ama...". Nadie conoce a Dios si no experimenta, seducido y asombrado, el sofoco del enamoramiento. Todo es cuestión de amor. ¿Cómo es, entonces, que hay tantos cristianos que tratan a Dios a la manera del mundo: como un objeto útil cuando se tiene necesidad de él, y que se rechaza cuando resulta inservible?" ¿Por qué razón vas a manifestarte a nosotros y no al mundo?". ¿Cómo podemos pasarnos la vida inventando contratos con Dios? ¿Cómo va a ser nuestra religión como la conciben los hombres: como un asunto de deberes y obligaciones? "Si alguien me ama...". ¡He aquí la originalidad de los cristianos! Ser discípulo significa, ante todo, referirse a otro, sentir la fascinación producida por el hecho de que Dios hace todo lo posible por hacernos compartir su vida, llegando al extremo de dejarse clavar en un madero...
"Si alguien me ama, mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos nuestra morada en él". Dios ha elegido, para siempre, vivir en el corazón que ama. ¡Ahí es donde hay que buscar y encontrar a Dios!
Siguiendo el leccionario ferial - Cuaresma y tiempo Pascual Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 185


8.- Jesús está con sus discípulos. No hay ningún extraño. Judas ha salido para llevar a cabo sus planes de muerte (13,31). Según Juan, la muerte es símbolo del amor. ¿Qué amor es éste? El del Padre al Hijo y el del Hijo al Padre (14,8-14). Esta mutua relación pertenece a la misma esencia y se llama Espíritu. El Espíritu pertenece al orden del ser y no del pensar. Es la realidad propia del Padre y del Hijo. La mediación humana de esta realidad divina es Jesús. Quien se pone de su parte, está dentro de esta realidad (v. 23), es decir, vive dentro del Espíritu del Padre y del Hijo. Es un Espíritu vital, personal, santo. Es un Espíritu crítico con el orden presente (16,8-11) y defensor del orden ausente, el orden del amor. Este es el orden que Jesús ha ofrecido como alternativa a nuestros órdenes (es decir: desórdenes). Es la paz. Un nuevo vocablo que coincide fonéticamente (sólo fonéticamente; cf. v. 27) con nuestra paz. La marcha de Jesús no puede ser motivo de tristeza, porque él va a volver. Pero esto no significa aquí -como en los sinópticos- "al final de los tiempos", sino que se habla del Espíritu, o sea, de la realidad propia del Padre y del Hijo. Por eso, la marcha de Jesús (=su muerte) debe ser motivo de alegría. Esa marcha significa volver conjuntamente con el Padre, teniendo este retorno una potencialidad mayor: el señorío del Espíritu. Esto ya ha sucedido y seguirá sucediendo. ¿Tenemos la predisposición (=fe) suficiente para experimentarlo?
Eucaristía 1995, 24


9.- Texto. Continuación del domingo pasado, en la sobremesa, pues, de la cena de Pascua, con Jesús y sus discípulos como comensales. Víspera consciente del paso de este mundo al Padre. Y, en efecto, Padre y discípulos son las referencias personales de Jesús. El Padre como fuente de su vida pasada, los discípulos como proyección en el futuro de esa su vida pasada. El resultado es una terna: Padre-Hijo-Discípulos (en el cuarto evangelio sinónimo de creyentes). A través de ella discurre una misma realidad que se transmite: del Padre a Jesús: de Jesús a los discípulos; de los discípulos entre sí. Esta realidad tiene un nombre: amor.
Cuatro veces aparece como sustantivo y seis como verbo. Constituye el dato central del texto de hoy. Ella colma las expectativas de gozo de los discípulos (v. 11); ella crea niveles nuevos de relación (vs. 13-15).
Comentario. El texto está presidido por el mismo tono de insistencia que caracterizaba al del domingo pasado. Permaneced.
De nuevo, pues, se esconde entre líneas la preocupación de que, al faltar Jesús, llegue a faltar también algo tan valioso como raro. ¿No son acaso valiosas las cosas por ser raras, es decir, poco corrientes? Pues ni más ni menos ésta es la encomienda de Jesús a sus discípulos: la moneda no corriente del amor, hasta dar la vida por los demás.
¿Los demás? El término resulta incorrecto cuando la savia que corre es la que corría por Jesús. "A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer".
La afirmación es imponente. Haz la prueba de detenerte en ella. ¿Podemos acaso conocer quién y cómo es el Padre? ¿Conocer no es acaso una forma de apoderarse de lo conocido? ¿Podemos acaso apoderarnos de Dios? ¡La frase es realmente imponente!. Pero, por lo visto, amar al estilo de Jesús hace posibles unos niveles de relación que escapan a toda racionalización.
Termino con la misma recomendación de estos domingos últimos. Valdría la pena que te tomases ahora unos minutos de tiempo para leer sin prisa Jn. 15, 9-17.
A. Benito - Dabar 1988, 28


10. - Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos El texto de hoy es continuación del del domingo pasado. Ya no se refiere a la comparación de la vid y los sarmientos, pero continúa la misma reflexión sobre las relaciones del cristiano con Jesús, la comunión de vida que eso crea, y el fruto que de ello se deriva.
El centro es el amor. Los discípulos han sido introducidos en el mismo círculo de amor que hay entre el Padre y Jesús, y son llamados a vivir en este mismo amor. Eso se notará en "guardar los mandamientos", es decir, en seguir la palabra y el ejemplo de Jesús, que ha amado hasta la muerte. Ciertamente este proyecto de vida no es fácil, pero el discípulo lo podrá vivir precisamente porque vive del amor de Jesús y de Dios (y eso se traduce en ser "amigo" y no "siervo": la llamada a amar hasta la muerte no es una "obligación", sino una "convicción compartida"). Y así el discípulo vive la misma alegría que Jesús, a la vez que se sabe escogido personalmente por Jesús para continuar su obra, bajo la protección del Padre.
Josep Lligadas - Misa Dominical 1994, 7