DÍA DE TODOS LOS SANTOS
COMENTARIO
La Iglesia nos
pide dar una mirada al cielo, que es nuestra futura patria, para ver allí esa
muchedumbre incontable de Santos, procedentes de Israel y de toda nación,
pueblo y lengua, los cuales revestidos de blancas túnicas y con palmas en las
manos, alaban sin cesar al Cordero sin mancha. Cristo, la
Virgen, los nueve coros de ángeles, los Apóstoles y Profetas, los Mártires
con su propia sangre purpurados, los Confesores, radiantes con sus blancos
vestidos, y los castos coros de Vírgenes forman ese majestuoso cortejo,
integrado por todos cuantos acá en la tierra se desasieron de los bienes
caducos y fueron mansos, mortificados, justicieros, misericordiosos, puros,
pacíficos y perseguidos por Cristo. Entre esos millones de Justos a quienes hoy
honramos y que fueron sencillos fieles de Jesús en la tierra, están muchos de
los nuestros, parientes, amigos, miembros de nuestra familia parroquial, a los
cuales van hoy dirigidos nuestros cultos. Ellos adoran ya al Rey de reyes y Corona
de todos los Santos y seguramente nos alcanzarán abundantes misericordias de lo
alto.
Esta fiesta
común ha de ser también la nuestra algún día, ya que por desgracia son muy
contados los que tienen grandes ambiciones de ser santos, y de amontonar muchos
tesoros en el cielo. Alegrémonos, pues, en el Señor, y al considerarnos todavía
bogando en el mar revuelto, tendamos los brazos, llamemos a voces a los que
vemos gozar ya de la tranquilidad del puerto, sin exposición a mareos ni
tempestades. Ellos sabrán compadecerse de nosotros, habiendo pasado por más recias luchas y penalidades que las
nuestras. Muy necios seríamos si pretendiéramos subir al cielo por otro camino
que el que nos dejó allanado Cristo Jesús y sus Santos.
La Iglesia
Católica ha llamado "santos" a aquellos que se han dedicado a tratar
de que su propia vida le sea lo más agradable posible a Nuestro Señor. Hay unos que han sido
"canonizados", o sea declarados oficialmente santos por el Papa,
porque por su intercesión se han conseguido admirables milagros, y porque
después de haber examinado minuciosamente sus escritos y de haber hecho una
cuidadosa investigación e interrogatorio a los testigos que lo acompañaron en
su vida, se ha llegado a la conclusión de que practicaron las virtudes en grado
heroico. Se necesita toda una
serie de trámites rigurosos. Los
santos "canonizados" oficialmente por la Iglesia Católica son varios
millares.
Pero existe una
inmensa cantidad de santos no canonizados, pero que ya están gozando de Dios en
el cielo. A ellos especialmente está dedicada esta fiesta de hoy. La Sagrada Escritura afirma que al
Cordero de Dios lo sigue una multitud incontable. En el cielo están los “los angelitos” (los no nacidos por muerte
natural, abortados o muertos en su infancia), San Chofer de colectivo, Santa
Lavandera de ropa, San Mensajero, Santa Secretaria, Santa Madre de familia y
San Gerente de Empresa. San Obrero de construcción y San Agricultor. San
Colegial y Santa Estudiante. Santa Viuda, Santa Solterona, Santa Niña y Santa
Anciana. San Sacerdote, San Obispo, San Pontífice, San Limosnero, San Celador,
Santa Cocinera, San inquilino, San Periodista, San Médico, San Millonario, San
Pobre, San Joven, San Viejito, San Desempleado y muchos más que amaron a Dios y
cumplieron sus deberes de cada día.
Señor
Jesús: que cada uno de nosotros logremos formar también parte un día en el
cielo para siempre del número de tus santos, de los que te alabaremos y te
amaremos por los siglos de los siglos. Amén. Esta es la voluntad de
Dios: Que lleguemos a la santidad.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA
Alegrémonos Todos en el Señor al
celebrar este día de fiesta en honor de todos los santos. Los ángeles se
alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios.
ORACION COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, que nos has otorgado venerar en una misma celebración
los méritos de todos los santos, concédenos, por esta multitud de intercesores,
la deseada abundancia de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis
7, 2-4.
9-14
Yo, Juan, vi a otro ángel que
subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los
cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañen
a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los
siervos de nuestro Dios.».
Oí también el número de los
marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después de esto apareció en la
visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza,
pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con
vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: «¡La
victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban
alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro
a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: “Amén”.
La alabanza y la gloria y la
sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de
nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.».
Y uno de los ancianos me dijo: «Ésos
que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí: «Señor mío, tú lo
sabrás.».
Él me respondió: «Éstos son los
que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la
sangre del Cordero.».
SALMO
RESPONSORIAL (23)
Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
Del
Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la
fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién
puede subir al monte del Señor?. ¿Quién puede estar en el recinto sacro?. El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.
Ése
recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es
el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Juan 3, 1-3
Queridos hermanos: Miren
qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!.
El mundo no nos conoce
porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos
hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él
se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tiene
esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Mt 11, 28.
Aleluya. Vengan a mi todos los que están cansados y
agobiados, y yo los aliviare, dice el Señor.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En
aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se
acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los
pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos
los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos
los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos
los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.
Dichosos
vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por
mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en
el cielo,».
PLEGARIA UNIVERSAL
Recordando el admirable testimonio de los santos y sintiéndonos
llamados a esta meta sublime, presentemos al Padre nuestras suplicas.
1.-
Por el Papa, los obispos y sacerdotes para que continúen alimentando con amor el anhelo de santidad
que el Espíritu Santo ha sembrado en el corazón de cada creyente. Oremos.
2.-
Por nuestras comunidades, para que con constancia y alegría nos ayudemos
recíprocamente a vivir, con el Espíritu de las bienaventuranzas, el dolor y las
inseguridades que todos padecemos en este tiempo de prueba. Oremos.
3.-
Por nuestros gobernantes y líderes políticos: para que el amor a la patria les anime a unir
esfuerzos para cuidar y proteger la vida de todos, con atención particular a
los más débiles. Oremos.
4.-
Por los científicos y profesionales de la salud. Para que sostenidos por el
apoyo del gobierno y la colaboración de cada ciudadano, puedan seguir buscando
con ahínco las soluciones que Dios nos tiene reservadas para este momento. Oremos.
5.-
Por todos nosotros unidos en torno al Señor. Para que siendo dóciles al
Espíritu Santo no nos cansemos de combatir el propio egoísmo y expresar con
hechos concretos de hermandad el amor
que el Espíritu Santo deposita en nuestro corazón. Oremos.
Escucha, Padre bueno, las oraciones que te hemos dirigido con el
deseo de reflejar en nuestra vida el espíritu de las bienaventuranzas
proclamadas por Jesús. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Sean agradables a tus ojos, Señor, los dones que te ofrecemos en
honor de todos los santos, y haz que sintamos interceder por nuestra salvación
a los que creemos ya seguros en la vida eterna. Por Jesucristo nuestros Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mt
5, 8-10.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Te adoramos y admiramos oh, Dios,
el solo Santo entre todos los santos, e imploramos tu gracia para que,
realizando nuestra santidad en la plenitud de tu amor, pasemos de esta mesa de
los que peregrinamos al banquete de la patria celestial. Por Jesucristo nuestro
Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 02:
Conmemoración de todos los fieles Difuntos Jb 19, 1.23-27ª; Sal 24; Flp 3,
20-21; Mc 15, 33-39; 16, 1-6.
Martes 03: San
Martin de Porres, religioso (S) Is 58, 6-11; Sal 1; 1Co 12, 31—13, 13; Mt 11,
25-30.
Miércoles 04: San Carlos
Borromeo, Obispo (MO) Flp 2, 12-18; Sal 26,
Lc 14, 25-33.
Jueves 05: Flp 3,
3-8a; Sal 104, Lc 15, 1-10.
Viernes 06: Flp 3,
17—4, 1; Sal 12; Lc 16, 1-8.
Sábado 07: Flp 4,
10-19; Sal 111;Lc 16, 9-15
Domingo 08: Sb 6,
12-16; Sal 62; Tes 4, 13-17; Mt 25, 01-13
LECTURAS PARA
EXEQUIAS
TEXTOS EVANGÉLICOS
Mt 05. 01-12a
Mc 15. 33-39. 16. 01-06
7ª.: Lc/07/11-17
7-1. VE/RS
Delante de un sufrimiento te emocionas, te compadeces. En este momento
quiero contemplar la emoción que embarga tu corazón; y quiero escuchar
las palabras que dices a esa madre: "¡No llores!".
Delante de todos los muertos de la tierra tienes siempre los
mismos sentimientos; y tu intención es siempre la misma: quieres
resucitarles a todos... quieres suprimir todas las lágrimas (Ap 21. 4)
porque tu opción es la vida, porque eres el Dios de los vivos y no el de
los muertos.
Yo avanzo, lo sé, hacia mi propia muerte. Pero creo en tu promesa:
creo que mi muerte no sera el último acto sino el penúltimo. Antes de acusar a
Dios, como se oye tan a menudo -"¡Si existiera Dios, no tendríamos
todas esas desgracias!"- se debería comenzar por no parar la
historia humana con esa penúltimo acto. El proyecto final de Dios es la
"vida eterna". Pero hay que creer en ella.
"Jesús dijo: Muchacho...levántate..." Es muy importante caer
en la cuenta de que ese tipo de resurrección, por muy notable que sea
como signo, no nos muestra más que una pequeña parte de las
posibilidades de Jesús y de su mensaje real sobre la resurrección:
ciertamente aquí Jesús reanima a un muchacho, pero no es más que una
recuperación temporal de la vida -¡ese muchacho volverá a morir cuando
sea!-; Jesús, por su propia resurrección nos revelará otro tipo de
VIDA RESUCITADA: una vida nunca más sometida a la muerte, un modo
de vida completamente nuevo que sobrepasa todos los marcos humanos.
NOEL – QUESSON
- PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2 - EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO - EDIT.
CLARET/BARCELONA 1983./Pág. 178
10-1. VE/MU
DON DEL PADRE QUE NOS CREO PORQUE NOS AMA.
El bellísimo evangelio de Lc, presenta los tres pasos: la muerte
del Justo -el Hijo- en manos del Padre, la sepultura y el anuncio de
la resurrección: "Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No
está aquí". Jesús es "el que vive", es decir, el Viviente
por excelencia. ¿No podríamos
decir a los que van al cementerio: "Vuestros parientes y
amigos no están en los nichos: ellos viven, están con el que vive"?
...................
La vida plena responde a las aspiraciones más profundas del
corazón humano (¡cuántas cosas hacemos para alargar la vida, para luchar
contra la enfermedad y la muerte!). Pero la experiencia constante es que,
más pronto o más tarde, todos morimos, porque somos hijos de esta tierra,
perecederos ("por Adán murieron todos"). Jesús, también. Las
mujeres van al sepulcro como nosotros al cementerio y allí escuchan unas
palabras bien extrañas: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive? No está aquí". Este anuncio no nace de la tierra, no puede
nacer de ella; viene de lo alto: Lucas dice que lo anuncian "dos
hombres con vestidos refulgentes". Jesús es "el que vive";
es decir, el Viviente. No debemos buscarle entre los muertos, sino con el
Padre. Y si sufrió la muerte, fue para vencer la muerte y arrancarle su
dominio sobre los hombres.
-El Hijo.-Judíos y romanos, autoridad civil y religiosa, se habían
puesto de acuerdo para arrancarle la vida, para quitarlo de la luz y
hacerlo callar definitivamente. En este instante supremo, "Jesús
gritó con fuerza: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y dicho
esto, expiró". ¡Acto supremo de fe y de esperanza confiadas!: Jesús
sabe que está en manos del Padre y se abandona en ellas, como a lo
largo de su vida sabía y se había abandonado. Porque fue el Hijo y
se comportó como tal, en los momentos claros y en los oscuros, en los
de gozo y en los de abatimiento. Jesús es ahora el Viviente, el que
ha vencido la muerte y vive con el Padre.
-Los cristianos.-"Mirad que amor nos ha tenido el Padre para
llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" El camino del Hijo es el
camino de los hijos; avanzamos hacia el triunfo de Jesús; cuando
celebramos su victoria anunciamos la nuestra. Nuestra vida no se agota en
lo que vemos y tocamos, en lo que podemos darnos unos a otros: como
Jesús, hemos nacido de Dios y a Dios retornamos, nuestro aliento está en
manos del Padre. Tal es la promesa hecha a "los cristianos", a
los que viven como él vivió.
La muerte no es para el cristiano la nada y la destrucción: si
rompe unos lazos, quedan otros, y tanto si vivimos como si morimos
estamos siempre en las mismas manos: las del Padre.
-Dios todo en todo.-El hombre fue hecho para la vida, no para la
muerte: para que Dios sea todo en todos. Los cipreses de nuestros
cementerios hunden sus raíces en el suelo, pero señalan a lo alto.
También nosotros, hijos de la tierra, apuntamos a lo alto.
Que este deseo sea realidad no es, con todo, obra de nuestras
manos ni de nuestra inteligencia. Es don del Padre que nos creó porque
nos ama, que nos envió a su Hijo porque nos ama, que nos hará florecer en
plenitud de vida porque nos ama. La aventura de nuestra vida desemboca en
Dios.
J. TOTOSAUS -
MISA DOMINICAL 1990, 20
10-2. MU/ACEPTACION.
La aceptación de la muerte, poniendo en manos de Dios lo que de él hemos
recibido (v.46), es la actuación suprema de nuestra libertad, el acto más
importante de la vida, en el que debemos hacer plena realidad lo que
durante la vida hemos ido tratando de realizar: el despojo progresivo de
nosotros mismos, siendo seres-de-Dios-para-los-hombres.
Imitaremos a Cristo en su resurrección (24. 5-6) si le hemos
imitado antes, de la manera dicha, en su muerte, siguiéndole como
verdaderos discípulos de cerca y no de lejos.
COMENTARIOS BIBLICOS-6.Pág. 503
10-3. - Texto.-La liturgia no nos ofrece hoy un texto continuado, sino
una selección de dos cuadros. El primero gira en torno a las palabras
de Jesús en la cruz: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu".
Las palabras son descritas por Lucas como un gran grito que resuena
tras tres largas horas de oscuridad (de doce a quince horas),
coincidiendo con la ruptura en dos de la cortina del templo que separaba
el altar del incienso del arca de la alianza. A las palabras sigue el
comentario del centurión, la reacción del arrepentimiento de la gente y
la mención de la presencia a distancia de conocidos y mujeres. Estas
precisamente van a ser las protagonistas del segundo cuadro, que gira en
torno a las palabras de dos hombres: "¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo?". De esta manera, las mujeres son el
puente de unión de ambos cuadros.
Comentario.-El sentido global del díptico es bien claro: a Jesús,
a quien las mujeres vieron morir, no hay que buscarlo entre los
muertos porque está vivo. Pero a poco que nos aproximemos al díptico
en seguida descubrimos datalles significativos.
Los rasgos del Jesús de Lucas no son los de alguien en quien el
que contempla el cuadro no se pueda reconocer. Son rasgos humanos,
perfectamente humanos. El que muere es un hombre justo, un hombre
religioso, abierto al Padre, confiado en él, poniéndose en sus manos con
sencillez, con espontaneidad. "Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu". En estas circunstancias no hay lugar para la muerte, sino
para la vida. "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está
vivo?" Todos y cada uno somos llamados a este itinerario, a este
programa de vida-muerte-vida.
Descubrimos también que Lucas había comenzado su evangelio en el
altar del incienso ante la cortina que guardaba y ocultaba el arca, sede
de la presencia de Dios. Lucas rasga ahora esa cortina en medio de un
impresionante silencio (noche) al que sigue la gran voz del Hijo
poniéndose en manos del Padre. Así, en esta actitud, Jesús es el templo y
morada de Dios. No sólo para los judíos (templo de Jerusalén), sino para
todas las gentes (centurión romano). Así, en esta actitud, Jesús es
fuente de perdón y de reconciliación (muchedumbre dándose golpes de pecho).
ALBERTO BENITO
- DABAR 1986, 54
18-1: En la casa de mi Padre hay muchas estancias. El evangelio de hoy
tiene en cuenta una imagen común entre los judíos de aquel tiempo y que
describía el cielo como un lugar de muchas estancias pero le da un nuevo
sentido al relacionar estas estancias con la casa del Padre. Así, los
discípulos todos de Jesús tienen abierto el acceso a la casa del Padre
gracias a la obra de su Hijo (cf. 4,34; 5,19-40; 17,4). El lugar
preparado no es tanto un espacio como una existencia con Jesús en el
Padre.
Después de la invitación a creer en Dios y en Jesús a la vez, se
nos presenta el doble horizonte de nuestra fe: la situación actual
de comunión con Jesús y con el Padre (involucrados en el servicio
de Jesús: 13,8; 14,3; cf. lJn 1,3) y la situación futura con Jesús
(involucrados en su resurrección) en la casa de su Padre. Ahora bien, a
fin de tomar parte en la comunión divina es necesario tomar el camino
correcto. La imagen bíblica del camino señala el norte de una existencia
o de una opción fundamentada en Dios: Seguid el camino que os señala el
Señor vuestro Dios: así seréis felices y tendréis larga vida en el país
que poseeréis (Dt 5,33).
La pregunta-malentendido de Tomás sirve para recordar que si
creemos que Jesús es la Verdad y la Vida, seguro que hallaremos el camino
que conduce al Padre, a quien Jesús vuelve y con quien ya está. La fe en
Jesús nos permite gustar ya ahora y aquí, la comunión con él y con el
Padre, y nos prepara a la vez para el momento en que esta comunión será
plena y definitiva. Quien quiere tomar el camino que conduce a la casa
del Padre ha de seguir a Jesús. El salmo 43,3 ha dicho que sólo la luz y
la verdad llevan al lugar donde Dios reside. Jesús es la luz (6,12; 9,5)
y la verdad (8,32; 18,37-38) que nos guía.
En definitiva, Jesús es el camino hoy y siempre, porque es la
verdad y la vida ya que los que creen en él como el Hombre (19,5) que
revela al Padre, reciben el don de la vida para siempre (3,16). Los
creyentes ya ahora recibimos este don, porque ya lo gustamos por la fe,
sobre todo en la Eucaristía, y lo recibiremos, en plenitud y para siempre
al final de los tiempos, cuando ya estemos acostumbrados a base de
tanto pregustarlo. El evangelista, no obstante, deja bien claro que la
iniciativa es siempre de Jesús: Jesús da siempre el primer y el último
paso (13,8; 14,3).
JAUME
FONTBONA - MISA DOMINICAL 1999, 14 16
LOS FIELES DIFUNTOS
1° LECTURA: Job 19, 1. 23‑27ª: Yo sé que está
vivo mí Vengador
SALMO: Sal 24: A ti, Señor, levanto mi alma.
2 LECTURA: Flp 3, 20‑21. Transformará nuestra condición
humilde, según el modelo de su condición gloriosa
EVANGELIO: Mc 15, 33‑39; 16, 1‑6. Jesús, dando un
fuerte grito, expiró
Las tres Iglesias: Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en
Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos. Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los
que festejamos ayer). Iglesia militante:
los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. Iglesia
sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de
las manchas que afean su alma.
El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo
II en 1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo
y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:
1ª.
Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados,
sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa
hermosura de su alma (1030).
2ª.
La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el
Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar de que
será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice:
"La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por
fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor.
3, 14).
3ª.
La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los
Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por
los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46).
4ª.
La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los
difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió
al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma").
5ª.
San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán
perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí
son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las
faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso
ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".
De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él
ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció
en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del
purgatorio. Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San
Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus
ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la
hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras
ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del
purgatorio". Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha popularizado
mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de
las benditas almas.
La respuesta de San Agustín: a este gran Santo le preguntó uno:
"¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?", y él le
respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el
evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa
medida se empleará para darle a él". ¿Vamos a rezar más por los difuntos?
¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras
buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan
y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez