viernes, 28 de junio de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XIII TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 30 JUNIO 2019


TE SEGUIRÉ DONDE VAYAS


ORACION COLECTA

Oh Dios que por la gracia de la adopción has querido hacernos hijos de la luz, concédenos que no nos veamos envueltos por las tinieblas del error, sino que nos mantengamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21

En aquellos días, el Señor dijo a Elías: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.».
Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.».  Elías le dijo: «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?». Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

SALMO RESPONSORIAL (15)

Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 5, 1. 13-18

Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, mantenerse firmes, y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
Hermanos, su vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sean esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.». Pero, atención: que si se muerden y devoran unos a otros, terminaran por destruirse mutuamente.
Yo se lo digo: anden según el Espíritu y no realicen los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacen lo que quisieran.
En cambio, si los guía el Espíritu, no están bajo el dominio de la Ley.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-62

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?».
É1 se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.».
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.». A otro le dijo: «Sígueme.».
É1 respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.».
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.».

COMENTARIO
    
Vamos a escuchar unas palabras duras, pero muy importantes que es preciso entender debidamente para comprender esta incisividad y nerviosismo de Jesús: “Cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran, Jesús decidió irrevocablemente ir a Jerusalén”. Este “camino a Jerusalén” era el camino hacia la muerte. Jesús lo sabe. Vio cómo crecía la hostilidad; en la ciudad “donde matan a los profetas” (Lc 13, 34) le aguarda una coalición de adversarios. Podría quizás evitar el drama quedándose en Galilea pero no va a fallar a su misión de salvación con todas sus consecuencias. Donde san Juan dice que llegó “hasta el final” san Lucas dice que actuó irrevocablemente (en traducción literal “endureció su cara”).
Este “irrevocablemente” tiene que marcar también a los que quieren seguirlo. Podemos hacer una especie de revisión de vida evangélica a partir de las réplicas tan vivas que lanzó Jesús a tres candidatos: No tendrás dónde alojarte. Un día le gritamos, o le murmuramos, a Jesús esa palabra de amor: “Te seguiré vayas a donde vayas”. Su respuesta nos entusiasmó. Cuando uno es joven, la idea de no tener una “madriguera” nos encantaba. ¿Qué novicio, qué seminarista, qué aventurero, qué convertido al evangelio se preocupa del confort? Pero la vida nos va atenazando poco a poco. Muchos apóstoles se han adormecido en el confort. Muchos cristianos vacilan en practicar el evangelio porque habría que privarse de muchas cosas y sobre todo comprometerse en inseguridad. Todos constatamos que estamos atados a muchas cosas y seguridades. De eso seremos el único juez; todos tenemos nuestros propios demonios del confort.
“Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Es sobre todo una orden para que no nos entretengamos. Cuántas razones se nos ocurren para ir retrasando las cosas cuando nos hemos levantado para seguir a Jesús. Si no lo hacemos enseguida, la gracia de la llamada pasa aprisa, más aprisa que nuestros entretenimientos. Hay opciones muy difíciles que hay que atreverse a hacer.  Una madre le decía a su hijo sacerdote: “No te ocupes de mí: eres mil veces más hijo mío cuando te das a los demás que cuando te preocupas demasiado de mí”. A veces se ha matado a algunos apóstoles tirándolos para atrás; se han convertido en muertos que se ocupan de los muertos. 
La misma idea en la tercera frase igualmente dura: “El que sigue mirando atrás, no vale para el reino de Dios”. Hay maneras de aferrarse nostálgicamente o con miedo al pasado que no son ciertamente pasos decididos hacia Jerusalén. En vez de estar despidiéndose continuamente y vivir de recuerdos, el discípulo de Cristo es ese hombre “Tenso hacia delante” que describe san Pablo: “Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está adelante, correr hacia la meta” (Flp. 3,13-14).

PLEGARIA UNIVERSAL

Movidos por el Espíritu, oremos al Papa. Digamos. R. Te rogamos, óyenos.

1.- Por el Papa Francisco, para que, guiado por el Espíritu Santo, siga proclamando con valentía que el amor que sabe perder su vida por el hermano es la máxima alegría del cristiano. Oremos. R.

2,- Por los que han sido ungidos con el ministerio sacerdotal: para que, guiados por el Espíritu Santo, puedan testimoniar con su vida que el modo de vivir de Jesús nos libera de las ataduras de este mundo. Oremos. R.

3.- Por los gobernantes de las naciones; para que, superando los propios intereses, busquen el bien común y promuevan acciones solidarias en favor de los más pobres de su país y los emigrantes que buscan protección. Oremos. R.

4.- Por los llamados al sacerdocio y la vida consagrada; para que guiados por el Espíritu Santo, aprendan a negarse a sí mismos por el bien de los hermanos. Oremos. R.

5.- Por las familias de nuestra parr4oquia, para que, en los momentos de mayor sufrimiento y tensión interna, no se cierren en sí mismas y busquen ayuda para superar su situación. Oremos. R.

6.- Por nosotros aquí presentes, para que esta celebración eucarística nos fortifique en la superación de nuestros egoísmos y nos haga experimentar la alegría de renunciar a algo propio para aliviar a otros. Oremos. R.

Derrama, Señor, tus bendiciones sobre las oraciones de tus fieles y haz que, siguiendo a Jesús, seamos sus testigos ante el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, que actúas con la eficacia de tus sacramentos, concédenos que nuestro ministerio sea digno de estos dones sagrados. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

La ofrenda divina que hemos presentado y recibido nos vivifique, Señor, para que, unidos a ti en amor continuo, demos frutos que siempre permanezcan. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 01: Gn 18, 16-33; Sal 102; Mt. 8, 18-22
Martes 02: Gn 19, 15-29; Sal 25; Mt 8, 23-27.
Miércoles   03: Ef 2, 19-22; Sal 116; Jn. 20, 24-29.
Jueves 04: Gn 22, 1-19; Sal 114; Mt. 9, 1-8.
Viernes 05: Gn 23, 1-4. 19; 24, 1-8. 62-67; Sal 105; Mt. 9, 9-13.
Sábado 06: Gn 27, 1-5.15-29; Sal 134; Mt. 9, 14-17.
Domingo 07: Is 66, 10-14c; Sal 65_; Ga 6, 14-18; Lc. 10, 1-12. 17-20.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 9, 51-62
Par: Mt 8, 18-22 y Lc 9, 51-56 y Lc 9, 57-62

1. SEGUIMIENTO
Texto. Todos los exégetas están de acuerdo en señalar la importancia de este texto dentro del conjunto de la obra de Lucas. El v. 51 marca el comienzo de un camino que termina en la insondable compañía del Padre. El camino tiene, por supuesto, un trazado físico, pero es ante todo un arquetipo, un modelo. Lucas va a ir exponiendo rasgos de un caminar en cristiano.
El camino geográfico nos sitúa en un lugar de Samaría, no importa cuál. Samaría era la región situada entre Galilea al norte y Judea, con Jerusalén, al sur. Lo importante es que las relaciones entre judíos y samaritanos no eran en absoluto cordiales. Los samaritanos no eran ortodoxamente judíos: habían desarrollado unas tradiciones y una literatura propias, además de tener un templo autónomo. Heridos en su amor propio de judíos, Santiago y Juan le recuerdan a Jesús en el v. 54 una vieja tradición judía que habla de exterminio de samaritanos en tiempos de Elías, allá por el s. IX a. C. La tradición la encuentras recogida en el primer capítulo del segundo libro de los Reyes. Lucas comenta lacónicamente: Jesús se volvió y los reprendió. Y se marcharon a otra aldea.
El camino como trazado geográfico continúa. Pero lo realmente importante es la voluntad de seguimiento. El verbo seguir domina la segunda parte del texto, en la que Lucas ha reunido tres máximas de Jesús. Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros, nidos; el Hijo del Hombre, nada de nada. Deja que los muertos entierren a sus muertos. El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no sirve.
Lenguaje recio, desconcertante, estridente, absurdo en algún caso. ¿Acaso pueden los cadáveres enterrarse a sí mismos? ¡Y sin embargo esto es lo que Jesús dice! Toda cultura oral necesita de frases cortas y de imágenes extravagantes como vehículo de enseñanza memorizable. Cuanto más extravagantes y agresivas, mejor. Si alguno te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguien quiere quitarte el manto (ropa exterior), dale también la túnica (ropa interior) (/Lc/06/29). Precisamente su carácter desconcertante y gráfico confiere a estas frases la máxima garantía de autenticidad. Nos hallamos ante máximas literalmente pronunciadas por Jesús, quien indudablemente fue un consumado maestro del lenguaje y de la comunicación. Deja que los muertos entierren a sus muertos. Portentosa paradoja, por lo redonda, gráfica y absurda.
Pero este mismo carácter paradójico, absurdo en ocasiones, debe llevarnos a resolver la incompatibilidad aparente en un pensamiento más profundo, a buscar el sentido de las máximas en un ámbito más hondo que el de su superficie de formulación. No siempre, sin embargo, se ha hecho esto y, así, se ha querido ver e incluso se sigue viendo en las tres máximas de hoy la invitación a sacrificar la seguridad personal (vs. 57-58), los deberes filiales (vs. 59-60) y los sentimientos y vínculos familiares (vs. 61-62). Tremenda aberración, que ha destrozado a muchas personas por haberse quedado en la superficie de la formulación y no haber ni siquiera sospechado el juego recio de la paradoja.
Comentario. El camino que hoy nos disponemos a recorrer es el camino de la vida cristiana y no el de la vida consagrada. Lucas dedica su Evangelio a Teófilo (/Lc/01/03), nombre que significa amigo de Dios. ¡Teófilos somos todos! Es hora de devolver a la vida cristiana la perfección de la que se ha adueñado unilateralmente la vida consagrada. El caminante cristiano, al mirar a su alrededor, ve a otros caminantes que no son cristianos. En ocasiones éstos hasta se meten con él, llegando incluso a la burla o al rechazo. Al caminante cristiano le gustaría acabar con ellos, pues en su opinión se lo merecen: ¡no son cristianos! Pero Jesús se le queda mirando fijamente y le dice: sigue caminando.
Y así lo hace, llevando dentro la utopía: un mundo de valores diferentes de los que constata a su alrededor. Alrededor que, la verdad, no es malo, pero que el caminante cristiano siente y sabe que puede ser mejor. Lo sabe porque lo aprende de Dios. El alrededor más los valores que el caminante lleva dentro aprendidos de Dios, todo ello constituye el Reino de Dios. No es fácil construir este Reino. El propio caminante cristiano experimenta con fuerza la llamada de valores no utópicos, que incluso llega a hacer suyos sin darse cuenta. Poseer, dominar, ser superior, trepar, pasar... Se precisan ciertamente esfuerzos, vigilancia y sacrificio para no dejarse arrastrar por estos valores antiutópicos. Con la máxima de los vs. 57-58, la de las zorras y pájaros, Jesús invita al caminante cristiano a ese esfuerzo, a esa vigilancia, a ese sacrificio.
¿Le invita solamente? Presiento que detrás de lo desconcertante y absurdo de las máximas segunda y tercera, la de los cadáveres enterrándose a sí mismos y la de la mirada atrás desde el arado, se esconde algo más que una invitación. Esas máximas son una súplica, un grito, una llamada imperiosa de Jesús: ¡Caminante: sigue siendo cristiano!, ¡sigue viviendo con fuerza los valores del Reino de Dios para que tu alrededor sea diferente!, ¡sigue siendo cristiano!, ¡por favor!.
Alberto Benito - Dabar 1989, 35



2.- De camino hacia Jerusalén. Todos los sinópticos hablan de un viaje de Jesús a Jerusalén. Pero sólo Lc ha hecho de él un motivo catequético básico: la vida de Jesús fue también un largo caminar hacia una meta. Durante el mismo, instruyó a la comunidad de discípulos de cara a su propio caminar. El discípulo de todos los tiempos encuentra aquí el canon perenne de su actuación cristiana.
Como telón de fondo del relato están la enemistad y el odio entre samaritanos y judíos: originariamente, de tipo racial; después, además, de tipo político y religioso. El camino habitual de Galilea a Jerusalén pasa por Samaría: Jesús, dirigiendo al grupo galileo de discípulos, irá por él. Pero no es esto lo que molesta a los samaritanos, sino la finalidad del viaje: el ir al templo de Jerusalén lo interpretan como una infravaloración de Garizín. A la propuesta de los discípulos, Jesús reacciona regañándolos: el discípulo no puede moverse por sentimientos de venganza, desquite o intransigencia. Es una crítica de Jesús a las posiciones maximalistas.
Las respuestas de Jesús en cuanto al seguimiento hay que entenderlas en la capacidad de sugerencia que adquiere el lenguaje en una cultura de tipo oral: no es tan importante lo que se dice cuanto lo que se quiere decir. El contenido de las propuestas de Jesús significan, pues, que seguirle, condición de todo discípulo (=cristiano), exige disponibilidad total, radicalidad de entrega y coherencia.
Eucaristía 1989, 30



La segunda parte de la lectura contiene tres palabras de Jesús en torno a las actitudes del que quiere seguir como discípulo: debe calcular antes el riesgo que esta decisión implica. El primero que se le acerca se manifiesta lleno de un espontáneo entusiasmo. La respuesta de Jesús: "...el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza", le recuerda que su existencia tiene como objetivo el "caminar" hacia Jerusalén, es un éxodo permanente. El segundo es invitado por Jesús al seguimiento, pero el llamado pone condiciones. La respuesta de Jesús ofrece dificultades de interpretación: "Deja que los muertos entierren a sus muertos...". Deja que los indecisos entierren a sus muertos. La renuncia al seguimiento de Jesús es una renuncia a la vida. El tercero es una síntesis de los dos anteriores: manifiesta espontáneamente su voluntad de seguir a Jesús pero con condiciones. Tiene una semejanza con la vocación de Eliseo leída en la primera lectura. "El que... sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios": El seguimiento de Jesús exige una dedicación absoluta al Reino, por encima de los sentimientos y proyectos personales.
Juan Naspleda - Misa Dominical 1989, 14




Con esta página comienza la parte central de la narración de Lucas. Casi diez capítulos (19-28) para hablar del viaje (o "subida") de Jesús a Jerusalén. Marcos y Mateo lo despachan en unos pocos versículos.
Para Lucas la ciudad santa representa el culmen, el punto de llegada de todo el itinerario de Cristo.
Con puntillosa insistencia, Lucas precisa, seis veces, que Jesús está viajando hacia Jerusalén. Se intuye inmediatamente, sin embargo, que la capital no es sólo el punto de llegada de un viaje, sino el coronamiento de una historia de esperas y promesas. Jesús llega finalmente a Jerusalén, pero sólo para cumplir, a través de su pasión, muerte y resurrección, su "éxodo" hacia el Padre. Viaje ideal y real al mismo tiempo. Así, pues, la historia termina en Jerusalén y vuelve a partir de Jerusalén.
Y es saliendo de aquí cuando los apóstoles deben "hacer éxodo" para llevar la "alegre noticia" hasta "los confines de la tierra" (Hech 1,8).
Jerusalén será el centro de los eventos sucesivos de la salvación. Para lo otros dos sinópticos -Marcos en particular- la perspectiva es diversa. Es más, existe una neta oposición entre Galilea y Judea. Galilea es la cuna del evangelio. Judea representa la tierra del rechazo. Jesús va a Jerusalén sólo para morir. Y la cita con el resucitado se fija en Galilea. Aquí es donde todo ha empezado. De aquí debe salir de nuevo el movimiento de evangelización para el mundo entero.
Volvemos a Lucas. El, evidentemente, no presenta un calendario de viaje. Hay que desaconsejar resueltamente a quien quiera seguir los diez capítulos en un mapa. Sería para volverse loco.
Encontramos a Jesús casi a las puertas de la ciudad santa. E inmediatamente después vemos que se dirige a Galilea. No esperemos de Lucas, sin embargo, precisiones meticulosas de tipo cronológico o topográfico. Su geografía, evidentemente, es una "geografía teológica". Su intento es presentarnos un movimiento ascensional, convergente hacia la ciudad de la luz.
Y, en este extraño e interminable itinerario, Lucas introduce narraciones de sucesos diversos, milagros, instrucciones a los discípulos, predicaciones a la multitud, diatribas del Maestro con los irreductibles adversarios. Lucas construye con mucha habilidad, aunque con algún que otro artificio, un marco que abraza una parte consistente del misterio de Jesús.
En el fondo del cuadro se perfila ya la sombra inquietante de la cruz.
Alessandro Pronzato. El Pan Del Domingo Ciclo C Edit. Sígueme Salamanca 1985.Pág. 136



Viene un escriba que pide ser admitido entre sus seguidores. Es hermosa su disposición. Quiere seguir a Jesús a todas partes.
Jesús no contesta con una negativa ni con una aprobación. Solamente muestra lo que aguarda el que le quiera seguir. Porque llegar a ser discípulo de Jesús no solamente significa como quien dice ir a su escuela o para "aprender" algo. Sobre todo significa compartir la vida propia de Jesús.
Los hombres tenemos un hogar o por lo menos el anhelo de llegar a tenerlo. Nos es natural buscar la seguridad en nuestra propia casa. Jesús no tiene en donde reclinar la cabeza. Para él la seguridad de su vida es el Padre del cielo.
Después del escriba viene un discípulo y pide a Jesús que antes de reunirse con él pueda cumplir los deberes de piedad con su anciano padre. Enterrar al padre quiere decir que el discípulo de Jesús quería permanecer en su casa hasta que su padre hubiese muerto, hubiera sido sepultado y quedado él libre de todas las obligaciones con su padre. Esta espera podría también durar un prolongado período de tiempo. La respuesta de Jesús parece sumamente rigurosa. Sígueme. Este seguimiento es mucho más importante y urgente que cualquier obligación filial. Deja a los muertos que entierren a los muertos. El seguimiento a seguir a Jesús como discípulo lleva de la muerte a la vida. El que no es discípulo de Jesús, que no ha aceptado su mensaje del reino y de la vida eterna, está en la muerte.
Los que espiritualmente están muertos y no han oído el llamamiento a la vida y perseveran en el pecado, son también sepultureros de los demás.

viernes, 21 de junio de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO CORPUS CHRISTI - 23 JUNIO 2019


LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI


ORACION COLECTA

Oh Dios que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú, que vives y reinas con el Padre.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 14, 18-20

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrahán, diciendo: «Bendito sea Abrahán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.».
Y Abrahán le dio un décimo de cada cosa.

SALMO RESPONSORIAL (109)

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez los he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo beban, en memoria mía.».
Por eso, cada vez que coman de este pan y beban del cáliz, proclamen la muerte del Señor, hasta que vuelva.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.».
Él les contestó: «Denle ustedes de comer.».
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.».
Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos: «Decidan que se echen en grupos de unos cincuenta.».
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

COMENTARIO

Corpus Christi, que en latín significa ‘cuerpo de Cristo’, es una fiesta de la Iglesia católica para celebrar la presencia de Cristo en la eucaristía, que tuvo lugar el Jueves Santo, durante la última cena, cuando Jesucristo convirtió el pan y el vino en su cuerpo y sangre, e invitó a los apóstoles a comulgar con él. En este día en que celebramos CORPUS CHRISTI, estamos llamados a entrar en un lugar donde el pan y el vino dejan de serlo para convertirse en permanente presencia de Cristo en la Eucaristía.
Insertarnos en Cristo comporta siempre salir enriquecidos, no de bienes materiales sino llenos de su Espíritu en el corazón y en el alma. Treinta minutos, escasos, no son suficientes ni dan cuenta del valor que encierra la Eucaristía. Pero, toda una vida cristiana, sería difícil de llevarla adelante sin el aprovisionamiento del pan único y partido.
La celebración surgió durante la Edad Media, cuando la religiosa Juliana de Cornillon comenzó a promover la idea de celebrar una festividad que rindiera homenaje al cuerpo y la sangre de Jesucristo presente en la eucaristía. Así, la primera celebración de Corpus Christi tuvo lugar en 1246 en la ciudad de Lieja, en la actual Bélgica. También se cuenta que, en 1263, mientras un sacerdote celebraba la misa en la iglesia de la localidad de Bolsena, en Italia, ocurrió que, al pronunciar este las palabras de consagración, de la hostia comenzó a brotar sangre. Este suceso, conocido entre la comunidad católica como “el milagro de Bolsena”, fue percibido como un evento santo, y acabó por afianzar la celebración del Corpus Christi.En el año 1264 el Papa Urbano IV finalmente instituye la fiesta del Corpus Christi en la bula Transiturus hoc mundo del 11 de agosto.
Es tan firme nuestra devoción hacia la Eucaristía...que lo manifestamos públicamente, sin temor ni vergüenza, ante un mundo que ensucia y empapela las paredes no precisamente con palabras de verdad que llamen y empujen al amor verdadero. Es tan convencido nuestro aprecio por la presencia del Señor en la Eucaristía...que necesitamos seguirle cuando, EL por delante, sale al asfalto en  medio de ciudades y pueblos, de hombres y mujeres gritándonos: ¡DIOS ESTA AQUÍ!. Impresiona tanto la “reserva” del AMOR de DIOS en el Sagrario... que sale en CUSTODIA para que el mundo entienda que sin El, el ser humano, será un fracasado.
CORPUS... es el AMOR de DIOS a los hombres y - en trampolín- amor y servicio, generosidad y justicia, perdón y fraternidad... de los hombres con los propios hombres. Si el AMOR DE DIOS se hace cuerpo, por nosotros, nosotros somos urgidos por imperativo de Jesús Eucaristía a ser igualmente cuerpo visible de: justicia y del compartir, de alegría y de tolerancia, de respeto y de fe de reconciliación y de esperanza, de ilusión de coraje, de piedad y de compromiso continuado en pro  de una sociedad que no tiene más esquemas sino el poder para tener.

PLEGARIA UNIVERSAL

Antes de disponer la mesa santa donde el Señor se hará nuevamente presente entre nosotros, para entregarse a sí mismo en alimento y recrearnos con su amor, elevemos nuestras suplicas a Dios, nuestro Padre, y unidos a toda la Iglesia con fe diciendo: R. Danos tu Pan, Señor.

1.- Por el Papa, los obispos y presbíteros, que presiden en nombre del señor la celebración eucarística, para que, viviendo plenamente identificados con El, todos los fieles puedan ver en ellos la imagen viva de Cristo. Oremos. R.

2.- Por la Iglesia: para que se nutra constantemente del Cuerpo del Señor, y unida como los miembros de un mismo cuerpo, viva el don de la comunión fraterna con acciones concretas. Oremos. R.

3.- Por los niños que hacen hoy su primera comunión y los enfermos que reciben este sacramento: para que experimenten la cercanía y la ternura del Señor que viene a ofrecerte su amor y su amistad. Oremos. R.

4.- Por nuestra ciudad o pueblo: para que el paso de Jesús Eucaristía por nuestras calles fortifique la fe de todos los creyentes y anime a los indiferentes a cercarse al Señor, fuente de vida. Oremos. R.

5.- Por los gobernantes de las naciones: para que promuevan la justa distribución de los bienes de la tierra y a nadie le falte lo necesario para vivir con dignidad. Oremos. R.

6.- Por los campesinos de nuestra nación; para que, unidos al misterio del cuerpo y la sangre del Señor, sigan sembrando la fe en nuestros campos adornado la bondad de Dios y disfruten de buena salud y bienestar. Oremos. R.
7.- Por todos nosotros; para que nos preparemos a recibir la comunión Eucarística con fe y gratitud profunda y aprendamos a entregar nuestra vida unos a otros, como Jesús lo hace con nosotros. Oremos. R.

Tú, que saciaste a la multitud que te seguía, sácianos también a nosotros con el alimento de tu Cuerpo y de tu Sangre, escucha nuestras oraciones y no permitas que a nadie le falte lo necesario para vivir con dignidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, concede propicio a tu Iglesia los dones de la paz y de la unidad, místicamente representados en los dones que hemos ofrecido. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Concédenos, Señor, saciarnos del gozo eterno de tu divinidad, anticipado en la recepción actual de tu precioso cuerpo y Sangre. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 24: Is 49; 1-6; Sal 138; Hch 13, 22-26; Lc. 1, 57-66.80.
Martes 25: Gn. 13, 2.5-18; Sal 14; Mt. 7, 6.12-14.
Miércoles 26: Gn 5, 1-12.17-18; Sal 104; Mt. 7, 15-20.
Jueves 27: Gn 16, 1-12.15-16; Sal 105; Mt. 7, 21-29.
Viernes 28: Ez 34, 11-16; Sal 22; Rom. 5, 5b-11; Lc. 15, 3-7.
Sábado 29: Hch 12, 1-11; Sal 33; 2Tim 4, 6-8.17-18; Mt. 16, 13-19.
Domingo 30: 1Re 19, 16b.19-21; Sal 15; Ga 5, 1.13-18; Lc. 9, 51-62.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 9, 11b-17

1.- Texto.
Retomamos el evangelio de Lucas, que a partir de hoy va a servirnos de hilo conductor. El texto está precedido y seguido por una misma pregunta: ¿quién es Jesús? Entre lo que unos y otros opinan, el autor intercala su propia opinión por medio de un relato en el que nos muestra a Jesús en acción.
Esta acción está hecha de acogida y preocupación por la gente. A la gente que le busca, Jesús les da cuanto él posee: su enseñanza y su poder curativo. Con posterioridad, Jesús no se desentiende de esa gente abandonándola a su propio destino, a pesar de que la lógica de la situación y del cálculo aconsejaría hacerlo. Lo imprevisible, el milagro, es el resultado de un comportamiento de estas características.
El relato lo conocemos también por los otros tres evangelistas. Pero en ninguno de ellos tiene el matiz pedagógico que tiene en Lucas. Fiel a su preocupación de profundizar en la instrucción cristiana, Lucas nos presenta a Jesús como modelo de comportamiento a imitar por el cristiano. Un modelo volcado siempre hacia los demás, preocupado e interesado por ellos, mirando antes por ellos que por sí mismo.
Comentario.
De la pluma de Lucas el Corpus de este año tiene un lema muy claro: Los demás como objetivo.
EU/A-H: Los demás como objetivo a descubrir, no a conquistar. Sensibilidad para el problema que el otro tiene. Delicadeza para saberse poner en el lugar del otro.
Los demás, más allá del círculo familiar. Estos en realidad forman parte de uno mismo. Los íntimos son la fuerza que tú tienes para dar acogida a los demás.
Los demás en concreto, con un rostro, con nombre y apellidos, con la fuerza de la proximidad geográfica.
Los demás como objetivo más allá del cálculo o del riesgo programado, más allá de los egoísmos que atenazan y limitan.
A partir de un comportamiento así es como puede acontecer el milagro de lo inesperado, de lo impensable incluso. Sólo si no se hace nada por los demás, es como nunca puede suceder nada que valga la pena.
Alberto Benito - Dabar 1989, 29

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2.- Los hechos históricos, en sí mismos, son realidades mudas. Hablan cuando alguien los interpreta. ¿Cuál es la interpretación de Lucas del hecho histórico de la multiplicación de los panes? El relato está configurado como un diálogo entre Jesús y los doce. Son éstos quienes lo inician con una respuesta razonable (v. 12). Jesús les propone otra (v. 13a). Los doce la consideran inviable, pero estarían dispuestos a poner los medios para hacerla viable (v. 13b). El diálogo se desarrolla, pues, en términos de propuestas y contrapropuestas normales; no hay nada que haga pensar en una intervención milagrosa, ni siquiera cuando Jesús pide a sus discípulos que hagan sentar a la gente (v. 14b).
Sólo el v. 16 rompe el desarrollo normal, introduciendo la intervención milagrosa de Jesús. Literariamente hablando, se trata de una intervención inesperada. Esto quiere decir que Lucas no está interesado en resaltar lo extraordinario de la escena, aunque indudablemente lo presupone.
ENTREGA/CSO  Una vez más, Lucas ha elaborado el relato en perspectiva catequética. Catequesis a los doce (=los guías) sobre cómo tienen que actuar en la comunidad cristiana. Esta actuación no debe ser el desentendimiento (¡que se las arreglen como puedan!, cfr. v. 12), por muy comprensible y razonable que pueda éste parecer. Su actuación debe ser la entrega, la disponibilidad, la búsqueda de soluciones, por muy costosas que éstas sean. Es entonces cuando se produce el milagro. El milagro de una comunidad donde no hay necesidades, donde todo fluye a raudales y que incluso sobra.
En realidad, la óptica de Lucas en este relato (a diferencia de los otros evangelistas) no es la eucaristía. Y, sin embargo, su relato puede leerse en un día significativamente eucarístico. La Eucaristía, como Jesús la entendió, es la gran señal de una comunidad en torno a una misma mesa, donde a nadie le falta nada y donde todo es alegría de vivir.
Dabar 1977, 37

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3.- El contexto vital del relato originario es una comunidad que espera la ayuda y la salvación de Jesús en el que ve la plena realización escatológica. Se trata del mundo teológico palestinense que esperaba la salvación definitiva con el retorno de Jesús. Hay que recordar las más antiguas celebraciones litúrgicas fuertemente impregnadas de la espera escatológica. El relato de hoy se apoya en la espera cristológica y escatológica. Antes han preguntado... quién es éste...? (9,9), hay después la confesión de Pedro (9, 20). La multiplicación de los panes prepara la manifestación cristológica de 9, 28-36.
En el texto, Jesús se presenta como "redentor" que anuncia el reino y cura a los enfermos. Acoge al pueblo con su palabra y con sus obras. El gesto de dar de comer a la gente le presenta como "redentor" que está siempre con los suyos.
El pueblo se confía a Jesús, pero los discípulos no tienen la misma confianza. A través del servicio de los apóstoles, el pueblo se reúne en comunidad del reino de Dios. Con todo este relato no presenta sólo al Jesús histórico, sino la experiencia de fe de la comunidad primitiva que en la eucaristía ha encontrado al Señor.
El es quien da y se da. Los discípulos distribuyen en su nombre.
Así cumplen el mandato de Jesús: dadles vosotros de comer. Jesús va más allá de toda espera humana. No da palabras sino que se da a sí mismo, quiere encontrar al hombre en sus necesidades concretas, quiere saciar el hambre de las profundas exigencias humanas. El es el pan "partido" y "compartido" que debe continuar en la vida de los discípulos.
P. Franquesa - Misa Dominical 1986, 11

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4. EU/ALIENACION
Si la exégesis de los relatos de la multiplicación de los panes es exacta, plantea un problema grave a la conciencia del cristiano que lleva en su corazón la preocupación por sus hermanos hambrientos. Las comunidades primitivas dan, en efecto, la impresión de haber suavizado el gesto concreto de Cristo saciando el hambre de una multitud hambrienta, en un proceso de idealización y de espiritualización bastante grave. Al orientar la óptica del relato hacia el simbolismo eucarístico (v. 16; cf. Jn 6), la experiencia escatológica o la significación misionera (tema de la recogida de los restos para darlos a los ausentes), etc., los primeros cristianos dan a algunos la impresión de que se evadían de las exigencias del hambre para refugiarse en un reino que no es de este mundo, en el que se recibe un pan que no está sumergido en las contingencias de aquí abajo, donde no será necesario preocuparse del alimento cotidiano.
Esta concepción es evidentemente falsa y distorsiona gravemente el pensamiento de Jesús. Por otra parte, éste no ha instituido una Iglesia cuya misión estaría reducida a saciar los cuerpos. Si los primeros cristianos dieron al relato una interpretación eucarística, esto se debe a que la saciedad de los cuerpos está estrechamente ligada a la saciedad de los corazones. En efecto, el pan eucarístico sólo sacia el corazón del hombre animándole a amar mejor a sus hermanos y a procurarles el pan que no tienen.
El pan eucarístico no enriquece: empobrece, puesto que sólo puede ser comido por aquellos que se abren a la voluntad del Padre. Y nos permite unirnos a los pobres en su lucha contra el hambre y sus causas precisamente porque nos hace pobres espiritualmente.
De este modo, la participación en el pan eucarístico de nosotros, ricos, debe hacernos cada vez más desprovistos, arrancarnos a los bienes perecederos y a su esclavitud. La liturgia del pan de la vida eterna es una llamada incesante a una mayor pobreza.
Maertens-Frisque - Nueva Guia De La Asamblea Cristiana IV, Marova Madrid 1969.Pág. 319 Ss.

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5.- Comentario. Nos hallamos ante un relato. La ocasión está propiciada por el gentío que se ha reunido en torno a Jesús. Dada la hora, los doce aconsejan a Jesús que despida al gentío para que éste pueda proveer a sus necesidades de alojamiento y comida. Ya tenemos, pues, al primer personaje del relato: los doce.
Representan la razón, la lógica. Entra en escena el segundo personaje: Jesús. Proveed vosotros. Representa la sinrazón, la ilógica. Dos personajes, pues, representando dos papeles, dos posturas contrapuestas. El resto del relato lo conocemos,. Cada personaje representa su papel parcamente, escuetamente. El autor del relato no nos distrae con curiosidades sino que va derecho al resultado: todos comieron y aún sobró, tantos cestos cuantos personajes razonables: doce.
Desde el comienzo de su obra, el autor del tercer evangelio viene insistiendo en lo siguiente: fíate de Dios y acontecerá lo que parecía absurdo e imposible. Ha propuesto dos modelos: María (cfr. /Lc/01/38) y Pedro (/Lc/05/05). Ahora vuelve a insistir en lo mismo, poniendo como modelo al propio Jesús. Fíate de Dios y acontecerá lo que te parecía imposible. Esta es la razón de ser de este relato. Fíate de Dios.
Dabar 1983, 32

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6.- El gesto de la multiplicación de los panes constituye uno de los signos reveladores más importantes de todo el evangelio. Como es habitual en Lucas, la figura de Jesús comienza a manifestarse también aquí a partir de la doble perspectiva de las palabras y los hechos: abre ante los hombres el camino del reino que ofrece la salud o vida nueva (9, 11). Sobre ese fondo, ligeramente precisado, viene a revelarse el signo de los panes.
La esperanza en el banquete constituía uno de los grandes elementos de la apocalíptica tradicional. El apocalipsis de Isaías precisaba: "Y preparará Yahveh Sebaot para todos los pueblos un festín de suculentos manjares, un festín de vinos generosos" aluden a la felicidad del que recibe el pan del reino (Lc 14, 15) o cuando afirman que Jesús anhela ansiosamente la comida del reino que se acerca (Lc 22,16).
Sobre este fondo se precisa todo el contenido del signo de los panes. Los que siguen a Jesús han tenido que prescindir de las seguridades que el mundo les ofrece: entra la noche y están solos; sienten hambre y no disponen de comida, pues se encuentran lejos del poblado (9, 12). Pues bien, en medio del desierto, a la llegada de la noche, Dios repite los antiguos prodigios de la historia de su pueblo; aunque los hombres piensen estar solos y perdidos, Jesús se encuentra en medio de ellos repartiendo su misterio a manos llenas: enseña, cura, ofrece el alimento.
Es difícil encontrar una imagen más valiosa del sentido y de la obra de Jesús. Los que le siguen tienen que arriesgarse, dejando atrás el mundo antiguo, su seguridad y su comida. Pero, una vez que ya lo han hecho no necesitan decir nada: Jesús sabe su necesidad y les ayuda.
No interesa demasiado la manera concreta en que el signo se realizó. Lo que importa es que Jesús dio de comer abundantemente al pueblo. Lo que importa es que su gesto vino a suscitar entre los suyos el entusiasmo mesiánico de forma que los hombres descubrieron que el banquete del reino ya ha empezado a realizarse. Parece como si de pronto se hubieran rasgado los antiguos niveles de las cosas; da la impresión de que el mundo de los pobres y perdidos de la tierra se termina y surge la verdad definitiva de la vida.
A manera de conclusión, quisiéramos señalar con brevedad los elementos más valiosos del signo de los panes:
a) en primer lugar, el gesto constituye una revelación escatológica; por medio de Jesús, Dios se está mostrando como aquél que ofrece el alimento de la vida al pueblo.
b) En el gesto se desvela el poder de los apóstoles; por sí mismos son incapaces de ofrecer comida al pueblo (9, 13); sólo cuando reciben el pan que les regala el Cristo pueden alimentar verdaderamente al pueblo.
c) Dentro de una vivencia eclesial el milagro se ha convertido en anticipo y señal de la eucaristía; el mismo comportamiento de Jesús que pronuncia la bendición, parte el pan y lo ofrece a los hombres nos dirige en esta dirección; por eso, aquel comer juntos en la tensión de la esperanza escatológica, se ha venido a convertir en el signo fundamental de la iglesia.
d) Todo esto nos lleva finalmente hacia otro plano: la comida fraternal y abundante donde los dones del reino se ofrecen a todos los salvados debe anticiparse en la comida de la tierra. Eso significa que los bienes de este mundo son los medios, los manjares de un banquete en el que todos se encuentran invitados; por eso, en una sociedad donde la injusticia separa brutalmente a los unos de los otros es muy difícil recordar el gesto de la multiplicación de los panes y celebrar de verdad la eucaristía. Jesús ha invitado a todos con unos mismos panes (en la multiplicación y en la eucaristía); los bienes del banquete del reino son comunes. Pues bien, una sociedad donde los hombres se roban mutuamente la comida (se oprimen mutuamente), está indicando que no sigue a Jesús ni desea tender hacia el banquete de su reino.
Comentarios A La Biblia Litúrgica NT - Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1303 S.

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7. ¿Entiendes lo que ésto significa?
Fuente: Catholic.net
Autor: P . Sergio A. Córdova

Hay, en Tierra Santa, un pueblecito llamado Tabga. Está situado junto a la ribera del lago Tiberíades, en el corazón de la Galilea. Y se halla a los pies del monte de las Bienaventuranzas. La Galilea es una región de una gran belleza natural, con sus verdes colinas, el lago de azul intenso y una fértil vegetación. Este rincón, que es como la puerta de entrada a Cafarnaúm, goza todo el año de un entorno exuberante. Es, precisamente en esta aldea, donde la tradición ubica el hecho histórico de la multiplicación de los panes realizada por Jesús.
Ya desde el siglo IV los cristianos construyeron aquí una iglesia y un santuario, y aun hoy en día se pueden contemplar diversos elementos de esa primera basílica y varios mosaicos que representan la multiplicación de los panes y de los peces.
Pero hay en la Escritura un dato interesante. Además de los relatos de la Pasión, éste es el único milagro que nos refieren unánimemente los cuatro evangelistas, y esto nos habla de la gran importancia que atribuyeron desde el inicio a este hecho. Más aún, Mateo y Marcos nos hablan incluso de dos multiplicaciones de los panes. Y los cuatro se esmeran en relatarnos los gestos empleados por Jesús en aquella ocasión: “Tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos –dio gracias, nos dice san Juan—, los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente”.
Seguramente, los apóstoles descubrieron en estos gestos un acto simbólico y litúrgico de profunda significación teológica. Esto no lo adviertieron, por supuesto, en esos momentos, sino a la luz de la Última Cena y de la experiencia post-pascual, cuando el Señor resucitado, apareciéndose a sus discípulos, vuelve a repetir esos gestos como memorial de su Pasión, de su muerte y resurrección. Y, por tanto, también como el sacramento supremo de nuestra redención y de la vida de la Iglesia.
Año tras año, el Papa Juan Pablo II escribe una carta pastoral dirigida a todos los sacerdotes del mundo con ocasión del Jueves Santo, día del sacerdocio y de la Eucaristía por antonomasia. El año pasado la hizo extensiva a toda la Iglesia, convirtiéndola en una carta encíclica para todo el orbe católico: “Ecclesia de Eucharistia”. Yo invitaría a todos los que vean este artículo de hoy a leer y a meditar en el contenido espiritual tan rico y profundo de este documento brotado del corazón mismo de Juan Pablo II.
“La Iglesia vive de la Eucaristía”. Así inicia el Papa su meditación. “Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia”. Y a continuación tratará de hacernos comprender, valorar y vivir esta afirmación inicial.

En efecto, la Eucaristía es el sacramento por excelencia de la Iglesia –y, por tanto, de cada uno de los bautizados— porque brotó del amor redentor de Jesucristo, la instituyó como sacramento y memorial de su Alianza con los hombres; alianza que es una auténtica redención, liberación de los pecados de cada uno de nosotros para darnos vida eterna, y que llevó a cabo con su santa Pasión y muerte en el Calvario. La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Cristo sobre la cruz nos hablan de este mismo misterio.
El Sacrificio eucarístico es –recuerda el Papa, tomando las palabras del Vaticano II— “fuente y culmen de toda la vida cristiana”. Cristo en persona es nuestra Pascua, convertido en Pan de Vida, que da la vida eterna a los hombres por medio del Espíritu Santo.
Juan Pablo II nos confiesa que, durante el Gran Jubileo del año 2000, tuvo la grandísima dicha de poder celebrar la Eucaristía en el Cenáculo de Jerusalén, en el mismísimo lugar donde la tradición nos dice que fue realizada por Jesucristo mismo la primera vez en la historia. Y varias veces ha traído el Papa a la memoria este momento de gracia tan singular. El Papa sí valora profundamente lo que es la Eucaristía. En el Cenáculo –nos recuerda el Santo Padre— “Cristo tomó en sus manos el pan, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros” (Eccl. de Euch., nn. 1-2).
Estos gestos y palabras consacratorias son las mismas que empleó Jesús durante su vida pública, en el milagro de la multiplicación de los panes. Si Cristo tiene un poder absoluto sobre el pan y su naturaleza, entonces también podía convertir el pan en su propio Cuerpo, y el vino en su Sangre.
Y decimos que la Eucaristía es el “memorial” de nuestra redención porque –con palabras del mismo Santo Padre— “en ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos”. Esto, precisamente, significa la palabra “memorial”. No es un simple recuerdo histórico, sino un recuerdo que se actualiza, se repite y se hace realmente presente en el momento mismo de su celebración.
Por eso –continúa el Papa— la Eucaristía es “el don por excelencia, porque es el don de sí mismo (de Jesucristo), de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación.
Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos… Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y se realiza la obra de nuestra redención” (Eccl. de Euch., n. 11).
Ojalá, pues, que en esta fiesta del Corpus Christi, que estamos celebrando hoy, todos valoremos un poco más la grandeza y sublimidad de este augusto sacramento que nos ha dejado nuestro Señor Jesucristo, la Eucaristía, el maravilloso don de su Cuerpo y de su Sangre preciosa para nuestra redención: “Éste es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía”.
Que a partir de hoy vivamos con una fe mucho más profunda e intensa, y con mayor conciencia, amor y veneración cada Eucaristía, cada Santa Misa: ¡Gracias mil, Señor, por este maravilloso regalo de tu amor hacia mí!