miércoles, 29 de abril de 2020

LECTURA Y COMENTARIO IV DOMINGO PASCUA CICLO A - 3 DE MAYO 2020


YO SOY LA PUERTA DE LAS OVEJAS



ORACION COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, condúcenos a la asamblea gozosa del cielo, para que la debilidad del rebaño llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor. El, que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36-41

El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once, levantó la voz y dirigió la palabra: Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha constituido Señor y Mesías. Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?.
Pedro les contestó: Conviértanse y bautícense todos en nombre de Jesucristo para que se los perdonen los pecados, y reciban el Espíritu Santo. Porque la promesa vale para ustedes y para sus hijos y, además, para todos los que llame el Señor Dios nuestro, aunque estén lejos.
Con éstas y otras muchas razones les urgía y los exhortaba diciendo: Escapen de esta generación perversa. Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

SALMO RESPONSORIAL (22)

El señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 20b-25

Queridos hermanos: Si obrando el bien soportan el sufrimiento, hagan una cosa hermosa ante Dios, pues para esto han sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por ustedes, dejándoos un ejemplo para que sigan sus huellas.
El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andaban descarriados como ovejas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: Les aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

COMENTARIO

Los domingos anteriores, nos han presentado diversos momentos de la experiencia pascual de los discípulos del Señor. Las lecturas de este domingo nos ayudan a preguntarnos quién es para nosotros este Cristo resucitado, de quien nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que "Dios lo ha constituido Mesías y Señor": ¿es verdaderamente el Señor de nuestras vidas?.
En el A.T., el culto es la puerta que establece la comunicación entre en mundo divino y el terrestre. El peregrino que sube a la ciudad santa viene a franquear las puertas del templo para acercarse a Dios (Sal 110,4). Pero si Israel, aun atravesando estas puertas, no busca a su Dios, el templo se torna inútil y engañoso, y Jerusalén pierde su razón de ser. Hoy, Jesús se presenta como puerta, como acceso al Padre (Ef 3. 16). Hay que "pasar" por él si se quiere llegar a los pastos que dan la vida en plenitud, porque él ha venido "para que tengamos vida abundante".
Tomando la comparación, bastante habitual en los escritores bíblicos, de los pastores (dirigentes) y las ovejas (pueblo), se rechaza a quienes guían al pueblo mirando en beneficio de sus propios intereses económicos y políticos. Son ladrones y bandidos. La salvación pasa necesariamente por Jesús.
Dos detalles del texto se pueden recordar: Jesús camina delante y conoce a sus ovejas. Él es el camino verdadero y viviente. Su vida y su muerte están patentes ante los ojos de todos. No dirige su comunidad desde un despacho. La metáfora de la "puerta" insinúa el camino que recorrió el mismo Jesús, "caminando delante de las ovejas", "dejándoles un ejemplo", su humilde servicio, su entrega a la muerte, que hizo de él "Pastor Supremo" y "Pastor auténtico". No les queda otro camino de legitimación a los que quieren ejercer en la Iglesia un ministerio pastoral.
Por otra parte, en la comunidad de Jesús no funciona en base a números de carnet o apellidos. El conocimiento es personal. Él conoce el nombre de cada oveja, y ellas le conocen a él. Nada tiene de parecido a un ejército o a una gran empresa. Rebaño y pastor son uno. Jesús es la puerta de entrada de la comunidad cristiana más allá de las herencias sociales en materia de religión. Una puerta siempre abierta es una posibilidad que se ofrece y no es nunca un obstáculo. La comunidad y sus pastores de cada momento habrán de cuidar para no estrechar ni agrandar su dintel, modificando lo establecido por el único pastor. La fidelidad al Señor es el alimento de su rebaño.

PLEGARIA UNIVERSAL

Como Buen Pastor, necesitamos que nos acompañes nos guíes y cures nuestras dolencias. Te presentamos las necesidades de tu pueblo sabiendo que serán atendidas. R. ¡Señor, atiende nuestras heridas!.

1.- Padre, te pedimos por el Papa Francisco, los obispos y sacerdotes, para que, siguiendo la luz de Cristo resucitado, guíen alienten y acompañen al pueblo de Dios. Roguemos al Señor. R.

2.- Por todas las congregaciones que dedican su vida a acompañar a los niños y jóvenes mediante la educación, la  acogida etc, para que tengan hacia ellos el mismo cariño que Cristo hacia sus ovejas. Roguemos al Señor.

3.- Señor, envía más obreros a tu mies, porque es muy grande. Señor, sigue llamando a los jóvenes, sigue colmando su corazón de gracia y generosidad. Que te escuchen y que te  sigan con entusiasmo y entrega, así como tú te entregaste por nosotros, tú el eternamente joven. Roguemos al Señor.

4.- Por los enfermos, para que se sientan asistidos por la mano amorosa del Buen Pastor. Roguemos al Señor. R.

5.- Por todos los que andan como ovejas sin pastor: para que encuentren a Cristo el único Buen Pastor. Roguemos al Señor. R.

6.- Por todos los que seguimos a Cristo: para que pronto seamos un solo rebaño siguiendo al único Pastor. Roguemos al Señor.

Señor, pastor solicito que estas siempre pendiente de las necesidades de tu rebaño, atiende las necesidades que te presentamos, para que lleguemos un día al redil, donde gozaremos del eterno cuidado. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, alegrarnos siempre por estos misterios pascuales y que la actualización continua de tu obra redentora sea para nosotros fuente de gozo incesante. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Pastor bueno, vela compasivo sobre tu rebaño y conduce a los pastos eternos a las ovejas que has redimido con la sangre preciosa de tu Hijo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 04: Hch 11, 1-18; Sal 41; Jn 10, 1-11-18.
Martes 05: Hch 11, 19-26; Sal 86;  Jn 10, 22-30.
Miércoles 06: Hch 12, 24-13, 5; Sal 66; Jn 12, 44-50
Jueves 07: Hch 13, 13-25;  Sal 88;  Jn 13, 16-20.
Viernes 08: Hch 13, 26-33; Sal 2-; Jn 14, 1-6.
Sábado 09: Hch 13, 44-52; Sal 97; Jn 14, 7-14.
Domingo 10: Hch 6, 1-7; Sal 32; 1Pe 2, 4-9; Jn 14, 1-12

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 10. 1-10

"La puerta de las ovejas". A la verdad, en el pasaje evangélico de hoy tiene más relieve la metáfora de la "puerta" que la del "pastor". Habrá que prestarle la atención que se merece, siempre en referencia obligada al misterio pascual.
Cristo se ha convertido en "la puerta de las ovejas", en Mediador único por el que pueden salvarse los hombres, en virtud de su muerte-resurrección: "Tenemos entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús; contamos con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea de su carne" (Hb 10. 19; Mt 27. 51). Es, pues, la misma humanidad pascual de Cristo la que se ha convertido en puerta de acceso al "santuario", a los bienes de la salvación, a "los pastos", a "la vida abundante".
...................
-Un único Pastor y muchos pastores.
La derivación al tema del ministerio pastoral está justificada por el mismo texto evangélico (y no sólo por ser hoy jornada de oración por las vocaciones).
Antes de subir al Padre, Cristo resucitado confió a unos hombres su misma misión pastoral, para que su obra salvadora se hiciera eficazmente presente para todas las generaciones. No le suceden ni le suplantan. Son signos de su presencia y testigos de su amor de entrega. Cristo sigue siendo el único Pastor auténtico, presente a su Iglesia a través de la actividad ministerial de sus respresentantes.
Requisito indispensable para ello: "entrar por la puerta". La metáfora de la "puerta" insinúa el camino que recorrió el mismo Jesús, "caminando delante de las ovejas", "dejándoles un ejemplo", su humilde servicio, su entrega a la muerte, que hizo de él "Pastor Supremo" y "Pastor auténtico". No les queda otro camino de legitimación a los que quieren ejercer en la Iglesia un ministerio pastoral.
IGNACIO OÑATIBIA- MISA DOMINICAL 1990/10



Después de haber contemplado los domingos anteriores, diversos momentos de la experiencia pascual de los discípulos del Señor, las lecturas de hoy nos ayudan a hacernos la pregunta sobre quién es para nosotros este Cristo resucitado, de quien nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que "Dios lo ha constituido Mesías y Señor": ¿es verdaderamente el Señor de nuestras vidas?
-La autoridad de JC en la vida de cada cristiano.
El bautismo que todos nosotros hemos recibido es fruto de la Pascua, de la Resurrección del Señor. La primera lectura hacía referencia a la conversión exigida por el discurso pascual de Pedro, una conversión que conduce inmediatamente al bautismo como adhesión total al Jesús crucificado "que Dios ha constituido Mesías y Señor".
Es muy recomendable que cada uno de nosotros revisemos nuestra adhesión a Cristo. Y que lo hagamos ahora: después de haber vivido la Cuaresma, que -preparando la Pascua- pretendía renovar nuestra "conversión"; y después de haber renovado las promesas bautismales en la noche de Pascua. ¿Qué autoridad tiene Jesús en mi vida? Y debemos plantearnos esa pregunta a partir de los hechos más sencillos y cotidianos de la vida. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos, nada de lo que hacemos puede quedar al margen de nuestra "vocación": Cristo os dejó "un ejemplo para que sigáis sus huellas", nos decía la carta de san Pedro. En las relaciones familiares, en el trabajo, en el lugar de estudio, en la tienda, en el metro o el autobús, con las amistades, con la pareja... hemos de vivir plenamente nuestra vocación. (...)
-JC es la puerta para entrar en la vida: J/PUERTA:
He aquí el sentido de las dos imágenes que Jesús utiliza en el evangelio de hoy, hablando de sí mismo: el pastor y la puerta de las ovejas. Él es el centro de la vida cristiana, de cada cristiano y de la comunidad. A él le reconocemos como único Señor cuando nos habla en medio de tantas voces como oímos cada día. Él nos conoce personalmente y nos ama, y por eso le seguimos. La salvación sólo la encontramos si hacemos pasar nuestra vida por él, aceptando su cruz y su resurrección. Estamos aquí porque la voz de nuestro pastor nos ha convocado. Sabemos que él nos conduce a los buenos pastos. Ahora, él mismo nos pondrá la mesa y nos dará el alimento de la vida cristiana. Acerquémonos con confianza.
J. ROMAGUERA - MISA DOMINICAL 1990/10



El título de Mesías mira hacia el pasado: Jesús lleva a cumplimiento las profecías mesiánicas; el de Señor, hacia el futuro: Jesús volverá y su vuelta inaugurará la fase gloriosa del Reino de Dios.



5. /JN/EV:
RECOGE NO LO QUE QUE ÉL DICE SINO LO QUE ÉL ES.
Acerca del lenguaje de Jesús en el cuarto evangelio, hay que decir que este lenguaje no reproduce el modo de hablar de Jesús. Jesús habló más bien en la línea recogida en los sinópticos. El lenguaje de Jesús en el cuarto evangelio es la verbalización, puesta por el autor en labios de Jesús, del significado de su persona. Las palabras de Jesús en el cuarto evangelio no reproducen lo que él dijo, sino lo que él es.
A. BENITO - DABAR 1990/27



6.- Texto.
Versículos 1-6. El autor califica estos versículos de comparación. Es decir, nos hallamos ante un símil o semejanza entre dos situaciones. Para poder entenderlas habrá, pues, que conocer las dos situaciones que se comparan. El desconocimiento de una de ellas haría ininteligible la comparación.
Una de las situaciones es la formulada por la misma comparación: un aprisco, la puerta de acceso, el depredador, el pastor, la actividad del pastor, resaltando especialmente la compenetración mutua entre ovejas y pastor. La comprensión de esta situación no plantea especiales dificultades. Basta asomarse a los usos y costumbres de los pastores.
¿Cuál es la otra situación con la que ésta se compara? El autor comenta que los destinatarios de la comparación no entendieron de qué les hablaba. Al desconocer la segunda de las situaciones es lógico que no entiendan la comparación.
Versículos 7-10. Formulan la otra situación. Lo comparado son la puerta del aprisco y Jesús. La comparación entre el pastor y Jesús no se hace en estos versículos, sino a partir del v. 11.
Comentario. Los destinatarios de la comparación son los fariseos, a quienes se les acaba de decir que si fueran ciegos no tendrían pecado, pero que, como dicen ver, su pecado persiste (ver Jn. 9, 41). Los fariseos están caracterizados en el cuarto Evangelio como hombres de la Ley, guardianes y responsables de la misma. A Juan le han preguntado por qué bautizaba siendo así que no podía hacerlo (ver Jn 1, 25). A Jesús le han venido con una adúltera a la que la Ley prescribe lapidar (ver Jn. 8, 3-5). A Jesús le recuerdan que para que un testimonio tenga validez debe estar avalado por dos testigos, a lo que Jesús responde que efectivamente cuenta con dos testigos: él mismo y el Padre (ver Jn, 8, 13 y 8, 17-18). Al ex-ciego le interrogan porque en su curación se ha lesionado la Ley del Sábado (ver 9, 14).
Lo que los protagonistas no entienden, sí lo entiende en cambio el lector, que es para quien en realidad escribe el autor. El lector percibe muy bien que el mensaje que el autor quiere transmitirle guarda relación con la ley, en la que los fariseo se hallan instalados y que, sin embargo, constituye su pecado, pecado del que ellos ni siquiera son conscientes. Por eso no pueden entender los fariseos el sentido de la comparación. En ella, en definitiva, se afirma que el acceso al aprisco no pasa por la Ley, sino por Jesús. No es un comportamiento inmoral lo que el autor critica en los fariseos, sino algo mucho más hondo y complejo: una estructura mental esclerótica, una actitud monolítica y cerrada. Este pecado es de verdad un auténtico drama por su carga de ironía fatal, que destruye al personaje cuanto más consciente, dueño y bueno éste se cree.
Es muy duro con la Ley el texto de hoy. El tono tajante de las afirmaciones en los vs. 8 y 10 así lo pone de manifiesto. Sin demagogia ni palabrería, por supuesto, hay que mantener este aspecto del mensaje que el autor parece querer transmitirnos.J/LEY
Jesús es el fin de la Ley porque la Ley mató a Jesús. Por aquí van los tiros de Pablo cuando hace de la cruz el emblema cristiano.
En contraste con la anterior dureza está el v.9 y la última afirmación del v. 10. Te recomiendo que cuando hayas terminado de leer estos versículos, leas todo el capitulo 9. Y si no tienes demasiada prisa, lee también 5, 1-9 (fíjate en la multitud de tullidos en la piscina de cinco pórticos) y 8, 1-11. Estos textos explican los vs. 9-10 de hoy.
A. BENITO - DABAR 1987/28



7.- Contexto. Continuación de la respuesta a una pregunta formulada por los fariseos. Pregunta de los fariseos: "¿Somos también nosotros ciegos?" (Jn. 9, 40). Respuesta de Jesús; Jn. 9, 41 - 10, 18. El evangelio de hoy no se puede, pues, comprender sin hacer referencia al capítulo 9 (curación del ciego). Este capítulo ya ha sido comentado el cuarto domingo de cuaresma.
Decíamos entonces que la autoridad judía ha procesado y sentenciado al ciego; en realidad de verdad, el procesado y sentenciado es Jesús. Por eso aparece Jesús en primer plano al final del capítulo (9, 35-41). Pero su aparición provoca un golpe de escena: es Jesús quien realmente abre un proceso en el mundo, proceso que trastoca las posiciones y la valoración de las mismas (9, 39). El ver no depende de unas prácticas, sino de la adhesión incondicional a la persona de Jesús (9, 35-38).
Texto y sentido del texto. Una fórmula solemne introduce una serie de referencias y situaciones tomadas de la vida de los pastores (vs. 1-5). Los fariseos (interlocutores de Jesús) no captan el sentido (v. 6). Jesús explicita ese sentido (versículos 7-10). Este es el esquema formal global. Vayamos a los detalles. Los vs.1-2 formulan dos enunciados generales antitéticos ("el que no entra por la puerta... es ladrón, el que entra por la puerta es pastor"). Los vs. 3-4 se fijan en el pastor y enumeran todas las acciones que realiza desde que entra al aprisco hasta que se pone al frente de las ovejas fuera ya del aprisco. La enumeración sigue bien el orden real de las acciones, excepto al comienzo: "Las ovejas atienden su voz, él va llamando por el nombre a sus ovejas". ¡Para escuchar, antes hay que haber llamado! Invirtiendo el orden (procedimiento que da lugar a una anomalía), el autor trata de resaltar precisamente esa escucha, que vuelve a recoger al final de la enumeración ("porque conocen su voz"). El v.5 se fija en el que no ha entrado por la puerta, insistiendo de nuevo en el conocimiento de la voz.
De la explicitación del sentido (Jn. 10, 7-18), el texto litúrgico sólo recoge la que hace referencia a la puerta (vs. 7-10). La misma fórmula solemne que en 10, 1 introduce la identificación Jesús-puerta. El significado de la puerta ya ha quedado formulado en los vs. 1-2: el uso o no uso de ella para entrar en el aprisco constituye a uno en pastor o ladrón. A este nivel de significado funciona la identificación Jesús-puerta. El uso o no uso de Jesús (valga la expresión) constituye a uno en pastor o ladrón. Esto es lo que formula el v. 8 en sentido negativo absoluto ("todos"). No olvidemos que los interlocutores de Jesús son los fariseos, es decir, los guías del pueblo judío.
El v. 8 dice, pues, que los guías de Israel no hacen uso de la puerta, es decir, no aceptan a Jesús. Se saca después la consecuencia de acuerdo a lo dicho en el v. 5. El v. 8 explícita el sentido del enunciado del v. 1: los guías de Israel, puesto que no aceptan a Jesús, son ladrones; creen que ven, pero toda su visión la fundamentan en unas prácticas y no en Jesús; por eso son ciegos (cfr. Jn. 9, 35-38). Este es su pecado, al que siguen aferrados (cfr. Jn. 9, 41).
El v. 9 comienza formulando la misma identificación Jesús-puerta, para pasar después a indicar las ventajas que reporta el entrar al aprisco por la puerta. Estas ventajas están formuladas en futuro porque su disfrute está condicionado al paso por la puerta. Se trata, pues, de un futuro lógico, no de un futuro temporal-escatológico. La duda está en si los destinatarios de estas ventajas son las pastores o las ovejas. No parece que el v.9 sea una explicitación del v. 2 puesto que en el v. 10 no se habla del pastor, sino del ladrón que viene a robar, contraponiéndose su actuación con la de Jesús. Por todo esto, parece más coherente pensar que los destinatarios de las ventajas son las ovejas. Se prepara así el paso a los vs. 11-17, donde se trata de Jesús como pastor de las ovejas.
Las ovejas, que hacen uso de la puerta, es decir, los que aceptan a Jesús, están a salvo, gozan de plena libertad y tienen abundancia de pastos. Jesús no ha venido a imponer una reglamentación de cargas y prácticas. Una puerta de par en par jamás es obstáculo. Jesús ha venido para que los hombres vivan la pura alegría de saberse con sentido.
DABAR 1978/26



8.- Los pastores solían reunir sus rebaños en un mismo corral y confiarlos a la vigilancia de uno solo (el guarda), mientras los demás pernoctaban confiadamente en sus casas y regresaban al amanecer. El corral era un cerco de piedras con una sola puerta y sin cobertizo.
Por la mañana resultaba fácil a cada uno distinguir sus propias ovejas, bastaba con llamarlas con un silbido peculiar para que todas acudieran a él y le siguieran. Lo que se dice del "nombre" con el que el pastor llama a cada una parece más propio de un ganado mayor, como sucede, por ejemplo, con las vacas; aquí se destaca ese rasgo expresamente en atención a su significado simbólico, a la relación personal que se da entre el buen pastor y sus ovejas, es decir, entre Jesús y los suyos.
Los oyentes no comprenden la "comparación". La "comparación" o la "parábola" (como dicen los sinópticos) es un género literario en el que se visualiza una enseñanza utilizando imágenes tomadas de la vida corriente. Dada su concisión y su expresión indirecta, en imágenes, resulta enigmática si no se interpreta su significado (Cfr. Mt 13, 13). Jesús explica el significado de cada punto de su "comparación".
Sorprendentemente comienza por algo que parecía más bien indiferente: "Yo soy la puerta", es decir, el que permite el acceso al rebaño y, sobre todo, el que discierne al pastor legítimo del falso pastor que viene a robar y tiene que saltar el muro. Todo pastor verdadero recibe de Cristo la misión legítima para pastorear las ovejas.
Jesús es también el verdadero pastor. Otros han pretendido ser el Mesías prometido (Cfr. Hech 5, 36s.), pero el pueblo no les ha escuchado; en cambio, a Jesús le ha escuchado el pueblo, como se vieron obligados a reconocer sus propios enemigos (11, 48; 12, 19). Los falsos pastores no son en este caso los fariseos, sino aquellos que se hicieron pasar por el Mesías y llevaron al pueblo a la desolación.
De nuevo Jesús vuelve al símil de la puerta. Pero ahora no se trata de la puerta por donde entra el pastor legítimo, sino de la puerta que se abre para que los hombres tengan acceso a la comunidad de salvación, a la vida y a la libertad de los hijos de Dios.
Precisamente ésta es la misión de Jesús: dar vida a sus ovejas, dar vida abundante e, incluso, desvivirse por ellas hasta el extremo de la cruz. Los falsos pastores buscan las ovejas para aprovecharse de ellas, despojarlas y conducirlas a la ruina.
EUCARISTÍA 1981/23





viernes, 24 de abril de 2020

LECTURAS Y COMENTARIO III DOMINGO PASCUA CICLO A - 26 ABRIL 2020


SOMOS PEREGRINOS DE EMAUS.


ORACION COLECTA

Que tu pueblo, oh Dios, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu, para que todo el que se alegra ahora de haber recobrado la gloria de la adopción filial, ansié el día de la resurrección con la esperanza cierta de la felicidad eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33.

El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró: «Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras.
A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como ustedes mismos saben, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo mataron, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: “Veía siempre al Señor delante de mí, pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón, exultó mi lengua, y hasta mi carne descansará esperanzada. Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos, ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida, me saciarás de gozo con tu rostro”. Hermanos, permíteme hablarles con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que están viendo y oyendo».

SALMO RESPONSORIAL (15)

Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.». El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor que me aconseja; hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 1, 17-21

Queridos hermanos: Si llaman Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad, tomen en serio su proceder en esta vida. Ya saben con qué los rescataron de ese proceder inútil recibido de sus padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien. Por Cristo ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así
han puesto en Dios su fe y su esperanza.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
El les dijo: ¿Qué conversación es esa que traen mientras van de camino?.
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?.
Él les preguntó: ¿Qué?.
Ellos le contestaron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo: ¡Qué necios y torpes son para creer lo que anunciaron los profetas!. ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?.
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo: Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?. Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros, que estaban diciendo: Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


COMENTARIO

¿No han comprendido? ¡Qué torpes son y lentos para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria? Hasta en el día de pascua, dejémonos reprender por el resucitado. Quizás al decir eso, tenía la sonrisa de las reprensiones amables y muy pronto acabaron también por sonreír los discípulos: ¡A veces es bueno recibir reprimendas de Jesús, vivo ¡Viviente! Cambiemos con él esa misma sonrisa un tanto pícara. Somos peregrinos de Emaús. Avanzamos por el camino de la vida con muchas esperanzas, al principio muy puras, luego cada vez más mezcladas, unas veces cristianas y otras paganas, unas veces claras y otras llenas de ignorancia: “¡Habíamos esperando tanto!”. Dice, y decimos con ellos nosotros. Vinieron las decepciones, cristianas y también paganas. Y llegaron hasta el fondo de su desconfianza: ¡Jesús se había acabado para ellos! De pronto, el encuentro. Tan increíble que al principio no ven nada: “Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos. También nosotros hemos tenido ese encuentro, pero hemos seguido tan cerrados como ellos a lo increíble: ¡Dios ante nosotros, Dios con nosotros!. Aun sabiendo nuestra fe no se despertó lo bastante, nuestro corazón es demasiado lento, seguimos avanzando por la vida como si él no estuviera allí. Pero a veces el corazón arde. “¿No estábamos como sobresaltados mientras nos hablaba explicándonos las Escrituras?”.
¡Las Escritura!. No esperemos avanzar en la fe sin las Escrituras. Toda la biblia, el gran tesoro de la revelación cuya clave nos entrega hoy Jesús: “El Mesías tenía que padecer para entrar en su gloria”. Muy duro de comprender, muy duro de aceptar, sin embargo Jesús nos tratará cortésmente de tontos o idiotas mientras no interioricemos de veras este secreto de los secretos. La gran trayectoria desde la cruz a la gloria es la historia de Cristo, es la historia del mundo, es la historia de cada una de nuestras vidas. El que comprende este camino de sufrimiento, lo ha comprendido todo.
Los discípulos recibieron el gran secreto; su corazón arde (“Quédate con nosotros”), pero aún no le reconocen. Se necesita la fracción del pan y esta vez comprenden. Aunque “desaparece a su vista”, en adelante seguirá allí, se podrá avanzar con él de la cruz a la gloria.
Inmediatamente tienen un buen reflejo: ir a anunciar la maravilla: “El Señor vive”. Y todos responden: Es verdad”. Ser cristiano será vivir de esta certeza y comunicarla. Así es como nació nuestra fe con sus tres grandes momentos; la palabra, la eucaristía y el testimonio. Lucas bordó esta página para hacer de ella el esquema de la existencia cristiana vivida como una misa y por tanto como una aceptación de la cruz. Una aceptación paradójicamente dichosa: se camina hacia la gloria de Dios y se camina con Jesús: “Quédate con nosotros” es una palabra de amor para decir: “Quiero seguir contigo”.

PLEGARIA UNIVERSAL

Queremos pedirte, hoy, Dios Padre que nos enseñes a reconocer a Jesús,  el Resucitado y que junto con el recorramos el camino de la vida, alimentados con su pan y trabajando para los hermanos más necesitados. Y todos juntos repetimos: R. ¡Acompáñanos en nuestro camino!.

1.- Por el Papa, por el obispo de eta diócesis (…) y por nuestro párroco (…), para que reciban ampliamente la gracia del Resucitado y seamos capaces todos juntos de salir al encuentro del Señor Jesús, que nos busca. Roguemos al Señor. R.

2.- Por todos aquellos, que nuestro país tienen responsabilidades de Gobierno, para que tengan presente en todo momento que el sacrificio del Señor Jesús fue por amor y pasa que hubiera paz y concordia entre todos. Roguemos al Señor. R.

3.- Por los pobres, los desplazados, los marginados, los rechazados por su raza, religión y opción política, para que sientan cercana la justicia de los hermanos que creen en Jesús Resucitado. Roguemos al Señor. R.

4.- Por todas las familias, para que vivan en paz, se mantengan firmes en su unidad y vean crecer a sus hijos en unidad y concordia. Roguemos al Señor. R.

5.- Por todos nosotros, presentes en esta eucaristía del Tercer Domingo de Pascua para que el ejemplo de los hermanos de Emaús, ardan nuestros corazones de esperanza. Roguemos al Señor. R.

Dios Padre nuestro, acepta estas suplicas que te presentamos hoy con amor, fe y alegría. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante y a quien diste motivo de tanto gozo concédele disfrutar de la alegría eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Mira, Señor, con bondad a tu pueblo y ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concédele llegar a la incorruptible resurrección de la carne que habrá de ser glorificada. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 27: Hch 6, 8-15; Sal 119;  Jn 6, 22-29.
Martes 28: Hch 7, 51-8.1; Sal 31; Jn 6, 30-35.
Miércoles 29: Hch 8, 1-8; Sal 66; Jn 6, 35-40
Jueves 30: Hch 8, 26-40; Sal 66; Jn 6, 44-51.
Viernes 01: Gn 1, 26-2.3; Sal 90; Mt 13, 54-58.
Sábado 02: Hch 9, 31-42; Sal 116; Jn 6, 60-69
Domingo 03:   Hch 2, 14, 36-41; Sal 23; 1Pe 2, 20-25; Jn 10, 1-10.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 24, 13-35
Par: /Mc/16/12-13

1.- El evangelio de Emaús es demasiado conocido para que sea necesario describir toda su riqueza; su tono, tan humano, hace resonar un eco tan profundo en nuestros corazones, en el corazón de todos sus oyentes, que cualquier comentario corre el peligro de alterar su excepcional transparencia. Arriesguemos, no obstante, algunas sugerencias.
Leído a continuación de las frases paulinas de las segundas lecturas, el episodio de los peregrinos de Emaús aparece como la celebración de la renovación que la resurrección de Jesús opera en aquellos que aceptan tal mensaje. Al final de su larga marcha, los dos discípulos están renovados por completo. Su comprensión de la vida ya es "otra". Hasta entonces, veían en la muerte el fracaso último de la humanidad. A sus ojos, cualquiera, por gran profeta que hubiera parecido, "por poderoso en obras y en palabras" que hubiese podido ser "delante de Dios y todo el pueblo", cualquiera que es "condenado a muerte y crucificado", corona su vida con un fracaso radical que destruye todo su significado. Ahora bien, esa teoría sobre la existencia, teoría que la experiencia corriente corrobora, es la que es falsa desde ahora.
Debido, en primer término, al Antiguo Testamento, que anunció por la voz de "Moisés y de los Profetas" que un hombre, el Mesías, tras haber soportado tales sufrimientos y experimentado el fracaso que significaban, "entraría", no obstante, "en la gloria" y obtendría el éxito verdadero.
Y ese anuncio de un vuelco tan categórico de las cosas, objeto por largo tiempo de una promesa, se ha hecho, a partir de ese día, realidad. El compañero de camino de los dos discípulos es "Jesús, el Nazareno", el mismo sobre el que se lamentaban los dos viajeros, a quien "concernía" la enseñanza de Moisés y de los Profetas, el que vive el destino inédito que aquellos héroes del pasado habían definido de antemano. Tras haber "soportado los sufrimientos predichos", "entra ahora en su gloria".
Se trata, pues, de una comprensión de la vida totalmente renovada, que Jesús, con su recuerdo del Antiguo Testamento, con su palabra, con su propia presencia, ofrece a los discípulos. Una teoría de las cosas que empalma con sus íntimas aspiraciones: se lo dicen uno a otro, reconociendo que la palabra de Jesús avivaba en ellos un deseo que el tema de la muerte había como sumido en el olvido.
Señalemos dos aspectos de esta renovación total que modifica la persona de los discípulos. En primer lugar, que esta novedad es necesariamente objeto de un compartir, de una comunicación, de un testimonio. No es posible guardar para sí tan "buena noticia". Una vez que se les muestra la verdad, los discípulos se van precipitadamente a Jerusalén para compartir su experiencia y proclamar su descubrimiento... El autor, además, señala un rasgo sugestivo: Jesús termina su comunicación con la fracción del pan.
En este gesto, en que san Lucas ve el acto eucarístico, el evangelista percibe como el espejo en el que aparecen en claro los rasgos de Jesucristo esbozados ya por "Moisés y los Profetas": ¿no es en ese momento cuando ambos compañeros reconocen a Jesús? La Eucaristía no celebra a un muerto, sino que proclama que el que estaba muerto vive, y corresponde a esta nueva representación de las cosas que sitúa la gloria más allá de los sufrimientos. Participar en la Eucaristía es adherirse a una comprensión de la vida que encuentra su realización en Jesucristo vivo, resucitado.
Decididamente, para los cristianos que celebran la Pascua, nada puede en absoluto ser como antes.
LOUIS MONLOUBOU - LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS - EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág 315



2.- La narración parte de Jerusalén y termina en Jerusalén. Un mismo itinerario inversamente recorrido: de Jerusalén a Emaús (vv.13-32) y de Emaús a Jerusalén (vv. 33-35). Pero, para Lucas, Jerusalén es algo más que una ciudad. Es el lugar donde están los once y los demás. Jerusalén es el grupo creyente. Los dos de Emaús han abandonado el grupo y retornan a él.
Cuando retornan se encuentran con un grupo que ya cree en Jesús resucitado (v. 34). No son, pues, los dos de Emaús los que hacen que el grupo sea creyente. Este dato es importante a la hora de determinar el sentido del relato: éste no va en línea apologética (demostrar la resurrección de Jesús), sino en línea catequética (mostrar las vías de acceso a Jesús resucitado, cómo encontrarse con Jesús resucitado). Los destinatarios del relato no son los que rechazan la resurrección de Jesús, sino los cristianos que no han tenido el tipo de acceso que tuvieron los testigos presenciales. En los dos de Emaús estamos tipificados todos los cristianos que no hemos tenido el tipo de acceso a Jesús que tuvieron los testigos presenciales.
¿Cuáles son nuestras vías de acceso a Jesús? En primer lugar, la lectura profundizada del A.T. (vv. 25-27). En segundo lugar, y como culminación de la anterior, la celebración de la Eucaristía.
Es en esta celebración donde finalmente se abren nuestros ojos para reconocer a Jesús (v. 31). El encuentro interpersonal, dicen los psicólogos, sólo se da en la medida en que nos situamos en una realidad que nos trasciende a todos, al mismo tiempo que nos constituye. Esta realidad es la celebración eucarística en su doble vertiente de Palabra y de Comida.
DABAR 1981/29



3.- Para la liturgia, la semana de Pascua constituye una perfecta unidad con el mismo día de la resurrección (el prefacio nos hace decir todos los días de la semana: "en este día". No es fácil, ni incluso posible, establecer un determinado orden entre las diversas apariciones relatadas por los evangelistas.
"Si bien es verdad que ellos están de acuerdo al referir la aparición inicial del ángel (Mt 28. 5-7; Mc 16. 5-7; Lc 24. 4-7; Jn 10. 12-13), los cuatro evangelistas divergen en lo que respecta a la apariciones del mismo Jesús".
"La comparación con la detallada y tan antigua enumeración de 1 Co 15. 5-7, demuestra, por lo demás, que cada evangelista no quiso relatar todas las apariciones de Jesús resucitado".
En todo caso, resulta difícil señalar con precisión la fecha de algunas apariciones. Sin embargo, es cierto que el primer día de la resurrección fue un día repleto. Citemos las apariciones que entre todos refieren y sitúan en esta jornada histórica: a María Magdalena en el huerto (Jn 20. 11-18); a Pedro (alusión en Lc 24.34, consignada también en 1 Co 15. 5); siempre dentro de esta jornada, al caer de la tarde tiene lugar la conversación con los discípulos de Emaús y después la aparición a los once. El estupendo relato del reencuentro de Emaús nos recuerda a su modo la importancia capital, esencial, única, de la resurrección para nuestra fe. Hay cristianos que dan la impresión en ocasiones de conceder una importancia demasiado exclusiva a la muerte redentora del Salvador. Los discípulos de Emaús constituyen un ejemplo estupendo de los creyentes que detienen su creencia en la muerte... Les falta lo principal, lo que da sentido a todo lo demás, incluso a esa muerte que, sin la resurrección, es un fracaso: "Nosotros esperábamos", en imperfecto.
Este pasaje tiene para nosotros un especial interés. Es la primera vigilia bíblica del N.T., ¡y bajo la dirección de qué celebrante! "Comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a él se refería en todas las Escrituras".
Ahí tenemos el hilo conductor y el plan ideal de una velada bíblica sobre un tema determinado: recorrer el A.T. bajo un punto de vista concreto y desembocar en Cristo que es la realización del mismo.
Esta "velada bíblica" de Emaús no es la única que en esta tarde dirige el celebrante extraordinario que es el Señor. En efecto, el evangelio de Lc, en el relato que hace de la aparición a los once de la misma tarde del día de la resurrección, nos dice: "Jesús les dijo: era preciso que se cumpliera todo lo que está escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos de mí. Entonces les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras" (Lc 24. 44-45).
Es característico señalar la unión existente entre estas meditaciones bíblicas y la comida. Cuando tiene lugar la aparición a los once, Jesús come con ellos para disipar toda duda sobre la realidad de su presencia (Lc 24. 43). Ya hemos leído que la conversación de Emaús desemboca en una comida. Incluso muy bien puede suceder que se trate de la primera eucaristía que fuese, a diferencia de la Cena, el Memorial de una realidad cumplida; en este caso tendríamos ahí el modelo de todas nuestras misas: Palabra y después Pan (Lc, al emplear aquí este término técnico -Fracción del Pan- que repetirá en Hch 2. 42, piensa, sin duda, en la Eucaristía.-Biblia de Jerusalén. Nota relativa a Lc 24. 35).
L. HEUSCHEN - LA BIBLIA CADA SEMANA - EDIC. MAROVA/MADRID 1965.Pág 165



4. - Buscar todo "lo bueno" que un hombre puede compartir con otro hombre, cualquiera que éste sea, es hacer un camino que, según la fe cristiana, desemboca en la fraternidad universal. Jesús caminaba junto a dos hombres que sólo iban a Emaús. Estos andaban un camino muy corto; aquél, resucitado, acababa de comenzar con su vida y con su entrega a la muerte un camino mucho más largo y ambicioso, el camino del hombre, de todo hombre hacia el Reino de Dios. Unos y otros, al partir y al compartir, se juntaron en una misma marcha hacia un mismo destino.
EUCARISTÍA 1990/21



Este evangelio es -precisamente porque refleja nuestro propio camino de fe- un retrato de la Eucaristía que celebramos cada domingo. Cuando nos juntamos para la celebración hemos estado haciendo camino, durante la semana, con ilusiones y decepciones, con momentos de búsqueda y de duda, con experiencias dolorosas y otras de alegría. Es el camino de Emaús. Y aquí, en la asamblea, los compartimos con Jesús, en la Escritura. Los "sucesos" de nuestra vida los ponemos ante los "sucesos" vividos por Jesús. La Palabra viva del Señor "enciende nuestros corazones" y da una nueva luz a todo aquello vivido. Después, en el gesto de compartir la mesa, renovamos aquel gesto del Señor, la fracción del pan, y todos sus actos de amor a hombres y mujeres concretos.
Jesús se nos hace presente y se nos hace alimento. Finalmente nos levantamos y volvemos al lugar de donde hemos venido, nos disponemos a rehacer el camino, a vivirlo con nueva ilusión, a anunciar a los demás la alegría de haber visto al Señor.
J. ROMAGUERA - MISA DOMINICAL 1990/09



La fe en JC tiene además una historia personal que acontece en cada individuo. Al comienzo de esa historia se encuentra casi siempre la admiración. Y es que nos admiramos cuando topamos con algo que, anteriormente, no nos habíamos encontrado, que sobrepasa nuestra capacidad de imaginación y de lo que en adelante ya no nos podemos deshacer; ésta es, precisamente, la experiencia del evangelio cuando en él se describe que "ardía el corazón".
EUCARISTÍA 1987/22



7.- Texto: Este domingo no está tomado de Juan, sino de Lucas. Muy en consonancia con los gustos de este autor, el texto es un relato de viaje o de camino. Pero el sentido del camino que hacen los dos discípulos es exactamente el contrario del que habían hecho antes siguiendo a Jesús. Contrario en geografía, porque se marchan de Jerusalén; contrario sobre todo en motivación, porque el camino que ahora hacen es el de la desesperanza. "Nosotros teníamos la esperanza de que él fuera el libertador de Israel". El término "libertador" y la expresión "libertador de Israel" son característicos de Lucas. Remiten a la expresión "liberación de Israel", usada en los comienzos de la obra para expresar las esperanzas del pueblo, representadas por Simeón (Lc 2, 25) y por Ana (Lc 2, 38). Esta liberación debía ser función del Mesías. Ya desde esos comienzos ha dejado Lucas muy claro su punto de vista: Jesús es el Mesías y, consiguientemente, el libertador de Israel.
Los dos discípulos, en cambio, han dejado de compartir este punto de vista. La condena a muerte de Jesús por la autoridad competente les cierra toda posibilidad de ver en Jesús al libertador de Israel. La cruz no encajaba en sus esquemas de Mesías y por ello mismo era un escándalo y un obstáculo insalvable. De ahí su camino de desesperanza. CZ/ESCANDALO: El desconocido caminante que se ha unido a los dos discípulos les echa en cara su desconocimiento del Antiguo Testamento. La frase "lo que anunciaron los profetas" es una expresión que designa al Antiguo Testamento en su totalidad. La cruz del Mesías no es un escándalo; es una misteriosa necesidad recogida en todo el Antiguo Testamento.
La hospitalidad de los dos discípulos hace posible el reconocimiento definitivo del desconocido en la mesa al partir el pan, en clara preferencia al gesto de la cena del Señor de Lc.22, 19. Los dos discípulos pueden así rehacer el camino a Jerusalén y formar parte del grupo cristiano, el cual lo es por vivir la certeza de la resurrección de Jesús. Comentario: Es bastante perceptible que la finalidad de Lucas es didáctica: hacer ver que al libertador o Mesías se le encuentra en la lectura de la Palabra de Dios y en la celebración de la Eucaristía. El relato no responde al qué, sino al dónde. No pretende hacer ver que Jesús ha resucitado, sino dónde encontrar a Jesús resucitado.
Biblia y Eucaristía. Lectura y celebración. Ambas le son necesarias al cristiano si ha de ser portador de esperanza.
A. BENITO - DABAR 1990/26



La narración parte de Jerusalén (v. 13) y termina en Jerusalén (v. 33). Un mismo itinerario inversamente recorrido: de Jerusalén a Emaús, salida de (vs. 13-32), de Emaús a Jerusalén, vuelta a (vs. 33-35). Pero para Lucas Jerusalén es algo más que una ciudad; es el lugar donde están "los once y los demás" (vs. 9 y 33). Jerusalén es algo más que una referencia geográfica; es una referencia a un grupo de personas. A este nivel hay que hablar de abandono del grupo y retorno al grupo.
La situación del grupo es distinta al comienzo y al final del relato. Al comienzo es una situación de incredulidad (cfr. 24, 11: "Ellos lo tomaron por un delirio y se negaron a creerlas").
Al final es una situación de fe (cfr. 24, 34: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón"). Nótese que esta situación existe ya cuando los dos de Emaús se reencuentran con el grupo; no son ellos los que la crean. Este dato literario es muy importante para detectar el sentido del texto.
Fijémonos detenidamente en el v. 34. Es una exclamación entusiasta. Pero en esta exclamación puede distinguirse un doble momento: "El Señor ha resucitado", "se ha aparecido a Simón". Es decir, el v. 34 reproduce en pequeño lo que el lector ha podido ver desarrollado en los vs. 13-32. La creencia en Jesús resucitado descansa en unos testigos presenciales en nada predispuestos a tal creencia. La fe en la resurrección tiene una base pericial suficiente para generar una certeza histórica. La estructuración global del relato y la particular del v. 34 están al servicio de esta certeza. Lucas viene a decir lo siguiente: la fe en la resurrección de Jesús está fundamentada en criterios de autenticidad histórica. Por consiguiente, añadimos nosotros, la opción creyente es más fidedigna que la no creyente. Pero esta última afirmación es sólo un añadido nuestro. El análisis literario revela que la finalidad de Lucas al componer el relato no va por la línea apologética (demostrar la resurrección de Jesús). La finalidad de Lucas es catequética: mostrar las vías de acceso a Jesús resucitado, cómo encontrarse con Jesús resucitado. Los destinatarios del relato no son los que rechazan la resurrección de Jesús, sino los cristianos que no han tenido el tipo de acceso que tuvieron los testigos presenciales.
El paradigma de estos cristianos son los dos de Emaús. Ellos experimentan el desencanto y la duda. El símbolo de esta experiencia es el camino de Emaús (cfr. vs. 13-14. 21-24). Es un camino de retirada, de falta de visibilidad (v. 16). ¿Por qué asustarnos si hacemos esta misma experiencia? Teniendo a la vista esta experiencia y en respuesta a la misma compone Lucas el relato. Una primera vía de acceso a Jesús resucitado es la lectura profundizada del Antiguo Testamento (vs.25-27). ¿No ardía nuestro corazón mientras nos explicaba las Escrituras? (v. 32). Una segunda vía, culminación de la anterior, es la fracción del pan (v. 30), término técnico para designar la Eucaristía (cfr. Hech. 2, 42; 20, 7). Es aquí donde finalmente "se les abrieron los ojos y lo reconocieron" (v. 31). En la Palabra y la Cena (las dos partes de la Misa) es donde nos encontraremos también nosotros con Jesús resucitado. Este encuentro del mismo tipo (tipo de encuentro, no tipo de acceso; no hay, pues, contradicción con lo escrito anteriormente) al vivido por los primeros testigos. Ellos garantizan un encuentro por el tipo de acceso que tuvieron a él, pero no son los únicos en poder vivir el encuentro con el resucitado; también nosotros podemos vivirlo si escuchamos la Palabra e insistimos en hospedar al que viene tan desapercibidamente que puede confundírsele con unas raciones de pan y vino.
DABAR 1978/25



9.- Jesús alcanza a estos dos discípulos que marchan hacia Emaús que dista de Jerusalén unos treinta kilómetros. Ellos han oído hablar a las mujeres sobre la tumba vacía, pero, al parecer, no hacen mucho caso de esta noticia. Jesús les invita a conversar con él mediante su pregunta y ellos se desahogan contándole los sucesos que han tenido lugar en Jerusalén. Su situación de ánimo es significativa y debe considerarse que era común entre todos los discípulos de Jesús. Vieron en el Maestro a un gran profeta, acreditado por sus palabras y obras ante todo el pueblo; pero al fin sucedió lo incomprensible: sus enemigos, los que ostentaban el poder temporal y espiritual de Israel, lo han crucificado.
Estos discípulos no culpan de la muerte de Jesús al pueblo, sino sólo a las autoridades. En el Profeta de Nazaret creyeron haber encontrado al Mesías prometido que libraría a Israel de todas las opresiones, y ahora resulta que, antes de iniciar su obra, ha sucumbido ante sus enemigos sin que Dios haya intervenido ni antes ni después de su muerte. Por eso no comprenden nada y marchan derrotados y sin esperanza, que ya han pasado tres días y el "asunto" del Nazareno parece haber sido liquidado para siempre.
Si hubieran contado con la resurrección, estos discípulos hubieran recibido con gozo la noticia de las mujeres y no hubieran dejado que su escepticismo les quitara la esperanza. Jesús no les reprocha su falta de fe, sino su falta de entendimiento para comprender las Escrituras. Ellos sólo habían tenido ojos y oídos para la gloria del Mesías, pero no comprendieron una sola palabra de lo que habían anunciado los profetas sobre el "Siervo de Yavé". No comprendieron que el camino hacia la gloria pasaba por la cruz. No comprendieron que Jesús "tenía" que padecer según el plan de Dios y según lo que él mismo les había dicho repetidamente (9, 22; 13, 33; 17, 25; 22, 37; 24, 44) Y no comprendieron nada de esto porque estaban llenos de prejuicios sobre un mesianismo a ras de tierra y de los problemas meramente temporales de Israel. Jesús les muestra cuán equivocados andaban y les interpreta el sentido de los textos mesiánicos del A.T. Pero no les recuerda lo que él mismo ya había anunciado porque todavía no quiere darse a conocer.
Jesús quiere hacerse invitar por los dos discípulos, según el modo de hablar de los judíos, "el día va de caída" a partir de mediodía. No hace falta pensar que fuera excesivamente tarde.
Para honrar a su huésped le invitan a que presida la mesa. Y según era costumbre entre los judíos, Jesús pronunció la acción de gracias, bendiciendo a Dios por el pan, lo partió y les dio para que comieran. En este momento le reconocieron. Jesús resucitado se les manifestó y ellos se convirtieron en sus testigos. Naturalmente, corrieron a comunicar la noticia.
EUCARISTÍA 1981/22



10.- El camino a Emaús es el camino de la fe a partir de la vida y acción ("¿eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?"), el camino del reconocimiento, el camino de experimentar como se van abriendo los ojos (te son abiertos y no sabes cómo), escuchando la Palabra de Dios y participando de la fracción del pan, alrededor del Resucitado (un ausente presente).
Lucas, a partir de un "material común", elabora una preciosa catequesis cristológica sobre la fracción del pan y sobre cómo se lee la Escritura desde el acontecimiento pascual. La clave interpretativa gira alrededor del hecho de reconocer a Jesús resucitado, que, al mismo tiempo, implica la misión de anunciarlo vivo. Esta catequesis tiene como marco "el primer día de la semana" (Día del Señor) y como objetivo posibilitar que los ojos "te sean abiertos" después de participar en la escuela de la Palabra y en la fracción del pan, aspectos de la presencia del Resucitado (en un contexto de ausencia: "pero él desapareció").
Es necesaria la iniciativa de Jesús: "se acercó y se puso a caminar con ellos"; pero, sus ojos eran incapaces de reconocerlo.
Al final del camino (que, a pie, notemos, es largo, y que parte del lugar clave: Jerusalén), "a ellos se les abrieron los ojos" (gratuitamente, no por iniciativa suya) "y lo reconocieron " (cumbre del texto).
Una vez lo han reconocido, vuelven a Jerusalén, donde con los Once hacen la profesión de fe (cf. 1C 15,4-5). Lucas hace coincidir la reunión de todos los discípulos en Jerusalén porque es desde allí, una vez recibido el Espíritu Santo, que el anuncio pascual se extenderá a todos los rincones de la tierra (cf.continuación en el Libro de los Hechos). La escena del camino de Emaús no tiene paralelos en los evangelios, excepto un eco en el final canónico de Mc 16,9-20(vv. 12-13).
JAUME FONTBONA - MISA DOMINICAL 1990/09



11.- Como otros relatos y secciones de la obra lucana, este relato tiene una estructura concéntrica bien definida, al servicio del interés teológico. El encuentro del eunuco con Felipe que hallamos en el libro de los Hechos de los Ap6stoles sigue una estructura idéntica al relato de los dos discípulos de Emaús.
Desde la salida de Jerusalén hasta la vuelta, diversas correspondencias convergen en el centro: "¡El está vivo!" El intento de Lucas es mostrar la presencia viva del crucificado-resucitado entre sus discípulos.
La tristeza inicial contrasta con la alegría del final que hay que comunicar inmediatamente.
Los dos discípulos hablan de Jesús de Nazaret, de sus obras y palabras poderosas, de su crucifixión. Jesús  les dará el sentido de su vida a la luz de las Escrituras. Ellas hablan de Jesús. Jesús habla de ellas. La fe en Jesús resucitado no nace del sepulcro vacío, sino del encuentro con él. Lucas centra este encuentro en las Escrituras (que preparan el corazón) y en la Eucaristía (lo reconocen al partir el pan). Ni que decir tiene que, además del mensaje central de este relato, hay una infinidad de elementos vitales que Lucas sabe describir o insinuar con una gran belleza y eficacia, y que nos pueden ayudar a comprender el itinerario de la fe.
J. M. GRANÉ - MISA DOMINICAL 1993/06



El relato de la aparición a los discípulos de Emaús nos presenta la experiencia de dos discípulos el día de Pascua. Son dos seguidores de Jesús -uno de ellos se llamaba Cleofás (v 18) y no pertenecía al grupo de los once.
El episodio transmite, con un arte difícil de igualar, una experiencia humana única, en la que advertimos tanto el abatimiento y la desolación por lo que había acontecido a Jesús de Nazaret como el renacimiento de la esperanza gracias a una manifestación del resucitado. El encuentro (13-16) y el diálogo (17-27) permiten ver los límites de la fe que aquellos discípulos tenían puesta en Jesús. Veían en él a «un hombre y profeta poderoso» (19) que hubiera podido redimir a Israel como un nuevo Moisés -también llamado profeta poderoso en Hch 7,22-35-, pero no habían descubierto todavía que Jesús redimiría a Israel precisamente a través de su muerte y resurrección. Habían oído los rumores de las apariciones de los ángeles a las mujeres, afirmando que «Jesús estaba vivo» (23; cf. v 5 y Hch 1,3- 25,19), pero no las habían creído. Haciendo camino (25-27), Jesús les interpreta las profecías del AT, que anunciaban el sufrimiento del Mesías (cf. Lc 18,31- Hch 26,23). Así les ayuda a aceptar que la pasión de Jesús era su camino hacia la gloria (26; cf. Lc 9,22; 22,69).
La escena en la que culmina la narración es -como en todas las apariciones del resucitado- la del reconocimiento: «se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (31) Eso ocurría cuando Jesús, al ser convidado a casa de uno de ellos, tomó la iniciativa de bendecir, partir y darles el pan. Jesús quiere que le reconozcan al principio de la cena, mientras él, bendiciendo el pan, cumple la función de cabeza de familia. Al descubrirlo los dos, se les hace invisible, porque su presencia gloriosa no es ya la misma que la de su vida terrena.
El final de la narración nos presenta a los discípulos corriendo a comunicar la noticia a los once y a sus compañeros (33). Los encuentran comentando lo que le había pasado a Simón: «Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón» (34). La narración incorpora así otra aparición del resucitado, en este caso a uno de los once, aparición referida también en la primera carta a los corintios (15,5).
D. ROURE -LA BIBLIA DIA A DIA - Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 886 s.