jueves, 27 de mayo de 2021

LECTURAS Y COMENTARIO SANTISIMA TRINIDAD CICLO B – 30 MAYO 2021

 

CONTEMPLACIÓN TRINITARIA


 

COMENTARO

 

La Santísima Trinidad es el núcleo esencial de la fe cristiana: confesamos a un Dios Trino y Uno a la vez. Y toda nuestra vida espiritual gira en torno a la Trinidad (cuando entramos a la Iglesia; al salir de casa; al concluir o iniciar la Liturgia; cuando el futbolista sale al campo de fútbol; los sacramentos, etc.). En ella gozamos con el secreto más guardado por Dios Padre, Hijo y Espíritu: el amor.

Hay una sugerente leyenda que nos narra, cómo un peregrino, camino de un santuario llamó a una casa y preguntó por el dueño del hogar. Uno de los hijos, le respondió, tranquilo; dígame lo que Ud. desee que, aquí, los tres decidimos. Aquí, los tres, pensamos de igual manera.

La Santísima Trinidad es el hogar donde habitan tres personas que, aún siendo distintas, tienen un mismo fondo; los mismos pensamientos; los mismos ideales. Una de ellas, Jesús, nos manifestó de una forma radical y nítida a la vez, el auténtico rostro de Dios: el amor, con pasión y sin medida, por el hombre. Otra de ellas, el Espíritu, es la permanencia viva, real y operativa de los deseos de un Dios Padre que se nos sigue revelando, día a día, con toda la cercanía de la que es capaz. Y que disfruta cuando ve a sus hijos continuar la misión que Jesús nos encomendó. Dios siempre será un misterio. Se revela y, a la vez, siempre guarda una carta “indescifrable” bajo su manga. Pero, cuando le invocamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, sabemos que estamos llamando a la misma puerta de una misma casa: el cielo.

Dios siempre será un misterio de amor. Y es que, la Trinidad, nos invita a mirar hacia lo alto. Y es que, el amor de Dios, es tan infinitamente gigantesco, tan unitario, tan contemplativo que nos invita a alzar nuestros ojos y descubrir la grandeza de un Dios que se desparrama en tres personas que –aun siendo distintas- tienen un común denominador: el amor; el interés por la humanidad; la comunión entre ellas.

Es un enigma para disfrutarlo, para quedarnos embelesados cantando la gloria de la Trinidad. La Trinidad es la gran familia que vive en el corazón de Dios. Ojala que nosotros, llamándola tantas veces como lo hacemos: ¡EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO!, nos sintiésemos también tocados para  vivir como “UNO” en el amor, en la caridad, en la esperanza, en la fe, en el compromiso y en la fidelidad a la Iglesia.

Nuestro mejor final, para estas palabras, tienen que ser en este día: ¡GLORIA A LA TRINIDAD!.

Así profesamos nuestra fe: Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así celebramos la liturgia: Por Cristo, a ti Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo.  Así vivimos: empezamos a vivir en el bautismo. Hemos sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así oramos: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

R.P. Roland Vicente Castro Juarez

 

 

ANTIFONA DE ENTRADA  

Bendito sea Dios Padre y el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros.

 

ORACION COLECTA

Dios Padre, que, al enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación, revelaste a los hombres tu admirable misterio, concédenos, al profesar la fe verdadera, reconocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar la Unidad en su poder y grandeza. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, su Dios, hizo con ustedes en Egipto, ante sus ojos?.

Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.».

 

SALMO RESPONSORIAL  (32 )

 

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

 

La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.

 

La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R.

 

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

 

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17

Hermanos: Los que se dejan llevar por

el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.

Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).

Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

 

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO                                        Ap 1, 8.                                                                                                                                                                                                                                                                                               

Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluya.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a G  alilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y saben que yo estoy con ustedes  todos los días, hasta el fin del mundo.».

 

PLEGARIA UNIVERSAL

El Espíritu de Dios nos hace llamar a Dios Abba, Padre; por eso podemos orar  con confianza y filial y decir: R.- Escucha, Señor, nuestra oración:

 

1.-  Para que el Señor siga enviando discípulos suyos que anuncien el Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos. R.

 

2.- Para que Dios lleve al mundo a la plenitud y todos los hombres vivamos en autentica fraternidad y solidaridad. Oremos. R.

 

3.- Para que Jesús, nuestro Salvador  y Redentor, nos fascine y atraiga y nos haga testigos creíbles de su Reino. Oremos. R.

 

4.- Para que el Espíritu Santo, que se nos ha dado, sea la fortaleza de los pobres, el consuelo de los desvalidos, la seguridad de los emigrantes y la vida de los hombres. Oremos. R.

 

5.- Para que la vida de la Trinidad resplandezca en el corazón de quienes han consagrado su vida a la alabanza divina y a la contemplación en el claustro. Oremos. R.

 

6.- Para que la celebración del Sacramento del amor nos acerque a la intimidad del Dios uno y trino, que  nos habita, y a la comunión con nuestros hermanos. Oremos. R.

 

 Padre, tu que nos diste el Espíritu que nos hace hijos tuyos, y en Jesús nos mostraste el camino que conduce a ti; escucha nuestras oraciones, fortalece nuestra fe y envíanos a anunciar el Evangelio y a hacer discípulos tuyos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Por la invocación de tu nombre, santifica, Señor y Dios nuestro, estos dones de nuestra docilidad y transfórmanos, por ellos, en ofrenda permanente. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ANTIFONA DE COMUNION      Gal 4, 6.

Como son hijos, Dios  envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “Abba, Padre”.

 

 

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor y Dios nuestro, que la recepción de este sacramento y la  profesión de fe en la santa y eterna Trinidad y en su Unidad indivisible, nos aprovechen para la salvación del alma y del cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

 

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 31: So 3, 14-18 (o bien: Rm 12, 9-16b) Sal: Is 12, 2-6; Lc 1, 39-56.

Martes 01: Tb 2, 9-14; Sal 111; Mc 12, 13-17.

Miércoles  02:  Tb 3, 1-11ª.16-17ª; Sal 24;  Mc 12, 18-27.

Jueves 03: Tb 6, 10-11; 7, 1.9-17; Sal 127; Mc 12, 18b-34.

Viernes 04: Tb 11, 5-17; Sal 145; Mc 12, 35-37.

Sábado 05: Tb 12, 1.5-15.20; Sal; Tb 13, 2-8; Mc 12, 38-44.

Domingo 06: Ex 24, 3-8; Sal 115; Hb 9, 11-15; Mc 14, 12-16.22-26.

 

. COMENTARIOS AL EVANGELIO

Mt 28, 16-2

 

1. Mateo habla aquí por primera y única vez de la reacción de los discípulos de Jesús ante el hecho de la resurrección. En una sola escena recoge la experiencia pascual que todos los evangelistas atestiguan más detalladamente. Por lo tanto, es posible que esta duda de los discípulos o vacilación ocurriera en un momento anterior (Cfr. Lc 24, 11.37, 41; Jn 20, 25). Pero, en cualquier caso, lo importante es notar cómo los discípulos no creyeron fácilmente y no se dejaron llevar por un entusiasmo precipitado que podría disminuir después la credibilidad de su testimonio.

Mateo concluye su evangelio con las siguientes palabras del Señor, que, terminada su obra, envía a sus discípulos a todo el mundo para que "den fruto" (Jn 15, 16). Podemos distinguir tres partes en el discurso de Jesús: a) el titulo de suprema autoridad en el que funda su mandato de ir a todas las naciones, b) el encargo o misión que reciben los discípulos de enseñar y bautizar, c) la promesa de su asistencia en esta tarea que ha de durar hasta el fin de los tiempos.

A partir de su muerte y resurrección, Jesús ha sido constituido en Señor y ha recibido el "Nombre-sobre-todo-nombre" (Fil 2, 9-11). Consciente de su potestad, el Señor envía a sus apóstoles a proclamar el evangelio a todo el mundo. La resurrección y ascensión del Señor significa la universalización de su obra. Si él se limitó a las "ovejas de Israel", los que él ahora envía no deben detenerse ante ninguna frontera.

El que ha sido bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es de Dios y a Dios ha de obedecer en todo. Pero la voluntad de Dios no es otra que ésta: que seamos sus hijos y que vivamos como hermanos, cumpliendo lo que Jesús nos ha mandado: que nos amemos los unos a los otros.

Mateo cierra su evangelio abriendo los ojos al fin de los tiempos, cuando el Señor vuelva. Mientras tanto, hay una promesa consoladora para los que creen en él y cumplen en la tierra la misión que les ha encomendado: El Señor estará con sus discípulos hasta el fin del mundo. La confesión pública de la fe (la ortodoxia) y la práctica manifiesta del amor fraterno (la ortopraxis) son las señales de esta presencia de Jesús en medio de sus discípulos. Ambas cosas son posibles por la fuerza del Espíritu que nos ha sido dado y que alienta nuestra marcha hacia el Padre.

EUCARISTÍA 1976, 36


 

2. v. 18: La afirmación emplea la voz pasiva. Recurso típico judío por respeto a Dios. Se me ha dado=Dios me ha dado. Cielo y tierra, expresión para designar el universo creado. Toda la frase tiene un acusado colorido bíblico y es desde el trasfondo bíblico desde el que hay que percibir su sentido. Se me ha dado todo poder significa que Dios ha dado la razón a Jesús frente a otras razones. El sentido del término poder no es el de mando, dominio o jurisdicción, sino el de razón y autoridad o, si se prefiere, el de única referencia autorizada.

A. BENITO-  DABAR 1990, 30


 3. PODER/AUTORIDAD
El término poder puede entenderse en dos sentidos: como potestad (potestas) o como autoridad (auctoritas). El poder como potestad es algo conferido a una persona desde fuera de ella y puede no coincidir con unas cualidades o un peso específico en esa persona. La potestad se ejerce. Como autoridad, en cambio, el poder arranca de algo en la persona, algo intrínseco a ella, un peso específico que le hace merecedora de un reconocimiento y una elección por los demás. La autoridad no se ejerce, se vive. El poder que Dios ha dado a Jesús tiene que ver con la autoridad y no con la potestad. En la perspectiva de Mateo la resurrección de Jesús supone el reconocimiento por parte de Dios del valor universal de Jesús. Consecuencia: cualquier persona puede ser su discípulo. Antes no; sólo un judío podía serlo. El v. 19 no es una invitación al proselitismo, sino la formulación de la intencionalidad de Dios. Dios es de y para todos, y no de o para unos pocos.

A. BENITO - DABAR 1987, 31


4. JERUSALEN/GALILEA: En Jerusalén, los dirigentes dan curso entre el viejo pueblo a una mentira duradera. En Galilea, Jesús da curso a la realidad duradera del nuevo pueblo. El sentido del texto funciona una vez más en este evangelio por contraste entre Jerusalén y Galilea. Es la misma disposición que encontrábamos el domingo de Ramos, donde veíamos que ambas localizaciones tienen significado religioso. Para Mateo, en Jerusalén no hay nada que hacer: es el ámbito religioso de la mentira (vv. 11-15). Por eso el autor saca a los once de ese ámbito y los sitúa allí donde Jesús había comenzado (cf Mt 4. 12); más en concreto aún: en el monte de la gran programación de Jesús (cf. Mt 5. 1). Los once son el nuevo pueblo, en contraste con el viejo.

Desde Pascua, el lector sabe que es Jesús quien tiene razón. El Templo ha quedado invalidado, con el velo roto de arriba a abajo. La autoridad, pues, ya no la ejerce el Templo (como pretenden los guías religiosos), sino Jesús: a Él es a quien Dios ha dado la razón. Este es el poder del que se habla en el v. 18).

DABAR 1981, 33


5. La plena manifestación de Jesús tiene lugar en Galilea. Allí habían sido encaminados repetidas veces los discípulos (26,32; 28, 7-10). ¿Por qué en Galilea? Probablemente para significar que Jerusalén había dejado de ser el centro del culto y de la religiosidad. Desde ahora el acceso a Dios, el verdadero templo, no se hallaba circunscrito a un lugar -ni aquí ni en Jerusalén (Jn 4, 21)- sino a una persona, a la persona de Cristo. La plena revelación tiene lugar "en el monte que Jesús les había señalado". Mateo no nos informa de este detalle en su evangelio.

No sabemos de ningún monte que Jesús les hubiese indicado previamente. El monte (MONTE/REVELACION) es mencionado únicamente por razón de su simbolismo. El monte es el lugar de la revelación. La revelación de Dios en el Antiguo Testamento tuvo lugar en el monte Sinaí. La revelación de Jesús (nuevo Moisés; aspecto de Jesús particularmente querido y destacado por Mateo) tiene lugar también en el monte: en el de la transfiguración (donde manifiesta su naturaleza), en el de las bienaventuranzas (donde manifiesta su enseñanza y sus exigencias morales) y en el de Galilea (donde manifiesta su autoridad y misión).

La resurrección de Jesús es un misterio inasequible e increíble desde la lógica humana. Afortunadamente el temor y la duda -no sólo la alegría- fueron vividos en la carne misma de los que más cerca estuvieron de Jesús. Es maravillosa la acotación de Mateo; "al verlo lo adoraron, aunque algunos aún dudaron".

La resurrección de Jesús introdujo un cambio radical en la relación de sus discípulos con él. Durante su vida terrena tenían frente a él la deferencia que el discípulo debe al Maestro. Ahora aparece la relación del creyente frente a su Señor. La postración -gesto reservado para el encuentro con los grandes monarcas divinizados o considerados con categoría divina- de los discípulos, significa claramente que los discípulos habían descubierto la divinidad en él (ver He 2, 36). La duda de algunos es explicable, y hasta plausible. Mientras no llega la convicción profunda de la fe no resulta fácil, resulta imposible, descubrir en Jesús a Dios. Este detalle de la duda de algunos resulta particularmente significativo en la pluma de Mateo, que procura siempre que puede, e incluso a veces forzando los textos, presentar a los discípulos como modelos perfectos. Tal vez porque, cuando se constata la duda, el modelo resulta más humano y atrayente. Aunque no es seguro que Mateo lo haya pensado así.

La autorrevelación de Jesús se centra en su autoridad y la misión que encomienda a sus discípulos. Su autoridad es la misma que la del Hijo del hombre. Y, para formularla, recurre a las mismas palabras de Daniel: "Se le dio imperio, gloria y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su imperio es un imperio eterno que nunca pasará, y su reino, un reino que no será destruido jamás" (Dn 7, 14). El siervo de Yahveh, doliente y humillado es el Hijo del hombre glorificado. Así se definía la verdadera categoría de Jesús después de resucitado. Pero, a continuación, la naturaleza de su autoridad. Una autoridad no impuesta sino aceptada libremente por la inserción en su misterio, el misterio pascual, mediante la recepción del bautismo y manifestada en el esfuerzo permanente por asimilar sus enseñanzas y cumplir sus exigencias. Autoridad ejercida en el ámbito de un discipulado voluntario y comprometido.

Discipulado adquirido de entre todos los pueblos de la tierra. Si durante su ministerio terreno había estado limitado por el tiempo y el espacio -particularismo- ahora caían todas las fronteras. Se inauguraba el universalismo total. De hecho, cuando Mateo escribe su evangelio, se habían roto ya muchas fronteras.

La actividad encomendada a sus discípulos se centra en introducir a los hombres en el misterio de Cristo mediante el bautismo -actividad sacramental- y en la enseñanza de cuanto el Señor dijo e hizo como norma vinculante del discípulo al Maestro, del siervo a su Señor.

El evangelio termina como comenzó. Al principio nos fue anunciado el nombre de Emmanuel (ASC/EMMANUEL), Dios con nosotros, que había sido anticipado por el profeta Isaías (Is/01/23). Ahora se nos asegura que aquella profecía se ha hecho permanente realidad: "estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". En otras palabras, sigue siendo Emmanuel, Dios con nosotros.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID 1976. Pág. 1101


6. GALILEA/SIMBOLO
Contexto. Los relatos pascuales. En ellos Mateo no busca hacer crónica, sino formular el significado de Jesús resucitado. Salvo Mt. 28, 11-15, el resto del capítulo 28 está formulado en términos de anuncio de salvación.

Texto y sentido. Un marco narrativo (vs. 16-17) introduce y destaca unas palabras de Jesús (vs. 18-20).

1. Marco narrativo. Se sitúa en Galilea. Este dato nos remite al comienzo de la actividad de Jesús (Mt. 4, 12). Mateo hace, pues, coincidir el lugar de comienzo de la actividad de la Iglesia con el de comienzo de la actividad de Jesús. Este procedimiento está al servicio de una intencionalidad precisa: unidad indisociable entre Jesús y su Iglesia. Pero hay todavía más: para Mateo, Galilea es algo más que un dato geográfico. Galilea funciona en calidad de símbolo de país desilusionado y sin horizontes, al que Jesús devuelve la ilusión y la esperanza. Para Mateo, pues, la Iglesia devuelve la ilusión y la esperanza a una tierra desilusionada y sin horizontes. La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, que toma el relevo del viejo pueblo judío surgido del monte Sinaí (cfr. La mención del monte en el v. 16). Los once funcionan en Mateo en calidad de germen eclesial.

El v. 17 es un esbozo lacónico de toda la experiencia pascual de los discípulos . Estos tuvieron el gozo de ver a Jesús, pasaron por la indecisión de dudar y terminaron con la certeza de adorar.

2. Palabras de Jesús (vs. 18-20). Síntesis lapidaria de lo más esencial del pensamiento de Jesús acerca de sí mismo, de la Iglesia y del mundo. Su vocabulario y redacción tiene el timbre peculiar e inconfundible de Mateo. Bajo la aparente rigidez de un mosaico bizantino, en estas palabras se respira el gozo profundo de una comunidad que vivía la experiencia de tener al Señor Jesús, Vida, Luz y Fuerza de Dios.

Las palabras están estructuradas formando un tríptico: panel central: vs. 19-20a (en imperativo: mandato de misión); paneles laterales: vs. 18b y 20b (en indicativo: fundamento y garantía del mandato, respectivamente). Nótese el énfasis de totalidad, que se manifiesta en la reiteración del adjetivo "todo".

Versículo 18b. El Padre ha comunicado al Hijo la plenitud de su soberanía sobre el universo. El parecido de este poder con el poder humano se limite a la sola fonética de la palabra "poder". El poder de Dios es creativo y liberador.

Versículos 19-20a. En este mandato no hay ni sombra de los antiguos y modernos ensueños de dominio y proselitismo políticos.

El Mesías omnipotente no aspira a hacer de la universal comunidad humana su imperio. Ser discípulo es entrar en una nueva relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu de Dios. Esta relación relativiza y está muy por encima de todas las formas humanas de convivencia, sean éstas fascistas o democráticas. Sólo quien haya seguido a Mateo paso a paso desde sus comienzos podrá comprender lo que significa ser discípulo y que el mandato de Jesús no tiene nada de propagandístico.

Versículo 20b. Los discípulos tendrán que llevar a término su misión universal en un contexto de sufrimiento, crisis y persecución. Cuando, en la historia bíblica, Dios encomienda a alguien una misión, asegura al hombre comprometido su asistencia eficaz: No temas, yo estaré contigo. Esta asistencia es garantía de eficacia y estímulo de audacia humilde.

DABAR 1978, 29


 

7. Las primeras palabras de Jesús (v. 18b) son una revelación: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra". Con esto declara Jesús que es el cumplimiento de la profecía de Daniel (/Dn/07/13-14) respecto al Hijo del hombre (a lo cual había hecho ya referencia Jesús durante el proceso): "En las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; se dirigió hacia el anciano y fue conducido a su presencia. Se le dio poder, gloria e imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían; su poder era un poder eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás".

Este "dominio universal" del Señor resucitado es la raíz de donde brota la universalidad de la misión. Todo el breve discurso de Jesús está dominado por la idea de plenitud y universalidad; el adjetivo "todo" aparece cuatro veces (todo el poder, todas las gentes, todo lo que ha ordenado, todos los días). La idea de la misión universal estaba también en el Antiguo Testamento; pero allí en el orden de la espera (la misión universal era una esperanza reservada para el tiempo mesiánico); aquí en el orden del cumplimiento (la misión universal es un hecho).

Hacer discípulos entre todas las gentes no significa necesariamente que todos hayan de convertirse. Lo que importa es que el pueblo de Dios esté "entre todas las gentes". CR/DISCIPULO: El fin de la misión es "hacer discípulos" (19a). La expresión es interesante; contiene todo el significado que posee en el evangelio "discípulo" ("machetes"). Es quizás la definición más sintética y correcta de la existencia cristiana: el cristiano es un discípulo. No se trata de ofrecer un mensaje, sino de establecer una estrecha relación con Cristo; una relación personal y un seguimiento. Los discípulos de los rabinos no colocaban en el primer puesto la relación personal con el maestro, sino la doctrina que el maestro enseñaba. No ocurre así en el evangelio; el discípulo se liga a la persona del Maestro y se compromete a compartir su proyecto de vida.

Dos son las condiciones para hacer discípulos: el bautismo y la enseñanza. La segunda reviste una importancia particular en el evangelio de Mateo. Jesús se define Maestro en polémica con los malos maestros, tales como los escribas y los fariseos (5,19; 15,9). Sólo en nuestro pasaje se dice que los discípulos deben, a su vez, enseñar; pero no son maestros, sino que permanecen como discípulos. Quizás parezca paradójico: discípulos y maestros simultáneamente. Pero es la verdad. No enseñan algo propio, sino solamente "todo lo que les ha mandado". Es una enseñanza con la fidelidad y la dependencia más absolutas; nace de una escucha.

"Estoy con vosotros hasta el fin del mundo", tal es la afirmación que cierra el evangelio de Mateo. Es un final con sorpresa: el Señor resucitado no se ha ido, sino que ha venido. Y la promesa que incluía el nombre de Jesús ("Emmanuel, Dios con nosotros") queda ahí mantenida.

BRUNO MAGGIONI - EL RELATO DE MATEO - EDIC. PAULINAS/MADRID 1982. Pág. 302


 

8. Palabras finales del evangelio de Mateo. Los discípulos van a "un monte" de Galilea. En un monte Jesús sufrió la tentación del poder, en un monte se transfiguró, en un monte proclamó su mensaje. Seguramente que hay que tener en cuenta todas estas indicaciones del evangelio de Mateo para captar toda la riqueza del "monte", que, además, es lugar de la presencia de Dios.

Los discípulos se prosternan. Se hallan ante una manifestación divina. Jesús, que había rehusado todo tipo de poder, ha recibido todo el poder de Dios. Y, con este poder, confía una misión a los discípulos. Los envía a todos los pueblos, también al de Israel, para "hacer discípulos".

Este "haced discípulos" se concreta en "bautizar" y "enseñar".

Bautizar en el nombre de alguien significa establecer con él una relación personal. Por el bautismo entramos en relación personal con el Dios de Jesús, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La enseñanza no es otra que la misma de Jesús. Quizá aquí hay que recordar la enseñanza fundamental que Jesús hizo "en el monte" (capítulos 5-7 de este evangelio).

Finalmente Jesús promete su presencia continuada en sus discípulos hasta el fin del mundo.

Aquel deseo del pueblo de Israel se ha cumplido. Dios es el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Así, el final del evangelio remite al comienzo, cuando el ángel comunica a José que al niño "le pondrán Emmanuel".

J. M. GRANÉ - MISA DOMINICAL 1993, 7


 

9. ACI DIGITAL 2003

19. Véase 10, 6 y nota: "Sino id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Después de Pentecostés S. Pedro abrió la puerta a los gentiles (Hech. 10) para ser "injertados" en el tronco de Israel (Rom. 11, 11 - 24) y manifestó que ello era a causa de la incredulidad de la Sinagoga (ibid. 30 s.) y así lo confirmó el Concilio de Jerusalén (Hech. 15). Más tarde el pueblo judío de la Dispersión rechazó también la predicación apostólica y entonces Pablo les anunció que la salvación pasaba a los gentiles (Hech. 28, 23 ss.) y desde la prisión escribió a los Efesios sobre el Misterio del Cuerpo Místico (Ef. 1, 22), escondido desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26), por el cual los gentiles son llamados a él (Ef. 3, 6), no habiendo ya diferencia alguna entre judío y gentil.


20. Enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado: Las enseñanzas de Jesús fueron completadas, según lo anunciara El mismo (cf. Juan 16, 13), por el Espíritu Santo, que inspiró a los apóstoles los demás Libros sagrados que hoy forman el Nuevo Testamento. De esta manera, según se admite unánimemente (cf. I Tim. 6, 3 y 20), la Revelación divina quedó cerrada con la última palabra del Apocalipsis. "Erraría, pues, quien supusiese que ésta (la jerarquía) estuviera llamada a crear o enseñar verdades nuevas, que no hubiere recibido de los apóstoles, sea por la tradición escrita en la Biblia, sea por tradición oral de los mismos apóstoles". Se entiende así cómo la Jerarquía eclesiástica no es, ni pretende ser, una nueva fuente de verdades reveladas, sino una predicadora de las antiguas, según aquí ordena Cristo, de la misma manera que la misión del tribunal superior encargado de interpretar y aplicar una carta constitucional, y de una universidad encargada de enseñarla, no es la de crear nuevos artículos, ni quitar otros, sino al contrario, guardar fielmente el depósito, de modo que no se disminuya ni se aumente. De ahí, como lo dice Pío XII, la importancia capitalísima de que el cristiano conozca en sus fuentes primarias ese depósito de la Revelación divina, ya que, según declara el mismo Pontífice, "muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los santos Padres" (Enc. "
D

 

viernes, 21 de mayo de 2021

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO PENTECOSTES CICLO B - 23 MAYO 2021

 

“¡VEN!”

  

COMENTARIO

 

Pensar  en el Espíritu Santo es decirle: “¡Ven!”. Entonces, el Espíritu es invasor. Y es menester que nos invada ya que la vida cristiana es una experiencia de vida invadida por el Espíritu. El no tiene rostro, pero todos sus nombres dicen que es invasión: fuego, agua, espíritu, respiración. Viento. Desde que viene, actúa. La Biblia está llena de él, pero no habla de él: dice lo que hace. El está en todos los comienzos: es el Espíritu de lo que ha de nacer y el Espíritu del primer paso que cuesta. En Pentecostés hizo que la Iglesia despegase y tomara vuelo. Hay que decirle: “Ven”, cuando se bloquea algo en nuestra vida personal o colectiva.

Después de la fuerza de la partida, es la fuerza de la marcha hacia delante. La audacia de hablar, de insistir, de crear. Para ver todo esto tenemos los Hechos de los apóstoles. (¡Tendríamos que leerlos más!) y cualquier vida de un santo.

El es el huésped interior, el espíritu de las profundidades que sin él quedarían sin explorar. El nos arranca de lo superficial, no hace vivir en donde se hunden las raíces y donde manan las fuentes. Y nos impulsa hasta el fin: “Les guiará a la verdad completa” (Jn. 16, 13). Puede hacer que se recorran enseguida itinerarios sorprendentes. El evangelio de hoy nos revela este poder de transformación inmediata y total. A unos hombres aterrorizados les dice Jesús: “Yo les envío”. ¿Unos pobres hombres enviados a la conquista del mundo?. Sí, pero Jesús añade: “Reciban el Espíritu”.   Nos lo dio y no lo sigue dando. Podemos recibir el Espíritu: esto depende de la fuerza de nuestro “”¡ven!”.  ¿Por qué pedimos tan poco el Espíritu? ¿Por miedo a unos mundos extraños de iluminación de “carismas”? ¿O quizás por medio a comprometernos?.

Si digo “¡Ven!”, ¿hasta dónde me llevará?. Quizás ante los tribunales. Lo dice el evangelio: “Cuando les entreguen a los tribunales, no se preocupen por lo que van a decir; será el Espíritu de su Padre quien hable por medio de ustedes”. Decir “¡ven!” al Espíritu puede llevar muy lejos. 

Desde los primeros mártires hasta los perseguidos en muchas partes del mundo, de nuestra América Latina y del Perú (Tenemos tres beatos mártires), ir hasta el fin es arriesgarse a la cárcel, a la tortura, a la muerte. ¿Y nosotros no? ¿Quién puede prever cuál será nuestro mañana?. 

No hay dos evangelios ni dos Espíritus.  La única verdadera devoción al Espíritu Santo es decirle: “¡Ven!”, no para una cita tranquila con él, sino para dar el paso  de amor y de valentía que  la vida nos pide.

R.P. Roland Vicente Castro Juárez

 

 

ANTIFONA DE ENTRADA   Sb 1, 7

El Espíritu del Señor lleno la tierra y todo lo abarca, y conoce cada sonido. Aleluya.

 

ORACION COLECTA

Oh, Dios, que por el misterio de esta fiesta santificas a toda tu Iglesia en medio de los pueblos y de las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y realiza ahora también, en el corazón de tus fieles, aquellas maravillas que te dignaste hacer en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando?. Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?.

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.».

 

SALMO RESPONSORIAL  ( 103)

 

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

 

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!. Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R.

 

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envias tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.

 

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12 3b-7. 12-13

Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

 

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos la llama de tu amor. Aleluya.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes.».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidas.».

 

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, llega hoy a su plenitud el tiempo pascual. Hace  cincuenta días celebramos con gozo la resurrección del Señor, hoy celebramos la madurez y el cumplimiento de la Pascua. Pidamos a Jesús resucitado que nos dé el mejor de sus dones: el Espíritu Santo. Digamos juntos: R.- Envíanos tu Espíritu Santo.

 

1.- Para que podamos amar a todas las personas  sin distinción, sin hacer acepción de personas, especialmente a los que más sufren y a los marginados. R.

 

2.-  Para que nos convirtamos al Evangelio, y viviendo el mandato del amor transformemos nuestra sociedad. R.

 

3.- Para que en nuestro mundo sean realidad la convivencia, el respeto, la fraternidad y el amor desinteresado. R.

 

4.- Para que los cristianos seamos instrumentos válidos para la evangelización, testigos de tu verdad y signo de la esperanza  que no defrauda. R.

 

5.- Para que podamos erradicar del mundo el egoísmo, la envidia, el rencor y la discordia de las familias,  y las injusticias de los pueblos. R.

 

6.- Para que seamos dóciles a la acción  de Dios en nuestras vidas y dejemos que el viva en nuestros corazones. R.

 

Envíanos tu Espíritu Santo y haz que su presencia activa en nuestra historia convierta los corazones a ti y nos acerque a todos a la santidad a la que tú nos llamas. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor, que, según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender más profundamente  la realidad misteriosa de este sacrificio y se digne llevarnos al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ANTIFONA DE COMUNION      Hch 2, 4.11.

Se llenaron todos de Espíritu Santo y hablaron de las grandezas de Dios. Aleluya.

 

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Oh, Dios, que has comunicado a tu Iglesia los bienes del cielo, conserva la gracia que le has dado, para que el don infuso del Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza, y el alimento espiritual acreciente su fruto para la redención eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

 

Lunes 24: Gn 3, 9-15.20; (o bien Hch 1, 12-14); Sal 86; Jn 19, 25-34.

Martes 25: Eclo 35, 1-15; Sal 49; Mc 10, 28-31.

Miércoles  26: Ap 21, 1-5; (o bien: Flp 4, 4-9); Sal 44; Mt 11, 25-30.

Jueves 27: Jr 31, 31-34 (o bien : Hb 10, 11-18) Sal 109; Mc 14, 22-25.

Viernes 28: Eclo 44, 1-9-13; Sal 149; Mc 11, 11-26.

Sábado 29: Eclo 51, 17-27; Sal 18; Mc 11, 27-33.

Domingo 30: Dt 4, 32-34.39-40; Sal 32; Rm 8, 14-17; Mt 28, 16-20.

 

 

COMENTARIOS AL EVANGELIO

 

1.- El evangelista quiere demostrar que con la resurrección de Jesús se ha creado una situación totalmente nueva. La resurrección señala el inicio de una nueva creación que toma forma en la comunidad neotestamentaria de la salvación.

Con la exaltación del Resucitado se pasa del tiempo de Cristo al tiempo del Espíritu. El resucitado actúa en la comunidad con el poder y la actividad del Espíritu. Este poder y esta actividad manifiestan al mundo la misión que los apóstoles han recibido de Cristo. Con ocasión del bautismo de Jesús, el ES había consagrado de manera oficial al Mesías y había inaugurado su actividad pública.

En Pentecostés el Espíritu hace que el pequeño núcleo de discípulos se presente en público, asuma el lugar que le toca en la historia de la salvación y que no lo abandone hasta el retorno del Señor. La misión de los discípulos es anunciar el don de la reconciliación y de la paz.

Hay cuatro hechos principales:

1. El saludo, el don de la paz, que ahora es la paz mesiánica prometida para los tiempos escatológicos. Paz que, para los discípulos reunidos, quiere decir perdón por la infidelidad durante la pasión, superación de la incredulidad y victoria sobre el miedo.

2. La identificación de Cristo. Es aquel con quien convivieron, al que crucificaron... sus manos y sus pies...

3. La misión. La paz y el perdón que ellos reciben deben transmitirlo a todos los hombres.

4. El "aliento" que indica la realidad y la naturaleza del don que se les ha hecho. "Recibid el Espíritu". Al principio de la creación el espíritu planeaba sobre las aguas -Gn 1. 2-, es el soplo de Dios que ha dado vida al hombre (Gn 2. 7). Así ahora el Espíritu plasma el hombre nuevo e inaugura la nueva creación.

PERE FRANQUESA - MISA DOMINICAL 1986, 11


 

2. ES/MISION:

El evangelio de hoy fue leído ya el domingo segundo de Pascua, dentro del contexto más amplio del episodio de Tomás. El fragmento de hoy está centrado en el Espíritu como don pascual de Cristo resucitado. La escena se desarrolla, efectivamente, "al anochecer de aquel día", "el primero de la semana" (cf. 20. 1) que, paralelamente al primer día del Génesis, supone el inicio de la nueva creación y de la nueva alianza. Jesús exhala su aliento sobre el grupo de los discípulos y les da su Espíritu del mismo modo que Dios infundió su aliento sobre el primer hombre para darle la vida (cf. Gn 2. 7).

Juan no habla de misión en su evangelio hasta que en este momento es el Resucitado quien da el Espíritu y la misión a los discípulos, a los representantes de todos los que, por su palabra, van a creer en Jesús. Donación del Espíritu y misión están íntimamente unidos: Jesús les da el Espíritu para que les consagre como lo consagró a Él y sean enviados como Él fue enviado. La misión supone una oferta de vida y de salvación a todos los que quieran creer, ya que están llenos de este Espíritu que es fuente de vida; y Jesús va a estar presente en esta misión de los discípulos ("el que recibe a mi enviado me recibe a mí", /Jn/13/20) del mismo modo que el Padre siempre estaba presente en la suya ("el que me ve a mí, ve al que me ha enviado", Jn/12/45).

J. ROCA - MISA DOMINICAL 1981, 12


 

3. CR/TESTIGO

La Pascua comienza de color rojo y termina de color rojo: el Viernes Santo, cuando Jesús empieza su paso de muerte a vida, el rojo de los ornamentos nos habla de sangre derramada, de testimonio ardiente; el domingo de Pentecostés, concluimos la celebración de este paso de muerte a vida con el rojo del fruto, del fuego que renueva e ilumina, del testimonio de los creyentes transformados por el Espíritu de JC.

Recordar la entrega de JC y celebrar el don del Espíritu nos invita a pensar en una fe que haga de nosotros hombres y mujeres con empuje, con ilusión, con entrega. Hombres y mujeres que quieren vivir de modo que se note que hemos sido tocados por una sangre derramada con amor infinito, y que hemos sido introducidos en una vida más fuerte que todo mal. Hombres y mujeres que aman profundamente su fe, y que creen que por sus venas circula la misma savia que circulaba por las venas de JC y que quieren compartir esa alegría con todo el mundo.

J. LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1988, 11


 

4.- A este texto remitía la siguiente frase de hace dos domingos (del ciclo A): Aquel día sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros (Jn.14,20). Aquel día se refiere a la escena de hoy, a Pentecostés. El autor del cuarto evangelio concibe este día y esta escena como la inauguración del tiempo último y definitivo de la historia. Los participantes en la escena son los discípulos. En el cuarto evangelio este término designa a los creyentes en Jesús. Su alcance va, pues, más allá de los doce, como también va más allá del día indicado en el texto la situación de cautela y de miedo.

En el atardecer del domingo de Pascua Juan sitúa retrospectivamente situaciones de cautela y de miedo posteriores. Es pues toda la comunidad creyente la que se alegra con los que vieron a Jesús resucitado. Y es también toda la comunidad creyente la que recibe el siguiente encargo de Jesús:

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. A lo largo de la pasada cuaresma hemos tenido ocasión de familiarizarnos con el sentido y la función que este envío o misión tienen en el cuarto evangelio. Se trata de un trabajo fatigoso y complejo porque choca con tendencias muy arraigadas, que, a pesar de ser religiosas, pueden desfigurar a Dios y al Hombre. Los creyentes han recibido de Jesús el encargo de llevar adelante la tarea emprendida por Jesús.

Cuentan para ello con el mimo Espíritu que él tenía. Es este Espíritu el que eleva a los cristianos a la categoría de signo visible de gracia y de enjuiciamiento en el tiempo último y definitivo inaugurado por El.

Comentario. El creyente en Jesús sabe hoy que Jesús está con el Padre, que él está con Jesús y que Jesús está con él. Hoy, Pentecostés, cuando el Espíritu de Jesús y del Padre se posesiona del creyente y lo eleva a sacramento de Dios en el mundo. Hoy, Pentecostés, cuando el mundo empieza a ser definitivamente nuevo, porque las gentes pueden entenderse desde su propia peculiaridad, y Babel, es decir, la confusión deja paso a la comprensión. Hoy, Pentecostés, cuando todos empezamos a ser conscientes de que formamos un solo cuerpo.

A. BENITO - DABAR 1990, 31


 

5.- Texto. La opción que los discípulos han hecho por Jesús les ha granjeado la enemistad de los judíos. La expresión miedo a los judíos es de carácter religioso. No significa miedo al pueblo judío (los discípulos eran judíos), sino miedo a la exclusión de la sinagoga, decisión esta que los guardianes de la Ley de Dios habían tomado contra todo el que reconociera a Jesús como Mesías (ver Jn.9,22). Excluidos de la comunidad creyente, los discípulos de Jesús eran un grupo sin puesto y sin paz.

La presencia de Jesús cambia esta situación de los discípulos. Es el Jesús de siempre, al que habían conocido, con el que habían convivido y por el que habían optado. Jesús les devuelve primero la paz de la que carecían por estar excluidos de la sinagoga. En segundo lugar, Jesús les da un puesto y una razón de ser en el mundo convirtiéndolos en enviados suyos, de la misma manera que él lo había sido antes del Padre. Surge así la comunidad creyente, que se llamará Iglesia para distinguirse de la Sinagoga.

A diferencia de ésta, caracterizada por el espíritu de la Ley, la nueva comunidad se caracteriza por el Espíritu de Jesús y del Padre. En razón de este Espíritu la nueva comunidad encarna la oferta de gracia de Dios a los hombres. Las últimas palabras del texto se pueden parafrasear de la siguiente manera: Vosotros sois a partir de ahora los responsables de la oferta de mi Padre a todos los hombres. De vosotros depende ahora esta oferta.

Los destinatarios de estas palabras no son sólo los doce como a veces se piensa, sino la totalidad de la comunidad. El trasfondo de este texto no es jerárquico, sino comunitario. El sentido de estas palabra es a su vez mucho más amplio y rico que la práctica del actual sacramento de la Penitencia.

Comentario. El texto de hoy es especialmente significativo para la Iglesia por cuanto que marca el comienzo y el sentido de su andadura. Por su comienzo la Iglesia nace excluida de lo que había sido su medio y marco de referencias religiosas. Históricamente la Iglesia nace sin puesto y contra corriente, pero no respecto al mundo civil, sino respecto al mundo religioso. El valor de ejemplaridad de los comienzos de la Iglesia reside en que los problemas le vienen del propio mundo de la creencia.

La misión de la Iglesia es ser reveladora de Jesús y, en última instancia, de Dios. La misión la realiza en la medida en que es portadora del Espíritu de Jesús y de Dios. Vistas las cosas en sus comienzos históricos (así es como necesariamente las tiene que ver la exégesis), este Espíritu, que en razón de su origen se llama santo, está en las antípodas del espíritu que reina en los responsables de la Ley de Dios. Los retos no le vienen a la Iglesia desde el exterior. El auténtico reto es su capacidad de apertura al Espíritu de Jesús. Este Espíritu cambia mucho las cosas. Probablemente las renueva siempre.

A. BENITO - DABAR 1989, 27


 

6. C/UNIDAD

Con la reiteración del saludo en el v.21 se inicia el segundo momento: libertad para una nueva forma de existencia. Es la misión de la comunidad cristiana, alentada por el Espíritu del Padre y del Hijo. Una comunidad donde es posible la unidad dentro mismo de la multiplicidad, donde pueden entenderse personas con ideas distintas, porque todos están situados en una realidad que los transciende a todos, al mismo tiempo que los constituye: el Espíritu del Padre y del Hijo. Es así y sólo así como la comunidad cristiana es referencia de esperanza para los demás hombres y grupos. Es así y sólo así como es reveladora del Padre.

Es así y sólo así como es generadora de madurez; una comunidad así, porque da la medida y la talla de lo que es un grupo de gente madura, se convierte en modelo referencial para todos. No porque esta comunidad enjuicie a nadie, sino porque la actitud que se adopte ante ella pone de manifiesto y refrenda lo que cada uno es. Confrontándose con ella, los hombres pueden conocer su propia situación; gracias a ella pueden saber si han tomado la dirección satisfactoria o la dirección frustrante.

DABAR 1980, 31


 

7. RECREACION/ES

Viernes Santo, pascua de resurrección, ascensión y pentecostés: en esta secuencia temporal celebra la fe el único misterio pascual de la exaltación de Jesús y de la salvación del hombre.

También el envío del Espíritu pertenece al acontecimiento pascual y se proclama en el evangelio de Juan el domingo de pascua.

El saludo pascual del resucitado es "¡Paz!"; su don es la alegría. Ambas cosas son frutos del Espíritu Santo (cf. Gál 5,22); él es el gran don pascual que encierra en sí todos los demás dones. El Espíritu une para siempre a todos los discípulos con su Maestro, con su Señor resucitado; reúne a todos entre sí e inaugura un mundo nuevo por medio del perdón de los pecados.

Lo dicho anteriormente se expresa en la narración de Juan con un gesto: el soplo de Jesús sobre sus discípulos. Esto evoca el episodio del Génesis (2,7), donde se dice que Dios exhaló su aliento sobre Adán y éste comenzó a vivir. Aquí también se trata de una creación, una nueva vida, que es posible al hombre después de la resurrección.

La conversión y el perdón de los pecados aparecen siempre en la primera predicación apostólica impulsada por el Espíritu Santo.

EUCARISTÍA 1989, 22


 

8.- Los discípulos tienen miedo a los judíos y se encierran a cal y canto en una casa. Allí permanecen hasta que la fuerza del Espíritu, como un viento impetuoso, los eche a la calle y los disperse por toda la tierra. También nosotros, no obstante creer que Jesús ha resucitado, seguimos teniendo miedo. Sobre todo, miedo a la vida y a la libertad. Se nos ha educado en el miedo.

Se nos ha dicho muchas veces que la vida es un peligro, y nos hemos olvidado que el mayor peligro es renunciar a la vida... por miedo. Contra el miedo que guarda la ropa e inventa sistemas de seguridad, Jesús nos ofrece la paz verdadera en medio de los peligros del camino y aún en medio de las persecuciones. Nos ofrece la paz de los testigos, la paz y el coraje del que predica el evangelio y confiesa que el mundo no puede dar.

Jesús les muestra las llagas para que comprueben que es él mismo, el que fue crucificado y ahora sigue viviendo. Todo el evangelio es la gozosa proclamación de esa identidad: Jesús, el que padeció bajo Poncio Pilato y no otro, es el Señor. En esta alegría se cumple lo que Jesús les había prometido (Jn 16,20-22;17,13). Con esta alegría deberán anunciar a todo el mundo que han visto al Señor y que el Señor vive. Evangelizar es anunciar la buena noticia, la mejor de todas. Y esto sólo puede hacerse con inmensa alegría.

Jesús los envía al mundo lo mismo que él fue enviado por el Padre. La misión de los discípulos, la evangelización, no será posible sin la fuerza del Espíritu Santo.

El gesto de Jesús encuentra su antecedente en Gn 2.7. donde se dice que Dios exhaló su aliento sobre el rostro de Adán y éste comenzó a vivir. También ahora comienza una nueva vida, una nueva creación. Esta nueva creación proclamada por el evangelio es obra del Espíritu.

Pero la vida nueva no es posible sin el perdón de Dios como base de reconciliación entre todos los hombres. Predicar el evangelio es reconciliar con la fuerza del Espíritu Santo, es recrear todas las cosas.

EUCARISTÍA 1986, 24


 

9.- En la culminación del tiempo de Pascua, leemos una escena del mismo día de Pascua (que ya leímos el domingo segundo). Eso nos muestra que lo que hoy celebramos es realmente una de las caras de la resurrección de Jesús.

Jesús resucitado es, para nosotros, aquel que nos ha dado su mismo Espíritu, su Espíritu Santo. La resurrección de Jesús significa para los discípulos experimentar que en su interior tienen aquel mismo Espíritu que movió a Jesús, y que los identifica con él: incluso Jesús hace el gesto físico de exhalar el aliento sobre ellos, para significar que les traspasa lo que el lleva en su interior.

Y este don del Espíritu es lo que hace realidad en el creyente y en la Iglesia lo que Jesús dice y da en esta aparición a los discípulos: la paz que es la síntesis de todos los bienes; la misión de anunciar la Buena Noticia, para continuar la misión que el Padre encomendó a Jesús; el mensaje del perdón y la reconciliación de los hombres con Dios, de la que los continuadores de Jesús quedan constituidos también intermediarios.

JOSEP LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1994, 7


 

10.- En Juan, Pascua y Pentecostés se unen. El mismo día en que Jesús resucita, «el primer día de la semana», infunde sobre sus discípulos el Espíritu Santo. Lo hace con un gesto magnífico: exhalando su aliento sobre ellos. Este soplo recuerda, en primer lugar, el primer soplo de Dios sobre el hombre, y lo llenó de espíritu de vida. Jesús comunica a sus discípulos su aliento, su espíritu, el primer día de la primera semana de la nueva era para la nueva humanidad. Estos discípulos revivieron y quedaron transformados, recreados; empezaron a ser hombres nuevos, superando miedos y tristezas.

Por otra parte, este aliento de Jesús significa que transmite a los discípulos su propio Espíritu, que es algo suyo y que es el regalo de su Pascua. Ahora los discípulos, animados por el Espíritu, continuarán la obra de Jesús y harán presente a Jesús. Es fácil, porque el Espíritu es el mismo.

CARITAS 1991, 1, pág. 245


 

11. - El Espíritu Santo es el aliento de Jesús. Lo que respira la Iglesia es el Espíritu de Jesús. Lo que nosotros oramos en el Espíritu es la oración de Jesús. Toda nuestra vida íntima es la vida de Jesús, que el Espíritu nos comunica.

El mismo día de Pascua, el Señor resucitado, rebosante de Espíritu, exhaló su aliento sobre sus