viernes, 30 de agosto de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXII T.O. CICLO C - 1 SETIEMBRE 2019


¿A  QUIEN  INVITAMOS  NOSOTROS?.


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y concédenos que al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29

Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

SALMO RESPONSORIAL (67)

Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.

Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Canten a Dios, toquen en su honor; su nombre es el Señor. R.

Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a

Hermanos: Ustedes no se han acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni han oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Ustedes se han acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que les convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste.".
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba.".
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.». Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.».

COMENTARIO

Era costumbre en aquellos tiempos y lugares invitar de vez en cuando a un rabino para conversar durante la comida sobre algún punto de interés religioso. Esto ocurría principalmente los sábados. En algún sentido, esta costumbre perfectamente natural se continúa hoy en ciertos ambientes y familias que cultivan la amistad de los sacerdotes. También Jesús fue invitado a comer un día de sábado. Y aunque el anfitrión era un fariseo y uno de los principales, aceptó. Pues Jesús no era un puritano, y ya otras veces había aceptado la invitación de otros fariseos (Cfr. Lc. 7,36; 11,37). Con todo, Jesús prefería comer con publicanos y pecadores. En esta ocasión había allí otros invitados, amigos de este personaje y fariseos lo mismo que él. Y todos éstos "espiaban" a Jesús. Este detalle demuestra que no había sido invitado de corazón, sino únicamente como pretexto para ver si podían sorprenderle en algún fallo.
Jesús observa, se divierte y hace una primera observación un tanto picante a propósito del juego de las precedencias: “No te sientes en el puesto principal”. Se trata de “gente acomodada”. ¿Dónde están los marginados que siempre fueron sus preferidos? Y lanza una idea como un latigazo: “Cuando des una comida, no pienses en invitar a los amigos, o a tal pariente, o a tal vecino interesante. Invita más bien a los pobres y necesitados” les algo difícil de tragar. ¿Se ven ustedes mismos cursando este tipo de invitaciones? Pero lo que sigue es todavía más preocupante: “En el cielo te lo pagarán”. Entonces, bien; se trata de ser astutos con la virtud. Al principio del banquete, el primer consejo era: “Escoge el último puesto, para que te hagan subir”. Ahora, la gran especulación: “Invita a los indigentes; que Dios te lo pagará”. ¡Extraños consejos!
Jesús nos revela de pronto todo el sentido que puede tener eso; cuando obras de ese modo, ¿qué tipo de hombre eres delante de Dios? Te preocupas de un rango social, lo mides con cierto afán, por la acogida que te ofrecen en las recepciones. Se trata de algo que no hay que rechazar ni exagerar, pero lo importante no es eso. ¡Hay que ir más lejos! Hasta tu lugar delante de Dios. Lo que tú eres a sus ojos es lo que constituirá algún día tu valor real y definitivo. Lo que todos admirarán a juzgarán como el peor de los fracasos. ¿Y tus famosos banquetes, tus invitaciones tan estudiadas? Te sacudí un poco al decirte que no invite a las personas que te interesan.
¡Ante el corazón de Dios! ¿Invitas quizás tan puramente, tan sólo con la idea de hacer felices a los demás? ¿Unos hombres felices que no tienen que darte gracias por ello? La apuesta es formidable; conviene leer bien las últimas palabras: “Dichoso tú entonces porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”. Jesús se fija ante todo en el éxito final. Pero esa dicha es una felicidad inmediata: ya eres dichoso por cursar esas invitaciones. Y lo serás más algún día en la mesa de Dios porque, ya desde ahora, tu mesa es la mesa de Dios.  Por tanto, no se trata de invitar algún pobre solitario o al más humilde del barrio para conseguir un buen trozo de cielo. Lo que se necesita más bien es ser normalmente una persona que realice tales gestos que pueda decirse de ella: “En su casa está uno como en casa de Dios”.

PLEGARIA UNIVERSAL

Con sencillez y humildad de corazón, presentemos a Dios nuestras necesidades y las del mundo entero. Diciendo. R. Te rogamos, Óyenos.

1.- Por el Papa Francisco para que continúe proclamando el evangelio vivo de Jesús con el fuego del Espíritu Santo y las actitudes de humildad y sencillez que lo caracterizan. Oremos al Señor. R.

2.- Por los que anuncian el evangelio en cualquier lugar del mundo para que ellos mismos sean buena noticia de salvación, consuelo y ayuda para quienes los escuchan y se acercan a ellos. Oremos al Señor. R.

3.- Por los hermanos que buscan la felicidad por caminos equivocados para que luz de la palabra de Dios el alcance y los guie a un encuentro personal con el Señor. Oremos al Señor. R.

4.- Por los hermanos que se sienten marginados a causa de su raza, condición social o religión, para que descubran el valor infinito de su vida en nuestras actitudes de respeto y amorosa acogida. Oremos al Señor. R.

5.- Por ostros, que celebramos la presencia del Señor en el misterio de su amor, para que aprendamos la humildad de corazón que nos hace depender de Dios como hijos amados y nos lleva a dar espacio a todos en nuestro corazón. Oremos al Señor. R.

Padre de bondad, fuente del amor, acoge las oraciones que con confianza te hemos dirigido con el deseo de seguir a tu Hijo, manso y humilde de corazón, para participar en el banquete de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, que esta ofrenda santa nos alcance siempre tu bendición salvadora, para que perfeccione con tu poder lo que realizar en el sacramento. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Saciados con el pan de la mesa del cielo, te pedimos Señor, que este alimento de la caridad fortalezca nuestros corazones y nos mueva a servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 02: 1Tes 4, 13-18; Sal 95; Lc 4, 16-30.
Martes 03: 1Tes 5, 1-6.9-11; Sal 26; Lc 4, 31-37.
Miércoles 04: Col 1, 1-8; Sal 51; Lc 4, 38-44.
Jueves   05: Col 1, 9-14; Sal 97; Lc 5, 1-11.
Viernes 06: Col 1, 15-20; Sal 39; Lc 5, 33-39.
Sábado 07: Col 1, 21-23; Sal 53; Lc 6, 1-5.
Domingo   08: Sab 9, 13-18; Sal 89; Flm 9b-10.12-17; Lc 14, 25-33.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 14, 01. 07-14

1.- Sin perder de vista la perspectiva del camino, Lucas nos presenta a Jesús tomando parte en la comida del sábado en casa de un fariseo importante. En esta ocasión Lucas parece tener especial interés en resaltar la actitud circunspecta y observadora de los protagonistas. Fruto, en efecto, de ella son las palabras de Jesús, a las que Lucas califica de parábola (ejemplo, según la traducción litúrgica). En realidad son dos las parábolas: la primera dirigida a los invitados, la segunda al anfitrión.
PARABOLA/QUE-ES: Una parábola de Jesús es una ilustración, una instrucción gráfica en la que las situaciones están deliberadamente agrandadas y exageradas, de forma que produzcan en el oyente un impacto, que le lleve a dar vueltas y vueltas a lo escuchado hasta captar su sentido. En labios de Jesús la parábola es un recurso de choque y funciona por evocación. El sentido de una parábola se esconde o se encuentra siempre detrás del entramado de imágenes y de lenguaje.
La primera parábola de hoy está formulada en términos de recomendación práctica para invitados a un banquete. No sentarse a la cabecera de la mesa sino en el último lugar. Cabecera por oposición a último lugar. El impacto está asegurado por el grafismo de la recomendación. Pero pronto ésta evoca otras cosas.
Cabecera, preeminencia, importancia, prestigio, último lugar como expresión de todo lo contrario. Empezamos a intuir que lo que Jesús propugna es una subversión de valores, negando los habitualmente tenidos por tales. Lo alto es bajo, lo bajo es alto. "El que se enaltece será humillado, el que se humilla será enaltecido". Lo que parecía ser una recomendación práctica para invitados es en realidad la negación de valores socialmente tenidos por tales e individualmente apetecidos y buscados.
La segunda parábola es de las imposibles de olvidar. Sus imágenes deliberadamente agresivas garantizan el impacto y el desconcierto. Sin embargo, el propio lenguaje de la parábola nos pone en la pista de sentido. Tres veces resuena el verbo "quedar pagado" y una el verbo "corresponder". Empezamos a intuir que lo que Jesús propugna es la actuación desinteresada.
VCR/DIFICIL:El texto aporta nuevos rasgos al caminar en cristiano. Simultáneamente descubrimos que estos rasgos apuntan directamente contra comportamientos que parecen connaturales y enraizados en la psicología tanto de los individuos como de los grupos. La búsqueda de prestigio parece obedecer a una necesidad instintiva. El actuar y el relacionarse con unos y no con otros, según que puedan o no aportarme algo, también parece inevitable. ¡El prestigio! ¡Las relaciones interesadas! Tal vez empezamos a caer en la cuenta que la dificultad del camino cristiano está en la radicalidad de su novedad. El cristiano es una persona radicalmente nueva (CR/H-NUEVO) porque la novedad afecta a los arquetipos de comportamiento, a las formas inmanentes de la psicología humana, tanto individual como colectiva. Ser cristiano es ciertamente difícil, porque significa ser una persona diferente.
Alberto Benito - Dabar 1989, 44



Habitualmente los judíos hacían dos comidas, una ligera a mitad de mañana y la fuerte por la tarde. Los sábados añadían una tercera entre las dos habituales, inmediatamente después del servicio sinagogal. Era especialmente solemne. El jefe de la sinagoga solía invitar al que había tenido la homilía, cosa que podía hacer cualquiera de los adultos varones presentes.



Santa Teresa dio una buena definición. Andar en verdad. Ni más ni menos. Saber ser lo que uno es y saber luchar por ser lo que Dios espera que seamos. Aceptando la verdad. Viviendo verazmente. Sin enaltecerse, sin elevarse, sin darse importancia ("siervos inútiles somos" Lc 17, 10), sin engreírse, sin considerarse autosuficiente, etc. Aceptar la verdad pura y simplemente. Esta humildad es un valor evangélico y por eso Jesús emplea ahí una fórmula solemne: "Dichoso tú", como una bienaventuranza más.
Dabar 1977, 51


jueves, 22 de agosto de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXI T.O. CICLO C - 25 AGOSTO 2019


LA PUERTA ESTRECHA


ORACION COLECTA

Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que prescribe y esperar lo que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos se afirmen allí donde están los gozos verdaderos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 66, 18-21

Así dice el Señor: «Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén —dice el Señor—, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas» dice el Señor.

SALMO RESPONSORIAL (116)

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alaben al Señor, todas las naciones, aclámenlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

Hermanos: Han olvidado la exhortación paternal que les dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos.».
Acepten la corrección, porque Dios los trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?.
Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortalezcan las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes, y caminen por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?».
Jesús les dijo: «Esfuércense en entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, se quedaran fuera y llamaran a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él les replicará: "No sé quiénes son.". Entonces comenzaran a decir.
"Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.".
Pero él les replicará: "No sé quiénes son. Aléjense de mí, malvados.". Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando vean a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y ustedes se ven echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Miren: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.».

PLEGARIA UNIVERSAL

Invoquemos a Dios, que nos ama como a hijos muy amados, y digámosle con afecto filial: R. Escúchanos, que confiamos en ti.

1.- Para que en la Iglesia todos los pastores y fieles nos esforcemos por atravesar la puerta estrecha que nos lleva a la santidad, luchando contra nuestros intereses egoístas. Roguemos al Señor. R.

2.- Para que aquellos que tienen autoridad sobre las naciones presten su servicio con honestidad y responsabilidad, teniendo en cuenta que todos tenemos derecho a vivir dignamente y en paz. Roguemos al Señor. R

3. Por nuestras familias: para que los padres sepan corregir amorosa y oportunamente a sus hijos y estos acepten las correcciones de sus padres como expresión de su amor y su ternura. Roguemos al Señor.

4. Para que los ancianos, los enfermos, los reclusos, los desempleados, a traes de nuestra oración y actitudes de cercanía solidaria, descubran que el Padre Dios cuida de ellos como hijos amados. Roguemos al Señor. R

5.- Para que quienes participamos en la Eucaristía vivamos día a día como peregrinos que caminan hacia la fiesta universal, dispuestos a renunciar a todo lo que puede separarnos de Dios y de los otros. Roguemos al Señor. R.

Dios, Padre bueno, que invitas a los hombres a pasar por la puerta estrecha de la cruz para entrar en el gozoso banquete de tu reino escucha nuestras oraciones y danos la fuerza de tu Espíritu, para que siguiendo las huellas de tu Hijo, tengamos parte en la mesa festiva de tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, que adquiriste para ti n pueblo de adopción con el sacrificio de una vez para siempre, concédenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Te pedimos, Señor que realices plenamente en nosotros el auxilio de tu misericordia y haz que seamos tales y actuemos de tal modo que en todo podamos agradarte. Por Jesucristo nuestro señor.

COMENTARIO

Lucas nos recuerda que “marchamos hacia Jerusalén”. Jesús “enseña y abre el camino” hacia la prueba; las lecciones son cada vez más urgentes. Empieza liquidando una cuestión de mera curiosidad: ¿Son pocos los que se salvan?.. Esfuércense ustedes para entrar. Ábrete paso por la puerta estrecha. Lucha. Esfuérzate. Jesús, no quiso responder a una curiosidad inútil de cuántos se van a salvar. Su mensaje no pretendía aterrorizar pecadores ni tranquilizar justos, sino convertir a todos.
A Lucas le gusta esta idea de combate que ha sacado de su maestro Pablo (Col 1, 29; 4, 22). Es el combate de la puesta en práctica de los consejos recibidos. Haber visto a Jesús, haberlos escuchado y hasta haberse sentado a su lado no bastará para forzar las puertas de Dios. ¿Qué es lo que cuentas? ¡No sé de dónde eres! Uno no se naturaliza cristiano por medio de lecturas o de sueños. Tendrá que practicar. Una especie de angustia recorre las páginas del evangelio: lo que están descubriendo ¿lo practicarán de veras? La idea de “práctica” ha quedado demasiado restringida a la práctica sacramental. Se dice “Soy practicante”. Practicante ¿de qué? Podemos ir todos los días a misa y que de repente el cielo se nos cierre por no haber vivido realmente el evangelio “¡No sé quiénes son!”. Por fortuna, esa llamada apasionada a practicar se ilumina; la puerta estrecha se ensancha inmensamente: “Vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur”. Ese es también el cántico triunfal del Apocalipsis, que recoge la fiesta de todos los Santos: “Después de esto, apareció en la visión una muchedumbre innumerable de toda nación y raza..... (Ap. 7, 9).
Pero la última palabra nos mantendrán alerta: “Hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos”. Volvemos a encontrarnos con la famosa inversión que nos hace vislumbrar a veces Lucas, poniendo aquí su nota mesurada. No todos los primeros serán últimos; se nos dice tan sólo que algunos de los primeros de clase al tratarse de aprender la religión y de los últimos en practicarla estarán también, a la hora de llegar al cielo, en el pelotón de cola.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 26: 1Tes 1, 1-5.8b-10; Sal 149;Mt 23, 13-22.
Martes 27: 1Tes 2, 1-8; Sal 38; Mt 23, 23-26.
Miércoles 28: 1Tes 2, 9-13; Sal 138; Mt 23, 27-32.
Jueves   29: Jr 1, 17-19; >Sal 70; Mc 6, 17-29
Viernes 30: Eclo 3, 17-24; Sal 15; Flp 3, 8-14; Mt 13, 31-35.
Sábado 31: 1Tes 4, 9-11; Sal 97; Mt 25, 14-30.
Domingo 01: Eclo 3, 17-18.20.28-29; Sal 67; Heb 12, 18-19.22-24ª; Lc 14, 1.7-14.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 13, 22-30

Texto. Lo encabeza una observación característica de Lucas desde que en 9, 51 ha presentado a Jesús de camino hacia Jerusalén. ¿Se trata en ambos casos del mismo viaje o de viajes diferentes? La observación le sirve al autor para introducir una pregunta anónima interesándose por el número de los que se van a salvar (v.23). El resto del texto es la respuesta de Jesús (vs. 24-30).
Está formada por una parábola y una máxima final. Se trata de la misma técnica de respuesta empleada hace dos domingos ante la pregunta de Pedro (véase Lc. 12,41-48) y hace seis ante la pregunta del letrado sobre el prójimo (véase Lc. 10,29-37). Esta técnica la emplea Jesús cuando no comparte el planteamiento del interlocutor. De ahí que su respuesta resulte chocante y extraña a primera vista. No es, en efecto, una respuesta directa, que se mueva en el mismo plano de la pregunta. Lo cual no significa que sea una evasiva. Ni mucho menos. Es una respuesta indirecta que trata de llevar al interlocutor a un planteamiento diferente del problema. Esto lo consigue Jesús mediante una parábola. Lo curioso de la parábola de hoy es que sus personajes no son todos ello imaginarios. Unos de los personajes son los propios oyentes de Jesús, quienes de esta manera se ven implicados directamente en el problema tal como lo plantea Jesús, un problema que no va a tener que ver con el número de los salvados sino con la autoseguridad y exceso de confianza de los propios oyentes.
Comentario. Una pregunta como la formulada al comienzo era obligada en los comentarios de hace no demasiados años. ¿Son uno o dos los viajes de los que habla Lucas en 9,51 y en el texto de hoy? Era la fecunda época de la historia del texto y de la tradición, de la crítica literaria e histórica. Pero no se valoraba suficientemente o positivamente la creatividad de los evangelistas. Desde esta última perspectiva, en cambio, la pregunta anterior pierde importancia. Lucas ha creado un marco literario de viaje en el que va haciendo altos de reflexión. Y hablando de altos, uno y muy necesario sería ponernos en contacto con la exégesis de los veinticinco últimos años del siglo pasado y los veinticinco primeros del actual. Pero volvamos al que hoy nos brinda Lucas. ¿Serán pocos los que se salven? El anónimo interlocutor pregunta a Jesús por el número de los que irán al cielo. Una imagen del cielo muy extendida entonces era la de un salón dispuesto para un banquete. Es esta imagen la que Jesús recoge en la historia que propone a sus oyentes. El salón tiene una puerta de acceso estrecha, la puerta se cierra y en el interior del salón comienza a celebrarse el banquete. Contra toda expectativa, los comensales no son todos judíos ni mucho menos.
Judíos son sólo los antiguos patriarcas y profetas; el resto son extranjeros que han tomado asiento en vez de los judíos. La historia termina con una máxima que resume y explica la situación en el interior del salón: Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos. Los últimos son los extranjeros; los primeros, los judíos. ¿Qué quiere decir Jesús? Al preguntarle su interlocutor por el número de los que se salvarán, éste parte del presupuesto de que pocos o muchos, los salvados serán sólo judíos en cualquiera de las hipótesis. Pensaba como el rabino Emir: "Puede considerársele hijo del mundo futuro al que habita en Israel, habla la lengua santa y recita mañana y tarde el Shemá". Es a este presupuesto al que Jesús responde y no a la cuestión del número, lo verdaderamente problemático para Jesús es el hecho de pertenecer al Pueblo de Dios. Incorporando a sus oyentes judíos a la historia que cuenta, Jesús trata de introducir una espina de inquietud en sus beatitudes y seguridades. Pertenecer al Pueblo de Dios, les dice, no da derecho a la salvación. Analizaos en vuestra autoseguridad y exceso de confianza. Aquí radica el problema y no en saber cuántos se van a salvar o en si la salvación es fácil o difícil. Quiero hacer hincapié en esto último, porque este texto ha servido con demasiada frecuencia para atormentar a las conciencias con un problema que queda marginado expresamente. Repito (perdonad el tono): el texto de hoy no trata de la salvación sino de los "salvados" (así, entre comillas). Es una llamada de atención, un aviso al Pueblo de Dios: La puerta estrecha, la arrogancia y autoseguridad.
A. Benito - Dabar 1986, 44



2.- Sentido del texto.-Jesús no responde directamente a la pregunta del v. 23 porque la considera desacertada. ¿Dónde está el desacierto? En reducir la salvación a una cuestión de número preestablecido. Todos pueden salvarse. El verdadero planteamiento no es, pues, "quiénes se van a salvar", sino "qué hacéis vosotros para salvaros". A los judíos, que daban por cosa hecha su salvación, Jesús les dice: Eforzaos para no estar entre los que pueden perderse; ser los primeros en haber conocido el plan de "Dios no es un privilegio o un salvoconducto".
Dabar 1977, 50



3.- La pregunta formulada, la del número de los que se salvan, no ha dejado de replantearse a lo largo de los siglos dentro de la Iglesia. Durante siglos, los teólogos y especialmente los predicadores tendían a aterrorizar a los fieles con el fin de convertirlos, por miedo, a la práctica cristiana. Actualmente la tendencia general es más bien contraria: que la misericordia de Dios no puede permitir que nadie se condene por toda la eternidad, que no hay infierno o que si lo hay está vacío, etc.
Quizás sería más prudente, cuando nos plantean o nos planteamos la cuestión, respetar el misterio y hacer como Jesús, que no quiso responder a una curiosidad inútil. Su mensaje no pretendía aterrorizar pecadores ni tranquilizar justos, sino convertir a todos.
Las discusiones rabínicas sobre los últimos tiempos hablaban de una situación mesiánica intermedia, en la que sólo unos pocos tendrán parte, y la plenitud final del mundo futuro, en la que todo Israel tendrá parte. Jesús parte seguramente de esta creencia cuando propone la imagen de la puerta estrecha, que exige grandes apretujones para entrar por ella, pero después de la cual se supone que se entra en una sala amplia y cómoda, capaz para todos. El tema de los dolores como de parto y de las tribulaciones que precederán el establecimiento del Reino era ya clásico en la literatura escatológica judía, y lo encontramos de nuevo en los discursos escatológicos de los evangelios. Si, como casi siempre, el que había hecho la pregunta era un fariseo o un letrado, de aquella minoría "que teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás" (18,9), se sentiría muy incómodo ante la respuesta de Jesús: en lugar de presumir ser de los pocos que se salvarán, lo que debéis hacer, todos, es convertiros, porque otros -publicanos, pecadores, paganos- que menospreciáis pasarán delante de vosotros.
Hilari Raguer - Misa Dominical 1977, 16



4.- La palabra de Jesús sobre la puerta estrecha es un mensaje que contradice la falsa seguridad de salvación rabínica y la falsa predestinación apocalíptica. Desde el punto de vista profético la imagen de la puerta estrecha es la palabra de exclusión de los judíos y la llamada de los paganos. Es una invitación: la puerta está abierta, entrad... La palabra de Jesús no quiere intimidar sino estimular. Hoy todo se quiere resolver a base de números y estadísticas. A Jesús le piden número y responde con un imperativo: esforzaos y entrad.
P. Franquesa - Misa Dominical 1986, 16



5.- He aquí una cuestión que preocupaba a los rabinos en aquel tiempo y, no hace muchos decenios, a los teólogos católicos: el número de los que se salvan. Los rabinos consideraban que, para salvarse, era necesario o poco menos el pertenecer al pueblo elegido, y esto pesaba más que una vida personal intachable. Por tanto, confiaban salvarse y que se salvarían también todos los hijos de Israel con muy pocas excepciones. Sin embargo, no todos compartían esa confianza; por ejemplo, en el libro IV de Esdras (3, 15) se dice que "los que se pierden son más numerosos que los que se salvan". Jesús no responde a esa pregunta, que es más teórica que práctica. Prefiere insistir en la necesidad y la urgencia de la conversión al evangelio.
La "puerta estrecha" es una alusión al esfuerzo que requiere la auténtica conversión. No sólo es estrecha, sino que además puede cerrarse en cualquier momento; de ahí la urgencia: la conversión no puede dejarse para mañana. Jesús hace una llamada apremiante a todos los hijos de Israel, a quienes ha sido enviado por el Padre y que no acaban de aceptar su mensaje y su persona. Jesús ha venido "a los suyos", ha plantado la tienda en medio de su pueblo; pero ni los vínculos de la sangre, ni la aproximación física del Mesías al pueblo de Israel va a servirles de nada si no se convierten al evangelio. Lo que importa para la salvación es la fe y la comunión espiritual con la persona de Jesús. Si los "suyos" le rechazan, otros ocuparán el puesto que tenían preparado. Hay "últimos" que pasarán a ser los "primeros". Jesús no se refiere a los judíos de la diáspora en contraposición a los que habitan en tierras de Israel, sino a los provenientes de la gentilidad. Porque lo que cuenta ya no es la descendencia de Abrahán según la carne, sino creer con la fe de Abrahán e incorporarse a Cristo y al Reino que él anuncia. Lo que salva es aceptar con fe el evangelio, que se presenta sin limitaciones raciales o nacionales y como un mensaje universal.
Eucaristía 1989, 40



6. /Lc/13/22-33
Una de las grandes preocupaciones de los primeros cristianos era la de saber si únicamente los miembros de Israel participarían en el mundo futuro. Según Lc 13,23-30, todos los hombres están llamados a la salvación. En este texto habla Jesús del camino que conduce al reino.
La pregunta sobre si son muchos o pocos los que se salvan (v 23) no tiene una respuesta directa. A menudo Jesús, ante una pregunta responde desde otra perspectiva. Este es el caso en este fragmento, con la exhortación a entrar por la puerta estrecha (24). Jesús pide el esfuerzo tenaz del hombre: el verbo «esforzarse» (luchar) expresa en griego, aquí y en otros lugares del NT, una actitud ética fundamental, una respuesta del hombre a la invitación de Dios (Lc 16,16, Jn 18,36, 1 Co 9,25). Los vv siguientes precisan en qué debe consistir la lucha o esfuerzo del creyente: obrar con rectitud y justicia (27). Es una actitud básica que tiene en Lucas, una consecuencia religiosa: ser reconocidos por el dueño de la casa, por aquel que puede abrir la puerta del banquete del reino. El evangelista identifica al dueño de la casa con Jesús en el v 26, y precisa también que invita a todos los hombres. Los convidados no son los que han conocido a Jesús externamente, los que han comido con él o han hablado de él, sino los que, con motivo de su llamada, inician un proceso de conversión, consistente en una apertura hacia él y hacia los demás. Incorporando a su mensaje el criterio profético, según el cual es necesario ser justo y bueno con el prójimo, Jesús da una pista válida para los hombres de todos los tiempos y comprensible a judíos y a paganos. Justamente por esto, gentes de todas partes, de oriente y de occidente (29), todos los que respondan a la llamada de Jesús en favor del hombre, podrán compartir finalmente la mesa del reino de Dios.
Los vv siguientes (31-33) presentan una nueva escena. Jesús, profeta, actúa cada día («hoy», "mañana"...) haciendo el bien -expulsa demonios, lleva a cabo curaciones-, pero su camino finalizará en Jerusalén, y será tanto un final como un principio. En Jerusalén culminará la obra histórica de Dios en Jesús y de allí mismo saldrá el misterio renovador del evangelio.
D. Roure - La Biblia día a día - Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas - Ediciones Cristiandad.Madrid-1981.Pág. 893 S.



7. Predicador del Papa: «¿son pocos los que se salvan?». El padre Cantalamessa comenta el evangelio de este domingo.
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 20 agosto 2004 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario que ha escrito el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, al pasaje evangélico de la liturgia de este domingo, 22 de agosto, Lucas 13, 22-30, en el que una persona le preguntó a Jesús: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
* * *
Hay una pregunta que desde siempre se han planteado los creyentes: ¿son muchos o pocos los que se salvan? En ciertas épocas, este problema se hizo tan agudo que llevó a algunas personas a una angustia terrible. El Evangelio nos informa que un día este problema fue planteado a Jesús: «Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?"». La pregunta, como se ve, se refiere al número: ¿cuántos se salvan, muchos o pocos? Jesús cambia el centro de la atención del cuántos al cómo es posible salvarse, es decir, entrando por «la puerta estrecha».
Es la misma actitud que se constata al afrontar el tema del regreso final de Cristo. Los discípulos le preguntaron cuándo regresará el Hijo del Hombre y Jesús responde indicando cómo prepararse para ese regreso (Cf. Mateo 24,3-4). Esta manera de actuar de Jesús no es extraña ni descortés. Es simplemente la actuación de quien quiere educar a los discípulos a pasar del nivel de la curiosidad al de la auténtica sabiduría; de las cuestiones ociosas que apasionan a la gente a los auténticos problemas de la vida. De aquí podemos comprender la absurdidad de aquellos, como los Testigos de Jehová, que creen saber incluso el número exacto de los salvados: 144 mil. Este número, que aparece en el Apocalipsis, tiene un valor meramente simbólico (el cuadrado de 12, el número de las tribus de Israel, multiplicado por mil) y se explica en esta expresión: «una multitud inmensa, que nadie podía contar» (Apocalipsis 7, 4. 9). Después de todo, si ése es realmente el número de los salvados, entonces podríamos ahorrar todo esfuerzo, nosotros y ellos. En la puerta del paraíso deberían haber escrito desde hace tiempo, como en el ingreso de algunos aparcamientos, el cartel «Completo».
Si, por tanto, a Jesús no le interesa revelarnos el número de los salvados, sino más bien la manera de salvarse, veamos qué es lo que nos dice en este sentido. Dos cosas esencialmente: una negativa y una positiva; la primera, lo que no sirve, después lo que sirve para salvarse. No sirve, o no basta, el hecho de pertenecer a un determinado pueblo, a una determinada raza, tradición o institución, aunque fuera el pueblo elegido del que procede el Salvador. Lo que lleva a la salvación no es la posesión de algún título («Hemos comido y bebido contigo»), sino una decisión personal, seguida por una conducta de vida coherente. Esto queda más claro todavía en el texto de Mateo, que pone en contraste entre sí dos caminos y dos puertas, una estrecha y la otra amplia (Cf. Mateo 7, 13-14). ¿Por qué les llama a estos dos caminos respectivamente el "amplio" y el "estrecho"? ¿Es siempre fácil y agradable el camino del mal, y duro y cansado el del bien? En esto hay que estar atentos para no caer en la típica tentación de creer que a los malvados todo les va magníficamente bien aquí, mientras que por el contrario a los buenos todo les sale mal.
La senda de los impíos es amplia, sí, pero sólo al inicio. En la medida en que se adentran en ella, se hace estrecha y amarga. Se hace, en todo caso, sumamente estrecha al final, pues acaba en un callejón sin salida. La alegría que en ella se experimenta tiene como característica el disminuir según se experimenta, hasta crear náuseas y tristeza.  Se puede constatar en cierto tipo de embriaguez, como con la droga, el alcohol o el sexo. Se necesita una dosis o un estímulo cada vez más fuerte para producir un placer de la misma intensidad. Hasta que el organismo deja de responder y entonces tiene lugar es derrumbe, con frecuencia incluso físico. La senda de los justos, por el contrario, es estrecha al inicio, pero después se hace amplia, pues en ella encuentran esperanza, alegría y paz del corazón. Lleva a la vida y no a la muerte. [Original italiano publicado por «Famiglia Cristiana». Traducción realizada por Zenit]

viernes, 16 de agosto de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XX T.O. CICLO C - 18 AGOSTO 2019


NO HE VENIDO A TRAER PAZ, SINO DIVISIÓN


ORACION COLECTA

Oh Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde la ternura de tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 38, 4-6. 8-10

En aquellos días, los príncipes dijeron al rey: «Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.».
Respondió el rey Sedecías: «Ahí lo tienen, en su poder: el rey no puede nada contra ustedes». Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.
Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: «Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre, porque no queda pan en la ciudad.». Entonces el rey ordeno a Ebedmelek, el cusita: «Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe, antes de que muera.».

SALMO RESPONSORIAL (39)

Señor, date prisa en socorrerme.

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. R.

Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos. R.

Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. R.

Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 12, 1-4

Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Recuerden al que soportó la oposición de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo.
Todavía no han llegado a la sangre en su pelea contra el pecado.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!.
¿Piensan que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.».

COMENTARIO

Si la paz la concebimos como unanimidad, como amabilidad de corazón, como vida tranquila, como ambiente apacible (en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la aldea o en el barrio, y hasta en nuestro país y en el mundo entero), Jesús va a decirnos que no encontramos esos artículo en él: “No les doy la paz como la da el mundo”. “Fuego he venido a encender en la tierra, y ¡qué más quiero si ya ha prendido! Pero tengo que ser sumergido en las aguas y no veo la hora de que eso se cumpla. ¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? Les digo que no, división y nada más. Si estas palabras nos chocan y hasta nos sublevan, se impone un examen de las mismas: nuestro miedo a la división: ¿es sano, noble, o solamente un deseo bastante mediocre de tranquilidad?
Evidentemente, eso no va. Por la sencilla razón de que querer amar como Jesús (no olvidemos a menudo de precisar) nos lleva a dividir, exactamente como él. Y al estar nosotros mismos divididos, como a menudo sabemos que nos ocurre. Es el día en que escogemos amar de verdad cuando surgen los conflictos más duros. Por haber sido fraternales, en nuestro despacho, con un colega, tenemos que soportar la injusticia del jefe. Por amar a los enemigos la familia, hemos tenido que enfadarnos con nuestra familia. Por ayudar a unos vecinos pobres, chocamos con nuestra mujer o nuestra suegra: “¡Estás sacrificando a tus hijos!”.
Ahí es donde era menester que nos alcanzasen estas palabras: en el fondo de nuestro corazón. Jesús será siempre división porque nuestros corazones son malos. Cuando queremos amar y luchar por amor, no lo hacemos más que a partir de nuestras torpezas, de nuestros arrebatos, o de nuestros miedos. Frente a nosotros, los mejores cristianos, nos aman también como pueden, con su ser de pecadores. Tal como somos nosotros, corremos continuamente el riesgo de fabricar paces adulteradas. La paz del dominador que obliga a callar a todo el mundo y establecer forzosamente la calma. La de los obsesionados por la caridad fraterna que evitan el más pequeño conflicto dejando que se pudrieran las situaciones. La del que combate puramente por las justicias que cataloga a las personas y va avanzando tranquilo por entre sus buenos y sus malos. En esas paces tan falsas Jesús introduce la espada de la división. Pero ¿Cuál es su paz?.
 Una paz critica, que quema, que ama, que se mete hasta el interior mismo de los conflictos y se queda allí. No busca los tranquilos lagos, sino que quiere hacer fecunda las tempestades. Para un hijo del evangelio no hay paz –a no ser en el cementerio-, sino un trabajo tenaz e inteligente de paz, posible en todas partes: en nuestro corazón traspasado, en nuestro grupo, en la Iglesia. Es ciertamente entre nosotros, imperfectos y pecadores, donde hay que hacer y que rehacer una y mil veces nuestras paces precarias. Unas veces las demolerán nuestros orgullos y otras la espada evangélica, en la que habrá que confiar animosamente sin soñar en un final definitivo del combate. Es imposible convertirse en artífice de paz a no ser tejiéndola continuamente con los hijos de la guerra.

PLEGARIA UNIVERSAL

S. Dirijamos nuestra oración al Padre, fuente de amor, para que conserve nuestras vídas en completa paz material y espiritual. Respondemos: Que la paz de Cristo sea con nosotros.

1.- Por el Papa Francisco, y todos los Obispos de la tierra, para que sigan siempre el ejemplo de Jesús en la defensa de la auténtica Verdad y la paz verdadera. Roguemos al Señor. R.

2.- Por las organizaciones internacionales y los gobiernos de todo el mundo, para que fomenten la paz interna y la concordia entre todas las naciones. Roguemos al Señor. R.

3.- Por Siria, el Congo, Venezuela y otras naciones del mundo, para que cese la violencia y puedan construir un reino de paz y amor. Roguemos al Señor. R.

4.- Por los violentos, los terroristas, los narcotraficantes; para que el Amor de Dios sepa convertirlos a la paz y nosotros sepamos perdonarlos a rezar siempre por ellos. Roguemos al Señor. R.

5.- Por las victimas de todo tiempo de violencia; para que el Señor Jesús las acoja a su Reino y enjuague las lágrimas de sus familiares que sufren cerca de nosotros. Roguemos al Señor. R.

6.- Por nosotros, presentes en esta santa Eucaristía, para que seamos constructores de la paz y evitemos toda clase de rencillas, familiares, vecinales o nacionales. Roguemos al Señor. R.

S. Recibe, Dios Padre Nuestro, las oraciones que te dirigimos hoy, para que la Verdad y la Paz de Jesús reinen en nuestros corazones y en nuestras comunidades. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, nuestras ofrendas en las que vas a realizar un admirable intercambio para que al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Por Jesucristo nuestro Señor

ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Después de haber participado de Cristo por estos sacramentos, imploramos humildemente tu misericordia Señor, para que configurados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo. El que vive y reina por los siglos de los siglos.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 19: Jue 2, 11-19; Sal 105; Mt 19, 16-22.
Martes 20: Jue 6, 11-24ª; Sal 84; Mt 19, 23-30.
Miércoles 21: Jue 9, 6-15; Sal 20; Mt 20, 1-16.
Jueves   22: Jue 11, 29-39ª; Sal 39; Mt 22, 1-14.
Viernes 23: Ruth 1, 1.3-6. 14b-16.22; Sal 14; Mt 22, 34-40.
Sábado 24: Ap 21, 9b-14; Sal 144; Jn 1, 45-51.
Domingo 25: Is 66, 18-21; Sal 116; Heb 12, 5-7.11-13; Lc 13, 22-30.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 12, 49-53
Paralelo: Mt 10, 34-36

1.- Texto. Recordemos la últimas palabras del domingo pasado: "Al que mucho se le confió, más se le exigirá". Era una llamada y una advertencia a la responsabilidad de los cristianos a vivir abiertos al futuro. E inmediatamente escuchamos hoy: "He venido a prender fuego en el mundo". La frase suena como un exabrupto y, sin embargo, pertenece a la misma conversación de los dos domingos anteriores entre Jesús y sus discípulos. El hecho tiene su importancia de cara a determinar el fuego del que habla Jesús.
Luego continúa: "¡Y ojalá estuviera ya ardiendo!". Es una de las varias propuestas de traducción de una frase con una fuerte carga emocional. Otra traducción: "¿Qué más quiero, si ya ha prendido?". Los Padres griegos son partidarios de esta segunda. Sigue una nueva frase emocional. La traducción litúrgica ha pasado por alto el matiz adversativo que tiene en el original. "Sin embargo, tengo que pasar por un bautismo" (v.50). Un preludio de Getsemaní.
La imagen se refiere, en efecto, al final trágico de Jesús. El sentido de la frase dentro de la conversación dependerá de la traducción que escojamos para el versículo anterior. En todo caso, se trata de una especie de paréntesis dado que los versículos siguientes se mueven en la línea del versículo inicial: "¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división". La conversación se cierra con un ejemplo explicativo de esta división. "En adelante, una familia de cinco estará dividida". El ejemplo está tomado de Miqueas, profeta que vivió en el siglo VIII a. C. "En adelante (desde ahora)" es una precisión temporal característica de Lucas (véase Lc. 1,48;5,10). Realza la novedad del presente respecto al pasado y señala un camino de cara al futuro.
Comentario: Comentando el primer versículo, escribe el P. Lagrange que hay que otorgar a la frase su claroscuro profético. Atinada observación. El fuego en cuestión no es el Espíritu Santo, como muchos Padres han pensado. Nos hallamos ante un típico texto profético, con un lenguaje imaginativo y denso, imprevisto e imprevisible. Con su enorme carga de emoción y de pasión, que haremos bien en dejarla correr indómita y en no tratar de amansarla y reducirla. Fuego, división. Es la eclosión incontenida de un ser ilusionado, motivado. Este texto nos permite penetrar en el alma de Jesús, en su pasión antes de la pasión. ¿Será que la vida de Jesús fue un Getsemaní continuado?
Pero es indudable que este texto forma parte del contexto literario que Lucas ha organizado y que hemos ido descubriendo los domingos anteriores. Lo ridículo y peligroso de la codicia. La necesidad de una escala de valores en la que lo prioritario es el Padre y no el comer y el vestir. Buscad su reino y todo lo demás se os dará por añadidura. Dejad la riqueza. Relativizad todo. No os encerréis. Tened perspectiva. Este es el fuego que Jesús trae para abrasar y aniquilar mentalidades y prácticas ancestrales. ¡Fuego! "¿Qué más quiero si ya está ardiendo?" me parece la traducción más apropiada porque responde mejor al contexto literario y a la concepción del tiempo que tiene Lucas. "Hipócritas", leemos un poco más adelante, "sabéis reconocer el aspecto del cielo y de la tierra, y ¿cómo no reconocéis la ocasión presente?" (Lc. 12,56). El tiempo de Jesús es para Lucas una novedad respecto al pasado y un camino abierto para el futuro. De ahí su "desde ahora". El fuego ya está ardiendo, la división es ya una realidad. Estamos muy lejos de fantasías e imaginaciones irreales. El realismo más crudo está presente en las palabras de Jesús. Tan crudo, que le salpica y le hace mucho daño. "Tengo que pasar por un bautismo". Es un grito de dolor. "¡Qué angustia hasta que se cumpla!". Pero dado el matiz adversativo con que Lucas ha construido la frase, en este grito se esconden también un temor y una preocupación: ¿Supondrá la muerte de Jesús el sofocamiento y la desesperación de este fuego? ¡Dios no lo quiera!.
A.- Benito - Dabar 1986, 43



2.- Es frecuente ver en esta perícopa un intento para explicar el tiempo -la presencia- de Jesús como el tiempo de la decisión. Su venida y su historia se presentan como una situación de conflicto para él y para los que optan por él.
No es fácil precisar el concepto de "fuego". Jesús ha deseado algo que no ha llegado todavía. El cumplimiento de este deseo, en otros textos, significa la venida del Espíritu Santo (Lucas 3,16). Se podría pensar en el Espíritu Santo, pero aquí esta palabra-metáfora está asociada al concepto de juicio, un juicio que abrasará la tierra.
Se puede establecer un paralelo entre el fuego y el bautismo como un paso desde el dolor y la tribulación a la magnificencia de Dios. Se incluye entonces el sentido de purificación. Desde el versículo 50, parece que hay que entender el fuego como purificación de los corazones. La revelación de Dios nos trae el juicio y la purificación.
El Mesías será entendido y esperado como portador de salvación, pero el salvador hay que verlo en estrecha relación con la paz.
Paz anunciada en su nacimiento (Lc 2,14) y en la expresión: vete en paz (Lc 8,48). Es la paz mesiánica que no coincide con la paz romana o pacificación en sentido político.
La actuación de Jesús no puede ser la pacificación exterior. Su venida conlleva para los hombres decidirse frente a él y su mensaje. La posibilidad de libertad de elección trae la escisión y la división. La figura de Jesús es el centro. La actitud de cada cual es la que divide. Se ejemplifica esta división desde la comunidad familiar. La actitud frente a Jesús crea nuevos lazos y relaciones que relativizan los lazos de la sangre. Era una experiencia vivida en muchas familias. Dentro de la misma familia unos se convertían y seguían a Cristo y otros se oponían y perseguían a los seguidores.
P. Franquesa - Misa Dominical 1986, 16




En estos versículos, los dos primeros propios de Lc, hay distintas sentencias de Jesús agrupadas aquí en función de la idea central de que la venida de Jesús inaugura un tiempo crítico, que fuerza a los hombres a optar a favor o en contra de él. El cuarto evangelio lo señala dramáticamente, puesto que después de cada discurso o de cada milagro de Jesús se producen reacciones contradictorias entre los oyentes o espectadores: unos se encaminan hacia la fe, otros se irritan y no sólo rechazan, sino que odian a Jesús, con una aversión creciente, que los llevará hasta el homicidio. En este punto, como en tantos otros, Lc aparece muy de acuerdo con Jn.
Los vv. 49-50 son originariamente independientes. El "fuego" (v.49) que Jesús asegura va a prender en la tierra no debe entenderse como un recurso a la violencia para la implantación del Reino de Dios, sino como una alusión al Espíritu Santo o bien a la purificación de los corazones, según un simbolismo muy utilizado en el lenguaje bíblico. El "bautismo" (v.50) que Jesús tiene que recibir no es, evidentemente, ningún rito o sacramento. Debe entenderse la palabra en su sentido originario de "inmersión": Jesús debe sumergirse en unas aguas profundas, y ya sabemos que esas aguas son imagen de grandes sufrimientos. Es, pues, un anuncio de la Pasión. Tanto el "fuego" como el "bautismo" son objeto de un deseo vehemente de Jesús. Anhela purificar el corazón de todos los hombres con su Espíritu, y camina valerosamente hacia su pasión, que es su camino obligado. Estos dos versículos expresan por tanto, originariamente, la voluntad decidida de Jesús de realizar el plan que el Padre le ha propuesto.
Pero colocados aquí por Lc deben entenderse principalmente en función de los vv. 51-53 que siguen, en los que Jesús aparece como "signo de contradicción". Hay una referencia a Mi 7,6, que como una muestra de la corrupción general hablaba de las divisiones familiares. Naturalmente, Jesús no se propone obtener este lamentable resultado, pero de hecho el seguimiento fiel de Jesús originará tensiones e incluso rupturas. Cuando los apóstoles predicaban el evangelio entre los paganos del mundo greco-romano, la conversión al cristianismo implicaba un cambio de vida tan radical que podía dificultar seriamente la convivencia con los parientes aún paganos. En algunos países de misiones, en los que la vida social y familiar esté impregnada de actos religiosos o supersticiosos, podemos ver aún en nuestros días situaciones de desgarro o ruptura familiar semejantes a los que se debían dar a menudo en los inicios de la Iglesia. En una sociedad secularizada, o en un cristianismo debilitado, el conflicto se presentará más raramente.
Hilari Raguer - Misa Dominical 1977, 15