viernes, 26 de julio de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XVII T.O. CICLO C - 28 JULIO 2019


ENSÉÑANOS A ORAR




ORACION COLECTA

Oh Dios protector de los que en ti esperan y sin el que nada es fuerte ni santo, multiplica sobre nosotros tu misericordia para que, instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 18, 20-32

En aquellos días, el Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.». Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?. Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él?. ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?».
El Señor contestó: “Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.». Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.».
Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta.». Le respondió: «En atención a los cuarenta, no lo haré.». Abrahán siguió: «Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?». É1 respondió: «No lo haré, si encuentro allí treinta.». Insistió Abrahán: «Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?». Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré.». Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré.».

SALMO RESPONSORIAL (137)

Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo. R.

Y tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2, 12-14

Hermanos: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, y han resucitado con él, porque han creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Estaban muertos por sus pecados, porque no estaban circuncidados; pero Dios les dio vida en él, perdonando todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 1-13

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.».
Él les dijo: «Cuando oren digan: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."».
Y les dijo: «Si alguno de ustedes tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.".
Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.". Si el otro insiste llamando, yo les digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y hallaran, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre ustedes, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?. ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente?. ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?.
Si ustedes, pues, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?».

COMENTARIO
                                            
Estamos ante un evangelio en donde la mayoría de comentaristas, incluso los más críticos están de acuerdo con la autenticidad de la petición del discípulo a Jesús: "Enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Lucas recoge un modelo de oración con una interpelación inicial y cinco peticiones. Es importante observar que en las dos primeras se pide para el propio Padre interpelado.4
Tres veces al día rezaban los judíos. Sin duda, también Jesús así lo hacía, pero este tipo de concreciones debieron parecerle a Lucas tan poco significantes que prescindieron de ellas. Su interés no reside en el dónde ni en el cuándo de la oración, sino en el modo, en su aspecto. "Cuando oren, digan". Ya la primera palabra marca esa idea: "Padre". Al rezar nos movemos, pues, en el mundo de la familiaridad y del cariño, no en el desconocimiento y el del miedo. Empezamos pidiendo no para nosotros, sino para ese Padre a quien acudimos. Sólo poetas y místicos son capaces de hacer las cosas de esta manera. Indudablemente nos hallamos muy lejos de la intocable y prepotente imagen de la divinidad que a menudo nos forjamos. "Santificado sea tu nombre, venga tu reino". Estas dos peticiones formulan necesidades de Dios.
Son como peticiones a la recíproca, peticiones al que pide. El Padre nos pide que le reconozcamos, que aceptemos su presencia. ¿No es acaso maravilloso que el modelo de oración no comience hablando de nuestras necesidades, sino de las del Padre? Las siguientes peticiones formulan necesidades nuestras: pan, perdón y fortaleza en la dificultad. Me atrevería a sugerir para la primera de ellas un matiz como de grito de urgencia: ¡Padre, que no nos falte el pan!, plantea la dificultad de hacer uso de un término inexistente en toda la literatura griega. ¿Se trata de pan del mañana o del pan suficiente? Ambas alternativas son filológicamente posibles. Un grito que sigue temiendo la misma urgencia. Y tras el modelo de oración, la invitación a orar, basada en la certeza de ser oídos. En realidad, es esta certeza la que Jesús quiere inculcar. Invita para ello a sus oyentes a imaginarse que son amigos de uno que viene a pedirles algo a una hora inoportuna. Más todavía: les invita a imaginar que un hijo suyo les pide algo. Y de esta segunda situación saca la conclusión.
"¿Cuánto más su Padre celestial dará Espíritu Santo a quienes le piden?" Hay que reconocer que la expresión "Espíritu Santo" es sorprendente. En todo caso, se corresponde a las cosas buenas que los padres dan a sus hijos. Debería representar el conjunto de peticiones formuladas en el modelo de oración. Y en todo caso tiene que ser una realidad nueva que surge en nosotros al contacto con el Padre.

PLEGARIA UNIVERSAL

Con la seguridad de que Dios es nuestro Padre que siempre nos escucha, digámosle con confianza. R.- Escucha, Señor, nuestra oración.

1.- Para que los bautizados vivamos con alegría nuestra fe reconociéndonos hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Oremos. R.

2.- Para que la oración confiada de los cristianos alcance de Dios la llegada de su Reino a cada corazón y a todos los pueblos del planeta. Oremos. R.

3.- Para que, por la providencia amorosa de Dios y nuestra solidaridad cristiana, no falte a nadie el pan de cada día. Oremos. R.

4.- Para que el reino de justicia, amor y paz, ya presente entre nosotros, pueda ser una realidad en nuestro país, e nuestro continente y en el mundo entero. Oremos. R.

5.- Para que las familias que sufren a causa de tensiones que amenazan su estabilidad y el futuro de los hijos tengan el valor de juntarse en algún momento para orar; así podrán experimentar que una familia que ora unida permanece unida. Oremos. R.

6.- Para que al dirigirnos a Dios con el dulce nombre de Abba, Padre, nos sintamos realmente sus hijos y aprendamos a querernos como hermanos. Oremos. R.

Gracias, Padre, porque siempre nos escuchas y porque nos permitas abrirte las puertas de nuestro corazón y contar siempre contigo, al reconocernos hijos tuyos en Cristo Jesús, nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor las ofrendas que te presentamos gracias a tu generosidad, para que estos santos misterios, donde tu poder actúa eficazmente santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías eternas. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Hemos recibido, Señor, el santo sacramento, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que el mismo nos entregó con amor inefable, sea provechoso para nuestra salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 29: 1Jn 4, 7-16; Sal33; Jn 11, 19-27 o bien Lc 10, 38-42.
Martes 30: Ex 33, 7-11; 5b-9.28; Sal 102; Mt 13, 36-43.
Miércoles 31: Ex 34, 29-35; Sal 98; Mt 13, 44-46.
Jueves 01: Ex 40, 16-21.34-38;Sal 83; Mt 13, 47-53.
Viernes 02: Lv 23, 1.4-11.15-16.27.34b-37, Sal 80; Mt 13, 54-58.
Sábado 03: Lv 25, 1.8-17; Sal 66; Mt 14, 1-12.
Domingo 04: Ecl 1, 2; 2, 21-23; Sal 89; Col 3, 1-5.9-11; Lc 12, 13-21.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 11, 1-13
Par: Mt 6, 9-13   Mt 7, 7-11

1.- a) Al narrar esta parábola, Cristo quiso hacer una catequesis sobre la confianza en la oración (vv. 5-8). Encontraremos el texto original si presentamos los vv. 5-7 en forma interrogativa: ¿Quién de vosotros (fórmula a la que va unida automáticamente la respuesta :¡nadie!) si uno de sus amigos viene a buscarle a medianoche, le dice...?" Jesús tomaría a su auditorio como testigo. Quién va a pensar que un amigo no se levanta durante la noche, ya sea en nombre de la hospitalidad (v. 6), o para que le dejen en paz (v. 8), o incluso para no aparecer como poco cortés, y todo esto cualquiera que sean las molestias que le provoque el levantarse a una hora fuera de costumbre en una casa con una sola habitación y un lecho común (v. 7). ¡Tal actitud sería inimaginable! La conclusión cae por su peso: ¡si esto es inimaginable en un amigo, a fortiori lo es en el caso de Dios! No se trata, pues, como a menudo se dice, del amigo importuno, sino más bien del amigo importunado: el personaje principal no es el que llama a la puerta y pide pan, sino el que se encuentra en la casa. Los vv. 11-13 prolongan perfectamente la enseñanza de la parábola: también se toma como testigo al auditorio al hablar de lo impensable que resultaría tal actitud negativa. Si el padre de familia no puede negar realmente el pan que le piden sus hijos, Dios puede todavía menos hacer una cosa. Lucas modifica además uno de los miembros de la frase y reemplaza los "bienes" dados por Dios a aquellos que se los piden, por "el Espíritu". El evangelista refleja aquí, sin duda, la mentalidad de las comunidades primitivas que estaban seguras de vivir en el final de los tiempos y estaban intranquilas, por consiguiente, al no beneficiarse de las bendiciones y de la felicidad prometida por los profetas.
b) ORA/PERSEVERANCIA: Lucas, sin embargo, no comprendió perfectamente la parábola del Señor: ha transformado el primer miembro de tal manera (v. 7), que la frase "quien de entre vosotros..." no designa ya al amigo que está en la casa, sino al pedigüeño a quien, más o menos, se despide. Con este procedimiento, Lucas hace casi como un doble de la parábola del juez inicuo (Lc 18, 1-8). De golpe, la atención pasa desde el amigo importunado al amigo importuno.
Este necesitará mucha paciencia y perseverancia. Pero que no dude de que, insistiendo en llamar a la puerta, al final le abrirán.
Los vv. 9-10, que constituyen el comentario primitivo a la parábola, confirman este punto de vista: "pedid pan, al final os lo darán". El mendigo es terco. No cesa de llamar mientras es rechazado y consigue siempre que sus semejantes, por muy perversos que sean, atiendan su petición. A fortiori, en el caso de Dios, que es bueno, vuestra perseverancia os hará conseguir lo que pedís.
Lucas defiende, por tanto, un punto de vista optimista de la oración: esta será oída por poco que se insista en pedir, pero, sobre todo, porque Dios es bueno. Sin embargo, falta un elemento importante a esta doctrina sobre la oración: la eficacia de esta no es solamente el fruto de una insistencia terca, sino que es el resultado de la mediación de Cristo. Bajo este punto de vista, la doctrina de Jn 16, 23-26, que se inspira con toda seguridad en el pasaje de Lucas, va mucho más lejos y sitúa justamente en el centro de la oración cristiana el papel que juega la intercesión única del Señor. Precisamente la lectura del Antiguo Testamento en este ciclo (Gén 18, 20-33) insiste en esta intercesión y completa así armoniosamente la enseñanza del Evangelio.
Maertens-Frisque, Nueva guía de la Asamblea Cristiana V - Marova Madrid 1969. Pág. 210



2. PATER
Texto. En la perspectiva del camino Lucas prescinde una vez más de intereses localistas para centrarse en el tema de la oración. La ocasión es la oración del propio Jesús, una situación ya habitual (véase Lc. 3, 21; 6, 12; 9, 18.29), y el motivo, la petición de sus discípulos, deseosos de tener su propia plegaria a semejanza de los seguidores del Bautista. Parece evidente que Lucas quiere ofrecer el modelo de toda oración cristiana. Así lo confirman las palabras introductorias de Jesús: cuando oréis, decid.
El modelo consta de los siguientes elementos: una invocación (¡Padre!), dos deseos y tres peticiones. La invocación es típica de Jesús y carece de paralelos en la tradición del judaísmo precristiano. Expresa intimidad, cercanía, confianza. Por su sencillez y limpieza contrasta con las recargadas formulaciones de muchas oraciones judías.
Los dos deseos se refieren al Padre. El primero de ellos, santificado sea tu nombre, expresa el deseo de un reconocimiento, de que Dios sea conocido por los hombres en cuanto Padre. El segundo, venga tu reino, expresa en el fondo lo mismo que el anterior, esta vez bajo la perspectiva activa del Padre que se revela y se manifiesta. El cristiano aspira y pide al Padre que esta manifestación sea lo más plena y absoluta posible.
La primera petición, danos cada día nuestro pan del mañana, plantea un problema en razón de que el texto original emplea un termino al parecer totalmente desconocido tanto en el resto de la literatura griega como en el lenguaje corriente. La traducción litúrgica ha optado por una interpretación de perspectiva escatológica, la cual, tal vez, no es la más acorde con las preocupaciones de Lucas, interesado más bien en los avatares de la existencia cotidiana. Por eso mismo son preferibles una de las dos siguientes interpretaciones: danos cada día la ración de pan correspondiente a cada día (Juan Crisóstomo); danos cada día el pan necesario para la existencia (Orígenes). El cristiano pide al Padre que socorra sus necesidades diarias de sustento.
En la segunda petición el cristiano implora el perdón del Padre, ya que el pecado es una realidad esencialmente humana. A la petición se añade la frase explicativa porque también nosotros perdonamos. No es una exigencia o una condición, expresa sencillamente el convencimiento de que no se puede esperar el perdón del padre si se rehúsa el perdón humano.
En la tercera petición el cristiano ruega al padre que no lo enfrente con situaciones en las que pueda peligrar su actitud de entrega y de confianza en El. La tentación de que aquí se habla no es tanto de naturaleza moral cuanto de actitud en la vida. La tentación en cuanto posibilidad de vivir la vida sin contar para nada con el Padre.
El modelo de la oración cristiana constituye la primera parte del texto de hoy. La segunda es una composición de Lucas. Comienza con una parábola tomada de las costumbres de Palestina. Un viajero que, para evitar el calor del día, hace el viaje de noche y llega a casa de un amigo suyo, sin avisarle previamente de su llegada. A esas horas tan intempestivas, el dueño de la casa descubre que no tiene nada que ofrecerle; su despensa está vacía, las tiendas cerradas y no habrá pan fresco hasta la mañana siguiente. Pero el deber de hospitalidad es imperioso. ¿Qué hacer entonces? Acude a casa de un vecino suyo. Este aduce la imposibilidad de atenderle, puesto que levantarse y descorrer los cerrojos significaría molestar a todos los miembros de la familia que duermen en la única habitación de que consta la casa. Pero el otro insiste e insiste hasta que su insistencia logra el objetivo.
En la composición de Lucas esta parábola no se relaciona con lo anterior (el modelo de oración cristiana), sino con lo siguiente, y sirve para ejemplificar la insistencia con la que el cristiano tiene que dirigirse al Padre pidiéndole espíritu santo, a sabiendas de que esa insistencia logrará su objetivo. La composición de Lucas en la segunda parte del texto es, pues, la siguiente: parábola de la petición insistente (vs. 5-8); aplicación de la parábola al caso cristiano (vs. 9-13). Esta composición nos da el siguiente desarrollo de pensamiento: así como el hombre, por su insistencia, obtuvo de su amigo el pan que le pedía, así también el cristiano, por su insistencia, obtendrá del Padre el espíritu que le pide. El hombre de la parábola necesitaba pan; el cristiano necesita espíritu santo, en la línea de Ezequiel 36, 26: "Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que pongáis por obra mis mandamientos". A este espíritu se refiere Jesús cuando dice: "Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá".
Una vez más encontramos en los vs. 9-13 el lenguaje directo, incisivo, gráfico, agresivo incluso. Todo ello al servicio de inculcar al cristiano la enorme necesidad que tiene de estar poseído por el espíritu del Padre.
Comentario.
¡Padre!
Que los hermanos te reconozcamos como Padre nuestro. Manifiéstate como Tú eres.
Que nadie pasemos hambre.  Perdónanos.
Que no caigamos en la tentación de vivir la vida sin contar contigo.
Y, sobre todo, infunde en nosotros el espíritu que tú tienes.
Alberto Benito Dabar 1989, 39



3. - Texto. Comienza sin indicación de lugar ni de tiempo. Aun los comentaristas más críticos están de acuerdo con la autenticidad de la petición del discípulo a Jesús: "Enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Lucas recoge un modelo de oración con una interpelación inicial y cinco peticiones. Es importante observar que en las dos primeras se pide para el propio Padre interpelado. La tercera, referida al pan, plantea la dificultad de hacer uso de un término inexistente en toda la literatura griega. ¿Se trata de pan del mañana o del pan suficiente? Ambas alternativas son filológicamente posibles.
Tras el modelo de plegaria recoge Lucas una amplia invitación de Jesús a orar. Los dos puntos clave en esta invitación son los vs. 8 y 13. En ambos emerge el futuro "dará" como futuro cierto. "Al menos por la importunidad le dará cuanto necesite (v. 8). ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará espíritu santo a los que le piden?". Observarás que he escrito espíritu santo sin artículo y con minúscula. Creo que respeta mejor el texto original que la personalización operada por la traducción litúrgica.
Comentario. Tres veces al día rezaban los judíos. Sin duda, también Jesús así lo hacía, pero este tipo de concreciones debieron parecerle a Lucas tan poco significantes que prescindió de ellas. Su interés no reside en el dónde ni en el cuándo de la oración, sino en el modo, en su talante. "Cuando oréis, decid".
Ya la primera palabra marca ese talante: "Padre". Al rezar nos movemos, pues, en el mundo de la familiaridad y del cariño, no en el desconocimiento y el del miedo. Empezamos pidiendo no para nosotros, sino para ese Padre a quien acudimos. Sólo poetas y místicos son capaces de hacer las cosas de esta manera.
Indudablemente nos hallamos muy lejos de la intocable y prepotente imagen de la divinidad que a menudo nos forjamos.
"Santificado sea tu nombre, venga tu reino". Estas dos peticiones formulan necesidades de Dios. Son como peticiones a la recíproca, peticiones al que pide. El Padre nos pide que le reconozcamos, que aceptemos su presencia. ¿No es acaso maravilloso que el modelo de oración no comience hablando de nuestras necesidades, sino de las del Padre? Las siguientes peticiones formulan necesidades nuestras: pan, perdón y fortaleza en la dificultad. Me atrevo a sugerir para la primera de ellas un matiz como de grito de urgencia: ¡Padre, que no nos falte el pan! La sugerencia se basa en la insólita palabras griega a la que me he referido en el apartado texto. Un grito que sigue temiendo la misma urgencia. Y tras el modelo de oración, la invitación a orar, basada en la certeza de ser oídos. En realidad, es esta certeza la que Jesús quiere inculcar. Invita para ello a sus oyentes a imaginarse que son amigos de uno que viene a pedirles algo a una hora inoportuna. Más todavía: les invita a imaginar que un hijo suyo les pide algo. Y de esta segunda situación saca la conclusión.
"¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará espíritu santo a quienes le piden?" Hay que reconocer que la expresión "espíritu santo" es sorprendente. En todo caso, se corresponde a las cosas buenas que los padres dan a sus hijos. Debería representar el conjunto de peticiones formuladas en el modelo de oración. Y en todo caso tiene que ser una realidad nueva que surge en nosotros al contacto con el Padre.
A. Benito - Dabar 1986, 40



4.- Respondiendo a uno de sus discípulos, Jesús nos enseña cómo debemos dirigirnos al Padre y qué es lo que tenemos que pedirle en nuestras oraciones.
Nosotros rezamos el "Padrenuestro" según la versión de Mateo (/Mt/06/09-13), que es más originaria. Esta versión de Lucas difiere en algunos puntos. Omite la tercera y la séptima petición, aunque pueden hallarse de modo implícito en las peticiones segunda y sexta respectivamente. La invocación inicial, "Padre", en Mateo aparece adjetivada "Padre nuestro que estás en los cielos". Ambos evangelistas escriben "danos hoy el pan de mañana", a diferencia de lo que pedimos nosotros: "el pan nuestro de cada día dánosle hoy". Ahora bien, "el pan de mañana" significa tanto como "pan del cielo" o "pan de vida", por lo que esta petición se refiere también al reino de Dios.
Conviene advertir que Jesús no ora nunca diciendo "Padre nuestro" sino simplemente "Padre" o "Padre mío". Jesús no es hijo de Dios como podemos serlo nosotros, sino de un modo peculiarísimo e incomunicable, porque es el Hijo. En segundo lugar, que Jesús nos enseña a orar dirigiéndonos al Padre. Por eso la oración de la iglesia, la liturgia, se dirige habitualmente al Padre, raras veces al Espíritu Santo o al Hijo y nunca a los santos. Si el Hijo es el que nos congrega en torno a su persona y el Espíritu la fuerza que anima esa comunión de vida en Jesucristo, el Padre es el "Tú" de todos nosotros, ante quien comparecemos y a quien tenemos acceso por Jesucristo. Nuestro Señor.
La parábola quiere mostrar únicamente la eficacia de la oración dirigida al Padre. No debemos entenderla como si una petición repetida hasta la saciedad doblegara, por ello mismo, la voluntad de Dios y lo pusiera a nuestra disposición. Dios sigue siendo Dios por encima de la oración del hombre, siempre soberanamente libre. pero la insistencia en la oración, la oración continuada, es una señal de una buena oración, de una fe y de una esperanza que son don de Dios. Y si Dios nos concede ese modo de orar, también nos dará lo que le pidamos.
La oración es eficaz por la bondad del Padre, no por nuestra insistencia o por nuestros méritos. Si ya los hombres, siendo malos como son, no engañan a sus hijos y les dan lo que les piden, con mayor razón el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. La conclusión nos desconcierta un poco, pues a partir del ejemplo cabía esperar que se dijera que también Dios concede a sus hijos todo lo que éstos le piden y no acabar diciendo que nos concede el Espíritu Santo. No obstante, el Espíritu es el don por antonomasia y el principio de todos los dones, porque es prenda de vida eterna, y ¿qué otra cosa pide el hombre, cuando pide cualquier cosa, que no sea la vida eterna? Pedimos pan, pero lo que deseamos de verdad no es el pan de cada día sino "el pan de vida", es decir, la vida en su plenitud. La oración constante es ya una prueba de que el Padre nos concede el Espíritu Santo y con él la vida eterna. Porque es el mismo Espíritu, que habita en nuestros corazones, el que nos anima a decir confiadamente: "Padre nuestro" (Rm 8, 15).
Eucaristía 1986, 36



5.- La oración acude espontáneamente al corazón del hombre, y las diferentes religiones la han organizado de forma que pueda tener la mayor eficacia posible: disciplina y horario, contenido y actitud.
Pues bien: Jesús rompe con ese concepto de la oración. El hecho de que sea un sentimiento válido del hombre no la justifica sin más delante de Dios que sabe muy bien qué es lo que necesitamos (v.9) y no espera a que se lo pidamos para concedérnoslo. El cristiano no ora tan sólo porque sienta necesidad de hacerlo, sino porque Cristo le ha dicho que lo haga, porque está en comunión con él y con su Padre. La condición esencial de la oración, es pues, la obediencia y la fe que permiten estar unido al Padre (v. 6); no es ya una cuestión de actitudes o de contenido sino de confianza íntima y desinteresada que no depende, en última instancia, ni de la calle ni de la habitación, ni de oraciones cortas o largas, ni del individuo ni de la comunidad, sino tan sólo de la convicción de tener un Padre y de la obediencia a Cristo que nos dice que le hablemos en su nombre.
"Padre nuestro". Santa Teresa escribe que le bastaban estas dos palabras para hacer una larga oración... un Dios Padre... un Dios que nos ama.
"Que estás en los cielos". No es un lugar. Quiere decir que Dios está por encima de todas las cosas terrenas, más allá de nuestro mundo visible. El mundo no es una parte de Dios. Dios es un ser completamente distinto. La proximidad filial al Padre nunca pierde el profundo respeto. A este Dios santo, que es el totalmente Otro, cuya grandeza no podemos imaginar, le podemos llamar Padre.
"Santificado sea tu nombre". El nombre se identifica con la persona. Este Dios inalcanzable se ha dado a conocer. Pedimos que se manifieste, se dé a conocer cada vez más y cumpla sus promesas. Las dos peticiones siguientes insisten en la misma idea.



6.- Lucas aborda en este texto una temática tan querida para él como es la oración. El modelo escogido es ni más ni menos que el propio Jesús, cuyo estar en oración es una invitación y un estímulo para sus seguidores.
Lucas transmite, además, un modelo de oración, que consta de una invocación (¡Padre!), dos deseos y tres peticiones.
La invocación para dirigirse a Dios es exclusiva de Jesús dentro del judaísmo precristiano. Una novedad que introduce al orante en una cercanía e intimidad con Dios absolutamente insospechadas.
Los dos deseos, mutuamente complementarios, tienen al Padre como beneficiario de los mismos. Ambos nacen de lo más íntimo del corazón. Los hijos anhelan ardientemente el reconocimiento de su Padre; que sea conocido, amado y honrado por todos (santificado sea tu nombre, en formulación típicamente judía.). Anhelan también que este reconocimiento tenga su expresión en un nuevo orden del mundo (venga tu reino, formulación también típicamente judía).
Las tres peticiones están formuladas en primera persona del plural y sus beneficiarios son los propios peticionarios. El empleo del plural apunta a un ambiente comunitario de oración, en el que al Padre se le pide pan, perdón y fuerza para no sucumbir en las situaciones en las que pueda peligrar la actitud de entrega y de confianza en El. Lucas completa el tratamiento del tema con una exhortación de Jesús basada en la doble analogía de lo que sucede entre amigos y entre padres e hijos. Los oyentes conocen ambas situaciones y Jesús les invita a revivirlas y a trasladarlas a sus relaciones con el Padre. Como amigos no tienen reparo alguno en acudir al amigo, sea la hora que sea; como padres dan lo mejor a sus hijos.
En la primera analogía entre amigos hay un dato importante en la misma que suele pasarse por alto y que, sin embargo, es central: el amigo acude a su amigo en favor de un tercero. Este dato debe ser incorporado a la hora de trasponer la analogía a las relaciones con el Padre y de interpretar una frase como "pedid y Dios os dará" (la construcción sintáctica "se os dará" evita pronunciar, por respeto, el nombre de Dios). La insistencia en acudir al Padre deberá tener en cuenta el beneficio de los demás.
En la segunda analogía entre padres e hijos habla Jesús de "espíritu santo" para expresar lo que el Padre da a quienes acuden a El. La expresión, que en el original griego carece de artículo, remite al modo de ser de Dios y designa algo así como el talante divino.
Comentario. Interesado como está Lucas en desglosar facetas del caminar cristiano, no podía menos que abordar explícitamente una que impregna silenciosamente todos y cada uno de los pasos del caminante cristiano: su relación con el invisible ser querido. Una relación a la que tanto Lucas como nosotros designamos con la palabra oración.
Hoy como ayer hay que seguir formulando al Maestro la misma petición: enséñanos a orar. Porque hoy como ayer no sabemos probablemente hacerlo. Y no porque desconozcamos el modelo de oración, siempre nuevo y fascinante, sino porque somos indómitamente interesados en nuestra oración.
Se impone un cambio de talante y pedir al Padre que nos conceda siquiera algo de su espíritu, a fin de ser unas personas nuevas, capaces de algo más que de estar preocupados de nuestros propios problemas. Cuando el espíritu del Padre entra en una persona, deja de ser problema en ella lo que hasta entonces era un mundo que se le echaba encima.
A. Benito - Dabar 1992, 39



7.- Lucas presenta a Jesús, una vez más, orando. Al terminar su oración, un discípulo le pide que les enseñe a orar. La razón parece ser para que puedan tener una plegaria que les identifique como grupo, tal como, por lo que dice el discípulo, tenían los seguidores de Juan Bautista. La respuesta de Jesús: "Cuando oréis, decid", o bien, "Siempre que oréis", hace pensar que Lucas presenta el "Padrenuestro" como el modelo de toda plegaria del cristiano.
"¡Padre!" Esta manera tan sencilla de dirigirse a Dios contrasta con el barroquismo de títulos que se dan a Dios al inicio de muchas plegarias judías. Detrás de la palabra griega hay, con toda seguridad, el arameo "abba", que nos han conservado Marcos y Pablo. Tratar a Dios como Padre implica una proximidad cordial y una conciencia de filiación, que comporta la conciencia de fraternidad. De hecho, las tres peticiones de la segunda parte son en primera personal del plural: el contexto comunitario, pues, es evidente.
Siguen después dos deseos: "santificado sea tu nombre", "venga tu reino". En el primero, resuena la profecía de Ezequiel, según la cual Dios mismo mostrará la santidad de su nombre a todas las naciones cuando establezca la nueva alianza con su pueblo, cuando les dé un corazón nuevo y un espíritu nuevo. La consecuencia es que el pueblo también tiene que ser santo. El segundo deseo hace referencia a las ganas de que cada día más nuestro mundo y la humanidad sean lo que Dios quiere que sean.
La primera petición es sobre las necesidades cotidianas de subsistencia; pero la referencia al pan también hace pensar en la eucaristía como alimento necesario para la vida del cristiano. La segunda, sobre la necesidad del perdón, va acompañada de una explicación: la comunidad cristiana también perdona. La tercera muestra la conciencia de fragilidad: es posible perder la actitud de confianza total hacia el Padre.
Jesús continúa con una parábola, que sólo encontramos en Lucas, y que subraya sobre todo la insistencia en cómo hay que orar, un tema que Lucas repite en la parábola del juez inicuo (Lc 18,1-8). Algunos opinan que el personaje central de la parábola originalmente era el amigo que se levanta a dar los panes, y se refiere a la manera de ser de Dios: es inconcebible que Dios no atienda a las necesidades del que ora. Pero, tal como la narra Lucas, el personaje central es el amigo que va a pedir y se refiere a la súplica insistente. Todavía continúa Jesús con una especie de máximas de sabiduría popular que insisten en la perseverancia en la oración: Dios no puede dejar de escuchar. Dios es muchísimo más bueno que los padres buenos de la tierra. Por eso, no sólo da "cosas buenas" a los que se las piden: les da lo mejor, ¡les da el mismo Espíritu Santo!.
J. M. Grane - Misa Dominical 1992, 10



viernes, 19 de julio de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DEL DOMINGO XVI T.O. CICLO C - 21 JULIO 2019





“MARTHA LA RECIBIÓ EN SU CASA. MARÍA HA ESCOGIDO LA PARTE MEJOR”


ORACION COLECTA

Muéstrate propicio con tus siervos Señor, y multiplica compasivo los dones de tu gracia sobre ellos, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren siempre con observancia atenta, en tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 18, 1-10a

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: «Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que se laven los pies y descansen junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobren fuerzas antes de seguir, ya que han pasado junto a su siervo.».
Contestaron: «Bien, haz lo que dices.».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.».
Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó: «Aquí, en la tienda.». Añadió uno: «Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.».

SALMO RESPONSORIAL (14)

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?.

El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 24-28

Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a ustedes su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a sus santos.
A éstos ha querido Dios dar a conocer la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que Cristo es para ustedes la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio?. Dile que me eche una mano.».
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.».

COMENTARIO

El evangelio de este domingo recoge un incidente doméstico entre las hermanas Martha y María. Lucas es el único evangelista que habla de él, tal vez por su tendencia a dar entrada en su obra a personajes femeninos. El incidente le sirve para resaltar la necesidad de escuchar la palabra de Jesús.
Este texto despierta siempre una corriente de simpatía y de solidaridad con Martha. ¿Acaso no tiene razón al quejarse a Jesús por el comportamiento de su hermana María? ¿Acaso no es injusto Jesús con Martha echándole en cara sus desvelos y trabajos precisamente cuando él está disfrutando de ellos gracias a la hospitalidad que ella le ha ofrecido? Pero enseguida me doy cuenta de que éstas no son las preguntas adecuadas en un texto en el que Lucas no ha querido escribir la crónica de un incidente. Lucas quiere, sencillamente, inculcar en el lector la necesidad de una actitud de escucha, de abertura, cargada de esperanza, a aquél que es la respuesta del Padre.
Se trata de una temática habitual en el tercer Evangelio, en el que, ya en sus comienzos, se describe a María, la madre de Jesús, como prototipo de escucha reflexiva. Léanse los vs. 19 y 51 del cap. 2. Martha es reprendida por Jesús debido al exclusivismo que se encierra en su queja. A la queja de Martha le sucede lo que tantas veces sucede en nuestras afirmaciones: que fallan no por lo que dicen, sino por lo que niegan o silencian. Lo que la queja de Martha niega o silencia es la actitud reposada de escucha de la Palabra. Y es esta actitud la que Jesús quiere reivindicar cuando le dice a Martha que anda nerviosa e inquieta con muchas cosas siendo así que sólo una es necesaria, la que precisamente está haciendo su hermana María: escuchar.
Y aquí debería terminar el comentario de no ser por una sub-interpretación que se ha colado con demasiada frecuencia: preeminencia de la vida contemplativa sobre la activa y calificación sólo de la primera como de estado de perfección. El apoyo quiere verse en las últimas palabras de Jesús: María ha escogido la mejor parte. ¿De dónde ha salido el comparativo mejor? El texto original no compara, simplemente reivindica lo que se quiere negar: María ha escogido la parte buena.
No olvidemos que se trata de un diálogo, con todo el colorido y la riqueza de matices que tienen siempre los diálogos. Jesús le dice a Martha que su hermana está en la dirección buena. Y nada más. Es decir, no opone la contemplación a la acción, ni dice que la contemplación sea más perfecta que la acción. Pienso en tantas Marthas que trabajan duro gracias a su actitud contemplativa y de escucha, pero a las que, en base al texto de hoy, se las discrimina y desclasa. Mi simpatía y admiración por ellas, en nombre precisamente de este texto. Ellas son a la vez María y Martha.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, dirijamos nuestras suplicas a Dios con la certeza de ser escuchados como hijos amados. A cada oración respondemos: R. Escúchanos Padre bueno.

1.- Por nuestro Santo Padre, los Obispos, sacerdotes y diáconos: para que sostenidos por la unión íntima con el Señor, puedan afrontar con alegría las fatigas de su ministerio. Roguemos al Señor.

2.- Por los gobernantes de nuestro país y del continente; para que comprendan que el mundo no se puede conducir sin dios, e inspirándose en el evangelio de Jesús, realicen con rectitud las tareas que el pueblo les ha confiado. Roguemos al Señor.

3.- Por nuestros hermanos más pobres y necesitados para que no se sientan abandonados y reciban de nosotros cariño y acogida de hermanos. Roguemos al Señor.

4.- Por quienes colaboran en las actividades pastorales de la Iglesia: para que no pongan la confianza en sí mismos sino en la fuerza que nos viene del Señor orando y meditando la palabra de Dios. Roguemos al Señor.

5.- Por quienes se sienten abatidos por el sufrimiento físico o moral para que, uniendo sus sufrimientos a los de Jesús, sientan que su dolor contribuyen a la salvación de todos y así reciban consuelo y fortaleza. Roguemos al Señor.

Padre, bueno, escucha las oraciones que te dirigimos con confianza filial y haz que permanezcamos unidos a tu Hijo para servir a los hermanos con alegría. Por Cristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Oh, Dios que has llevado a la perfección del sacrificio único los diferentes sacrificios de la ley antigua, recibe la ofrenda de tus fieles siervos y santifica estos dones como bendijiste los de Abel, para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros en alabanza de tu gloria, beneficie a la salvación de todos. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado y la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 22: Cant 3, 1-4ª o bien 2Cor 5, 14-17; Sal 62; Jn 20, 1.11-18.
Martes 23: Ex 14, 21 –15, 1; Sal: Ex 15, 8-17; Mt 12, 46-50.
Miércoles 24: Ex 16, 1-5.9-15; Sal 77; Mt 13, 1-9.
Jueves   25: Hch 4, 33; 5, 12.27-33; Sal 12, 2 o bien 2Cor 4, 7-15; Sal 66 o bien Sal 125; Mt 20, 20-28.
Viernes 26: Ex 20, 1-17; Sal 18; Mt 13, 18-23.
Sábado 27: Ex 24, 3-8; Sal 49; Mt 13, 24-30.
Domingo 28: Gn 18, 20-32; Sal 137; Col 2, 12-14; Lc 11, 1-13.



COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 10. 38-42

Texto. La habitual fórmula inicial litúrgica no debe impedirnos perder la perspectiva de camino hacia Jerusalén, en que Lucas sitúa expresamente el texto. Fuera de esta perspectiva el autor no tiene intereses localistas. Su atención se fija en dos mujeres, Marta y María. Todo intento de ulterior identificación de las mismas sería una distracción y un alejarse del texto. Sí, en cambio, debe resaltarse el hecho, porque probablemente no era normal en aquel entonces que las mujeres tomasen la iniciativa en ofrecer a los hombres su hospitalidad. Aún más, Jesús aparece como teniendo con Marta y María una gran confianza. Tanto la exigencia de Marta como la réplica de Jesús revelan una gran familiaridad y una amistad cordial. El hecho viene a confirmar el intencionado protagonismo que Lucas confiere a la mujer, en claro contraste con la mentalidad y las estructuras sociales de la época. Pero aún hay más en el texto de hoy. Lucas presenta a María en la postura clásica del discípulo, es decir, sentada a los pies del maestro. Contrastando con esta presentación, un dicho judío de la época rezaba así: El que enseña la Torá a una mujer le enseña necedades.
Pero todavía hay más en el texto de hoy. Lucas hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la palabra: éste es el objetivo central del texto, lo que Lucas quiere inculcar en sus lectores. La temática no es nueva. Ha aparecido ya en Lc. 6, 46-49, en Lc. 8,15 y 8,21. En estos textos se habla de escuchar y de poner en práctica lo escuchado. Hoy se insiste sólo en lo primero, en la escucha, a la que se califica de parte mejor y de la que no se puede prescindir si se quiere ser discípulo de Jesús.
¿La parte mejor por contraposición a otra peor, que sería la escogida por Marta? Aparentemente esto es lo que se deduce de la presentación por contraste que Lucas hace de las dos hermanas y de la respuesta de Jesús al requerimiento de Marta. La regañina que Marta pedía para su hermana por no ayudarle en los preparativos. Una vez más, sin embargo, la agresividad del lenguaje y la plasticidad narrativa nos desconciertan y nos desbordan. El contrate de situaciones ni tiene razón de ser en sí ni comporta valoración alguna. Se trata de un recurso gráfico para dar realce y viveza a la única idea que el escritor quiere desarrollar: la necesidad imperiosa que tiene el discípulo de estar atento a la palabra del maestro. Y punto. Ni se contraponen ámbitos de la vida ni se hace una división dual de la vida en contemplativa y activa. Interpretar este episodio como una recomendación de la vida contemplativa, en cuanto superior a la vida activa, es introducir un enfoque alegórico, que no sólo carece de fundamento en el propio relato, sino que, además, da carta de ciudadanía a una distinción originada posteriormente como fruto de otras preocupaciones teológicas. El mensaje del texto va exclusivamente dirigido al cristiano, al cual se le pide estar a la escucha de Jesús.
Comentario. El cristiano puede llegar a prescindir de todo, si la palabra de Jesús es su alimento y guía; si no lo es, todo le parecerá poco y nada le satisfará. Pero entonces, ¿en qué se distinguiría un cristiano de uno que no fuera o no se proclamara cristiano? En evidente contraste con la mentalidad y la práctica de la época Lucas no tiene reparo en presentar a una mujer en actitud de discípulo, sentada a los pies de Jesús, e incluso en hacer de ella un modelo de discípulo. Ello indica una línea de pensamiento que, implícitamente, abría horizontes a una nueva identidad personal de las mujeres y a una nueva posición social de las mismas. Pero, sobre todo, se impone devolver al hecho toda su fuerza de novedad, ruptura y progresismo. Un hecho de tal envergadura bien puede considerarse como prototipo para otros en el futuro. Pienso, por ejemplo, en el sacerdocio de la mujer.
Alberto Benito - Dabar 1989, 38



4.- La literatura mística y piadosa ha contrapuesto a menudo a las dos hermanas, convirtiéndolas en símbolos de la vida activa y de la vida contemplativa respectivamente. La palabra de Jesús, en este supuesto, elevaría la contemplación por encima de la acción. Pero todo esto son elucubraciones que rebasan el marco y la situación familiar en la que se desarrolla la escena. Jesús quiere decir a Marta que no se moleste demasiado, que cualquier cosa es suficiente para comer, que ha ido a verles y a hablar con sus amigos del reinado de Dios, y esto es lo que importa de verdad.
De modo semejante dice a la samaritana que el agua que sacia de verdad es la que salta hasta la vida eterna y no la del pozo, sin que esto signifique que no tuviera sed o que no le agradeciera el vaso de agua que le pedía para beber. Y cuando regresaban los discípulos, que había enviado al pueblo a comprar unos bocadillos mientras él se quedaba junto al pozo hablando con la mujer, les habla de otro alimento muy superior: el cumplimiento de la voluntad del Padre (Jn 4,8.34). Jesús no ignora las necesidades inmediatas del cuerpo y no prescinde en absoluto de la vida cotidiana, pero se eleva por encima de esto para descubrir lo más necesario y manifestar el sentido profundo de la vida. Tampoco la contemplación anula o prescinde de los cotidiano. Si bien es cierto que María ha escogido la mejor parte, Jesús no reprende a Marta como si fuera una mujer distraída y superficial. Marta continuaría sin duda con su trabajo doméstico, no obstante desear también sentarse a los pies del Maestro. Pensaría que, de momento, era más importante dar que recibir.
Eucaristía 1989, 16



5.- Sólo una cosa es necesaria (evangelio). Marta y María, dos dimensiones de la acogida: el servicio diligente a las necesidades de los demás y la atención a su intimidad. La acogida debe ser total: al cuerpo y al espíritu. Jesús nos invita a reconocer esta necesidad de atención que tenemos cada uno de nosotros y que no se satisface con prisas y obsequios. ¡Qué superficial es muy a menudo la atención que nos damos unos a otros y qué pobre la comunicación!. También como cristianos: todo debe partir de la escucha atenta de la palabra del Señor, de la apertura a su intimidad: "a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15).
¿No podríamos aprovechar las vacaciones para dedicar más tiempo, más tiempo "libre", a esta comunicación personal con el Señor Jesús?
José M. Totosaus - Misa Dominical 1889, 15



6.- La hospitalidad que Marta y María ofrecieron a Jesús es un episodio exclusivo de Lucas. Jesús en este momento está de camino, en la estructura del evangelio de Lucas. Lo que no ha encontrado en la ciudad samaritana lo encuentra ahora: una casa acogedora y hospitalaria.
El relato presenta la actitud libre de Jesús, que, contra el ambiente, acepta la hospitalidad que le ofrecen dos mujeres. Era romper con la tradición judía. El evangelio no nos dice cómo ha surgido la relación de Jesús con las dos hermanas. Jesús va con el grupo de sus discípulos.
La afirmación fundamental de todo el relato es que sólo una cosa es necesaria. Marta se preocupa de muchas cosas, quiere servir y obsequiar al huésped. Pero Jesús le dice: lo importante es la salvación que el huésped le trae, lo necesario es escuchar, acoger la palabra. En este momento, María, que se ha concentrado en la escucha de la palabra, ha escogido lo que debe, lo mejor.
Lo que hace Marta no es malo, pero supone desconocer la oportunidad de la visita del Señor. Se le ofrece una ocasión que debe aprovechar. Marta quiere servir a Jesús, pero Jesús quiere que acoja la salvación.
La palabra debe ser escuchada. María se convierte aquí en símbolo de la comunidad que ha de estar a la escucha de la palabra. Es un eco del "buscad primero el reino de los cielos..." (Mt 6,33). En esta actitud de María y de la comunidad hay un cambio de papeles. María, igual que Marta, acoge a Jesús, pero la acogida que ella le da no es un don que ella le ofrece. Ella acoge, pero al mismo tiempo se siente acogida. La diferencia entre las dos hermanas está en que Marta se da al Señor y siente el gozo de darse, mientras que María se da pero no tiene la satisfacción de darse, sino la de ser acogida. Esta ha de ser la actitud de la Iglesia y de los evangelizadores al acoger a los pobres. Hay que dejarse evangelizar por aquellos a quienes se evangeliza, por los pobres.
Pere Franquesa - Misa Dominical 1986, 14



7. MUJER-JUDIA.
Marta es un nombre arameo, que significa "señora". Aparece como dueña de la casa: ella es la que acoge a Jesús (v.38). María, su hermana, no lo recibe como huésped sino como maestro: escucha "su palabra" sentada a sus pies, en la actitud propia de los discípulos, como san Pablo decía que se había instruido en la Ley "a los pies de Gamaliel" (Hch 22,3). El hecho es nuevo, por no decir revolucionario. En 8,2-3 Lucas ha hablado de las mujeres que acompañaban a Jesús y lo servían con sus bienes (que es más o menos lo que aquí hace Marta), lo cual ya es sorprendente, porque entre los judíos las mujeres eran equiparadas a los esclavos y a los niños, no podían participar de los oficios de la sinagoga y estaban exentas de una serie de deberes religiosos, tales como la recitación del Shemá y la acción de gracias de las comidas. Pero admitirlas como discípulos era impensable. No se les podía enseñar la Torá, y el rabí Elicer ben Hirkanos decía que "el que enseña la Ley a su hija, le enseña la estupidez".
Se ha opuesto tradicionalmente a Marta y María como, respectivamente, la vida activa y la vida contemplativa, y no es ese exactamente el sentido del texto. Marta está atareada y se queja de que le hayan dejado sola "con el servicio", literalmente "en la diaconía", o sea el ministerio o servicio de la mesa. El propio Lucas, en Hch 6, nos hablará del conflicto entre la diaconía de las distribuciones materiales y la diaconía de la Palabra y de la oración, que debe tener la primacía y para la cual deben reservarse los apóstoles, que por ello instituirán ministros de las mesas (los siete llamados diáconos). También en casa de Marta y María el servicio de la Palabra debe pasar por delante del servicio de la mesa. Ello no prejuzga que María sea mejor que Marta, porque el que en aquellos momentos hace de ministro de la Palabra no es María, sino Jesús. El Señor no dice que María haya hecho la mejor obra, sino que ha escogido la mejor parte. No se trata de juzgar cual de las dos hermanas, o cual de dos estilos o estados de vida es mejor, sino de hacer ver con claridad que cuando el Señor pasa hay que acogerlo en casa, como ha hecho Marta, y cuando habla escucharlo, como hace María.
Parece que Jesús regaña a Marta, desagradecido con su solicitud. Pero Jacques Dupont, como conclusión de una conferencia familiar sobre esta perícopa, decía con humor que probablemente Jesús añadiría al final: "Y ahora, María, anda a ayudar un poco a tu hermana".
H. Raguer - Misa Dominical 1977, 14



Se ha transformado muchas veces la anécdota narrada en este pasaje en una alegoría, según la cual Marta representaría la acción y María la contemplación, y que estaría destinada a mostrar la superioridad de la segunda sobre la primera.
De hecho, se trata de una anécdota perteneciente al fondo de las tradiciones referidas por Lucas en el círculo de sus discípulos -especialmente las mujeres- y que están a menudo concebidas desde una óptica y en un tono bastante originales.
a)La familia de Lázaro y sus hermanas es objeto de tres tradiciones evangélicas importantes (Lc 10. 38-42; Jn 11. 1-44; 12. 1-8). María y Marta aparecen cada vez en los papeles y sentimientos que Lucas les atribuye aquí: amoldándose sin duda a las costumbres familiares de la época, Marta se ocupa de las tareas domésticas; María, del recibimiento y la atención de los invitados. Se trata de un reparto de las tareas domésticas para asegurar lo más posible el "confort" del invitado. Se encuentra, en los tres relatos que sitúan en escena a Marta y María, esta misma complementariedad de las funciones domésticas con vistas a la mejor hospitalidad posible.
Esta anécdota recibirá, sin embargo, diferentes interpretaciones a lo largo de toda su historia literaria en las comunidades primitivas. La primera versión del relato ha hecho de él una expresión de la espera escatológica: el tiempo apremia demasiado para preocuparse encima de los cuidados materiales. Marta ha querido, sin duda, hacer honor a su huésped presentándole una cocina refinada, pero esta intención se vuelve contra ella y ha de reclamar la ayuda de su hermana (v.40). El Señor interviene para pedirle que se inquiete menos por la comida (basta con sólo un plato:v.42): "hace falta poco" (v.42a). Lucas concede mucha importancia a esta enseñanza: no conviene inquietarse por los asuntos del mundo mientras está tan próximo el Reino (Lc 12.22).
b(Cabe además preguntarse si Lucas no se hace aquí discípulo de Pablo: un vocabulario común relaciona, en efecto, a Lc 10. 38-42 y 1 Co 7. 29-35, y una misma doctrina tiende a demostrar que la virginidad (porque Marta y María serán consideradas posteriormente como vírgenes) permite esperar el Reino que viene, sin estar demasiado retenido por las obligaciones del matrimonio.
c)Si Lucas manifiesta una gran predilección por la pobreza, signo de la espera escatológica, concede igualmente un gran valor a la escucha de la Palabra (Lc 11. 27-28). Así, en otro lugar, opone a la familia de Cristo, preocupada por su subsistencia (Lc 8. 19, aclarado por Mc 3. 20), los que prefieren escuchar su palabra y ponerla en práctica (Lc 8. 20). Esto no significa que Cristo conceda una preferencia a la contemplación sobre la acción, sino más bien que la atención a las realidades del Reino (representado muchas veces como una Palabra: cf. Lc 8. 11-15) no puede dejarse distraer por una preocupación demasiado exclusiva por las realidades terrestres. Para S.Lucas, además, escuchar la Palabra no tiene nada de una contemplación ociosa, sino que desemboca en la acción y la puesta en práctica concreta y exigente (Lc 8. 15).
Maertens-Frisque, Nueva Guia De La Asamblea Cristiana V - Marova Madrid 1969.Pág. 186



9.- Jesús sigue su camino; hace un alto poco antes de llegar a Jerusalén, al término de su misión. Se detiene en Betania, en casa de sus amigos de siempre. En el camino de la llegada del Reino, Jesús se detiene en la casa amiga y le presta acogida la Iglesia, como las dos hermanas.
Como suele ocurrir con las amas de casas, demasiado preocupadas por los preparativos para recibir bien a los huéspedes, Marta se olvida de algo esencial: el visitante. Corre a la cocina, de la cocina al comedor, del comedor a la despensa; es del huésped del que tenía que ocuparse y atender todos sus deseos; era a él a quien habría que servir. Todo estará realmente bien preparado cuando no pueda ocurrir nada nuevo e inesperado. Cuando la Iglesia se pone a imitar a Marta, se diría que estamos ante una empresa en cadena, donde todo está programado: se respetará el menú establecido, la cortesía un tanto ficticia evitará los malos modales, todo irá bien, pero la fiesta se acabará apenas se apaguen las lámparas. Una Iglesia que se basa en la sabiduría y en la prudencia, en la organización y en la maña. Una Iglesia de estrategias misioneras y de medios de presión: "Te afanas y preocupas por muchas cosas..." "María ha elegido la mejor parte". Una Iglesia recoge con diligencia la palabra del Maestro. Lo único que le importa es su presencia, aunque luego haya que improvisar un poco la comida.
Una Iglesia que tiene el candor de los niños, que se olvidan de todo al escuchar una historia que les conmueve y les hace salir de la realidad e ir a vivir en otra parte, de otra manera. Una Iglesia con los ojos abiertos, seducida por un viajero que se ha detenido en su casa. Una Iglesia de la verdadera contemplación, que va a lo esencial. Una Iglesia que prefiere la brisa áspera del camino a los sabores demasiado conocidos e insípidos de las cocinas cerradas. Una Iglesia que prefiere la falta de confort de la tienda de los nómadas a la seguridad de las moradas demasiado estables, que pronto se convierten en cargas o prisiones. Una Iglesia de la pasión y del corazón: María, que contempla a Jesús, correrá hasta el sepulcro cuando todavía la razón de los hombres se ríe de tan loca esperanza. María saborea las palabras de Jesús, y las frases grabadas en lo más íntimo de ella misma serán una fuente de asombro y de seguridad gozosa: más allá de las evidencias y de la muerte, será capaz de descubrir la sorpresa inesperada de la Pascua.
Una Iglesia de la contemplación que ve más allá de la dura realidad humana. Una Iglesia que descubre la imposible novedad pascual y la otra cara de las cosas. Una Iglesia del asombro. "¡Tú has escogido la mejor parte!", ¡no se te quitará! Tu esperanza se arraiga en la promesa del mismo Dios.
Dios, que pones tu morada entre nosotros, no permitas que nos acostumbremos a tu presencia. Concédenos saborear tu palabra siempre nueva: que nos admiremos siempre de tanto amor.
Dios cada dia - Siguiendo el Leccionario Ferial Semanas XXII-XXXIV T.O. Evang. De Lucas - Sal Terrae / Santander 1990.Pág. 98 S


10.- Con el buen samaritano (10, 25-37) podemos suponer que sólo es necesario amar al prójimo. ¿Es cierta esa actitud? La respuesta nos la ofrece la misma división del evangelio. Continuamos leyendo y descubrimos que Jesús ha entrado en casa de Marta y María. Marta se ocupa del trabajo. María, sentada a los pies del Señor, escucha la palabra. Ante la protesta de Marta, Jesús ha formulado una sentencia decisiva: "Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte" (10, 41-42).
Marta simboliza aquel trabajo repetido y agobiante que nos hace esclavos de la tierra y no permite que tengamos tiempo de escuchar el gran misterio de Dios que nos rodea. María, en cambio, es la que atiende a la palabra. Ciertamente deberá actuar, pero su obra no será un hacer desnudo, sino un poner en cumplimiento aquello que ha escuchado. Ordinariamente se oponen entre sí Marta y María como la acción y la contemplación. Esta perspectiva no es exacta. Marta representa únicamente aquella acción que no se basa en la palabra de Jesús (no se mantiene abierta al reino). María simboliza un escuchar la palabra que se tiene que traducir necesariamente en amor, es decir, en servicio hacia el prójimo.
Recordemos que nos apoyamos sobre el fondo de experiencia del antiguo testamento. Contrariamente al mundo griego, Israel ha desconocido el ideal de la contemplación pura. Ya por eso resulta imposible interpretar a María como expresión de la mística, que deja el mundo de las cosas (lo sensible) y se preocupa de ahondar en lo divino. Conocer a Dios implica en Israel el escuchar la palabra y llevarla a la práctica. Sólo desde aquí se entiende el mensaje radical de nuestro texto.
María es la que atiende a Jesús. Frente al judío que escucha la voz que Dios le ha transmitido por la ley se sitúa la figura del cristiano, que descubre la palabra de Dios en Jesucristo. Por eso la actitud de María no es la de un místico que sube hacia Dios, sino la de un creyente que está atento a la palabra concreta que Dios le ha dirigido. Pues bien, para que esa escucha sea auténtica se debe traducir en la práctica de la vida, es decir, en el amor al prójimo que estaba reflejado en la parábola del buen samaritano. Marta, en cambio, ocupada en sus cosas no ha descubierto la voz de Dios, que le ha llegado en Jesucristo.
Desde aquí podemos esbozar tres conclusiones importantes. a)La primera se refiere simplemente al sexo de María. En el contexto social de Israel, la mujer se consideraba como un creyente de segunda categoría; no tomaba parte oficial en el culto de la sinagoga ni se podía dedicar a la escucha y cultivo de la ley. Nuestro pasaje refleja una actitud totalmente distinta. El tipo del auténtico cristiano (que escucha y cumple la palabra de Jesús) se ha reflejado en la figura femenina de María. Pensamos que este rasgo no ha sido valorado por la Iglesia, que, en cierto modo, ha padecido una regresión volviendo a colocar a la mujer en actitud fundamentalmente pasiva dentro de la comunidad de los cristianos. b) Para que sea auténtica, la acción del creyente (el amor al prójimo) tiene que estar fundamentada en la escucha de la palabra, es decir, en la aceptación del misterio del amor de Dios que se refleja en Cristo. Sólo porque Dios me ha revelado toda la fuerza de su amor, me puedo convertir en fuente de amor para los otros. c)Una vez dicho todo lo anterior, podemos añadir que la "escucha de Jesús" puede venir a determinar un tipo de existencia cristiana que profundiza especialmente en el don de la fe. Tal sería el fundamento de la contemplación, que no está basada en un proceso ascensional de la mente que tiende hacia Dios, sino en la auténtica obediencia del que escucha la palabra y vive inmerso en el gozo y exigencia que ella nos produce.
Comentarios A La Biblia Liturgica Nt - Edic Marova / Madrid 1976. Pág. 1324 Ss.