viernes, 3 de enero de 2014

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO EPIFANÍA CICLO A - 05 ENERO 2014

VENIMOS DE ORIENTE A ADORAR AL REY


PRIMERA LECTURA

Lectura del Profeta Isaías 60, 1-6

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora.  Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría; tu Corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar, y te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 71)

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos  de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tú justicia al
hijo de reyes: para que rija a tu pueblo con
justicia, a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia y la paz
hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos;
que los reyes de Sabá y de Arabia  le ofrezcan sus dones, 
que se postren ante él todos los reyes, 
y que todos los pueblos le sirvan.  R.

Porque él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6

Hermanos: Han  oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor suyo.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a  los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de  la Promesa en Jesucristo,  por el Evangelio.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron: En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá;  pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel.».
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro; incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

CREDO NICENOCONSTANTINOPOLITANO

Creo en un solo DIOS, PADRE todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, JESUCRISTO, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de  María,  la  Virgen,  y  se  hizo  hombre.
Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el ESPÍRITU SANTO, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo la iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL

Presentemos, hermanos, nuestras oraciones al Señor en este dia santo en que Dios ha manifestado su poder a las naciones, la salvacion a los pueblos y a nosotros la luz radiante de su gloria.

1.- Por la santa Iglesia de Dios, para que ilumine a todos con la luz que resplandece en el rostro de Cristo, disipe las tinieblas de los que viven en el error  y de ánimo a las personas, para que con valentia, hagan brillar la luz del evangelio ante todo las naciones. Roguemos al Señor.

2.- Por la Iglesia que acaban de nacer en los diversos pueblos, para que su juventud y vigor sean levadura de vida para todas las comunidades cristianas. Roguemos al Señor.

3.-Por los pueblos que aun no han sido iluminados por el evangelio y por aquellos que habiendo conocido a Cristo, han abandonado el camino de la verdad para que confiesen a Cristo como Señor y lo adoren como a Dios verdadero. Roguemos al Señor.

4. Por nosotros que hemos sido llamados de las tinieblas a la luz admirable de Cristo, para que nos afiancemos en la fe verdadera y sigamos con fidelidad las enseñanzas del evangelio. Roguemos al Señor.

Escucha nuestras oraciones, Dios todopoderoso y eterno, y haz que los que hemos conocido y adorado a tu Hijo, Rey y Señor de todos los pueblos vivamos siempre como hijos de la luz y nos esforcemos para iluminar con la luz de Cristo a todos los pueblos y naciones. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

En el evangelio de la epifanía una palabra puede por sí sola adentrarnos en la meditación: ver. Tener ojos para descubrir las cosas secretas, ojos de epifanía como los reyes magos. Vieron al niño con su madre y cayeron de rodillas para adorarle.
¿Qué es lo que sabían? ¿Qué es lo que se imaginaban? ¿De qué alturas tuvieron que bajar para adaptarse a aquella realidad tan humilde: una pareja con un recién nacido? Vieron.
Primera llamada de la epifanía: ver al niño. Ver todo lo que hay en aquel pequeño ser absolutamente único, decirse que por él podemos ver a Dios, como expresa muy bien la liturgia armenia: Hoy el invisible aparece. El que no vemos hace ver, para hacer de nosotros unos videntes. Ver a Dios: Nadie – dice san Juan en el prólogo de su evangelio-, nadie ha visto nunca a Dios; el Hijo único que está en el seno del Padre nos revela. ¡Si tuviéramos ojos para ver esas cosas!
Los ojos de la fe, los ojos que antaño, en Palestina, supieron abrirse al misterio de Jesús, y la mirada interior que ahora nos pone de rodillas ante él. ¿Que es lo que les impide – escribía santa Teresa de Ávila -poner en nuestro Señor la mirada del alma? El sólo espera de una mirada de ustedes.
Esa mirada interior, ese poder de visión de la fe no tienen que encerrarnos en un pequeño getto: ¡Tú y yo! Ni tampoco en un getto algo mayor: Nosotros, los cristianos. Esa es la segunda llamada de la epifanía: demostrar que el niño está allí para todos. Detrás de los  magos, ver a todos los pueblos que ellos simbolizan, los que Isaías descubría con ojos de epifanía. Mira, Jerusalén. La noche cubre  los pueblos, pero  sobre ti se levanta el Señor; las naciones caminan a tu luz. ¡Mira cómo se reúnen! Se diría que hay una fatalidad que limita nuestra mirada. Estamos hechos para los grandes espacios de un mundo en espera de Dios y estrechamos nuestras miradas fijándonos en nosotros y en nuestra parroquia y vamos al rinconcito de los pequeños grupos que siguen aún practicando. Despierta en nosotros, Señor el ardor de los primeros cristianos para los que estaba aún viva la palabra de Jesús: Vayan y hagan discípulos de todas las naciones (Mt 28, 19).
Que tu iglesia, la iglesia de estos tiempos de increencia, no deje de realizar su opción misionera; tal como lo piden nuestros obispos para esta Misión Católica que vamos a realizar en todo el continente.
Al rezarte así tengo que enfrentarme con mi propia anemia misionera. Quizás con mis miedos. Vivo entre los hombres y mujeres que no te ven y hago como si yo no fuera un vidente. Pero ¿cómo hablar de ti a la gente de la calle, de los grandes almacenes y de las fábricas? ¿E incluso simplemente a Paco, Marco, Pilar, Omar, con los que trato hace tiempo sin haber podido preocuparles un poco por ti? ¡Respetar sus ideas, su conciencia! ¡Demasiado bonito eso de respetar!  Pongo mala cara cuando me hablan de gente que no es de mi iglesia, pero ¿Cuáles son mis actos misioneros? ¿Cómo soy un testigo? Resulta muy cómodo decir que uno da testimonio con su vida; pero sé muy bien que a veces el anuncio exige una palabra..., y me callo. Incluso acabo por no ver a los que aguardan mi testimonio. ¡Devuélveme ojos de apóstol, ojos de epifanía!

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 06: 1Jn 3, 22—4,6; Sal 2; Mt 4, 12-17.23-25.
Martes 07: 1Jn 4, 7-10; Sal 71; Mc 6, 34-44.
Miércoles 08: 1Jn 4, 11-18; Sal 71; Mc 6, 45-52.
Jueves 09: 1Jn 4, 19—5,4; Sal 71; Lc 4, 1-22ª.
Viernes 10: Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, Virgen (MO). 1Jn 5, 5-13; Sal 147; Lc 5, 12-16 (o bien 1S 1, 9-20; Sal 1S a; Mc 21-28).
Sábado 11: 1Jn 5, 14-21; Sal 149; Jn 3, 22-30.
Domingo 12: El Bautismo del Señor (F) Is 42, 1-4.6-7; Sal 28; Hch 10, 34-38; Mt 3, 13-17.