YO SOY UN
TESTIGO
ORACION COLECTA
Estas viendo, Señor como tu pueblo espera
con e la fiesta del nacimiento de tu Hijo, concédenos llegar a la Navidad
fiesta de gozo y de salvación, y poder celebrar con alegría desbordante. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del Profeta Isaías Is 61, 1-2a. 10-11.
El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado
para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones
desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros, la
libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo
de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de
gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el
suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor
hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos.
SALMO RESPONSORIAL (Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54)
Se
alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.
Proclama
mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación. R.
A los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a
Israel su siervo, acordándose de la misericordia. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera
carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24.
Hermanos: Estén siempre
alegres. Sean constantes en orar. En toda ocasión tengan la Acción de Gracias:
ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de ustedes.
No apaguen el espíritu,
no desprecien el don de profecía; sino examinarlo todo, quedándonos con lo
bueno. Guárdense de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz los
consagre totalmente, y que todo su ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin
reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. El que los ha llamado es
fiel y cumplirá sus promesas.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 6-8. 19-28.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos
vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a
Juan, a que le preguntaran: ¿Tú quién eres?
El confesó sin reservas: Yo no soy el Mesías. Le preguntaron:
Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy. ¿Eres tú el Profeta?
Respondió: No.
Y le dijeron: ¿Quién eres? Para que podamos dar una
respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo? Él contestó: Yo
soy «la voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor» (como dijo
el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de
ustedes hay uno que no conocen, el que viene detrás de mí, que existía antes
que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde
estaba Juan bautizando.
COMENTARIO
Juan
Bautista es el testigo de Cristo. ¿Les impresiona esta idea? Al final de su
evangelio, Juan dirá que también él fue un testigo, y al término del evangelio
de Lucas, Jesús dice: Serán mis testigos. Habrá que creer que se trata de algo
importante. El testigo revela alguna cosa, sabe, manifiesta la existencia y la
importancia de alguien. Es lo que Juan Bautista hizo a favor de Jesucristo.
Sorprendió a las gentes, suscitó la fiebre de su espera: ¿Eres tú el Mesías?
¡Dínoslo! Y entonces resonó su testimonio: No, no soy yo: pero en medio de
ustedes está ése que no conocen. El terreno estaba preparado. Cuando al día
siguiente mostró a un hombre diciendo: Este es el Cordero de Dios, los primeros
discípulos se pusieron a seguir a aquel hombre a Jesús, y se convirtieron a su
vez en testigos suyos: ¡Ha venido el Mesías! Cristo ha venido, pero muchos no
lo saben. Algunos lo esperan confusamente, sienten que en su venida, en el
mundo, hay muchas cosas decepcionantes y angustiosas. Esta sorda espera es la
que la liturgia de adviento recoge y acentúa; pero todo el año, día tras día,
los hombres esperan la salvación, una salvación, un salvador. ¡Dichosos si
encuentran testigo! ¿Soy yo ese testigo?. Seguramente ha sentido esa llamada,
al menos una vez en mi vida: ser apóstol, ser testigo de Cristo. Si se ha
dormido ese impulso, el evangelio de hoy podría despertarlo. Tengo ante mí
vista al primer testigo, al modelo de testigos: Juan Bautista. Era un hombre
sorprendente. ¿Hay algo en mí que sorprende a los que me rodean?, ¿Manifiesto
yo suficientemente mi fe para que se sientan movidos a interrogarme: ¿Tú quién
eres? Eso demostraría que soy un buen cartel de propaganda para Cristo. El
anuncio de algo, el anuncio de alguien: Hay uno en medio de ustedes. Está ahí,
en sus luchas, en sus esperanzas, en la manera de amar de ustedes. ¿Quién es?
-Jesucristo. -Háblanos de él. Allí comienza el momento difícil del testimonio
directo: saber hablar de Jesucristo. ¡Qué pena que nos falten palabras! Para
ser testigos, hay que saber, y tenemos para ello medio en abundancia: libros
reuniones, catequesis audiovisual. Decir yo no sé, sin poner ningún esfuerzo,
es realmente querer ser un mal testigo. Hay personas muy cultas y creyentes,
pero ante las diversas cuestiones su ignorancia religiosa se va manifestando
cada vez más grande, de forma que se sienten molestas. No me atrevo a afirmar
que uno se convierta automáticamente en un buen testigo a base de la cultura
religiosa. Si sé mantener nuestra fe en el nivel intelectual de nuestra cultura
profana es absolutamente necesario, no es sin embargo más que un aspecto de
nuestro testigo. El testigo de Jesucristo es sobre todo uno que vive de
Jesucristo. ¿Quieres atestiguar que Jesucristo es la esperanza de los
hombres?, ¿Quieres atestiguar que
Jesucristo trae el amor?, ¿Cómo es tu fraternidad con los demás?
PLEGARIA UNIVERSAL
Unidos como hermanos, oremos por la Iglesia y por todos los
hombres, para vivir siempre en la paz y la alegría:
1.- Por la Santa Iglesia de Dios; para que, presente
siempre en ella, el Señor haga billar la luz de la salvación en la oscuridad de
este mundo. Roguemos al Señor.
2.- Por los gobernantes de los pueblos; que logren guiar a
los hombres por el camino de la justicia y de la paz. Roguemos al Señor.
3.- Por quienes padecen inquietud o desesperación, que el
Espíritu Santo haga atentos nuestros corazones a sus sufrimientos y nos ayude a
llevarlos a la esperanza. Roguemos al Señor.
4.- Po nuestra asamblea; que el Señor nos de la alegría de
la amistad fraternal, para que nuestra comunidad sea signo de Dios en la ciudad
de los hombres. Roguemos al Señor.
5.- Oremos en silencio según nuestras propias intenciones. Roguemos
al Señor.
¡Dios Todopoderoso!, tú conoces nuestra debilidad, pero, confiando
en tu fuerza, te suplicamos darnos siempre la alegría de tu amor, por
Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor que te ofrezcamos siempre este
sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que así cumplamos el
sacramento que tú nos diste y se lleve a cabo en nosotros la obra de tu
salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Imploramos Señor, tu misericordia para que esta
comunión que hemos recibido nos prepare a las fiestas que se acercan,
purificándonos de todo pecado. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 18: Jr 23, 5-8; Sal 71; Mt 1, 18-24
Martes 19: Jc 13, 2-7.24-25;
Sal 70; Lc 1, 5-25.
Miércoles 20: Is 7, 10-14; Sal
23; Lc 1, 26-38.
Jueves 21: Cant 2, 8-14 (o
bien: Sof 3, 14-18a); Sal 32; Lc 1, 39-45.
Viernes 22: 1Sam 1, 24-28; Sal: 1Sam 2, 1-8; Lc 1,
46-56.
Sábado 23: Mal 3, 1-4.23-24;
Sal 24; Lc 1, 57-66.
Domingo 24: 2S 7,
1-5.8b-12.14ª.16; Sal 88; Rm 16, 25-27; Lc 1, 26-38.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Jn. 1, 6-8. 19-28
1. - Está tomado del cuarto evangelio y habla sobre el mismo Juan
Bautista sobre el que hablaba Mc el domingo pasado. Desde su presente, el autor
mira hacia atrás y reflexiona sobre Juan.
"Venía para una testificación, para testificar sobre la luz, para
que por su mediación todos creyeran". La terminología es forense. El autor
no presenta a Juan Bautista como precursor, sino como testigo que depone en un
juicio. Esta presentación no tiene nada que ver con la que hacía Mc el domingo
pasado. "No era él la luz, sino que venía a testificar sobre la luz".
El autor puntualiza, matiza el papel de Juan.
Dando un salto, el texto litúrgico continúa después: "Esta es la
testificación de Juan cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a sacerdotes y
levitas a interrogar a Juan". La testificación no es el interrogatorio que
sigue, sino lo que antecede y que ha quedado fuera de la selección litúrgica.
La declaración del testigo la puedes leer en los vv. 15-18. Es esta declaración
la que determina la intervención del ministerio fiscal. Este pasa a interrogar
al testigo sobre su identidad (vv. 19-23) y sobre su actividad (vv. 25-27).
Comentario. El análisis del texto nos proporciona una visión de Juan
Bautista muy distinta a la del domingo pasado. Hemos de acostumbrarnos a ver
estas diferencias y a transmitirlas si es que de verdad queremos dar vida al
hecho cristiano. Cada evangelista tiene sus propios filtros y su peculiar modo
de presentar los hechos. Este domingo no podemos hablar de Juan Bautista como
precursor en calidad de portador de la buena noticia de Jesús. Hay que hablar
de él como testigo de descargo en favor de Jesús. Esto quiere decir que nos
hallamos en un proceso judicial. Este es, en efecto, el marco en que se mueve
el cuarto evangelio. A lo largo de él asistimos a una confrontación entre dos
partes en litigio: luz-tinieblas, día-noche, videntes-invidentes, etc. El
problema puede planteársenos a la hora de concretar y personalizar esas partes.
El texto de hoy menciona a una de ellas: los judíos de Jerusalén. Y
automáticamente apostillamos: ¡Qué malos eran los judíos de Jerusalén!.
Pero pensemos un poco. ¿Qué hace cualquier colectivo organizado según
derecho con las individualidades que dentro de él no parecen proceder según ese
derecho? Los judíos de Jerusalén no hacen sino lo que hace cualquier autoridad,
civil o religiosa, en cualquier parte del mundo: interrogar, indagar,
investigar. Reconozcámoslo sin agresividad y con sinceridad: en nuestra Iglesia
sucede hoy lo mismo que en el Israel teocrático del tiempo del Bta. ¿Tú quién
eres? ¿Por qué haces tal cosa si no estás autorizado?. A la vista de la
continuidad y universalidad del procedimiento habrá que preguntarse si no se
tratará de un procedimiento necesario e inevitable en todo colectivo que busque
perpetuarse. Cualquiera que sea la respuesta que demos, lo que jamás podremos
ya hacer es apostillar de mala a la autoridad religiosa judía por el
procedimiento empleado con Juan Bta. Lo más que podremos decir es que se trata
de un caso entre otros muchos. Cobra aquí pleno sentido la esperanza que el
rabino Mordejai Waxman manifestó al Papa en su último viaje a Estados Unidos:
"Esperamos que su dura condena del antisemitismo tenga continuidad en la
actividad escolar, en las parroquias y se refleje en las actitudes y la
conducta de los católicos en todo el mundo".
Alberto Benito, Dabar 1987/03
2. - La selección litúrgica ha oscurecido por completo el montaje
del texto hecho por el autor. La selección litúrgica supone que el testimonio
de Juan lo constituyen las palabras de éste a la delegación enviada desde
Jerusalén. Pues no. El testimonio de Juan lo constituyen los vv. 15-18. Los vv.
19-28 son la respuesta a la investigación abierta sobre Juan, debido
precisamente el testimonio prestado en vv. 15-18; testimonio que, entre otras
cosas, ha puesto en tela de juicio la figura de Moisés en favor de un nuevo
personaje: Jesús.
Sentido del texto. El autor del evangelio ha creado un montaje de
proceso judicial. En este proceso Juan va a desempeñar el papel de testigo de
descargo en favor de Jesús. Los judíos de Jerusalén son el fiscal. Todo el
lenguaje es un lenguaje técnico judicial: testigo, testimonio, confesión. En el
cuarto evangelio Juan no es concebido como Bautista sino como testigo de
descargo que depone en favor de Jesús, el cual es presentado como acusado.
Los judíos de Jerusalén son el ministerio fiscal. Es un fiscal
religioso. Sus agentes son sacerdotes y levitas fariseos (a este propósito hay
que hacer notar la inexactitud de la traducción del v. 24: "Entre los
enviados había fariseos". El texto dice textualmente: "Los enviados
eran fariseos"). La función del fiscal va a ser la de investigar la
personalidad del testigo de descargo a la vista de sus graves afirmaciones en
los vv. 15-18, Careo del fiscal con el testigo del acusado.
En este caso hay algo que a nosotros se nos puede escapar: la acción de
desatar la sandalia de que se habla en el v. 27. La sandalia era en Israel una
metáfora jurídica. Era símbolo del derecho que una persona tenía. Por ejemplo,
en el campo matrimonial (ley del levirato, cf. /Dt/25/05-10), en los tratos
(derecho a unos terrenos, cf. /Rt/04/01-09). El incumplimiento de estos
derechos se simbolizaba quitándole la sandalia al incumplidor. Cuando, pues, el
testigo de descargo dice que él no es digno de desatar la sandalia de Jesús,
está diciéndole al fiscal que el acusado en favor del cual él está deponiendo
es quien tiene el derecho. Indirectamente está diciendo que se trata de una
persona que no incumple el derecho que tiene. Y en la perspectiva global del
cuarto evangelio, está diciendo que es esa persona quien tiene el derecho y no
el fiscal que ahora le investiga a él como testigo. De esta manera, el
investigado pasa a investigador-acusador del fiscal, a quien le echa en cara el
no saber quién es Jesús. El autor del cuarto evangelio concibe pues, su obra,
ya desde el comienzo, como un conflicto radical entre dos mundos religiosos: el
central de Jerusalén con sus sacerdotes y el periférico de Juan y Jesús, a
quienes el autor sitúa al otro lado del Jordán, ubicación indudablemente
artificial, pero por ello mismo intencionada.
Dabar 1981/03
Para
comprender mejor la misión de Juan Bautista, pueden tenerse en cuenta estas
frases de un sermón de S. Agustín, que se leen en el Oficio de Lectura del
tercer domingo de Adviento: "Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra
que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el
principio, es la Palabra eterna. Quita la palabra, ¿y qué es la voz?. Si no hay
concepto, no hay más que ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero
no edifica el corazón (...). Y precisamente porque resulta difícil distinguir
la palabra de la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz fue confundida con
la palabra: pero la voz se reconoció a sí misma, para no ofender a la palabra.
Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Y cuando
le preguntaron: ¿Quién eres?, respondió: Yo soy la voz que grita en el
desierto: “Allanad el camino del Seño”. La voz que grita en el desierto, la voz
que rompe el silencio; pero ésta no se dignará venir a donde yo trato de
introducirla, si no le allanáis el camino".
4. CR/GRITO-LUZ:
-Testigo de la luz.
No era la luz sino su testigo enamorado. ¿Puede haber vocación más
bonita? Decir a las gentes que no siempre es de noche ni todo es tinieblas.
Llevar un rayo de esperanza a los corazones entristecidos. Una sonrisa gratuita
en una sociedad violenta. Pronosticar que la verdad terminará imponiéndose.
Descubrir valores ocultos y carismas no apreciados. Apreciar el lado bueno de
las cosas y personas. Entender que no todo es relativo. Encontrar el sentido de
la vida. Testigo de todas las luces. Testigo del que es todo luz.
-Yo soy la voz que grita.
¿Puede haber una vocación más humilde y más grande?. No es Mesías, ni
profeta, ni quiere ser personaje. Es una voz, un mensaje, una llamada. Está
hecho para gritar, para proclamar, para anunciar y para denunciar. Si deja de
hablar, se muere.
Si deja de gritar, deja de ser. Si deja de anunciar su mensaje, se
condena. Una voz, pero hija del viento, del Espíritu. Una voz solamente, pero
que no se puede acallar, y que empezará a renovar el mundo. ¡Cuánto vale su
palabra! Cuando falten estas voces, el mundo habrá perdido su conciencia.
-Tú, ¿quién eres? Una pregunta que todos tenemos que hacernos. ¿Cuál es
nuestra verdadera vocación? No el montaje que nos hemos preparado, o la rutina
a la que nos hemos acostumbrado, o la obligación a la que nos sentimos
forzados. ¿Quién eres?, sin caretas ni tapujos. No lo que piensan, o dicen, o
esperan de ti. Ni lo que tú mismo has llegado quizá a creerte. ¿Quién eres, de
verdad? ¿Podrías adivinar el nombre escrito en la piedra blanca que al fin te
darán? Ojalá puedan escribir también algo parecido a "testigo de la
luz" y "voz que grita".
CARITAS/84-2.Pág. 46 S.
5. - El texto es una mezcla de invitación y de advertencia.
"Allanad el camino". Dejémonos de rodeos y de engaños. El grito de
Juan sigue teniendo vigencia hoy dentro del Pueblo de Dios.
Somos y vivimos como todos: interesados, agobiados, angustiados,
materializados. Jugamos a la loto, la bonoloto, el cupón, la lotería, y las
quinielas, amén de otros inventos autonómicos.
Nos encantan los concursos y el enriquecimiento rápido. ¡Hacienda es
voraz y nosotros somos los devorados! Aquí y así no hay camino para Jesús.
"En medio de vosotros hay uno que no conocéis". Esta advertencia
constituye la característica sobresaliente del texto de hoy. El sentido de la
advertencia es el siguiente: Jesús puede resultar un desconocido dentro de los
círculos religiosos.
También esta advertencia sigue teniendo vigencia hoy dentro del Pueblo
de Dios, porque también hoy puede que Jesús sea un desconocido dentro de los
que nos profesamos religiosos.
A. Benito, Dabar 1990/03
6. - Impresiona la triple negación de Juan: no quiere atraer la
atención sobre sí; es sólo "la voz que grita en el desierto".
Es clásico, a la par que sugerente, el comentario de San Agustín:
"Juan es la voz, pero el Señor es la Palabra. Juan es una voz en el
tiempo; Cristo es ya, en el principio, la Palabra eterna.
Si quitas la Palabra, ¿qué es la voz? Un sonido ininteligible, un ruido
inútil. Una voz sin palabra percute el oído, pero no edifica el corazón".
La voz es necesaria para comunicarnos: "Si pienso lo que tengo que decir,
mi corazón ya tiene la palabra (la palabra interior). Y buscando cómo te
llegará y cómo se establecerá mi palabra en tu corazón, tomo la voz y, con
ella, te hablo: el sonido de la voz lleva hasta ti la inteligencia de la
palabra. Retengamos la palabra, no la perdamos si es palabra concebida en el
fondo del corazón". Vivimos en una época de mucho griterío y muchos fuegos
fatuos. Nos llegan cantidad de voces vacías de palabra. Distraen, y no
establecen una comunicación a fondo entre nosotros ni nos ayudan a encontrarnos
a nosotros mismos. Pero también es cierto que hay palabras vivas, aunque nos
cuesta descubrirlas, distraídos como estamos.
Jesús es el Verbo, es decir, la Palabra por excelencia, aquella que ha
sido concebida en el fondo del corazón (en el seno mismo de Dios).
Retengámosla, esta palabra, no la perdamos. Y para ello hagamos caso de la
recomendación de Juan: "Allanad el camino del Señor". San Agustín nos
lo explica así: "Es como si dijera: Yo grito para introducirlo en vuestro
corazón, pero el Señor no se dignará entrar si vosotros no le preparáis los
caminos".
El Adviento es eso. ¿Y no podría ser una manera de prepararle el camino
ponernos en sintonía con el Espíritu que reposa sobre Él y que le envía "a
anunciar la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los
afligidos el consuelo?".
J. Totosaus, Misa Dominical 1990/23
7.- En el ciclo B, el evangelio de Marcos que leemos habitualmente es
completado de vez en cuando con fragmentos del de Juan. Ambos evangelios
coinciden en un punto clave: el interés muy centrado en la persona de
Jesucristo y lo que significa, interés al cual los dos evangelios responden
desde puntos de vista diferentes pero complementarios.
Hoy leemos la presentaci6n de Juan Bautista según el evangelio de Juan.
El primer fragmento (vv. 6-8) forma parte del prólogo del evangelio: en el
interior del himno que canta la Palabra hecha carne, está contenido el primer
testimonio de esta Palabra. Después, en otros momentos, irán apareciendo más
testimonios de Jesús. Pero aquí queda ya claro de entrada cuál es el objetivo
del evangelio, el objetivo al cual han de servir estos testimonios: que
"todos vinieran a la fe" en Jesús.
Después de este breve fragmento, la lectura nos presenta la primera
escena en la que interviene Juan, una escena que presupone que el lector ya
conoce lo que hacía el Bautista, puesto que ni siquiera se explica. Y el
comienzo incita ya a la polémica. El bautismo de Juan, efectivamente, es una
acción incontrolada, nueva: era normal bautizar a los prosélitos, era también
un rito normal en la comunidad esenia, pero aquí Juan lo hace por su cuenta y riesgo,
sin ningún tipo de vinculaci6n a ninguna estructura organizada y encima tiene
mucho éxito.
Ante la embajada judía, Juan da "testimonio". Él no es el
Mesías, eso queda bien patente, pero tampoco quiere identificarse con Elías ni
con el Profeta que según la tradición habían de preparar la venida mesiánica.
Juan seguramente no tenía muy claro quién era aquel a quien él anunciaba. Lo
único que tenía claro era el haberse sentido llamado por Dios a "allanar
el camino del Señor" para que Dios pueda realizar su acción en el mundo.
Cómo lo realizaría Dios, y cómo sería el que había de venir, Juan no pretendía
saberlo. Pero su predicación vehemente se había ganado a muchos israelitas.
Josep Lligadas, Misa Dominical 1993/16
8. ACI DIGITAL 2003
6. Apareció un hombre: Juan Bautista. Véase v. 15 y 19 ss.
19. Sacerdotes y levitas. Confrontado en Lucas 10, 31 s.
20. Muchos identificaban a Juan con el Mesías o Cristo; por eso el fiel
Precursor se anticipa a desvirtuar tal creencia. Observa S. Crisóstomo que la pregunta
del v. 19 era capciosa y tenía por objeto inducir a Juan a declararse el
Mesías, pues ya se proponían cerrarle el paso a Jesús.
21. El Profeta: Falsa interpretación judaica de Deut. 18, 15, pasaje que
se refiere a Cristo. Cf. 6, 14 s.
26. Yo bautizo con agua: Juan es un profeta como los anteriores del
Antiguo Testamento, pero su vaticinio no es remoto como el de aquellos, sino
inmediato. Su bautizo era simplemente de contrición y humildad para Israel, a
fin de que reconociese, bajo las apariencias humildes, al Mesías anunciado como
Rey y Sacerdote, como no tardó en hacerlo Natanael. Pero para eso había que ser
como éste "un israelita sin doblez". En cambio a los
"mayordomos", que usufructuaban la religión, no les convenía que apareciese
el verdadero Dueño, porque entonces ellos quedarían sin papel. De ahí su
oposición apasionada contra Jesús y su odio contra los que creían en su venida.
Confrontado en San Juan 9, 22: "Los padres hablaron así, porque
temían a los judíos. Pues éstos se habían ya concertado para que quien quiera
lo reconociese como Cristo, fuese excluido de la Sinagoga".