¿TENEMOS HAMBRE?
ORACION COLECTA
Oh, Dios protector de los que en ti
esperan y sin el que nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros tu
misericordia para que instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de
los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los
Reyes 4, 42-44
En aquellos días, uno de
Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte
panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: «Dáselos a la
gente, que coman.». EL criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien
personas?». Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el
Señor: Comerán y sobrará.». Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró,
como había dicho el Señor.
SALMO
RESPONSORIAL (144)
Señor, nos sacias de favores.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te
bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus
hazañas. R.
Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la
comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. R.
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso
en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo
invocan sinceramente. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Efesios 4, 1-6
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor,
les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados.
Sean siempre humildes y amables, sean
comprensivos, sobrellévenlos mutuamente con amor; esfuércense en mantener la
unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo
Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido
convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo
trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Juan 6, 1-15
En aquel
tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades).
Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los
enfermos.
Subió
Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba
cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al
ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que
coman éstos?».
Lo decía
para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le
contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un
pedazo.».
Uno de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho
que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para
tantos?».
Jesús
dijo: «Digan a la gente que se siente en el suelo.». Había mucha hierba en
aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó
los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados,
y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus
discípulos: «Recojan los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.».
Los
recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de
cebada, que sobraron a los que habían comído.
La gente
entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este sí que es el Profeta
que tenía que venir al mundo.».
Jesús
entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra
vez a la montaña él solo.
COMENTARIO
La lectura del evangelio de Marcos (precisamente
cuando se llega a la multiplicación de los panes) queda interrumpida durante
cinco domingos por la del capítulo sexto del evangelio de Juan sobre el pan de
vida.
-"Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó
allí con sus discípulos": Como antes de la proclamación de las
Bienaventuranzas, Jesús sube a la montaña y se sienta en actitud de enseñar. Se
acerca la Pascua y la gente se aglomera alrededor de Jesús, que plantea una
pregunta que se parece a la de Moisés para con Yahvé ante el pueblo hambriento
en el desierto (Nm 11, 13). El evangelista, inmediatamente, nos aclara que en
boca de Jesús la pregunta tiene sólo un valor pedagógico.
-"Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes
de cebada y un par de peces": Un muchacho con la comida de los pobres, el
pan de cebada más asequible y unos peces secos. -"Jesús tomó los panes,
dijo la acción de gracias y los repartió...": La acción de gracias se
refiere a la bendición judía, pero la expresión de repartir los panes él mismo,
recuerda la última cena de la narración sinóptica. No es extraño: la narración
de la multiplicación de los panes en todos los evangelios, al relacionarse
estrechamente con el alimento que recibe la nueva comunidad (la Eucaristía)
recibió el influjo de su lenguaje. Las referencias mutuas entre multiplicación
de los panes y Eucaristía están patentes en el arte cristiano de los primeros
siglos. -"Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los
cinco panes de cebada": Eco de la recogida del maná y también de los
sobras del pan eucarístico. También se
ha visto simbolizada en la recogida, la reunión de la Iglesia y, en las doce
canastas, la obra de cada apóstol.
-"Este sí que es el Profeta que tenía que
venir al mundo": Una primera relación que se establece entre Jesús que da
aquel alimento del pan es con Moisés, por cuya intercesión el pueblo recibió el
maná.
Pero también es posible la relación con el profeta
Eliseo por el episodio de la multiplicación de los panes leído en la primera
lectura. Seguramente que en las expectativas populares las figuras mesiánicas
se mezclaban, por eso no es extraño que, a continuación, se hable de que
querían "proclamarlo rey".
Aquí hay una identificación entre el profeta
parecido a Moisés y el Mesías rey. Jesús es visto por la gente de Galilea como
aquel que viene a dar cumplimiento a las expectativas de salvación prometidas
en el AT y, muy a menudo, representadas por medio de un banquete abundante.
Jesús sació a hombres que tenían hambre y reveló su misterio a partir de
una realidad terrestre.
El pan que repartió no era solo sobrenatural: no es
posible revelar el pan de la vida eterna sin comprometerse realmente en las
tareas de solidaridad humana.
El amor a los pobres, lo mismo que a los enemigos,
es el test por excelencia de la calidad de la caridad. Reconocer a los pobres
el derecho a recibir el pan de vida es comprometerse hasta el final con las
exigencias del amor y materializar en una nueva multiplicación de los panes a
escala del planeta el gesto alimenticio iniciado por Cristo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Somos
hermanos porque Dios es nuestro Padre, por eso, con espíritu filial oremos
diciendo: R.- Padre, escúchalos.
1.-
Por los cristianos del tercer milenio, para que seamos humildes, amables y comprensivos
con todos. Oremos al Señor.
2.-
Por los pastores de la Iglesia, para que se esfuercen por mantener la unidad
entre los disic0pulos de Cristo. Oremos al Señor.
3.-
Por los que tienen autoridad en nuestro país; para que velen por el bien común,
la justicia y la paz. Oremos al Señor.
4.-
Por los que pasan hambre, sed, desnudez o abandono, por los que no tienen
hogar: para que les llegue la ayuda que necesitan para vivir con dignidad. Oremos
al Señor.
5.-
Por los enfermos, para que fortalecidos por la comunión con el Cuerpo de Cristo
se sientan aliviados. Oremos al Señor.
6.-
Por los que participamos de la Eucaristía: para que el alimento del Pan y la
Palabra nos den fuerzas para no desfallecer en la vivencia de nuestra vocación.
Oremos
al Señor.
Padre
bueno, tu que lo penetras todo y todo lo sabes acoge las oraciones que te hemos
presentado y las que cada uno lleva en el corazón y haz que permanezcamos
unidos en el amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe
Señor, las ofrendas que te presentamos gracias a tu generosidad para que estos
santos misterios donde tu poder actúa eficazmente santifiquen los días de
nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías eternas. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Hemos recibido, Señor, el santo sacramento memorial
perpetuo de la pasión de tu Hijo; concédenos que este don, que el mismo nos
entregó con amor inefable, sea provechoso para nuestra salvación. Por
Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 30: Jr 13, 1-11; Sal: Dt 32; Mt 13, 31-35
Martes 31: Jr 14, 1º7-22; Sal 78; Mt 13,
36-43.
Miércoles 01: Jr 15, 10. 16-21; Sal 58; Mt 13, 44-46
Jueves 03: Jr 18, 1-6; Sal 145; Mt 13,
47-53.
Viernes 04: Jr 26, 1-9; Sal 68; Mt 13, 54-58.
Sábado 05: Jr 26, 11-16. 24; Sal 68; Mt 14, 1-12.
Domingo 06: Ex 16, 2-4.12-15; Sal 77; Ef 4,
17.20-24; Jn 6, 24-35.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Jn 6, 1-15
1. - En el v. 1-4 tenemos la presentación de
las circunstancias. La gran multitud que suele seguir a Jesús es un elemento
del cuarto evangelio; la fe de esta multitud está basada en la constatación de
signos. La precisión de la Pascua es solo de Jn. Al cuarto evangelio le gusta
poner los momentos mayores del ministerio de Jesús en relación con las fiestas
judías. Aquí parece que el autor quiere poner de relieve la significación
pascual y eucarística del milagro de los panes y del discurso siguiente de
revelación. La Pascua antigua. La antigua multiplicación (cf. 1a. lectura) será
reemplazada por la inmolación de Cristo y por la celebración de la eucaristía.
Ya hemos insinuado (cf 1a. lectura) las estrechas
relaciones de esta pasaje con 2 Re 4, 42-44. Allí el alimento es llevado a
Eliseo por un hombre de Baal-Salisá, aquí el alimento es llevado a Jesús por un
niño (por los discípulos en los sinópticos). Allí llevan veinte panes de cebada
más un "extra" (grano fresco), aquí se llevan cinco panes (de cebada
en Jn) más un "extra, dos peces.
Allí Eliseo ordena a su servidor el dar a comer a
la gente, aquí Jesús mismo da de comer, pero es una acomodación de la cena (en
los sinópticos dan los discípulos). Allí la pequeña cantidad de alimento y el
gran número de comensales conduce a una objeción del servidor, aquí la pequeña
cantidad de alimento para tan gran número de comensales conduce a la objeción
de los discípulos (en Jn dos discípulos, primero Felipe, luego Andrés). Allí
Eliseo ignora la objeción y da la orden de que los comensales se sienten. Allí
Eliseo pronuncia un oráculo de Yavhé, aquí Jesús levanta los ojos al cielo.
Allí la gente come y queda un resto, aquí la gente come, se harta y se recogen
cuidadosamente los restos. Allí no hay descripción del milagro propiamente
dicho, aquí tampoco hay descripción del milagro. Allí la gente no reacciona
delante del milagro, en los sinópticos la gente no reacciona, sí en Jn (6, 14).
Sin sacar conclusiones precipitadas que es técnica común dentro de la
literatura bíblica y judía el construir ciertos pasajes empleando otros ya
escritos como "material literario" imprimiéndoles un nuevo sesgo o
dándoles una idea nueva adquirida. Tal vez puede ser éste un caso.
Esta indicación propia de Jn tal vez quiera hacer
de los panes de cebada, pan inferior (era el pan de la gente pobre), como un
antitipo de la eucaristía: la multiplicación de estos panes es un signo
material, mientras que el pan de vida es un alimento fundamental, espiritual
(recordar la misma técnica en 4, 35). En el fondo lo que se da es la misma
persona de Jesús.
En este verso 15 vemos la manifestación de la fe
"al ver el signo": los galileos creen en Jesús por el milagro que se
acaba de realizar; no lo perciben como "signo", como vehículo de
revelación. La mala intelección de un mesianismo temporal, la ausencia de fondo
de fe a una determinada concepción religiosa obstaculizaron el servicio de fe
que pretendía el signo vital que es la persona de Jesús. Cuando las expresiones
de fe se sobreponen a la fe misma, se corre el riesgo de ahogar toda
posibilidad de encuentro con Dios.
Eucaristía 1985, 35
3. - Texto. El domingo pasado Marcos nos
ofrecía la imagen de Jesús como pastor solicito, en previsión y preparación del
siguiente relato de la multiplicación de los panes y los peces. Pero el relato
que hoy leemos no está tomado de Marcos, por lo que no nos sirve de nada el
marco del domingo pasado. Deberemos, pues, leer el relato dentro de las
coordenadas trazadas por Juan.
Estas coordenadas nos hablan de la cercanía de la
Pascua. Desde Jn. 2, 13-16 sabemos que Jesús ha adquirido la categoría de
Templo. De ahí que el autor nos presente ahora a la gente acudiendo a celebrar
la Pascua no en el templo de Jerusalén, sino allí donde está Jesús, quien
representa para la gente un nuevo espacio religioso, amplio y abierto, donde
nadie se pierde.
Pero aún hay más: desde Jn. 1, 29-36 sabemos
también que Jesús es el Cordero de Pascua. Observando con atención el texto
descubriremos en él un detalle significativo que no se encuentra en el paralelo
de Marcos o de los otros sinópticos: Jesús mismo es quien distribuye el
alimento, significándose con ello como alimento pascual.
La lectura pascual del relato abre éste a otra
posible lectura de liberación, la representada por el nacionalismo judío.
También de ella se hace eco el texto al final, aunque para rechazarla. Esta
lectura, en efecto, llamaba la liberación a sólo los judíos, cuyo símbolo es el
templo de Jerusalén, donde hay segregación y discriminación.
Comentario. Deformaríamos el sentido del texto, que
ve en Jesús el nuevo templo y el alimento liberador, si entendiéramos la liberación
de Jesús como algo interior frente a la exterior, representada por el
nacionalismo judío, que el texto rechaza. También la de Jesús es exterior, sólo
que no es reductora o limitada a unos (los vencedores, los primeros, los
buenos) con exclusión o subordinación de otros (los vencidos, los advenedizos,
los malos). Todo el texto rezuma lozanía (hierba) y amplitud (aire libre). La
extrañeza que sin duda nos causa la exclusiva mención de hombres desaparece
apenas caemos en la cuenta que el autor está describiendo una verdadera
liturgia pascual, en la que eran los hombres quienes recogían en el templo el
cordero sacrificado.
Todo el texto está presidido por la grandiosa
figura del Cordero de Dios, dueño y señor de los acontecimientos, consciente de
ser el alimento que Dios ofrece a su pueblo, el cual no es reducible en
absoluto a unos pocos privilegiados.
A. Benito, Dabar 1991, 38
4.- Texto. A partir de hoy y durante varios
domingos habremos de olvidarnos del evangelio de Marcos y centrarnos en el de
Juan. El lugar del que parte Jesús es Jerusalén, en donde ha estado con ocasión
de una fiesta judía (Jn. 5, 1). Con anterioridad había estado también allí con
ocasión de la Pascua (Jn. 2, 13). La gente le sigue "porque habían visto
los signos que hacía con los enfermos". Signo es cualquier cosa, acción o
suceso que evoca otra o la representa. Para Juan lo relevante del milagro no
está en la acción milagrosa, sino en lo evocado a través de ella. El relato se
enmarca en el monte, a ojos vista de la Pascua. El monte con artículo es uno
concreto, pero ni el texto ni el contexto lo determinan. A diferencia de Jn. 2,
13, en esta ocasión Jesús no va a Jerusalén para la pascua. Todo lo anterior,
vs. 1-4, es ambientación, preparación del relato propiamente dicho. Este arranca
de la constatación que hace Jesús de que el gentío está acudiendo a él. Es la
misma expresión empleada en Jn 3, 26 por los discípulos del Bautista
refiriéndose a Jesús (todos acuden a él) por el narrador en Jn. 4, 30 a
propósito de los habitantes de Sicar (acudían a él). La constatación motiva el
diálogo con Felipe primero y la intervención de Andrés después. De ambos ha
hablado ya Juan en el cap. 1 y ambos han usado las mismas palabras palabras
refiriéndose a Jesús: "Hemos encontrado" (Jn 1, 41-45). Lo
sorprendente en el diálogo es la interrupción-aclaración del autor: "Jesús
lo decía para ponerlo a prueba, pues bien sabía él lo que iba a hacer".
Constatemos de momento esta aclaración del narrador. Luego Jesús manda acomodar
al gentío, da gracias a Dios por la comida que van a hacer y, finalizada esta,
manda recoger lo sobrante para que nada se pierda. Es la misma expresión
empleada por Jesús en Jn. 3, 16 (para que ninguno de los que creen en el Hijo
de Dios se pierda), por Caifás en Jn. 11, 50 (conviene que muera uno sólo por
el pueblo y no que toda la nación se pierda) y por Jesús en Jn. 17, 12 (ninguno
se perdió).
El gentío interpreta el signo realizado por Jesús a
la luz de las palabras de Moisés en Dt. 18, 15: "Un profeta de los tuyos,
de tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios; a él
escucharéis". La interpretación determina la vuelta de Jesús al monte,
esta vez en solitario. ¿Rechaza o acepta Jesús la interpretación? En Jn. 1,
49-50 la ha aceptado calificándola de acto de fe. En el texto de hoy creo que
el autor deja deliberadamente la cuestión en suspenso.
Comentario. Ante cualquier texto de Juan hay que
contar siempre con que está escrito a dos niveles y con que su sentido depende
en gran medida de las relaciones con otros textos dentro del conjunto.
Hacia atrás, el texto de hoy marca una ruptura. La
Pascua ya no tiene lugar en Jerusalén, sino allí donde está Jesús. El símbolo
es el monte, lo mismo que los judíos tienen su monte y los samaritanos el suyo
(lee Jn. 4, 21). Yendo hacia adelante descubriremos que el monte de la Pascua
cristiana es la cruz. De ahí su concreción (el monte) a la vez que su
indeterminación a estas alturas de la obra. Lo mismo que estaba indeterminado
el lugar donde moraba Jesús en Jn. 1, 35-39. Eran sobre las cuatro de la tarde,
concluía entonces el autor. La hora precisamente de la matanza de los corderos
pascuales. Será en esa hora cuando Jesús es proclamado rey. Por eso deja hoy
Juan en suspenso la proclamación de Jesús como rey.
Uno de los discípulos que habían ido a ver dónde
moraba Jesús era Andrés, quien después de informar a su hermano Pedro informó a
Felipe. Andrés y Felipe son los introductores de los que se sirve Juan para ir
conduciéndonos hasta Jesús, hasta lo que él sabe que va a hacer y que a ellos
les costó bastante comprender. De nuevo tiene el autor puesta su mirada en la
cruz del cordero Jesús. Cuando Juan escribe la sorprendente aclaración del v. 6
lo hace pensando en la cruz, desde donde Jesús es alimento. En la concepción
del autor, el relato de hoy es sencillamente un anticipo de la cruz, y lo que
Jesús sabe que va a hacer no es el milagro de la multiplicación de los panes y
de los peces, sino el milagro de ser alimento desde la cruz. Sucede a menudo en
el cuarto evangelio que las frases sólo adquieren sentido más allá de la
situación en la que se encuentran. La famosa ironía de Juan. Esto es también lo
que le ocurre a la frase "para que nada se pierda". Esta frase
expresa la razón de ser de Jesús: que nada se pierda, que todos estén alimentados
y tengan vida. La Ley era alimento de pocos; Jesús lo es de todos, judíos y
gentiles, piadosos y no piadosos. Por eso acuden a él alejándose de los montes
donde la religión se ha institucionalizado oprimiendo y haciendo seres
inválidos (Jn. 5, 3). Pero con Jesús "ha llegado la hora en que los que
dan culto auténtico darán culto al Padre con espíritu y verdad" (Jn. 4,
23). Donde está Jesús crece la hierba y el espíritu se esponja.
A. Benito, Dabar 1988, 40
5.- Juan complementa muchas veces sus relatos con
una explicación doctrinal. Así, en el capítulo 6 de su Evangelio, el relato
abarca los vv. 1-25, y la explicación los vv. 26-66. Basta comparar la versión
de Juan de la multiplicación de los panes con las de los sinópticos para
descubrir sus temas esenciales. Los tres primeros evangelistas colocan la
multiplicación al término de un día de predicación; San Juan, por el contrario,
le asigna todo el espacio y da a entender que la multitud acude para comer. Sea
lo que fuere, Jesús se presenta entonces como quien da de comer (v. 5),
mientras que en los sinópticos distribuye el pan a falta de otra solución (Mt
15, 32-33).
a) Primer tema, el maná, y de una manera más
general, la experiencia del desierto. El diálogo entre Cristo y Felipe recuerda
la conversación que tuvo lugar entre Moisés y Yahvé antes que este último
multiplicara hasta la saciedad el alimento reclamado por el pueblo (Núm 11,
21-23). Juan es igualmente el único que destaca el entusiasmo de la multitud
después de la comida (v. 15) y el descubrimiento que hace en Jesús del
"Profeta" anunciado para los últimos tiempos como un nuevo Moisés (Dt
18, 15-18).
La recogida de los restos (v. 13), al contrario que
en la versión sinóptica, contrapone el maná corruptible (Ex 16, 16-21) con el
pan de Jesús imperecedero (Jn 6, 27, 31) y signo de eternidad.
Ya en el Antiguo Testamento (Dt 8, 2-3; Sab 16,
28), el maná no era considerado como un simple elemento corporal, sino como el
signo de la Palabra viva de Dios y como una llamada a la fe. Lo mismo sucede
con el maná nuevo presentado por Jesús: el discurso que sigue lo demostrará (Jn
6, 30-33).
b) Segundo tema del relato, el banquete
escatológico. La pregunta formulada por Jesús en el v. 5 hace pensar en la
comida de los pobres (Is 55, 1-3; 65, 13), puesto que el pan bendecido por
Jesús era un pan de cebada, alimento habitual de los pobres (un detalle que
solo recoge San Juan). Este elemento escatológico prepara las nociones de pan
de vida y de pan de inmortalidad (Jn 6, 27-50) desarrolladas en el discurso que
viene a continuación.
Jesús anuncia así el cumplimiento del designio de
Dios de comunicar su vida a los pobres.
c) En este relato, es Jesús quien dirige el diálogo
(vv. 5-10) y reparte los panes (v. 11). De esta forma quiere Juan llamar la
atención sobre la persona misma de Jesús. Pero cuando esa persona está expuesta
a ser mal comprendida, Juan se apresura a devolver a Jesús a su misterio (v.
15).
El discurso que sigue adopta también esa
perspectiva multiplicando las afirmaciones "Yo soy", de Jesús (Jn 6,
35, 48-50, 51). El banquete servido por el Mesías va, pues, destinado a iniciar
a los discípulos en la inteligencia del misterio de la personalidad de Cristo.
d) Las características exodíaca, escatológica y
personal de la multiplicación de los panes encuentran su síntesis en la
perspectiva eucarística de ese banquete. La alusión a la proximidad de la
fiesta de Pascua es una primera señal de ello (v. 4). Además, la fórmula de
bendición de los panes es la que los sinópticos traen a propósito de la Cena
(v. 11; cf. Lc 22, 19). Mediante esas alusiones eucarísticas, Juan prepara la
explicación clara de los vv. 53-56.
¿La Iglesia de hoy sigue multiplicando los panes
para quienes tienen hambre? Más concretamente, ¿frente al problema del hambre
en el mundo, su misión es algo más que recordar continuamente a sus miembros
sus obligaciones individuales y colectivas? Jesús sació a hombres que tenían
hambre y reveló su misterio a partir de una realidad terrestre. El pan que
repartió no era solo sobrenatural: no es posible revelar el pan de la vida
eterna sin comprometerse realmente en las tareas de solidaridad humana. El amor
a los pobres, lo mismo que a los enemigos, es el test por excelencia de la
calidad de la caridad. Reconocer a los pobres el derecho a recibir el pan de
vida es comprometerse hasta el final con las exigencias del amor y materializar
en una nueva multiplicación de los panes a escala del planeta el gesto
alimenticio iniciado por Cristo.
La Eucaristía distribuye el pan de vida en
abundancia como revelación de la persona de Cristo, signo escatológico y
sacramento de la Pascua. Pero no puede darse una verdadera recepción de ese pan
de vida sino mediante una disponibilidad absoluta que hace de cada participante
un hermano de los más pobres entre los hombres.
Maertens-Frisque, Marova Madrid 1969. Pág. 61)
6. J/MOISES.
"Jesús se marchó a la otra parte del mar de
Galilea (o de Tiberíades)". Hay un éxodo, un paso a través del mar hacia
una tierra donde abunda el amor y la generosidad de Dios. Jesús es este nuevo
Moisés, que hace a su pueblo capaz de andar y de seguirle en esa travesía.
"Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los
judíos". Este acontecimiento se realiza cuando se acerca la Pascua, la
fiesta que conmemoraba el antiguo éxodo. Aquél es figura de éste. "Subió
Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos". Con
motivo de la Alianza, Moisés subió al monte dos veces: la primera, acompañado
por los notables (Ex 24. 1-2/9/12); la segunda, después de la idolatría del
becerro de oro, subió solo (Ex 34. 3). También en este episodio subirá Jesús
dos veces al monte: una, al principio, donde aparece acompañado de sus
discípulos; la segunda, después del intento de proclamarlo rey, él solo.
El "monte" representa el lugar donde
reside la gloria de Dios. Jesús subió al monte. Está en su lugar propio, la
esfera divina. Y se sentó allí. Es su actitud permanente. Él es para los
hombres el lugar donde la gloria de Dios reside y se manifiesta. "Jesús
entonces levantó los ojos y al ver que acudía mucha gente...". Jesús, al
otro lado del mar, representa una alternativa, que el evangelista hace presente
ahora a los hombres de todo lugar y tiempo que se acercan a Jesús.
"...dice a Felipe: ¿con qué compraremos panes para que coman estos? (lo
decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer)".
La escena tiene detalles que recuerdan los del
Éxodo. Como allí en el desierto, se plantea el problema de la subsistencia, que
había sido una tentación para los israelitas, haciéndoles desear la esclavitud
de Egipto. La época de Israel en el desierto fue un tiempo en que hubo de
demostrar su fidelidad a Dios: el pueblo pone a prueba a Dios, pero, con más
frecuencia es Dios quien pone a prueba al pueblo.
En esta situación de éxodo, Jesús pone a prueba a
Felipe, el discípulo a quien él mismo ha invitado a seguirlo, y por eso, en
cierto modo, prototipo de todos los que él llama. Jesús enfrenta a Felipe y con
él, a la comunidad, con la realidad que tiene delante: personas que quieren
seguir a Jesús, que quieren verse libres de su pasado... y que no pueden
bastarse por sí mismas.
Jesús para poner a prueba a Felipe, a la comunidad,
aborda directamente la cuestión del dinero como medio para satisfacer esa
necesidad. Es interesante la pregunta de Jesús porque es la pregunta que la
comunidad se hace a sí misma: ¿con qué "compraremos" panes para que
coman "estos"? No es un diálogo entre Jesús y la comunidad. Es la
misma comunidad, en cuyo interior se percibe la presencia de Jesús, la que se
pregunta cómo va a solucionar los problemas del mundo.
"Felipe le contestó: Doscientos denarios de
pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo". El denario, el
jornal de un obrero. Doscientos denarios, más de medio año de trabajo, para que
a cada uno le toque un pedazo. Ateniéndose a los principios de este mundo,
resulta imposible a los discípulos satisfacer la necesidad de la gente. Felipe,
que no ve más horizonte, confiesa su impotencia. Para Felipe, el éxodo fracasa.
"Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: Aquí
hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué
es eso para tantos?" El lugar donde está el muchacho es donde están los
discípulos. Representa, por tanto, al grupo de discípulos que está con Jesús,
en su condición de debilidad y su pobreza de medios. Andrés habla de los panes
y peces como de algo de lo que puede disponer pero que cree insuficiente.
Por su edad y por su condición, el muchacho, es un
débil, física y socialmente. Lo más desproporcionado que pueda encontrarse como
solución a la magnitud del problema. El muchacho significa también a la
comunidad en cuanto servidora de la multitud: el muchacho de la tienda, la
muchacha de servicio. La comunidad se presenta ante el mundo como un grupo
socialmente humilde, sin pretensión alguna de poder ni dominio, dedicado al
servicio de los hombres. 5+2=7:La totalidad. El alimento es poco, pero es todo
lo que tienen.
"... dijo la acción de gracias". Dar
gracias a Dios significa reconocer que algo que se posee es don recibido de él y,
como tal, muestra de su amor, y alabarlo por ello. En este caso se le dan
gracias por la existencia de los panes, producto de su obra creadora, ayudada
por el trabajo del hombre. Al reconocer su origen en Dios, como don suyo, se
desprenden de su poseedor humano, el niño-grupo de discípulos, para hacerse
propiedad de todos, como la creación misma. La señal que da Jesús, o el
prodigio que realiza, consiste precisamente en liberar la creación del
acaparamiento egoísta que la esteriliza, para que se convierta en don de Dios
para todos.
Según Andrés, no se podía repartir porque no
bastaba lo que se poseía; cuando ya no se posee, por haberlo hecho de todos por
la acción de gracias, se demuestra que había más que suficiente.
Jesús mismo distribuye el pan y el pescado. Al
restituir a Dios, con su acción de gracias, los bienes de la comunidad, Jesús
restaura su verdadero destino, que es la humanidad entera. Con su acción, Jesús
enseña a sus discípulos cuál es la misión de la comunidad: la de manifestar la
generosidad del Padre, compartiendo los dones que de él se han recibido. Se
convierte este signo en una celebración de la generosidad de Dios a través de
su Hijo que, en la comunidad, multiplica lo que ésta posee al ponerlo a
disposición de los hombres. Aparece así el sentido profundo de la Eucaristía
que, de expresión de amor entre los miembros de la comunidad, pasa a ser signo
del amor de Dios al mundo, continuación del don de su propio Hijo.
"La gente entonces, al ver el signo que había
hecho, decía: Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo. Jesús
sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la
montaña él solo". Hay quienes piensan en hacerlo rey. Un propósito que
está en abierta contradicción con la actitud que él ha adoptado antes,
poniéndose a servir a los comensales. La fuente de abundancia que Jesús ha
abierto, es el amor de Dios, capaz de multiplicar lo que parece
desproporcionado al objetivo. Pero ellos pretenden cambiar su programa
mesiánico, hacerlo rey, conferirle el poder que él rechaza.
Ante esta perspectiva, Jesús huye; se aleja de
aquellos que pretenden deformar su mesianismo. Se retira solo, como Moisés
subió solo al monte después de la traición del pueblo. El monte representa la
esfera divina, la gloria y amor de Dios. El paralelo con Moisés muestra la
gravedad de lo sucedido. Al intentar hacer de Jesús un Mesías poderoso, repiten
la idolatría cometida por los israelitas en el desierto. Allí quisieron adorar
a Dios, pero bajo la imagen que ellos mismos se habían hecho de él. Ahora éstos
están dispuestos a reconocer a Jesús, pero según la idea que ellos mismos se
han forjado.
Esta idea del Mesías era común en la esperanza del
pueblo y esta idea causará el rechazo de Jesús por parte del pueblo y la
actitud de Pedro en el huerto, que lo llevará a negar a Jesús. La subida de
Jesús al monte está en relación con la cruz. Es allí y de esa manera como Jesús
será rey. Entonces, sus discípulos lo dejarán solo. La soledad humana de Jesús
es el abandono de los discípulos.
7.- Pan... la cosa más corriente, nuestro alimento
común. Pan... por lo que los hombres trabajan... El pan es toda la vida de los
hombres. Para encontrarse con el hombre en el corazón de su vida. Jesús eligió
el pan. Se hizo pan. Sí, una misteriosa complicidad se ha establecido entre
Dios y el pan. Dios entra en la vida de los hombres bajo el signo del pan, en
Belén -"la casa del pan"-; Dios permanece para siempre en la vida de
los hombres desde que, en el atardecer de su vida, Jesús toma el pan al abandonar
este mundo.
Una misteriosa complicidad une a Dios y al pan,
pues Dios quiere ser de la misma pasta que nosotros. "¿Dónde compraremos
panes para que coman éstos?". Los hombres se encuentran en pleno desierto.
Después de haber probado todos los alimentos, después de haber comido en todos
los pesebres, están desarmados: "Danos nuestro pan de cada día". Dios
tomó el pan, la vida común de los hombres, la cosa más sencilla. Para ser de la
misma pasta que nosotros, se hace carne de nuestra carne, nuestro pan de todos
los días. "Estaba próxima la Pascua"... Jesús sabe que para
multiplicar el pan tendrá que pagar un precio. Para Dios, el signo del pan es
inseparable del signo de la cruz. El Jueves Santo Jesús celebrará de antemano
lo que llevará a término en su pasión. No hay más que pan partido, roto,
entregado. "Jesús les hizo sentar"; mañana será él quien se tienda
sobre el madero de la cruz. El pan se hace para ser comido. "Esto es mi
carne para la vida del mundo".
Para Dios, el pan tiene desde entonces un precio
inestimable: para hacerse pan ha entregado a su Hijo. Dios ha pagado tal precio
que ya no podrá olvidar el gusto del pan. "Cinco panes y dos peces... pero
¿qué es eso para tantos?". ¿Qué es una Palabra de salvación frente a todos
los interrogantes de los hombres? ¿Qué es la vida y la muerte de un hombre
frente a la vida y la muerte de miles de millones de hombres? "Danos el
pan de cada día...". Pero ¿en qué puede modificar el hambre de los hombres
la existencia de Jesús de Nazaret? Sólo hay pan compartido. Si el pan no es
multiplicado hoy para tantos hombres que mueren de todo tipo de hambres, no es
que Dios falte a la humanidad, es que el hombre falta a los hombres, es que el
hombre se falta a sí mismo.
Sólo existe el pan para saciar. Sin embargo, para
nuestra desgracia, hemos conservado el pan y hemos acumulado reservas. En el
desierto hemos creído habernos atiborrado: la fe se ha convertido en una
respuesta excesivamente fácil a nuestras hambres y a nuestras preguntas. El pan
es para el hambre, y para el hambre que corroe. La multitud creyó haber
encontrado en Jesús al Gran Profeta, por él se fue a la montaña, porque él es
distinto y conduce a un lugar diferente. No hay más pan saludable que el que
permite proseguir el camino en el que se agranda el hambre. Si Jesús multiplica
el pan, es para producir hambre de Dios.
Y Tiempo Pascual, Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 151
8. Interrumpimos la lectura continuada de Marcos,
que, por su extensión demasiado breve, no llega a completar un ciclo anual de
lecturas, para leer y desgranar el capítulo 6 de Juan.
Juan en el capítulo del pan de vida, completa las
reflexiones que sobre el misterio de Jesús había iniciado en el capítulo 2
sobre el vino de las bodas de Caná, y el 4, en el que Jesús se presenta como el
agua de la vida.
El evangelio de Juan tiene en su trasfondo el
relato del Éxodo: la travesía del pueblo hebreo por el desierto, bajo la guía
de Moisés, hacia la tierra prometida. El relato de la multiplicación de los
panes marca, por otra parte, sus distancias con el Antiguo Testamento. Desde el
desierto nos trasladamos a la ribera fértil del lago, de Moisés a Jesús, de una
multitud que huye a otra que busca.
Dos datos importantes: la proximidad de la Pascua y
el carácter profético del signo de Jesús. El hecho de que el milagro suceda en
una de las tres Pascuas que menciona Juan en su evangelio y las palabras de
Jesús: "Tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que
estaban sentados" nos invitan a una interpretación eucarística del signo.
La reacción de la gente reconoce en Jesús al Profeta "como Moisés"
que esperaba el pueblo judío (véase Dt 18,15.18); es más, intentan proclamarlo
rey. El carácter mesiánico del misterio de Jesús se revela en la multiplicación
de los panes.
Jesús, como Eliseo, se muestra profeta de un Dios
capaz de saciar el hambre de fe de cada generación humana.
Jordi Latorre, Misa Dominical 2000, 10,10