jueves, 7 de noviembre de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXXII T.O. CICLO C - 10 NOVIEMBRE 2019


LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
  

ORACION COLECTA

Dios de poder y misericordia, aparta, propicio de nosotros toda adversidad para que, bien dispuesto cuerpos y espíritu, podamos aspirar libremente a lo que te pertenece. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1-2. 9-14

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás: «¿Qué pretendes sacar de nosotros?. Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.».
El segundo, estando para morir, dijo: «Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.».
Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente: «De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo: «Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida.».

SALMO RESPONSORIAL (16)

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. R.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. R.

Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 16—3,5

Hermanos: Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, les consuele internamente y les dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.
Por lo demás, hermanos, recen por nosotros, para que la palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre ustedes, y para que nos libre de los hombres perversos y malvados, porque la fe no es de todos.
El Señor, que es fiel, les dará fuerzas y los librará del Maligno.
Por el Señor, estamos seguros de que ya cumplirán y seguirán cumpliendo todo lo que les hemos enseñado.
Que el Señor dirija su corazón, para que amen a Dios y tengan la constancia de Cristo.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27-38.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con e11a.».
Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.».

COMENTARIO

Los tres evangelistas sinópticos, ya al final de la vida pública de Jesús, nos ofrecen una serie de controversias entre las que figura ésta con los saduceos. El texto de Lc. coincide hasta el v.33 con los textos de Mc y de Mt. Los saduceos eran unos personajes relevantes en la vida política del país, pertenecían más a un partido político que a una secta religiosa. Eran los "colaboracionistas" de la ocupación romana de Palestina. Entre ellas figuraban los sumos sacerdotes. No admitían más autoridad doctrinal que el Pentateuco (los 5 libros atribuidos a Moisés), razón por la que negaban la resurrección de los cuerpos (cf. Hch 23.8), ya que en el Pentateuco no se dice nada al respecto. Este grupo de saduceos se acerca al Maestro con el ánimo de hacerle quedar en ridículo. Inventan una historia extraña, pero posible, teniendo en cuenta lo dispuesto por la llamada ley de "levirato" (Dt 25. 5s; Gn 38. 8). Probablemente se trata de una objeción típica que utilizaban los saduceos en sus controversias con los fariseos, que sí creían en la resurrección.
En primer lugar, Jesús resuelve la dificultad y denuncia a la vez la ignorancia de sus adversarios sobre la Sagrada Escritura. En los sagrados libros no se dice nunca que la existencia futura de los resucitados sea exactamente igual que la vida terrena. Además Dios es poderoso para resucitar a los muertos y acabar con la necesidad de la procreación para asegurar la supervivencia de la humanidad una vez glorificada. Que la vida de los resucitados sea como la de los ángeles no quiere decir, sin embargo, que no puedan tener cuerpo sexuado. Sólo se quiere excluir la necesidad de la procreación y afirmar la libertad de todas las necesidades a las que se ven sometidos los hombres en la tierra. Resuelta la dificultad, Jesús ofrece un argumento positivo en favor de la Resurrección. Se apoya en Ex 3. 6 y procede según costumbre rabínica. Sin duda hay en el A.T. otros textos más explícitos que hablan de la resurrección de la carne, pero Jesús prefiere éste por ser del Pentateuco, que, según dijimos, era la única autoridad doctrinal aceptada por los saduceos.
La fuerza del argumento está en que la Palabra de Dios con todas sus promesas a los patriarcas no valdría nada si Dios no les salvara del último enemigo, de la muerte. Si Dios salva, Dios es un Dios de vivos y no de muertos.

PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos: Oremos a Dios, porque Él es Señor de la vida y su poder es siempre eficaz. Digámosle con confianza. R. Te rogamos, óyenos.

1.- Para que el Santo Padre y los ministros del evangelio alimenten en los fieles la esperanza en la resurrección y la vida eterna. Oremos. R.

2.- Para que los cristianos, los miembros del pueblo de Israel y los creyentes de otras religiones aprendamos a vivir en el dialogo, el respeto y la amistad, como hijos del único Dios. Oremos. R.

3.- Para que nuestras familias cristianas luchen con valor para que dejarse robar la esperanza en la vida eterna por una sociedad sin Dios, que solo puede ofrecer propuesta ilusorias de felicidad. Oremos. R.
4.- Para que la esperanza en Cristo Jesús, fuente de consuelo y vida plena, consuele a los tristes, fortalezca a los débiles, sane y fortifique a los enfermos y devuelva la esperanza a todos los que viven en depresión y soledad. Oremos. R.

5.- Para que la esperanza en la resurrección nos haga vivir como hijos de la luz, pues en Cristo Jesús ya somos hijos de Dios. Oremos. R.

Tú, que eres la resurrección y la vida, escucha las oraciones de tu Iglesia, fortalece nuestra esperanza y danos un día parte en tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con bondad, Señor, los sacrificios que te presentamos par que alcancemos con piadoso afecto lo que actualizamos sacramentalmente de la pasión de tu Hijo. El que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Alimentados con este don sagrado, te damos gracias, Señor, invocando tu misericordia para que, mediante la acción de tu Espíritu, permanezca la gracia de la verdad en quienes penetro la fuerza del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 11: Sab 1, 1-7; Sal 138; Lc 17, 1-6.
Martes 12: Sab 2, 23—3, 9; Sal 33; Lc 17, 7-10.
Miércoles 13: Sab 6, 1-11; Sab 81; Lc 17, 11-19.
Jueves 14: Sab 7, 22—8; 8, 1; Sab 118; Lc 17, 20-25.
Viernes 15: Sab 13, 1-9; Sab 18; Lc 17, 26-37.
Sábado 16: Sab 18, 14-16; 19, 6-9; Sal 104; Lc 18, 1-8.
Domingo 17: Mal 3, 19-20ª; Sal 97; 2Tes 3, 7-12; Lc 21, 5-19.