miércoles, 16 de enero de 2013

LECTURAS Y COMENTARIO DEL II DOMINGO TO CICLO C 20 ENERO 2013


LA BODA EN CANÁ DE GALILEA



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías (62,1-5):

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 95)

Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones

Canten al Señor un cántico nuevo, 
canten al Señor, toda la tierra;  
canten al Señor, bendigan su nombre. R.

Proclamen día tras día su victoria, 
cuenten a los pueblos su gloria, 
sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamen al Señor,
aclamen la gloria y el poder del Señor, 
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.

Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado, 
tiemble en su presencia la tierra toda. 
Digan a los pueblos: «El Señor es rey, 
él gobierna a los pueblos rectamente.».R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,4-11.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san  Juan 2,1-11:

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.».
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.».
Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenen las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: «Saquen ahora y llévenselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

COMENTARIO

Juan alude a la madre de Jesús en el milagro de Caná de Galilea que es una aldea de Galilea, mencionada tres veces en el evangelio de Juan (2,1; 4,46; 21,2). Un día, en aquella aldea, se celebraban unas bodas (Jn 2,1a). María estaba entre los invitados a su celebración, quizá era pariente. La invitación se extendió también a Jesús y a sus discípulos (v. 2).
Según las costumbres del AT, las fiestas de la boda duraban normalmente siete días (Gén 29 27, Jue 14,12; Tob 11,20), pero podían prolongarse durante dos semanas (Tob 8,20; 10,8). Y eran lógicamente la ocasión de un alegre banquete (Gén 29,22; Jue 14,10, Tob 7,14), servido de ordinario en casa del esposo (cf Mt 22,2). Por tanto, se necesitaba tener una buena provisión de vino. Y esto fue lo que falló en Caná (v. 3a).
El malestar de la situación no se le pasó de largo a la atención femenina de María, que puso al corriente de ello a su Hijo (v. 3b). Después de una respuesta un tanto enigmática (v. 4), Jesús escuchó la petición de la madre y convirtió en vino copioso el agua contenida en las seis tinajas, puestas allí para las purificaciones rituales que los judíos realizaban antes de sentarse a la mesa (vv. 6-10). De esta forma Jesús dio comienzo a sus prodigios y fue aquél el signo que suscitó la fe incipiente de los discípulos en él como Mesías (v. 11).
Todo esto constituye el núcleo de lo que ocurrió en Caná, durante aquel banquete de bodas que estuvo a punto de terminar con una amarga desilusión.
Juan está en disposición de penetrar en el sentido arcano que se escondía en aquel episodio de las bodas de Caná. Justamente él lo define como un signo (v. 11), es decir, como un hecho que en sus apariencias exteriores remite a una realidad más intima, más oculta, inherente en definitiva al misterio mismo de la persona de Jesús. Podemos decir que:
-El milagro de Caná nos invita a profundizar en el sentido y el misterio de la obra de Jesucristo. El primer "signo" conduce  hacia la contemplación y la comprensión del signo central de la muerte-resurrección, y del  signo que es el amor-unidad de la comunidad (Jn 17, 20-23).
-La valoración de todo lo que de positivo hay en la alegría de la vida de los hombres, no  como realidad neutra o, menos aún, peligrosa, sino como realidad positiva en la vida  humana, capaz de manifestar el don de Dios.
-La urgencia de una dedicación de los cristianos y de las comunidades cristianas a  promover la alegría que proviene de la vida auténtica de la comunión con los demás, del  amor conyugal y familiar, de la participación en un pueblo, de la confianza en Dios.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez