viernes, 25 de enero de 2013

LECTURAS Y COMENTARIO III DOMINGO CICLO C - 27 ENERO 2013


HOY SE CUMPLE LA ESCRITURA


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10.

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo –pues se hallaba en un puesto elevado– y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «Amén, amén.» Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagan duelo ni lloren.» Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley.  Y añadieron: «Vayan, coman buenas tajadas, beban vino dulce y envíen porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estén tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.».

SALMO RESPONSORIAL (Sal 18 )

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel 
e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón; 
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura 
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,12-30.

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería?.
Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso. Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan. Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían.
Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Y Dios les ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,1-4;4,14-21.

Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza de] Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír.».

COMENTARIO
  
Comenzamos este domingo el evangelio según san Lucas. La lectura de hoy tiene dos  partes: los primeros versículos corresponden a la introducción que Lucas puso a su obra y los  restantes narran la primera aparición en público de Jesús. 
La primera parte es una declaración de intenciones por parte del autor. Nos dice por qué escribe y para qué escribe, a la vez nos da cuenta de su metodología de trabajo. Todo ello con el gusto retórico, a veces exagerado, de la época.
La segunda parte del texto de hoy comienza con una indicación sobre la fama, docencia y aceptación de Jesús en las sinagogas de Galilea. Este resumen inicial, con un Jesús impulsado por el Espíritu, ambienta y sirve de telón de fondo. Lo concreto nos lo aporta un lugar familiar para Jesús: Nazareth. Servicio religioso de los sábados en la sinagoga, con sus plegarias, lecturas e invocaciones. Lucas se fija en la segunda de las lecturas que se hacían, la tomada de los profetas. Cualquier asistente varón podía hacerla, por iniciativa propia o por invitación del jefe de la sinagoga. A Jesús se le entrega el rollo de un profeta concreto. El lector gozaba de cierta libertad para leer más o menos cantidad de texto.
Jesús lee más bien poco: no llega a un versículo y medio. Se trata de Isaías 61, 1-2. Lo lee puesto en pie, como era preceptivo. Devuelve después el rollo al maestro de ceremonias y se sienta para explicar la lectura. También cualquier asistente podía tener la homilía. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Desde que Jesús se pone en pie para leer hasta que da comienzo a su homilía la descripción de Lucas es minuciosa. Los gestos, las palabras, los movimientos: todo queda consignado en su más mínimo detalle. Todo parece pensado para realzar el momento, para marcar su importancia. Las palabras de Jesús resuenan impresionantes: Hoy han escuchado el cumplimiento de este pasaje de la Escritura.
Jesús hace suyo el programa anunciado por el profeta en una acción movida por el Espíritu Santo. Se presenta como Salvador, especialmente del hombre más necesitado y marginado, del que más siente la propia miseria. Esto significa que, para la iglesia primitiva y para Lucas, la venida de Jesús supone el cambio decisivo de la historia, el cumplimiento de toda la esperanza.
La visión conjunta de los dos textos, que acabamos de presentar nos lleva a tres conclusiones principales: a) En el principio está el hecho de Jesús; nosotros debemos aceptarle como aquél que viene desde Dios y nos transmite la fuerza de su Espíritu. b) Aceptar a Jesús significa actualizar su obra de liberación para los hombres; sólo quien sigue su gesto y ayuda a los enfermos, libera a los cautivos y proclama el evangelio para todos los pobres de la tierra, sólo ése habrá entendido el mensaje de Jesús, según san Lucas. c) Pero, a la vez, un auténtico cristiano está obligado a "conocer la solidez de la enseñanza" que recibe (1-4); para eso ha escrito Lucas su evangelio, recogiendo las tradiciones de su tiempo; para eso debemos conocerlo y meditarlo.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez