viernes, 5 de abril de 2013

LECTURAS Y COMENTARIO II DOMINGO DE PASCUA - 07 ABRIL 2013


QUE POR LA FE TENGA VIDA



PRIMERA LECTURA

Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,12-16.
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos.  Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres.  Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos.  La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban curados.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 117)

Den gracias al Señor porque es bueno,
Porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

SEGUNDA LECTURA

Libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Yo, Juan, su hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: "Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.".
Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho.
Al verlo, caí a sus pies como muerto.
Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: "No temas: Yo soy el primero y el Último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.".

EVANGELIO

Lectura del Santo evangelio según San Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a ustedes.".
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.", y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor.". 
Pero él les contesto: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.".
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a ustedes". Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.".
Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído?. Dichosos los que crean sin haber visto.".
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

COMENTARIO

Las páginas del evangelio de Juan repiten incansablemente: “Ese hombre es Dios”. Al final pone el remache: Se escribió este libro, para que crean que Jesús es el Hijo de Dios”. Creer esto es ser un cristiano. Hay millones de hombre que creen en Dios, pero sólo los cristianos añaden a esta fe una afirmación que los judíos y los musulmanes rechazan enérgicamente: Dios es Padre, Hijo y Espíritu. Y el Hijo se encarnó en Jesús de Nazareth. Los que trataron con Jesús durante tres años tenían sus dudas; fue necesaria la resurrección para que en nombre de todos Tomás lanzase este grito de amor y de adoración: “¡Señor mío y Dios mío!”. “Por su fe tengan vida”. ¿Qué otra vida?. ¡Por qué los que no creen en la divinidad de Jesucristo también están ciertamente vivos! San Juan nos ha hablado todo el tiempo de vida eterna. Esta palabra es un tanto engañosa: se piensa en una vida sin fin. Esto es verdad, pero insuficiente para ver de qué vida se trata. Hay que pensar más bien en uno de los nombres de Dios: el eterno. La vida que se nos ofrece es la vida del eterno, la vida misma de Dios. Nuestra fe llega hasta eso.  Pero ¿cómo esa otra vida, que Juan llama vida eterna, se manifiesta concretamente en nuestra vida de cada día? Los verdaderos creyentes, cuando juzgan a las personas, los hechos, los acontecimientos, lo hacen bajo una luz distinta. Se dice de ellos: “¡Qué fe!”. Su esperanza nadie  la puede derribar y  tienen paz y  alegría  y  no  le abaten las preocupaciones. Su preocupación por los demás, su prontitud para el servicio, para el compromiso, su manera de amar sin contentarse con palabras, lo llamaríamos la vida “teologal”, o sea una vida dada por Dios que nos liga constantemente a él bajo la forma de experiencia de fe, de esperanza y de caridad.
Cuando creo, cuando espero, cuando amo, vivo la vida “eterna” tal como se la puede vivir aquí abajo.  Es la vida “cristiana” si se le da a esta palabra, un tanto devaluada toda su fuerza: la vida “crística”. La que nos hace reír: “Mi  vida es Cristo”.
Al abrir nuestra vida ordinaria a Jesucristo, la fe hace entrar en ella los pensamientos de Jesucristo, sus juicios, su fortaleza, su forma de amar, todo lo que san Juan expresar con su famoso “como”. Vivir como Cristo. Un Francisco de Asís por ejemplo vivió “como Cristo” en la medida que puede hacerlo un hombre.  Y esto es verdad en  todos los santos, pero de manera muy diversa dada la riqueza de imitación de Cristo.
El evangelio es evidentemente la mejor escuela, con tal que se desarrolle un reflejo esencial: todo lo que se aprende en él de Jesús tiene que movernos a vivir  algo como él: “el evangelio dice Juan, se escribió para que por la fe de ustedes tengan vida”.
Es inútil creer si esto no nos sacude. Tiene que cambiarnos, escuchar y vivir el evangelio, pues Mateo, Marcos, Lucas y Juan escribieron su evangelio: no es un libro, es él.


PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 08: Is 7, 10-14; Sal 39; Heb 10, 4-10; Lc 1, 36-48.
Martes09: Hch 4, 32-37; Sal 92; Jn 3, 5ª.7b-13
Miércoles 10: Hch 5, 17-26;  Sal 33; Jn 3, 16-21.ç
Jueves 11: Hch 5, 27-33; Sal 33; Jn 3, 31-36.
Viernes12: Hch 5, 34-42; Sal 26; Jn 6, 1-15.
Sábado 13: Hch 6, 1-7; Sal 32; Jn 6, 16-21.
Domingo 14: Hch 5, 27-32.40b-41; Sal 29; Ap 5, 11-14; Jn 21, 1-19.