viernes, 28 de marzo de 2014

LECTURAS Y COMENTARIO IV DOMINGO CUARESMA CICLO A - 30 MARZO 2014

DAME OJOS PARA VERTE


PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de Samuel 16,1b.6-7.10-13a

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.».
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.».
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.».
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.».
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?». Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.» .
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.».
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.». Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)

El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
.
SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,8-14

En otro tiempo eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. Caminen como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denúncienlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.».

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Juan Jn 9, 1-41

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?" Jesús respondió; "Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que Yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, Yo soy la luz del mundo".
 Dicho esto escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa 'Enviado'). El fue, se lavó y volvió con vista. Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: "¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?" Unos decían: "Es el mismo", Otros: "No es él, sino que se le parece". Pero él decía: "Yo soy”. Y le preguntaban: “Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?" El les respondió: "El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé y lávate'. Entonces fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron: “¿En dónde está El?” Les contestó: "No lo sé". Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo". Algunos de los fariseos comentaban: "Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?" Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: "¿Y tú, qué piensas del que te abrió los ojos?" El les contestó: "Que es un profeta". Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: “¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo". Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: 'Ya tiene edad; pregúntenle a él'.
Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Contestó él: "Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?". Les contestó: "Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene". Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron: 'Tu eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". Y lo echaron fuera.
Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?”. El contestó: "¿Y quién es, Señor, para que yo crea en El?". Jesús le dijo: "Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es". El dijo: "Creo, Señor". Y postrándose, lo adoró. Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos". Al oír esto, algunos fariseos que estaban con El le preguntaron: “¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?”. Jesús les contestó: "Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

COMENTARIO

¿El relato de un milagro?. No, Juan pone el milagro en un par de versículos de los 41 del relato. Narra despacio el proceso de la fe. Al principio, todos ciegos. Al final, uno curado y muchos ciegos. Tenemos una cita con unas noches y con Jesús-luz. Noches del mal y del pecado.  Tenemos una cita con unas noches y con Jesús-luz.
¿Cómo es posible ser ciego desde que uno nace? ¿Qué pecado ha cometido?.. Jesús elimina una falsa manera de ver las cosas: establecer un vínculo entre las personas inválida y el pecado. Pero no propone otra explicación; quiere ser solamente luz para que podamos vivir lo que hay que vivir. El mal más terrible, la noche más terrible, es carecer de luz: “Llega la noche y yo soy luz”.
El milagro será ese gran signo: Jesús da ojos. Pero, a partir de ese mismo signo, el ciego tendrá un éxito completo en su cita con Jesús-luz. Mientras que los “judíos” (los adversarios) fracasará. El ciego sale de la noche: “¡Creo en ti, Señor!”. Los judíos se sumergen en la noche: “Ese Jesús es un pecador”.
¡Un ciego maravilloso!. Patrono de los que buscan la luz. Sube obstinadamente hacia el misterio de  Jesús, sin dejarse de asustar por los que “saben”, y bromeando con ellos cuando los demás tiemblan. Juan escribe aquí su página más viva, salpicada de preguntas y sobresaltos: ¿Quién es ese?. ¿Qué ha hecho?. ¿Dónde esta? ¿Quién es? Y tú, ¿qué dices de él? ¿Eres tú discípulo de ese hombre? ¡Desde el nacimiento eres pecador!
Ellos dicen: “nosotros sabemos”, y se ciegan a sí mismos. El responde “yo no sé nada” y ve surgir poco a poco la luz; dice:”El hombre”, luego, “viene de Dios; y finalmente “¡Señor!”. Puede leerse una mil veces el evangelio sin ver a Jesús. Desde el comienzo, Juan no deja de repetirlo: “La Luz  brilla en la noche, pero la noche no capta la luz” (Jn 1 5). Ante el ciego que lo “ve” y los fariseos que lo miran sin verlo, Jesús se siente obligado a constatar lo que ocurre cuando él aparece: “Los ciegos ven y los que ven se hacen ciegos”.
¡Pero yo se! ¡Yo veo! No; “intentamos” ver. En cada página, día tras día. Somos ese ciego a quien Jesús da ojos dos veces: primero para mirarlo y luego par verlo. Hasta el último momento de nuestra vida, no dejemos de repetir la misma oración: “Jesús, dame ojos para verte”.

PLEGARIA UNIVERSAL.
Estamos a mitad de del camino cuaresmal, vislumbremos la luz que nos salva. Le pedimos al Padre que limpie en nuestro corazón todo resto de tiniebla para que estemos preparados para acoger la luz que llegara desde el sepulcro vacío. Hoy repetimos Señor limpia nuestros ojos.  Oremos al Señor nuestro Dios, que nos ha sacado de las tinieblas y nos ha llamado al reino de su luz.

1.- Por todos los que en la Iglesia han recibido la misión de anunciar la palabra de Dios y tienen el carisma de iluminar con la enseñanza de la fe y la exhortación profética. Roguemos al Señor.

2.- Por los catecúmenos que se preparan durante la Cuaresma para recibir el bautismo en la noche de Pascua. Roguemos al Señor.

3.- Por los responsables de la educación, los que dedican su vida a la docencia, los que controlan los medios de información pública. Roguemos al Señor.

4.- Por los que ha dejado enfriar su fe con el devenir del mundo, para que este tiempo cuaresmal, se unan a la Iglesia que eleva al Padre una petición constante de perdón y misericordia. Roguemos al Señor.

5.-  Por todos nosotros que nos preparamos en este tiempo de penitencia para celebrar los misterios pascuales, para que el Señor nos abra los ojos como al ciego y así demos testimonio delante de los hombres. Roguemos al Señor

Señor Dios nuestro, que nos has enviado a Jesucristo, luz de mundo para iluminar las tinieblas de nuestra ignorancia y nuestro pecado; escucha nuestras súplicas y cura nuestra ceguera. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 31: Is 65, 17-21; Sal 29; Jn 4, 43-54.
Martes 01: Ez 47, 1-9.12; Sal 45; Jn 5, 1-3.5-16.
Miércoles 02:  Is 49, 8-15; Sal  144;  Jn 5, 17-30.
Jueves 03:  Ex 32, 7-14; Sal 105; Jn 5, 31-47.
Viernes 04:   Sb 2, 1a.12-22; Sal 33; Jn 7, 1-2.10-25-30.
Sábado 05:  Jr 11, 18-20; Sal 7; Jn 7, 40-53.

Domingo 06: Domingo V de Cuaresma: Ez 37, 12-14; Sal 129; Rm 8, 8-11; Jn 11, 1-45.