TE BUSCO A TI
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas
el cielo y la tierra, escucha las suplicas de tu pueblo y concédenos tu paz en
nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de
Samuel 3, 3b-10. 19
En aquellos días, Samuel estaba
acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a
Samuel, y él respondió: -«Aquí estoy.».
Fue corriendo a donde estaba Elí
y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.». Respondió Elí: «No te he
llamado; vuelve a acostarte.». Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el
Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «aquí estoy;
vengo porque me has llamado.». Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío;
vuelve a acostarte.».
Aún no conocía Samuel al Señor,
pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a
Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me
has llamado.».
Elí comprendió que era el Señor
quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama
alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha.”». Samuel fue
y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel,
Samuel!» Él respondió: -«Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el
Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
SALMO
RESPONSORIAL (39)
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y
escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio,
me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. R.
Entonces yo digo: «Aquí estoy —como está escrito en mi
libro- para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las
entrañas. R.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no
he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos: El cuerpo no es
para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con
su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros.
¿No saben que sus cuerpos
son miembros de Cristo?.
El que se une al Señor es
un espíritu con él.
Huid de la fornicación.
Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que
fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no saben que su cuerpo es templo
del Espíritu Santo?. Él habita en ustedes porque lo han recibido de Dios.
No poseen en propiedad,
porque los han comprado pagando un precio por ustedes.
Por tanto, ¡glorificad a
Dios con su cuerpo!.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
En
aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que
pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.».
Los dos
discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver
que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscan?». Ellos le contestaron: «Rabí (que
significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Vengan y lo veran.».
Entonces
fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de
la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan
y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos
encontrado al Mesías (que significa Cristo).».
Y lo
llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de
Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).».
COMENTARIO
Difícilmente podemos hablar
de un relato de vocación ya que falta el elemento fundamental en este tipo de
relatos: la iniciativa del que llama. En el relato de Juan, Jesús no es quien
lleva la iniciativa, salvo en el versículo último; la iniciativa la llevan los
dos discípulos del Bautista. En realidad, el autor presenta en síntesis el
proceso formativo de la comunidad cristiana.
Hay un proceso de búsqueda.
¿Qué buscan?, les dice Jesús y a Andrés. Es su primera palabra, el primer
sonido de esa voz que les va a revelar cosas extraordinarias y a llevarlos muy
lejos. Jesús ve que están buscando. Hasta entonces, seguían a Juan el Bautista,
sin vacilar, lo dejan para seguir a aquel desconocido. Después vienen el
seguir, el ver, el indagar, tal vez por simple curiosidad; no importa, el caso
es buscar allí donde creo que está Jesús. Será su oportunidad más fantástica, y
Juan indica con esmero la hora. Las cuatro de la tarde. Jesús simpatizó pronto
con ellos, le gustan los hombres capaces de dejarlo todo por él. Pero ya su
primera pregunta empieza a penetrar en ellos. ¿Qué buscan? ¿Qué esperan de
mí’?. Muchos se engañan sobre él.
Le
dirá a la gente: Me buscan, pero ¿por qué’? ¡Porque les he dado abundantemente
de comer! Preguntará a sus apóstoles: ¿Quién dicen que soy yo...? Y para
ustedes, ¿quién soy? Preguntando hasta el final qué es lo que esperan de él, le
dirá a María Magdalena: ¿A quién buscas? En este momento, me dice a mí: ¿Qué
andas buscando’? ¿Qué es lo que buscas cuando me buscas a mí?
Quizás sea algo confuso, como le ocurría a Juan y a
Andrés: ¿Dónde estás? ¿Dónde vives? Lo buscamos en el evangelio, pero allí no
tenemos ni su voz ni sus ojos; será siempre para nosotros un desconcertante
misterio de presencia- ausencia. Sabemos que está allí; actúa en el mundo y
quiere actuar en nuestra vida, pero ¡Cuánta forma de fe se necesita (la única
forma de tomarlo) para entrar en contacto con él y mantener ese contacto!
Muchas veces nos sentimos tentados de pensar sólo en el hombre de ayer. El
habló, y nos gusta verlo como maestro de sabiduría; lo utilizamos para apoyar
nuestras mejores ideas de justicia.
Abrimos el evangelio como si fuera una caja de caudales, para buscar en
él frases de oro. Pero ¿y a él? ¡Él está
vivo! Espera nuestros pasos para volver la cabeza y salirnos al encuentro: ¿Qué
quieres? A esto no hay más que una respuesta, la que cambia toda la vida, la
gracia de las gracias cuando brota de todo nuestro ser: Lo que quiero, eres tú.
Te busco a ti. Te sacará de ti mismo, de tu egoísmo, de tu falta de horizontes,
y te pondrá en contacto con los demás, a los que comunicarás tu descubrimiento
de Jesús como líder (=mesías) de todos tus anhelos y esperanzas. Es incluso
posible que te cambie el nombre, que te confíe una función, una misión de
consolidación dentro de la comunidad.
PLEGARIA UNIVERSAL
Al
Padre que envió a su Hijo para salvarnos y que hoy nos invita a ser partícipes
de su Reino, elevamos nuestras plegarias diciendo: Padre, que seamos dignos
seguidores de Cristo.
1.- Por el
Papa Francisco y por la Iglesia, fundamentada en la fe de los apóstoles y
heredera de los bienes de Cristo, para que como Madre administre a todos los
hombres las gracias que en si atesora. Oremos al Señor.
2.- Por
los que gobiernan las naciones para que Dios guie sus acciones y tengamos años
de prosperidad y paz entre todos los pueblos de la tierra. Oremos al Señor.
3.- Por
los que sufren alguna enfermedad, desempleo, desanimo, para que vean en su
oscuridad un rayo de luz y esperanza en Dios Padre providente. Oremos
al Señor.
4.- Por
los seminaristas y todos aquellos que han sentido la llamada al sacerdocio para
que perseveren en ese camino de servicio a la Iglesia y Dios les premie con el
ciento por uno. Oremos al Señor.
5.- Por
todos nosotros aquí presentes, para que cada día seamos más fieles al llamado
del Señor. Oremos al Señor.
Padre
atiende con generosidad las suplicas que tu pueblo te presenta por Jesucristo
Nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente de estos misterios, pues
cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo se realiza la obra
de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Infunde en nosotros, tu espíritu de amor, para que,
saciados fon el único Pan de Vida, permanezcamos unánimes en la misma fe. Por
Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 15: 1S 15, 16-23; Sal 49; Mc 2, 18-22.
Martes 16: 1S 16, 1-13; Sal 88; Mc 2, 23-28.
Miércoles 17: 1S 17, 32-33.37.40-51; Sal 143; Mc 3, 1-6.
Jueves 18: 1S 18, 6-9; 19, 1-7; Sal 55; Mc 3, 7-12.
Viernes 19: 1S 24, 3-21; Sal 56, Mc 3, 13-19.
Sábado 20: 2S 1, 1-4.11-12.19-23-27; Sal 79; Mc 3, 20-21.
Domingo 21: Jon 3, 1-5.10; Sal 24; 1Co 7, 29-31; Mc 1, 14-20.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 1, 35-42
Texto.
-El cuarto evangelio desarrolla casi exclusivamente la función de Juan como introductor de Jesús. En el texto de hoy Juan presenta a Jesús a dos discípulos suyos y lo hace sirviéndose de una imagen figurada: el cordero de Dios. La imagen remite al sacrificio de los corderos en el Templo para la cena de Pascua. En el cuarto evangelio, en efecto, Jesús muere en las horas en que eran sacrificados los corderos que iban a ser comidos en la cena de pascua.
-El cuarto evangelio desarrolla casi exclusivamente la función de Juan como introductor de Jesús. En el texto de hoy Juan presenta a Jesús a dos discípulos suyos y lo hace sirviéndose de una imagen figurada: el cordero de Dios. La imagen remite al sacrificio de los corderos en el Templo para la cena de Pascua. En el cuarto evangelio, en efecto, Jesús muere en las horas en que eran sacrificados los corderos que iban a ser comidos en la cena de pascua.
La escena se hace después seguimiento tras Jesús por parte de los
dos discípulos, en búsqueda del lugar donde Jesús vive. ¡Y sin embargo no se
nos revela el lugar! A cambio, el autor ofrece una referencia de tiempo: serían
las cuatro de la tarde.
De nuevo una referencia a las horas del sacrificio de los
corderos. La escena es encantadora por su capacidad de sugerencia, quebrando la
expectativa y la curiosidad del lector: éste se ve sorprendido por el
desenlace, por cuanto que en él se le ofrece un dato que no buscaba (el tiempo)
y se le oculta el dato que buscaba (el lugar), con lo cual su curiosidad por
conocer ese lugar queda reforzada. ¿No será que el lugar al que el autor quiere
referirse como lugar donde vive Jesús es la cruz?
La escena, en un tercer paso, se hace comunicación. El autor juega
de nuevo con el factor sorpresa: del interés por el lugar y el dato sobre el
tiempo nos pasa ahora a la persona misma de Jesús: es el Mesías.
Por último, y en un cuarto paso, el autor presenta el papel
especial de Simón: el de Pedro.
El autor adelanta al comienzo situaciones y encuentros
posteriores.
El conjunto del texto es, sin duda, una obra maestra de síntesis y
de evocación.
Comentario.
-De la mano del autor de este texto, la andadura que comenzamos en estos domingos primeros del tiempo ordinario nos lleva a la cruz, ese lugar en alto en el que tiene que ser levantado el Hijo del hombre, como dirá Jesús a Nicodemo en Jn. 3, 14. La cruz es el lugar donde Jesús vive, porque es el lugar donde se pone de manifiesto sin el menor resquicio de sombra el amor.
-De la mano del autor de este texto, la andadura que comenzamos en estos domingos primeros del tiempo ordinario nos lleva a la cruz, ese lugar en alto en el que tiene que ser levantado el Hijo del hombre, como dirá Jesús a Nicodemo en Jn. 3, 14. La cruz es el lugar donde Jesús vive, porque es el lugar donde se pone de manifiesto sin el menor resquicio de sombra el amor.
En efecto, el amor supremo consiste en dar la vida, como va a
decir Jesús a sus discípulos en Jn. 15, 13. Y si hay algo que Jesús ha hecho,
esto ha sido, precisamente, amar. De ahí que sea el amor el lugar en el que él
vive y el lugar en el que únicamente se le puede encontrar.
Hay un salmo del s. I a. de Cr., no recogido en la Biblia, que nos
permite ver cuáles eran las esperanzas mesiánicas en tiempos de Jesús: el
Mesías expulsará a los enemigos, congregará al pueblo y lo santificará. El
texto de hoy rompe con esas esperanzas al situar la manifestación de Jesús como
Mesías en un medio en el que nadie pensaba, por ser un medio demasiado "débil".
El amor, en efecto, no tiene ninguna prepotencia, sobre todo cuando su signo
máximo es la cruz. Aquí no valen hipocresías ni buenas palabras, raquitismos ni
componendas. Amar es, a veces, fracasar según los baremos y criterios al uso.
¡Pero el Mesías es Jesús! El poder ha quedado desde entonces definitivamente
descalificado: Dios sólo reconoce al que ama.
Dabar 1991 Nº 10
Este es el Cordero de Dios (Evangelio). Estas palabras de Juan
Bautista (cf. Jn 1,29) las repetimos antes de la distribución de la comunión y
en el canto de la fracción: "Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo...". Resuena el conocido texto de Isaías sobre el siervo:
"Maltratado se humilla, no abre su boca, como cordero llevado al matadero..."
(Is 53).
Recordemos también que los israelitas degollaron y comieron un
cordero la noche de la salida de Egipto, y que con su sangre pintaron la jamba
y el dintel de las puertas de sus casas para protegerse la noche del
exterminio, y que Jesús moría en el Calvario mientras los sacerdotes, en el
Templo de Jerusalén, inmolaban los corderos con los que las familias judías
celebrarían aquella noche la cena de Pascua. Esta imagen del cordero (hoy
descontextualizada) apunta, pues, al ser íntimo de Jesús y de su misión
salvífica.
Los dos discípulos siguieron a Jesús (evangelio). Toda la vida
cristiana es seguir a Jesucristo; no de una manera material, con nuestros
pasos, sino con la vida entera. Creer es seguir a Jesús, seguir sus huellas, ir
detrás de él. El nos admite en su intimidad: Venid y lo veréis (...) y se
quedaron con él aquel día; y ya no se movieron de su lado; más aún: Andrés
condujo hasta él a su hermano (Hemos encontrado al Mesías!), de la misma manera
que, al día siguiente, Felipe llevó también a su amigo Natanael. Encontrar a
Jesús es encontrar la perla y el tesoro (Mt 13, 44-46); pero con una diferencia
sustancial: Jesús no es para mí sólo, en exclusiva, sino que su descubrimiento
me empuja connaturalmente a llevar a los demás hacia la misma perla y el mismo
tesoro.
José M. Totosaus, Misa Dominical 1991/02
4.- El relato de Juan que leemos tiene lugar al tercer día de la
"primera semana" de la vida pública de Jesús. Dentro del típico
estilo joánico, la narración, sencilla, elemental (las preguntas, las
reacciones, las observaciones, parecen cosas la mar de lógicas), presenta el
recuerdo casi emocionado del primer encuentro con Jesús, que se convierte al
mismo tiempo en la catequesis del proceso de todo discípulo que quiere
acercarse a él. Y más aún, si queremos ir más al fondo en el simbolismo,
presenta, en un solo relato, el paso del Antiguo Testamento (el Bautista) a la
vida de Jesús y también a la alusión (por el cambio de nombre de Pedro) al
futuro nuevo pueblo, la Iglesia.
El proceso del discípulo que se acerca a Jesús está lleno de
significado. Por la palabra del profeta ("cordero de Dios": el Siervo
a quien anunció Isaías y al mismo tiempo el cordero de la nueva Pascua), los
dos hombres se ponen en camino de búsqueda.
Jesús, ante aquella voluntad abierta "se vuelve" hacia
ellos y les hace (les ayuda a) profundizar aquello que andan buscando. La
respuesta de los seguidores es un reconocimiento de JC ("Rabí") y una
pregunta que no es solamente el deseo de información topográfica: "¿Dónde
vives? ¿dónde se te puede hallar? ¿qué hay que hacer para estar contigo?".
Y viene entonces la formulación de lo que constituye la experiencia del
discípulo: no se trata de ningún discurso ni de un programa inicial: el que
quiera ser discípulo de Jesús tiene que ir con él, y ver, ser discípulo de JC
significa hacer la experiencia de estar con él. Pero el relato del intercambio
Jesús-discípulos no termina ahí. Al día siguiente, quien ha visto donde vive
Jesús, lo que hace es encontrarse por la calle a su hermano y decirle,
simplemente: "Hemos encontrado al Mesías", sin más matices; y
"encontrar al Mesías" era encontrar todo lo que era más esperado por
un israelita. El camino del discípulo conduce, pues, a dar a conocer al hermano
lo que él ha hallado.
Josep Lligadas, Misa Dominical 1979/02
5.- La actitud del Bautista y de Jesús, la de los discípulos y la
de la Iglesia es la de búsqueda y escucha. Maestro, ¿dónde vives? Dios se hace
encontradizo, pero a condición de que encuentre la capacidad de escucha y de reflexión,
de paciencia en la búsqueda y de valor en el desprendimiento, de desinterés y
entrega del don descubierto.
Pere Franquesa, Misa Dominical 1985/02
6.- El Cristo presente por la Encarnación y la Epifanía nos
interpela y nos conmina a seguirle de tal modo que sólo cambiando la dirección
de nuestra vida y siguiéndole en concreto podemos decir que somos cristianos.
De ahí que la gran pregunta de los primeros discípulos y la nuestra sea la
misma: "Maestro, ¿dónde habitas?" Es decir, ¿en qué lugar, en qué
acción, en qué hermano, en qué circunstancia o situación te encontraré para
HACER lo que Tú hubieras hecho, lo que quieres que hagamos nosotros ahora?
Carlos Castro
7.- a) La lección obvia del relato es muy simple: unos amigos,
probablemente Felipe y Andrés (siempre juntos, por lo demás en el Evangelio: Jn
2, 40-45; 6, 5-9; 12, 20-21; Act 1, 13), que son también discípulos del
Bautista (v. 35), descubren al Mesías y le siguen. Este es el origen de su
vocación apostólica. E inmediatamente previenen a sus hermanos o a sus
conocidos (v. 41 y 45) y suscitan otras dos vocaciones apostólicas: Pedro y
Natanael. Por consiguiente, tras este relato se encierra toda una teología de
la vocación. La red de relaciones humanas puede contribuir al nacimiento de una
vocación: amistad, conciudadanía, coparticipación de un mismo ideal en torno al
Bautista, fraternidad según la carne, son las circunstancias de la vocación de
cuatro discípulos. La vocación no es, pues, un llamamiento deshumanizado;
adquiere consistencia en las relaciones humanas más naturales y más ordinarias.
Y, sin embargo, la vocación es claramente llamamiento de Dios y de Cristo: la
autoridad con la que Cristo cambia el nombre de Simón (v. 42b), la mirada que
Jesús fija en Pedro y que dice muchas cosas (v. 42a), el conocimiento
misterioso que Jesús tiene de Natanael (v. 48) y, sobre todo, el misterioso
atractivo que ejerce el Señor sobre los dos discípulos de Juan Bautista (v. 38)
ponen claramente de manifiesto que, por muy arraigada que esté en lo humano, la
vocación es iniciativa de Dios. Así, la vocación, que es a la vez llamamiento
divino y atractivo humano, prolonga en la vida de cada "llamado" el
misterio del Hombre-Dios.
b) Por encima de esta escena tan sencilla de la vocación de los
primeros apóstoles, Juan invita a su lector a desarrollos doctrinales
importantes y válidos para todos los discípulos de Cristo. El relato gira en
torno a unas palabras-clave: dos actitudes del discípulo: seguir y buscar (v.
37-38), y una triple recompensa: encontrar, ver y permanecer (v. 39 y 41). Para
Juan, "seguir a Cristo" tiene una resonancia más escatológica que en
los demás evangelistas: supone poner los medios requeridos para llegar un día
allí donde " permanece" Cristo (cf. Jn 12, 26; 10, 9-10). Ahora bien,
Cristo vive en una gloria adquirida por medio de la Cruz; es, pues, normal que
el discípulo se abrace a su vez a esa cruz para seguir a Cristo (Mt 8, 34; Jn
12, 26).
La "morada" es igualmente un tema muy similar al de la
gloria (Jn 14, 1-3; 14, 10) y la estancia que los discípulos Andrés y Felipe
hacen en la morada misteriosa de Cristo, al final de sus investigaciones (vv.
35-39), recuerda precisamente esa casa del Padre en la que, algún día, se
reunirán con El en la gloria todos los discípulos de Cristo. El binomio
"buscar-encontrar" es también muy significativo.
Lo hemos encontrado ya en la pluma de Lucas a propósito de la
escena de Jesús perdido en el Templo sin saberlo los suyos, como para impulsar
a estos a buscarle (Lc 2, 41-51). Pero leyendo el relato de la vocación de los
primeros apóstoles se piensa, sobre todo, en el tema de la búsqueda de la
Sabiduría descrita en Sab 6, 12-16; la Sabiduría se deja encontrar por quienes
la buscan (Sab 6, 12), lo mismo que Cristo se deja encontrar por Andrés y su amigo
(v. 37); la Sabiduría se encuentra desde por la mañana (Sab 6, 14), a la hora
en que Cristo fue encontrado por Pedro (v. 41); finalmente, la Sabiduría se
pone en camino para salir al encuentro de quienes la buscan (Sab 6, 16), lo
mismo que Cristo, que se encuentra con Felipe y Natanael en su caminar (vv. 43,
47). Por eso el binomio "buscar-encontrar" adquiere en la pluma de
Juan un matiz claramente sapiencial que, por lo demás no estaba totalmente
excluido del relato de Lc 2, 41-51, si se tiene presente que este relato está
rodeado de los versículos que hablan de la sabiduría de Jesús (Lc 2, 40, 52).
* * *
La vocación particular del apóstol o la vocación general del
discípulo y del cristiano siguen, al fin, el mismo camino y exigen las mismas
disposiciones de alma y la misma actitud de Dios. El llamamiento de Dios invita
a compartir su vida y su gloria, a permanecer con El; pero el camino que
conduce al hombre a esa gloria pasa necesariamente por la cruz y la muerte de
su egoísmo latente.
Maertens-Frisque, Nueva Guia de la Asamblea Cristiana I, Marova
Madrid 1969.Pág. 280
8. J/MIRADA:
Desde su bautismo, Jesús formó parte de los discípulos del
Bautista; va "detrás" de Juan y bautiza él también. No hay duda de
que Jesús adquirió rápidamente ascendiente sobre sus compañeros, de manera que
el movimiento bautista habría tenido entonces dos cabezas. Juan, "el amigo
del Esposo", reconoció al "Cordero de Dios" y anunció que su
misión de precursor había terminado. Y, al igual que el anciano Simeón, se
llenó de gozo.
Los discípulos de Juan, que ahora se unen a Jesús, son todos
galileos. Andrés, Simón y Felipe son de Betsaida: Natanael es escriba, medita
debajo de la higuera, es decir, debajo del "árbol del conocimiento del
bien y del mal", si damos crédito a la literatura rabínica (TOB).
Discípulo de Juan y con compañeros galileos: los comienzos de Jesús son
tremendamente humanos.
También esto pertenece a la encarnación.
Nos gustaría saber qué dijo Jesús, a lo largo de aquel día, a los
dos discípulos que se sintieron fascinados por su mirada. Pero siempre es
indiscreto registrar los diálogos amorosos. Y, sin embargo, yo sé bien lo que
les dijo... Una palabra, una sola, la palabra que llevaba él en su corazón de
Hijo. Jesús les dijo (o más bien leyeron ellos en su mirada) que Dios es Amor,
que Dios lo es todo y que, cuando Dios llama, hay que dejarlo todo.
¡Dichoso el cristiano que no se cansa de mirar a Jesucristo!
Quedará fascinado. Y, pase lo que pase, siempre volverá a su primer amor, pues
la mirada de Cristo es la mirada infinitamente amorosa de Dios al hombre, a
todo hombre. ¿Recordáis el último diálogo de Pedro con Jesús, después de
aquella noche imposible en que el discípulo creyó que podría volver a sus
redes? -"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" -"¡Señor, tú lo sabes
todo, tú sabes que te amo!".
Cuando se ha nacido de Dios, no se puede decir más que eso. El que
ha nacido de Dios, ni siquiera puede ya pecar: ¡está embarcado en el amor!
Dios Cada Dia, Siguiendo El Leccionario Ferial, Adviento-Navidad Y
Santoral, Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 107 S.
9.- Vieron dónde vivía y se quedaron con él. La vocación de los
primeros discípulos es la resultante del testimonio dado por Juan en un proceso
que culmina en Caná: vieron su gloria y creyeron en él (Jn 2, 11). La expresión
"he aquí el cordero de Dios" pertenece en su formulación al
evangelista como fruto de sus largas meditaciones teológicas pospascuales,
puesto que presupone la muerte y resurrección de Jesús. Quizás el bautista
designó a Jesús como el servidor fiel, descrito como "cordero llevado al
matadero", que sufre por los pecados de otros. Es opinión bien fundada.
¿Qué buscáis? El tema de la búsqueda de Jesús es repetido en Juan:
la masa que quiere hacerle rey (6, 24), los judíos que quieren darle muerte (7,
19), los discípulos (18, 14), la Magdalena (20, 15). La búsqueda va siempre
seguida del feliz encuentro que tiene como consecuencia el "irse tras
él". Es toda una teología de la fe, de la vocación y del discipulado. Hay
relaciones interpersonales. Los discípulos aún no han oído a Jesús, pero se
fían de él. Más tarde obedecerán fiados únicamente en su palabra (Lc 5, 11). Se
trata de la adhesión a una persona. Ha nacido la fe.
Guillermo Gutiérrez, Palabras Para El Camino, Nuevas Homilias/B,
Edit. Verbo Divin0 Estella 1987.Pág. 98