LA DESGRACIA DE SER RICO
COMENTARIO
No es fácil recibir todo este aluvión: “Ay de ustedes, los que
están saciados! ¡Ay de ustedes los que ríen! ¡Ay de ustedes, de los que todo el
mundo habla bien!”. Los creyentes se ven obligados a quedarse allí delante,
perplejos. Nos damos cuenta de que para Jesús estas bienaventuranzas y estas
maldiciones extrañas (“¡Dichosos ustedes, los pobres! ¡Ay de ustedes, los
ricos!”) son una evidencia, pero cuando nos fijamos en nuestra vida, nos parece
mucho más evidente la ley del dinero: son dichosos los ricos y desventurados
los pobres. Es lo que piensa todo el mundo. ¡Todo el mundo! Ese es el problema.
Los primeros cristianos, por su parte, extrañaron y desentonaron de tal modo
que en los ambientes paganos la nueva fe llamó la atención. Si ahora los
cristianos resultan que son “como todo el mundo” su fe no puede menos de dejar
escépticos y críticos a los “paganos” ¿En qué cambia las cosas la fe en
Jesucristo?
Lo
cambia todo cuando se cree. Aquí, por ejemplo, hay que creer en el deprecio de
Jesús por el dinero y entrar también nosotros en ese desprecio, cueste lo que
cueste. Por otra parte, no es el dinero “útil” lo que desprecia. Aprueba la
alegría de una mujer que se ha encontrado la dracma perdida y la felicidad de
las personas que han tenido éxito en sus negocios (Lc 19, 16-17). Pero ¡qué
desprecio con el rico que acumulaba tesoros para asegurarse la vida: “¡Necio!”
(Lc 12, 20). La
vida no es eso. La desgracia de ser rico consiste en engañarse sobre la vida
buscando pequeñas felicidades, eso que Jesús llama el “consuelo”: “¡Ay de
ustedes, porque ya tienen su consuelo!”; tienen el confort, tienen la
seguridad, tiene el aprecio de los demás. Pero no tienen el reino. La verdadera
vida está allí; hay que entrar en el reino, que es el país del amor: “Dios mío,
dice el salmo 118, ¡que tu amor sea mi consuelo!”. La verdadera vida, para la
que estamos hechos, es amar a Dios y amar a nuestros hermanos. ¡Evidentemente
hay que creerlo! Una existencia cristiana comienza exactamente por ese acto de
fe: creer en Jesús cuando nos dice que la dicha está en elegir el amor. La vida
no es forzosamente una elección entre la felicidad y la desgracia, sino más
generalmente una elección entre las pequeñas felicidades que se pueden comprar
y la gran dicha de amar.
Pero
¿por qué se dice que el dinero nos hace dejar a Dios y el amor fraternal?
Porque cuando se espera todo del dinero, se acostumbra uno a no esperar nada de
Dios y se trata cada vez menos con él. Y cuando uno codicia el dinero, no comparte
con los demás; cuanto más rico es uno, menos da; es cosa bien sabida.
¿Entonces? ¿Tirar el dinero o tirar el evangelio? No, hay que repetir que el
dinero puede ser útil, el problema está en mantenerlo en esa estricta utilidad,
en no entregarle nuestra vida, en seguir siendo capaz de dominar la avaricia.
Eso es el evangelio.
Cuando
un rico ama a Dios (lo prueba la calidad de su oración) y cuando se ve devorado
por el amor fraterno (lo prueban la generosidad y el compromiso social)
conquista una de las batallas cristianas más difíciles: hacer que el dinero sea
dócil y noble.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 30, 3-4
Sé la roca
de mi refugio, oh, Dios, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi
baluarte; por tu nombre dirígeme y aliméntame.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que prometiste permanecer en los rectos y sencillos de
corazón, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar
en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Jeremías 17,5-8
Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en
el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido
desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone
en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la
corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde;
en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 1)
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza
en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de
los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión
de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y
noche. R.
Será como un árbol plantado al borde de la
acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende
tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; serán paja que
arrebata el viento. Por-que el Señor protege el camino de los justos, pero el
camino de los impíos acaba mal. R.
06.- SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 15, 12.16-20
Hermanos: Si se anuncia que Cristo ha
resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre ustedes que no
hay resurrección de muertos? Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo
ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene
sentido, siguen estando en sus pecados; de modo que incluso los que murieron en
Cristo han perecido. Si hemos pues-to nuestra esperanza en Cristo solo en esta
vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad. Pero Cristo ha
resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Lc 6, 23ab
Aleluya. Alégrense y salten de gozo dice el Señor, porque su
recompensa será grande en el cielo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas 6, 17.20-26
En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los
Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran
muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de
Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados,
Bienaventurados los que ahora lloran, porque reirán. Bienaventurados ustedes
cuando los odien los hombres, y los excluyan, y los insulten y proscriban su
nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten
de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus
padres con los profetas.
Pero, Ay de ustedes, los ricos, porque ya han
recibido su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que están saciados, porque tendrán
hambre! ¡Ay de los que ahora ríen, porque harán duelo y llorarán! ¡Ay si todo
el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que sus padres hacían con los falsos
profetas».
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos a Dios
Padre todopoderoso, en cuyas manos está el destino del universo, y pidámosle
confiadamente que escuche las oraciones de su pueblo
1.- Por los gobernantes de
todas las naciones para que busquen la paz y procuren con sus leyes la
felicidad y el bienestar de todos. Roguemos al Señor.
2.- Par los pobres y
marginados de la sociedad para que Dios les bendiga y consuele a través de la
generosidad de los hermanos. Roguemos al Señor.
3.- Por los que viven sin
esperanza y sin felicidad para que la busquen y la encuentren en Dios nuestro
Padre. Roguemos al Señor.
4.- Por nuestros difuntos
para que resucitados con Cristo vivan en la felicidad para siempre. Roguemos
al Señor.
Dios nuestro, que
has enviado a tu Hijo para anunciar el Evangelio a los pobres, la libertad a
los cautivos y a los ciegos la vista, haz que tu palabra resuene con fuerza en
el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que esta oblación nos purifique y nos
renueve, y sea causa de eterna recompensa para los que cumplen tu voluntad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA
DE COMUNION Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que
todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Alimentados con las delicias del cielo, te
pedimos, Señor, que procuremos siempre aquello que nos asegura la vida
verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 17: Gn 4, 1-15.25; Sal 49, 1 y 8. 16bc-17.
20-21; Mc 8, 11-13
Martes 18: Gn 6, 5-8; 7, 1-5.10; Sal 28, 1ª y 2. 3ac-4.
3b y 9c-10; Mc 8, 14-21.
Miércoles 19: Gn 8, 6-13. 20-22; Sal 115; 12-13.14-15.
18-19; Mc 8, 22-26.
Jueves 20: Gn 9, 1-13; Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y
22-23; Mc 8, 27-33
Viernes 21: Gn 11, 1-9; Sal 32, 10-11. 12-13. 14-15; Mc
8, 34—9, 1
Sábado22: 1P 5, 1-4; Sal 22; Mt 16, 13-19
Domingo 23: 1S 26, 2.7-8.12-13.22-23; Sal 102, 1-2. 3-4.
8 y 10. 12-13; 1Co 15, 15, 45-49; Lc 6, 27-38
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 06, 17. 20-26
3-1. EV/BENDICION BITS/MALDICION:
Aunque Jesús
dirige su palabra a los discípulos, su enseñanza no concierne solamente a
ellos. En su auditorio hay discípulos que le siguen de cerca, una masa de gente
que acude de todas partes llevada por la curiosidad y algunos que han
bajado de Jerusalén y le observan maliciosamente. En realidad, las
bienaventuranzas, excepto la última que recae especialmente sobre los
discípulos, son para los pobres y los afligidos de este mundo. Lucas, a
diferencia de Mateo que trae ocho bienaventuranzas (Mt 5.3-12), menciona
sólo cuatro; pero añade, en contrapartida, otras cuatro amenazas. En
cuanto a las primeras, el número no tiene mayor importancia, ya que en
definitiva todas se refieren al único camino que conduce al reino de Dios.
Es interesante
hacer notar cómo Lucas habla únicamente de los "pobres", de
los ”hambrientos", de los que "lloran", sin añadir
calificativo alguno, mientras que Mateo nos habla de los "pobres de
espíritu" o de los que "tienen hambre y sed de justicia". El
texto de Mateo se refiere a los hombres que se tienen a sí mismos por
pobres delante de Dios y lo esperan todo de él, sin confiar en su propia
autosuficiencia. Y aunque este significado puede salvaguardarse también en
el texto de Lucas, puesto que el reino de los cielos y no la riqueza es la
esperanza y la dicha de los pobres no cabe duda que subraya la
pobreza como una situación objetiva favorable y hasta necesaria, aunque no
suficientemente, para llegar al reino de Dios. En cambio, las riquezas son
un verdadero obstáculo.
Jesús dirige expresamente
esta bienaventuranza a los que van a ser sus testigos, a los que van a ser
perseguidos "por causa del Hijo del hombre" (Cfr. Mt 5, 10-12):
"Dichosos vosotros..." Los discípulos de Jesús, los que le
siguen, padecerán por su causa, pero participarán también de su gloria y
de la gloria de los profetas. Lo específico de los cristianos no es ser
pobre o estar con los pobres, no es luchar por la justicia o construir
la paz, sino dar testimonio de Cristo. Para éstos, además de las otras
bienaventuranzas que comparten con los pobres, hay una bienaventuranza
específica.
El evangelio es
anuncio y denuncia al mismo tiempo, bendición y maldición, buena y
mala noticia. No es imparcial. No lo puede ser en un mundo dividido por la
injusticia. Por eso Jesús no bendice a unos sin maldecir a los otros. Pero
la maldición o la amenaza que hace a los ricos y a los autosuficientes es,
ante todo una advertencia severa y una exhortación para que se conviertan.
Porque si siguen
siendo ricos, a pesar de la pobreza de los pobres y a costa de éstos,
su situación es injusta a todas luces y es desesperada en vistas a lo que
importa, al reino de Dios.
También esta
cuarta amenaza se dirige expresamente a sus discípulos. Los que le siguen
y han de ser sus testigos no deberán alegrarse si se ven rodeados de una nube
de aduladores, sino todo lo contrario. Porque si buscan los halagos caerán
en los errores de los falsos profetas, de aquellos que sólo predican lo
que el mundo quiere escuchar y traicionan el evangelio.
EUCARISTÍA 1983, 9
2.- -Texto. Se ha
cerrado un capítulo de la obra con las espadas en alto por parte
de letrados y fariseos (cfr. Lc. 6,11). Con Lc. 6,12 se abre un nuevo
capítulo, del que forman parte los versículos de hoy. En el v.17 el autor
presenta el escenario: un llano. En él, tres grupos de personas netamente
diferenciadas acompañan a Jesús: los doce, discípulos, otra gente. La acción se
desarrolla entre Jesús y discípulos. Esta acción no lleva anejo movimiento
alguno de las partes. Son palabras de Jesús teniendo como destinatario de
las mismas a los discípulos. En sus palabras Jesús les habla de ocho
categorías de personas, divididas en dos bloques contrapuestos de a cuatro:
pobres, hambrientos, llorosos y vituperados en el primer bloque; ricos,
saciados, alegres y ensalzados en el segundo. Cada una de las categorías
viene introducida por una exclamación de gozo o de lamento. Exclamación
de gozo en el primer bloque y de lamento en el segundo.
Comentario. Voy a
empezarlo por esto de exclamación de gozo y de lamento. Si denomino así a
lo que habitualmente se llaman bendiciones y maldiciones, es porque
se acomoda más al género literario que subyace y que nos es perfectamente
conocido por el uso que de él hicieron los viejos profetas del Antiguo
Testamento. El profeta es la persona que ve los acontecimientos en
profundidad, que detecta en ellos realidades y movimientos que se escapan
al común de observadores. Al detectarlos lanza una exclamación. Esta
será de alegría o de pena, según el signo de la realidad o del movimiento
detectados. El profeta no sabe cuándo éstos tendrán lugar; sólo sabe que
tendrán lugar. No bendice o maldice a nadie, sino que lanza un grito de
entusiasmo o se echa las manos al cabeza aterrorizado ante la nueva
situación que se avecina, pero de la que no tienen ni idea aquéllos a
quienes va a afectar. En su calidad de gritos estas visiones proféticas no
se pueden encasillar dentro de ninguna lógica al uso ni mucho menos se
pueden interpretar como revanchismo o expresión de un "cambio de
tortilla". Son gritos que brotan del estremecimiento de unas entrañas
utópicas; manifestaciones de alegría, ayes de dolor. Sin estridencias,
sin esnobismos, sin contorsiones ni agresividad.
Balada, lamento.
Gestados en la montaña, en el cósmico-puro delirio de la música callada y
de la soledad sonora; arriba, donde el aire es siempre puro, donde la
realidad está hecha toda de utopía. Con la vista puesta en sus discípulos
(v.20). Son los cristianos. De ellos espera Lucas que sean los
continuadores del estremecimiento utópico de Jesús.
DABAR 1983, 15
3.- -Las
bienaventuranzas de Lucas son más "críticas" -más propias de un
profeta que de un legislador- que las de Mateo. Jesús las pronuncia
"en medio" de la gente venida de todas partes, aunque
"mirando" a los discípulos. Son también, además, unas
bienaventuranzas con alternativa: las maldiciones. De este modo forman un
texto absolutamente paralelo con la primera lectura y el salmo.
Leyéndolas, vienen a la memoria las palabras de Simeón: "...éste está
destinado a que muchos caigan o se levanten en Israel" (Lucas 2,34), y
evocan la escena majestuosa de Mateo 25,31 ss. Se da una antítesis
constante entre el "ahora" y el "día que vendrá"; esto
introduce al sentido trascendente de la vida presente, en función de una
esperanza que se apoya en el don de Dios.
La continuación
del texto lucano incluye una frase que cabría subrayar: "Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo". Es típica de Lucas esta
asimilación entre la” misericordia" del Padre y la
"perfección" del Padre, del texto de Mateo 5,48. El camino
del amor, del perdón, del corazón que guarda la bondad como un tesoro, es
el camino de Jesús y de la felicidad, porque es el camino que demuestra
que uno no se fía de sí mismo, no se convierte en el umbilicus orbis, sino
que busca de verdad el Reino que viene de Dios. El enlace con la segunda
lectura puede ser adecuado, a causa de las afirmaciones paulinas:
"Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres
más desgraciados".
Más que una
invectiva a partir de los "¡Ay de vosotros...!, la homilía debería
consistir en subrayar fuertemente la imagen del testimonio de Cristo en el
mundo. una buena ayuda para el contenido puede venir de la lectura de la
encíclica "Rico en misericordia”, especialmente las páginas dedicadas a
comentar la misión de la Iglesia al introducir en el mundo "el
momento del perdón" (cfr.n.14).
No obstante, y por
fidelidad al texto de Lucas, también es bueno destacar la alternativa.
Una persona que contempla todas las cosas desde un mundo cerrado no tiene otro
futuro sino el mundo en que se encuentra. Ahí radica la inmensa tragedia
del hombre cerrado a la trascendencia, llamado -a pesar de sí mismo,
quizás- al más allá.
PERE TENA - MISA
DOMINICAL 1983, 4
4.- Las
bienaventuranzas no son prometidas a quienes son pobres porque son pobres, y
las maldiciones no se dirigen contra los ricos porque son ricos. De hecho,
Jesús elogia a los pobres que viven en dos mundos a la vez: el presente y
la escatología, y amenaza a los ricos que no viven más que en un solo
mundo, el que encadena casi inevitablemente a quien lleva una vida
confortable.
El rico es el que
se da tan pronto por satisfecho con lo que posee que no realiza el
viaje hacia la profundidad de su ser, a lo que, por otra parte, nada le llama:
un determinado orden social rico y super-industrializado, una determinada
institución eclesiástica super-asegurada de verdades y de derecho.
El pobre no posee
más que su soledad, pero la vive con ese valor de ser que le lleva a las
profundidades de su ser, allí donde se vislumbra otro mundo. Solitario en ese
orden, es rico en la participación de este otro orden, participa ya en las
victorias y de su proximidad. Es el revelador de este otro mundo que
viene penosamente, a través de gracias y desgracias, éxitos y fracasos,
victorias y traiciones.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II - MAROVA MADRID 1969.Pág. 240
5.- Para la
ocasión Lucas pone especial cuidado en diferenciar a los doce, los discípulos y
el público en general. Con la lógica excepción de los doce, Lucas recalca
lo numeroso de los otros dos grupos y la procedencia del público en
general: de territorio judío y no judío. Ambiente solemne y expectante:
habían acudido a escuchar a Jesús (Lc. 8,18). Lucas restringe a los discípulos
las palabras de Jesús recogidas en el texto de hoy. Sólo en la óptica del
discípulo podrán ser entendidas esas palabras.
Las palabras de
Jesús resuenan lentas y cadenciosas por la reiteración de "dichosos, ¡ay!,
porque" y el adverbio "ahora". La referencia no son situaciones
impersonales, sino personas concretas que son pobres, pasan hambre, lloran
y son objeto de odio y de persecución; o bien son ricas, no pasan hambre,
se burlan y son objeto de adulación. Las palabras de Jesús hablan de un final
en la condición presente de todas esas personas, de un ¡basta ya! Un final
y un ¡basta ya! situados en un futuro no precisado pero cierto. Se trata
del futuro de Dios, quien a través de las palabras de Jesús se revela
como alguien que también tiene una palabra que decir en un mundo que
también es suyo y que, por consiguiente, no es sólo humano, sino también
divino.
En la frase
"vuestra recompensa será grande en el cielo", la expresión en el
cielo no se refiere sin más al más allá después de la muerte, sino a Dios.
Es de todos conocido que un judío jamás pronuncia el nombre de Dios. En su
lugar emplea circunloquios, rodeos de palabras. En el cielo es uno de
estos circunloquios para referirse a Dios.
Comentario. Sólo
una interpretación miope y mal intencionada puede hablar de este
texto como de opio del pueblo. Nos hallamos ante la formulación del ¡basta
ya! divino ante el espectáculo dantesco de un mundo horrendo. Un mundo así
le duele demasiado a Dios y, aunque Dios es paciente, su paciencia lo es todo
menos patente de impunidad. El texto no hace sino recordarnos algo que los
humanos parecemos haber olvidado: que este mundo no es sólo nuestro, sino
también de Dios y que, por tanto, también Dios tiene derecho a hablar.
Resulta paradójico que, en el siglo de la conciencia de derecho,
le neguemos derecho a Dios.
Los pobres, los
hambrientos, los que lloran, los perseguidos, todos los que son todo
esto por causa del Hijo del Hombre, son paradójicamente dichosos en su
situación porque saben de Dios y de su Palabra. Sólo los que viven como si
Dios no existiera y, debido a ello, se enriquecen, nadan en opulencia y
risas y hasta son idolatrados, sólo éstos son los que tienen que temer por
el silencio paciente de Dios. ¡Ay de ellos! No es una amenaza, es el grito
desgarrador de los profetas por la desgracia en la que ya están instalados sin
ellos saberlo.
ALBERTO BENITO -
DABAR 1995, 13
PROPUESTA DE CANTOS VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)
(16 DE FEBRERO)
TEMA: “DICHOSOS LOS POBRES; ¡AY DE USTEDES, LOS RICOS!”
01.- SUBE A
LA MONTANA
SUBE
A LA MONTAÑA, SUBE A LA MONTAÑA,
SUBE
A LA MONTAÑA Y VERÁS AL SEÑOR (2)
Oye
la llamada de su voz,
no
vuelvas la espalda al Redentor,
sube
y sigue al Señor.
Él
te invitará a ser pobre,
El
té invitará a ser limpio,
a
vivir, a morir
por
un mundo de amor.
SUBE
A LA MONTAÑA, SUBE A LA MONTAÑA,
SUBE
A LA MONTAÑA Y VERÁS AL SEÑOR
No
juzgues y no te juzgarán;
no
devuelvas nunca mal por mal,
habla
y di la verdad.
Todo
aquel que sube, llega,
todo
aquel que busca, encuentra,
la
verdad que Jesús
en
el monte enseñó.
SUBE
A LA MONTAÑA, SUBE A LA MONTAÑA,
SUBE
A LA MONTAÑA Y VERÁS AL SEÑOR (2)
02.- VAMOS A
LA CASA DEL SEÑOR (Pbro. Alberto Taule)
Tierra,
aclama a tu Señor,
dale
culto con fidelidad.
Ven
y ponte en presencia de tu Dios.
Canta
alegre por su bondad.
VAMOS
A LA CASA DEL SEÑOR
EN
ESTE DÍA DE FIESTA.
CELEBREMOS
SU PRESENCIA
EN
MEDIO DE SU PUEBLO.
Nos
ha creado para él;
suyos
queremos siempre ser.
Con
su mano nos conduce por doquier,
Él
nos guía como un pastor.
Es
conocida su bondad:
cuida
a sus hijos con amor.
Nunca
falla su fidelidad:
por
los siglos subsistirá.
02ª.- VAMOS A
LA CASA DEL SEÑOR (Pbro. Alberto Taule)
Tierra,
aclama a tu Señor,
dale
culto con fidelidad.
Ven
y ponte en presencia de tu Dios.
Canta
alegre por su bondad.
VAMOS
A LA CASA DEL SEÑOR
EN
ESTE DÍA DE FIESTA.
CELEBREMOS
SU PRESENCIA
EN
MEDIO DE SU PUEBLO.
Nos
ha creado para él;
suyos
queremos siempre ser.
Con
su mano nos conduce por doquier,
Él
nos guía como un pastor.
Es
conocida su bondad:
cuida
a sus hijos con amor.
Nunca
falla su fidelidad:
por
los siglos subsistirá.
03.- LA MISA
ES UNA FIESTA
LA
MISA ES UNA FIESTA MUY ALEGRE
LA
MISA ES UNA FIESTA CON JESÚS.
LA
MISA ES UNA FIESTA QUE NOS UNE
LA
MISA ES UNA FIESTA CON JESÚS.
1.-
Cada domingo celebramos
que
nuestro amigo nos salvó,
que
por amarnos dio su vida y resucitó.
2.-
Con su Palabra nos enseña,
nos
alimenta con su pan,
nos
compromete a ser amigos y a caminar.
04.- ENTRE
TUS MANOS
ENTRE
TUS MANOS, ESTA MI VIDA SEÑOR.
ENTRE
TUS MANOS, PONGO MI EXISTIR.
HAY
QUE MORIR, PARA VIVIR.
ENTRE
TUS MANOS YO CONFÍO MI SER.
Si
el grano de trigo no muere,
Si
no muere, solo quedara.
Pero
si muere, en abundancia dará,
Un
fruto eterno que no morirá.
ENTRE
TUS MANOS, ESTA MI VIDA SEÑOR.
ENTRE
TUS MANOS, PONGO MI EXISTIR.
HAY
QUE MORIR, PARA VIVIR.
ENTRE
TUS MANOS YO CONFÍO MI SER.
05.- TRAEMOS
A TU ALTAR
TRAEMOS
A TU ALTAR
CON
EL VINO Y EL PAN
NUESTRAS
OFRENDAS.
TRAEMOS
A TU ALTAR
CON
LOS HOMBRES SU AFÁN
Y
SUS PROBLEMAS.
1.-
Con los hombres que trabajan el pan con sudor
ofrecemos
nuestro esfuerzo,
por
lo hombres que no tienen trabajo ni pan
te
pedimos el sustento.
2.-
Con los hombres cuyas vidas son fruto de bien
ofrecemos
nuestra entrega,
por
los hombres cuyas vidas son pena y dolor,
que
sepamos estar cerca.
3.-
Con los hombres que construyen un mundo de paz
ofrecemos
nuestras manos,
por
los hombres que padecen la guerra y el mal,
que
seamos solidarios.
06.- ACEPTA
SEÑOR EL VINO Y EL PAN
ACEPTA
SEÑOR EL VINO Y EL PAN
CON
ELLOS TRAEMOS TU OFRENDA A TU ALTAR.
1.-
Sobre tu altar Señor va nuestra ofrenda
el
abrazo sincero al hermano
perdonándonos
nuestras ofensas.
2.-
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
trabajar
por un mundo más justo de igualdad
y
concordia fraterna.
3.-
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
convertir
nuestra vida pasada
al
mensaje de tu Buena Nueva.
07.- VIVO YO,
PERO NO SOY YO
VIVO
YO, PERO NO SOY YO
ES
CRISTO QUIEN VIVE EN MÍ
VIVO
YO, PERO NO SOY YO
ES
CRISTO QUIEN VIVE EN MÍ.
1.-
Comamos todos juntos
el
pan de la unidad.
Venid
a este banquete,
venid
a comulgar.
La
Eucaristía es una fiesta,
en
verdad es un pan.
Comamos
todos juntos
comamos
de este Pan.
2.-
A todos los cansados,
a
todos los hambrientos,
Jesús
nos da su mesa
Jesús
es alimento.
Comamos
todos juntos
el
Pan de la unidad,
comamos
de su Cuerpo
comamos
de su pan.
3.-
Comamos todos juntos
el
Pan de la unidad,
partamos
nuestros bienes
con
todos los demás.
A
todos los cansados
Jesús
nos da su paz,
a
todos los hambrientos
Jesús
nos da su Pan.
08.- BENDITO
SERAS
1.-
Bendito si buscas siempre a Dios,
Bendito
serás.
Bendito
si amas la verdad,
Bendito
serás.
La
sed del dinero no rompió tu calma.
El
odio y la envidia no muerden tu alma.
Bendito
serás.
Si
siembras la paz Bendito serás.
2.-
Si al pobre y al rico das tu amor,
Bendito
serás.
Si
un pájaro canta en tu balcón,
Bendito
serás.
Bendito
el amigo que en seguida viene,
que
abre su puerta al que nada tiene,
Bendito
serás. Si ofreces tu pan,
Bendito
serás.
3.-
Si rezas humilde tu oración,
Bendito
serás.
Si
a Dios confiaste tu ansiedad,
Bendito
serás.
Si
buscas un mundo mucho más humano,
un
mundo en que todos vivan como hermanos,
Bendito
serás.
Si
sufres por Dios,
Bendito
serás.
4.-
Bendito si es limpio tu mirar,
Bendito
serás.
Bendito
si sabes perdonar,
Bendito
serás.
Si
un sueño dormido vuelve a despertarte.
Si
estando caído sabes levantarte,
Bendito
serás.
Si
tienes a Dios,
Bendito
serás.
09.- ESTE ES
EL PAN DE LOS HIJOS (Alcalde)
Este
es el pan de los hijos, preparado con amor.
Este
es el pan compartido en la misma comunión.
¡Dichosos
los invitados, a la mesa que alegra el corazón!
¡Dichosos
los invitados a la cena del Señor!
Este
es el pan de los fuertes, que del cielo descendió.
Este
es el vino de la fiesta, que enardece el corazón.
Este
es el cuerpo de Cristo, entregado por amor.
Esta
es la Sangre de Cristo, alianza eterna con Dios.
Este
es el pan del camino de la peregrinación.
Este
es el pan de la vida y de la resurrección.
10.- MARIA (Joaquín
Madurga)
María,
mujer de nuestro pueblo,
que
vences en la lucha María.
María,
mujer que en tu pobreza
Dios
hace maravillas, María.
MARIA,
MARIA TU NOMBRE
BENDICEMOS,
MARIA.
María,
humilde campesina, de fe
Comprometida,
María.
María,
tu si de amor y entrega
La
vida nos engendra, María.
María,
tú eres dulce Madre
De
Dios y de los hombres, María.
María,
tus hijos suplicamos
Querernos
como hermanos, María.
11.- GRACIAS MADRE
GRACIAS,
MADRE, POR TU PRESENCIA,
TÚ
NOS LLEVAS A JESÚS.
GRACIAS,
MADRE, POR TU SILENCIO,
TÚ
ESTIMULAS NUESTRA FE.
1.-
Gracias porque eres muy sencilla,
gracias
porque eres llena de gracia.
Gracias,
Madre, gracias.
Gracias
por tu vida tan callada,
gracias
porque vives la palabra.
Gracias,
Madre, gracias.
2.-
Gracias por tu corazón abierto,
gracias
por vivir un sí constante.
Gracias,
Madre, gracias.
Porque
te abandonas en sus manos,
porque
siempre vives la esperanza.
Gracias,
Madre, gracias.
3.-
Gracias porque tú sigues amando,
gracias
porque tú vas actuando.
Gracias,
Madre, gracias.
Porque
lo haces todo entre nosotros,
porque
tú nos quieres como a hijos.
Gracias,
Madre, gracias.