sábado, 9 de junio de 2012

COMENTARIO DOMINICAL DEL 10 DE JUNIO DEL 2012

ESTE ES MI CUERPO, ESTE ES MI SANGRE

1° LECTURA: Éx. 24, 3‑8: Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con ustedes
SALMO:   Sal  115  Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor
2° LECTURA: Heb. 9, 11‑15: La Sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia
EVANGELIO: Mc. 14, 12-16. 22-26: Este es mi Cuerpo, este es mi Sangre.

El día de Corpus celebramos el misterio de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía. Jesús se hace presente en el pan y el vino para hacernos vivir con él y de él. Los primeros cristianos, en vez de pensar como nosotros: “Hay que ir a misa”, decían: “Necesitamos nuestro dominicum”. La Eucaristía o misa será para nosotros el gozo y la fuerza de nuestra vida cuando tengamos este sentimiento de necesidad: “No puedo pasar sin ella”. Es una cuestión de fe despierta hasta su más alto grado. La riqueza de la misa sólo se puede ver en la fe; ir a misa es ante todo sacudir nuestra fe. En medio de pensamientos tan diversos, ponernos otra ropa, llegar a tiempo, encontramos con los demás, tener una función en la celebración, aguardar una buena homilía, sólo hay una cosa esencial: no faltar a nuestra cita con Jesucristo. Esa cita con el invisible depende por entero de nuestra fe, que es la única capaz de  forzar lo invisible. ¿Una cita con Cristo? Al ofrecernos su presencia eucarística, Jesús nos invita a trabajar en el mundo entero.  Nos dice: “Tomen”. Yo le digo: “Si Señor, quiero tomarte, quiero recibirte, a ti”. No vamos hacia otra cosa, vamos hacia ti, te tomamos a ti. Tomar a Jesús es aceptar entrar en  las ideas de Dios en la valentía de aquel que vino a salvar al mundo. ¡Tomen! Es mi cuerpo, es mi vida. Sí, Señor, tomo tu vida para vivir como tú. Sabemos a qué nos compromete esto: vivir como Jesús es escoger amar. Cuando se comprende esto, se ve hasta qué punto es vano amar como Jesús sin la misa. ¡El lo sabía bien!. No somos nosotros los que inventamos la eucaristía, sino  él: “Para poder  vivir como yo, tómenme; soy yo”.
Este domingo tenemos una cita con Jesús, la fiesta del Corpus Christi: celebremos la Eucaristía,  recibámoslo en comunión y llevémoslo en procesión por nuestras calles con el fin de tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud.
Esta fiesta se remonta a finales del siglo XIII en Lieja, Bélgica, por un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja y que dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi. Los cristianos atestiguamos nuestra gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez