viernes, 29 de junio de 2012

COMENTARIO DOMINICAL DEL 01 DE JULIO DEL 2012


CONTIGO HABLO, NIÑA ¡ LEVÁNTATE!”

1° LECTURA: Sab.1, 13‑15; 2, 23-24 :  La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo
SALMO:   Sal   29: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

2° LECTURA: 2Cor. 8, 7. 9. 13-15: Su abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres

EVANGELIO: Mc. 5, 21‑43: Contigo hablo, niña, levántate


“La cogió de la mano y le dijo: niña levántate”. Pensemos en la mano de Dios leamos en el texto de Isaías: “Yo Yahvé, soy tu Dios, yo te cogí por la mano derecha y te dije: No temas, vengo en tu ayuda”. Cariñoso poder de Dios, cariñoso poder de Jesús. Conmovido, Marcos nos hace mirar la pequeña que de nuevo está viva: “Tenía doce años y les dijo que le dieran de comer”. Todo vino de la plegaria de su padre, lleno de confianza: “¡Ven para que viva!”. Cuando la gente avisó brutalmente al padre  que era inútil, que ya todo había acabado, Jesús se apoyó en su reacción más importante: “No temas, ten fe y basta”.
En el otro milagro que nos narra al mismo tiempo, Marcos repite incansablemente lo que desea inculcarnos, esas dos cosas tan sencillas  que hacen al cristiano: el poder de Jesús y nuestra confianza. “La mujer se decía: con que le toque, aunque sea la ropa me curo”. “Jesús dándose cuenta que había salido fuerza de  él... le dijo, tu fe te ha curado. Vete en paz”. ¿Cómo hacernos comprender mejor lo que hemos de intentar vivir con él: tener confianza en su poder? Pero los enfermos siguen enfermando, los niños que mueren no vuelven a vivir, esas historias de milagros hacen sonreír o llorar. ¡No cambian en nada las cosas! Pueden cambiarlo todo si finalmente, más allá de nuestra confianza, quizás algo vaga, despiertan una verdadera fe, la que el evangelio define diciendo que salva: “Vete, no tengas miedo; tu fe te ha salvado”. Pero ¿qué pasos hay que dar, que repetir sin cesar, para llegar a esa fe en la fuerza de resurrección que emana tan poderosamente de Jesús?.
No se trataba solamente en este caso de curar a una mujer, ni siquiera de resucitar a una niña. Algunos, incómodos por esta resurrección hablan de un “letargo”. Eso es pasar por completo de lado junto a la lección que nos quiere dar Marcos. Marcos traduce el talita, kum (“chiquilla, ponte en pie”) introduciendo ese “ponte en pie” con la frase de Jesús: “está dormida” nos remite a una antigua liturgia del bautismo en la que se celebra el poder de Jesús como una fuerza de resurrección: Despierta, tú que duermes, Levántate de la muerte Y te iluminará el Mesías.
Esos milagros no deben detener nuestra atención en ellos mismos, si no, surgirá inevitablemente la queja: ¿por qué Jesús no curó a todos?. ¿Por qué Dios deja que los niños sufran y mueran?. Hay que tener inmediatamente una visión más amplia y más lejana. Bien leídos, los milagros nos guían, como anticipaciones parciales, hacia un triunfo universal sobre la muerte espiritual por el perdón y sobre la muerte física por la verdadera resurrección. No la de la niña que tuvo que enfrentarse de nuevo con la muerte, sino la resurrección final, definitiva. Cristo nos coge de la mano, o mejor dicho es nuestra fe que se agarra a su mano para que nos mantenga en pie en medio de las dificultades y de los sufrimientos actuales. El que no despierta su fe hasta el máximo no puede experimentar el poder de resurrección de Cristo que está ya en acto y que triunfará por completo cuando nos haga levantar de entre los muertos. Antes un niño muerto, no digo nada (¿qué podría decir?) pero pienso como piensan los padres creyentes: “En donde tú acabas de llegar, Cristo te está despertando a la vida bienaventuradas).
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez
rolancaju@gmail.com