QUE POR
LA FE TENGA VIDA
COMENTARIO
La tercera parte del texto son
los vs. 30-31. Se trata de una conclusión del autor a toda su obra, indicando
las dos motivaciones que ha tenido para escribirla.
El autor del cuarto Evangelio
ha presentado la fe en Jesús resucitado por parte de los discípulos. Lo veíamos
el domingo pasado. A ella han llegado a partir de la profundización en un
signo, el sepulcro vacío. Por consiguiente, la primera parte del texto de hoy
no quiere ser una demostración de que Jesús vive. En el planteamiento de Juan
no entra la fe como apologética. Lo que Juan quiere poner de manifiesto en esa
primera parte es el papel de los discípulos en cuanto creyentes.
Son los enviados de Jesús, como
él lo ha sido del Padre. Lo son, por supuesto, desde la íntima paz y alegría
nacidas de la efectiva y real presencia de Jesús. Pero no es esa presencia lo
que se quiere hacer resaltar, sino el envío de los discípulos.
Como el Padre me ha enviado,
así también yo les envío. Los creyentes son una comunidad con un aire nuevo, el
aire de Jesús, simbolizado en su suave soplo sobre ellos. Los creyentes son la
comunidad del perdón de los pecados. ¡Lástima del aire viejo y enrarecido que a
veces se ha infiltrado en estas palabras!
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA 4 Esd 2, 36-37
Alégrense en su gloria, dando gracias a Dios,
que los ha llamado al Reino celestial. Aleluya.
ORACION COLECTA
Dios de misericordia infinita, que reanimas, con el retorno anual de
las fiestas de Pascua, la fe del pueblo a ti consagrado, acrecienta en nosotros
los dones de tu gracia, para que todos comprendan mejor qué Bautismo nos ha
purificado, qué Espíritu nos ha hecho renacer y qué sangre nos ha redimido. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16.
Por mano de los apóstoles se realizaban
muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos se reunían con un mismo espíritu
en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la
gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes,
una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor. La
gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para
que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Acudía
incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y
poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 117)
Den gracias al
Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor: eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon
los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha
sido un milagro patente. Este es el que hizo el Señor: sea nuestra alegría y
nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, los
bendecimos desde la casa del Señor. El Señor es Dios, Él nos ilumina. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del
Apocalipsis 1, 9-11a.12-13.17-19
Yo, Juan,
su hermano y compañero en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en
Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la Palabra de
Dios y del testimonio de Jesús. El día del Señor fui arrebatado en espíritu y
escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía: «Lo que estás
viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias». Me volví para
ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en
medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y
ceñido el pecho con un cinturón de oro.
Cuando
lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero Él puso su mano derecha sobre mí,
diciéndome: «No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve
muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de
la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo; lo que es y lo que
ha de suceder después de esto.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29
Aleluya. Porque me has visto,
Tomás, has creído —dice el Señor—; bienaventurados los que crean sin haber
visto. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la
semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo
a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a
ustedes». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos
se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el
Padre me ha enviado, así también los envíos yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos
y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos». Tomás, uno
de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los
otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si
no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de
los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, los discípulos estaban otra
vez dentro, y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se
puso en medio y dijo: «Paz a ustedes». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí
tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber
visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a
la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que crean que Jesús es
el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Hermanos, roguemos a Dios para que nuestra fe en
Cristo resucitado, quien está siempre en medio de nosotros, quede expresada en
todos los actos de nuestra vida.
1.- Por la Iglesia de Dios; que el Señor la conserve en su fe
renovada por las solemnidades de esta Pascua, para que reproduzca con
perfección la figura gloriosa del Salvador. Roguemos al Señor.
2.- Por nuestro Santo Padre el Papa, los obispos y sacerdotes;
para que, en medio de la indiferencia y oposiciones del mundo, sean sostenidos
por su fe en Cristo resucitado. Roguemos al Señor.
3.- Por todos los gobernantes de las naciones para que ejerzan
su autoridad en servicio de los más pobres y débiles de la sociedad. Roguemos
al Señor.
4.- Por los enfermos y los oprimidos; para que nuestra
presencia activa junto a ellos los aliente en la esperanza de una feliz
resurrección. Roguemos al Señor.
¡Señor Dios, refugio y fortaleza nuestra!, escucha
la voz de tu Iglesia que te suplica con este amor cuya fuente eres tú; y
realiza todo esto que te pedimos con fe, por Cristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las
ofrendas de tu pueblo [y de los recién bautizados], para que, renovados por la
confesión de tu nombre y por el Bautismo, consigamos la eterna bienaventuranza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn 20, 27
Trae
tu mano y métela en el agujero de los clavos: y no seas incrédulo, sino
creyente. Aleluya.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Concédenos, Dios todopoderoso, que el sacramento
pascual recibido permanezca siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS
Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 28: Is 6, 1-8 (o
bien: 1Co 4, 1-5); Sal 115; Mt 28, 16-20
Martes 29: Hch 4, 32-37; Sal 92,
1ab. 1c-2.5; Jn 3, 5ª. 7b-15
Miércoles 30: Hch 5, 17-26;
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9; Jn 3, 16-21
Jueves 01: Hch 5, 27-33:
Sal 33, 2 y 9. 17-18.19-20, 2 y 9. 17-18.19-20; Jn 3, 31-36.
Viernes 02: Hch 5, 34-42; Sal 26, 1.4.13-14; Jn 6, 1-15
Sábado 03: Ga 6, 14-18; Sal
117; Jn 12, 31-36ª.
Domingo 04: Hch 5, 27b-32.
40b-41; Sal 29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y 12ª y 13b; Ap 5, 11-14; Jn 21, 1-19 (o bien:
Jn 21, 1-14).
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 20, 19-31
1.-
Texto. Se compone de un relato en dos tiempos y de un epílogo o comentario
final del autor a todo el Evangelio. El relato arranca al atardecer del mismo
día en el que, de madrugada, Pedro y el discípulo amado habían comprobado que
el sepulcro de Jesús estaba vacío. El lugar es un espacio cerrado a causa de un
miedo al exterior humano. Jesús se hace presente en ese espacio y su presencia
comunica paz e infunde alegría a los encerrados. Y con la paz y la alegría, el
aliento de un envío a imagen y semejanza del envío de Jesús por el Padre.
El segundo tiempo del relato se sitúa a la
semana siguiente. Esta vez el problema no es externo (miedo a los de fuera),
sino interno: Tomás ha puesto condiciones para poder creer que Jesús está vivo.
De nuevo se hace Jesús presente comunicando paz, e inmediatamente se dirige al
hombre que había puesto condiciones.
Jesús no le reprocha su actitud, pero
declara superior la exhibida por el discípulo amado en Jn. 20, 8: sin haberle
visto a él, ha creído, sin embargo, que él estaba vivo. La traducción litúrgica
habla en perspectiva de futuro: ¡Dichosos los que crean sin haber visto! La
lectura es correcta, pero a condición de enraizarla en el presente del grupo,
cuyo símbolo es el discípulo amado, personaje no necesariamente individual, y
que por eso mismo jamás tiene nombre propio exclusivo. ¡Dichosos los que tienen
fe sin haber visto! Los dos últimos versículos no se refieren sólo al relato de
hoy, sino que tienen en cuenta la totalidad de la obra. Los interlocutores son
el autor y sus lectores. El autor se dirige directa y explícitamente a los
lectores, nosotros, por ejemplo. Les -nos- habla de su labor de selección y del
móvil que le ha llevado a escribir.
Comentario. El primer tiempo del relato
sugiere por evocación las primeras línea del Génesis: "La tierra era un
caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se
cernía sobre la faz de las aguas" (/Gn/01/02). En ambos casos el aliento
crea una situación buena nueva, poniendo fin a otra anterior de tiniebla o de
espacio cerrado. Probablemente haya que buscar en esta evocación la clave de
lectura de nuestro texto. ¿No querrá hablarnos el autor de un nuevo comienzo,
de una nueva creación? La primera creación llevaba aneja una bendición:
"Creced y multiplicaos". Bendecir a alguien es dotarle de una fuerza
saludable. También aquí los discípulos (en el cuarto Evangelio sinónimo de
creyentes) aparecen dotados con esa fuerza: "Recibid espíritu santo: a
quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados: a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos".
BENDICION-BIBLICA: Estas palabras no tienen
sentido forense. Hay que interpretarlas en la línea de la bendición bíblica. La
bendición produce el engrandecimiento ante los demás de la persona bendecida, a
la vez que Dios hace depender su conducta respecto de los hombres de la postura
que éstos adopten frente a las personas que él ha bendecido. El creyente en
Jesús es recipiente y también cauce de bendición; es fuerza saludable para los
demás.
Tal vez esta grandeza explica el interés
del autor del cuarto Evangelio por el tema de la fe en Jesús y de las personas
creyentes. El ha escrito, nos dice, "para que creáis que Jesús es el Hijo
de Dios. ¡Dichosos los que tienen fe sin haber visto!" El autor sabe que
esto no es una cuestión de evidencia tajante. Tal vez por eso no habla él de
milagros, sino de signos. El signo hay que saber captarlo. Creer en Jesús es un
proceso que se lleva a cabo por descortezamiento o eliminación de capas. Pero
por esto mismo no es un proceso fácil, pues comporta siempre renovación de los
hábitos mentales y de comportamiento del que se dice creyente.
A. BENITO - DABAR 1988, 24
2.- Comentario. Lo que un eminente exégeta
escribía hace treinta años sobre el relato de la Pasión en el cuarto evangelio
puede también aplicarse al relato de la Pascua: "No se trata de una
construcción hecha con miras a ilustrar unas ideas, sino una interpretación
teológica de una historia verdadera". Esta historia parte de una situación
de miedo a las autoridades judías. La situación no es nueva en la obra. Es ya
la cuarta vez que el autor la menciona (las otras tres en Jn. 7, 13; 9, 22; 19,
38). Por Jn. 7. 11-13 se ve claro que el miedo no es al pueblo judío, sino a
sus autoridades. Este miedo encierra, incapacita, esteriliza. "En esto
entra Jesús". Al autor no le interesa el cómo ni el modo. Lo importante es
el hecho. Jesús está ahí, es la misma persona que había convivido antes con los
que ahora están incapacitados por el miedo. "Paz a vosotros". Por dos
veces resuena la frase. En vez del miedo, la paz. Esta debe ocupar el espacio
interior del que antes se adueñaba el miedo. El corazón de los discípulos se
distiende y la alegría termina por aflorar a sus rostros. "Paz a
vosotros". El cambio ya se ha producido. No tiene ningún sentido seguir
encerrados. "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".
Padre, Jesús, cristianos (el término discípulos tiene en Juan este sentido
amplio). Los cristianos son a Jesús lo que Jesús es al Padre. Jesús está ahí
para desvelarles su identidad. Son sus enviados, como El lo es, a su vez, del
Padre. Por eso deben tener su mismo talante. "Recibid espíritu
santo". La presencia del artículo determinado "el" en la
traducción litúrgica puede desorientar un poco. El autor no está escribiendo en
términos trinitarios, sino en términos de tipo o calidad de existencia. Es
difícil condensar en unas líneas lo que Juan entiende por espíritu y que ha ido
desentrañando a lo largo de su obra. Algo, sin embargo, nos puede orientar el
hecho de que Juan maneja el lenguaje por oposición-negación. Jesús, por
ejemplo, ha sido presentado de esta manera en Jn. 1, 17. El cuarto evangelio se
abre con la gran oposición gracia-verdad por un lado y ley por otro. De ahí a
la oposición espíritu-letra media sólo un paso, el formulado explícitamente
bajo espíritu-carne en Jn. 3,6. Letra (autoridades judías) frente a espíritu
(Jesús). Anquilosamiento frente a movilidad; rigidez frente a fluidez. "El
espíritu sopla donde quiere, oyes el ruido, pero no sabes de dónde viene ni
adónde va. Eso pasa a todo el que ha nacido del espíritu" (Jn/03/08).
Estos son los cristianos en su calidad de enviados de Jesús. Dan curso a una
forma de existencia opuesta al atenazamiento y al miedo, característicos de la
forma de existencia bajo la ley.
La segunda parte del texto nos lleva a una
problemática distinta, aunque ya insinuada el domingo pasado en Jn. 20, 1-9.
"¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que creen sin haber visto".
Por un lado Juan pone de manifiesto que la
convivencia física con Jesús no es criterio suficiente para entender a Jesús en
profundidad. Por otro, adelanta que esta inteligencia de Jesús puede darse en
los que no han convivido físicamente con El. Juan no niega ni minusvalora el
papel de los testigos oculares o, más concreto, de los Doce. Sencillamente,
rompe una lanza en favor de los que no han convivido con Jesús. Se trata de una
problemática fundamental vivida intensamente en las primeras comunidades cristianas.
Exponentes de la misma son el libro de los Hechos y las Cartas de Pablo. El
texto de este domingo nos proporciona la gran alegría de saber que hoy podemos
entender a Jesús incluso mejor que los que convivieron con El. Estamos
realmente en el tiempo pascual.
A. BENITO - DABAR 1985, 23
3.- COR/PERSONA
No faltan comentaristas que establecen una
relación entre "credere" y "cor-dare", entendiendo el
corazón como la realidad que totaliza a la persona
4.- DO/ORIGEN.
La liturgia invita a subrayar el sentido
del domingo, manteniendo este evangelio -que constituye un precioso tejido
teológico- en cada uno de los tres ciclos. El día del Señor es el día en que
celebramos la fe pascual y la irrupción de la eternidad de la Trinidad en
nuestra historia, lo celebramos alrededor de Jesús resucitado como centro de la
vida de la comunidad de los discípulos.
J. FONTBONA - MISA DOMINICAL 1990, 9
Se podría considerar el evangelio de este
día como el "lugar teológico del domingo cristiano". La narración de
dos apariciones del Resucitado en dos domingos consecutivos nos hace casi
asistir al nacimiento del domingo cristiano: la comunidad de creyentes se
acostumbra a reunirse en domingo en memoria y en la espera del Resucitado. Nos
permite presentar el sentido originario del domingo: como memoria y presencia
del Resucitado en medio de los suyos; como el día de la Resurrección, Pascua
semanal.
I. OÑATIBIA - MISA DOMINICAL 1990, 9
5. - Son varios los temas que componen este
Evangelio: las apariciones del Señor ritman de ocho en ocho días la vida de las
comunidades primitivas; Cristo-Señor hace uso de su poder de Resucitado
transmitiendo sus poderes a los apóstoles; finalmente, los discípulos se ven
llevados a descubrir, lo mismo que Tomás, el desprendimiento de la fe. a) Las
apariciones. Juan comienza por resumir los datos que han llegado a su
conocimiento seguramente a través de las mismas fuentes que a San Lucas (24,
36-49): Cristo no es ya un hombre como los demás, puesto que pasa a través de
los muros; pero no es un espíritu, puesto que se le puede ver y tocar sus manos
y su costado (v. 20). Su resurrección ha supuesto para El un nuevo modo de
existencia corporal. Juan no insiste tanto como Lucas en torno a la
demostración: reemplaza la alusión a los pies por la alusión al costado y no
señala que Cristo tuvo que comer con los apóstoles para que le reconocieran.
Pero, mientras que en San Lucas el Señor está completamente vuelto hacia el
pasado con el fin de probar que su resurrección estaba prevista, Juan le presenta
más bien orientado hacia el futuro y preocupado por "enviar" a sus
apóstoles al mundo.
Este envío de los apóstoles al mundo es
prolongación del envío que el Padre ha hecho de su Hijo (Jn 17, 18). Los
apóstoles están ya habilitados para terminar la obra que Cristo ha iniciado
durante su vida terrestre (Jn 17, 11). La reunión de los discípulos en torno al
Señor se hará en adelante en torno a los mismos apóstoles.
Un tema importante de las apariciones es la
preocupación de Cristo por organizar los distintos elementos que prolongarán
sobre la tierra su actividad de Resucitado: la jerarquía, los sacramentos, el
banquete, la asamblea (adviértase la doble mención de la "reunión" de
los apóstoles" vv. 19 y 26, ya con su ritmo dominical: v. 26).
b) El don del Espíritu (PAS/PENT). ¿Cómo
puede Juan descubrir la venida del Espíritu sobre los apóstoles el domingo de
Pascua, mientras que Lucas la anuncia para Pentecontés? (Lc 24, 49). Realmente,
Juan se hace eco de una antigua idea de los medios judíos, en especial de los
que se movían en torno a Juan Bautista. En esos medios se esperaba a un
"Hombre" que "purgaría a los hombres de su espíritu de
impiedad" y les purificaría por medio de su "Espíritu Santo" de
toda acción impura, procediendo así a una nueva creación (Sal 50/51, 12-14; Ez
36, 25-27). Al "insuflar" su Espíritu, Cristo reproduce el gesto
creador de Gén 2, 7 (cf, 1 Cor 15, 42, 50, en donde Cristo debe su título de
segundo Adán al "Espíritu" que recibe de la resurrección; Rom 1, 4).
Mediante su resurrección, Cristo se ha
convertido, pues, en el hombre nuevo, animado por el soplo que presidirá los
últimos tiempos y purificará la humanidad. Al conferir a sus apóstoles el poder
de remitir los pecados, el Señor no instituye tan solo un sacramento de
penitencia; comparte su triunfo sobre el mal y el pecado.
Se comprende por qué San Juan ha querido
asociar la transmisión del poder de perdonar con el relato de la primera
aparición del Resucitado. La espiritualización que se ha producido en el Señor
a través de la resurrección se prolonga en la humanidad por medio de los
sacramentos purificadores de la Iglesia.
c) De la visión a la fe (J/PRESENCIA). La
forma de vida del Resucitado es de tal especie que no se le reconoce: María
Magdalena le toma primero por el jardinero (Jn 20, 11-18). Cuando le
"reconoce" (v.16) ve cómo se le prohíbe las muestras de respeto con
que trataba al Cristo pre-pascual (v. 17). Aun cuando este tema figura también
en San Lucas (Lc 24, 16, 31), adquiere en San Juan el evangelista del "conocimiento"
(Jn 21, 4), un relieve particular.
Esta pedagogía del Señor resucitado nos
permite comprender la lección dada a Tomás. La nueva forma de vida del Señor no
permite ya que se le conozca según la carne, es decir, a base tan solo de los
medios humanos. Ya no se le reconocerá como hombre terrestre, sino en los
sacramentos y la vida de la Iglesia, que son la emanación de su vida de
resucitado. La "fe" que se le pide a Tomás permite "ver" la
presencia del resucitado en esos elementos de la Iglesia, por oposición a toda
experiencia física o histórica. La fe está ligada al "misterio", en
el sentido antiguo de la palabra.
d) No hay que perder de vista que esta
aparición asocia el don del Espíritu y la fe a la revelación del costado de
Jesús (v.20). Ahora bien: Juan ya había dicho, en el momento en que fue herido
el costado de Cristo en la cruz (Jn 19, 34-37), que la fe captaría a quienes
vieran su costado herido. He aquí lo que sucede: la contemplación de la muerte
de Cristo provoca la fe en la acción del Espíritu. Si Cristo muestra su costado
no lo hace por simples razones apologéticas: revela a los contemplativos la
fuente de la nueva economía.
En este sentido, el género de visión (v.
25) que los apóstoles han tenido de Cristo resucitado no ha sido ese tipo de
visión material (vv. 26-31) exigida por Tomás. Si no hay diferencia entre estas
dos experiencias, no se ve por qué Cristo habría de reprocharle lo que no
reprocha a los demás y por qué habría que exigir al primero una fe que no les
ha exigido a los segundos. En realidad, los diez apóstoles han tenido una
experiencia real del Señor resucitado, pero probablemente fue más mística que
la experiencia a que aspiraba Tomás. Para evitar a los hombres a "creer
sin ver", ¿no deben, los apóstoles, los primeros, aprender a pasar las
pruebas materiales? La resurrección no es, desde luego, una cuestión de
apologética ni un acontecimiento maravilloso: ella no es signo más que en la
medida en que la fe la ilumina, y es, al mismo tiempo, interior a la fe.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA
ASAMBLEA CRISTIANA IV - MAROVA MADRID 1969.Pág. 36
6.- CR/ELECCION
En los textos bíblicos, las denominaciones
de elegido, ungido y enviado son equivalentes. Cuando los primeros cristianos
se llaman a sí mismos elegidos, no están presumiendo por ningún privilegio,
sino recordándose que han sido enviados a cumplir una misión, en favor de los
demás, que prolonga en cierto sentido la del mismo Cristo: "Como el Padre
me ha enviado, así os envío yo".
Para la realización de esta tarea reciben
también la fuerza del Espíritu. El episodio de Tomás quiere animar la fe de
todos aquellos que no vieron directamente al Señor y para los que se han
escrito todos los signos que Juan narra en su evangelio. "Dichosos los que
crean sin haber visto". De cualquier modo, la simple contemplación de lo
exterior de los acontecimientos nos da su sentido profundo. Sólo la fe permite
ver y entender la trascendencia de lo que se está presentando.
En el resucitado reconocen los apóstoles al
Jesús que anduvo con ellos por los caminos de Palestina. Distinto, pero él
mismo. El Jesús de la historia es el Cristo de la fe, Jesús es el Cristo.
La más breve confesión cristiana quedará en
esta palabra: Jesucristo.
EUCARISTÍA 1990, 20
7.- Texto. La mañana del domingo del
descubrimiento del sepulcro vacío tiene su culminación en el cuarto Evangelio
en la tarde de ese mismo domingo. Si por la mañana el sepulcro vacío dominaba
el relato, por la tarde lo domina la presencia de Jesús en medio de sus
discípulos. Esta presencia explica aquel vacío, pero, sobre todo, restablece
una continuidad de relación Jesús-discípulos. De aquí arranca la
intencionalidad del texto. Al servicio del final de la relación está el miedo
de los discípulos; al servicio de la reanudación de la relación están el saludo,
enfáticamente repetido, y la identificación del propio Jesús como la misma
persona que antes habían conocido los discípulos. La reanudación de la relación
se sella con la alegría de los discípulos, quienes, a partir de ahora, hablan
de Jesús como el Señor, enraizándolo por completo con Dios. La aceptación de la
identificación de Jesús por los discípulos se plasma en la fórmula de confesión
de fe "ver al Señor".
Pero la reanudación de la relación es sólo
un primer paso. El siguiente es el envío de los discípulos por Jesús, en
continuidad con el envío de Jesús por el Padre. Los discípulos deben hacer
presente a Jesús y prolongar su obra, como Jesús ha hecho presente al Padre y
prolongado su obra. Este envío no debe entenderse limitado a los doce. En el cuarto
Evangelio la denominación discípulos es sinónima de creyentes. La comunidad
creyente en su totalidad es la enviada.
El tercer paso es la donación del Espíritu,
que capacita para el envío. El símbolo de exhalar el aliento significa la
transmisión de vida. Aquí se trataría, por consiguiente, de una participación
en la vida de Jesús resucitado, que posee personalmente el Espíritu de Dios y
que lo transmite a la comunidad creyente.
El último paso es la potestad de perdonar
los pecados. La potestad se da en el seno de la comunidad creyente, más allá y
por encima de las concreciones históricas que esa potestad ha asumido con
posterioridad.
A partir del v. 24 el relato avanza con la
conocida historia de Tomás, al que el autor presenta como "uno de los
doce", una expresión que en el cuarto Evangelio se reserva para Tomás y
para Judas el traidor. Los discípulos hacen ante Tomás confesión de su fe:
"hemos visto al Señor". Tomás les responde que él hará suya esta
misma confesión, siempre y cuando tenga razones tangibles para hacerlo. Jesús
en persona le aporta esas razones y Tomás hace suya la confesión de fe. Jesús
la acepta, pero reprocha a Tomás el modo de llegar a ella, declarando, en
cambio, bienaventurados a los que crean sin necesidad de basarse en la comprobación
tangible.
A través de esta bienaventuranza el texto
se abre al futuro, a las personas no contemporáneas de Jesús, a los lectores
del cuarto Evangelio. Así se pone explícitamente de manifiesto en los dos
versículos finales, en los que el autor da cuenta de la doble finalidad de su
escrito.
Con la mayor parte de los exégetas, la
frase "para que creáis" no va dirigida a no creyentes, a quienes se
intenta ganar, sino a creyentes, a quienes se intenta afianzar en la fe que ya
tienen.
Esta finalidad cristológica se completa con
otra soteriológica: "para que tengáis vida". El cuarto Evangelio es
esencialmente un mensaje de salvación, poniendo explícitamente de manifiesto
que no hay cristología separada de la soteriología.
Comentario. Más allá y por encima de las
legítimas concreciones históricas que, sobre todo en lo relativo a la potestad
de perdonar los pecados, ha ido asumiendo el texto de hoy, en él se plasman los
componentes fundamentales del ser cristiano, a los que una y otra vez hay que
remitir cuando de dar razón de lo que como Iglesia somos se trata.
Es bien sabido que el cuarto Evangelio no
renuncia a los Doce, pero debe también saberse que en el cuarto Evangelio se
formulan serios reparos a los Doce, cuando de entender a Jesús se trata.
En el cuarto Evangelio no son precisamente
los Doce -Tomás es un ejemplo- quienes más se distinguen por la prontitud y
facilidad en captar a Jesús. Y, sin embargo, la captación de Jesús constituye
el rasgo básico y fundamental del ser cristiano. Captar a Jesús es llegar a
descubrir en él al Hijo de Dios.
Nosotros estamos en condiciones de hacerlo
con más facilidad incluso que los Doce. Este es probablemente el mensaje que
quiere transmitirnos el autor de la historia de Tomás.
Del reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios
surge la alegría, componente esencial del ser cristiano, no siempre
suficientemente resaltado. Actitud existencial sin los miedos y temores
radicalmente humanos; estado de ánimo distendido y grato; fuerza vital
desbordante. Todo lo anterior pertenece al ámbito de lo individual y privado.
Con el componente esencial del envío el ser
cristiano se hace social y público. El envío no es proselitismo, sino
presencia. El cristiano es otro Cristo; a través suyo toma cuerpo una forma de
ser, de organizarse y de vivir. Una forma distinta, porque está animada por el
Espíritu de Dios y porque en ella existe el perdón de los pecados.
A. BENITO - DABAR 1992, 26
8.- Cuando se escribe este evangelio, el
domingo, el día del Señor, es ya el día de la reunión de los cristianos.
Estamos en el mismo día de la resurrección y es el mismo día de la efusión del
Espíritu. Juan muestra que el misterio pascual es una unidad. Miedo y cerrazón.
Unas actitudes de los discípulos que Jesús resucitado supera. A pesar del miedo
y la cerrazón, él se les pone en medio. (Vale la pena tenerlo siempre presente:
como una advertencia y como un motivo de esperanza). El evangelio subraya que
la presencia de Jesús es real, pero distinta de la de antes, y que este Jesús
es el crucificado: la resurrección no quita nada de la absurdidad y el
sufrimiento de la muerte; en todo caso, nos hace ir más allá, nos la hace mirar
con otra esperanza.
Jesús puede dar aquella paz que proviene de
dar la vida. Jesús resucitado, dador de la paz, lleva la alegría. Quizá
podríamos decir: al principio de la comunidad hay ya alegría... Jesús, enviado
del Padre, envía a los discípulos. La misión de los discípulos es la misma de
Jesús: ser testimonios del Padre, del Dios que ama tanto al mundo que le da la
propia vida. Y el evangelista no habla de unos cuantos discípulos
privilegiados, sino de todos. Empieza una nueva creación. Así como Dios había
alentado sobre aquella figura de barro para darle la vida, Jesús da el Espíritu
a los discípulos para que tengan su misma vida, una vida que se caracteriza por
la reconciliación, por la capacidad de ser corderos de Dios que quitan el
pecado del mundo a base de dar la propia vida por amor y con plena libertad.
Tomás pide otros signos que no son el testimonio de la comunidad creyente que
habla en nombre del Señor. De hecho, le bastará con el "reproche" que
le dirige Jesús, y creerá como los demás, por su palabra. Y no sólo eso: hará
la confesión máxima de la fe. ¡Exclama que Jesús es Dios! La bienaventuranza
final se dirige a todos aquellos que creerán por la palabra y el testimonio.
J. M. GRANÉ - MISA DOMINICAL 1992, 6
9. - Sentido del texto. 1. Versículos
19-23. Como el antiguo Israel, los discípulos, que habían comenzado su éxodo
siguiendo a Jesús, se encuentran desamparados en medio de un ambiente hostil.
No tienen experiencia de Jesús vivo. Pero están en la noche en que el Señor va
a sacarlos de la opresión. Jesús viene a liberar a los suyos. Su primer saludo
de paz recuerda a los discípulos su presencia anterior en medio de ellos y su
victoria, eliminando el miedo y la incertidumbre. Se les da a conocer como el
que les demuestra su amor hasta la muerte, con las señales que indican su
poderío (manos) y la permanencia de su amor (costado). El nuevo saludo en v. 21
sirve para transmitir seguridad y valentía en la misión que comienza para ellos
y que, como la de Jesús, va a consistir en la actividad liberadora del hombre,
hasta la entrega total. La comunidad cristiana es la alternativa que Jesús
ofrece para dar testimonio ante el mundo de la realidad del amor del Padre. El
resultado de la misión de la comunidad viene formulado en términos positivo y
negativo en el v. 23. Ante el testimonio de amor que la comunidad tiene que
dar, sucederá lo mismo que sucedió con Jesús: habrá quienes lo acepten y den su
adhesión y quienes se endurezcan en su actitud hostil al hombre. Como Jesús,
pues, la comunidad es mediación de salvación o de condena, no porque ella
enjuicie a nadie, sino porque la actitud que se adopte ante ella refrendará lo
que cada uno es y decide de por sí.
2. Versículos 24-29. La fe en Jesús vivo y
resucitado consiste en reconocer su presencia en la comunidad de los creyentes,
que es el lugar natural donde él se manifiesta y de donde irradia su amor.
Tomás representa la figura de aquél que no hace caso del testimonio de la
comunidad ni percibe los signos de la nueva vida que en ella se manifiestan. En
lugar de integrarse y participar de la misma experiencia, pretende obtener una
demostración particular. No quiere aceptar que Jesús vive realmente y que la
señal tangible de ello es la comunidad transformada en la que ahora se
encuentra. La comunidad transformada es ahora lo importante: ella es el medio
que las generaciones posteriores tendrán para saber que Jesús vive realmente.
DABAR 1983, 23
10.- PERDON/A.
Así como en la primera creación del hombre,
Dios le infundió la vida, así también el aliento de Jesús comunica la vida a la
nueva creación espiritual. Cristo, que murió para quitar el pecado del mundo,
ya resucitado, deja a los suyos el poder de perdonar. Así se realiza la
esperanza del pueblo de la Biblia. Dios lo había educado de modo que sintiera
la presencia universal del pueblo. En el templo se ofrecían animales en forma
ininterrumpida para aplacar a Dios. Pero ese río de sangre no lograba destruir
el pecado, y los mismos sacerdotes debían ofrecer sacrificios por sus propios
pecados antes de rogar a Dios por los demás. Las ceremonias y los ritos no
limpiaban el corazón ni daban el Espíritu Santo.
Pero ahora, en la persona de Jesús
resucitado, ha llegado un mundo nuevo. Aunque la humanidad siga pecando, ya el
primero de sus hijos, el "hermano mayor de todos ellos", ha ingresado
en la vida santa de Dios.
Los que se afanan por la vida espiritual,
sufren sobre todo por la presencia universal del pecado. Su tristeza profunda
está en no hallarse aún totalmente liberados de él. De ahí que el perdón de los
pecados sea para ellos la riqueza más grande de la iglesia. La capacidad de
perdonar es la fuerza que permite solucionar las grandes tensiones de la
humanidad. Si bien penetra difícilmente en los corazones, ella no deja de ser
un gran secreto... Quien no sabe perdonar, no sabe amar. En la reconciliación
se muestra al prójimo el amor más auténtico.
EUCARISTÍA 1992, 21
11.- Cristo es percibido como presente
entre sus discípulos reunidos en la tarde del primer día de la semana (tal vez
convenga ver aquí una alusión a las reuniones cristianas que se celebraban en
domingo). Este dato, confirmado por 1 Cor 15, 4 (uno de los más antiguos relatos
sobre la resurrección), no parece que se refiera solamente a la costumbre
literaria de hacer resucitar a los dioses a los tres días. Sino que, dado el
número, la confluencia de testigos y la simplicidad de los relatos, podemos
admitir que así fue. Posteriormente los creyentes tomaron este día como el más
significativo para celebrar al misterio cristiano. Obligación de amor, que no
de ley.
La misión de los discípulos se deriva del
suceso de Pascua (cf. Mt 28, 16-20; Mc 16, 15-20; Lc 24,44-49); pero Juan lo
encuadra en el conjunto de la misión de Jesús (17, 17-19). Además, no subraya
el carácter universal de la misión; tal vez porque esta meta ya ha sido
conseguida a la hora en que se escribe el evangelio de Juan (cf. 4, 35-38). Los
apóstoles y todos los discípulos son portadores de la misión de Jesús. La
Iglesia, si cree de verdad en la resurrección, tiene que acercarse a los
extremos de la miseria humana; allí está su campo de misión, su labor de hacer
ver que el mensaje pascual es coherente y válido.
A pesar de que en las diferentes Iglesias
hay controversia sobre el punto de quién ejerce el don del perdón, lo que sí es
cierto es que la fuerza perdonadora del resucitado reside en los creyentes, en
los discípulos de Jesús (cf. Mt 16, 19). Después de la resurrección es posible
creer en el perdón porque el poder de las tinieblas ya no volverá a reinar en
el mundo. Creer en esto y trabajar en consecuencia es ser cristiano.
En adelante, la fe reposa no sobre el
"ver", sino sobre el testimonio de los que han visto. Por esta fe es
por la que los cristianos llegamos a Cristo (17, 20). Y recreamos en nuestras
vidas el mismo hecho salvador de la cruz y la misma alegría de la resurrección.
Así entramos en comunión con los Apóstoles, que "vivieron", y participamos
de su experiencia pascual.
EUCARISTÍA 1977, 20
12.- Podríamos llamar «oficiales»,
apariciones colectivas, a las de Jesús resucitado a todos los discípulos
juntos. De entre ellas, aquellas cuyo día nos es señalado claramente, tienen
lugar en domingo. La tarde del mismo día de Pascua los discípulos de Emaús,
después de la aparición con que ellos han sido agraciados, se reúnen con los
otros discípulos en Jerusalén (Lc. XXIV, 33), Jesús se aparece a todo el grupo
en ausencia de Tomás. Una semana más tarde se aparece de nuevo y confunde el
escepticismo de Tomás que no creyó lo que le refirieron sus compañeros. El
evangelio de este domingo nos relata punto por punto estas dos primeras
apariciones generales, separadas por una semana. La elección de este pasaje para
el domingo posterior a la Pascua está inspirada en la concreta indicación que
figura en medio del texto y que es como el quicio del evangelio de este
domingo: «ocho días más tarde» (v. 26).
DO/ANIVERSARIO: Este domingo después de
Pascua es, verdaderamente, el primero de todos los domingos. En efecto, la
Resurrección de Jesús es un acontecimiento histórico, único en el transcurso de
los siglos. La reunión de los discípulos, justamente una semana después, y la
visita de Jesús que viene a solemnizar esta reunión como si le confiriese un
carácter oficial, hacen que el misterio de la Resurrección deje de tener, si
así se puede decir, carácter de acontecimiento para adquirir el de institución.
Se trata de algo que no basta recordar como un hecho histórico, sino que es
preciso celebrarlo, es decir, empaparse de su realidad y de su riqueza
espiritual. La primera celebración de la Pascua tuvo lugar el primer domingo
siguiente a la misma. De este modo, el domingo ha venido a ser el
«hebdoversario» de la Resurrección, su celebración hebdomadaria.
Los discípulos del Señor, judíos de origen,
tenían la costumbre de dedicar al Señor un día por semana; pero ya estaba el
sábado. Les era necesario conservar el ritmo religioso hebdomadario, pero
también les era necesario indicar que convenía cambiar de día para que el día
del Señor fuese el día de la Resurrección del Señor. Jesús, con su aparición
del primer domingo después de Pascua, contribuyó a este desplazamiento del día
consagrado y de descanso. Con ocasión de la Pascua todos los cristianos han
cumplido su "deber pascual". Los inconstantes, los negligentes y los
indiferentes también han hecho el cumplimiento pascual. Es necesario ayudarles
a permanecer fieles, a no retornar a su negligencia... hasta la próxima Pascua.
Muchos pastores toman voluntariamente la negligencia como tema para su
predicación del domingo in albis. La celebración hebdomadaria inaugurada por el
Señor, el pasaje del acontecimiento único convertido en institución habitual,
todos estos pensamientos enmarcados en la liturgia del día, ¿no constituyen un
buen punto de partida para una tal predicación dirigida a los que han hecho el
cumplimiento pascual? San Gregorio Nacianceno escribió en el siglo IV a
propósito del domingo octava de la Pascua: «Después de ocho días, que la octava
sea para ti una gran fiesta... El domingo aquel (la Pascua) era el de la salud,
éste es el del aniversario de la salud; aquél era la frontera entre el sepulcro
y la resurrección; éste es sencillamente el de la segunda creación, a fin de
que, igual que la primera creación comenz6 en domingo, así también la segunda
creación comience en el mismo día, que es, al mismo tiempo, el primero en
relación con los que le siguen y el octavo con relación a los que le preceden,
más sublime que el día sublime y más admirable que el día admirable: él se
refiere, en efecto, a la vida de arriba».
L. HEUSCHEN - LA BIBLIA CADA SEMANA - EDIC.
MAROVA/MADRID 1965.Pág 175 s.
13.-Nos encontramos ante el segundo grupo
de episodios narrados por el cuarto Evangelio en el contexto de la resurrección
de Jesús. En este conjunto hay claramente tres perícopas diversas: la aparición
de Jesús a los discípulos, sin Tomás (vv 19-23); la aparición de Jesús estando
presente Tomás (24-29), y, finalmente, la conclusión del Evangelio (30-31).
Notemos que, con estos dos versículos (30-31) aparece la conclusión original de
la obra, ampliada más tarde con la inclusión del capítulo 21. De esta forma, el
enlace entre la escena de Tomás y la conclusión resulta todavía más directo e importante.
La estructuración de las apariciones está hecha en paralelo con los dos
primeros episodios de este capítulo 20: por una parte, los discípulos y la fe;
por otra, la aparición a Tomás forma un claro paralelo con la aparición de
Jesús a María de Magdala, y el énfasis en este segundo caso se centra en la
dificultad de reconocer a Jesús y en la correspondencia de Jesús a la fe de los
creyentes.
FE/VISION: Entre las muchas cosas que
aparecen en estas escenas podríamos recoger una: el tema de la fe y la visión.
Por una parte parece que Jesús niega que la visión haya de ser considerada por
los cristianos como necesaria para la fe. Pero, en cambio, la fe -según este
Evangelio- comporta una visión («si tienes fe, verás el poder de Dios», dice
Jesús a Marta: /Jn/11/40). Hay, en este Evangelio, una clara dialéctica entre
visión y fe. Debemos destacar el carácter simbólico de la escena del ciego de
nacimiento para comprender la profundidad de lo que se nos quiere decir: «Yo he
venido a este mundo para abrir un proceso; así, los que no ven, verán, y los
que ven, quedarán ciegos» (/Jn/09/39). El que se imagina que ve, el que ya
tiene un conocimiento claro y definido de lo que ha de pasar («a nosotros nos
consta...»: 9,24.29.31), en realidad ni ve ni sabe nada, es ciego. En cambio,
el que todo lo ignora, el que no ve, éste llegará a contemplar el poder de Dios
en Jesús. La visión no lleva necesariamente a la fe; en cambio, la fe sí que
lleva a la visión.
Para aquellos que parecen conocerlo todo,
para quienes no necesitan la luz, pues piensan que ya la tienen, Jesús no
actuará abriéndoles los ojos. En cambio, el que se siente en la necesidad de la
luz y de la claridad, que no se fía de sí mismo, tal vez la fe en Jesús le
puede llevar a contemplar la gloria de Dios.
ORIOL TUÑI - LA BIBLIA DIA A DIA -
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas - Ediciones
CRISTIANDAD.MADRID-1981. Pág. 889 s.
14.- ACI DIGITAL
22. Recibid: Este verbo en presente ¿sería
una excepción a los reiterados anuncios de que el Espíritu sólo descendería
cuando Jesús se fuese? (16, 7 y nota). Pirot expresa que "Jesús sopla
sobre ellos para significar el don que está a punto de hacerles". El caso
es igual al de Lucas 24, 49, donde el Señor usa también el presente "yo
envío" para indicar un futuro próximo, o sea el día de Pentecostés. Por lo
demás esta facultad de perdonar o retener los pecados (cf. Concilio Tridentino
14, 3; Denz. 913) se contiene ya en las palabras de Mateo 18, 15 - 20,
pronunciadas por Jesús antes de su muerte. Cf. Mat. 16, 19.
La institución del Sacramento de la
Penitencia expresada tan claramente en estos versículos, obliga a los fieles a
manifestar o confesar sus pecados en particular; de otro modo no sería posible
el "perdonar" o "retener" los pecados. Cf. Mat. 18, 18;
Conc. Trid. Ses. 1; cap. V. 6, can. 2 - 9.
25. La defección de Tomás recuerda las
negaciones de Pedro después de sus presuntuosas promesas. Véase 11, 16, donde
Dídimo (Tomás) hace alarde de invitar a sus compañeros a morir por ese Maestro
a quien ahora niega el único homenaje que Él le pedía, el de la fe en su
resurrección, tan claramente preanunciada por el mismo Señor y atestiguada
ahora por los apóstoles.
29. El único reproche que Jesús dirige a
los suyos, no obstante la ingratitud con que lo habían abandonado todos en su
Pasión (Mat. 26, 56), es el de esa incredulidad altamente dolorosa para quien
tantas pruebas les tenía dadas de su fidelidad y de su santidad divina, incapaz
de todo engaño. Aspiremos a la bienaventuranza que aquí proclama Él en favor de
los pocos que se hacen como niños, crédulos a las palabras de Dios más que a
las de los hombres. Esta bienaventuranza del que cree a Dios sin exigirle
pruebas, es sin duda la mayor de todas, porque es la de María Inmaculada:
"Bienaventurada la que creyó". (Luc. 1, 45). Y bien se explica que
sea la mayor de las bienaventuranzas, porque no hay mayor prueba de estimación
hacia una persona, que el darle crédito por su sola palabra. Y tratándose de
Dios, es éste el mayor honor que en nuestra impotencia podemos tributarle.
Todas las bendiciones prometidas a Abrahán le vinieron de haber creído (Rom. 4,
18), y el "pecado" por antonomasia que el Espíritu Santo imputa al
mundo, es el de no haberle creído a Jesús (Juan 16, 9). Esto nos explica también
por qué la Virgen María vivía de fe, mediante las Palabras de Dios que
continuamente meditaba en su corazón (Luc. 2, 19 y 51; 11, 28). Véase la
culminación de su fe al pie de la Cruz (19, 25 ss. y notas). Es muy de notar
que Jesús no se fiaba de los que creían solamente a los milagros (véase 2, 23
s.), porque la fe verdadera es, como dijimos, la que da crédito a Su palabra. A
veces ansiamos quizá ver milagros, y los consideramos como un privilegio de
santidad. Jesús nos muestra aquí que es mucho más dichoso y grande el creer sin
haber visto.
31. Escritos para que creáis: San Lucas
confirma esta importancia que tiene la Sagrada Escritura como base, fuente y
confirmación de la fe. En el prólogo de su Evangelio dice al lector, que lo ha
escrito "a fin de que conozcas la certeza de lo que se te ha
enseñado". Véase en Hch. 17, 11 cómo los fieles de Berea confirmaban su fe
con las Escrituras Sagradas.
PROPUESTA DE CANTOS DEL II DOMINGO DE PASCUA (CICLO
C)
(27 DE ABRIL)
TEMA: “A LOS OCHO DIAS, LLEGO JESUS”
01.- UNIDOS EN LA FIESTA (Joaquin Madurga)
Unidos en la fiesta,
la alegría se hace canción.
Unidos en la fe,
la alegría se hace oración.
Cantaremos al Señor
aleluyas con himnos y salmos,
porque grande es el amor
que en nosotros por siempre
mostró.
CANTAD, (CANTAD)
CANTAD, (CANTAD)
CANTAD. (CANTAD)
Cantaremos la bondad
del Señor que nos sienta a su
mesa,
y nos llama a comulgar
como hermanos su vino y su
pan.
Nuestras voces cantarán
el amor de su misericordia,
porque sabe perdonar
y nos llena de eterna bondad.
Cantaremos al Señor
aleluyas al son de
instrumentos
y será nuestra canción
la alabanza que ensalza su
amor.
02.- REUNIDOS EN EL NOMBRE DEL SEÑOR
(Francisco Palazon)
REUNIDOS
EN EL NOMBRE DEL SEÑOR,
QUE
NOS HA CONGREGADO ANTE SU ALTAR,
CELEBREMOS
EL MISTERIO DE LA FE
BAJO
EL SIGNO DEL AMOR Y LA UNIDAD [BIS]
1.-
Tú, Señor, das sentido a nuestra vida,
tu
presencia nos ayuda a caminar,
tu
palabra es fuente de agua viva
que
nosotros, sedientos, a tu mesa venimos a buscar.
2.-
Purifica con tu gracia nuestras manos,
ilumina
nuestra mente con tu luz,
que
la fe se fortalezca en tu palabra,
y tu
cuerpo, tomado en alimento, nos traiga la salud.
03.- CON AMOR TE PRESENTO SEÑOR (Carmelo
Erdozain)
1.- Con amor te presento,
Señor,
lo mejor de mi vida,
te presento, Señor, mi
amistad.
CON AMOR TE PRESENTO, SEÑOR,
PARA SER MI MANJAR.
LA VIÑA, EL RACIMO, EL TRIGAL,
EL PAN DE MI HOGAR
TE PRESENTO CON AMOR.
2.- Con mis manos abiertas a
Ti,
contemplando tu lámpara,
te presento, Señor, mi
esperanza.
Hacia Ti se dirige mi barca,
hacia el cielo se va.
Es largo el camino, el remar,
ruta pascual,
Dios me guía al caminar.
3.- Con mi ofrenda también yo
te doy
lo mejor de mis lágrimas.
Te presento, Señor, mi dolor.
Te presento, Señor, mi
oración,
ofertorio de amor.
El grano enterrado ya es flor,
la espiga oblación,
la semilla redención.
04.- BUSCO TU ROSTRO (Noviciado de consolación)
Caminando
por la vida
busco tu rostro, Señor.
¡Busco tu rostro!.
Muéstrame Tu Vida,
Muéstrame Tu Espíritu,
Tengo Sed De Ti,
Tengo Sed De Ti. (Bis)
Con tu gracia y con mi nada
hoy me acerco hacia Ti.
¡Busco tu rostro!.
Muéstrame Tu
Vida,
Muéstrame Tu Espíritu,
Tengo Sed De Ti,
Tengo Sed De Ti. (Bis)
Con la
fuerza de tu Espíritu
y el impulso de tu amor.
¡Busco tu
rostro!.
Muéstrame Tu
Vida,
Muéstrame Tu Espíritu,
Tengo Sed De Ti,
Tengo Sed De Ti. (Bis)
05.- SOMOS TESTIGOS (Kairoi)
El Señor resucitó
venciendo la muerte en la cruz,
nuestra esperanza está en Él,
Él es nuestro Salvador.
Atrás quedó el temor,
la duda y la poca fe,
hagamos ya realidad
un Reino nuevo de amor.
SOMOS TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN,
ÉL ESTÁ AQUÍ, ESTÁ PRESENTE,
ES VIDA Y ES VERDAD.
SOMOS TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN,
ÉL ESTÁ AQUÍ,
SU ESPÍRITU NOS MUEVE PARA AMAR.
Tú nos reúnes, Señor,
en torno al cáliz y al pan,
y nos invitas a ser
la luz del mundo y la sal.
Donde haya odio y dolor
haremos presente tu paz;
en cada gesto de amor,
María, Madre, estará.
06.- LA MISERICORDIA DEL SEÑOR (Taize)
LA
MISERICORDIA DEL SEÑOR,
CADA
DÍA CANTARÉ. (Bis)
1.-
Cantaré eternamente,
las
misericordias del Señor.
2.-
Anunciaré tu fidelidad,
por
todas las edades.
3.-
Porque dije: tu misericordia,
es
un edificio eterno.
4.-
Más que el cielo has afianzado,
Señor
tu fidelidad.
5.-
El poder y la fidelidad te rodean,
misericordia
y fidelidad te preceden.
6.-
Bendito el Señor por siempre,
amén,
amén.
07.- MISERICORDIA QUIERO
MISERICORDIA
QUIERO Y NO SACRIFICIOS.
MISERICORDIA
QUIERO Y NO SACRIFICIOS.
Escucha,
pueblo mío, acoge mi palabra.
Este
tu oído atento: te mostrare la vida.
No
me gustan las ofrendas que se quedan en lo externo.
El
culto que yo quiero es la humilde y justicia.
No
olvides la denuncia que hicieron los profetas:
“Mi
pueblo me da honra tan solo con los labios,
pero
esta su corazón lejos de mi voluntad.
Su
doctrina son preceptos inventados por los hombres”.
Quitad
de vuestro culto las practicas vacías,
Buscadme
sin descanso con todo el corazón,
Vuestra
ofrenda habrá de ser un espíritu contrito,
Un
humilde corazón será vuestro sacrificio.
Levanta
al oprimido; al huérfano defiende;
Protege
a las viudas; lo recto buscaras.
Compasión
y bondad son los dones que me agrandan.
Holocausto
aceptable es hacer mi voluntad.
08.- HIMNO EUCARISTICO (Danos hoy hambre de
dios) (Juan José Larraneta)
DANOS
HOY HAMBRE DE DIOS,
ALIMÉNTANOS,
SEÑOR,
Y QUE
EL FRUTO DE TU AMOR
LIMPIE
EL RENCOR, NOS DE LA PAZ,
TRAIGA
EL PERDÓN.
1.-
Hacia Emaús iban dos amigos
sintiendo
gran tristeza por Jesús;
y no
supieron que el mismo Cristo
era
quien iba en su camino.
2.-
La noche está muy avanzada
dijeron
los amigos de Emaús;
y
cuando vieron el pan partido,
reconocieron
a Cristo vivo.
3.-
El pan que todos compartimos
en
una misma comunión,
es el
encuentro con Cristo hermano,
que
dio su vida para salvarnos.
4.-
Yo soy el pan que da la vida,
nos
dijo a todos el Señor,
y
aquella noche mientras comían
el
pan de vida se dio en comida.
5.-
Yo soy Jesús a quien persigues,
le
dijo a Saulo el Señor,
al
que tú hieres odiando tanto
a Mí
me ofende, porque es mi hermano
09.- JESUS ESTOY AQUI
Jesús, estoy aquí. Jesús, ¿qué esperas de mí?
Mis manos, están vacías; ¿Qué puedo ofrecerte?
Sólo sé / que quiero / ser diferente.
Jesús, estoy aquí. Jesús, ¿qué esperas de mí?
Mis ojos / temen al mirarte;
Quisiera / poder enfrentarte.
AMAR, COMO TÚ AMAS;
SENTIR, COMO TÚ SIENTES
MIRAR A TRAVÉS DE TUS OJOS,
JESÚ(UU)S
Contigo mi camino es difícil
me exiges abrir un nuevo horizonte
en la soledad de mi noche. Jesús.
No, no puedo abandonarte,
Jesús en mí penetraste,
me habitaste, triunfaste,
y hoy vives en mí.
10.- REGINA CAELI
Como se debe leer el Regina
Caeli
Reyina cheli létare Aleluya
Cuia cuem meruisti portare Aleluya
Resurrexit, sicut dixit Aleluya
Ora pro nobis Deum Aleluya
Como se escribe
Regina Caeli, laetáre Alleluia
Quia quem meruisti portare Alleluia
Resurréxit, sicut dixit Alleluia
Ora pro nobis Deum Alleluia
11.- REINA DEL CIELO (Francisco Palazón)
Reina del cielo, alégrate, ¡Aleluya!
porque el Señor,
a quien mereciste llevar, ¡Aleluya!
resucitó según su Palabra, ¡Aleluya!
Ruega al Señor por nosotros, ¡Aleluya!.
12.- VASO NUEVO (Canciones carismáticas)
Gracias
quiero darte por amarme,
gracias
quiero darte yo a ti Señor,
hoy
soy feliz porque te conocí,
gracias
por amarme a mí también.
Yo
quiero ser, Señor amado,
como
el barro en manos del alfarero.
Toma
mi vida, hazla de nuevo.
Yo
quiero ser un vaso nuevo.
Toma
mi vida, hazla de nuevo.
Yo
quiero ser un vaso nuevo.
Te
conocí y te amé.
Te
pedí perdón y me escuchaste.
Sí,
te ofendí;
perdóname,
Señor,
pues
te amo y nunca te olvidaré.
Yo
quiero ser, Señor.
amado,
como el barro en manos del alfarero.
Toma
mi vida, hazla de nuevo.
Yo
quiero ser un vaso nuevo.
Toma
mi vida, hazla de nuevo.
Yo
quiero ser un vaso nuevo.