TENEMOS
HAMBRE?
COMENTARIO
La lectura del evangelio de Marcos (precisamente
cuando se llega a la multiplicación de los panes) queda interrumpida durante
cinco domingos por la del capítulo sexto del evangelio de Juan sobre el pan de
vida.
-"Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó
allí con sus discípulos": Como antes de la proclamación de las
Bienaventuranzas, Jesús sube a la montaña y se sienta en actitud de enseñar. Se
acerca la Pascua y la gente se aglomera alrededor de Jesús, que plantea una
pregunta que se parece a la de Moisés para con Yahvé ante el pueblo hambriento
en el desierto (Nm 11, 13). El evangelista, inmediatamente, nos aclara que en boca
de Jesús la pregunta tiene sólo un valor pedagógico.
-"Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y un par de peces": Un muchacho con la comida de los pobres, el pan
de cebada más asequible y unos peces secos.
-"Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias
y los repartió...": La acción de gracias se refiere a la bendición judía,
pero la expresión de repartir los panes él mismo, recuerda la última cena de la
narración sinóptica. No es extraño: la narración de la multiplicación de los panes
en todos los evangelios, al relacionarse estrechamente con el alimento que
recibe la nueva comunidad (la Eucaristía) recibió el influjo de su lenguaje.
Las referencias mutuas entre multiplicación de los panes y Eucaristía están
patentes en el arte cristiano de los primeros siglos.
-"Los recogieron y llenaron doce canastas con los
pedazos de los cinco panes de cebada": Eco de la recogida del maná y
también de los sobras del pan eucarístico. También se ha visto simbolizada en
la recogida, la reunión de la Iglesia y, en las doce canastas, la obra de cada
apóstol.
-"Este sí que es el Profeta que tenía que venir
al mundo": Una primera relación que se establece entre Jesús que da aquel
alimento del pan es con Moisés, por cuya intercesión el pueblo recibió el maná.
Pero también es posible la relación con el profeta Eliseo por el episodio de la
multiplicación de los panes leído en la primera lectura. Seguramente que en las
expectativas populares las figuras mesiánicas se mezclaban, por eso no es
extraño que, a continuación, se hable de que querían "proclamarlo
rey". Aquí hay una identificación entre el profeta parecido a Moisés y el
Mesías rey. Jesús es visto por la gente de Galilea como aquel que viene a dar
cumplimiento a las expectativas de salvación prometidas en el AT y, muy a
menudo, representadas por medio de un banquete abundante.
Jesús sació a hombres que tenían hambre y reveló su
misterio a partir de una realidad terrestre. El pan que repartió no era solo
sobrenatural: no es posible revelar el pan de la vida eterna sin comprometerse
realmente en las tareas de solidaridad humana. El amor a los pobres, lo mismo
que a los enemigos, es el test por excelencia de la calidad de la caridad.
Reconocer a los pobres el derecho a recibir el pan de vida es comprometerse hasta
el final con las exigencias del amor y materializar en una nueva multiplicación
de los panes a escala del planeta el gesto alimenticio iniciado por Cristo.
Pbro. Roland Vicente
Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 67,
6-7.36.
Dios
vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar juntos en su casa, el mismo
dará fuerza y poder a su pueblo.
ORACION COLECTA
Oh, Dios protector de los que en ti
esperan y sin el que nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros tu
misericordia para que instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de
los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo
libro de los Reyes 4, 42-44
En aquellos días, uno
de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte
panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: «Dáselos a la
gente, que coman.». El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien
personas?». Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el
Señor: Comerán y sobrará.». Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró,
como había dicho el Señor.
SALMO RESPONSORIAL (144)
Señor, nos
sacias de favores.
Que todas tus criaturas
te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de
tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.
Los ojos de todos te
están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias
de favores a todo viviente. R.
El Señor es justo en
todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de
los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-6
Hermanos: Yo, el
prisionero por el Señor, les ruego que anden como pide la vocación a la que han
sido convocados.
Sean siempre humildes y
amables, sean comprensivos, sobrellévenlos mutuamente con amor; esfuércense en
mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un
solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis
sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo
trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Lc 7, 16
Aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros: Dios ha visitado a su pueblo.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo
evangelio según san Juan 6, 1-15
En aquel tiempo, Jesús
se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía
mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a
la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua,
la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía
mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».
Lo decía para
tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.».
Uno de sus discípulos,
Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo: «Digan a la
gente que se siente en el suelo.». Había mucha hierba en aquel sitio. Se
sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes,
dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo
todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recojan los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.».
Los recogieron y
llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que
sobraron a los que habían comído.
La gente entonces, al ver
el signo que había hecho, decía: «Este sí que es el Profeta que tenía que venir
al mundo.».
Jesús entonces,
sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la
montaña él solo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Somos hermanos porque Dios es nuestro
Padre, por eso, con espíritu filial oremos diciendo: R.- Padre, escúchalos.
1.- Por los cristianos
del tercer milenio, para que seamos humildes, amables y comprensivos con todos.
Oremos al Señor.
2.- Por los pastores de
la Iglesia, para que se esfuercen por mantener la unidad entre los disic0pulos
de Cristo. Oremos al Señor.
3.- Por los que tienen
autoridad en nuestro país; para que velen por el bien común, la justicia y la
paz. Oremos al Señor.
4.- Por los que pasan
hambre, sed, desnudez o abandono, por los que no tienen hogar: para que les
llegue la ayuda que necesitan para vivir con dignidad. Oremos al Señor.
5.- Por los enfermos,
especialmente por los afectados por la pandemia: para que fortalecidos por la
comunión con el Cuerpo de Cristo se sientan aliviados. Oremos al Señor.
6.- Por los que
participamos de la Eucaristía: para que el alimento del Pan y la Palabra nos
den fuerzas para no desfallecer en la vivencia de nuestra vocación. Oremos al
Señor.
Padre bueno, tu que lo penetras todo y
todo lo sabes acoge las oraciones que te hemos presentado y las que cada uno
lleva en el corazón y haz que permanezcamos unidos en el amor. Por Jesucristo
nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe Señor, las ofrendas que te
presentamos gracias a tu generosidad para que estos santos misterios donde tu
poder actúa eficazmente santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan a
las alegrías eternas. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Sal 102,
2
Bendice,
alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Hemos recibido, Señor, el santo
sacramento memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo; concédenos que este don,
que el mismo nos entregó con amor inefable, sea provechoso para nuestra
salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 26: Ex 32,
15-24.30-34; Sal 105; Mt 13, 31-35.
Martes 27: Ex 33, 7-11;
34, 5b-9.28; Sal 102; Mt 13, 36-43.
Miércoles 28: Is 9, 1-3.5-6
(o bien: Flp 4, 4-9); Sal: Jdt 13, 18bcde.19; Lc 1, 39-47.
Jueves 29: 1Jn 4, 7-16;
Sal 33; Jn 11, 19-27.
Viernes 30: Lv 23,
1.4-11.15-16.27.34b-37; Sal 80; Mt 13, 54-58.
Sábado 31: Lv 25, 1.8-17;
Sal 66; Mt 14, 1-12.
Domingo 01: Ex 16,
2-4.12-15; Sal 77; Ef 4, 17.20-24; Jn 6, 24-35.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn
6, 1-15
1. - En el v. 1-4 tenemos la presentación de las circunstancias. La
gran multitud que suele seguir a Jesús es un elemento del cuarto evangelio; la
fe de esta multitud está basada en la constatación de signos. La precisión de
la Pascua es solo de Jn. Al cuarto evangelio le gusta poner los momentos
mayores del ministerio de Jesús en relación con las fiestas judías. Aquí parece
que el autor quiere poner de relieve la significación pascual y eucarística del
milagro de los panes y del discurso siguiente de revelación. La Pascua antigua.
la antigua multiplicación (cf. 1a. lectura) será reemplazada por la inmolación
de Cristo y por la celebración de la eucaristía.
Ya hemos insinuado (cf 1a. lectura) las estrechas relaciones de esta
pasaje con 2 Re 4, 42-44. Allí el alimento es llevado a Eliseo por un hombre de
Baal-Salisá, aquí el alimento es llevado a Jesús por un niño (por los
discípulos en los sinópticos). Allí llevan veinte panes de cebada más un
"extra" (grano fresco), aquí se llevan cinco panes (de cebada en Jn)
más un "extra, dos peces.
Allí Eliseo ordena a su servidor el dar a comer a la gente, aquí Jesús
mismo da de comer, pero es una acomodación de la cena (en los sinópticos dan
los discípulos). Allí la pequeña cantidad de alimento y el gran número de
comensales conduce a una objeción del servidor, aquí la pequeña cantidad de
alimento para tan gran número de comensales conduce a la objeción de los
discípulos (en Jn dos discípulos, primero Felipe, luego Andrés). Allí Eliseo
ignora la objeción y da la orden de que los comensales se sienten. Allí Eliseo
pronuncia un oráculo de Yavhé, aquí Jesús levanta los ojos al cielo. Allí la
gente come y queda un resto, aquí la gente come, se harta y se recogen
cuidadosamente los restos. Allí no hay descripción del milagro propiamente
dicho, aquí tampoco hay descripción del milagro. Allí la gente no reacciona
delante del milagro, en los sinópticos la gente no reacciona, sí en Jn (6, 14).
Sin sacar conclusiones precipitadas que es técnica común dentro de la literatura
bíblica y judía el construir ciertos pasajes empleando otros ya escritos como
"material literario" imprimiéndoles un nuevo sesgo o dándoles una
idea nueva adquirida. Tal vez puede ser éste un caso.
Esta indicación propia de Jn tal vez quiera hacer de los panes de
cebada, pan inferior (era el pan de la gente pobre), como un antitipo de la
eucaristía: la multiplicación de estos panes es un signo material, mientras que
el pan de vida es un alimento fundamental, espiritual (recordar la misma
técnica en 4, 35). En el fondo lo que se da es la misma persona de Jesús.
En este verso 15 vemos la manifestación de la fe "al ver el
signo": los galileos creen en Jesús por el milagro que se acaba de
realizar; no lo perciben como "signo", como vehículo de revelación.
La mala intelección de un mesianismo temporal, la ausencia de fondo de fe a una
determinada concepción religiosa obstaculizaron el servicio de fe que pretendía
el signo vital que es la persona de Jesús. Cuando las expresiones de fe se
sobreponen a la fe misma, se corre el riesgo de ahogar toda posibilidad de
encuentro con Dios.
EUCARISTÍA 1985, 35
2. - Texto. El domingo pasado Marcos nos ofrecía la imagen de Jesús
como pastor solicito, en previsión y preparación del siguiente relato de la
multiplicación de los panes y los peces. Pero el relato que hoy leemos no está
tomado de Marcos, por lo que no nos sirve de nada el marco del domingo pasado.
Deberemos, pues, leer el relato dentro de las coordenadas trazadas por Juan.
Estas coordenadas nos hablan de la cercanía de la Pascua. Desde Jn. 2,
13-16 sabemos que Jesús ha adquirido la categoría de Templo. De ahí que el
autor nos presente ahora a la gente acudiendo a celebrar la Pascua no en el
templo de Jerusalén, sino allí donde está Jesús, quien representa para la gente
un nuevo espacio religioso, amplio y abierto, donde nadie se pierde.
Pero aún hay más: desde Jn. 1, 29-36 sabemos también que Jesús es el
Cordero de Pascua. Observando con atención el texto descubriremos en él un
detalle significativo que no se encuentra en el paralelo de Marcos o de los
otros sinópticos: Jesús mismo es quien distribuye el alimento, significándose
con ello como alimento pascual.
La lectura pascual del relato abre éste a otra posible lectura de
liberación, la representada por el nacionalismo judío. También de ella se hace
eco el texto al final, aunque para rechazarla. Esta lectura, en efecto, llamaba
la liberación a sólo los judíos, cuyo símbolo es el templo de Jerusalén, donde
hay segregación y discriminación.
Comentario. Deformaríamos el sentido del texto, que ve en Jesús el nuevo
templo y el alimento liberador, si entendiéramos la liberación de Jesús como
algo interior frente a la exterior, representada por el nacionalismo judío, que
el texto rechaza. También la de Jesús es exterior, sólo que no es reductora o
limitada a unos (los vencedores, los primeros, los buenos) con exclusión o
subordinación de otros (los vencidos, los advenedizos, los malos). Todo el
texto rezuma lozanía (hierba) y amplitud (aire libre). La extrañeza que sin duda
nos causa la exclusiva mención de hombres desaparece apenas caemos en la cuenta
que el autor está describiendo una verdadera liturgia pascual, en la que eran
los hombres quienes recogían en el templo el cordero sacrificado.
Todo el texto está presidido por la grandiosa figura del Cordero de
Dios, dueño y señor de los acontecimientos, consciente de ser el alimento que
Dios ofrece a su pueblo, el cual no es reducible en absoluto a unos pocos
privilegiados.
A. BENITO - DABAR 1991, 38
3.- Texto. A partir de hoy y durante varios domingos habremos de
olvidarnos del evangelio de Marcos y centrarnos en el de Juan. El lugar del que
parte Jesús es Jerusalén, en donde ha estado con ocasión de una fiesta judía
(Jn. 5, 1). Con anterioridad había estado también allí con ocasión de la Pascua
(Jn. 2, 13). La gente le sigue "porque habían visto los signos que hacía
con los enfermos". Signo es cualquier cosa, acción o suceso que evoca otra
o la representa. Para Juan lo relevante del milagro no está en la acción
milagrosa, sino en lo evocado a través de ella. El relato se enmarca en el
monte, a ojos vista de la Pascua. El monte con artículo es uno concreto, pero
ni el texto ni el contexto lo determinan. A diferencia de Jn. 2, 13, en esta
ocasión Jesús no va a Jerusalén para la pascua. Todo lo anterior, vs. 1-4, es
ambientación, preparación del relato propiamente dicho. Este arranca de la
constatación que hace Jesús de que el gentío está acudiendo a él. Es la misma
expresión empleada en Jn 3, 26 por los discípulos del Bautista refiriéndose a
Jesús (todos acuden a él) por el narrador en Jn. 4, 30 a propósito de los
habitantes de Sicar (acudían a él). La constatación motiva el diálogo con
Felipe primero y la intervención de Andrés después. De ambos ha hablado ya Juan
en el cap. 1 y ambos han usado las mismas palabras palabras refiriéndose a
Jesús: "Hemos encontrado" (Jn 1, 41-45). Lo sorprendente en el
diálogo es la interrupción-aclaración del autor: "Jesús lo decía para
ponerlo a prueba, pues bien sabía él lo que iba a hacer". Constatemos de
momento esta aclaración del narrador. Luego Jesús manda acomodar al gentío, da
gracias a Dios por la comida que van a hacer y, finalizada esta, manda recoger
lo sobrante para que nada se pierda. Es la misma expresión empleada por Jesús en
Jn. 3, 16 (para que ninguno de los que creen en el Hijo de Dios se pierda), por
Caifás en Jn. 11, 50 (conviene que muera uno sólo por el pueblo y no que toda
la nación se pierda) y por Jesús en Jn. 17, 12 (ninguno se perdió).
El gentío interpreta el signo realizado por Jesús a la luz de las
palabras de Moisés en Dt. 18, 15: "Un profeta de los tuyos, de tus
hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios; a él escucharéis". La
interpretación determina la vuelta de Jesús al monte, esta vez en solitario.
¿Rechaza o acepta Jesús la interpretación? En Jn. 1, 49-50 la ha aceptado
calificándola de acto de fe. En el texto de hoy creo que el autor deja
deliberadamente la cuestión en suspenso.
Comentario. Ante cualquier texto de Juan hay que contar siempre con que
está escrito a dos niveles y con que su sentido depende en gran medida de las
relaciones con otros textos dentro del conjunto.
Hacia atrás, el texto de hoy marca una ruptura. La Pascua ya no tiene
lugar en Jerusalén, sino allí donde está Jesús. El símbolo es el monte, lo
mismo que los judíos tienen su monte y los samaritanos el suyo (lee Jn. 4, 21).
Yendo hacia adelante descubriremos que el monte de la Pascua cristiana es la
cruz. De ahí su concreción (el monte) a la vez que su indeterminación a estas
alturas de la obra. Lo mismo que estaba indeterminado el lugar donde moraba
Jesús en Jn. 1, 35-39. Eran sobre las cuatro de la tarde, concluía entonces el
autor. La hora precisamente de la matanza de los corderos pascuales. Será en
esa hora cuando Jesús es proclamado rey. Por eso deja hoy Juan en suspenso la
proclamación de Jesús como rey.
Uno de los discípulos que habían ido a ver dónde moraba Jesús era
Andrés, quien después de informar a su hermano Pedro informó a Felipe. Andrés y
Felipe son los introductores de los que se sirve Juan para ir conduciéndonos
hasta Jesús, hasta lo que él sabe que va a hacer y que a ellos les costó
bastante comprender. De nuevo tiene el autor puesta su mirada en la cruz del
cordero Jesús. Cuando Juan escribe la sorprendente aclaración del v. 6 lo hace
pensando en la cruz, desde donde Jesús es alimento. En la concepción del autor,
el relato de hoy es sencillamente un anticipo de la cruz, y lo que Jesús sabe
que va a hacer no es el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces,
sino el milagro de ser alimento desde la cruz. Sucede a menudo en el cuarto
evangelio que las frases sólo adquieren sentido más allá de la situación en la
que se encuentran. La famosa ironía de Juan. Esto es también lo que le ocurre a
la frase "para que nada se pierda". Esta frase expresa la razón de
ser de Jesús: que nada se pierda, que todos estén alimentados y tengan vida. La
Ley era alimento de pocos; Jesús lo es de todos, judíos y gentiles, piadosos y
no piadosos. Por eso acuden a él alejándose de los montes donde la religión se
ha institucionalizado oprimiendo y haciendo seres inválidos (Jn. 5, 3). Pero
con Jesús "ha llegado la hora en que los que dan culto auténtico darán
culto al Padre con espíritu y verdad" (Jn. 4, 23). Donde está Jesús crece
la hierba y el espíritu se esponja.
A. BENITO - DABAR 1988, 40
4.- Juan complementa muchas veces sus relatos con una explicación
doctrinal. Así, en el capítulo 6 de su Evangelio, el relato abarca los vv.
1-25, y la explicación los vv. 26-66. Basta comparar la versión de Juan de la
multiplicación de los panes con las de los sinópticos para descubrir sus temas
esenciales. Los tres primeros evangelistas colocan la multiplicación al término
de un día de predicación; San Juan, por el contrario, le asigna todo el espacio
y da a entender que la multitud acude para comer. Sea lo que fuere, Jesús se
presenta entonces como quien da de comer (v. 5), mientras que en los sinópticos
distribuye el pan a falta de otra solución (Mt 15, 32-33).
a) Primer tema, el maná, y de una manera más general, la experiencia del
desierto. El diálogo entre Cristo y Felipe recuerda la conversación que tuvo
lugar entre Moisés y Yahvé antes que este último multiplicara hasta la saciedad
el alimento reclamado por el pueblo (Núm 11, 21-23). Juan es igualmente el
único que destaca el entusiasmo de la multitud después de la comida (v. 15) y
el descubrimiento que hace en Jesús del "Profeta" anunciado para los
últimos tiempos como un nuevo Moisés (Dt 18, 15-18).
La recogida de los restos (v. 13), al contrario que en la versión
sinóptica, contrapone el maná corruptible (Ex 16, 16-21) con el pan de Jesús
imperecedero (Jn 6, 27, 31) y signo de eternidad.
Ya en el Antiguo Testamento (Dt 8, 2-3; Sab 16, 28), el maná no era
considerado como un simple elemento corporal, sino como el signo de la Palabra
viva de Dios y como una llamada a la fe. Lo mismo sucede con el maná nuevo
presentado por Jesús: el discurso que sigue lo demostrará (Jn 6, 30-33).
b) Segundo tema del relato, el banquete escatológico. La pregunta
formulada por Jesús en el v. 5 hace pensar en la comida de los pobres (Is 55,
1-3; 65, 13), puesto que el pan bendecido por Jesús era un pan de cebada,
alimento habitual de los pobres (un detalle que solo recoge San Juan). Este
elemento escatológico prepara las nociones de pan de vida y de pan de
inmortalidad (Jn 6, 27-50) desarrolladas en el discurso que viene a
continuación.
Jesús anuncia así el cumplimiento del designio de Dios de comunicar su
vida a los pobres.
c) En este relato, es Jesús quien dirige el diálogo (vv. 5-10) y reparte
los panes (v. 11). De esta forma quiere Juan llamar la atención sobre la
persona misma de Jesús. Pero cuando esa persona está expuesta a ser mal
comprendida, Juan se apresura a devolver a Jesús a su misterio (v. 15).
El discurso que sigue adopta también esa perspectiva multiplicando las
afirmaciones "Yo soy", de Jesús (Jn 6, 35, 48-50, 51). El banquete
servido por el Mesías va, pues, destinado a iniciar a los discípulos en la
inteligencia del misterio de la personalidad de Cristo.
d) Las características exodíaca, escatológica y personal de la
multiplicación de los panes encuentran su síntesis en la perspectiva
eucarística de ese banquete. La alusión a la proximidad de la fiesta de Pascua
es una primera señal de ello (v. 4). Además, la fórmula de bendición de los
panes es la que los sinópticos traen a propósito de la Cena (v. 11; cf. Lc 22,
19). Mediante esas alusiones eucarísticas, Juan prepara la explicación clara de
los vv. 53-56.
¿La Iglesia de hoy sigue multiplicando los panes para quienes tienen
hambre? Más concretamente, ¿frente al problema del hambre en el mundo, su
misión es algo más que recordar continuamente a sus miembros sus obligaciones
individuales y colectivas? Jesús sació a hombres que tenían hambre y reveló su
misterio a partir de una realidad terrestre. El pan que repartió no era solo
sobrenatural: no es posible revelar el pan de la vida eterna sin comprometerse
realmente en las tareas de solidaridad humana. El amor a los pobres, lo mismo
que a los enemigos, es el test por excelencia de la calidad de la caridad.
Reconocer a los pobres el derecho a recibir el pan de vida es comprometerse
hasta el final con las exigencias del amor y materializar en una nueva
multiplicación de los panes a escala del planeta el gesto alimenticio iniciado
por Cristo.
La Eucaristía distribuye el pan de vida en abundancia como revelación de
la persona de Cristo, signo escatológico y sacramento de la Pascua. Pero no
puede darse una verdadera recepción de ese pan de vida sino mediante una
disponibilidad absoluta que hace de cada participante un hermano de los más
pobres entre los hombres.
MAERTENS-FRISQUE - MAROVA MADRID 1969. Pág. 61)
5. J/MOISES.
"Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de
Tiberíades)". Hay un éxodo, un paso a través del mar hacia una tierra
donde abunda el amor y la generosidad de Dios. Jesús es este nuevo Moisés, que
hace a su pueblo capaz de andar y de seguirle en esa travesía.
"Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos". Este
acontecimiento se realiza cuando se acerca la Pascua, la fiesta que conmemoraba
el antiguo éxodo. Aquél es figura de éste. "Subió Jesús entonces a la
montaña y se sentó allí con sus discípulos". Con motivo de la Alianza,
Moisés subió al monte dos veces: la primera, acompañado por los notables (Ex
24. 1-2/9/12); la segunda, después de la idolatría del becerro de oro, subió
solo (Ex 34. 3). También en este episodio subirá Jesús dos veces al monte: una,
al principio, donde aparece acompañado de sus discípulos; la segunda, después
del intento de proclamarlo rey, él solo.
El "monte" representa el lugar donde reside la gloria de Dios.
Jesús subió al monte. Está en su lugar propio, la esfera divina. Y se sentó
allí. Es su actitud permanente. Él es para los hombres el lugar donde la gloria
de Dios reside y se manifiesta. "Jesús entonces levantó los ojos y al ver
que acudía mucha gente...". Jesús, al otro lado del mar, representa una
alternativa, que el evangelista hace presente ahora a los hombres de todo lugar
y tiempo que se acercan a Jesús. "...dice a Felipe: ¿con qué compraremos
panes para que coman estos? (lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que
iba a hacer)".
La escena tiene detalles que recuerdan los del Éxodo. Como allí en el
desierto, se plantea el problema de la subsistencia, que había sido una
tentación para los israelitas, haciéndoles desear la esclavitud de Egipto. La
época de Israel en el desierto fue un tiempo en que hubo de demostrar su
fidelidad a Dios: el pueblo pone a prueba a Dios, pero, con más frecuencia es
Dios quien pone a prueba al pueblo.
En esta situación de éxodo, Jesús pone a prueba a Felipe, el discípulo a
quien él mismo ha invitado a seguirlo, y por eso, en cierto modo, prototipo de
todos los que él llama. Jesús enfrenta a Felipe y con él, a la comunidad, con
la realidad que tiene delante: personas que quieren seguir a Jesús, que quieren
verse libres de su pasado... y que no pueden bastarse por sí mismas.
Jesús para poner a prueba a Felipe, a la comunidad, aborda directamente
la cuestión del dinero como medio para satisfacer esa necesidad. Es interesante
la pregunta de Jesús porque es la pregunta que la comunidad se hace a sí misma:
¿con qué "compraremos" panes para que coman "estos"? No es
un diálogo entre Jesús y la comunidad. Es la misma comunidad, en cuyo interior
se percibe la presencia de Jesús, la que se pregunta cómo va a solucionar los
problemas del mundo.
"Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no bastan para que
a cada uno le toque un pedazo". El denario, el jornal de un obrero.
Doscientos denarios, más de medio año de trabajo, para que a cada uno le toque
un pedazo. Ateniéndose a los principios de este mundo, resulta imposible a los
discípulos satisfacer la necesidad de la gente. Felipe, que no ve más
horizonte, confiesa su impotencia. Para Felipe, el éxodo fracasa. "Uno de
sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: Aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso
para tantos?" El lugar donde está el muchacho es donde están los
discípulos. Representa, por tanto, al grupo de discípulos que está con Jesús,
en su condición de debilidad y su pobreza de medios. Andrés habla de los panes
y peces como de algo de lo que puede disponer pero que cree insuficiente.
Por su edad y por su condición, el muchacho, es un débil, física y
socialmente. Lo más desproporcionado que pueda encontrarse como solución a la
magnitud del problema. El muchacho significa también a la comunidad en cuanto
servidora de la multitud: el muchacho de la tienda, la muchacha de servicio. La
comunidad se presenta ante el mundo como un grupo socialmente humilde, sin
pretensión alguna de poder ni dominio, dedicado al servicio de los hombres.
5+2=7:La totalidad. El alimento es poco, pero es todo lo que tienen.
"... dijo la acción de gracias". Dar gracias a Dios significa
reconocer que algo que se posee es don recibido de él y, como tal, muestra de
su amor, y alabarlo por ello. En este caso se le dan gracias por la existencia
de los panes, producto de su obra creadora, ayudada por el trabajo del hombre.
Al reconocer su origen en Dios, como don suyo, se desprenden de su poseedor
humano, el niño-grupo de discípulos, para hacerse propiedad de todos, como la
creación misma. La señal que da Jesús, o el prodigio que realiza, consiste
precisamente en liberar la creación del acaparamiento egoísta que la
esteriliza, para que se convierta en don de Dios para todos.
Según Andrés, no se podía repartir porque no bastaba lo que se poseía;
cuando ya no se posee, por haberlo hecho de todos por la acción de gracias, se
demuestra que había más que suficiente.
Jesús mismo distribuye el pan y el pescado. Al restituir a Dios, con su
acción de gracias, los bienes de la comunidad, Jesús restaura su verdadero
destino, que es la humanidad entera. Con su acción, Jesús enseña a sus
discípulos cuál es la misión de la comunidad: la de manifestar la generosidad
del Padre, compartiendo los dones que de él se han recibido. Se convierte este
signo en una celebración de la generosidad de Dios a través de su Hijo que, en
la comunidad, multiplica lo que ésta posee al ponerlo a disposición de los
hombres. Aparece así el sentido profundo de la Eucaristía que, de expresión de
amor entre los miembros de la comunidad, pasa a ser signo del amor de Dios al
mundo, continuación del don de su propio Hijo.
"La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: Este sí
que es el Profeta que tenía que venir al mundo. Jesús sabiendo que iban a
llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo".
Hay quienes piensan en hacerlo rey. Un propósito que está en abierta
contradicción con la actitud que él ha adoptado antes, poniéndose a servir a
los comensales. La fuente de abundancia que Jesús ha abierto, es el amor de
Dios, capaz de multiplicar lo que parece desproporcionado al objetivo. Pero
ellos pretenden cambiar su programa mesiánico, hacerlo rey, conferirle el poder
que él rechaza.
Ante esta perspectiva, Jesús huye; se aleja de aquellos que pretenden
deformar su mesianismo. Se retira solo, como Moisés subió solo al monte después
de la traición del pueblo. El monte representa la esfera divina, la gloria y
amor de Dios. El paralelo con Moisés muestra la gravedad de lo sucedido. Al
intentar hacer de Jesús un Mesías poderoso, repiten la idolatría cometida por
los israelitas en el desierto. Allí quisieron adorar a Dios, pero bajo la
imagen que ellos mismos se habían hecho de él. Ahora éstos están dispuestos a
reconocer a Jesús, pero según la idea que ellos mismos se han forjado.
Esta idea del Mesías era común en la esperanza del pueblo y esta idea
causará el rechazo de Jesús por parte del pueblo y la actitud de Pedro en el
huerto, que lo llevará a negar a Jesús. La subida de Jesús al monte está en
relación con la cruz. Es allí y de esa manera como Jesús será rey. Entonces,
sus discípulos lo dejarán solo. La soledad humana de Jesús es el abandono de
los discípulos.
6.- Pan... la cosa más corriente, nuestro alimento común. Pan...
por lo que los hombres trabajan... El pan es toda la vida de los hombres. Para
encontrarse con el hombre en el corazón de su vida. Jesús eligió el pan. Se
hizo pan. Sí, una misteriosa complicidad se ha establecido entre Dios y el pan.
Dios entra en la vida de los hombres bajo el signo del pan, en Belén -"la
casa del pan"-; Dios permanece para siempre en la vida de los hombres
desde que, en el atardecer de su vida, Jesús toma el pan al abandonar este
mundo.
Una misteriosa complicidad une a Dios y al pan, pues Dios quiere ser de
la misma pasta que nosotros. "¿Dónde compraremos panes para que coman
éstos?". Los hombres se encuentran en pleno desierto. Después de haber
probado todos los alimentos, después de haber comido en todos los pesebres,
están desarmados: "Danos nuestro pan de cada día". Dios tomó el pan,
la vida común de los hombres, la cosa más sencilla. Para ser de la misma pasta
que nosotros, se hace carne de nuestra carne, nuestro pan de todos los días.
"Estaba próxima la Pascua"... Jesús sabe que para multiplicar el pan
tendrá que pagar un precio. Para Dios, el signo del pan es inseparable del
signo de la cruz. El Jueves Santo Jesús celebrará de antemano lo que llevará a
término en su pasión. No hay más que pan partido, roto, entregado. "Jesús
les hizo sentar"; mañana será él quien se tienda sobre el madero de la cruz.
El pan se hace para ser comido. "Esto es mi carne para la vida del
mundo".
Para Dios, el pan tiene desde entonces un precio inestimable: para
hacerse pan ha entregado a su Hijo. Dios ha pagado tal precio que ya no podrá
olvidar el gusto del pan. "Cinco panes y dos peces... pero ¿qué es eso
para tantos?". ¿Qué es una Palabra de salvación frente a todos los
interrogantes de los hombres? ¿Qué es la vida y la muerte de un hombre frente a
la vida y la muerte de miles de millones de hombres? "Danos el pan de cada
día...". Pero ¿en qué puede modificar el hambre de los hombres la
existencia de Jesús de Nazaret? Sólo hay pan compartido. Si el pan no es
multiplicado hoy para tantos hombres que mueren de todo tipo de hambres, no es
que Dios falte a la humanidad, es que el hombre falta a los hombres, es que el
hombre se falta a sí mismo.
Sólo existe el pan para saciar. Sin embargo, para nuestra desgracia,
hemos conservado el pan y hemos acumulado reservas. En el desierto hemos creído
habernos atiborrado: la fe se ha convertido en una respuesta excesivamente
fácil a nuestras hambres y a nuestras preguntas. El pan es para el hambre, y
para el hambre que corroe. La multitud creyó haber encontrado en Jesús al Gran
Profeta, por él se fue a la montaña, porque él es distinto y conduce a un lugar
diferente. No hay más pan saludable que el que permite proseguir el camino en
el que se agranda el hambre. Si Jesús multiplica el pan, es para producir
hambre de Dios.
Y TIEMPO PASCUAL - SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 151
7. Interrumpimos la lectura continuada de Marcos, que, por su extensión
demasiado breve, no llega a completar un ciclo anual de lecturas, para leer y
desgranar el capítulo 6 de Juan.
Juan en el capítulo del pan de vida, completa las reflexiones que sobre
el misterio de Jesús había iniciado en el capítulo 2 sobre el vino de las bodas
de Caná, y el 4, en el que Jesús se presenta como el agua de la vida.
El evangelio de Juan tiene en su trasfondo el relato del Éxodo: la
travesía del pueblo hebreo por el desierto, bajo la guía de Moisés, hacia la
tierra prometida. El relato de la multiplicación de los panes marca, por otra
parte, sus distancias con el Antiguo Testamento. Desde el desierto nos
trasladamos a la ribera fértil del lago, de Moisés a Jesús, de una multitud que
huye a otra que busca.
Dos datos importantes: la proximidad de la Pascua y el carácter
profético del signo de Jesús. El hecho de que el milagro suceda en una de las
tres Pascuas que menciona Juan en su evangelio y las palabras de Jesús:
"Tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que
estaban sentados" nos invitan a una interpretación eucarística del signo.
La reacción de la gente reconoce en Jesús al Profeta "como Moisés"
que esperaba el pueblo judío (véase Dt 18,15.18); es más, intentan proclamarlo
rey. El carácter mesiánico del misterio de Jesús se revela en la multiplicación
de los panes.
Jesús, como Eliseo, se muestra profeta de un Dios capaz de saciar el
hambre de fe de cada generación humana.
JORDI LATORRE - MISA DOMINICAL 2000, 10,10