¿ERES TÚ EL QUE HA
DE VENIR O TENEMOS QUE ESPERAR A OTRO?
COMENTARIO
En este domingo la Liturgia nos vuelvas a presentar la imagen de Juan
el Bautista, pero en relación con Jesús.
Un visionario judío llamado
Isaías dijo una vez lo siguiente: En aquel día oirán los sordos las palabras
del libro y, libres de las tinieblas y la oscuridad, los ojos de los ciegos
verán. Así imaginaba él lo que nosotros denominamos utopía y que él denominaba
día de Yahvé. Siglos más tarde, un judío llamado Mateo cayó en la cuenta de que
esto era precisamente lo que había sucedido en torno a Jesús. Es entonces
cuando tiene la osadía de escribir lo que hoy hemos leído y escuchado.
Así pues, Juan, el gran profeta, estando en la cárcel, entró en crisis,
como si también se pusiera nervioso. ¿Qué pasa con el Mesías? ¿Será el que yo
bauticé en el Jordán? Pero no parece dar señales. Todo sigue igual. No hay
manifestaciones gloriosas, ni castigos ejemplares. Ni siquiera mueve un dedo
para sacarme de la cárcel.
La respuesta de Jesús es convincente. Le explica las señales del Reino,
como anunciaron los profetas. Ya han empezado a cumplirse. Pero de otra manera
a como espera Juan: el Reino es una semilla pequeña, un fermento escondido. El
Mesías actúa desde dentro.
Esta respuesta fue un rayo de luz en la noche de Juan. Él estaba
acostumbrado a interpretar los signos desde el seno de su madre o en el Jordán.
Sentía enseguida la presencia de lo divino. Jesús hará de él cumplido elogio. Y
lo mejor que hizo fue callar a tiempo, para que hablara la Palabra.
Y no extrañarse que también nosotros podamos dudar sobre la presencia
de Dios en nuestra vida o de Cristo en la Iglesia. Habrá que orar, dialogar y
estar atentos a los signos.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Flp 4, 4-5
Alégrense siempre en el Señor, se lo repito, alégrense.
El Señor está cerca.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que
contemplas como tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del
Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y
celebrarlo siempre con solemnidad y jubilo desbordante. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 35, 1-6a. 10
El desierto y el yermo se regocijarán, se
alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará
con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano la belleza del Carmelo y del
Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortalezcan
las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los cobardes de
corazón: «Sean fuertes, no teman.
Miren a su Dios, que trae el desquite; viene
en persona, resarcirá y los salvará.». Se despegarán los ojos del ciego, los
oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo
cantará, y volverán los rescatados del Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en
cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.
SALMO
RESPONSORIAL (145)
Ven,
Señor, a salvarnos
El Señor mantiene
su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los
hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los
ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los
justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al
huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina
eternamente; tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol
Santiago 5, 7-10
Tengan paciencia, hermanos, hasta la
venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra,
mientras recibe la lluvia temprana y tardía.
Tengan paciencia también ustedes, manténganse
firmes, porque la venida del Señor está cerca.
No se quejen, hermanos, unos de
otros para no ser condenados. Miren que el juez está ya a la puerta. Tomen,
hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que
hablaron en nombre del Señor.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Lc 4, 18
Aleluya. El Espíritu del Señor esta sobre
mi: me ha enviando para anunciar el evangelio a los pobres. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,
2-11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías,
le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir
o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió: «Vayan a anunciar a Juan lo que están viendo y
oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y
los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el
Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!». Al irse ellos, Jesús se
puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salieron a contemplar en el
desierto, una caña sacudida por el viento?, ¿O qué fueron a ver, un hombre
vestido con lujo?. Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces,
¿a qué salieron?, ¿a ver a un profeta?.
Sí, les digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío
mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.”.
Les aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el
Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos esa mas grande
que él”.
PLEGARIA UNIVERSAL
Demos gracias a
Dios que nos augura un porvenir de esperanza y prosperidad, recojamos la voz de
todos los que en su angustia, dolor o necesidad le reclaman y digámosle: R.-
Ven, Señor, y sálvanos.
1.- Para que la Iglesia prepare
el camino de Jesús, cuestionando la mediocridad, desafiando las estructuras injustas,
animando a los cansados y anunciando un ya cercano porvenir de esperanza y paz.
Oremos al Señor
que viene. R.
2.- Para que la voz de los
pastores y agentes de pastoral de la Iglesia se alce para anunciar, desde el compromiso
con los mas pobres, la llegada del reino y su justicia. Oremos a nuestro libertador. R.
3.- Para que el clamor de la
inmensa mayoría de los hombres y mujeres que carecen de lo necesario para vivir
con dignidad un día sea acogido por os organismos internacionales y por la
caridad de los cristianos. Oremos al
Príncipe de la paz. R.
4.- Para que con nuestra
solidaridad y servicio fraterno anunciemos la buena noticia de la salvación y
no defraudemos el nombre que llevamos de seguidores de Cristo. Oremos al que viene de parte de Dios. R.
Gracias, Padre,
poque nos escuchas y porque nos das tu Espíritu para aguardar con paciencia la
venida de nuestro Salvador, danos tú fuerza para mantenernos firmes en la verdad
y abre nuestros ojos para reconocerte presente en nuestras vidas. Por Jesucristo
nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor, que te
ofrezcamos siempre este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega,
para que se realice el santo sacramento que tu instituiste y se lleve a cabo en
nosotros eficazmente la obra de tu salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Is 35, 4
Digan a los
cobardes de corazón: sean fuertes, no teman. He aquí nuestro Dios que viene y
nos salvara.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Imploramos tu misericordia,
Señor, para que este divino alimento que hemos recibido, nos purifique del
pecado, y nos prepare a las fiestas que se acercan. Por Jesucristo nuestro
Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes
12: Eclo 24, 17-22 (o bien: Rm 8, 28-30) Sal: Lc 1,
46-55; Lc 1, 39-48.
Martes
13: So 3, 1-2.9-13; Sal 33; Mt 21, 28-32.
Miércoles
14: Is 45, 6-25; Sal 84; Lc 7, 19-23.
Jueves
15: Is 543, 1-10; Sal 29; Lc 7, 24-30.
Viernes
16: Is 56, 1-3ª. 6-8; Sal 66; Jn 5, 33-36.
Sábado
17: Gn 49, 1-2. 8-10; Sal 71; Mt 1, 1-17.
Domingo
18: Is 7, 10-14; Sal 23; Rm 1, 1-7; Mt 1, 18-24.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 11, 2-11
Paralelo: Lc 7, 18-28
Juan el Bautista se presentó en el desierto de Judea
predicando un "bautismo de penitencia para la remisión de los
pecados". Fue un predicador penitencial. Esto ya lo sabe el lector del
evangelio. Pero la razón última de su misión estaba en anunciar "al que
había de venir", el que era más fuerte que él y a quien él no era digno de
desatar la correa de su sandalia. Juan había tenido ya algún contacto con
Jesús. Más aún, según el cuarto evangelio, le había presentado oficialmente
como "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo". No obstante,
en la misma mentalidad de Juan, ¿hasta qué punto realizaba Jesús aquello que
los judíos esperaban del Mesías? La actividad de Jesús ¿se identificaba con la
figura del Mesías tal como el Bautista se lo imaginaba? Hay razones serias para
dudarlo y una de ellas la tenemos en la embajada que, desde la prisión, hace
llegar a Jesús a través de sus discípulos.
¿Eres el que había de venir? Para nosotros, la expresión
indica evidentemente la culminación de todas las esperanzas en la persona del
Mesías. Se había convertido en frase técnica para describir el tiempo mesiánico
y designaría o bien "el profeta" que había de venir (Deut 18, 15) o al
Mesías en persona. Los judíos no habían vinculado a esta expresión un
significado tan denso, aunque la idea de su venida "en el nombre del
Señor" era una convicción generalizada.
Jesús, en su respuesta, se limita a citar la Escritura (Is
35, 5-6; 61, 1). Una respuesta excesivamente concentrada y que nosotros
explicitaríamos así: todas estas cosas estaban anunciadas en el Antiguo
Testamento para los días del Mesías; todas estas cosas están siendo realizadas
por Jesús; luego, han llegado los días mesiánicos en la persona de Jesús.
Efectivamente, él es el que había de venir. Es la
conclusión lógica que debía deducir el Bautista.
Por si el texto no tuviese la suficiente claridad Jesús
añade: dichoso aquél que no se escandalice de mí. ¿Por qué? Probablemente por
el contraste entre lo que se esperaba -mucho más en la línea del
sensacionalismo- y lo que veían realizándose en su persona. La advertencia de
Jesús está en la línea de la identificación entre su persona y su palabra. La
palabra de Jesús no puede separarse de su persona ni la persona de su palabra.
Por algo es la Palabra (Jn 1, 1). Sólo quien comprende su palabra comprenderá
su persona y viceversa. Quien no lo entiende así, permanecerá a oscuras ante el
misterio de la persona de Jesús. La razón de escandalizarse de él está en su
humildad. ¿Es éste el camino hacia Dios?, ¿un camino de sufrimiento y de cruz?
El mismo Pedro se escandalizó y, con su escándalo, escandalizó a Jesús
(/Mc/08/31ss). El mismo escándalo ante el que sucumbieron sus paisanos de Nazaret
(Mc 6,3) y sus mismos discípulos ante la pasión (Mc 14, 27); el escándalo de la
cruz del que nos habla San Pablo (1 Cor 1, 23; Gál 5,1). Terminada su
respuesta, Jesús hace la presentación del Bautista.
Cuantos salieron al desierto atraídos por su predicación no
vieron en él una caña agitada por el viento, es decir, Juan no era de esas
personas que se doblegan fácilmente ante amenazas o promesas. Era un hombre
íntegro e inflexible ante el mal. El caso de Herodes Antipas lo pone bien de
manifiesto (14, 1ss). Tampoco se presentó Juan como una figura celeste con
atuendo regio al estilo de lo que esperaban los judíos para cuando llegasen los
días mesiánicos. Juan era un profeta. Pero un profeta singular.
Era el mensajero, el heraldo que había de venir a anunciar la
presencia del Mesías y a preparar sus caminos (Mal 3, 1). Era el precursor del
Mesías. Todo esto quería decir que, efectivamente, había llegado el que tenía
que venir. Que había sido inaugurada la era mesiánica, el mundo nuevo creado
por Dios por su última y definitiva intervención en la historia.
Juan era el precursor del que había de venir. En ser
precursor estaba su grandeza y su pequeñez. ¿Cómo explicar que el más pequeño
en el reino de los cielos es mayor que Juan? Por supuesto, que no desde la categoría
personal de cada uno. Aquí se nos está diciendo que el reino de Dios pertenece
a un nivel distinto al nuestro. Para pertenecer a él, a ese mundo nuevo, el
nuevo eón, es necesaria una nueva intervención de Dios en el hombre, un nuevo
nacimiento (Jn 3. 3ss). Esto nadie, ni el más grande de los hombres -como nos
es descrito Juan-, puede lograrlo por sí mismo. Sin embargo, el más pequeño e
insignificante a los ojos humanos, en quien se haya realizado este nuevo
nacimiento, esta nueva existencia, es mayor que la personalidad más destacada
-como era la de Juan.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID
1976.Pág. 998
2.- Este Evangelio se compone de dos partes muy distintas:
el relato de la embajada de los discípulos de Juan Bautista (vv. 2-6) y el
elogio de este último por el mismo Cristo (vv.7-10).
a) La embajada de los discípulos del Bautista lleva el
encargo de investigar si Cristo es realmente "el que tiene que
venir". Hay que comprender esta última expresión en el sentido que le da Juan
Bautista. Está tomada de Is 40, 10 (pasaje que el Precursor conoce bien, puesto
que cita ya el v. 3 en Mt 3, 3), en donde la venida del Mesías va acompañada de
fuerza y de violencia. Ahora bien, para Juan Bautista no hay lugar a duda de
que el Mesías que él anuncia será particularmente violento (Mt 3, 11). El
Mesías, en efecto, debe hacer su aparición dentro del aparato terrible de un
día de Yahvé.
Pues bien, Cristo desmiente esa espera poniendo de relieve
que sus obras mesiánicas están todas ellas hechas de dulzura y de salvación: en
lugar de juzgar y de condenar, cura y libera.
Aunque, por otro lado, en todo eso no hay nada que no esté
previsto por la Escrituras y esté en conformidad igualmente con la esperanza
mesiánica (cf. Is 61, 1; 35, 5-8). Pero hay dos conceptos opuestos del
mesianismo que en aquella época se repartían al pueblo elegido: los unos
esperaban los últimos tiempos como tiempos de poder y de violencia; los otros,
como tiempos de liberación y de felicidad. Oponiéndose a los discípulos de Juan,
Cristo revela un estilo de vida que constituye un problema para ellos y que no
dejará de producir escándalo hasta tanto no se penetre en el misterio del
Hombre-Dios sobre la cruz. Eso es precisamente el alcance del v. 6 (cf. Mt 13,
54-57; 16, 20-23; 26, 31-33, y , sobre todo, 1 Cor 1, 17; 2, 5). Si se produce
el escándalo a causa de Cristo, aun comprendiendo que da cumplimiento a tal o
cual profecía, es porque en Él se ha producido algo inesperado, algo que
ninguna profecía podía prever: el misterio del Hombre-Dios.
b) Ni el mismo Juan Bautista ha podido prever este aspecto
inesperado de la personalidad de Cristo. Y precisamente Jesús consagra su
elogio del Precursor a demostrarlo.
Para preparar a su auditorio a la idea de que el Bautista
es un profeta, Jesús utiliza una serie de imágenes: el contraste entre gentes
bien vestidas y el hombre vestido de pelos de camello (Mt 3, 4; 2 Re 1-8),
entre el profeta que no tiembla y la caña frágil (Jer 1, 17-19). Juan es
incluso más que un profeta: es el mayor de los profetas: citando Mal 3,1 y Ex
23, 20, Jesús define, en efecto, la misión del precursor como la de un servidor
que conduce al pueblo de Dios hacia la tierra tanto tiempo prometida. Y, sin
embargo (v. 11), Juan es el personaje más pequeño del reino. Esta observación
es capital para la comprensión del verdadero alcance del Evangelio. Juan es el
mayor del Antiguo Testamento, pero, en cuanto tal, se mueve aún dentro de una
interpretación demasiado humana y demasiado específicamente judía de las
profecías. Por eso es el más pequeño en el reino: le falta, en efecto, la
inteligencia del estilo absolutamente inesperado que Cristo introduce con su
existencia de Hombre-Dios.
Las dos partes del Evangelio, por tanto, se complementan:
no basta con comprender que Cristo y su Precursor dan cumplimiento a las
Escrituras, ni con definirlas partiendo de las profecías antiguas. Y se es el
más pequeño en el Reino cuando uno se detiene ahí, sin llegar a penetrar en el
misterio de la personalidad de Cristo. Este no es tan solo el final de una
cadena de pobres espirituales, de la que Juan sería el penúltimo eslabón (vv.
8-9); Jesús es "ontológicamente" pobre por su obediencia humana y
divina al Padre, y su pobreza hasta la cruz no es más que la repercusión
terrestre de su situación eterna de absoluta dependencia de Hijo respecto al
Padre.
Después de Cristo, los hombres pueden alcanzar esa pobreza
de los hijos de Dios merced a su dependencia del Padre, y la Eucaristía que
celebran, proponiéndoles que se dejen guiar por la iniciativa del Padre, les
capacita para esa aventura.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I - MAROVA
MADRID 1969.Pág. 111.
3.- Texto. El domingo pasado escuchábamos a Juan hablar del
que viene detrás de él con el poder y el derecho. En el texto de hoy, Mateo
igual que Lucas, recoge una tradición sobre la perplejidad de ese mismo Juan
ante la actuación del Mesías. El término Cristo, empleado en la traducción
litúrgica deriva del griego y es traducción del hebreo Mesías. En este texto
Cristo no es nombre propio sino título. Jesús reivindica su condición de
Mesías, entendiendo ésta no en la línea de los apocalípticos, sino en la de
diversos profetas agrupados bajo el nombre de Isaías. El v. 5 del texto es una
refundición de Is. 29, 18-19; 35, 5-6 y 61, 1. en línea con estos profetas la
actuación de Jesús no es destructora, sino reparadora de los desajustes
existentes.
La reivindicación de Jesús se cierra con una
bienaventuranza. Sería incorrecta interpretarla como advertencia o llamada de
atención a Juan. Es más bien una declaración a favor de los que no ven en Jesús
un motivo de escándalo.
La segunda parte del texto se centra en Juan y en su papel
dentro de la historia de la salvación. La interpelación y la pregunta retórica
dan a esta parte viveza y fuerza. El desierto del que se habla es la misma
falla geológica del domingo pasado, paisaje árido y tórrido, salpicado en
algunos lugares por matorrales, arbustos y cañaverales. Siguiendo la margen
occidental del Mar Muerto, se llega a la altiplinicie rocosa, rodeada de
barrancos. Su nombre actual es Masada, que significa fortaleza. Se trata, en
efecto, de una fantástica fortaleza inexpugnable, donde, entre los años 37 a 31
a. de C., Herodes había construido un palacio dotado de todos los lujos y comodidades.
Un palacio proverbial, del que todo el mundo contaba mil maravillas.
Jesús rinde a Juan tributo de admiración por su entereza y
austeridad. Sus referencias a las cañas y a los palacios se explican y
comprenden a la luz de lo mencionado en el párrafo anterior.
Pero la verdadera grandeza de Juan reside en su función de
mensajero inmediato del Mesías. Esta grandeza, sin embargo, palidece ante la
realidad del reino de los cielos traída por el Mesías. La llegada del reino de
los cielos hace realmente grandes a las personas. Comentario. Dos son las ideas
matrices del texto. Primera: El reino de los cielos es ya una realidad en
nuestro mundo. Segunda: este reino no destruye el mundo, sino repara lo
desajustado en él existente.
Síntomas de este desajuste son la enfermedad y la
marginación de los pobres. La primera es un misterio; la segunda, una
injusticia intolerable. La enfermedad debe ser combatida como desajuste y aceptada
como misterio; la marginación de los pobres debe sólo ser combatida, nunca
aceptada.
A pesar de todo hay que seguir afirmando la realidad del
reino de los cielos en nuestro mundo. Mucho, sin embargo, nos queda aún por
aprender del mensajero, Juan. Existente entre nosotros demasiado arribismo y
búsqueda del sol que más calienta; existe demasiado despilfarro. Entereza
y austeridad: dos grandes olvidadas.
ALBERTO BENITO - DABAR
1992/03
4.- -"Juan, que había oído en la cárcel las obras de
Cristo!..": Juan aparece encarcelado por Herodes, pero como era habitual
en las personas del mundo antiguo no pierde el contacto con el exterior. Conoce
la actividad de Jesús y le envía a sus discípulos. Los discípulos de Juan
subsistirán después de su muerte y algunos mantendrán polémica con la comunidad
cristiana primitiva sobre la mesianidad de Jesús. Por eso el texto evangélico
pone sobre la mesa las dudas del Bautista a fin de darles respuesta.
-"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?": La acción y la predicación de Jesús no han encontrado acogida en
Galilea. Mateo subrayará en los textos que vienen a continuación de esta
perícopa el carácter escondido del Reino. No es extraño que Juan manifieste
también su desconcierto: él esperaba al Mesías juez poderoso de la apocalíptica
judía de su tiempo y, en cambio, ve en Jesús otro tipo de actuación bien
diferente y él mismo está encarcelado. ¡El Mesías no actúa como liberador!.
-"Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo...":
La respuesta de Jesús a las dudas de Juan remite de nuevo a las obras que hace
y que ilustra con el texto de Isaías leído en la primera lectura y que recibe
el complemento de una referencia a los leprosos y a los muertos. Los signos que
realiza Jesús no se imponen por su evidencia abrumadora ante la gente, sino que
piden siempre la fe.
-"¿Qué salisteis a contemplar en el
desierto...?": Seguidamente Jesús expresa su pensamiento sobre la figura
de Juan, y lo hace interrogando a los oyentes con tres cuestiones que tiene una
progresión impresionante: ¿una caña? ¿un hombre bien vestido? (¿notemos la
ironía al contrastar el vestido de Juan con la corte de Herodes?, ¿un profeta?
La figura de Juan sólo se puede entender con relación a Jesús, por eso es más que
un profeta: "él es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de
ti...".
-"El más pequeño en el Reino de los cielos es más
grande que él...": La relación de Juan con Jesús es lo que le da su
grandeza, aunque ésta se mide sobre todo por la participación en el Reino de
Dios. Juan está a las puertas del Reino; en cambio, los discípulos de Jesús ya
participan plenamente de la realidad del Reino.
JOAN NASPLEDA - MISA
DOMINICAL 1989/24
PROPUESTA DE CANTOS DOMINGO III - ADVIENTO - CICLO C
01.- ALÉGRATE
Y GOZA, JERUSALÉN (Salmo 97) (F. Palazón)
MIRA QUE VIENE TU REY;
NO TEMAS SIÓN
QUE ESTÁ CERCA TU SALVACIÓN.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas,
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia,
se acordó de su misericordia y fidelidad
a favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios,
con clarines y al son de trompetas
aclamad a rey y Señor.
02.- VEN SEÑOR NO TARDES
VEN SEÑOR, NO TARDES MÁS,
VEN SEÑOR EL MUNDO TE ESPERA,
VEN SEÑOR NO TARDES MÁS,
QUE SIN TÍ NO HAY SALVACIÓN.
1.- Sobre la tierra
se oyó una voz de promesa,
un nuevo tallo dará
la raíz de Jesé.
Sobre la tierra se
oyó una voz de esperanza,
el hágase de la
Virgen milagro de fe.
2.- Hacia tu
encuentro vendrán los humildes y pobres,
hacia tu encuentro vendrán
los que anhelan la paz,
hacia tu encuentro
vendrán los que buscan tu reino,
los que han sabido
sufrir por lograr libertad.
3.- Hoy más que
nunca Señor necesito consuelo,
hoy más que nunca
Señor necesito perdón,
hoy más que nunca
Señor necesito alegría,
hoy más que nunca
Señor necesito tu amor.
03.- ACEPTA SEÑOR EL VINO Y EL PAN
ACEPTA, SEÑOR, EL VINO Y EL PAN,
CON
ELLOS TRAEMOS LA OFRENDA A TU ALTAR.
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
el abrazo sincero al hermano
perdonándonos nuestras ofensas.
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
trabajar por un mundo más justo
de igualdad y concordia fraterna.
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
convertir nuestra vida pasada
al mensaje de tu Buena Nueva.
04.- NO PODEMOS CAMINAR (J.A. Espinoza)
NO PODEMOS CAMINAR,
CON HAMBRE BAJO EL SOL
DANOS SIEMPRE EL MISMO PAN,
TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR.
1.- Comamos todos
de este pan,
el pan de la
unidad,
en un Cuerpo nos
unió el Señor
por medio del amor.
2.- Señor, yo tengo
sed de Ti,
sediento estoy de
Dios.
Pero pronto llegaré
a ver,
el rostro del
Señor.
3.- Por el desierto
el pueblo va,
cantando su dolor,
en la noche
brillará tu luz,
nos guía la verdad.
05.- TU ERES EL DIOS QUE NOS SALVA (J.A. Espinoza)
1.-
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija. (2v.)
TE
DAMOS GRACIAS SEÑOR,
TE
DAMOS GRACIAS SEÑOR. (BIS)
2.- Te damos gracias Señor,
porque has depuesto la ira,
y has detenido ante el pueblo,
la mano que lo castiga. (2V.)
3.- Y sacaremos con gozo
del manantial de la vida,
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita. (2V.)
4.- Entonces proclamaremos,
cantadle con alegría,
el nombre de Dios es grande,
su caridad infinita. (2V.)
5.- Que alabe al Señor la tierra,
contadle sus maravillas,
que grande en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica. (2V.).
06.- TU ERES LA PARTE DE NUESTRO HERENCIA
(J. A Espinoza)
TÚ
ERES LA PARTE DE NUESTRA HERENCIA,
DE TI NOS VIENE LA LIBERTAD.
1.- Refugio en los
momentos de peligro,
buscamos en Ti
nuestra alegría,
y en todos los que
entregan por el pueblo sus fuerzas,
ilusiones y la vida.
2.- Que fácil
adorar a dioses falsos,
poniendo la
ilusión en el dinero,
siguiendo sin
pensar en los de arriba,
aceptando sus
bodas y su credo.
3.- No envidio al
esplendor de sus banquetes
y el oro que
ostentan en sus fiestas,
prefiero cantar
con los sencillos
canciones de un
pueblo que despierta.
4.- Tu siempre vas
delante de nosotros,
sin dejar que la
muerte nos oprima,
por eso al caminar
vamos alegres,
nos muestras el
sendero de la vida.