SER AMADOS POR DIOS
COMENTARIO
De la conversación con
Nicodemo recogemos la afirmación que puede dar alimento a más de una
meditación: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único”. ¿Construimos
nuestra espiritualidad sobre este pensamiento de ser amados? La idea de amar
nos resulta más familiar: Señor, te amo, quiero amarte. Sin embargo, es posterior
a la de ser amados. Antes de eso, por ser primero, deberíamos afianzar esta
maravillosa certidumbre: Dios nos ama, Dios me ama. ¿Qué somos entonces, si
Dios puede amarnos? Más de una vez, esta idea nos hace soñar, pero no acabamos
de ver claro. ¿Tú Señor y nosotros?, ¿Qué encuentras en nosotros?, ¿Qué ocurre
cuando tú nos miras?, ¿Te conmueves?, ¿Te diviertes?, ¿Te irritas? Ya el salmo
8 se planteaba esta cuestión: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?”.
¿Qué soy yo a tus ojos, Señor, para que pienses en mí?
Cuando alguien piensa en
nosotros, nos sentimos felices. ¿Cómo es que no sentimos esa misma dicha, mil
veces más interesante, ante la idea de que Dios nos ama? La respuesta es
fácil. Los que nos aman tienen un
rostro, sus ojos nos sonríen, su voz nos conmueve. Pero ¿Dios?, ¿Cómo nos mira?
¡Es tan difícil imaginarle!, ¡Dios es tan silencioso! Apenas dicho esto, tengo vergüenza
de haber hablado así, ¿Cómo puedo olvidar que, para hablarnos de amor, Dios nos
envió su propia palabra?, ¿Qué para poder sonreírnos quiso unos ojos de hombre?,
“Al verbo de vida, dice Juan, lo hemos visto, lo hemos oído, lo han tocado nuestras
manos, la vida se ha manifestado en él”. ¡La vida nos ha mirado!
El secreto de los iconos
está ahí: ser mirados por Cristo, ser mirados con amor por Dios. Esa mirada
puede realmente hacernos existir. El hijo mirado con cariño se desarrolla
feliz; el hombre amado, la mujer amada sienten, bajo ese sol, que existen que
son alguien para el otro ¡Sentir, o por lo menos, saber por la fe que yo soy
alguien para Dios! El ama también a los que me cuesta amar. Pensar en su mirada
sobre mí no tiene que llevarme a imaginar un tú a tú que haga el desierto
alrededor de nuestro amor; eso sería perder pronto ese amor. Yo soy amado por
un amor inmenso, en un amor inmenso. “Tanto amó Dios al mundo”. Cuando
desprecio a alguien, cuando le tengo envidia, cuando lo ignoro, me salgo de la
revelación que establece el único espacio en que puede ser amado por Dios; él
ama a todos los hombres, nos ama como pueblo. Amado por él, comulgo de su
mirada de amor a los demás: “Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo sino para que el mundo se salve”.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Is 66, 10-11
Alégrate,
Jerusalén, reúnanse todos los que la aman, regocíjense los que estuvieron
triste para que exulten, mamarán a sus pechos y se saciarán de sus consuelos.
ORACION
COLECTA
Oh, Dios, que, por tu Verbo, realizas de modo admirable la
reconciliación del género humano, haz que el pueblo cristiano se apresure, con
fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo
libro de las Crónicas 36, 14-15. 19-23.
En aquellos días, todos los jefes de los
sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres
abominables de los paganos, y mancharon la casa del Señor, que el Señor había
consagrado en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el
principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su
pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios,
despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del
Señor se encendió sin remedio contra su pueblo.
Los
caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén,
prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos
preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a
Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del
reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del
profeta Jeremías: “Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansara todos
los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años”.
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en
cumplimiento de la palabra el Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el
espíritu de Ciro, rey de Persia, que mando publicar de palabra y por escrito en
todo su reino: “Así habla Ciro, rey de Persia: “El Señor, el Dios de los
cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le
edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre ustedes pertenezca a su
pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe”.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 136)
Que no me olvide de ti, Señor.
Junto a los canales de Babilonia nos sentamos
a llorar con nostalgia de Sion: en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras
citaras. R.
Allí los que nos deportaron nos invitaban a
cantar, nuestros opresores a divertirlos: “Cántennos un cantar de Sion”. R.
¡Como cantar un cantico del Señor en tierra
extranjera!. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. R.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me
acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Efesios 2, 4-10.
Hermanos: Dios, rico en misericordia,
por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos
ha hecho vivir con Cristo - por pura
gracia están ustedes salvados -, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha
sentado en el cielo con él. Así quiso mostrar a los siglos venideros la inmensa
riqueza de su gracia, por la bondad que nos manifestó en Cristo Jesús. Por la
gracia, en efecto, han sido salvados mediante la fe. Y no se debe a ustedes,
sino que es un don de Dios, y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda
presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús. Para que nos
dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Jn 3,
16
Tanto amo
Dios al mundo que entrego a su Hijo único. Todo el que cree en Él tiene vida
eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo
evangelio según san Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés
elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del
hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna. Tanto amo Dios al
mundo que entrego a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen
en El, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mando su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él.
El que cree en El, no será condenado; el que no cree ya está
condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio
consiste en esto; que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las
tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra
perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por
sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a luz, para que se vea
que sus obras hechas según Dios”.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos a Dios, que es rico en misericordia, y que es Jesucristo nos ha
llamado a obrar según la ley del amor. Digámosle: R.- Salva a tu pueblo,
Señor.
1.- Para que Jesús, que murió en la cruz para conseguirnos, la
reconciliación con Dios, ayude a su iglesia a mantenerse fiel y a dispersar su
misericordia y su perdón. Oremos. R.
2.- Para que, en todos los cristianos, contemplando el gran
acontecimiento de entrega de amor de Jesús, broten sentimientos de bondad y
solidaridad. Oremos. R.
3.- Para que el Señor que fue colgado de un madero para enseñarnos la
locura del amor de Dios Padre, conceda a los consagrados una entrega radical,
un espíritu sin frontera y un corazón nuevo. Oremos. R.
4.- Para que quien nos abrió el camino hacia la Vida, introduzca en
ella a quienes hoy morirán. Oremos. R.
Señor Dios, que tantas amas al mundo que nos dite a tu Hijo para que
nos salvara de la muerte y del pecado, escucha las suplicas que en nombre de
todos los hombres te hemos presentado, y haz que un día gocemos de tu luz y de
tu verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al ofrecerte
alegres los dones de la eterna salvación, te rogamos nos ayudes a celebrarlos
con fe verdadera y a saber ofrecértelos de modo adecuado por la salvación del
mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Sal 121, 3-4
Jerusalén,
está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del
Señor, a celebrar tu nombre, Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Defiende, Señor, a los que te suplican,
fortalece a los débiles, vivifica siempre con tu luz a los que caminan en
sombras de muerte y libres de todo mal por tu compasión, concédeles llegar a
los bienes definitivos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 11: Is 65, 17-21; Sal 29; J 4, 43-54
Martes 12: Ez 47, 1-9.12; Sal 45; Jn 5, 1-3.5-16
Miércoles 13: Is 49, 8-15; Sal 144; Jn 5, 17-30.
Jueves 14: Ex 32, 7-14; Sal 105; Jn 5, 31-47
Viernes 15: Sb 2, 1ª. 12-22; Sal 33; Jn 7, 1-2.10.25-30
Sábado 16: Jr. 11, 18-20; Sal 7; Jn 7, 40-53.
Domingo 17: Jr 31, 31-34; Sal 50; Hb 5, 7-9; Jn 12,
20-33.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 3. 14-21
"Tanto amó Dios al mundo". Esta es
su credencial y con ella se presenta desde la primera página de la Biblia. Por
amor anda Dios en busca nuestra por los caminos del mundo. El autor del texto
que hoy leemos hace especial hincapié en ello, como si quisiera hacer frente a
un modo distinto de presentar a Dios, a un modo que concibiera a Dios como juez
rencoroso y buscador de muerte.
Pero Dios no dicta sentencia contra nadie.
Esto es algo que cada uno hacemos contra nosotros mismos con nuestra
incredulidad de creyentes, un modo paradójico de ser, más hondo y complejo de
lo que nosotros calificamos como malas obras. Estas, las malas obras, nunca
estarán bien, por supuesto. Pero de ello podemos ser suficientemente
conscientes y salir. Basta que poseamos una conciencia no fanática. Ceguera,
exaltación, intolerancia: esto es lo realmente preocupante y grave, porque la
conciencia fanática siempre se considera vidente, más aún, clarividente.
Hagamos el esfuerzo de leer la última parte
del texto de hoy desde la referencia de /Jn/09/41:
"Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro
pecado sigue ahí". Sin esta referencia corremos el riesgo de encaminar la
"la luz y la verdad" por la dirección fanática, que es exactamente la
contraria de por donde discurre el creer en el nombre del Hijo único de Dios.
Creer en el nombre del Hijo es una expresión para decir creer en lo que el Hijo
es y significa.
ALBERTO BENITO - DABAR 1988/19
2.- EV/SINOPTICOS.
LOS SINÓPTICOS REFLEJAN MEJOR cómo ERA JESÚS; JUAN REFLEJA MEJOR lo que era
JESÚS. PONE EN SUS LABIOS LO QUE NUNCA DIJO PERO QUE EN REALIDAD ERA. VE/NO-V-FUTURA: VIDA ETERNA NO SIGNIFICA VIDA DESPUÉS
DE LA MUERTE. ES LA VIDA PROPIA DE UNA EXISTENCIA FELIZ. DE UN TIEMPO Y DE UN
MUNDO NUEVO.
El domingo pasado decíamos que Juan entendía
la expulsión de vendedores y cambistas como eliminación-sustitución del Templo
por Jesús. En el texto de hoy el autor profundiza en el significado de este
Jesús que sustituye al Templo. Lo hace sirviéndose de un diálogo entre el
propio Jesús y Nicodemo, autoridad religiosa. Por lenguaje y temática, este
tipo de diálogos son característicos del cuarto evangelio. En los evangelios
sinópticos Jesús habla de una manera muy distinta.
Jn/SINOPTICOS: ¿Quién nos da, pues, la versión más
fidedigna del personaje? Uno y otros, pero a distintos niveles. Los sinópticos,
a nivel de lenguaje real; Juan, a nivel de significado. Los sinópticos reflejan
mejor COMO era Jesús; Juan refleja mejor LO QUE ERA Jesús. En Juan hay más
cantidad de mediación interpretativa que en los sinópticos. Y a este plus de mediación
interpretativa Juan le da forma hablada, poniendo en los labios de Jesús lo que
Jesús nunca dijo, pero que en realidad era. Por eso, al comentar un diálogo de
Juan, es más exacto hablar de significado de Jesús que de palabras de Jesús.
El diálogo de hoy presupone el texto de
/Nm/21/09: "Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un
estandarte". Fue una medida salvadora. "Cuando una serpiente mordía a
uno, éste miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado". El correlativo
de la serpiente de bronce en el estandarte es Jesús en la cruz; el correlativo
de mirar es creer. Jesús tiene que ser levantado en alto. ¡Honda y misteriosa
necesidad! Para que al levantar la vista hacia esa altura quedemos salvados. El
autor habla en perspectiva de presente. VIDA ETERNA no significa lo que
nosotros solemos llamar vida después de la muerte. En la expresión de Juan,
eterno no se contrapone a temporal. Vida eterna es sinónimo de calidad de vida;
eterno designa plenitud, totalidad. Vida eterna es la vida propia de una
existencia feliz, de un tiempo y un mundo nuevo. Jesús levantado en alto hace
posible este tipo de existencia para todo el que levanta sus ojos hacia él,
para todo el que cree en él. El designio del Padre, continúa Juan, su voluntad
es que tengamos una existencia así. Parece un sueño.
Sólo con pensarlo un indescriptible
relajamiento se apodera de uno. Jesús levantado en alto acaba con toda
situación y sensación de existencia echada a perder. Existencia echada a perder
es lo contrario de vida eterna.
No sé por qué extrañas razones los humanos
estamos empeñados en hacer de Dios un contrincante que está a nuestro acecho.
Debería bastar esta página de Juan para convencernos de lo contrario. Lo mismo
habría que decir sobre nuestra idea de Dios como juez futuro. Incluso la
traducción litúrgica parece favorecer esta perspectiva de juicio futuro.
No SERA condenado es una muy mala traducción
del original griego, a no ser que este futuro sea entendido en un sentido
puramente lógico. Pero para evitar ambigüedades sería mejor traducir: el que
cree en él no queda condenado, al que cree en él no se le condena.
No debemos perder de vista el punto de
partida: mirar a la serpiente levantada en alto suponía la curación. Lo
contrario es igualmente válido: dejar de mirar a la serpiente suponía no
curarse. Es decir, excluirse uno a sí mismo de ser curado. Esto es exactamente
lo que dice Juan cuando escribe que los hombres han preferido la tiniebla a la
luz. Lo cual significa que el hombre es el único responsable de su destino y
que Dios no es ni su contrincante ni su juez. Dios es sencillamente un padre,
cuyo hijo único ha sido levantado en lo alto de una cruz. Pero para fortuna
nuestra, al mirar a este hijo quedamos salvados.
A. BENITO - DABAR 1985/18
3.- REDENCION/EXPIACION D/SADICO: TEOLOGÍAS POCO AFORTUNADAS QUE PRESENTAN A UN
DIOS NECESITADO DE DESAGRAVIOS SANGRIENTOS.
Habrá que evitar ciertas teologías poco
afortunadas que presentan a un Dios necesitado de desagravios sangrientos por
las ofensas de los hombres y que manda a su Hijo para que le ofrezca su sangre,
de valor infinito.
Una presentación adecuada podría ser
constatar que el camino de los hombres andaba desencajado, alejado de Dios,
incapaz de romper el círculo de pecado. Y sólo el propio Dios podía romper ese
círculo infernal. Y el Hijo de Dios se hace hombre, el propio Dios viene a
vivir esa débil y confusa situación humana. Y la vive del modo como Dios vive
las cosas: como un acto absoluto, pleno, constante, de amor. Vivir así, en este
mundo nuestro lleno de mal y de pecado, significa acabar perdiendo. Y Dios
pierde, Dios muere. Pero EL CIRCULO SE HA ROTO, LA FUERZA DEL PECADO NO HA
PODIDO CON LA FUERZA DEL AMOR, AUNQUE EL PRECIO QUE EL HIJO DE DIOS HA TENIDO
QUE PAGAR HAYA SIDO EL PRECIO MAS ALTO que pueda pagarse: su vida, su sangre. Y
eso es la redención: la entrega absoluta del Hijo de Dios ha hecho que el
pecado no domine ya definitivamente. El que cree en él, el que se acerca a la
luz, ya no es reo de la condena por el pecado; el que cree en él, el que se
acerca a la luz, después de la muerte hallará vida.
J. LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1988/06
4._ FE/SV/JUICIO
Jesús, pues, no es juicio sino salvación.
Dios no es el que juzga, sino el que salva. La salvación tiene lugar por la fe.
En cambio, "el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el
nombre del Hijo único de Dios". La luz es dada a todos (ilumina a todos
los hombres: Jn 1,9), pero "los hombres prefirieron la tiniebla a la luz,
porque sus obras eran malas".
El evangelista va penetrando en el misterio y
apunta al corazón mismo de cada persona y a su libertad, que se auto-expresa y
se auto-decide con su comportamiento, y así se deja iluminar (¡y salvar!) por
la luz, o bien la aborrece y se aleja de ella.
Nosotros nos guardaremos mucho de distribuir
condenas, pero exhortaremos a los creyentes (y nos exhortaremos a nosotros
mismos) a prestar atención a nuestras obras, pues ellas nos expresan y nos
abren (o cierran) a la luz salvadora que "resplandece en las
tinieblas" (Jn 1,5).
J. TOTOSAUS - MISA DOMINICAL 1991/05
5.- Así tiene que ser elevado el Hijo del
hombre (evangelio). El levantamiento de Jesús es a la vez su muerte en cruz y
su glorificación; es fruto del rechazo del mundo y atracción salvadora de todos
los hombres; Jesús es elevado (para morir) por el mundo y es elevado (para
salvar) por el Padre; por eso no le ha compadecido: "para que todo el que
crea en él tenga vida eterna". Jesús elevado, atrae a todos los hombres;
es la luz verdadera que ilumina a todos. Hacia ese Jesús elevado en señal de
oprobio nosotros levantamos nuestros ojos de la fe para tener vida eterna:
reconocemos en él el amor salvador del Padre y el amor fiel y salvador del
Hijo; porque tampoco el Hijo no se ha compadecido, no ha amado tanto su vida
que la quisiese guardar sólo para él, sino que ha aceptado perderla, es decir,
entregarla al Padre y a todos nosotros. Y, no obstante, siempre estamos
tentados de preferir más las tinieblas que la luz, por miedo a que no ponga de
manifiesto nuestras obras. En esta doble atracción de la luz salvadora, pero
denunciadora, y de la tiniebla, oscura pero protectora, se juega toda nuestra
vida. ¿Hacia dónde nos inclinamos? ¡Creamos en el amor! (1 Jo 4,16). ¡Dejémonos
atraer por el Hijo del hombre elevado sobre la tierra!, ¡Caminemos hacia la
luz!
J. TOTOSAUS - MISA DOMINICAL 1991/05
6.- CZ/GLORIA
Juan utiliza la narración de la serpiente de
bronce, elevada por Moisés en el desierto (Núm 21, 8s), como figura que ilustra
proféticamente lo que sucede en la "elevación" del Hijo del Hombre en
la cruz. A este respecto, destaca sólo tres puntos de conexión: la
"elevación", la fuerza salvadora y el plan de Dios que tenía que
cumplirse. Importancia especial tiene la "elevación", palabra
utilizada en doble sentido: elevación a la cruz y elevación a la diestra del
Padre. Por esta razón nosotros hubiéramos preferido traducir el original por la
palabra "exaltación". Juan ve en la crucifixión -y no después de
ella- el momento culminante de la vida de Jesús, la "hora", de su
glorificación. La "exaltación" es el tránsito de Jesús del mundo al
Padre, la Pascua.
La salvación viene del Hijo del Hombre
exaltado en la cruz: "Cuando yo sea levantado sobre la tierra, atraeré a
todos hacia mí" (12, 32). Creemos que es así, porque conocemos que éste es
el plan de Dios, cuyo objetivo no es otro que dar vida a los creyentes,
glorificando con ello a su Hijo (17,2; cfr. 13, 31s). El versillo debiera
traducirse: "para que todo el que cree tenga vida eterna en él". El
plan de salvación no tiene otro fundamento que el incomprensible amor de Dios
al "mundo", esto es, al mundo de los hombres, que habían quedado sin
"vida" por su culpa.
Llevado por su amor al mundo, Dios salta el
abismo que nos separaba de él y se aproxima a nosotros, para darnos lo que más
quiere: su "único Hijo". Más aún, entregando a su único Hijo a la
muerte para que nosotros tengamos vida. En esto se manifiesta que Dios es amor.
El mejor comentario a este texto lo hace Juan en su primera carta (4, 9s). Se
contrapone aquí "perdición" (o muerte) y "vida", lo mismo
que en el versillo siguiente "condenación" (o juicio) y
"salvación". El hombre sólo puede escapar de la perdición y de la
condena, si, creyendo en Jesucristo, recibe la vida y la salvación. Dios envía
a su hijo para salvar al mundo y no para condenarlo, Dios quiere la salvación
de todos los hombres, y Jesús es, como afirma la Samaritana, el "salvador
del mundo" (4, 42). Frente a cualquier dualismo de buenos y malos, Dios
ofrece a todos la salvación y no sólo a una minoría privilegiada.
El nombre del Hijo único de Dios es
"Jesús", que significa "Dios salva". Creer en el
"nombre", es creer en la misión salvadora de Jesús. Dios quiere la
salvación de todos; si, no obstante, algunos se condenan es porque no creen en
el nombre de su hijo y rechazan la salvación.
Es característico de Juan lo que se ha
llamado "escatología presente", esto es, el considerar el juicio de
Dios como algo que acontece ya cuando el hombre resiste al Evangelio con su
incredulidad; pues el que no cree, a sí mismo se condena y se priva de la
última oportunidad de alcanzar la vida. Según esto, lo que llamamos
"juicio final" no sería otra cosa que la confirmación divina de
aquella sentencia a la perdición y a la muerte.
Frente a las "tinieblas", que se
presentan aquí como una personificación del mal, se alza la "luz" que
es el mismo Hijo de Dios en persona (1, 4s). La venida de la "luz" al
mundo denuncia la existencia de las "tinieblas" y, aunque el hijo de
Dios no viene a juzgar a nadie, su presencia establece inevitablemente un
juicio. La "luz" -y, por lo tanto, la proclamación del evangelio-
cuestiona a los hombres y les obliga a decidir entre la fe y la salvación, o la
incredulidad y la perdición. Muchos se deciden por la incredulidad, porque sus
obras no son buenas.
Se habla aquí de "hacer la verdad";
pues para Juan la verdad, lo mismo que la mentira, no son dos teorías opuestas,
sino dos modos contradictorios de vivir. Los que obran perversamente se oponen
a la verdad con la mentira de su vida y esconden sus malas obras huyendo de la
luz. En cambio, los que hacen la verdad buscan la luz, para que se vean sus
obras buenas.
EUCARISTÍA 1988/13
7.- Las palabras de Jesús a Nicodemo -el
primero de los discursos que hallamos en el evangelio de Juan- expresa en forma
resumida los principales temas de la revelación de la que Jesús es portador. Partiendo
de la misión de Jesús, el Hijo del Hombre, el fragmento de hoy habla también
del Padre que envía el Hijo al mundo y termina con la postura que toman los
hombres ante esta oferta de salvación por parte de Dios.
1. La misión que Jesús ha recibido consiste
en dar al hombre "vida eterna", la misma vida de Dios, que proviene
del "agua y del Espíritu" (cfr. versículo 3) y que se concede a los
hombres en virtud del Hijo del Hombre elevado. Ser elevado significa para Jesús
no sólo la cruz y la muerte, sino también su resurrección y exaltación junto al
Padre (los sinópticos expresan eso mismo diciendo: "El Hijo del Hombre
tiene que padecer mucho... ser ejecutado y resucitar a los tres días": cfr.
Mc 8, 31). El don del Espíritu, íntimamente unido a la glorificación de Jesús
(cfr. Jn 7, 37-39) es fuente de vida eterna, definitiva, para cuantos creen en
El.
2. Los versículos 16 y 17 ("Tanto amó
Dios al mundo...") explican la misión de Jesús, el Mesías, partiendo de
Dios, puesto que es El quien tiene la iniciativa de intervenir en la historia.
Jesús es "el que bajó del cielo" (cfr. versículo 13) o "el Hijo
que Dios entregó al mundo". Nótese en estos dos versículos el fuerte contraste
entre perecer/tener vida eterna y entre condenar al mundo/salvar al mundo. Dios
se desprende de su "Hijo único" (cfr. Gn 22, Abrahán dispuesto a
desprenderse de su "hijo único" Isaac: domingo segundo de Cuaresma)
para que los que creen en él "tenga vida eterna", "para que el
mundo se salve por él". El móvil de Dios es totalmente positivo y
universal. Y este propósito brilla en la vida entera de Jesucristo, pero se
manifestará de modo especial cuando sea elevado, entonces, "cuando yo sea
elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (cfr. Jn 12, 32,
evangelio del próximo domingo).
3. Poco a poco, el texto termina por
referirse a la postura que los hombres toman ante Jesucristo y aparecen, de
modo semejante al prólogo del evangelio, los temas de la luz y las tinieblas, íntimamente
unidos al de la vida. En el prólogo se decía que "en la Palabra había
vida, y la vida era la luz de los hombres"; el texto de hoy identifica el
rechazar a Cristo, donador de vida eterna, con preferir la oscuridad a la luz.
La vida entera de Jesús es un gran resplandor
ante el cual se pone de manifiesto lo que cada hombre es: cada uno es juzgado y
es salvado o condenado no porque el amor de Dios haga excepciones, sino según
la actitud personal de cada uno. Se condena aquel que "obra
perversamente", el que persevera voluntariamente en el mal, no el pecador
ocasional.
J. ROCA - MISA DOMINICAL 1982/06
8.- A-D/FE
El evangelio es un anuncio. Es Buena Noticia.
Cuando Jesús habla de Dios, narra historias y parábolas. Porque sólo las
historias permiten adivinar el comportamiento incomprensible de Dios. Cuando
habla de Dios, Jesús realiza gestos y acoge en su mesa a los pecadores y a las
gentes insignificantes. Porque sólo los gestos muestran lo que hace vivir a
Dios. "Tanto amó Dios al mundo...", comentará Juan en su ancianidad.
"Tanto amó Dios al mundo..." (/Jn/03/16): ésta es la única confesión de fe que estamos
obligados a profesar para ser fieles a la herencia que se nos ha dado. Dios ama
al mundo con un amor incomprensible e inconmensurable. El Dios que revela Jesús
no es un Dios al estilo de los hombres, ni el que garantiza el orden del mundo,
ni una superpotencia, ni un súper-ingeniero vigilante del escenario y del plan
del mundo, ni el guardián del orden social o moral. Dios ama: no se puede pensar
en El sin darle ese predicado que impresiona tan profundamente al corazón del
hombre hasta en sus fibras más íntimas: Dios es amor.
Sólo Jesús, ese Jesús cuya palabra y cuyos gestos conducen a la cruz, sólo
Jesús crucificado podía dejar sospechar esto: Dios es amante. El Dios de los
filósofos nos diría: "Hay lo que hay: el azar y la necesidad; busca y
encuentra". El Dios de los sabios nos diría: "Aguarda y verás:
encontrarás la Verdad". El Dios de los moralistas nos diría: "Es preciso,
debes hacer esto, ésta es tu obligación". El Dios de los ideólogos nos
diría: "¿Qué has construido? ¿Cuál es tu combate?" El Dios de
Jesucristo, por ser amor, nos dice solamente: "¿Quieres?" Un
"¿Quieres?" que desarma y está desarmado. Dios está desarmado y es
infinitamente pobre; la misericordia es, ante todo, una súplica de Dios:
"Déjame amarte". Pero su palabra, "¿quieres?", nos desarma,
porque su misericordia es el cuestiona- miento más radical que se nos podía
hacer.
Desarmarte y desarmado; así es Dios; sólo
unas historias y unos gestos pueden hacernos atisbar la interpelación que nos
toca en lo más íntimo de nosotros mismos y nos permite vislumbrar lo que Él
quiere decirnos: "Yo os amo: ¿y vosotros?".
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL - SEMANAS
XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS - SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 154
9.- Jn/03/16: "Tanto amó Dios al mundo,
que le dio a su Hijo Unigénito".
¡Profundas palabras, en las que el alma debe
abismarse! Dios da. Este es el hecho fundamental de nuestra fe; sobre él
descansa la revelación. De Dios sólo sabemos que da; se nos da a Sí mismo. Pues
Dios no tiene algo, sino que Él lo es todo. Si da, sólo puede darse a Sí mismo;
y con Él se nos da ciertamente todo. En todo lo que recibimos como don de la
naturaleza o regalo de la gracia se da Dios a Si mismo. Y sólo en la medida en
que lo reconocemos, poseemos lo que nos es dado. Todo lo que nos es dado puede
sernos arrebatado de nuevo. Pero somos poseedores del don en tanto que
reconocemos a Dios como la fuente de lo que nos da.
Dios se convierte en don. Primero, dentro de
su mismo Ser; pues al engendrar a su Hijo, se da a Sí mismo. Y el Hijo, al
reconocer y amar a su causa generatriz, se vuelve a dar al Padre. La tercera
persona divina, el Espíritu vital que sopla y fluye por doquier, el Espíritu
Santo, es don entre Padre e Hijo. Pero el amor generoso de Dios sale de Sí
mismo; en el Hijo se entrega al mundo. El Padre "da al Hijo" para la
encarnación, la pasión y la muerte; para que su muerte borre los pecados del
mundo, dejando en él lugar para Dios, que se entrega al mundo.
Pero esto no basta; es preciso que los
recipientes estén vacíos.
Cuando Dios se da, es demasiado grande para
que un hombre pueda comprenderle y poseerle. Es un don de tal categoría, que el
mismo don nos concede la gracia de recibirlo. Nuestra naturaleza, aunque creada
a imagen de Dios, no puede llegar a eso. Dios ha de dilatarla, elevarla. Más
aún; ha de crearnos de nuevo, ha de darnos parte en su propia vida divina, en
su Espíritu, para que nosotros podamos comprender y recibir lo que sobrepasa
nuestra naturaleza. Con los dones divinos nos otorga la fuerza, también divina,
para comprenderlos y guardarlos; la "virtus divina" que corresponde
al "donum Dei". Esta fuerza para recibir y guardar los dones, es ya
parte del don mismo, es un principio de la vida divina que ha de sernos dada;
en una palabra, es la fe, que se nos da como comienzo de la vida divina en
nosotros y cuya plenitud atrae sobre nosotros.
EMILIANA LÖHR - EL AÑO DEL SEÑOR - EL
MISTERIO DE CRISTO EN EL AÑO LITURGICO II EDIC.GUADARRAMA MADRID 1962.Pág. 208
s.
10.- Este Evangelio está sacado del
comentario añadido por Juan al relato de la conversación de Nicodemo y Jesús,
una conversación que constituyó una iniciación a la fe (cf. Jn 3, 1-15) y Jesús
subrayó que no basta con ver los signos: hay que "ver" su persona,
especialmente en su papel de mediador levantado sobre la cruz y en la gloria.
Esta visión de Cristo no puede obtenerse sino mediante un nuevo nacimiento.
Juan prosigue esa iniciación en la fe
evidenciando, por encima de la persona de Cristo, la persona de su Padre y el
designio salvífico peculiar suyo.
a) Juan no emplea aún la Palabra
"Padre" para designar a la primera persona de la Trinidad, sino solo
la Palabra "Dios". Sin embargo, si la paternidad de Dios apenas es
aludida, sus relaciones de amor con el Hijo aparecen ya claramente en la
expresión "Hijo único" (vv. 16, 18). Además, la paternidad de Dios
sobre el mundo queda igualmente esbozada en el don de lo que tiene de más
querido (v. 16) y en el otorgamiento a los hombres de su vida eterna.
b) Este gesto paternal de Dios que es el
envío del Hijo entre los hombres se transforma también en juicio: da nacimiento
a quien cree y condena a quien no cree (v. 18). En relación con este tema del
juicio saca Juan la conclusión de la entrevista entre Nicodemo y Jesús (vv.
19-21), recordando además el comienzo de esta entrevista.
Juan 3, 2: Nicodemo viene a Jesús.
Juan 3, 2: Tú has venido como maestro.
Juan 3, 2: si Dios no está con él.
Juan 3, 2: viene de noche.
Juan 3, 21: quien hace la verdad, viene a la luz.
Juan 3, 19: la luz ha venido.
Juan 3, 21: sus obras en Dios.
Juan 3, 19: han amado las tinieblas.
Este cuadro permite medir el camino recorrido
en la iniciación de Nicodemo en la fe. Este último creía encontrarse en
presencia de un doctor: lo que encuentra es la luz del mundo. Vivía a ocultas,
de noche, y se ve obligado a elegir entre la luz y las tinieblas.
Basándose en los milagros de Cristo creía que
Dios estaba "con" este último, y he aquí que descubre que Dios está
"en" él.
c) El comienzo del v. 21 hay que traducirlo
por "hacer la verdad", y no solo por "obrar en la verdad".
La expresión es, ciertamente, difícil. La verdad puede conocerse como objeto de
saber, y hacer obrar, como motora de actitud. Pero se trata tan solo de una
verdad-teoría que se opone a la práctica o, al menos, se diferencia de ella.
De hecho, en el lenguaje de San Juan (Jn 1,
17; 14, 6; 18, 37) la verdad designa la manifestación de lo que está oculto;
algo así como la palabra misterio en San Pablo. La verdad es, pues, la
profundidad de nuestro ser, allí donde el acontecimiento adquiere su peso de
eternidad, allí donde la angustia es superada por el valor de ser. Para San
Juan, esa verdad "viene", es alguien, "se hace", porque es
una manera de ser no solo en el fondo de sí, vinculada a la persona de Jesús y
capaz de modificar el comportamiento.
Se comprende entonces que Juan asocie verdad
y juicio, porque la decisión en pro o en contra de la verdad es cuestión de
vida o muerte, de descubrimiento del fundamento de la vida y de todas las cosas
o de superficialidades y de banalidad. La esperanza de los primeros cristianos
salidos del judaísmo se refería a un Mesías-Juez, un "Hijo del
hombre" (v. 13) con la misión de separar a los buenos de los impíos, a los
judíos de los paganos. Pero ese juicio no llega: parece que ya no se puede
esperar nada del exterior para juzgar a la humanidad.
Juan viene a confirmar esa impresión: el
juicio de Dios no es una operación exterior distinta de la presencia de Cristo
entre los hombres. Puesto que posee la clave de la existencia humana por cuanto
no es tan solo Hijo del hombre, sino Hijo de Dios (v. 18), Jesús, por efecto de
su sola presencia frente a mí, me obliga a aceptar o a rechazar el adentrarme
hasta el fondo de mí mismo, allí donde vivo en comunión con El, en apertura a
Dios ("hacer la verdad", v. 21). El juicio no es ya un acontecimiento
exterior: está hecho de la respuesta que doy a la interpelación de Cristo,
según que acepte el acercarme a la luz o que prefiera vivir en las tinieblas. El
cristiano no tiene, pues, miedo a un "juicio último", y todavía menos
a las descripciones mitológicas que de él se han dado: sabe que el juicio está
en él y depende de su propia elección.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA
CRISTIANA IV - MAROVA MADRID 1969.Pág. 57
11.- El amor de Dios, tal como se hace
patente en la entrega del Hijo, quiere la salvación "... a fin de que todo
el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna". O, según se
dice en el v. 17: Dios no ha enviado al Hijo para que "juzgue" al
mundo, o lo que es lo mismo, para que lo entregue al castigo escatológico, que
sólo significaría la aniquilación y desgracia completas, sino para que el mundo
se salve por el Hijo. El propósito auténtico y originario de Dios, según se ha
hecho patente en el envío del Hijo, es la salvación del mundo, no su
condenación. Se trata, pues de un explícito y claro predominio del designio de
salvación en la actuación amorosa de Dios en el cosmos, de una preponderancia y
prioridad de la salvación sobre la condenación; se trata de un triunfo de la
salud.
Eso quiere decir que, ateniéndose a la clara
afirmación del texto joánico, salvación y condenación del hombre no son, en
modo alguno, unas alternativas equivalentes, sino que a la salvación le
corresponde una prevalencia inequívoca. Según nuestro texto, existe en Dios una
voluntad inequívoca de salvación y de amor, mientras que no existe una voluntad
de condenación en Dios, no hay predestinación alguna divina para la condenación
eterna. Lo que queda abierta, evidentemente, es una posibilidad de perder la
salvación por parte del hombre, y ello, desde luego, porque responde a la
condición humana, a la realidad existencial del hombre en la historia. En el
envío del Hijo -y eso es lo que dice nuestro texto -Dios ha explicado a todo el
mundo que quiere salvar al mundo y que quiere liberarlo de la condenación y
ruina. Es necesario reconocer esa acción anticipada de Dios con un compromiso
claro.
EL NT Y SU MENSAJE - EL EVANG. SEGUN S. JUAN/4-1ª - HERDER BARCELONA
1983.Pág. 281
12. SV/CONDENACION
"Tanto amó Dios al mundo, que entregó a
su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna". Jesús es el don del amor de Dios a la humanidad. Tan
incomprensible, tan fuerte, tan eficaz es ese amor de Dios al mundo, al mundo
humano creado por Dios y alejado de él, que "le entregó a su Hijo
único".
En el vocabulario del cristianismo primitivo
esa manera de hablar está siempre en relación con la cruz. Es una reflexión
sobre la muerte en cruz de Jesús, muerte que en definitiva atribuye no a simple
"permisión divina", ni a un proceso lleno de vicisitudes, sino a la
misma voluntad de Dios. Ahora bien, esa "voluntad de Dios" no es un
capricho arbitrario y ciego, sino una "voluntad de salvarnos", es
decir, amor.
En esta entrega del Hijo único hay un
recuerdo del sacrificio que otro padre -Abraham- hizo también de su hijo único:
"anda, coge a tu hijo, a tu unigénito, a quien tanto amas, a Isaac, y ve a
la tierra de Moriah, y ofrécemelo allí en holocausto, sobre uno de los montes
que yo te indicaré" (/Gn/22/02) Aquel sacrificio
no llegó a realizarse. El cordero que sustituye a Isaac y se sacrifica sin
resistencias es este Cordero de Dios que quite el pecado del mundo.
J/MUERTE/VD: El Padre por amor a nosotros nos entrega a
su propio Hijo, el único, en nuestras manos y nosotros entregamos a este Hijo
único de Dios a la muerte. El Padre no envía al Hijo a la muerte, sino a la
solidaridad con los hombres. Huyendo de la realidad humana Jesús pudo haberse
salvado de la muerte. Este es el sentido de las tentaciones que Jesús sufre a
lo largo de su vida. Pero Jesús sabe que la salvación no le llega al hombre por
la huida de la realidad humana, sino por la identificación hasta el fondo con
ella, por aferrarla hasta las heces. El Padre no envía al Hijo a la muerte sino
al cumplimiento fiel de su misión de revelar el amor de Dios, su misericordia
sobre todos los hombres, y la muerte de Jesús es una consecuencia de su obrar.
Al enviar a su Hijo al mundo el Padre corre este riesgo que no
"escatimó" (/Rm/08/32) como dice S. Pablo.
Si hubiéramos aceptado plenamente el amor de
Dios ofrecido en Jesús, aquella venida de Jesús habría sido un acto de amor
sólo positivo. Pero como desde nuestra situación de pecado lo hemos rechazado,
aquella entrega tiene la forma negativa de muerte.
El amor de Dios tal como se manifiesta en la
entrega del Hijo, quiere la salvación... "para que no perezca ninguno de
los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él".
El propósito y la voluntad de Dios, según se
manifiesta en el envío del Hijo, es la salvación del mundo, no su condenación.
Se trata, por tanto, de un claro predominio
del designio de salvación en la actuación amorosa de Dios en el mundo; de una
preponderancia, de una prioridad de la salvación sobre la condenación; se trata
de un triunfo de la salvación.
Ateniéndonos a la clara afirmación de este
texto del evangelio podemos decir que salvación y condenación del hombre no son
dos alternativas equivalentes, que cada una de ellas tenga el 50% de
posibilidades, sino que a la salvación le corresponde una superioridad
indiscutible.
Según este texto, existe en Dios una voluntad
indiscutible de amor y de salvación, mientras que no existe una voluntad de
condenación en Dios; Dios no quiere que nadie se condene.
Lo que sí queda abierta es una posibilidad de
perder la salvación por parte del hombre. En el envío del Hijo -y esto es lo
que dice el texto- Dios ha explicado a todo el mundo que quiere salvar al mundo
y que quiere liberarlo de la condenación y de la ruina. Es necesario reconocer
esa acción anticipada de Dios con ese compromiso clarísimo de salvación. Pero
el hombre puede rechazar esta oferta del amor salvador que Dios le ofrece en
Jesús, su Hijo: "el que no cree en él ya está condenado porque no ha
creído en el nombre del Hijo único de Dios".
Si alguien se excluye de la salvación se debe
al rechazo del ofrecimiento que Dios hace en Jesús.
"Esta es la causa de la condenación: que
la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz". Ser
sincero con Dios y consigo mismo, apostar siempre a favor de la luz, de la
vida, del hombre y del mundo. Esto es creer en el nombre del Hijo único de
Dios. El que cree así no será condenado. Se puede creer así aunque no se
conozca a Jesús.
-Apostar siempre -aun en medio de los mayores
dificultades- por la vida del hombre y del mundo, es creer en el nombre del
Hijo único de Dios.
13.- ACI DIGITAL 2003
14.- Véase Núm. 21, 9. Cf. 12, 32.
15. "Este versículo, que encierra la
revelación más importante de toda la Biblia, debiera ser lo primero que se
diese a conocer a los niños y catecúmenos. Más y mejor que cualquier noción
abstracta, él contiene en esencia y síntesis tanto el misterio de la Trinidad
cuanto el misterio de la Redención" (Mons. Keppler). Dios nos amó primero
(I Juan 4, 19), y sin que le hubiésemos dado prueba de nuestro amor. "¡Oh,
cuán verdadero es el amor de esta Majestad divina que al amarnos no busca sus
propios intereses!" (S. Bernardo). Hasta dar su Hijo único en quien tiene
todo su amor que es el Espíritu Santo (Mat. 17, 5), para que vivamos por El (I
Juan 4, 9).
16. Para juzgar al mundo: Véase San Juan 5, 22 y nota: "Y el Padre no
juzga a nadie, sino que ha dado todo el juicio al Hijo". A Jesús le
corresponde ser juez de todos los hombres, también por derecho de conquista;
porque nos redimió a todos con su propia Sangre (Hech. 10, 42; Rom. 14, 9; II
Tim. 4, 8; I Pedro 4, 5 s.). Entretanto, Jesús nos dice aquí que ahora ni el
Padre juzga a nadie ni El tampoco (8, 15), pues no vino a juzgar sino a salvar
(3, 17; 12, 47). Es el "año de la misericordia", que precede al "día
de la venganza" (Luc. 4, 19; Is. 61, 1 ss.)
17. Este es el juicio de discernimiento entre
el que es recto y el que tiene doblez. Jesús será para ellos como una piedra de
toque (cf. 7, 17; Lc. 2, 34 s.). La terrible sanción contra los que rechazan la
luz será abandonarlos a su ceguera (Marc. 4, 12), para que crean a la mentira y
se pierdan. S. Pablo nos revela que esto es lo que ocurrirá cuando aparezca el
Anticristo (II Tes. 2, 9 - 12). Cf. 5, 43 y nota: "Yo he venido en el
nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, ¡a
ése lo recibiréis!".
La historia rebosa de comprobaciones de esta
dolorosa realidad. Los falsos profetas se anuncian a sí mismos y son admirados
sin más credenciales que su propia suficiencia. Los discípulos de Jesús, que
hablan en nombre de Él, son escuchados por pocos, como pocos fueron los que
escucharon a Jesús, el enviado del Padre. Véase Mat. 7, 15 y nota
("Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros
disfrazados de ovejas, más por dentro son lobos rapaces". Jesús, como buen
Pastor (Juan 10, 1 - 29), nos previene aquí bondadosamente contra los lobos
robadores, cuya peligrosidad estriba principalmente en que no se presentan como
antirreligiosos, sino al contrario "con piel de oveja", es decir,
"con apariencia de piedad" (II Tim. 3, 5) y disfrazados de servidores
de Cristo (II Cor. 11, 12 ss.). Para ello nos habilita a fin de reconocerlos,
pues sin ello no podríamos aprovechar de su advertencia. Cf. Juan 7, 17; 10, 4,
8 y 14).
Suele verse aquí una profecía de la
aceptación que tendrá el Anticristo como falso Mesías. Cf. Apoc. 13.
PROPUESTA DE CANTOS IV DOMINGO DE
CUARESMA CICLO B – (10 MARZO 2024)
TEMA: “DIOS MANDO SU HIJO AL MUNDO PARA
QUE EL MUNDO SE SALVE POR EL”
01.- ALREDEDOR DE TU MESA
ALREDEDOR
DE TU MESA VENIMOS A RECORDAR
ALREDEDOR
DE TU MESA VENIMOS A RECORDAR
QUE
TU PALABRA ES CAMINO, TU CUERPO FRATERNIDAD
QUE
TU PALABRA ES CAMINO, TU CUERPO FRATERNIDAD.
Hemos
venido a tu mesa a renovar el misterio del amor
Con
nuestras manos manchadas
Arrepentidos,
buscamos tu perdón.
ALREDEDOR
DE TU MESA VENIMOS A RECORDAR
ALREDEDOR
DE TU MESA VENIMOS A RECORDAR
QUE
TU PALABRA ES CAMINO, TU CUERPO FRATERNIDAD
QUE
TU PALABRA ES CAMINO, TU CUERPO FRATERNIDAD.
Juntos
y a veces sin vernos
Celebramos
tu presencia, sin sentir
Que
se interrumpe el camino
Si
no vamos como hermanos hacia ti.
02.- QUE
ALEGRIA CUANDO ME DIJERON (SALMO 121)
¡QUÉ
ALEGRÍA CUANDO ME DIJERON:
"VAMOS
A LA CASA DEL SEÑOR"!
YA
ESTÁN PISANDO NUESTROS PIES
TUS
UMBRALES, JERUSALÉN.
1.-
Jerusalén está fundada
como
ciudad bien compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor.
2.-
Según la costumbre de Israel
a
celebrar el nombre del Señor;
en
ella están los tribunales de Justicia,
en
el palacio de David.
3.-
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan
seguros los que te aman,
haya
paz dentro de tus muros,
en
tus palacios de seguridad".
4.-
Por mis hermanos y compañeros,
voy
a decir: "La paz contigo"
Por
la casa del Señor, nuestro Dios,
te
deseo todo bien.
03.- EL SEÑOR
ES MI FUERZA (J. A. Espinoza)
EL
SEÑOR ES MI FUERZA
MI
ROCA Y SALVACIÓN. (2v)
1.-
Tú me guías por sendas de justicia
me
enseñas la verdad
Tú
me das el valor para la lucha
sin
miedo avanzaré.
2.-
Iluminas las sombras de mi vida
al
mundo das la luz
aunque
pase por valles de tiniebla
yo
nunca temeré.
3.-
Yo confío el destino de mi vida
al
Dios de mi salud
a
los pobres enseñas el camino
su
escudo eres Tú.
4.-
El Señor es la fuerza de su pueblo
su
gran libertador
Tú
le haces vivir en confianza
seguro
en tu poder.
04.- ACEPTA
SEÑOR EL VINO Y EL PAN (Joaquín Madurga)
ACEPTA
SEÑOR EL VINO Y EL PAN
CON
ELLOS TRAEMOS TU OFRENDA A TU ALTAR
1.-
Sobre tu altar Señor va nuestra ofrenda
el
abrazo sincero al hermano
perdonándonos
nuestras ofensas.
2.-
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
trabajar
por un mundo más justo de igualdad
y
concordia fraterna.
3.-
Sobre el Altar, Señor, va nuestra ofrenda:
convertir
nuestra vida pasada
al
mensaje de tu Buena Nueva.
05.- NO HAY
MAYOR AMOR
Y
ES QUE NO HAY MAYOR AMOR
QUE
DAR LA VIDA,
QUE
DAR LA VIDA POR AMOR.
Y
ES QUE NO HAY MAYOR AMOR
QUE
DAR LA VIDA,
QUE
DARLE A CRISTO EL CORAZON.
1.-
Como grano que al morir da fruto,
y
en espiga se transformará.
Así
Cristo puesto en el sepulcro,
en
nosotros resucitará.
Dale
muerte a tu egoísmo,
a
tu orgullo y a tu vanidad,
déjalos
que caigan en la tierra,
pues
muriendo, tú florecerás.
2.-
Cual pastor que ama a sus ovejas
y
por siempre las protegerá.
Nos
conduce Cristo a buenos pastos
con
su muerte nos rescatará.
Con
tu vida harás como el pastor,
entregándote
sin vacilar.
El
que hace de su vida entrega
siempre
vida en Cristo encontrará.
3.-
En la Pascua un mandamiento nuevo
a
nosotros nos dejó el Señor:
entregar
la vida a los hermanos
como
Cristo nos la entregó.
Esta
es la señal de los cristianos,
por
la que nos reconocerán:
el
amor con el que nos amamos,
y
la propia entrega a los demás.
06.- SEÑOR,
NO SOY DIGNO (J. A. Espinoza)
SEÑOR,
NO SOY DIGNO
DE
QUE ENTRES EN MI CASA
PERO
UNA PALABRA TUYA
BASTARÁ
PARA SANARME.
1.-
Eres el Pan de Vida
a
todos das la paz;
quien
come de tu carne
por
siempre vivirá.
2.-
Somos el nuevo pueblo
que
Cristo congregó,
vivamos
siempre unidos,
testigos
del amor.
3.-
Vamos por esta vida
buscando
la verdad,
la
paz y la justicia,
un
mundo que vendrá.
07.- TE DAMOS
GRACIAS SEÑOR (J. A. Espinoza)
TE
DAMOS GRACIAS, SEÑOR,
DE
TODO CORAZÓN,
TE
DAMOS GRACIAS, SEÑOR,
CANTAMOS
PARA TI.
1.-
A tu nombre daremos gracias,
por
tu amor y tu lealtad,
te
llamé y me escuchaste,
aumentaste
el valor en mi alma.
2.-
Te alaban los reyes de la tierra,
porque
oyeron la voz de tu palabra;
y
en los caminos del Señor van cantando,
porque
grande es la gloria del Señor.
3.-
Si camino en medio de la angustia,
me
das vida a pesar del enemigo;
Tú
miras al pobre y al humilde,
grandioso
es el Señor.
4.-
Tiendes tu mano y nos salvas,
cumplirás
tu favor hacia mí;
Señor,
tu amor es eterno;
no
abandones la obra de tus manos.
08.- MARIA,
LA MADRE BUENA (Kairoi)
Tantas
cosas en la vida,
nos
ofrecen plenitud;
y
no son más que mentiras
que
desgastan la inquietud.
Tú
has llenado mi existencia
al
quererme de verdad,
yo
quisiera Madre buena
amarte
más.
En
silencio escuchabas
las
palabras de Jesús,
y
lo hacías pan de vida
meditando
en tu interior.
La
semilla que ha caído
ya
germina y está en flor.
Con
el corazón en fiesta cantaré:
AVE
MARÍA. AVE MARÍA. AVE MARÍA. AVE MARÍA
Desde
que yo era muy niño
has
estado junto a mí
y
guiado de tu mano
aprendí
a decir "sí".
Al
calor de la esperanza,
nunca
se enfrió mi fe,
y
en la noche más oscura,
fuiste
luz.
No
me dejes Madre mía,
ven
conmigo a caminar.
Quiero
compartir mi vida
y
crear fraternidad;
tantas
cosas en nosotros
son
el fruto de tu amor,
la
plegaria más sencilla cantaré:
AVE
MARÍA. AVE MARÍA. AVE MARÍA. AVE MARÍA
09.- SI YO NO
TENGO AMOR
SI
YO NO TENGO AMOR,
YO
NADA SOY, SEÑOR.
SI
YO NO TENGO AMOR,
YO
NADA SOY, SEÑOR.
El
amor es comprensivo,
el
amor es servicial,
el
amor no tiene envidia,
el
amor no busca el mal.
El
amor nunca se irrita,
el
amor no es descortés,
el
amor es algo grande,
el
amor nunca es doblez.
El
amor soporta todo,
el
amor todo lo cree,
el
amor todo lo espera,
el
amor es siempre fiel.