LA BODA EN CANÁ
DE GALILEA
Juan alude a la madre de Jesús en el
milagro de Caná de Galilea que es una aldea de Galilea, mencionada tres veces
en el evangelio de Juan (2,1; 4,46; 21,2). Un día, en aquella aldea, se
celebraban unas bodas (Jn 2, 1a). María estaba entre los invitados a su
celebración, quizá era pariente. La invitación se extendió también a Jesús y a
sus discípulos (v. 2). Algunos piensan que eran familiares de Jesús.
Según las costumbres del AT, las fiestas de
la boda duraban normalmente siete días (Gen 29 27, Jue 14,12; Tob 11,20), pero
podían prolongarse durante dos semanas (Tob 8,20; 10,8). Y eran lógicamente la
ocasión de un alegre banquete (Gen 29,22; Jue 14,10, Tob 7,14), servido de ordinario
en casa del esposo (cf. Mt 22,2). Por tanto, se necesitaba tener una buena
provisión de vino. Y esto fue lo que falló en Caná (v. 3a).
El malestar de la situación no se le pasó
de largo a la atención femenina de María, que puso al corriente de ello a su
Hijo (v. 3b). Después de una respuesta un tanto enigmática (v. 4), Jesús
escuchó la petición de la madre y convirtió en vino copioso el agua contenida
en las seis tinajas, puestas allí para las purificaciones rituales que los
judíos realizaban antes de sentarse a la mesa (vv. 6-10). De esta forma Jesús
dio comienzo a sus prodigios y fue aquél el signo que suscitó la fe incipiente
de los discípulos en él como Mesías (v. 11). Todo esto constituye el núcleo de
lo que ocurrió en Caná, durante aquel banquete de bodas que estuvo a punto de
terminar con una amarga desilusión.
Juan está en disposición de penetrar en el
sentido arcano que se escondía en aquel episodio de las bodas de Caná.
Justamente él lo define como un signo (v. 11), es decir, como un hecho que en
sus apariencias exteriores remite a una realidad más íntima, más oculta,
inherente en definitiva al misterio mismo de la persona de Jesús. Podemos decir
que:
-El milagro de Caná nos invita a
profundizar en el sentido y el misterio de la obra de Jesucristo. El primer
"signo" conduce hacia la contemplación y la comprensión del
signo central de la muerte-resurrección, y del signo que es el amor-unidad
de la comunidad (Jn 17, 20-23).
-La valoración de todo lo que de positivo
hay en la alegría de la vida de los hombres, no como realidad neutra o,
menos aún, peligrosa, sino como realidad positiva en la vida humana, capaz
de manifestar el don de Dios.
-La urgencia de una dedicación de los
cristianos y de las comunidades cristianas a promover la alegría que proviene
de la vida auténtica de la comunión con los demás, del amor conyugal y
familiar, de la participación en un pueblo, de la confianza en Dios.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA
Que se
postre ante ti, oh, Dios, la tierra entera; que toquen en tu honor; que toquen
para tu nombre, oh, Altísimo.
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra,
escucha compasivo la oración de tu pueblo, y concede tu paz a nuestros días.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 62, 1-5
Por amor de Sion no callaré, por amor de
Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación
llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te
pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona
fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te
llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi
predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu
tierra tendrá un esposo. Como un joven se desposa con una doncella, así te
desposan tus constructores. Como se regocija el marido con su esposa, se
regocija tu Dios contigo.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 95)
Cuenten las maravillas del Señor a todas las
naciones.
Canten al Señor un cántico nuevo, canten al
Señor, toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre. R.
Proclamen día tras día su victoria, cuenten a
los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
Familias de los pueblos, aclamen al Señor,
aclamen la gloria y el poder del Señor, aclamen la gloria del nombre del Señor.
R.
Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. Digan a los pueblos: «El Señor es rey:
Él gobierna a los pueblos rectamente». R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios 12, 4-11
Hermanos: Hay diversidad de carismas,
pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y
hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero
en cada cual se le otorga la manifestación
del Espíritu para el bien común. Y
así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con
inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe
el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este le han
concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y
malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de
interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada
uno en particular como Él quiere.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO 2 Ts 2, 14
Aleluya. Dios nos llamó por medio
del Evangelio, para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de
Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban
también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No
tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no
ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Hagan lo que Él les
diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de
los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenen las tinajas
de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Saquen ahora y llévenlo
al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en
vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado
el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el
vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta
ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea;
así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Dios que tiene poder para
hacer signos y prodigios, y por Jesucristo resucitado digámosle: R. Tú, que
deseas que vivamos en la alegría y la esperanza, escúchanos Señor.
1. Por la Iglesia, pidamos que Cristo
resucitado haga cada vez más viva nuestra fe. Oremos. R.
2. Por nuestros pastores, para que
dóciles a la Palabra de Dios, guien la iglesia hacia a fraternidad sólida y
solidaria. Oremos. R.
3. Por nuestros hermanos que viven sin
fe, para que obtengan la gracia de abrir el corazón al Dios de la vida. Oremos.
R.
4. Por los misioneros, educadores y
consagrados, que el Espíritu que resucitó a Jesucristo vivifique su fe y
compromiso. Oremos. R.
5. Por nuestros difuntos, para que ya
estén gozando de la presencia del Señor. Oremos. R.
6. Por nuestras familias, pidamos para
que cada miembro que la conforma se comprometa en la construcción de una
sociedad más digna y humana. Oremos. R.
Tú que eres el Viviente y el
Resucitado, el que vive para siem- pre, mira a tu pueblo que confía en ti y que
hoy te suplica, ben- dice sus intenciones y dale tu paz para que te confiese
como su Dios y Señor. tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R.
Amén.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor,
participar dignamente en estos sacramentos, pues cada vez que se celebra el
memorial del sacrificio de Cristo, se realiza la obra de nuestra redención. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION 1
Jn 4, 16
Nosotros hemos conocido y hemos
creído en el amor que Dios nos tiene.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Derrama, Señor, en nosotros tu Espíritu de
caridad, para que hagas concordes en el amor a quienes has saciado con el mismo
pan del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 20: Hb 5, 1-10; Sal 109; 1.2.3.4; Mc 2, 18-22
Martes 21: Hb 6, 10-20; Sal 110, 1-2.4-5. 9 y 10c; Mc 2, 23-28
Miércoles 22: Hb 7, 1-3. 15-17; Sal 109; 1.2.3.4; Mc 3, 1-6
Jueves 23: Hb 7, 25—8, 6; Sal 39, 7-8ª.8b-9; 10.17; Mc 3, 7-12.
Viernes 24: Hb 8, 6-13; Sal 84; 8 y 10.11-12.13-14; Mc 3, 13-19
Sábado 25: Hch 22, 3 (o bien: Hch 9, 1-22); Sal 116; Mc 16, 15-18
Domingo 26: Ne 8, 2-4ª.5-6.8-10; Sal 18, 8.9.10.15; 1Co 12, 12-30 (o bien
12-14.27); Lc 1, 1-4; 4, 14-21
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Jn 02, 01-12
1.- Hay que destacar que Juan, al contrario que los sinópticos, emplea
dos niveles de formulación: el nivel de superficie para los personajes en torno
a Jesús, y el nivel profundo en el que se mueve Jesús mismo. Así es como se
explica la aparente falta de concatenación entre pregunta y respuesta.
El sentido de la respuesta de Jesús se escapa a este texto concreto y es
sólo comprensible en la perspectiva global de todo el evangelio.
La hora no es el momento del milagro, sino la pasión (17, 1; 12, 27). La
pasión, a su vez, es el momento de la glorificación de Jesús, porque es la
expresión suprema de su amor. "No hay amor más grande que dar la vida por
los amigos" (15,13). Por este motivo, la pasión es en Juan la gloria de
Jesús; su hora, la hora exuberante del amor. Esta exuberancia de amor tiene en
nuestro relato un símbolo: el vino bueno que aparece con profusión al final de
la boda.
¿De dónde proviene este vino? "De las tinajas de piedra para la
purificación de los judíos". Juan capacita así al lector para que lea
entre líneas algo muy concreto: el orden religioso judío queda superado por
Jesús. Agua y vino funcionan en el relato como símbolos de los dos órdenes
distintos: ley (judaísmo), amor (Jesús).
EUCARISTÍA 1989, 4
2.- El sentido liberador del Evangelio se muestra también en medio de la
vida cotidiana y no sólo en situaciones extremas y en momentos excepcionales.
En el presente relato se dice que Jesús comenzó sus signos, comenzó a dar
"señales" de la vida y de la abundancia de la vida que vino a
traernos, precisamente en medio de una fiesta, en unas bodas que se celebraban
en Caná de Galilea.
Las fiestas nupciales duraban hasta siete días cuando la novia era
virgen, siendo sólo de tres cuando se trataba de una viuda.
Es posible que María llegara a la fiesta el primer día, y hasta que
ayudara a los familiares. De todas formas, le bastaría su condición femenina
para darse cuenta del apuro por el que pasaban los novios al faltarles el vino.
Parece que Jesús llegó más tarde con sus discípulos, y hasta podría pensarse
que la situación se agravaría con la presencia de aquellos pescadores. A todo
esto, María intercede por los novios ante su hijo. La respuesta de Jesús debió
de ser para el evangelista de gran importancia, pero es de difícil
interpretación para nosotros. En ella se aprecia un cierto distanciamiento de
Jesús frente a su madre, como si quisiera dejar en claro que nadie debe
inmiscuirse en la misión que ha venido a cumplir. Por eso la llama
"mujer", cosa muy extraña en la boca de un hijo y sobre todo en el
contexto socio-cultural de Jesús. Sin embargo María no entendió esta respuesta
como un rechazo y advirtió a los sirvientes que estuvieran atentos a lo que les
dijera Jesús.
J/HORA: También es
difícil saber lo que significaba la "hora". Hay comentaristas que
entienden esa "hora" como la hora de la cruz, en la que Jesús tenía
que ser glorificado o exaltado según la voluntad del Padre. Otros dicen que se
trata de la hora del milagro o de su primera manifestación como enviado de
Dios. De todos modos, la hora de la manifestación de Jesús no la señalan los
hombres. Porque es la hora que Dios quiere y que sólo él conoce. De hecho no
llega nunca con el simple transcurrir del tiempo, sino cuando acontece la fe
como un don de Dios. Jesús, con su respuesta aparentemente dura, es el que
prepara y actualiza la fe de su madre, y entonces llega la hora del milagro o
del signo.
Jn/SIGNO: La palabra
"signo" tiene en el evangelio de Juan un doble sentido: de una parte
es una demostración del poder de Dios y de su presencia salvadora; de otra, es
la revelación de la verdad de Dios y su mensaje. Queremos decir que los
"signos" son en el cuarto evangelio como palabras visibles, como
símbolos que deben ser interpretados y que suelen preceder a una enseñanza más
detenida. La transformación del agua en vino significa la abundancia de la vida
que Jesús ha venido a traer al mundo, la nueva vida y el verdadero gozo de
vivir. Es un signo paralelo al de la multiplicación de los panes en el
desierto. Uno y otro anticipan el sacrificio de Cristo, en el que se vuelca la
generosidad de Dios sobre nosotros. Es lo que celebramos en la eucaristía con
pan y vino, con el pan de cada día y con el vino de las fiestas. Es la gracia,
que llena hasta rebosar las tinajas de la ley (de las purificaciones de los
judíos) y que es el cumplimiento de todas las promesas.
EUCARISTÍA 1986, 5
3.- Según la tradición, se trata del lugar conocido por el nombre de
Chirbet Caná, situado al norte de Nazaret, a unos catorce kilómetros.
Si la novia era virgen, duraban las fiestas hasta siete días; pero si
era viuda, solamente se celebraban tres días de fiesta.
Probablemente, María, invitada por motivos de amistad o parentesco, se
encontraba ya en Caná desde los comienzos de las fiestas. Se explica
perfectamente que el vino llegara a faltar durante tantos días de boda y que
María, que con toda seguridad ayudaría en la tarea de atender a los convidados,
se diera cuenta de los apuros de los novios.
Aunque Jesús no había hecho aún ningún milagro, María, al verle ya
rodeado de discípulo, pudo creer que el momento de su manifestación a los
hombres había llegado. La respuesta de Jesús conserva el tono duro e
independiente de aquella respuesta que le dio en el Templo, cuando sólo tenía
doce años. En ambos casos, quiere hacernos ver que en el cumplimiento de su
misión excelsa únicamente depende de su Padre.
Si todavía "no ha llegado la hora", ¿cómo ejecuta el milagro?
La respuesta no es fácil. Entre otras posibles explicaciones, parece ser ésta
la más probable: La fe de María, su petición humilde y confiada, hizo que
sonara la hora de la "manifestación de la gloria" de Jesús. El
momento de la manifestación del poder de Dios no lo señalan los astros sino la
fe de los hombres: donde hay fe, allí ha llegado el momento. Pero la fe es un
don de Dios, que El da cuando quiere y a quien quiere. Jesús, con su respuesta
aparentemente dura, es el que prepara y actualiza la fe de la Virgen que señala
el momento de la manifestación de Dios.
"Signo" debe entenderse en un doble sentido: demostrativo del
poder de Dios y mostrativo o aclarativo del Misterio. Los milagros que nos
relata San Juan tienen siempre un significado.
En este caso puede tratarse de la abundancia de la gracia salvadora
(seiscientos litros de vino) que llena hasta el borde las exigencias de la Ley
(las tinajas servían para la purificación prescrita por la Ley).
EUCARISTÍA 1971, 12
4.- El propio autor dice de él al final que es un signo. Es decir, nos
hallamos ante un relato evocativo, representativo. Su sentido no hay pues que
buscarlo en el relato mismo, sino en la realidad evocada y representada en él.
Para que esta búsqueda no sea subjetiva ni caprichosa deberá partir de los
propios indicadores existentes en el relato.
HORA/GLORIA: Primer
indicador: una indicación temporal no recogida en el texto litúrgico. El relato
comienza así: Tres días después tuvo lugar una boda... En el conjunto de
indicaciones temporales dadas con anterioridad por el autor, estos tres días
después nos llevan al día séptimo. El autor sitúa la boda en el día séptimo.
Segundo indicador: la indicación temporal de futuro "todavía no ha llegado
mi hora". La hora es el término característico que emplea el autor del
cuarto evangelio para referirse a la glorificación de Jesús, la cual tiene
lugar en la cruz. El Calvario es la hora de la gloria de Jesús. Gloria en
sentido etimológico hebreo significa peso, consistencia. En sentido figurado y
aplicado a las personas es el conjunto de cualidades que las distinguen, su
personalidad. En su comentario final el autor nos dice que a través del signo
realizado Jesús manifestó su gloria, es decir, puso de manifiesto su cálida
personal.
Desde estos dos indicadores podemos concluir que la realidad evocada en
el relato de Caná es la fiesta del Señor, su gloria puesta de manifiesto en la
cruz, cuya celebración tiene lugar el día séptimo, el domingo, el día del
Señor.
Si, pues, los indicadores nos llevan al Calvario, vayamos a él de la
pluma de Juan y leamos Jn. 19, 25-27. ¿A quién encontramos allí? A la madre de
Jesús. Exactamente la misma designación empleada en el relato de Caná. En ambos
casos no se le designa por el nombre, sino por su relación con Jesús. Pero aún
hay más. En ambos casos Jesús interpela a su madre de la misma manera: ¡Mujer!
Estas correlaciones entre los dos relatos nos llevan a interpretar las palabras
de Jesús a su madre en el relato de Caná no como rechazo, sino positiva y
colectivamente: ¿Qué nos va a ti y a mí ahora, si nuestro tiempo no es éste
sino el de la Cruz? Llegamos así a la conclusión de que el autor está
contraponiendo dos tiempos, de los cuales uno, el de la cruz, es el propio de
Jesús y de su madre. ¿Cuál es el otro? "El tiempo de las purificaciones de
los judíos". Se trata de dos tiempos cualitativos, de dos talantes
contrapuestos, a cada uno de los cuales el autor le asigna un símbolo: agua
para el tiempo de las purificaciones, vino para el de la cruz.
¿Cuál de los dos tiempos es el mejor? El autor responde con toda
claridad que la cruz supera en calidad a la purificación.
Descubrimos además que el autor del cuarto evangelio gusta de la ironía,
pues el reconocimiento de la superior calidad de la cruz lo hace alguien
perteneciente a la purificación.
Resumiendo: el autor ha escrito un relato eminentemente evocador, cuya
clave de interpretación se encuentra en el calvario, donde Jesús manifiesta
todo el peso de su gloria, un peso superior al de las purificaciones.
Comentario. El tiempo de la cruz es el tiempo de la donación
desinteresada. No está mal proceder por reglamento, código o ley, pero está
mucho mejor proceder por amor. Nadie dice que el agua está mal en una comida,
pero un buen vino siempre es mejor, Jesús es el buen vino; el reglamento y la
ley son el agua.
Se tiene siempre más miedo al vino que al agua. ¿Será por eso por lo que
el Judaísmo y la Iglesia gustan tanto de la ley y del código? La diferencia
entre el que ama y el que cumple es que el primero es capaz de imposibles,
mientras que el segundo nunca jamás puede nada.
Si el amor supremo consiste en dar la vida por los amigos, se comprende
perfectamente que la cruz sea el lugar supremo de la revelación de Jesús y,
como consecuencia, del creyente en Jesús.
La madre de Jesús es el prototipo de creyente en Jesús. Por eso mismo su
tiempo y su lugar están, como los de su hijo, en la cruz.
A. BENITO - DABAR 1989, 9
5.- El texto de hoy no pertenece a Lucas sino a Juan. Dos autores, muy
diferentes en manera de escribir, Juan escribe en clave. De ahí que el sentido
de sus textos no sea siempre evidente a primera vista. La clave la sitúa en el
futuro y la denomina "la hora". Todavía no ha llegado mi hora. Esta
hora es la muerte de Jesús en la cruz. Lo que el autor escribe con anterioridad
a ella es signo de esa muerte, es decir, señal que apunta hacia ella, que la
evoca o la representa. Así comenzó sus signos. El relato de hoy hay que leerlo,
pues, desde la muerte de Jesús. Esta muerte la concibe Juan como la
glorificación de Jesús, es decir, su grandeza, su esplendor, su magnificencia.
Todo lo anterior son adelantos, anticipos de esa gloria, también esta palabra
aparece en el texto de hoy. Manifestó su gloria. Parece evidente que Juan
quiere que leamos este texto como anticipo de la gloria de Jesús que se va a
manifestar en la cruz. Es el relato de su gloria futura anticipada en símbolos,
Jesús es el vino bueno que mejora al anterior. Sus raíces hay que buscarlas en
suelo y tradición judíos. Son el agua de las tinajas. A estas alturas del
evangelio (estamos solamente en el cap. 2) no hay ningún tipo de tensión entre
el agua y el vino. Hay simplemente constatación de una situación mejorada.
"Estaba junto a la cruz de Jesús su madre" (Jn. 19,25). La
misma interpelación: Mujer. Un rasgo más de que el texto de hoy es una
anticipación de la cruz. "Mujer, a ti y a mí, ¿qué nos va la vieja
situación? Nuestra gloria está en la cruz". Es, en efecto, en la cruz
donde el autor nos presenta a la madre de Jesús como madre de la Iglesia. Un
evangelio precioso el de hoy. Un evangelio que en el texto original tiene lugar
al tercer día.
A. BENITO - DABAR 1986, 11
6.- Texto. Forma parte de las distintas escenas de presentación de Jesús
que el autor del cuarto evangelio hace preceder a la actuación propiamente
dicha de Jesús. Esta actuación, a iniciativa de Jesús, comienza a partir del
último versículo de hoy. En la escena que precede (bodas de Caná) no es Jesús
quien lleva la iniciativa. Jesús se encuentra en una boda y con él los
discípulos: personaje este que en buena parte de los doce primeros capítulos
del evangelio va a tener un simple papel de observador, descubriendo lentamente
quién y de dónde es Jesús.
El relato tiene su centro de atención en el vino. La ausencia de vino
primero y su presencia después dominan la escena. Por el comentario del autor
en el v. 11 resulta claro que el vino funciona como signo de Jesús. Un signo
que se abre hacia un después, hacia una hora. Esta hora puede verse en el cap.
19 del evangelio, donde encontraremos los mismos personajes que en Caná.
Este cap. 19, es la clave de lectura de todo el evangelio y en
particular de 2, 1-12. Comentario. El relato quiere explicar en clave plástica
quién y de dónde es Jesús. La clave es el vino, que procede de un agua, a la
que supera. Los sirvientes conocen-descubren esta clave: el mayordomo, no. Y es
precisamente el que no conoce la clave, quien canta las excelencias del vino
(idéntico recurso empleará el autor con Caifás en 11, 50).
Pero el agua es también signo de algo y de alguien: purificaciones de
los judíos. Agua y vino representan dos órdenes sucesivos. Con mucha ironía el
autor hace que un representante del orden-agua reconozca que el orden-vino es
mejor. Estamos sólo en los comienzos del evangelio. Lo trágico es que esta
mejor calidad la adquiere el vino gracias a su color rojo y recio de sangre. Y
tal vez todavía más trágico es que, en esa hora y creyendo dar culto a Dios, el
mayordomo escanciará la sangre (cfr. Jn. 16,2). Pero también en esa hora
alguien conocerá-descubrirá la clave: unas mujeres (=discípulo amado). Con
audacia de autor genial es a este discípulo a quien Juan reserva el título de
hijo de María (confrontándose Jn. 19, 26-27. Nótese cómo en Caná a María se le
llama madre de Jesús, pero a Jesús no se le llama hijo de María).
DABAR 1983, 11
7.- "La madre de Jesús le dijo: No les queda vino": María
interviene esperando la acción de Jesús, pero recibe una respuesta negativa.
Aquí Juan se mantiene en la misma línea de los sinópticos a propósito de
las intervenciones de su familia: los lazos de parentesco no pueden ni detener
ni poner en marcha su misión.
Aunque a menudo se ha intentado extraer de este pasaje un poder
intercesor de María, más bien se pone de relieve la absoluta soberanía y
libertad de Jesús. "Haced lo que él os diga": María debe colocarse en
el reconocimiento de esta soberanía y en la confianza de la fe: sólo desde esta
posición será posible el milagro.
J. NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1989, 2
8.- VINO-ALEGRIA/SV:
Paradójicamente el invitado (Jesús) se convierte en el auténtico Esposo;
para ello, el otro esposo no puede ofrecer vino. De este modo se quiere indicar
la insuficiencia de la etapa antigua de Israel, contrapuesta a la plenitud
mesiánica. Es el último vino, el de los tiempos escatológicos, el que es bueno.
Hay una "Hora" -adelantada, hecha prenda a través del signo- que
ratificará la insuficiencia del Antiguo Testamento. María constata esta
insuficiencia e indica donde está la plenitud: en Jesús, el vino nuevo que trae
la alegría abundante de la salvación, que saca de la situación desesperada e
insuficiente en la que viven los hombres, que ofrece la inmensa perspectiva de
la fe liberadora y transformadora, que es la Palabra que da sentido y
dinamismo, que hace creer en el amor y la fe. El "signo" está
relacionado evidentemente con la Eucaristía y con la Pascua ("signo"
culminante y radical del evangelio de Juan).
Nos hallamos, pues, ante la teología de la salvación; en la plenitud de
los tiempos -en este momento- llega el don de Dios, en abundancia, en la
Iglesia. A nosotros nos corresponde el "reconocimiento", el
convertirnos en discípulos, caminando espiritualmente hacia "la Hora"
de Jesús.
J. GUITERAS - MISA DOMINICAL 1974
3-9.- El leccionario ha reemplazado el inicio del fragmento, "Al
tercer día...", por el convencional "En aquel tiempo...". El
evangelista, con aquella indicación cronológica precisa, quería indicar que el
signo de Caná cierra una semana completa, que él ha descrito día a día: la
semana de la epifanía o manifestación del Señor, que concluye con la revelación
de su gloria y la fe de los discípulos. También al final de la vida pública de
Jesús el cuarto evangelio nos describirá día a día la última semana, para
desembocar asimismo en el acto de fe pascual de los apóstoles y los lectores.
María, que aparece en este primer signo, reaparecerá en la semana final, al pie
de la cruz (19, 25-27); en ambos casos Jesús le da el insólito tratamiento de
"mujer".
En la boda de Caná de Galilea encontramos los temas principales del
cuarto evangelio. Es el primero de los milagros, o signos, como les llama Juan,
porque no son sólo hechos prodigiosos para atraer la atención, sino significativos
o pedagógicos. Los demás evangelios cuentan muchos milagros, Juan ha escogido
sólo siete, cada uno de los cuales es explicado detalladamente e ilustrado con
un diálogo o un discurso de Jesús, con el fin de extraer de él una lección,
puesto que cada signo revela un aspecto del Reino; en este caso, los tiempos
mesiánicos que ya los profetas habían simbolizado con los desposorios y el
banquete.
H. RAGUER - MISA DOMINICAL 1977
10.- Jesús comienza su ministerio de rabino y de taumaturgo casi dentro
de unos círculos familiares: su propia ciudad, Cafarnaún, su familia o la de
sus apóstoles. Pero Juan ve ya en esas actuaciones, todavía discretas, toda la
obra de divinización de la humanidad y, al mismo tiempo, la irradiación del
misterio pascual. La lectura de este episodio bastante insignificante adquiere
relieve si se mira con los ojos de Juan.
* * * *
a) El que María diga a Jesús que los convidados no tienen ya vino
obedece sin duda a una preocupación de orden práctico por parte de una mujer
atenta a los pequeños detalles de la recepción, pero significa también, en el
plano simbólico, que el pueblo falto del vino de la felicidad y de la sabiduría
y que permanece en actitud de pobre, espera la iniciativa de Dios para
devolverle la felicidad. Jesús distribuye efectivamente el "buen
vino" de esa felicidad prometida para los últimos tiempos, signo de la
plenitud y de la sabiduría con que favorece al mundo.
b) Pero ese don depende de la glorificación final del Mesías, de esa
"semana" y de esa "hora" que inaugurarán, a través de la
muerte, el misterio de la gloria del Señor. Parece, en efecto, que las
indicaciones cronológicas sembradas a lo largo de Jn. 1, 19 a 2, 1 (1, 29; 1,
35; 1, 39; 1, 41; 1, 43; 2, 1) son bastante intencionadas en la pluma de Juan:
el evangelista no pondrá tanto cuidado por fechar los hechos y gestos del Señor
a lo largo de su primera semana de ministerio que en su última semana, la de su
pasión. El hecho de que el milagro se sitúe en un "tercer día" (v. 1;
cf. Jn. 11, 6-7; 13, 33; Lc. 24, 7; Os. 6, 2-5) es igualmente una forma de
hacer referencia al cumplimiento de la Pascua de Cristo.
Pero lo decisivo en esta ocasión es el tema de la hora (v. 4; cf. Jn. 2,
14; 7, 30-39; 8, 20; 13, 1; 17, 1). La hora designa concretamente la muerte del
Señor, pero es una muerte que le glorifica y glorifica al Padre, puesto que
realiza la salvación del mundo. Se puede incluso afirmar que, a partir de Jn.
7, 30, las referencias a la hora de Jesús designan ese momento de su vida en
que se verá reducido a la impotencia, en que ya no hará milagros (cf.Jn. 9, 4;
11, 9-10; cf. el tema del "lugar" en Jn. 18, 12, 24; 19, 40).
Así es como se comprende el diálogo entre María y su Hijo. La Virgen no
viene a pedir un milagro, sino que se limita a señalar un momento de apuro (v.
3). Jesús responde con bastante dulzura: "¿Qué nos va a ti y a Mi,
mujer?" (v. 4): que quiere decir: sitúate en otro plano: el de mi
omnipotencia, en lugar de quedarte en este punto de vista rastrero. Y así la
explicación surge normalmente: "mi hora (es decir, la hora en que me veré
atado, imposibilitado) no ha llegado aún. Sigo estando libre para hacer
milagros" (v. 4). María acepta inmediatamente esa visión de fe y ordena
que se hagan los preparativos del milagro (v. 5).
Cristo se refiere, por tanto, claramente al signo y la obra por
excelencia que realizará en la humillación de su muerte, pero hasta tanto suene
esa hora, le es facultativo dejar signos y realizar maravillas provisionales,
algo así como provisionales eran las diferentes liberaciones maravillosas del
Antiguo Testamento.
La idea de Cristo sería, por tanto, ésta: puedo hacer hoy el milagro que
se me propone, pero llegará una hora en que mi omnipotencia realizará el
milagro por excelencia, puesto que pasará por el amor hasta la muerte (Jn. 13,
1): todo milagro tiene una parte de caducidad hasta tanto no haya sido marcado
por mi muerte y no esté vinculado a la única verdadera fe en mi resurrección.
c) Juan nos ofrece, pues, en este relato del episodio de Caná un ejemplo
de la forma en que reflexiona en torno a un milagro de Jesús. aun cuando sea
muy corriente, hasta ver en él un signo (v. 11). Lo sitúa al final de una
semana; introduce incluso el tema de la hora; subraya intencionadamente la
materia del vino; señala, los mismo que en Jn. 7, 1-10, la incapacidad de los
suyos para descifrar correctamente el milagro; y todo eso para probar que un
milagro es un llamamiento a la fe. No se trata tan solo de creer que Jesús
puede hacer un milagro, como sucede en los sinópticos, sino también de leer su
significado misterioso, sólo captable por quien ha comprendido el misterio
pascual y vive del amor que entraña.
Tener esa fe que puede leer los signos no consiste tan sólo en apreciar
el cambio del agua en vino (como quisiera María), ni en comprender el cambio
del vino en la sangre de Cristo en la misa (que es hasta donde llegan algunos
fieles), sino en captar la densidad pascual del signo realizado y en situarse a
sí mismo dentro de una participación convencida en ese misterio.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II - MAROVA
MADRID 1969.Pág. 39 ss.
PROPUESTA DE CANTOS II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C – 19
ENERO 2025
01.- ACLAMEMOS
HOY AL SEÑOR (J.
Pedro Martins)
ACLAMEMOS
HOY AL SEÑOR
CON
CANCIONES DE ALEGRÍA.
ACLAMEMOS
HOY AL SEÑOR
CELEBREMOS
SU BONDAD.
Cantad
un cántico nuevo,
cantad
a Dios tierra entera,
porque
hizo Dios maravillas
y
nos dio la salvación.
Hizo
alianza de amor,
en
Jesucristo su Hijo;
Él
es el Libertador,
es
nuestra Luz y Camino.
Cristo
a todos nos llama
y
nos invita a su Mesa.
Es
Cristo nuestro alimento,
es
Cristo nuestra promesa.
Cristo
nos dio la medida
de
lo que puede el amor.
Juntos
iremos cantando
a
la casa del Señor.
02.- CANTANDO LA
ALEGRIA
JUNTOS
CANTANDO LA ALEGRÍA
DE
VERNOS UNIDOS EN LA FÉ Y EL AMOR
JUNTOS
SINTIENDO EN NUESTRAS VIDAS
LA
ALEGRE PRESENCIA DEL SEÑOR
Somos
la iglesia peregrina que Él fundó
Somos
un pueblo que camina sin cesar
Entre
cansancios y esperanzas hacia Dios
Nuestro
amigo Jesús nos llevará
Hay
una fe que nos alumbra con su luz
Una
esperanza que empapó nuestro esperar
Aunque
la noche nos envuelva en su inquietud
Nuestro
amigo Jesús, nos guiará
03.- CON ALEGRIA
EN EL CORAZÓN
CON
ALEGRÍA EN EL CORAZÓN
QUEREMOS
CANTARTE, SEÑOR.
CON
ESPERANZA, CON FE Y CON AMOR
QUEREMOS
LLEGAR A TU MESA, SEÑOR.
Con
alegría de amistad compartida
en
una comida;
con
esperanza de escuchar
tu
Palabra, que da la vida.
Con
alegría de fiesta
de
hermanos en la Eucaristía;
con
la fe y el amor que exige
juntarnos
en tu comida.
Con
alegría los primeros cristianos
su
amor compartían;
con
esperanza seguiremos
sus
huellas y ejemplo de vida.
04.- UNIDOS EN
LA FIESTA (Joaquín Madurga)
UNIDOS
EN LA FIESTA,
LA
ALEGRÍA SE HACE CANCIÓN.
UNIDOS
EN LA FE,
LA
ALEGRÍA SE HACE ORACIÓN.
Cantaremos
al Señor
aleluyas
con himnos y salmos,
porque
grande es el amor
que
en nosotros por siempre mostró.
Cantad,
(Cantad)
cantad,
(Cantad)
cantad.
(Cantad)
Cantaremos
la bondad
del
Señor que nos sienta a su mesa,
y
nos llama a comulgar
como
hermanos su vino y su pan.
Nuestras
voces cantarán
el
amor de su misericordia,
porque
sabe perdonar
y
nos llena de eterna bondad.
Cantaremos
al Señor
aleluyas
al son de instrumentos
y
será nuestra canción
la
alabanza que ensalza su amor.
05.- TU PONES LO
DEMÁS (Gabarain)
Un
día de bodas el vino faltó, imposible poderlo comprar;
qué
bello milagro, hiciste Señor, con el agua de aquél manantial.
Colmaste
hasta el borde de vino mejor, las tinajas que pude llenar;
yo
puse mi esfuerzo yo puse mi afán, tú pudiste, Jesús lo demás.
ES
MUY POCO SEÑOR LO QUE VENGO A TRAER.
ES
MUY POCO LO QUE PUEDO DAR,
MI
TRABAJO ES EL AGUA QUE QUIERO OFRECER
Y
MI ESFUERZO UN PEDAZO DE PAN.
ES
MUY POCO SEÑOR, LO QUE VENGO A TRAER,
ES
MUY POCO LO QUE PUEDO DAR.
EN
TUS MANOS DIVINAS LO VENGO A PONER,
TÚ
YA PONES JESÚS, LO DEMÁS.
La
gente con hambre sentada esperó, en el prado que baja hasta el mar;
con
cuanto tenía a ti se acercó un muchacho que quiso ayudar.
Tu
mano en su frente feliz descansó en sus ojos tú dulce mirar;
El
puso sus peces, el puso su Pan, Tú pusiste, Jesús, lo demás.
06.- OFRENDA DE
AMOR
Por
los niños que empiezan la vida,
por
los hombres sin techo ni hogar;
Por
los pueblos que sufren la guerra,
te
ofrecemos el vino y le pan.
PAN
Y VINO SOBRE EL ALTAR
SON
OFRENDAS DE AMOR,
PAN
Y VINO SERÁN DESPUÉS,
TU
CUERPO Y SANGRE SEÑOR.
Por
los hombres que viven unidos,
por
los hombres que buscan la paz;
por
los pueblos que no te conocen,
te
ofreceos el vino y el pan.
Por
aquellos a quienes queremos,
por
nosotros y nuestra amistad;
por
los vivos y por los difuntos,
te
ofrecemos el vino y el pan.
07.- EL PAN DE
VIDA (Brotes de Olivo)
TÚ
ERES, SEÑOR, EL PAN DE VIDA,
MI
VIDA SIN TI NO SERÁ VIDA.
“El
pan que yo os daré ha de ser mi propia carne”.
Contigo
viviré cuando coma de tu pan.
Aquel
que cree en ti tiene ya la vida eterna.
Si
como de tu pan de tu vida gozaré.
“Mi
Padre es quien os da verdadero pan del cielo
y
a la tierra bajó para el mundo alimentar”.
Quien
come de tu pan no padecerá más hambre.
Quien
bebe de tu sangre ya no tendrá sed jamás.
08.- ESTE ES EL
PAN DE LOS HIJOS (ALCALDE)
Este
es el pan de los hijos, preparado con amor.
Este
es el pan compartido en la misma comunión.
¡DICHOSOS
LOS INVITADOS, A LA MESA QUE ALEGRA EL CORAZÓN!
¡DICHOSOS
LOS INVITADOS A LA CENA DEL SEÑOR!
Este
es el pan de los fuertes, que del cielo descendió.
Este
es el vino de la fiesta, que enardece el corazón.
Este
es el cuerpo de Cristo, entregado por amor.
Esta
es la Sangre de Cristo, alianza eterna con Dios.
Este
es el pan del camino de la peregrinación.
Este
es el pan de la vida y de la resurrección.
09.- UNA BODA EN
CANA
Había
una Boda en Caná
Jesús
con su Madre estaba allí
de
pronto los esposos pudieron comprobar
que
el vino empezaba ya a faltar.
HACED
LO QUE JESÚS OS DIGA
HACEDLO
SIN VACILAR. (BIS).
María
lo pudo saber
y
al hijo enseguida fue a buscar:
“Jesús
no tienen vino
no
sé qué van a hacer”,
Tú
sólo los puedes ayudar.
A
muchos les falta el amor,
la
paz, la alegría en el hogar.
Si
tú no estás María
si
ausente está el Señor
¿Quién
puede el milagro realizar?
10.- ARCILLA ENTRE
TUS MANOS
Eres
madre muy sencilla, criatura del señor
Virgen
pobre madre mía, llena de gracia y de amor
Fuiste
arcilla entre sus manos y el señor te modelo
Aceptantes
ser su esclava siempre dócil a su voz
YO
QUIERO SER ARCILLA ENTRE SUS MANOS
YO
QUIERO SER VASIJA DE SU AMOR (BIS)
QUIERO
DEJAR LO MÍO PARA EL
(BIS)
No
entendía sus palabras, pero respondes con fe
Dejas
que su amor te guié confiando siempre en el
Por
su espíritu de vida te dejaste transformar
Te
abandonas en sus manos para hacer su voluntad
11.- JUNTO A TI
MARIA
Junto
a ti, María como un niño quiero estar.
Tómame
en tus brazos, guíame en tu caminar.
Quiero
que me eduques que me enseñes a rezar.
Hazme
transparente lléname de Paz.
MADRE,
MADRE, MADRE, MADRE (BIS)
Gracias
madre mía por llevarnos a Jesús.
Haznos
más humilde tan sencillos como tú.
Gracias,
madre mía, por abrir mi corazón.
Porque
nos congregas y nos das tu amor.