viernes, 24 de febrero de 2012

COMENTARIO DOMINICAL DEL 26 DE FEBRERO DEL 2012


ES POSIBLE CONVERTIRSE

1° LECTURA: Gn. 9, 8-15: El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio.
SALMO:    Sal 24: Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
2° LECTURA: Pe. 3, 18-22: Actualmente les salva el bautismo.
EVANGELIO:   Mc. 1, 12-15: Se dejaba tentar por Satanás y los ángeles le servían.

Marcos cuenta de forma muy concreta la tentación presentándonos cuatro personajes (el Espíritu, Jesús, Satanás, los ángeles) y tres acciones: el Espíritu empuja a Jesús al desierto,  Satanás lo tienta, los ángeles le sirven en medio de los animales salvajes que han vuelto a amansarse. Entre  el Espíritu y los ángeles, Satanás, se ve casi acorralado: el Espíritu no impulsa más que hacia una victoria que convierte a la tierra en lo que era al comienzo: un paraíso en el que todo es armonía y bondad: “Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el ovillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea”.
Pero la idea de la tentación recobra su fuerza desde la primera    predicación de Jesús: “¡Conviértanse!”. La vida del hombre sobre la tierra será siempre un combate en contra de la tentación, esfuerzo continuo por convertirse. Jesús ha venido a librarnos de este combate; pedir que lo hiciera no sería una buena oración. Ha venido “para que vivamos” y esto supone luchas continuas contra el orgullo, contra las preocupaciones paganas y contra la sexualidad anárquica. Estas luchas sólo se acabarán cuando exhalemos el último suspiro. ¡No habría gustado tanto que las cosas fueran diferentes!. Una hermosa conversión aplastante que hiciera de nosotros seres maravillosamente transformados, avanzando desde entonces con la cabeza bien alta por un camino de amor fraternal y de obediencia a Dios. Si soñamos con eso, no nos  convertiremos  nunca  la  conversión, en  sentido evangélico es más modesta más realista y continua. Tiene ciertamente, ante todo el aspecto de una franca transformación. Al salir de una predicación, de una meditación, de un retiro, cuando nos ha golpeado una enfermedad, la muerte de una persona querida, cuando nos ha entusiasmado un amor, descubrimos que vivíamos mal y nos decidimos realmente a cambiar. Será posible señalar la fecha de ese  viraje, de ese cambio de dirección. La vida de algunos convertidos simbolizan por la enormidad del cambio, lo que nos ocurre a nosotros en un nivel más pequeño: finalmente, se le dice sí a Dios. Pero lo que viene a continuación es desalentador. En los verdaderos convertidos el camino sigue en pie, ellos van subiendo cada vez más. Nosotros sin embargo caemos de nuevo en la mediocridad e incluso en el mal. Nuestra conversión no era en el fondo más que una pequeña fiebre de santidad. ¿Dónde está  el fallo?. ¿Es que somos incurablemente gente mediocre y cobarde?. Somos más bien personas que escuchan mal el evangelio, sobre todo cuando el texto es corto, como el de hoy, y corre el peligro de quedar mutilado. Jesús dice: “Conviértanse.. y crean en la buena nueva”. Tomar solamente la mitad es estropearlo todo; seguiremos viviendo soñando con la conversión y nada más. Quizás fuera necesario cambiar una palabra para marcar con energía la relación  necesaria entre las dos ideas: “Conviértanse CREYENDO en la buena nueva”.
RP. Roland Vicente Castro Juárez