sábado, 21 de enero de 2012

COMENTARIO DOMINICAL DEL 21 DE ENERO DEL 2012


HEMOS SIDO LLAMADOS TODOS

1° LECTURA: Jon. 3, 1-5. 10: Los ninivitas se convirtieron de su mala vida
SALMO: Sal 24: Señor, enséñame tus caminos.
2° LECTURA: Cor. 7, 29-31: La representación de este mundo se termina.
EVANGELIO: Mc. 1. 14-20: Conviértanse y crean en el evangelio.

Vio a Simón y a su hermano Andrés y les dijo: Síganme y los haré pescadores de hombres. Inmediatamente le siguieron. Imposible leer esto sin imaginarlo. Las orillas de lago, la mirada de Jesús, su llamada, y aquel inmediatamente tantas veces repetido en Marcos y que hace de su evangelio una invitación urgente, casi ansiosa: Jesús te llama. Me dan tantas ganas de rezar para que muchos hombres y mujeres respondan a esta llamada tan misteriosa: Ven, tú, vas a ser sacerdote; ven, tú, serás religioso o religiosa. Esta es desde luego una buena lectura del texto; está hecho para suscitar vocaciones especiales. Hoy se nos invita a reflexionar sobre nuestras palabras y nuestros actos respecto a las “vocaciones”. Pero sería una pena no ver también en ello la llamada de Jesús a todos los cristianos. Primera señal de esta ampliación de perspectiva: el lugar que  Marcos  concede a la llamada de los discípulos. La pone al  comienzo mismo de su  evangelio para demostrar que el acto inicial de Jesús fue reunir a unos hombres a su alrededor y lanzar de este modo el gran movimiento que se convertiría en la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios. Esa misma llamada continúa y nos llega hoy a nosotros. Segunda Señal: la forma esquemática de este relato de vocación. Jesús mira,  llama e inmediatamente le siguen. Es válido para cualquier caso. Cuando nos cuentan en detalle la vocación de Francisco de Asís. De Teresa de Jesús, de Francisco Javier o simplemente la de un sacerdote, la admiramos desde lejos: no es para nosotros. Pero aquí sí que es para nosotros. Estamos  ante  el esquema  típico de la llamada  de Cristo y de la repuesta que debe darle cualquier cristiano. Quizás no hayamos comprobado todavía debidamente que ser cristiano no es solamente rezar el credo, ir a misa y vivir una moral; es seguir a Cristo.
¿Vuelve usted a hablar de “vocación”?. Se trata de personas que lo dejan todo, el negocio, la casa, la familia. Yo no puedo hacerlo. “Seguir a Jesús” Tiene también otro sentido. Lo vemos cuando Jesús se dirige a toda la gente para pedirle que tenga fe en él. Seguirle es eso; sobre todo, eso.
Incluso antes de saber lo que nos va a pedir, hay que creer Jesús, si no, no aceptaremos nunca sus exigencias. El tiene derecho a hablar, tiene derecho a decirnos por qué hay que escucharle y por qué hay que seguirle, porque eso es tener éxito en la vida; porque él es el Hijo de Dios. Sólo él podía a la vez simplificar nuestra vida y hacerla terriblemente exigente dándonos tan sólo un mandamiento. Cuando me dice: “¡Sígueme!”, sé lo que esto significa: “¡Ama como yo he amado!”. Entonces, si quiero vivir realmente esto, tengo la obligación de “dejarlo todo”: ¿Mi situación y a los míos?. No, sino los pensamientos ordinarios, las formas ordinarias de obrar, las que no corresponden al evangelio. Nada, absolutamente nada, tiene que impedirme escucharle, amarle más que todo. Y hacerlo conocer a mí alrededor, “pescar” hombres para él. ¡Comienza aquí la aventura!. Lo mismo que para Simón, Andrés, Santiago y Juan. Aventura intensa y luminosa: “Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en tinieblas, tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12).
Pbro. Roland Vicente Castro Juárez