JESÚS ESTA EN MEDIO DE NOSOTROS
1°
LECTURA: .Hch
3, 13-15. 17-19: Mataron al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre
los muertos.
SALMO: Sal 4, 2.7.9. Haz
brillar sobre nosotros la luz de tu rostro. Señor.
2°
LECTURA:
1Jn. 2, 1-5ª: El es victima de propiciación por nuestros pecados y también por
los del mundo entero.
EVANGELIO: Lc. 24,
35-48: Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos
al tercer día.
“Se presentó Jesús en medio de ellos”. Para
medir esta afirmación, hay que recordar lo que acaban de vivir los disc-pulos:
la muerte y la sepultura de Jesús. Al dejar el cadáver en su tumba, enterraban
también su esperanza. ¡Y de pronto está allí!. El muerto, el crucificado, el
enterrado, está allí. ¡Vive! “En medio de ellos”. Lo que hoy leemos quizás con
demasiada tranquilidad es lo que ellos intentaron contarnos; y aquello no era
fácil: “Se presentó”, dicen. No lo vieron llegar, no le oyeron llamar. Está
allí, de pie, sonriendo, amable, aquél a quien habían desclavado de la cruz y
dejado en un sepulcro. Se acuerdan de lo que pensaron entonces: “¡Es
imposible!. Se trata de un fantasma de cualquier otra cosa menos del hombre que
vimos morir”. ¡Menos mal que vacilan!. Menos mal que esas vacilaciones se nos
muestran tal como fueron ya que todo se escribió para que reviviésemos lo mejor
posible su experiencia pascual: “estaba muerto, ahora vive”. Jesús mide muy
bien los pasos que sus discípulos tienen que dar, y nosotros detrás de ellos:
“Si soy yo, pueden tocarme, no soy ningún fantasma”. Y como están locos de
alegría pero todavía incrédulos, les da una prueba más. “Comió ante sus ojos”.
Sus ojos son ahora los ojos de nuestra fe. Porque unos hombres, hace dos mil
años, vieron a Jesús muerto y luego vivo, cuando creemos en sus ojos, entramos
en la fe cristiana, Jesús es ciertamente
el Hijo de Dios hecho hombre, crucificado, sepultado y reconocido con
vida el día de Pascua. Pero no vivo como Lázaro después de su resurrección.
Lucas insiste en la “corporeidad” de Jesús resucitado para que no creamos que
los apóstoles vieron visiones; experimentaron realmente “una” presencia de
Jesús vivo. Eso es lo que hay que creer,
sin intentar imaginarse su cuerpo de resurrección”.
Jesús pertenece en adelante al “otro mundo” nuestra mirada, como la de los discípulos, no puede llegar
allá. Con sus palabra, Lucas intenta decirnos lo indecible, la vuelta de Jesús
a la vida. Sea cual fuere la nueva forma de esta vida, para seguir siendo
humana es preciso que se realice en un cuerpo y mediante un cuerpo. A partir de
aquí, todo es misterio y los autores del Nuevo Testamento emplean para
expresarlo junto con su resurrección otra palabra: exaltación. O sea, una
resurrección absolutamente única. Jesús volvió a una vida humana, pero una vida
humana de otro modo, que puede alcanzar y salvar a todos los hombres. El que
Lázaro volviera a la vida por algunos años, eso no cambió en nada el mundo ni
nuestra vida. La resurrección-exaltación de Jesús hace en delante de él, no
sólo el viviente sobre el que ya no puede nada la muerte, sino la fuente de la
vida. ¿Qué vida?. La “vida eterna” dirá Juan: la vida misma el eterno, que
Jesús resucitado puede en adelante comunicar a todos los hombres. Jesús está
entre nosotros, en medio de nosotros, en nuestro mundo actual, presente por su
acción, por los actos sacramentales, presente en nuestros hermanos. Presente en
mí si lo quiero, hasta poder decir : “Mi vivir es Cristo”. No se trata de
sueños piadosos ni de verdades etéreas, sino de experiencia que realizar, inmediatamente,
experiencias de vida con el viviente.
Pbro. Roland Vicente Castro
Juárez
rolancaju@gmail.com